Viaje a la Luna

Viaje a la Luna

Una memoria a mis antepasados, a mis vivencias...unos versos de futuro.

QUIEN NO SE OCUPA DE NACER SE OCUPA DE MORIR

viernes, 17 de julio de 2020


Presidente de Cuba Díaz Canel explica cómo se saldrá adelante después de la Pandemia y con el bloqueo atroz de Estados Unidos (Discurso)

Reiteramos el saludo a todos los miembros del Consejo de Ministros y también a los primeros secretarios del Partido y a los gobernadores que se encuentran participando por videoconferencia.

Más que todo, quisiera detenerme en algunos elementos de contexto, en algunos elementos también que tienen que ver con el abordaje ideológico, con el abordaje político, con el aseguramiento político y con la manera en que tenemos que trabajar para apoyar toda esta estrategia.

En primer lugar, todos partimos de que estamos actuando en medio de un mundo que tiene una situación compleja, que es totalmente desafiante, y que nosotros trabajamos o la vamos a enfrentar con la convicción de que no podemos continuar haciendo lo mismo en un grupo de ámbitos de nuestra vida económica, que haciéndolo de esa manera no está dando los resultados que necesitamos.

Esta Estrategia se aprobó la semana pasada en una reunión del Buró Político, presidida por su Primer Secretario, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, y hoy se ha traído al Consejo de Ministros para aprobarla y también para informarles a los gobernadores, y de esta manera vamos preparando todo el sistema de dirección que va a estar implicado con la implementación de la misma.

Se ha partido de las Bases del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social que se aprobaron en el Séptimo Congreso del Partido, de la Conceptualización del Modelo Económico y Social que se aprobó en el Séptimo Congreso del Partido y de los Lineamientos que se aprobaron en el Sexto Congreso del Partido y fueron actualizados en el Séptimo Congreso.

Con eso, ¿qué hemos diseñado y que ya hoy tenemos aprobado a diferentes niveles?  Una estrategia de recuperación de la COVID que nos va dando resultados; un Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social en un primer momento, en una primera etapa, en una primera versión que ya aprobamos en el Buró Político y que vamos a llevar al Consejo de Ministros la próxima semana, y una estrategia económica y social de fortalecimiento de la economía para enfrentar la situación de crisis, que ya hoy queda aquí aprobada en el Consejo de Ministros y que vamos a iniciar de inmediato su implementación.

Para todo esto hemos partido de la situación del mundo, de la situación del país.  Hemos analizado todas las propuestas que se han hecho en el debate público que hay de esto en las redes sociales, en la Academia, en la propia población cubana.  Se han tomado en cuenta los criterios de todo tipo, incluso los que son contrarios a la Revolución, para ver en qué elementos nos atacan, en qué están los focos de atención para desmontar nuestro programa económico y social.

Por otra parte, como estamos partiendo de los documentos aprobados por el Congreso del Partido, son cosas que se aprobaron; es la implementación de cosas que han quedado postergadas en alguna medida, pero que fueron aprobadas en un amplio debate popular que precedió al Congreso y que se ratificaron también en la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Nosotros tenemos que reconocer que a nivel global estamos asistiendo a la confluencia de una profunda crisis como consecuencia del impacto de la COVID-19, del derrumbe definitivo que tienen los paradigmas neoliberales que venía defendiendo el imperialismo en estos momentos, del ejercicio abusivo que hay de la hegemonía imperial, que han sido puestos al descubierto en el libro de Bolton al mostrar la perversidad de sus prácticas, y aquí podemos mencionar algunas.

En ese libro se plantea cómo se hace presión permanente sobre otros gobiernos, cómo hay un apoyo desembozado de golpes de Estado e intentos de golpes de Estado, injerencia, violencia, amenaza de intervención militar y despliegue ofensivo de fuerzas y bases por todo el mundo por parte del Gobierno de los Estados Unidos; cómo hay una estrecha alianza de la administración de los Estados Unidos con la contrarrevolución cubana y con la oposición venezolana; cómo se ha reactivado la Doctrina Monroe; cómo se usan las calumnias y mentiras como pretexto para la injerencia y el intervencionismo; cómo se emplea también la corrupción y el soborno a gobiernos de países para lograr sus propósitos. 

En ese libro se demuestra la obsesión y la saña que hay contra Cuba y contra Venezuela; cómo se orquestó la persecución al combustible que necesitaba adquirir nuestro país, que fue lo que nos llevó al primer momento en el que tuvimos que plantear un grupo de medidas a mediados o a finales del pasado año.  La falta de dignidad en el ejercicio de la política.

En síntesis, podemos decir que cada página del libro de Bolton corrobora la validez de las denuncias que ha hecho la Revolución Cubana y de nuestras declaraciones sobre la indignante política actual del imperio.

Por otra parte también tenemos que reconocer que hay una profunda crisis en curso a nivel mundial, provocada por los factores citados anteriormente y reforzada por los problemas que atraviesa la administración norteamericana, y ustedes han visto todos los problemas económicos que tienen, los problemas sociales, la manera irresponsable e ineficiente con que han manejado el enfrentamiento a la pandemia: el país que más riquezas tiene en el mundo, es el país que tiene más muertos y más afectados por esa pandemia; el abuso policial, los problemas raciales.

