Viaje a la Luna

Viaje a la Luna

Una memoria a mis antepasados, a mis vivencias...unos versos de futuro.

QUIEN NO SE OCUPA DE NACER SE OCUPA DE MORIR

miércoles, 27 de julio de 2016

Para aquellos que hablan de la "independencia" de los medios de comunicación, sería bueno que lean con detenimiento la editorial del diario La Nación que a continuación dejo, no hay dudas que le van "allanando" el camino al nuevo gobierno neoliberal de Macri, para la "FLEXIBILIZACION" laboral que se avecina. Una carta que juega siempre los seguidores de Adam Smith para que los "empresarios" hagan y deshagan a su antojo con los trabajadores que ya explotan. Recetas aplicadas lo mismo en la Argentina de los 90, como recientemente en Grecia o España, que desde ya, es sabido, solo trajo más desempleo y miseria, ahí están los números que tanto le gustan a los economistas neoliberales de lo que expreso, la realidad es la única verdad posible para confrontar una teoría.

Por supuesto "los paladines" de la libertad de expresión (que son los mismos dueños del Capital)  tienen su lenguaje para encubrir sus verdaderos propósitos, aunque en el escrito que a continuación leerán, un niño de preescolar encontrará las trampas en las medidas que proponen para "el aumento del empleo privado y una mejora en la competitividad".

UN CAMBIO INDISPENSABLE EN LAS RELACIONES LABORALES
(Editorial del Diario "La Nación" del 26 de Julio de 2016)

Las dificultades por las que atraviesa la economía debido a la herencia recibida, reclaman, entre otras necesidades, el aumento del empleo privado y una mejora de la competitividad. El cumplimiento de ambos objetivos permitirían absorber el empleo público excedente e incrementar genuinamente el nivel real de los salarios. Sin embargo, ninguno de estos propósitos podrán lograrse sin una reforma del modelo vigente de relaciones laborales en la Argentina. Se requieren modificaciones legales y estructurales, tanto en las reglas de alcance individual sobre el trabajador, como en las que hacen a los acuerdos colectivos.

Si bien la creación de nuevos puestos de trabajo es consecuencia, principalmente, de la inversión y del crecimiento de la economía, las normas laborales juegan un papel importante. Deben ser lo suficientemente equilibradas para proteger a quienes aportan su trabajo, pero sin por ello alcanzar a desalentar la inversión ni afectar la productividad.

Como marco general debe lograrse que el modelo sindical sea transparente y que asegure el pleno ejercicio de la libertad gremial, individual y colectiva. Se debe asegurar la democracia sindical en todos los planos, no solo en el electivo, sino en lo que hace a la participación real de los representados en la vida interna de los gremios.

Un primer punto a tener en claro es que toda imposición o carga sobre el salario induce a la sustitución de mano de obra por capital, afectando el nivel de empleo. La oferta de mano de obra es relativamente insensible al nivel salarial, mientras que cualquier incremento de impuestos y cargas sobre el trabajo reduce la demanda de empleo y afecta el salario de bolsillo. Debe entenderse, además, que es indistinto que las cargas las pague el trabajador mediante deducciones de su sueldo o que las pague formalmente el empleador.

Un aspecto sustancial de una reforma laboral es que la negociación de salarios y condiciones de trabajo tenga en consideración la productividad y los límites y posibilidades de cada empresa. Para ello debe realizarse entre interlocutores genuinos, que aunque tengan intereses distintos, estén finalmente alineados en la búsqueda del éxito de la empresa a la que pertenecen. En este sentido se debería asignar preferencia a los acuerdos laborales de nivel menor (empresa o sector geográfico) por sobre los acuerdos colectivos o paritarias en el nivel de sector de actividad. Sólo un acuerdo de salarios y condiciones laborales en el nivel de empresa, con sus propias ventajas y dificultades, asegura la convergencia de intereses entre el empresario y sus empleados y trabajadores. En cualquier caso, el acuerdo debería ser colectivo y no individual. El carácter colectivo comprende al conjunto de los asalariados de la empresa, cualquiera sea su oficio o especialidad. En efecto, debe evitarse la atomización gremial en la empresa, que a la hora de la negociación pudiera llevar a una carrera de dirigentes sindicales que intenten superar unos lo alcanzado por otros. La negociación descentralizada debe ser un motor de la reformulación del modelo de relaciones laborales. La capacidad negociadora de los trabajadores siempre se asegura con el derecho de huelga.

