Viaje a la Luna

Viaje a la Luna

Una memoria a mis antepasados, a mis vivencias...unos versos de futuro.

QUIEN NO SE OCUPA DE NACER SE OCUPA DE MORIR

jueves, 18 de junio de 2020


…A diferencia de Newton y de Schopenhauer, su antepasado no creía en un tiempo uniforme, absoluto. Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos.
(Jorge Luis Borges,  "El Jardín de senderos que se bifurcan").


ESCUDO o CAMILO,
TAMBIÉN AL MISMO TIEMPO

Tengo una versión de mi amanecer
ha sido una melodía
de un pasado febril
allí cuando una moneda
de cuarenta centavos
cayo Camilo sobre la mesada
Pude pensar que no me tocaba
que hubiera sido
si el camino se alteraba
He tenido un jardín
con varios senderos bifurcados
un tiempo que sigo pensando
equidistante de este
en el más allá o más acá
siempre una moneda al tiempo
con mucho suspiro
no solo el que me conformaba
Ahora estoy aquí
pretendo en manicomio
desentrañar el signo
que lleva la suerte de los dados
Al final solo repito lo del poeta
por no tener respuestas
no he usado el veneno
como aroma de flores
para andar este camino
tampoco los otros
al lado de este





ES EL SISTEMA, ESTÚPIDO
(Por Iroel Sánchez en su blog “La Pupila Insomne”)

“Protestar en nombre de la moral contra «excesos» o «abusos» es un error que sugiere complicidad activa. No hay «abusos» o «excesos» aquí, simplemente un sistema que lo abarca todo”.
Simone de Beauveoir

Hay una escena del documental I am not your negro (Raoul Peck, 2017) en que el escritor afroamericano James Baldwin es entrevistado en la televisión de los años setenta del siglo XX,  y el conductor del programa le pregunta por qué los negros en Estados Unidos no son optimistas “…si hay negros que son gobernadores, hay en negros en la política, otros en todos los deportes, hasta han sido premiados dándoles oportunidades en los comerciales de televisión…”.  Precedida de una sonrisa sarcástica, la respuesta de Baldwin, quien vio asesinados por el sistema a sus amigos Medgar Evers, Malcom X y Martin Luther King, fue “no es una cuestión de lo que pasa con los negros aquí… la verdadera pregunta es qué pasará con el país”.

Sonrisa de James Baldwin en el “Show de Dick Calvet” al escuchar la pregunta .

De aquella entrevista a hoy continuaron muriendo negros a balazos en Estados Unidos abundantemente. El sistema siguió adelante barriendo el racismo estructural debajo de la alfombra, hasta que el huracán Katrina  lo mostró en toda su crudeza y entonces surgió la fórmula mágica: ¡Un Presidente negro!

Como ha dicho Cornel West, uno de los intelectuales negros más influyentes en Estados Unidos, que a pesar de su radicalidad ha sido convocado en estos días de protestas anti racistas por televisoras como  Fox y CNN: “Sólo quieren mostrar más rostros negros, más rostros negros…Pero ahora esos “rostros negros” pierden legitimidad también. Porque el movimiento Black Lives Matter nació bajó un Presidente negro, un Fiscal General negro y un Director de Seguridad Nacional negro y ellos no pudieron cumplir… Por eso cuando hablas de las masas negras, los pobres y trabajadores, pobres y trabajadores marrones, negros y amarillos de cualquier color, ellos son los que están marginados y se sienten sin poder, sin ayuda, sin esperanza y ahí es cuando llega la rebelión…”

Pero quién le pone los rostros a los administradores del sistema. En plena campaña electoral entre Hillary Clinton y Donald Trump la organización Wikileaks reveló varios correos electrónicos  enviados por Michael Froman, alto ejecutivo de Citibank,  a John Podesta, quien era parte del equipo de transición del candidato a la Presidencia de EEUU Barack Obama. Un mes antes de las primeras elecciones que ganara Barack Obama,  Podesta recibió de Froman un correo con “una lista de candidatos afroamericanos, latinos y asiáticoamericanos… más una de estadounidenses nativos, árabes/musulmanes estadounidenses y discapacitados” con los nombres de las personas que debían integrar el gabinete del nuevo presidente y qué cargo ocuparía cada una. 