Y a esa administración le molesta y le duele el prestigio y los resultados de nuestro país.  Eso explica el incremento de su agresividad en estos momentos, que se manifiesta en constantes medidas que aplica contra Cuba, en el incremento de la persecución financiera y el congelamiento de cuentas bancarias y bienes cubanos en terceros países, que lo tienen como una propuesta; en acciones orientadas a desprestigiar a los dirigentes cubanos; en acciones buscando el recorte del envío de remesas a Cuba; en la aplicación de sanciones contra empresas que mantienen negocios en Cuba; en los permanentes intentos de crear condiciones para un estallido social, y en los intentos de promover posiciones políticas opositoras dentro de nuestras instituciones.

Por lo tanto, nosotros nos tenemos que ubicar en un campo de batalla donde la estrategia enemiga está demostrando ser: atacarnos por varios frentes y disparar por todos los flancos posibles.  Cada tema es un sector de fuego: toman el tema de las colas para el pollo y apuntan al nivel de vida de la población; toman el tema del desabastecimiento y atacan la gestión económica del Gobierno.  Van al ataque incesante de todo lo que se hace y promueven las instituciones del Estado o sus dirigentes para desacreditarlos y su imagen es objeto permanente de escarnio y difamación.

En temas de derecho y sociedad no han desistido en la búsqueda de puntos de quiebra en la unidad nacional, magnificando los posibles disensos en asuntos sensibles como el matrimonio igualitario, el racismo, la violencia contra la mujer, o el maltrato a los animales, por mencionar algunos, en todos los cuales trabajamos seriamente para resolver deudas de siglos que solo la Revolución en el poder ha enfrentado con indiscutibles progresos.

Es importante comprender que mientras más frentes logren abrir y mientras menor sea la capacidad de nuestras instituciones políticas y sociales para resolver lo pendiente y demostrar con argumentos las falacias inducidas, mayores resultados obtendrán los enemigos históricos de la Revolución en su objetivo supremo detrás de todas las campañas que organizan, que es denostar al Estado revolucionario y al sistema político, mediatizar siempre en negativo y mostrar un caos en nuestra sociedad.

Hay mucho dinero corriendo, pero hay, además, laboratorios ideológicos detrás de todo esto, porque los nuevos terrenos de operación virtual y mediática han demostrado efectividad en cuanto a la manipulación y a desarmar ideológicamente a los pueblos en nuestra región y en el mundo.

Nosotros debemos ser capaces de generar también, ante todo esto, una estrategia de comunicación con rigor, utilizando incluso muchas de las herramientas que ellos emplean contra nosotros, pero también creando nuevas herramientas más ajustadas a nuestra realidad y a la singularidad de nuestro pueblo.  De todos modos, no hay dudas de que la manera más efectiva de comunicar es hacer las cosas y hacerlas bien.  Cuba, como pocos países de similar desarrollo, tiene la posibilidad de hacerlo bien.  Existen muchas instituciones, organizaciones y la infraestructura necesaria para que tributen a la generación de esta estrategia y, lo que es aún más importante, tenemos a las personas preparadas para ello, tenemos el capital humano y revolucionario preparado para ello.

Tenemos que aprovechar todas nuestras potencialidades, no podemos seguir anclados a formas de comunicar anteriores a la era digital, y no podemos burocratizar los procesos ideológicos.  La comunicación social ha llegado, por fin, a los organismos del país; pero tenemos que ser más proactivos, capaces de anticiparnos a las manipulaciones mediáticas que van a tratar de imponer nuestros adversarios.

Ahora mismo, en estos momentos, en los últimos días se ha estado especulando alrededor de algunas medidas que son complejas y que no benefician a todos los sectores sociales por igual, pero que se saben necesarias para remontar nuestros problemas económicos y que han sido explicadas aquí por el compañero Alejandro.  Inmediatamente han comenzado a sembrar dudas y a alimentar la desconfianza.

El enemigo, con sus sistemas de medios y sus mercenarios de turno, trabaja para sembrar desesperanza y desaliento.  Hay que ver cómo se rasgan las vestiduras y asumen roles de víctimas o de pensadores ahora muy preocupados por el pueblo y por los trabajadores, algunos que serían incapaces del menor sacrificio por la nación, y donde nunca hablan de la verdadera causa o de la mayor causa de nuestros problemas, que se el bloqueo, al que no son capaces nunca de repudiar ni condenar.

Sacan de contexto frases para ridiculizar esfuerzos, hablan de un apartheid económico.  ¿Se puede cuestionar de apartheid económico a un país donde el Gobierno todos los días se preocupa por cómo les llega la mayor parte de las cosas posibles a todos por igual?  Lo que pasa es que, ¿dónde está la maldad? —y es de las cosas que tenemos que saber explicar bien—, en que han dicho que vamos a cerrar las tiendas en CUC y que van a quedar nada más las tiendas en moneda libremente convertible.  Y no es así. 

Nosotros vamos a mantener, a un costo tremendo, un nivel de venta en las tiendas en CUC, fundamentalmente de alimentos, de aseo, de la canastilla, leche en polvo, todo un grupo de cosas, y que le van a llegar a todo el mundo, y se van a vender en CUC o en CUP, como se plantea.

