CHE
GUEVARA EN EL SIGLO XXI: ¿EL GRAN AUSENTE?
(Por: Néstor Kohan)
Tanto el teórico militar prusiano Clausewitz
como el capitán inglés Liddell Hart fueron teóricos y estrategas del campo
enemigo. Pero dieron un gran martillazo en el clavo. Dentro de nuestra familia,
el militante comunista italiano Antonio Gramsci abordó el mismo problema
teorizando sobre la hegemonía (reflexión completamente ajena al
postestructuralismo que volvió famoso a Ernesto Laclau). Con categorías
diferentes y otro estilo, Gramsci también acertó en el blanco.
¿Qué tenían en común estos pensadores y
estudiosos tan distintos? Que los tres llegaron a una conclusión
compartida. Las confrontaciones
sociales no se ganan exclusivamente por el ejercicio de la fuerza material. Ni
siquiera las guerras más feroces (sean guerras mundiales, sean guerras entre
Estado-naciones, sean guerras civiles) alcanzan sus metas apelando únicamente a
la violencia.
Clausewitz insistía
con las “bajas morales” y el “desarme moral”. En las
confrontaciones y conflictos sociales más agudos, no sólo hay bajas humanas y
bajas materiales. También se provocan bajas morales. Un cuerpo colectivo contendiente resulta
derrotado no sólo cuando se aniquila físicamente a todos sus integrantes. Puede
ser derrotado de otra forma, minando su moral de combate, su disposición al
enfrentamiento, su convencimiento de que quizás pueda llegar a vencer a su
enemigo. Cuando se logra forzar y
generar este estado de ánimo en las fuerzas enemigas, se alcanza el desarme
moral. La victoria se vivencia y visualiza como algo imposible: “No
vale la pena luchar, porque no se puede ganar”. El campo propio se siente
derrotado, antes de ser derrotado. Incluso antes de confrontar. La victoria
entonces está garantizada.
Liddell Hart repetía que las mejores guerras se ganan sin combatir. En
lugar de avanzar directamente al corazón de las filas enemigas, quizás sea
mejor ir rodeándolas, en una aproximación indirecta, dando pequeñas batallas
que no sólo debilitan la fuerza material del polo opuesto sino que van minando
la moral enemiga, hasta pulverizarla. El enemigo finalmente no confronta. Se siente derrotado de antemano,
incluso sin haber luchado.
Gramsci sostenía (apelando a un pensamiento
que no tiene una gota ni un milímetro de “reformismo”, sino kilómetros y toneladas
de inteligencia) que la construcción cotidiana y a veces molecular de diversas
estructuras de sentimientos van desmoronando la hegemonía de las clases
dominantes horadando su capacidad de dirección política y moral, deshilachando
pacientemente su hegemonía.
Desde tres paradigmas distintos (y partiendo
de puntos de vista políticos y de clase opuestos y antagónicos) estos tres
pensadores llegaron a conclusiones análogas.
Pues bien, en el siglo XXI los poderosos de la tierra han implementado nuevas formas
de confrontaciones bélicas llamadas guerras asimétricas, guerras de cuarta
y quinta generación, guerras híbridas, revoluciones de colores, golpes blandos,
etc. Todo ese abanico multicolor se apoya en un intento común: la
desmoralización de los pueblos. El convencimiento de que es imposible, inviable
y no deseable dar la vida y jugársela por una alternativa distinta, opuesta y
antagónica al reino sagrado del capitalismo, al Mercado entendido como Dios
Supremo y al mundo despótico del dinero.
Toda la reflexión teórica y política
del Che Guevara gira precisamente en torno a este punto nodal. Lo
pone en duda, horada esa certeza aparentemente indubitable. Desarma y desmonta
ese presunto “axioma autoevidente”. Por eso el Che ha sido “borrado” y
cancelado, para usar dos términos a la moda en nuestros días. Se ha convertido
en “el gran ausente”.
