LO PEOR QUE NOS PUEDE PASAR
La irrupción abrupta y desparpajada de Milei en
la política argentina con su “Liberalismo-Libertario”, nos ha puesto a todos a pensar,
cada uno desde su humilde lugar.
Por debajo de la pornográfica verborragia de
Milei hay una ideología, hay un ethos que se quiere implantar en la sociedad y
en esto se diferencia considerablemente de la derecha de Macri. La derecha del
2015 al 2019 estaba interesada en la guita, la viyuya, los morlacos, no es que
esta de Milei no lo este, pero esto anterior viene aparejado con una intensión profundamente
cultural, que la hace doblemente peligrosa. La idea de Milei es “evangelizar” con
sentimientos, como mínimo, inhumanos e individualistas al extremo.
Haciendo búsquedas sobre el pensamiento de John
Rawls y su Liberalismo igualitario, encontré un libro interesante titulado “El
Marxismo y la Justicia Social. La idea de Igualdad en Ernesto Che Guevara” de
Fernando Lizárraga, publicado en el 2011. Me ha sido grato constatar que el
autor indaga en la Teoría de la Justicia de Rawls, y la utilización teórica del
Principio de Diferencia rawlsiano para corregir los defectos del Principio de
Contribución marxista y la creación de las bases normativas adecuadas para la
implementación del Principio de Necesidades en la sociedad comunista. Si bien
mi intuición leyendo la Teoría de Rawls no llego para tanto, al menos es agradable
saber que Rawls puede ser un referente para abordar injusticias presentes no
solo en el Capitalismo Liberal-libertario que se quiere establecer en la
Argentina.
En este libro además Lizárraga se propone
argumentar de forma creativa la “superación” del principio de diferencia de
Rawls, que solo es posible aplicarlo si los individuos de una sociedad están imbuidos
del sentimiento de solidaridad, utilizando “el
énfasis ético con que Guevara leería las condiciones de superación del
capitalismo: No hay socialismo posible sin una “moral comunista” que apunta
hacia un nuevo individuo (la conocida tesis del “hombre nuevo”)”. Y en este
empeño teórico de Fernando, la idea sería como bien lo plantea el mismo, “no solo conocer, sino también transformar la
realidad en función de algún ideal que sirva para guiar la nave del estado al
puerto seguro de la ‘buena sociedad’.
Salvando la distancia, que la idea del libro
mencionado, es un acercamiento teórico a “mejorar” la concepción de justicia
social que está implícita en la obra de Marx, hay líneas de argumentación que
bien podrían utilizarse para enfrentar y contrarrestar la decisiva y desafiante
misión cultural que el gobierno de Milei vino a implantar en la Argentina
actual, que, en simples palabras seria: piensa en vos y nada más que en vos, pues
la solidaridad humana es una aberración.
Hay un pasaje en el libro que me gustaría resaltar,
donde se deja claro que un orden social sin orientaciones individuales justas
puede ser accidentalmente justo, mas no constitutivamente justo, pues para ello
se requeriría de una convergencia normativa entre instituciones justas e
individuos inequívocamente comprometidos con los principios que regulan dichas
instituciones, o dicho de otra manera para que una sociedad sea justa en el
tiempo no basta con que hayan instituciones justas, también se necesita que las
personas individualmente estén comprometidas con los principios justos que están
presente en esas instituciones. De lo anterior se desprende la necesidad de
crear un ethos de la sociedad, solidario y de justeza, entendiéndose el ethos
de una sociedad “como un conjunto de
sentimientos y actitudes en virtud del cual sus prácticas normales y presiones informales,
son lo que son”.
No por gusto y en eso hace hincapié Fernando en
su libro, el Che en Cuba, llego a la conclusión de que, para construir un
socialismo que “caminara” en el tiempo, no solo era necesario crear
instituciones socialista nuevas, sino también crear un nuevo sujeto, con
conciencia de clase y de justeza comunista, crear un nuevo ethos justo acorde a
la sociedad que se estaba gestando, sin esto último no era posible crear una
sociedad constitutivamente socialista.
En estos casi 25 años que llevo viviendo en la
Argentina, puedo decir sin temor a equivocarme, que he estado en presencia de un
pueblo solidario, un pueblo que se une ante la adversidad, inclusive llegue a
sentir en alguna década pasada que había un proyecto mayoritariamente nacionalista
proclive a buscar la justicia para todos. Se crearon organismos justos y
solidarios, que fueron apoyados por una inmensa mayoría con conciencia de sus
principios rectores, sin embargo, la malversación, el despilfarro, la corrupción
en algunas de esas entidades, provocaron el desengaño, el desencanto, el
hartazgo de una gran mayoría de argentinos, que fue el preámbulo para que irrumpiera
en la escena política de este país, un discurso extremadamente individualista y
antisolidario.
Milei en el 2023 con un discurso extremista,
tipo la justicia social es una aberración, supo capitalizar esa bronca de la
gente por el engaño recibido, su intención no era solo llegar al poder, sino
precisamente crear las bases legales para desregular toda la vida social y económica
del país, abrir de par en par la nación y sus recursos naturales al capital
extranjero, y como meta final destruir el Estado. Para semejante cambio
estructural y que perdure en el tiempo, se necesita además implantar el ethos egoísta
correspondiente, lo peor que nos puede pasar, es que su revolución cultural
tenga éxito.