Vamos a vincular más actores económicos de los que tenemos en el país, también para vender en esas tiendas y suplir otras cosas en las cuales no podemos gastar hoy dinero en divisa, como son muebles, calzado, ropas que hacen nuestros artesanos y que hace la industria nacional; pero necesitamos vender una cantidad de mercancías en moneda libremente convertible para tener divisas, para seguir ampliando esa venta y con esa venta tener dinero para también una parte de ese dinero introducirla en la industria nacional y que la industria nacional se convierta en una fuente de productos para esas tiendas y para las otras, y, además, tener un dinero también que nos permita en las otras tiendas poder sostener las otras cosas que queremos vender.

Pero eso no lo han dicho ellos.  Ellos ayer salieron a las redes a decir: esta gente van a dolarizar la economía, van a cerrar las tiendas en CUC y todo lo van a vender en divisas.  Y el pueblo trabajador —que tanto les “preocupa”— que gana en moneda nacional y que puede con moneda nacional adquirir CUC va a quedar totalmente desamparado.  Esa es la matriz de opinión que están tratando de sembrar hoy en las redes sociales. 

Y alguna de nuestra gente, porque no hemos dado la información todavía, porque estábamos preparando todas las medidas, se van con eso y empiezan a mostrar insatisfacción, incomprensión, inseguridad, empiezan a vaticinar que va a haber una situación compleja.  No, no vaticinen, hay una situación compleja desde mediados del pasado año, y todo eso lo hemos ido superando.  Pero la situación compleja no es de Cuba, es del mundo.  Y nosotros, en medio de esa situación, seguimos proponiendo cosas para todos y buscando la solución para todos. 

No hay ningún Estado en el mundo que se preocupe porque todos sus habitantes coman todos los días.  La gente llena los mercados y compra el que puede y el que no, no, y eso no le interesa a nadie.  Aquí todos los días nos estamos desgastando en cuál es el per cápita que va a llegar a la gente, de dónde sacamos un poquito para distribuir de manera controlada y no por las vías normales de mercado.

Aquí se le dan las cinco libras de arroz por la canasta lo mismo al campesino, que al que tiene una paladar, que al que vive en una ciudad y trabaja por el Estado.  Díganme en qué país del mundo se viven esas cosas; porque también hay personas a quienes se les olvida en un momento complejo la obra de la Revolución, y en los momentos complejos es donde hay que sacar los argumentos de la Revolución y las fortalezas de la Revolución.  Hoy ningún Estado en el mundo ni ningún gobierno sale a explicarle a su población por qué tiene que enfrentar una estrategia de impulso a la economía ni cómo lo va a hacer, y aquí se va a explicar con toda transparencia, en cada momento, de manera gradual, en la medida en que vayamos aplicando las medidas.

Ahora bien, han sacado solo una medida —claro, no conocen las otras—, y contra esa han bombardeado con todo su rencor y todo su odio.  Esa medida, dentro de todas estas, tiene menos peso, pero, como ustedes han visto, esto es un sistema de medidas, y que está orientado, precisamente, a eso, a fortalecernos, no solo para resistir, sino también para salir adelante, avanzar y desarrollarnos.

Todo lo que estamos proponiendo y todo lo que estamos trabajando se está haciendo para buscar un bien común, que es mejorar, incluso, en condiciones de crisis.

En medio de eso, hemos tenido que hacer un tremendo esfuerzo para lograr que, por la venta controlada, en julio y en agosto lleguen productos adicionales a la población.  Y sí, aparecerán a la venta algunos alimentos en divisa a los que tendrá acceso una parte de la población; pero a todos los cubanos, incluso a esos que tienen divisa, les estamos garantizando, como mínimo, dos libras más de arroz en julio y en agosto, y tal vez podamos dar hasta un poquito más a partir de otras gestiones que se están haciendo. 

Vamos a dar también una cantidad adicional de granos, de frijoles, y estamos buscando también para dar una cantidad adicional de carne de pollo.  Todo eso en medio de esta situación.  No es solo una medida por aquí aislada y esta es la medida “estrella” —como lo han querido demostrar— y la medida con la que hay que “atacar al Gobierno cubano, que no tiene sensibilidad por su gente, que no reconoce las necesidades del pueblo trabajador”.  Esa es la mentira, la calumnia, la manera en que construyen todas estas cosas.

Y hay desabastecimiento en las tiendas, sí, ¿y por qué lo hay?  ¿Por qué Cuba no tiene más divisas?  Entre otras cosas, por el bloqueo, por la persecución financiera, porque no podemos exportar todo lo que queremos; porque cada vez que le exportamos a alguien, tratan de cortar esa exportación; porque cada vez que estamos gestionando un crédito, tratan de quitarnos el crédito; porque tratan de que no llegue combustible a Cuba y entonces tenemos que comprar en terceros mercados a un precio más alto.  ¿Por qué no se habla de eso?  ¿Son esa gente patriotas, están tan interesados de verdad por el pueblo, o lo que quieren es un cambio de sistema donde se favorezca a una minoría? 