Correo electrónico de Michael Froman a John Podesta

Así, Citibank indicó quién iba para “cada puesto” un mes antes de que los votantes norteamericanos acudieran a las urnas supuestamente a elegir gobierno y Obama lo cumplió: Eric Holder en Justicia, Janet Napolitano en Interior, Robert Gates en Defensa, Rahm Emanuel como Jefe de Personal, Peter Orszag en la Oficina de Administración y Presupuesto, Arne Duncan en Educación, Eric Shinseki en Asuntos de Veteranos, Kathleen Sebelius en Salud y Servicios Humanos, Melody Barnes en el Consejo de Política Nacional, Timothy Geithner en el Tesoro, Susan Rice a la ONU…

Es a lo que Baldwin se refería al decir que “lo blanco es una metáfora del Chase Manhattan Bank”, que, por supuesto, no inauguró Obama. A inicios  de este siglo, ya el gobierno  extremista de George W. Bush tuvo un Secretario de Estado negro que mintió en la ONU para invadir Irak y una Consejera de Seguridad Nacional de piel negra que estructuró la vigilancia ilegal, la tortura y el secuestro por el mundo entero. No se ha filtrado cuál banco los nombró pero de que respondían a uno, o a varios, no caben dudas viendo su ejecutoria desde el gobierno contra los no blancos de Irak y Afganistán que han muerto por millones gracias a su gestión.

En su libro La doctrina del shock, la escritora y activista social Naomi Klein dedica un capítulo de su obra a analizar los efectos de Katrina en Nueva Orleans en su relación con el neoliberalismo impuesto desde Estados Unidos al mundo, y su práctica extrema por la administración de W. Bush. La autora titula esa parte de su investigación “El apartheid del desastre”,  y cita allí a un arrepentido creyente del libre mercado que afirma: “El derrumbe de los diques de Nueva Orleans tendrá consecuencias tan profundas para el neoconservadurismo político como el hundimiento del Muro de Berlín las tuvo para el comunismo soviético”. Y -junto a la guerra en Iraq y la debacle financiera- las tuvo, la derrota del Partido Republicano en 2008 así lo demuestra. Sin embargo, como apunté en otro texto, alentado por la crisis económica, se estaba produciendo un  reagrupamiento de fuerzas ultrareaccionarias y revanchistas en Estados Unidos que  se parece demasiado a lo acontecido en la Alemania pre-hitleriana. El “honor alemán” y  la xenofobia  fueron banderas agitadas por Hitler para ascender al poder en una Alemania golpeada por la crisis. ¿Qué otra cosa sino hemos visto en los lemas de campaña de Donal Trump: América First y Make America Great Again?

El racismo y el desprecio hacia pobres e inmigrantes están instalados en la dinámica de funcionamiento de un sistema que coloca las cosas por encima de los seres humanos. La orden que recibieron los policías de Nueva Orleans después del Katrina fue “disparad a los saqueadores”, como revelaron algunos de aquellos funcionarios cinco años después. “Cualquier cosa que cruce la calle y que sea más oscura que un papel marrón va a recibir un disparo”, es la frase con que se lanzó a la cacería humana un grupo de espontáneos vigilantes blancos por aquellos días.

Pocos después del impacto del huracán sobre el Sur de los Estados Unidos, Fidel presidió en La Habana la constitución del Contingente Médico Henry Reeve. Era una oferta rápida y eficaz de ayuda a los damnificados de Katrina. La filosofía que proclama las “personas primero” fue rechazada por la soberbia de quienes se obsesionan en “proteger la propiedad”. Los pobres, abandonados a su suerte por lo que Naomi Klein llama  capitalismo del desastre, no pudieron ser atendidos por los médicos cubanos. El mismo gobierno que persigue la colaboración médica cubana por el mundo entero es el que ha instalado en su máximo nivel la xenofobia y el racismo en su propio país.

Hace ya algún tiempo, Warren Buffet, uno de los hombres más ricos del planeta, estremeció al mundo con una frase asombrosa por su sinceridad: “Está bien la guerra de clases, pero es mi clase, la clase rica, la que está haciendo la guerra, y estamos ganando”.