Toda su vida (conocida sólo en sus aspectos
anecdóticos y periodísticos), su praxis (reducida, en formato caricatura, a
tirar tiros en lugares con muchos árboles y maleza espesa), su reflexión
teórica (desconocida en un 90%) y su pensamiento político (simplificado y
subestimado al extremo) apuntan precisamente a poner en crisis el actual
desarme moral del movimiento popular y revolucionario. Por eso vale la pena
recuperarlo. Cero nostalgia y ningún “revival”. Che Guevara es la antítesis de toda moda “retro” y “vintage”. Se podrían
escribir libros enteros al respecto (lo hemos intentado). En estas
cortas líneas nos limitaremos a rescatar, en una síntesis brutal, unos pocos
ejes de reflexión:
(a) Mucho antes de que se pusieran de moda el
denominado “toyotismo” y el “posfordismo”, Guevara advirtió en “el gran debate”
(1963-1964) que los incentivos morales y simbólicos son fundamentales en las
nuevas formas de producción y reproducción social.
(b) Cuando nadie imaginaba, ni amigos ni
adversarios y disidentes, que la Unión Soviética corría el riesgo de
desaparecer e implosionar, el Che advirtió en sus Apuntes críticos al manual de
economía política [1965, recién publicado en 2006] que la URSS estaba
regresando al capitalismo.
(c) Décadas antes de que emergiera el
chavismo, acompañado en aquel entonces por su amigo Fidel, el Che rescató
[1960] la herencia de Simón Bolívar y su proyecto de Patria Grande, llegando
incluso a poner en discusión algunos juicios unilaterales de su maestro Marx,
quien no poseía buena información al respecto en el Museo Británico, biblioteca
donde el autor de El Capital no había podido consultar, por ejemplo, las
Memorias de O’Leary (edecán de Bolívar) que mucho le hubieran ayudado.
(d) A pesar de que un segmento de la
izquierda eurocéntrica lo rescató como un revolucionario “muy valiente y
abnegado”, cuestionándole al mismo tiempo “su ignorancia en cuestiones de
marxismo” (sic), el Che desarrolló dos seminarios enteros sobre El Capital de
Karl Marx. Uno de esos seminarios lo hizo junto a Fidel Castro. El otro lo
desarrolló en el Ministerio de Industrias junto a Orlando Borrego Díaz, su
ayudante y compañero, quien nos proporcionó en entrevistas filmadas y escritas
toda la información sobre la enorme bibliografía marxista estudiada de forma
colectiva en dicho seminario.
(e) Décadas antes de que se pusiera de moda
la defensa del carácter “plurinacional” de Bolivia y resurgiera el indianismo
katarista, el Che estudió la problemática indígena en Bolivia y dejó por
escrito [1967, recién publicado en 2011] su balance sobre el carácter
plurinacional de dicho país, donde finalmente fue capturado y asesinado.
(f) Frente a los ataques por su supuesto
“aislamiento de las masas” y su presunto “desprecio por la clase trabajadora”,
hoy se sabe que la clase obrera minera de Bolivia se puso a debatir en
asambleas de varias minas su proyecto, llegando a donar un día de sus escasos
jornales salariales para su fuerza política insurgente. Motivando, por esta
actitud política de apoyo que el ejército oficial, dirigido por los Rangers de
las Fuerzas Armadas de EEUU y la CIA, realizara la trágica “Masacre de San
Juan” [1967] cuando entró en las minas asesinando a numerosos trabajadores
mineros. Existe amplia documentación al respecto.
Y la lista de equívocos, desinformación e
imprecisiones al respecto, podría ocupar varios tomos…
Para terminar, focalizaremos entonces algunas
pequeñas reflexiones (debido a escasez de espacio) sobre el “Mensaje a los
pueblos del mundo a través de la Tricontinental” [1967].
Este último escrito público (pues en privado
quedaron varios cuadernos que recién publicamos completos en el año 2011)
resume su concepción estratégica a escala mundial.