Es cierto que con algunas de estas medidas se corren riesgos: tendremos que enfrentar a los “coleros” de manera más decisiva y más intensiva.  Tenemos que enfrentar a los revendedores, que nos complican la vida.  Tendremos que enfrentar casos de corrupción, que tratarán de aprovecharse de esta situación.  Tendremos que enfrentar el mercado ilícito de divisas.  Pero para todo eso nosotros tenemos la fuerza de la Revolución y la participación del pueblo, y lo que tenemos que lograr es que el pueblo entienda bien por qué vamos a todas estas medidas. 

Como Gobierno, por supuesto, nos corresponde escuchar, atender, diferenciar la crítica honesta y la sugerencia valiosa del acto malicioso y la propuesta impracticable; y nos toca responder, explicar, argumentar y aplicar todo cuanto aporte.  Solo así se gana la confianza de las mayorías y se prueba que todo lo que hacemos, lo hacemos para salvar al país y para avanzar. 

El pueblo, del que formamos parte todos nosotros, sabe distinguir lo legítimo de lo falso cuando participa activamente en lo que hacemos para defender y fortalecer a la nación frente a la difícil situación imperante, agravada por la amenaza imperial.
Todos los días estamos enfrascados en la búsqueda de soluciones a los problemas, pensando y sintiendo como pueblo, pensando y actuando para el bien de todos, y nos toca explicar que, en ocasiones, para beneficiar a todos hay que implementar medidas que “parece” que favorecen a pocos, pero que a la larga beneficiarán a todos.

Quiero recordar que en los últimos meses hemos enfrentado numerosos intentos para impedir la llegada de combustible a nuestros puertos, desabastecimiento de alimentos, insumos y materias primas para sostener importantes procesos productivos, y sanciones que han mermado nuestros ingresos en divisas en medio de la pandemia.  Aun así elevamos, hasta donde se podía, los salarios en el sector presupuestado; se evitaron los apagones; mantuvimos la vitalidad de la actividad productiva, las inversiones fundamentales para el desarrollo del país; aprobamos medidas para proteger y atender a toda la población cubana, sin distinción, de los impactos de la COVID-19. 

Con sensible carencia de recursos logramos controlar la pandemia y, aunque lamentamos la pérdida de 87 vidas por esa causa, que es mínima comparada con lo que pasa en el mundo, nos consuela y anima que no falleció ningún niño, ningún médico, ningún personal de la Salud; que no colapsó nuestro Sistema de Salud; que la gestión del Gobierno favoreció la acción integrada del Sistema de Salud cubano y de nuestros científicos con indiscutibles resultados; que nuestros protocolos médicos salvaron más vidas que los implementados en otros confines; que mantenemos una comunicación transparente y sistemática a la población y que hemos apoyado a decenas de países con nuestras brigadas médicas, ganando el respeto y la admiración del mundo.

Con la satisfacción por esos resultados, ahora vamos a concentrar los mayores esfuerzos en desarrollar acciones para impulsar la economía.

La Revolución, en su devenir histórico, ha probado de modo constante e invariable su vocación por la justicia social, y eso nadie lo puede dudar.  Nadie queda desamparado en nuestro país, así ha sido, así es y será siempre.  Nos debemos al pueblo al que pertenecemos, lo respetamos y queremos y para su bienestar trabajamos.

Bajo esas premisas, que dan sentido a nuestras vidas, nos hemos planteado cómo enfrentar la nueva situación que impone el mundo pos-COVID-19, no solo para resistir, sino para avanzar y fortalecernos.

Hoy se presenta aquí la Estrategia Económica y Social para impulsar la economía, que parte de la necesidad de transformar el comportamiento de la economía cubana con agresividad, intensidad e innovación. 

Desarrollar la economía significa ni más ni menos que ofrecer mayor bienestar al pueblo.  Se trata, en primer lugar, de retomar todo lo pendiente de lo que aprobamos en el Congreso del Partido, quitando las trabas identificadas en los constantes análisis de los procesos económicos que hemos realizado. 

Las transformaciones en marcha demandan la aplicación de 209 Lineamientos.  En todas hay oportunidades y riesgos que debemos identificar, con la voluntad de corregir de inmediato todas las posibles distorsiones.  El peor riesgo estaría en no cambiar, en no transformar y en perder la confianza y el apoyo popular.  Lograremos apoyo popular porque vamos a lograr bienestar y mejorías, y es obligado evaluar constantemente el impacto político y social de cuanto apliquemos.

Las transformaciones de esta etapa se implementarán de manera gradual, pero avanzando en todas simultáneamente con toda la agilidad y la eficacia que el momento demanda, y de ahí somos muy responsables los organismos de la Administración Central del Estado, las instituciones estatales y también todas las estructuras de Gobierno a todas las instancias.

Nos toca aprender a vivir con menos importaciones y con más exportaciones, promoviendo la producción nacional para satisfacer la demanda interna, potenciando los sistemas productivos territoriales y locales —y aquí se tiene que reforzar el papel de los gobiernos locales—, estableciendo una secuencia de acciones según prioridades, como se ha planteado aquí.

Iniciaremos de inmediato las transformaciones más urgentes y —reitero una idea que dio Alejandro— estamos convencidos y decididos a aplicar todo lo que está en esta Estrategia; unas cosas se harán más rápido y otras llevarán el tiempo necesario para terminar de implementarlas, pero todo lo que está en esta Estrategia lo vamos a aplicar. 

