Viaje a la Luna

Viaje a la Luna

Una memoria a mis antepasados, a mis vivencias...unos versos de futuro.

QUIEN NO SE OCUPA DE NACER SE OCUPA DE MORIR

miércoles, 21 de octubre de 2015

A raíz de leer el post de Eduardo del Llano sobre el rock en Cuba, me vino la imagen de aquella noche de 1990 que con mis viejos y otros gitanos mas, decidimos acompañar la presentación que haría mi primo Ale en el Festival de Rock en Alamar, fue muy divertido porque con todo el entusiasmo del mundo aplaudimos a los "GUITARRAS ROJAS" en medio de "melenudos" eufóricos que movían la cabeza sacando agua del pozo...



EL ROCK COMO ESTIGMA
(Publicado por Eduardo del Llano en su blog  eduardodelllano.com)

Hace un par de meses fui invitado al lanzamiento de Heaven, el álbum debut de la banda cubana Sweet Lizzy Project, grabado en La Habana, mezclado y masterizado en USA, publicado por una casa italiana. Los había visto varias veces en el Submarino Amarillo, pero ya se sabe que allí las normas del lugar exigen que los grupos toquen sólo versiones de rock clásico, de manera que no tenía idea de que contaban además con material propio. Bueno, en el concierto de lanzamiento se centraron precisamente en eso, los temas de su autoría que conforman el disco. Y me parecieron tan interesantes y elaborados como sus interpretaciones de piezas ajenas.

Mi mockumentary La verdad acerca del G2 (2012) es un homenaje personal al rock cubano, si bien el documental definitivo sobre su historia y virtudes está, qué duda cabe, por ser filmado. Y urge. Vaya que sería una película interesante, vaya si habría anécdotas divertidas y aún más momentos dolorosos y dramáticos.

Si tener discos de los Beatles llegó a ser perseguido en la Cuba de los 60 y 70, si escuchar rock devino un crimen y mucha gente fue sancionada y expulsada por el terrible delito de manifestar sus preferencias e imitar a sus ídolos, dar un paso más y tener la osadía de asumir el género e interpretarlo en inglés era estar loco de atar, constituía un desafío y la autocondena a una vida prácticamente clandestina, sin esperanzas no ya de triunfo o confrontación internacional, sino de dar conciertos libremente o grabar en estudios profesionales. Y cuando conseguían grabar, los problemas no terminaban ahí. Recuerdo algo que me contó el guitarrista de Los Magnéticos: en cierta ocasión, grabando en los estudios de la EGREM en Santiago de Cuba, en medio de la interpretación ejecutó un sencillo efecto con el pedal de la guitarra, y el ingeniero de sonido interrumpió la grabación creyendo que se trataba de un error… Por entonces se radiaba mucho el rock del bloque socialista, y si los grupos húngaros estaban por lo general muy bien grabados (Lokomotiv GT, Fonográf, Omega) los alemanes y soviéticos dejaban bastante que desear en ese terreno.

En noviembre de 1988 publiqué en El Caimán Barbudo El rock como estigma, un extenso artículo en dos partes en que defendía el movimiento de rock cubano e intentaba legitimarlo como expresión válida de la cultura contemporánea. Mi texto fue comentado y reproducido por numerosas agencias extranjeras; aquí, aunque los peores tiempos habían pasado, inmediatamente me cayeron encima puristas que me acusaron de toda clase de crímenes ideológicos. En los años que siguieron desarrollé el tema en la misma revista con artículos sobre algunas de las bandas más relevantes de entonces, Venus, Zeus, HojoXOja (sic), etc. Con todo, la mía fue sólo una pequeña voz para la causa; entre otros, Humberto Manduley, Juanito Camacho o el Guille Vilar han hecho mucho más que yo, dedicándose a la investigación y divulgación sistemática del rock producido en nuestro país.El rock en Cuba de Humberto Manduley (Atril Ediciones musicales, 2001), es el primer libro que se aventuró a contar la historia invisible. Todavía recuerdo una frase de Manduley durante el lanzamiento del libro en la Cabaña: durante varias décadas, la única institución revolucionaria que se interesó por el rock cubano fue la PNR. Y en verdad, por varias décadas rarísima fue la banda, si alguna hubo, que no tuviera frecuentes encontronazos con las fuerzas represivas, como relata estremecido el propio Camacho en La verdad acerca del G2, o Frank Delgado en su pieza Los Almas contra Tropas Especiales. Por cierto, Humberto ha seguido investigando el tema, ahora fuera de Cuba, y tiene dos nuevos libros entre manos.

Con todo lo dicho, no sorprende que escaseen las grabaciones de bandas cubanas anteriores al año 2000. Los sobrevivientes de los Pacíficos digitalizaron y editaron en USA su demo Havana 1967, que era exactamente eso, un puñado de grabaciones –en su mayoría covers– realizadas a hurtadillas por entonces. Hasta donde sé, ninguna de esas audaces bandas de los 60 y 70 que tocaban en fiestas de quince y descargas privadas (Almas Vertiginosas, Secciones Ocultas, los Jets, los Kents y tantos otros) consiguió hacer, y menos publicar, grabaciones profesionales. Por demás, salvo alguna pieza de excepción, su repertorio se centraba en hits anglosajones. Luego, en los 80, Zeus y Venus –la primera banda en ejecutar exclusivamente material propio– consiguieron registrar demos decentes; Gens grabó de madrugada en la Escuela de Medicina (donde trabajaba uno de sus miembros) su excelente demo La quimera (1988), también con temas de su autoría. En los 90 Havana publicó Puertas que se abrirán (1997), Cosa Nostra Invisible Bridges (1999)…

La mentalidad represiva hacia el rock, si bien no ha desaparecido –de nuevo, bastaría preguntarle a cualquier policía quiénes son sus clientes favoritos– al menos se ha replegado. Las autoridades descubrieron que Lennon era bueno, y encima estaba muerto, y así ocurrió que las mismas personas que años atrás lo tildaron de producto decadente de la subcultura capitalista inauguraron el parque con su nombre y prácticamente lo canonizaron. Fueron apareciendo espacios como el Patio de María, el Maxim Rock, el Submarino; visitaron La Habana Audioslave, Rick Wakeman, Sepultura, y The Dead Daisies en febrero pasado… Las nuevas tecnologías han hecho posible la proliferación de estudios caseros, donde grabar ya no es un milagro. La inmensa mayoría de las bandas escribe sus propios temas y a menudo participa en la concepción de los clips promocionales. 

Tal vez la represión histórica contra los rockeros explique parcialmente por qué durante varias décadas muchas bandas del patio optaron por un sonido crudo, con vocalización gutural y guitarras telúricas (en un ámbito de influencias que va desde el thrash hasta el black metal noruego) o bien por el legado punk con su aura de provocación y rebeldía, y no prosperasen movimientos de vuelta al hard rock clásico, mucho menos al sonido melódico de los sesenta (algo como el britpop de los noventa o el garaje rock con tintes sesenteros de las bandas suecas The Hives y Mando Diao). Sin embargo, el panorama actual tiende otra vez a una apertura estilística, y junto a metaleros como Tendencia es posible escuchar en escenarios y grabaciones a intérpretes de pop rock como David Blanco y Osamu, blueseros como Elmer Ferrer, o el sonido alternativo de Sweet Lizzy Project…