Viaje a la Luna

Viaje a la Luna

Una memoria a mis antepasados, a mis vivencias...unos versos de futuro.

QUIEN NO SE OCUPA DE NACER SE OCUPA DE MORIR

viernes, 8 de marzo de 2019


"ASI ES COMO EL GRAN ARTE Y LA MUSICA SE HACEN REALIDAD"
(Por Martin Chilton, de The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12)



En 1959, Davis, John Coltrane, Julian “Cannonball” Adderley, Bill Evans, Wynton Kelly, Paul Chambers y Jimmy Cobb no sabían que estaban haciendo historia. Pero su innovadora manera de abordar la improvisación hizo que la historia del jazz cambiara para siempre.

Cuando Miles Davis visitó Inglaterra en el otoño de 1960, no había mucha fanfarria alrededor de su flamante álbum Kind of Blue. El trompetista tocó en locales que hoy ya no existen, como el cine Gaumont Palace en Kilburn y en Lewisham, Londres: su set empezaba y terminaba con canciones de ese disco, pero en el momento, según le dijo al promotor Jim Ireland, no esperaba hacer mucho dinero con Kind of Blue.

Sesenta años después, el disco es celebrado como una obra maestra de la música moderna. Es el álbum de jazz más vendedor de todos los tiempos, con cerca de cinco millones de copias y un certificado de cuádruple platino. Estuvo en el número 1 de la encuesta que realizó la BBC en 2016 para determinar los cincuenta mejores discos de jazz, en el puesto 12 de la lista de la Rolling Stone de los cincuenta mejores discos de todos los tiempos y, de manera más bizarra, apareció en el recuento de la cadena VH1 de “los 100 mejores discos de rock’n’roll”.

Los 46 minutos de improvisación de Kind of Blue y la calidad musical de primera línea aún atraen a fanáticos de todas las edades. El músico de jazz Courtney Pine dijo que es “el disco del que estoy más orgulloso de poseer”; Quincy Jones lo llamó “mi jugo de naranja diario”; Donald Fagen, de Steely Dan, lo describió como “la Biblia de la música”. Richard Wright, pianista de Pink Floyd, señaló que ese álbum influyó en toda la estructura de The Dark Side of the Moon.

La música de Kind of Blue apareció en muchas series televisivas de gran éxito, incluyendo a The Wire, Dexter, Better Call Saul, True Blood, Mad Men, The Simpsons, Homeland, The West Wing y The Marvellous Mrs Maisel. La actriz Judi Dench dijo que la “gloriosa” canción “Blue in Green” es una de sus piezas favoritas de música. “Conocí a Miles Davis en New York, y en el momento en que escucho Kind of Blue estoy de nuevo en esas maravillosas salas llenas de humo en esa ciudad”, señaló a Desert Island Discs la intérprete ganadora del Oscar. En una memorable escena de Pleasantville en la que los personajes de Tobey Maguire y Reese Witherspoon son transportados al mundo blanco y negro de un programa televisivo ficcional de los años ‘50, de fondo está sonando Kind of Blue. 

Sesenta años atrás, cuando Davis estaba a punto de realizar un salto cuántico en la música, la reputación del trompetista y compositor estaba algo empañada. Tenía 32 años y todavía lucía muy flaco tras recuperarse de su adicción a la heroína; era considerado por todos como alguien poco confiable. Musicalmente, estaba preocupado por ser eclipsado por su joven rival Chet Baker, quien recientemente había ganado la encuesta de los críticos de la revista DownBeat en el rubro “Mejor trompetista”. A pesar de todo ello, el hombre a quien Duke Ellington había definido como “El Picasso del jazz” sabía que tenía lo necesario para crear algo tan trascendental como Kind of Blue.

A las 14.30 del lunes 2 de marzo de 1959, Davis reunió a una banda magnífica en la calle 30 Este de Nueva York, el sitio donde estaba el estudio de grabación de la compañía Columbia. Antes había sido una iglesia ortodoxa griega, y en el futuro el lugar sería demolido para construir pisos para yuppies. Además de Davis, quien toca de manera suprema, Kind of Blue presenta a John Coltrane en saxo tenor, Julian “Cannonball” Adderley en saxo alto, Bill Evans y Wynton Kelly en piano, el bajista Paul Chambers y el baterista Jimmy Cobb: todos ellos instrumentistas magníficos, en la cumbre de sus poderes. A diferencia de la mayoría de sesiones realizadas por supergrupos, esta fue por lejos una banda de trabajo, en la que cada uno se sentía relajado en compañía de los otros. Para ellos era solo otro trabajito freelance.

A la banda se le dieron bocetos de las primeras tres canciones, en dos de las cuales Davis había estado trabajando esa mañana. Nunca antes las habían tocado. “Mientras preparaba la batería estaba pensando ‘Me pregunto qué tocaremos hoy’”, relató Cobb en 2009. “Las canciones eran solo algo que Miles tenía bocetado en un papel. Los tipos tenían que realmente trabajar para construir algo sobre eso”. El trompetista, que es el centro de la inminente película Miles Davis: Birth of the Cool, dijo que la informalidad era deliberada. “Si ponés a un músico en un lugar en el que tiene que hacer algo diferente a lo que hace todo el tiempo... así es como el gran arte y la música se hacen realidad”, escribió en su autobiografía de 1989.