Esta decisión exige preparación de los organismos.  Implementar una estrategia de comunicación que logre llevar rápido y eficazmente la información al pueblo, cerrando todos los caminos a la manipulación y las tergiversaciones oportunistas del adversario. Por eso hoy hemos reunido al Consejo de Ministros y participan los gobernadores.  La próxima semana con esta información estaremos llegando a los presidentes de las asambleas municipales del Poder Popular, a los secretarios del Partido en los municipios y a los intendentes.

Hoy se inicia una serie de Mesas Redondas para la explicación más amplia posible al pueblo y, poco a poco, en las Mesas Redondas iremos informando las medidas que se vayan aplicando dentro de esta Estrategia, sus alcances y también las valoraciones sobre la aplicación de las mismas.

Se inicia ya, de hecho, entonces, un período de implementación y control.  Los temas más complejos, los temas que llevan una valoración política más profunda los estaremos llevando también, sistemáticamente, al Buró Político del Partido Comunista de Cuba, y ahí estaremos viendo qué hay que aprobar, qué se va aprobando, cómo van marchando todas las implementaciones.  Y en octubre estaremos presentando esta Estrategia a la Asamblea Nacional del Poder Popular, y, yo diría, más que todo, ya estaríamos discutiendo los primeros resultados de la aplicación de la misma.

Y todo lo haremos en una secuencia, donde ahora nos vamos a centrar en la producción de alimentos, en la soberanía alimentaria y nutricional, que lleva importantes transformaciones: lleva transformaciones en el sistema de estructura del Ministerio de la Agricultura, lleva transformaciones en las empresas de la agricultura, lleva transformaciones en la manera de relacionarse adecuadamente empresas estatales con todas las formas de gestión y propiedad que aportan a la producción de alimentos; lleva una transformación en el sistema de comercialización, lleva incentivos, lleva apoyos en créditos; lleva el estudio de las posibilidades de acciones bancarias de fomento a la agricultura.  Lleva también la posibilidad de que cualquiera de las formas productivas pueda importar insumos que necesita, a través de empresas estatales, y también la posibilidad de que cualquiera de las formas productivas pueda también exportar producciones para tener, también, financiamientos en divisas que ayuden a reproducir, de manera ampliada, su actividad económica.

Vamos a insistir también en:

el reordenamiento del comercio interior, con todo un grupo de elementos que aquí se explicaron;
el fortalecimiento de la empresa estatal socialista, donde lo primero que hay que priorizar son las 33 medidas que ya tenemos aprobadas para lograr mayor autonomía en su gestión;
la transformación del entorno monetario en que opera la inversión extranjera, como se explicó aquí;
la modificación del sistema de distribución de divisas en la economía;
la participación de la industria nacional como principal proveedor de bienes y servicios que demanda la economía;
el incremento y diversificación de las exportaciones, incluyendo, como decía, la exportación de todas las formas de gestión, a través de empresas estatales de Comercio Exterior;
el perfeccionamiento del trabajo del sector no estatal, con prioridad inmediata en la ampliación del trabajo por cuenta propia, de quitarle trabas;
la eliminación del gravamen a la compra de dólares;
las vías y mecanismos para la canalización de las remesas en función del desarrollo económico y social;
el diseño e implementación de incentivos fiscales para los exportadores;
el diseño e implementación del mercado de deuda pública con participación de diversos sectores.

Y en medio de todo eso, vamos a dar los resultados de los últimos análisis para completar toda la envergadura que abarca la Tarea de unificación monetaria y cambiaria, para aprobarla en el menor tiempo posible, y también implementarla, cuando esté aprobada, en todo su conjunto, y que ella, por sí sola, cuando la implementemos, va a quitar muchas, casi la totalidad de las trabas que hoy tenemos para el desarrollo de las fuerzas productivas en nuestro país.

Compañeras y compañeros:

He pensado que podríamos definir nuestra Estrategia como un plan que defiende un ideal; no como una idea de perfección, sino como suma de los Objetivos a conseguir en el siguiente orden:

Implementar los acuerdos del Congreso del Partido y cumplir con las demandas populares emanadas del debate popular de sus lineamientos.

Derrotar la política del bloqueo.

Enfrentar la crisis global y multidimensional que el neoliberalismo y la pandemia han exacerbado.

Aplicar ciencia e innovación a todos los procesos productivos y dinámicas sociales para afianzar el desarrollo.

Legitimar y afianzar el ideal socialista como único camino hasta ahora conocido hacia la prosperidad con justicia social.

Si unimos las letras iniciales de estos cinco Objetivos fundamentales, leeremos: IDEAL.

Cuba vuelve a ser retada por un desafiante contexto mundial y una agresiva política imperial.  No lo busca, pero no le teme.  ¡Contamos con una historia suficientemente grande e inspiradora para lanzarnos a la pelea! 

A esa historia suman ahora los ánimos renovados y enaltecidos por la consagración y el talento de nuestros científicos y nuestro personal de la Salud, que nos han colocado entre los países que han logrado controlar y vencer a una pandemia terrible, en medio de las más atroces políticas de bloqueo y persecución financiera y las más indignantes campañas de descrédito de nuestros héroes: los colabores de la Salud.

