Viaje a la Luna

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Una memoria a mis antepasados, a mis vivencias...unos versos de futuro.

QUIEN NO SE OCUPA DE NACER SE OCUPA DE MORIR

martes, 18 de febrero de 2020


LOS TRES ENTIERROS DE LA ESFERA DIGITAL CUBANA
(Por Harold Cárdenas Lema, en “LA JOVEN CUBA”)


Un grupo de nerds creó Internet creyendo que un mundo conectado tendría que ser mejor. En 2012 Mark Zuckerberg escribió que Facebook haría del mundo “un lugar más abierto” y Fidel Castro calificó la web de “instrumento revolucionario». Todos se equivocaron. Hoy el mundo no es mejor, las redes sociales son un escenario hostil y muchos cubanos se radicalizan allí hacia posturas conservadoras. La utilización de Internet como arma política está marcando el 2020. Empezó con una canción de Silvio Rodríguez, una décima de Ray Fernández y un video de Eduardo del Llano, tres escenas donde el diálogo nacional perdió ante el ventajismo político.

En diciembre de 2016 Edgar Welch entró con un rifle de asalto a una pizzeria de Washington DC. El joven de 29 años asaltó el lugar para salvar los niños que Hillary Clinton explotaba en su red de prostitución infantil. Al no encontrar los esclavos sexuales del partido demócrata, fue arrestado y reconoció estar motivado por teorías conspirativas en las redes sociales y foros de opinión no especializada. Los conservadores habían activado un soldado de fe ciega. 

Existe abundante bibliografía sobre la utilización de las redes sociales como armas de guerra. El libro LikeWar: The Weaponization of Social Media, explica la metodología: crear una narrativa, transmitirle emoción, darle un toque de autenticidad, reunir una comunidad alrededor de ese discurso e inundar la web. Este manual de operaciones describe el comportamiento de actores radicales en nuestras redes sociales. Desde el nuevo macarthismo cubanoamericano promovido por Otaola y los medios que lo acogen, al fanatismo de algunos funcionarios en La Habana y sus acólitos, los extremos son muy similares el uno al otro.

Cuando Silvio Rodríguez criticó el uso de un fragmento de su canción y Orishas le respondió, surgió una oportunidad para las tribus. El periódico Granma, que nunca publica los comentarios políticos del trovador en su blog, vio oportuno entonces salir en su defensa. La derecha cubanoamericana, olvidando sus reclamos al grupo de hip-hop por haber participado en el concierto Paz sin Fronteras, salió a defenderlo de la “arremetida” de Silvio. Las redes sociales se llenaron entonces con análisis de usuarios que estiraban los hechos y la legalidad para llegar a resultados que satisfacían sus preferencias políticas.

Hace dos semanas, Ray Fernández compartió una décima en su página de Facebook criticando a los que embadurnaban con sangre los bustos del Apóstol de Cuba. Como los Clandestinos ya eran símbolo de la oposición, las críticas al músico no se hicieron esperar. El horror llegó cuando Fernández se declaró comunista, era difícil entender cómo un artista contestatario con canciones críticas podía ser a la vez comunista. La derecha que hasta ayer lo suponía hijo pródigo, lo denunció en intentos de bullying digital e intentó cancelarlo culturalmente sin éxito. Y mientras más visceralmente lo criticaban desde un extremo, con más ahínco lo defendían del otro. Cubadebate, que nunca reprodujo el mayor éxito de Ray, Lucha tu Yuca, le dedicó entonces artículos elogiosos sobre sus declaraciones.

Eduardo Del LLano lleva una década creando videos y películas que cuestionan la realidad nacional. En su página de Wikipedia se le describe como un “crítico del gobierno cubano”. Cuando hizo un video pidiendo que no se utilizara políticamente el fallecimiento de tres niñas en un derrumbe en La Habana, fue la debacle. Medios de agenda opositora como ADN Cuba, CiberCuba y Diario de Cuba, pronto cambiaron el tono elogioso que hasta ese momento le dedicaban al realizador. Posiblemente algunos militantes partidistas que celebraron el video compartido por Del LLano, hasta ese momento lo consideraban un agente de la CIA.