Ya en el Manifiesto comunista Carlos Marx y Federico Engels definieron la lucha de clases como el motor de la historia. Sin embargo, cuando Barack Obama habló en el Gran Teatro de La Habana dijo que el motor de la historia era otra cosa: internet. Un importante  asesor de su gobierno,  Alec Ross, director de innovación del Departamento de Estado, al que la revista Foreing Policy señala como clave en las primaveras árabes y especialmente involucrado en los sucesos que desestabilizaron Siria y Libia, fue más lejos al decir a un grupo de activistas digitales latinoamericanos que internet es el Che Guevara del siglo XXI; o sea no luchen, no se organicen, no salgan a las calles, no estudien la sociedad, sólo usen internet. Ya fuera de la presidencia, Obama dijo en una entrevista con el príncipe Henry de Inglaterra que las redes sociales corren el riesgo de dividir las sociedades y que internet promueve la desigualdad. No sabemos si  los actuales sucesos lo harán llegar tan lejos como para decir dónde está el verdadero motor de la historia, aunque un hombre culto e inteligente como él no debe ignorarlo.

En un obvio control de daños, Nancy Pelosi, líder del Partido Demócrata en la Cámara de representantes, ha “exigido” retirar del Congreso estadounidense las once estatuas de esclavistas confederados que hasta el otro día le parecieron muy bien y Obama ha llamado “con sentido de urgencia” a una “reforma policial”. Habría que decir, parafraseando a Bill Clinton, el mismo que controla la élite del Partido Demócrata para la que es inaceptable un programa como el de Bernie Sanders: “Es algo más que estatuas y policías, estúpido”. Es evidente que la actuación racista de la policía, las estatuas de esclavistas  y colonizadores, el lugar que ocupa la misma Pelosi, como también  Obama, Clinton, y por supuesto Trump,  son resultado de la “metáfora del Chase Manhattan Bank” de la que habló Baldwin.

Más claro que los políticos estadounidenses parecen tenerlo las doscientas personalidades de la cultura y la ciencia occidental que antes del asesinato del afroamericano George Floyd, lideradas por la actriz Juliette Binoche y el astrofísico Aurélien Barrau, lanzaron desde el periódico francés Le Monde un manifiesto por un cambio de sistema económico y social.

Cuando en el mundo se unen las protestas anti racistas en Estados Unidos  con el derribo de estatuas como las del rey  belga Leopoldo, expoliador del Congo, y la visión de Cornel West sobre “las masas negras, los pobres y trabajadores, pobres y trabajadores marrones, negros y amarillos de cualquier color” se abre paso en importantes medios de comunicación que no suelen hablar de ello, la cinematografía del haitiano Raoul Peck (LumumbaThe young Marx y I am not your negro) entrelaza las causas profundas de una rebelión, cuyo origen se hunde en siglos de explotación y desigualdad: El capitalismo.



LOS ORNITORRINCOS DEL EJE
(Por Oscar Campana, en “El Cohete a la Luna”)



“Ya el terreno estaba sembrado de signos de ocurridas batallas.
La marcha se había hecho más lenta porque los dos caballos se resistían, saltando y encabritándose.
—¿Qué les pasa a nuestros caballos? —preguntó Medardo al escudero.
—Señor —respondió él—, nada disgusta tanto a los caballos como el olor de su propias tripas”-
(Italo Calvino, El vizconde demediado, Madrid 1996, 10)


Si para el eje mediático-empresarial-financiero-político-agrario era insoportable la idea de un peronismo retornado al poder –con la inevitable presencia de Cristina Fernández de Kirchner y (a) todo(s) lo(s) que ella representa–, la emergencia de un Estado omnipresente en medio de la imprevisible pandemia se vuelve un cóctel revulsivo, imposible de asimilar, capaz de poner en escena todos los recursos que en otras circunstancias aquel eje hubiera intentado dosificar.

Una clase media, una opinión pública, complacientemente desinformada, le hace el coro al fallido establishment autóctono, canturreándose mutuamente la música que les gusta escuchar, sobre el trasfondo del ruido siempre reaccionario de cacerolas y postes de luz golpeados con fervor.

Si el gobierno de Alberto Fernández tenía frente a sí la ciclópea tarea de la renegociación del brutal endeudamiento de la era macrista, si de antemano era previsible que todas las resistencias del poder económico se reagruparan en un frente común, si el mejor de los escenarios era igualmente temible, la pandemia –y todas sus consecuencias– se encargaron de convertir el panorama en una tormenta perfecta, sin remanso posible entre ola y ola.