Debe eliminarse la obligatoriedad de la homologación de la autoridad administrativa, que lejos de ser un control eficaz, a menudo se constituyó en un obstáculo para los contenidos que se pretendían incorporar entre las partes signatarias. El arbitraje oficial debiera ser la última instancia frente a desacuerdos que no puedan ser resueltos por las partes. La condición aconsejable es que el árbitro deba optar por una u otra posición, no pudiendo resolver ni sugerir ninguna posición intermedia o distinta. Esto impulsa el acuerdo entre partes.

Es importante evitar la duplicación de las autoridades administrativas competentes en cada jurisdicción, que además de ser un dispendio innecesario, son ineficientes y generan conflictos jurisdiccionales. Es imprescindible contar con un sistema informático que comprenda el régimen previsional, el de riesgos del trabajo, las asignaciones familiares, los planes sociales y el sistema de salud. De esta forma se evitarán incongruencias e incompatibilidades.

En el plano individual, uno de los aspectos relevantes es ayudar a la empleabilidad promoviendo la capacitación, el entrenamiento y un nivel profesional adecuados. La forma de incentivar y facilitar la demanda de trabajo es flexibilizar y facilitar la contratación y que a la vez se brinden garantías para que no se produzcan contingencias imprevisibles y desproporcionadas. El período de prueba, el contrato de plazo fijo flexible y otras formas de contratación modulares son instrumentos eficaces de promoción del empleo y reducción de los costos laborales. Esto no obsta para que se incentive la continuidad del contrato de trabajo. También debe tenerse en cuenta que los nuevos procesos y el avance de las tecnologías hacen necesaria la multifuncionalidad, la polivalencia funcional y la jornada variable o flexible.

Debe premiarse a quien genere nuevas oportunidades de empleo, por ejemplo, con la reducción o el diferimiento de las cargas sociales cuando se crean nuevos puestos de trabajo y cuando se tomen personas con discapacidades y dificultades para reinsertarse.

La indemnización por despido debería sustituirse por un sistema contributivo que ampare al trabajador frente al desempleo. Esto resultaría conveniente tanto para el empleador como para el trabajador, aseguraría un régimen eficaz de amparo frente a la desocupación, y a la vez establecería costos previsibles para las empresas. Se debería crear un fondo con aportes del trabajador y contribuciones del empleador. Los administradores de estos fondos podrían ser entes autónomos creados al efecto. Este fondo sería individual y propiedad del trabajador. En caso de no usarlo se podrá convertir en una renta vitalicia al momento de la jubilación.


El país está frente a una muy difícil coyuntura económica y social como consecuencia de la herencia recibida de la gestión kirchnerista. Pero está también frente al enorme desafío y la oportunidad de una profunda transformación. La reforma laboral es, sin duda, uno de los puntales del cambio estructural que puede llevar a la Argentina al Primer Mundo que nunca debió abandonar.

LAS ELECCIONES EN EEUU Y EL MOVIL PERPETUO

(Por Iroel Sánchez,
publicado en su blog https://lapupilainsomne.wordpress.com/)

¿Qué puede esperar el mundo de las actuales elecciones en Estados Unidos, donde se enfrentan de una parte un xenófobo e islamófobo explícito y del otro una señora cuya risa más célebre es la que exhibió ante la televisión al conocer  el asesinato del líder libio Muamar el Gadafi?

En termodinámica el móvil perpetuo es imposible, siempre se pierde energía, pero en política no. Del 11 de septiembre de 2001 hacia acá, el terrorismo de quienes enarbolan extremistamente el islam y la guerra de aquellos que dicen combatirlo con métodos no menos terroristas no han dejado de suministrarse energía mutuamente en una escalada que parece no tener fin.

