Viaje a la Luna

Viaje a la Luna

Una memoria a mis antepasados, a mis vivencias...unos versos de futuro.

QUIEN NO SE OCUPA DE NACER SE OCUPA DE MORIR

miércoles, 26 de junio de 2019

HAY UNA HISTORIA HUMANA



Vasili Kurchebko era en 1986 el orgulloso jefe de policía de una ciudad modelo, Pripyat, orgullo de la Unión Soviética.

De grandes avenidas ajardinadas, edificios modernos, instalaciones deportivas, un campo de fútbol, hospitales equipados con la última tecnología…y una criminalidad inapreciable. Pripyat había nacido en 1970, para albergar a los casi 50.000 habitantes que darían vida a la central nuclear de Chernobyl.

"Era una ciudad tranquila, en todo ese tiempo hubo dos asesinatos. Lo más común eran casos administrativos, borracheras o peleas familiares", dice Vasili, mientras recorremos los restos de lo que fue su comisaría, ahora habitaciones vacías llenas de escombros.


"Era un abril especialmente caluroso, íbamos todos ya en camiseta y pantalones cortos. Abrí las ventanas, desde mi apartamento se veían las chimeneas de la central. Puse a calentar un té, miré mecánicamente el reloj, era la una y veinte de la madrugada del sábado, y en ese momento sonó una fuerte explosión, pensé que un avión había roto la barrera del sonido".

Aquella explosión había sucedido a apenas 7 kilómetros, la distancia que separa Pripyat de la central, y había liberado a la atmósfera 6 toneladas de productos altamente radiactivos, cesio, estroncio, grafito, plutonio….prácticamente toda la tabla Mendeléyev había escapado de la central en una ola asesina dispuesta a arruinar cientos de miles de vidas.

“Llamamos a Kiev y a Moscú, no podían creer lo que estaba pasando”, recuerda Kurchebko
Tras la explosión Vasili habló con el jefe del KGB local y juntos fueron a la central. "Íbamos en mi volga y al acercarnos a la central entramos en una densa niebla, nunca había visto una niebla así. Avanzamos muy despacio y de pronto llegamos frente al reactor. Aquello era increíble, del reactor salía una luz, un brillo hacia arriba….y por las paredes caía derretido el asfalto del tejado".

Comenzó entonces una carrera desesperada para controlar la situación. "Volvimos a la ciudad", continúa Vasili, " y pusimos en alerta a todos los inspectores de policía. Llamamos a Kiev y a Moscú, no podían creer lo que estaba pasando".

Cuando el sol amaneció aquel 26 de abril, ya habían muerto 20 trabajadores de la central y 6 bomberos, y el hospital central de Pripyat esta repleto de bomberos y personal de la central con quemaduras, llagas y sarpullidos nunca vistos. La radiación los había desahuciado.

"Aquella tarde, ya a ultima hora, después de hablar con el líder de la URSS Mijaíl Gorbachov, se tomó la decisión de evacuar la ciudad" nos dice Vasili, mientras paseamos por las calles vacías de Pripyat. Sólo se escuchan nuestros pasos en unas avenidas ganadas desde hace años ya por la maleza.

"Todo se preparó y al día siguiente, el domingo, la población salió en una caravana de autobuses hacia las regiones vecinas. Se les dijo a todos que era temporal, por tres días", recuerda Vasili, pero lo cierto es que para entonces las autoridades ya sabían que esas tierras iban a estar contaminadas por los próximos 500 años, y que la población jamás regresaría a sus hogares.

“Toda la población fue evacuada en caravana, se les dijo que era por 3 días”, recuerda Kurchebko

"Sucedió entonces que alguien en mi oficina me dice, Vasili, te llama una chica…¡Era mi hija!Con aquella locura me había olvidado de mis niñas!"

Aquel día se evacuó no sólo a los habitantes de Pripyat, si no a todas las aldeas cercanas, en un radio de 30 km, 116.000 personas, algo nunca visto en la URSS desde la Segunda Guerra Mundial.

"Cuando ves en la televisión películas sobre una evacuación", nos dice Vasili, "eso no es así, es mucho más horrible…recuerdo una madre con sus dos hijas pequeñas, salían de su bloque de apartamentos, las llevaba de la mano, las niñas lloraban. 'Vamos, vamos', les decía, 'volveremos en 3 días, deprisa al autobús….'".



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