¿Pero qué ocurre si un gobierno pone en marcha una gestión decidida y virtuosa –dentro de las circunstancias– de una de las peores crisis por las que a la historia de la Argentina contemporánea le ha tocado transitar? ¿Qué ocurre si, además, la conducción política de este complejo proceso es ampliamente apoyada por la población? ¿Qué ocurre si ese consenso puede convertirse en el trasfondo y la posibilidad, en medio de la coyuntura, para un cambio de ciclo en el país?
Ocurre lo que ocurrió y seguirá ocurriendo: la necesidad de alterar los consensos con la instalación sin fin de relatos sobre los más variados ornitorrincos. Veamos algunos.

·         El gobierno quiere liberar a los presos, con el único objetivo de utilizarlos como grupos de choque y asalto a la empresa privada. Para convertirnos en Venezuela.
·         Los políticos tiene que rebajarse los sueldos para poder financiar la emergencia.
·         El gobierno miente sobre los números reales de la epidemia. (En las dos versiones escuchadas de esta mentira: 1) Los contagiados y los muertos son muchísimos más, pero se ocultan para que no se vea el descontrol absoluto de la gestión de Alberto Fernández. 2) La pandemia no existe: se trata de la excusa para el disciplinamiento social –“¿Conocés a alguien que haya tenido coronavirus?”, le decía el otro día una señora de barrio al carnicero.).

·         La aplicación Cuidar no tiene otro objetivo que el control de la ciudadanía. Como en Venezuela.
·         Los superpoderes del Jefe de Gabinete son la antesala de la instalación de una dictadura de hecho. Como la de Venezuela.
·         El gobierno se enamoró de la cuarentena.
·         Queda claro que la cuarentena viola los derechos individuales (una buena parte de la sociedad se reencontró de improviso con una indómita pasión por el Artículo 14 de la Constitución Nacional).
·         Los médicos cubanos que quiere traer Axel Kicillof vienen a hacer espionaje. El eje del mal La Plata-Caracas-La Habana…
·         Las declaraciones de Fernanda Vallejos y Dady Brieva –personajes decisivos del actual Gobierno– son la expresión acabada del rumbo definitivo que ha tomado.
·         Con sus filminas, Alberto Fernández abre frentes de conflicto con los países vecinos. Una prueba más del progresivo aislamiento argentino del resto del mundo.
·         La Cámpora le está marcando la cancha a Alberto.
·         “Este es el gobierno de la infectocracia” (un periodista). “Asoma el virus del fanatismo” (otro periodista). “Estamos en una pandemia económica” (lugar común que a quien lo dice le provoca una gran autosatisfacción intelectual).
·         Gracias a Dios hay científicos, intelectuales y pensadores (sí, ¡pensadores!), que tuvieron la valentía de decir con claridad lo que está ocurriendo y regalarnos uno de los más bellos neologismos de la época: estamos en una “infectadura”.
·         Una vez más, la Argentina decente y trabajadora le está pagando el sueldo a los vagos chovidplaneros (neologismo que une en una sola palabra choripán, covid y planes).
·         Alberto es el títere de Cristina. O su otra versión: Alberto se está kirchnerizando. O aún más: somos víctimas de la guerra desatada entre ellos. (Todas las variables son posibles.)

Y el ataque a funcionarios. Y el ensañamiento con el Conurbano y Kicillof. Y la estigmatización de las villas… Y así podríamos seguir…

En este contexto, la anunciada estatización de Vicentin es la confirmación de las peores sospechas del eje y sus creyentes. La comparsa de cacerolas se hizo escuchar en muchos lugares del país, con el penoso espectáculo de gente caceroleando contra sus propios intereses.
La misma gente que ignora o no quiere saber que durante la presidencia de Mauricio Macri, Vicentín – el principal aportante de su campaña presidencial– se endeudó con el Banco Nación en 150 millones de dólares. La misma gente que no salió a cacerolear durante el último mes de la gestión macrista, cuando Vicentín recibió 86 millones de dólares por parte del Banco Nación.

Para aquel eje que, entre otras cosas, tiene el monopolio de la (des)información de la sociedad, basta soltar algunos demonios al ruedo para dejar que hagan lo suyo. Y a la par de la soberbia con que cabalgan el campo minado en el que convirtieron al país, quizás estén empezando a oler con disgusto el hedor indisimulable de sus propias tripas.

Habrá que estar atentos.