Detrás de las críticas a Silvio, Ray y Eduardo, hay más que un ejercicio de opinión ciudadana. Mientras crecen las sanciones económicas a Cuba, fluyen los fondos para cambio de régimen a manos de los medios y figuras de la oposición y el exilio cubano. Sería interesante conocer cuántos de los que rasgan vestiduras por la democracia en Cuba aceptan fondos para influir en la política doméstica nacional, algo que Estados Unidos prohíbe en su territorio, es ilegal según el derecho internacional y resulta inaceptable para cualquier país en cualquier sistema político. Que te llene los bolsillos la misma persona que ahoga tu pueblo, es una interesante muestra de patriotismo. Hay gente que se montó en el carro con Trump y les gusta fingir que van con Obama, o Martí.

Abundan en la Florida medios y emprendimientos digitales que no son periodismo, pero su propaganda política es buen negocio. Algunos recibiendo fondos federales para influir en Cuba y otros compitiendo para entrar en el juego, todos se alimentan del morbo de una audiencia de emigrados que busca canalizar su nostalgia y siente impotencia por la situación en la isla. El gobierno cubano, que tuvo una política discriminatoria a sus emigrados durante décadas, los entregó a esa industria del resentimiento que hoy los radicaliza políticamente con valores conservadores. Esto ocurre en Estados Unidos con fondos federales, cabe preguntarse si es legal activar políticamente un sector vulnerable de emigrados a favor del partido republicano. No lo creo.

Hay varios tipos de influencers en las redes sociales, algunos más responsables que otros pero la mayoría con tendencia al escándalo y los shows que aumenten su audiencia. Tampoco debe sorprendernos que los cubanos pasen de la apatía política a la crítica visceral de derecha, en ocasiones con tonos racistas, totalitarios y abundante falta de ortografía. Y si Trump tiene una audiencia para su show, Cuba tiene un público para el chanchullo y el morbo.

Hay señales de que el gobierno cubano ha creado grupos organizados en Internet para insertar narrativas digitales que le sean favorables, así como hay evidencia de que medios pagados por el contribuyente estadounidense, como Martí Noticias, crean perfiles falsos en las redes para distribuir sus contenidos y crear una imagen de apoyo popular. Mientras esta guerra digital continúa en ascenso, la dinámica de las redes sociales promueve las peores prácticas. A menudo los politólogos tienen menos seguidores que los emprendedores de la opinión y un análisis experto no es tan leído como una estridencia.

Tres oportunidades tuvo la esfera digital cubana en el último mes para que no se impusieran los objetivos a corto plazo de sus grupos beligerantes. En cada una de ellas el diálogo murió desde el inicio. Nadie reconoció la hipocresía de asimilar o desechar a tres artistas en disputa ni lo que significa eso para la construcción de la nación y el proceso reconciliatorio pendiente. Las redes sociales en particular se hicieron tóxicas, desde las pandillas en Twitter hasta los grupos de amigos en Facebook, todos dándose likes entre ellos. Tener la posibilidad de seleccionar nuestros contactos nos confinó a un círculo de personas con ideas afines que refuerzan nuestras propias creencias. Vivimos en una cámara de eco constante creyendo que representamos la mayoría.

El 29 de Octubre de 1969 un estudiante de UCLA, Charley Kline, intentó transmitir la palabra login hacia una computadora en Stanford. Después de las letras l y o, el sistema se bloqueó. Con este error y un mensaje a medias surgió ARPANET, que luego daría lugar a Internet. Quizás tenemos que enterrar el diálogo una y otra vez hasta encontrar la fórmula para una convivencia digital, pero mucho me temo que la interacción humana es más compleja que la tecnología. Charley Kline debió escribir otra palabra en su teclado: love.


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