Hace exactamente veinte años, en una pieza oratoria que se convertiría en su Testamento Político, nuestro Comandante en Jefe nos legó el concepto de Revolución, del que hoy tomamos algunas ideas fundamentales, enlazadas con lo que estamos proponiéndonos con la Estrategia que aprobamos hoy: 

“Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado (...); es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio...”

Ante estas ideas insuperables de la obra construida en más de sesenta años de lucha y sacrificios, reiteramos:  ¡Pudimos! ¡Podremos!  Pudimos enfrentar y controlar la pandemia.  Podremos enfrentar y controlar la crisis.

¡Fuerza Cuba, que seguiremos viviendo, impulsando la economía y venciendo!
Como nos enseñó a decir siempre, desde esta y otras tribunas, el General de Ejército, quien sigue comandando a la Revolución:  ¡Viva Cuba Libre!



CRÍTICA DE LA CIENCIA ECONÓMICA
(Por Guillermo Wierzba, en el blog “El Cohete a la Luna”)


La amputación

En la Argentina se ha abierto un debate de Economía Política. Fue el nombre de una carrera universitaria de la UBA que la intervención de la dictadura autodenominada de la “Revolución Argentina” cercenó y reemplazó por el de “Economía”, cambiando sus contenidos. El régimen ilegal instaló a un grupo de profesores formados en universidades norteamericanas, quienes cumplieron el cometido de ese reemplazo, algunos de contacto frecuente con académicos ligados a Fraga Iribarne, un franquista que luego fue fundador de la Alianza Popular, posteriormente transformada  en el Partido Popular, integrado hoy a la Fundación Libertad que comanda Mario Vargas Llosa.

La pandemia exhibe de manera impúdica la polarización social, la pobreza, la vulnerabilidad de los sectores populares y el deterioro de los servicios de salud provocados por las políticas ortodoxas recomendadas por los exponentes de la “Ciencia Económica”, que expulsaron los enfoques de la economía política de las aulas y hegemonizaron por décadas la confección de programas con sus modelos de arbitrarias formulaciones axiomáticas, rebatidas insistentemente por la realidad.

El cambio de nombre no ha pretendido ocultar la pretensión de separar la economía de la política, sino que más bien pregona esa escisión. El núcleo de ideas que ha sostenido el andamiaje teórico de esa “Ciencia Económica” es la postulación de que la distribución del ingreso constituye un resultado endógeno de las condiciones de producción (una consecuencia cuasi-tecnológica) y no una cuestión exógena (externa) que resulta de la puja distributiva que atraviesa a las sociedades capitalistas como resultado no sólo de las condiciones de producción, sino de los paradigmas culturales, del entramado de organizaciones sociales, sindicales y políticas y de las ideas e imágenes-objetivo sobre el futuro nacional y de la humanidad toda, que dan sentido fundamental a la vida cotidiana de los pueblos.

Desde la “Ciencia Económica”, cuyos batalladores incansables repiquetean sus dogmas y lugares comunes por los medios de comunicación hegemónicos, se insiste en alertar respecto de la intensidad de la caída de la producción por la pandemia y de las políticas necesarias para lograr una rápida recuperación posterior. La ruta única para estos economistas pretendidamente objetivos, que no disimulan su mirada despectiva respecto de la política, a la que le asignan un papel negativo y de restricción para el bienestar económico, se trata de atraer inversiones. Para lograrlo se invoca la necesidad de generar un buen ambiente de negocios. La organización de los trabajadores y la movilización popular constituyen, para ellos, un problema porque traerían como consecuencia presiones salariales y aumento del gasto público, poniendo palos en la rueda para el fluir de la corriente inversora con la que sueñan. La falacia comienza por el principio, cuando ubican la urgencia en la recuperación de la caída del producto soportada por la invasión de la peste.

El enfoque desde la “Economía Política” sitúa en primer lugar a la distribución del ingreso, en vez de omitirla. La mirada crítica observa que la polarización social y sus males asociados no resultaron de la pandemia sino del neoliberalismo, corriente política sustentada en la alienación de política y economía. La crisis civilizatoria, que muchos cientistas ven que la pandemia ha precipitado, requiere la reversión de la falsedad del orden impuesto por los practicantes del dogma hegemónico de las últimas décadas. Primero hay que discutir la distribución del ingreso y la riqueza. Primero la justicia social. Primero la soberanía de la política. Esas son las bases sobre la que será posible construir entre todos un proyecto de desarrollo nacional. De no ser así, se subsidiará una recuperación basada en desigualdades más descarnadas que las que precedieron a la pandemia. Si no fuera de esa manera, la reactivación se habrá de sostener en la producción de los bienes que consumen los sectores de altos y medios ingresos, y la recuperación de la actividad insumirá un esfuerzo desmedido de divisas y la pobreza y la desigualdad seguirán su curso creciente.