Más allá de todos los movimientos insurgentes
y personajes analizados por el Che en ese escrito-manifiesto en aquel momento,
nos quedamos con su punto de vista general: la lucha principal (aunque no única ni exclusiva) contra el capitalismo
como sistema mundial y el imperialismo pasa por lo que en su época se
denominaba “el Tercer Mundo” y hoy suele llamarse “el Sur Global”. Esta
tesis ha sido, quizás, de las más resistidas por las corrientes eurocéntricas.
De la izquierda, pero también del posmodernismo, del posestructuralismo, del
autonomismo y diversas modas académicas al uso.
En este punto, la reflexión del Che en dicho
Mensaje constituyó el punto máximo de varias tradiciones fusionadas y
amalgamadas en su praxis y en su pluma.
Pensamos principalmente en José Carlos
Mariátegui, quien ya la había formulado en la segunda mitad de la década de
1920.
Pero como bien apunta el comunista egipcio
Anouar Abdel-Malek, esa estrategia ya estaba presente en la Internacional
Comunista en tiempos de Lenin. Este último la había formulado en el Segundo
Congreso Mundial de la Internacional Comunista, junto al revolucionario de la
India Manabendra Nath Roy. También había sido una tesis compartida por los
comunistas bolcheviques musulmanes de 1920, reunidos en el Congreso de Bakú,
retratados en la película “Reds” [Rojos, 1981], escrita y protagonizada por el
actor norteamericano Warren Beatty (quien ocupaba en el film el rol de John
Reed, discutiendo con Grigori Zinoviev, otro dirigente de la Internacional
Comunista en aquel Congreso de 1920). Según Anouar Abdel-Malek, las tesis sobre
los pueblos coloniales y dependientes defendidos por los comunistas musulmanes
fueron llevadas a la práctica en Asia por Ho Chi Minh (Vietnam); en África por
Ben Bella (Argelia) y en Nuestra América por el Che Guevara.
Por lo tanto, la estrategia que el Che resume
y sintetiza en el “Mensaje a los pueblos del mundo a través de la
Tricontinental” no es el escrito de un improvisado, diletante, ignorante o
desinformado. Resume el “clima de época”, el proyecto histórico encabezado por
Fidel Castro desde la Revolución Cubana y al mismo tiempo constituye la
continuación del pensamiento mayormente inexplorado de la Internacional
Comunista en tiempos de Lenin (1920), de profunda raigambre en todos los pueblos
coloniales y dependientes del Sur Global.
Esa reflexión será, pocos años después,
sistematizada en el campo de la economía política por la Teoría Marxista de la
Dependencia (TMD), entre otros por Ruy Mauro Marini (quien acaba de ser
traducido en EEUU en 2023, es decir, que hoy en día sigue siendo estudiado; no
quedó reducido a la “nostalgia” lejana de “aquellos maravillosos y lejanos años
‘60” como suele repetirse en la Academia).
Guevara sintetiza y fusiona allí las luchas
de los movimientos de liberación nacional (MLN), agrupados desde 1955, en el
Movimiento de Países No Alienados (MPNA) con el proyecto internacional de la
revolución socialista. Siempre tomando a Mariátegui como fuente y a Simón
Bolívar como guía inspirador.
Para quien vaya navegando y surfeando con la
ola del momento este manifiesto político del Che Guevara probablemente sea
leído como un inofensivo documento de archivo y de museo. Es previsible, por
eso no nos preocupa en lo más mínimo.
No obstante, si se lo estudia desde un ángulo
no prejuicioso, constituye un insumo fundamental para romper el cerco de las
ideologías en danza y a la moda, durante la tercera década del siglo XXI. Única
manera de superar el desarme moral, y todas las operaciones psicológicas de las
nuevas guerras híbridas, inspiradas en Liddell Hart y otros teóricos discípulos
suyos, con las cuales se pretende desmoralizar a la juventud rebelde. “Ganando
la guerra sin siquiera combatir”, como proponía este inteligente capitán
inglés.
Frente a ellos, el
Che Guevara puede ser un enorme obstáculo. Para nuestro campo, una ayuda
fundamental.