Viaje a la Luna

Viaje a la Luna

Una memoria a mis antepasados, a mis vivencias...unos versos de futuro.

QUIEN NO SE OCUPA DE NACER SE OCUPA DE MORIR

jueves, 17 de julio de 2014

(Publicado en SEGUNDA CITA de Silvio Rodriguez)

EL MINISTRO,  EL POETA
                                         A Roque Dalton

"Te llamaré la próxima semana", dice y se marcha.
Pero que llame o que no llame es lo de menos.
Más importante es la relación,
el oscuro color de la relación
entre su oficio y el mío.

Sus datos personales, en este caso,
aportarían muy poco. Sólo puedo decir que es un ministro. Despierta
(cuando duerme, que no es siempre)
sobresaltado, rara vez tiene tiempo
de disfrutar del aire de la noche.
Una sonrisa, un gesto, una mirada,
tienen en su programa un peso exacto
y un saludo, una llamada telefónica,
son las claves precisas para hacer buena la urgente,
la inmediata tarea que acercará eso que, acaso sin demasiada certidumbre
pero desesperadamente,
los poetas suelen llamar el porvenir.

LA VERDAD ES MUCHAS VECES LA VERDAD. PERO NO SIEMPRE
A VECES NO SE DEBE HACER LO QUE SE DEBE HACER
NO SIEMPRE PUEDE DARSE l A RAZÓN A QUIEN LA TIENE
UNA ACCIÓN JUSTA, EN MALA HORA, PUEDE SER CASI UN CRIMEN

Demasiado complicado para mi, que me distraigo,
que me olvido, que no hago las llamadas necesarias,
que prefiero el ruido de la lluvia
a casi todas las reuniones de este mundo;
para mí, el imprudente,
diciendo lo que no debí decir;
para mí, el desconfiado,
callando lo que no debí callar.

         Un test arrojaría el resultado siguiente:

     EL MINISTRO            EL POETA
(preocupaciones fundamentales)         
        
         1. el día de hoy     1. la historia
         2. el día de hoy     2. la historia
         3. la historia          3. el día de hoy
         4. el día de hoy     4. la historia
         5. el día de hoy     5. la historia
         6. la historia          6. el día de hoy

pero así, encontrados
o como caminos encontrados,
inadmisibles, irreconciliables.

Demasiados versos, demasiadas consignas
hay sobre la tierra. Siglos de polvo se han acumulado
para alejamos más
y suenan los poemas, los teléfonos,
pero nadie responde.
Cualquiera está dispuesto a levantar la horca del poeta:
          
          "La expresión intelectual reduce y enmarca el campo
          de la actividad cultural a un estrecho compartimento,
          la separa del trabajo manual, la desvincula de la práctica, la aleja
          de la Revolución".

Pero el poeta es el poeta y nace y muere cada día
entre sus rabiosas, entre sus puras palabras,
tenga en las manos una azada o un montón de papeles.
El poeta remoza el alma de los hombres y puede repetir:
Yo también soy una fábrica como dijera hace casi cincuenta años Maiacovski.

Por supuesto que es mucho más riesgoso alzar la horca del ministro.
Pero muchos construyen su refugio
y me dicen que sí, que pronto, que me aleje,
que más vale precaver que tener que lamentar,
que proteja mi casa, mis papeles,
del viento, el fuego, las bombas, los ministros.

Los menos, sueñan y recuerdan. Alguien, no hace mucho,
evocaba una mítica partida de ajedrez entre Lenin y Tzará,
la vez que no pudieron encontrarse Karl Marx 
y Jean Arthur Rimbaud y los juntaba él, feliz, 
ansioso de reunir de una vez y para siempre 
El capital y las Iluminaciones.

Y creo, al fin, que en esa suerte de delirio
(porque no hay que hacer demasiado caso de la partida
y del encuentro: son, hasta hoy, puro delirio)
vive la verdadera razón.
Creo que más allá (o más acá, no estoy seguro)
de las horas y los refugios,
del fuego y del terror al fuego,
el ministro, el poeta, construimos lo mismo.
Mataremos (si hay que matar) hombro con hombro;
moriremos (si hay que morir) la misma muerte.

Puede ser que uno de estos días
echemos a andar los dos, dando gritos,
repartiendo poemas que van a ser hechos por todos,
órdenes que no hará falta cumplir
y acumulando fuego, mucho fuego, todo el fuego del mundo
para quemar todas las torres de marfil,
todos los ministerios.

Guillermo Rodríguez Rivera 
1968