Davis quería capturar la pura espontaneidad de esos músicos. En las liner notes originales, el pianista Evans dijo que los músicos tenían la plena voluntad de “someterse al resultado”, y lidiar con la demandante prueba de “la improvisación grupal”. Evans, cuyo manera de tocar el piano, bellamente discreta, fija en buena medida el tono musical de Kind of Blue, escribió una nota a Adderley mientras estaban tocando “Flamenco Sketches”, urgiéndolo a “tocar en el sonido de la escala”. Adderley obedeció tocando unas notas hechizantes.

El llamado “jazz modal” del disco –una improvisación basada en escalas, antes que en una progresión de acordes derivada del blues o de la canción popular– era revolucionario. Herbie Hancock dice que aún los músicos profesionales se maravillan de la manera en la que Davis y compañía improvisan dentro del sonido y la estructura de las composiciones y se internan “en un nuevo y desconocido territorio”. Chick Corea también quedó impactado por el disco. “Una cosa es tocar una canción o un programa musical, pero otra muy diferente es prácticamente crear un nuevo lenguaje musical, que es lo que hizo Kind of Blue”, señaló el pianista. Quincy Jones fue aún más lejos y lo llamó “una pieza de arte que explica lo que es el jazz”.

Cobb dijo que la mayoría de las cinco canciones –“So What”, “Freddie Freeloader”, “Blue in Green”, “All Blues” y “Flamenco Sketches”– fueron cerradas en una sola toma. “Es lo que le gustaba a Miles”, agregó. “Si seguís haciéndolo una y otra vez tiende a perder frescura, a ponerse rancio. El pensaba que tu primer tiro era el mejor tiro”. La naturaleza improvisatoria de las sesiones es evidente en las transcripciones de las cintas master. Cuando iban a grabar “Blue in Green”, Davis le dice a Coltrane: “¿Por qué no tocás en esta?”. Su manera innovadora de tocar el saxo ayuda a transformar la balada.
Para 1959, las bandas de swing estaban declinando y el bebop estaba empezando a cambiar la cara del jazz. “De repente, todos parecían querer furia, frescura, estar en onda y una verdadera, limpia y fuerte sofisticación”, dijo Davis. Cobb cree que parte del encanto de Kind of Blue radica en que “era diferente a lo que estaba pasando en la época... canciones de shows o canciones populares, con un montón de cambios de acordes y cosas como esas. Esto era una especie de material suave, fácil de escuchar, con el que no tenías que estar profundamente metido en la música para poder disfrutarlo”.

Cobb dijo también que Davis era un perfeccionista. Durante una toma, el trompetista podía inclinarse cerca de un músico que no estuviera haciendo un solo para susrrarle instrucciones al oído. Si no le gustaba cómo estaba yendo un ensayo podía ordenar una pausa soplando un silbato, un instrumento que usaba en lugar de gritar instrucciones: se había dañado las cuerdas vocales cuatro años atrás, durante un intercambio de gritos con el gerente de un club nocturno.

Pero de todos modos las sesiones de Kind of Blue no fueron un asunto tenso. Existieron las habituales bromas de músicos. En un punto Davis se queja al coproductor Irving Townsend por los crujidos del piso, en un estudio que había sido elegido por la resonancia natural de sus altos techos. Como ex maestro de escuela, Adderley respondió que no debía preocuparse por el “sonido de superficie” (“surface”), y Evans responde rápidamente preguntándole a Davis por qué no le gustaba el sonido de “culo de surf” (“surf–ass”).

Fred Plaut, ingeniero de las sesiones, trabajaba habitualmente con grabaciones de música clásica y era muy preciso con la ubicación de las grabadoras de cuatro canales que hacía funcionar en sincronización para un disco grabado en mono y en estéreo, una práctica muy común en la época. Desafortunadamente, las cintas mono se perdieron en los años ‘60, al parecer para siempre. El prensado del Lado A original fue editado en una velocidad equivocada (una falla en una de las grabadoras había sido corregida para la segunda sesión), en una velocidad que era un cuarto de tono más aguda. Esos defectos fueron corregidos cuando el disco se remasterizó y relanzó en los años ‘90. Además, la tapa del disco presentaba un orden incorrecto de la lista de temas. A pesar de esas imperfecciones técnicas, Kind of Blue fue lanzado el 15 de agosto en un vinilo de 12 pulgadas y recibió una aclamación general e inmediata. “Es un disco destacable”, señaló la revista DownBeat, y le dio su puntuación máxima de cinco estrellas. “Utilizando elementos muy simples pero efectivos, Miles ha creado un disco de extrema belleza y sensibilidad... es el alma de Miles Davis, y es un alma hermosa.”

