Viaje a la Luna

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viernes, 29 de diciembre de 2017

EL CREADOR DEL NUEVO DESARROLLISMO CRITICA EL "POPULISMO CAMBIARIO" QUE APLICA A MACRI
(Leído en http://www.lapoliticaonline.com)

El trabajo más reciente del brasileño Luiz Carlos Bresser-Pereira, autor de la teoría del "Nuevo Desarrollismo" traza una descripción de las inevitables crisis que causan los regímenes de "populismo cambiario" sostenidos en base a deuda externa para empujar de manera artificial el consumo.

Este abogado, economista y politólogo que fue ministro de José Sarney, Fernando Henrique Cardoso y hoy esta cerca de Lula da Silva, traza una crítica a un modelo que es muy similar al que aplica Macri, que por otro lado se definió como desarrollista y dijo que el presidente que más admira es Arturo Frondizi.

Bresser-Pereira define su teoría como post-keynesiana porque entiende que empujar la demanda, al estilo de lo que hacía el kirchnerismo, no alcanza por sí sola para garantizar un crecimiento económico sostenido. Para que esto sea posible dice que además de defender la disciplina fiscal -algo que se perdió en los mandatos de Cristina Kirchner-, también es necesario tener "disciplina cambiaria".

Para conseguir esto, agrega en un texto publicado este domingo por Folha San Pablo, es necesario mantener el equilibrio de cuenta corriente, de manera de reducir el endeudamiento externo, evitar el atraso cambiario y mantener tasas de interés bajas, que permitan a la industria ser competitiva.

Déficit en cuenta corriente financiado con deuda externa dificulta el crecimiento en vez de propiciarlo. Al tomar esta decisión el Gobierno cae en populismo cambiario, señala Bresser-Pereira.

"El Nuevo Desarrollismo no es original en rechazar el déficit fiscal crónico, pero es innovador en condenar de manera taxativa el déficit de cuenta corriente", explica el académico. La última vez que la Argentina vivió una situación de superávits gemelos fue durante el final de la presidencia de Duhalde y el mandato de Néstor Kirchner, que fue cediendo en esas ventajas, como bien recordó el funcionario de Hacienda, Sebastián Galiani.

"Un tipo de cambio atrasado a largo plazo vuelve a la industria poco competitiva y desalienta las inversiones, convirtiéndose en un obstáculo para el crecimiento", sostiene este ex ministro brasileño. Y advierte que además el déficit de cuenta corriente "acaba generando una crisis de deuda", que la mayoría de los economistas desestiman.

Este último dato es muy pertinente para la Argentina que se encamina a cerrar el año con un déficit histórico de cuenta corriente de unos US$ 8.000 millones. De hecho de los US$ 10.100 millones que el Banco Central registró que ingresaron al país en 2017 como "inversiones", sólo US$ 1.900 fueron destinados a la economía real. El resto se volcó a la bicicleta financiera que favorece la combinación de tasas altísimas y dólar atrasado, el famoso carry trade.

Pero una de las tesis más provocativas de Bresser-Pereira es que los países de ingresos medios como Brasil y Argentina no necesitan tomar deuda externa. "Déficit en cuenta corriente financiado con deuda externa dificultan el crecimiento en vez de propiciarlo". Se trata de una crítica central a la estrategia gradualista de Macri de financiar con deuda el déficit hasta que llegue el boom de inversiones que reactive la economía.

"Cuando un país entra en déficit de cuenta corriente su tasa de cambio se aprecia, los costos salariales y del capital (tasa) aumentan, la ganancia de las empresas cae y se quitan estímulos a la inversión, al tiempo que se estimula el consumo", explica el economista.

En sus trabajos Bresser-Pereira incluso correlaciona matemáticamente el déficit de cuenta corriente y el atraso cambiario y su impacto en la actividad industrial. "Cuando el gobierno decide crecer en base a endeudamiento externo y en consecuencia caer en déficit de cuenta corriente, cae en una decisión de auto-derrota, porque transforma empresas competitivas desde el punto de vista tecnológico en no competitivas desde el punto de vista monetario", agrega.

"Al tomar esa decisión para financiar un déficit de cuenta corriente consumista el gobierno incurre en populismo cambiario, atrasando su crecimiento", subraya Bresser-Pereira.

La enfermedad holandesa

El economista brasileño explica que este tipo de modelos son muy comunes en países cuya economía se basa en la exportación de commodities, que por ventajas comparativas mantienen rentabilidad a una tasa de cambio que vuelve inviables a las industrias y para graficarlo cruza líneas de cómo interactúa el equilibrio de cuenta corriente y el "equilibrio industrial". "Para neutralizar la enfermedad holandesa es necesario alcanzar el superávit en la cuenta corriente", subraya.

"En los países en desarrollo, sobre todos en aquellos afectados por la enfermedad holandesa, se da una tendencia a la apreciación del tipo de cambio cíclica, de manera que la economía atraviesa largos períodos de apreciación cambiaria, intercalados con crisis financieras en las que el tipo de cambio se deprecia de manera drástica", señala Bresser-Pereira, en una descripción muy cercana a la Argentina.

"Luego de esa crisis, el tipo de cambio vuelve a apreciarse, cruza el equilibrio industrial, cruza el equilibrio de cuenta corriente y luego se estabiliza en un nivel que si bien no es bueno para los commodities, es suficiente para mantener las exportaciones", agrega y explica que el resultado es "la desindustrialización".

Atraso cambiario, que en este esquema, se financia con deuda externa, hasta que los acreedores detectan que peligra la capacidad de pago y se produce una crisis de deuda.

"El tipo de cambio es como un interruptor de luz que conecta y desconecta a las industrias del mercado interno y externo", señala y propone para mantener un tipo de cambio competitivo, mantener las tasas de interés bajas, apoyadas en una política fiscal seria; rechazar la idea de crecer en base a endeudamiento externo, rechazar el uso del tipo de cambio como ancla anti inflacionaria y controlar la entrada de capitales financieros. Un menú que es exactamente opuesto al que eligió Macri.

Los costos

Lo interesante es que desde la heterodoxia, Bresser-Pereira critica un modelo como el que aplica Macri por populista. "Buenos economistas se indignan cuando el gobierno impone precios máximos a las empresas, deberían hacer lo mismo cuando el Central fija el "precio-país" congelando el tipo de cambio", advierte.

Y agrega que los operadores financieros son los primeros interesados en que se mantenga una tasa de interés alta porque es lo que les garantiza su rentabilidad. "Aceptar eso es aceptar la captura del patrimonio público", explica.

El otro incentivo de los gobiernos para mantener el tipo de cambio atrasado, explica Bresser-Pereira es que bajar las tasas para conseguir un tipo de cambio competitivo reduce en el corto plazo el poder adquisitivo de los trabajadores, y acaso esa sea la explicación de porque Axel Kicillof cortó en seco la devaluación que en su momento instrumentó Ricardo Fábrega y congeló el tipo de cambio.

"Es por esta última razón que tanto los economistas heterodoxos que defienden el ingresos de los trabajadores en el corto plazo, como los liberales que defienden la renta de los financieros, coinciden en oponerse a la depreciación del tipo de cambio", agrega Bresser-Pereira.

"Sin embargo, los financieros tienen más razón en oponerse porque la baja de tasas afecta su rentabilidad, mientras que los trabajadores en el mediano plazo se beneficiarán de un aumento del empleo y luego de sus salarios", concluye el analista.