No resulta para nada auspicioso que hoy haya un alto nivel de resistencia al impuesto a las grandes fortunas por parte del establishment, las asociaciones representativas del gran empresariado y el aparato comunicacional ligado a ellos. La oposición a un impuesto por única vez para financiar una parte de la política anticrisis revela hasta qué punto se promueve el continuismo de una sociedad insolidaria. Su intencional lectura respecto a una reforma tributaria que el Presidente lanzó con la fundamentación de introducir progresividad en el sistema, como si se tratara de cambios simplificadores de carácter administrativo, también merece similar calificación.

La teoría de la “Ciencia Económica” brinda un soporte sustancial al pregón de estos sectores y sus voceros. Su construcción basada en la separación de la política y la economía se asienta en remitir  la economía al ámbito de la sociedad civil. Hoy dicen sin tapujos que es “al sector privado al que le corresponde asumir la responsabilidad de controlar, dirigir, y administrar las empresas en la Argentina” (AEA). O sea que el Estado no podría tener empresas. Es parte de la exclusión del Estado de la economía que ellos impulsan. Habría que agregar sus frecuentes advertencias con relación a la “sustentabilidad fiscal” o a mantener el gasto público bajo control. Y la reciente manifestación de “preocupación” por la intervención y proyecto de expropiación de Vicentin, holding empresario cuya mala conducta e ilegítimo y doloso desempeño ha causado ingentes daños sociales y grandes pérdidas al sistema financiero público. También esos sectores lanzan advertencias respecto a la inconveniencia de la presencia del Estado en el comercio exterior. Esta sustracción de atribuciones para la participación pública en la economía, que no se basa en sustento legal alguno, tributa a la apologética que edificaron con mucho despliegue académico y escasa validez científica Jevons, Menger, Böhm Bawerk, Walras, Pareto, Marshall, Friedman y Von Hayek.


Soberanía política, independencia económica y justicia social

¿Y la democracia? ¿Qué define la ciudadanía? ¿Qué debate el pueblo? Por de pronto, no la economía, reza la “Ciencia Económica”. Las decisiones sobre aquella corresponderían a los dueños de las grandes empresas por la cuáles hablan entre otros, Jaime Campos y Daniel Pelegrina. Una sociedad democrática es la que ensancha el espacio de participación popular. En esto radica la fuente y el respeto por los principios de la soberanía política. En cambio una sociedad presa del liberalismo económico no democratiza, sino que vacía la política y excluye al pueblo del manejo de la cuestión económica. Esta se resuelve en las relaciones de propiedad y queda marginada de la atribución ciudadana, y no de cualquier propiedad en abstracto, sino de la propiedad de los grandes conglomerados empresarios extranjeros y de la oligarquía diversificada local.

Para salir de la pandemia con una recuperación que signifique la instalación de un humanismo crítico, de una sociedad solidaria, resulta imprescindible que el inicio sea proponerse reducir la polarización social, frenar la concentración de la riqueza, mejorar la distribución de la riqueza. Primero, redistribuir el ingreso, para luego crecer sobre la base de esa distribución. Garantizar empleo y trabajo para todos. A cada distribución del ingreso corresponde una estructura de la demanda. Cada estructura satisface distintas conformaciones de la canasta de consumos. Por ejemplo, el despliegue de un vasto y extenso plan de construcción de viviendas –como propone el CESO—, tiene por detrás un determinado perfil distributivo, igualmente el crecimiento de la agricultura familiar. Acudir a resolver masivos problemas de prevención y atención sanitaria es parte de un determinado estilo de shock distributivo. A partir de esos presupuestos habría un patrón, y por qué no –pese al rechazo que la convención ortodoxa tiene por el mismo—, un plan de crecimiento. Para evaluar la justicia de las políticas que se adopten, no alcanzará con medir el crecimiento del producto y la tasa de inversión. Ni será suficiente con establecer la proporción de la población en situación de pobreza. Será necesario completar esos indicadores con la preocupación por el índice de Gini, con la relación entre los ingresos y la riqueza del decil más rico respecto del más pobre del pueblo, con el conocimiento de la tasa de mortalidad infantil y de la esperanza de vida. Más otras mediciones que nos informen sobre progresividad fiscal, adecuada nutrición, acceso a la educación, a la cultura, a la salud, al esparcimiento adecuado, a la vivienda. Las medidas de justicia social y desarrollo requieren ser extendidas a los ámbitos regionales, en función de la integración nacional y auténtico desarrollo del federalismo.

La reivindicación democrática de justicia social, de promoción de la igualdad, de construcción de las condiciones concretas para el ejercicio de la libertad, requieren de la intensidad de la decisión popular en la economía y en la producción. Con un Estado presente que controle, dirija y administre la economía. Que incluya su propiedad de empresas en sectores estratégicos, como inteligente y correctamente lo disponía la Constitución Nacional de 1949 derogada por la ilegal dictadura autodenominada “Revolución Libertadora”. Es impensable el desarrollo de la Nación sin bancos públicos nacionales, provinciales y municipales con una fuerte presencia. Ese desarrollo tampoco sería posible sin la intervención y participación del Estado en el comercio exterior y sin los cambios estructurales que favorezcan el mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores y de los actores de la economía popular. Empezar por otorgar “estímulos” a la inversión market friendly conduciría a la catástrofe, hay mucha historia para fundar esta afirmación.