Algunos años después de su lanzamiento, Kind of Blue seguía vendiendo muy bien, y fue solo entonces, según dice Cobb, que los músicos empezaron a darse cuenta de que habían hecho “algo especial”. El baterista tenía la convicción de que ninguno de ellos en 1959 tenía la más mínima noción de que estaban haciendo historia en el jazz. “Nunca se nos ocurrió. Era solo otra gran grabación de Miles Davis en la que todos tocaron muy bien”, señaló. “Si Miles hubiera tenido un pequeño indicio de lo que estaba sucediendo hubiera pedido un montón de dinero y cuatro Ferraris en la puerta del estudio. Esa era la manera en la que pensaba las cosas”.

La fotografía de tapa fue tomada por Jay Maisel. “Me gusta el jazz, pero no soy un gran fanático. No soy un gran fanático de nada, solo de la fotografía”, dijo Maisel en 2015. “Todos piensan que hice la fotografía de tapa de Miles Davis para alguien, pero no. La hice para mí. Columbia me llamó y preguntó si tenía algo de él, y así sucedió”.

Se dice que el título del disco fue elegido por Davis, quien más tarde le dijo al biógrafo Quincy Troupe que quería ser un comentario sobre la naturaleza agridulce del afroamericano. El tuvo la propia y aplastante experiencia de ser un hombre negro en un Estados Unidos aún segregacionista, apenas diez días después de que el álbum fuera lanzado. Al terminar una transmisión para la Armed Services Network en el Birdland de New York -un club en la calle 52–, fue salvajemente golpeado con cachiporras por el patrullero Gerald Kilduff y el detective Donald Rolker. Las fotos de los diarios lo muestran con un traje bañado de sangre y su cabeza vendada: necesitó cinco puntos de sutura. Al recordar el hecho en su autobiografía, Davis dijo que el ataque se produjo cuando los oficiales lo vieron llevando “a una bella mujer blanca” a un taxi. “Estos policías blancos vinieron y me dijeron que me fuera. Les dije ‘¿Irme? ¿Por qué? Estoy trabajando allí. Ese es mi nombre, Miles Davis’, y señalé la marquesina con mi nombre iluminado”. El intercambio terminó con violencia policial. Davis, cuyo padre era un odontólogo y cuya madre era profesora de música y violinista, dijo que tras una infancia tranquila en un hogar acomodado de Illinois, el brutal ataque le enseñó la lección de que “si sos negro no hay justicia”. El incidente “cambió toda mi vida y mi actitud, me hizo más amargo y cínico cuando empezaba a sentirme bien con las cosas que estaban cambiando en mi país”.

Davis fue arrestado y acusado de ataque y desorden público. Tras dos comparecencias ante la corte, los cargos fueron desestimados. De todos modos, durante ese tiempo fue temporariamente suspendido para trabajar como músico, y durante esa pausa la banda de Kind of Blue se separó. En aquella gira inglesa de 1960 fue acompañado por músicos diferentes, con el gran saxofonista Sonny Stitt reemplazando a Coltrane. En The Blue Moment: Miles Davis’ Kind of Blue and the Remaking of Modern Music, el escritor Richard Williams analiza la “desintegración” del famoso sexteto y reflexiona sobre la tristeza de que Evans nunca más grabara con Davis. Williams describió a Kind of Blue como “un raro ejemplo de perfección humana, que habla aún más claramente a medida que pasan los años”. Pero no todos los fans del jazz fueron igualmente seducidos por Davis. El poeta y crítico Philip Larkin, que prefería el jazz tradicional, desestimó a Davis como “un maestro del aburrimiento reverberante”. La visión de Larkin fue minoritaria, aun cuando parece evidente que Kind of Blue fue adquirido por cientos de personas que nunca más compraron un disco de jazz.

Davis dijo que la inspiración inicial para el disco tenía que ver con una memoria de la infancia, de volver a casa desde la iglesia por un camino oscuro cuando tenía seis años, con la cabeza llena de música gospel. “Esa clase de sentimiento volvió a mí, y aún recuerdo cómo sonaba esa música y cómo se sentía. Ese sentimiento se metió en mi sangre creativa, en mi imaginación. Ese sentimiento es a lo que me quiero acercar en Kind of Blue”.

Seis décadas después, aún resulta fácil perderse en el sueño del hermoso disco de Miles Davis.
.



HOSCO GENIO

Hoy froté la lámpara
me pidieron tres milagros
en el cuento decía deseos
yo me los tomé en serio
respirar hoy era uno de ellos
hacer un pedestal a mis muertos
que hicieron lo que soy
era la segunda sin vencida
¡Ay!, me quedaba uno
entonces no titubeé
pedí tu piel como sábana sobre la mía
Ahora estoy esperando como Aladino
que el genio hosco
cumpla mi encargo
ya sé que soy confiado
por no saber
que llegue tarde, muy tarde
a tu amor
pero que se le va hacer
hoy froté la lámpara
de una vez
es posible como en el cuento
que se me conceda
ese, mi tercer prodigio