La tarde del mismo día en que las Twin Towers cayeron inolvidablemente, Fidel Castro asistió en La Habana a un acto de graduación de maestros donde abordó el gravísimo suceso y previno contra lo que podría suceder:

“De esto se puede sacar una idea: ninguno de los actuales problemas del mundo se puede resolver por la fuerza, no hay poder global, ni poder tecnológico, ni poder militar que pueda garantizar la inmunidad total contra tales hechos, porque pueden ser acciones de grupos reducidos, difíciles de descubrir, y lo más complicado, aplicados por gente suicida.
(…)
“…les sugeriríamos a los que dirigen el poderoso imperio que sean serenos, que actúen con ecuanimidad, que no se dejen arrastrar por raptos de ira o de odio, ni se lancen a cazar gente lanzando bombas por todas partes.”
“Reitero que ninguno de los problemas del mundo, ni el del terrorismo, se pueden resolver por la fuerza, y cada acción de fuerza, cada acción disparatada del uso de la fuerza, en cualquier parte, agravaría seriamente los problemas del mundo.
“El camino no es la fuerza ni la guerra. Lo digo aquí con toda la autoridad de haber hablado siempre con honradez, poseer convicciones sólidas y la experiencia de haber vivido los años de lucha que ha vivido Cuba. Solo la razón, la política inteligente de buscar la fuerza del consenso y la opinión pública internacional puede arrancar de raíz el problema. Creo que este hecho tan insólito debiera servir para crear la lucha internacional contra el terrorismo; pero la lucha internacional contra el terrorismo no se resuelve eliminando a un terrorista por aquí y otro por allá; matando aquí y allá, usando métodos similares y sacrificando vidas inocentes.”

Pero exactamente lo contrario es lo que han impulsado los líderes de Estados Unidos y sus aliados europeos.

Primero, la administración de George W. Bush invadió Afganistán en busca de un villano que no encontró,  atacó a Iraq con base en pretextos cuyo carácter espurio hoy es indudable, institucionalizó la tortura y  estableció la vigilancia Big brother a nivel planetario. Documentos censurados entonces y difundidos recientemente señalan la participación de altos funcionarios saudíes en los atentados pero conscientemente el enemigo se buscó en otra parte.

Luego, Barack Obama al fin encontró en el aliado Pakistán al antiguo discípulo de la CIA Osama  Bin Laden y lo ejecutó extrajudicialmente. Nada distinto a lo que el Premio Nobel de la Paz hace cada semana, drones mediante, con una lista de sospechosos que ningún tribunal juzga. En nombre de la democracia, y nuevamente con los aliados europeos, bombardeó Libia, convirtiendo un país estable en un caos aun mayor que el que impera en Iraq y Afganistán.

Difícil de creer pero aun no era suficiente, Hillary Clinton ha contado a la revista The Atlantic -“Financiamos mal a los rebeldes sirios y surgió el Estado Islámico“- la responsabilidad del gobierno del que la actual candidata a la presidencia por el Partido Demócrata era Secretaria de Estado en el terror que ha convertido en un infierno la sociedad siria, la más secularizada del Oriente Medio.

Tanto Donald Trump, que con su caricatura extremista seduce a los sectores más reaccionarios de la sociedad norteamericana, como la Señora Clinton, cuya próxima cena de recaudación de fondos será el 28 de agosto en la residencia hollywoodense del magnate proisraelí Haim Saban, continuarán “eliminando a un terrorista por aquí y otro por allá; matando aquí y allá, usando métodos similares y sacrificando vidas inocentes.” Ambos seguirán aportando energía al móvil perpetuo de la violencia que ya no solo cobra vidas en los países islámicos y EEUU sino también en ciudades europeas como Munich, Bruselas y París e impulsa el ascenso de políticos como Jean Marie Le Pen en Francia o Norbert Hofer en Austria que prometen apagar con más gasolina un incendio que no cesa de extenderse.