Pero siendo lo primero, no sólo la estructura distributiva debe preceder a la sola y parcial preocupación por la recuperación y crecimiento del PBI. El diseño del Patrón productivo debe resultar de la voluntad general  y no de las señales mercantiles dominadas por el capital concentrado. La necesidad de una diversificación productiva es una de las condiciones básicas, y también apunta al logro de otro fin democrático irrenunciable: la independencia económica. La especialización y dependencia exportadora y productiva de la Argentina debe ser modificada. La historia del régimen de sociedad de mercado –un proyecto que gobernó la mayoría de los años de las últimas décadas— acentuó esas características, sin lograr crecimiento alguno. No será la lógica del librecambio, sino la de un Estado democrático —intenso en participación popular— como actor decisivo, la que construya una transformación que conduzca a un crecimiento que se articule con la meta de la igualdad.

En El largo camino a la crisis. Centro, periferia y transformaciones de la economía mundial (ed. Cara y Ceca y CCC F.Gorini, 2011), un análisis sobre la situación de América Latina efectuado cuando en un nutrido grupo de países ejercían el poder gobiernos populares que luego sufrieron la embestida del golpismo institucional y el lawfare, Enrique Arceo subraya la importancia del despliegue de un proceso de industrialización por parte de esas experiencias, concluyendo que “la orientación primaria privilegia la relación con los centros consumidores y debilita la articulación entre las economías de la región”. Este señalamiento resulta clave para promover la Unidad Latinoamericana y, en función de la cual, la imprescindible reestructuración económica debe tener una definida dirección del Estado, no sólo con estímulos sino con leyes e instituciones. Arceo continúa diciendo que la profundización de la “industrialización permitiría incrementar la división regional del trabajo y desarrollar complementariedades en un marco que probablemente tendrá con el Este de Asia coincidencias en cuanto al papel central del sector público, pero que presentará profundas diferencias en lo político y social en virtud de que la presencia y participación activa de los sectores populares constituye, en la región, una condición indispensable para el quiebre de la resistencia del bloque de clase actualmente dominante”.

En estos rumbos habrá, también, que superar las herencias de los dogmas económicos introducidos a la fuerza en los claustros de nuestras universidades por profesores educados por el mainstream, dogmas que hoy son repetidos a conveniencia por dirigentes empresariales, economistas mediáticos y comunicadores con lecturas rápidas.

Fidel: “Economistas con un sentido político, no economistas para servir a las transnacionales”.
(Del blog de Iroel Sanchez “La Pupila Insomne”)

Nuestros enemigos tratan de golpear nuestras verdades, y contra esa obra de todo un pueblo calumnian por todos los medios posibles, intrigan y tratan de subvertir, tratan de matar la esperanza, de sembrar el pesimismo, si no, ¿para qué quieren ese indecente bloqueo? Para quebrar la moral de nuestro pueblo que, con carácter casi exclusivo en el mundo, está sufriendo el hostigamiento, la guerra económica y no económica también, la guerra política y la guerra ideológica de la más poderosa potencia que ha existido jamás en la historia; y, por primera vez, una potencia hegemónica a nivel mundial.

Estados Unidos constituye hoy la base del imperialismo globalizado y también la lucha contra esa forma de dominio tiene que ser globalizada.

Ese imperio tiene sus teóricos y sus ideólogos formados en universidades, aunque justo es decir que allí también hay hombres inteligentes y sensibles, no todos piensan exactamente igual; hombres que no comparten los métodos del imperio, ni las políticas del imperio o el criminal procedimiento de bloquear a un país pequeño, de tratar de rendirlo por hambre y por enfermedad. Tiene sus teorías, sus teóricos y sus medios de divulgarlas, y los pueblos dominados por ese imperio global deben tener también sus teóricos que han de salir de las filas de los intelectuales; en primer lugar, de los economistas. De los economistas con un sentido político, no economistas para servir a las transnacionales, o economistas para ejercer el simple papel de asesores. Hay que asesorar desde luego todo lo que se pueda, economistas que desarrollen ideas y las trasmitan a su pueblo a partir de fundamentos profundamente científicos, a partir de la ciencia y de la experiencia humana acumulada durante tanto tiempo.

Economistas del pueblo, y hoy para ser economistas del pueblo –repito– deben ser economistas políticos; y los políticos deben ser políticos, con un mínimo de conocimientos económicos y si es posible con un máximo de conocimientos en ese campo, que hoy es la base realmente sobre la cual se está jugando el destino la humanidad, la base sobre la cual se desarrollan nuestras luchas. Y los políticos que no entiendan, o no quieran entender, o que no se esmeren en conocer la economía, no son dignos de ejercer las funciones que ejerzan como tales políticos.

No es cuestión de estar diciendo cosas que agraden porque las elecciones se aproximan, o porque se quiere que su partido gane un poco más de votos, repartiéndose una multitud de electores divididos en mil pedazos. No se trata de estar expresando cosas para obtener apoyo y con una multitud de periodistas detrás; si pasan dos horas sin una conferencia de prensa para trasmitir sus palabras y divulgar su presencia, es como si pasaran 10 días sin beber agua. Es todo un estilo político, incluso.

(Fragmento del Discurso pronunciado en la clausura del evento internacional Economía’98)