Pepe
Mujica: “Al principio lo defendían a capa y espada, ahora nadie es macrista”
(Por Ari
Lijalad, en “EL DESTAPE”)
-Dijiste
en alguna oportunidad que la pregunta que uno tiene que hacerse es ¿para qué
vive?. Después de toda tu vida, hoy, ¿tenés una respuesta?
-Claro. He gastado una parte de mi vida atrás
del intento de contribuir a dejar una sociedad mejor de aquella en la que nací.
Y sabiendo que es una lucha que nunca tiene fin. Ni principio ni fin. Eso que
se llama construir civilización. Hay una mentalidad de que algún día llegaremos
a un mundo donde todo sea perfecto. No existe para mí. Existe apenas un devenir
permanente donde construimos un escaloncito.
-No hay
un momento donde se termina el conflicto…
-Nunca. Creo que es inherente a la condición
humana. Y de vez en cuando se nos rompe algún escaloncito y tenemos que volver
a empezar de nuevo. Tampoco es progresivo, es zigzagueante. La herencia más
grande que recibimos cuando nacemos es eso que se llama civilización. Es una
especie de solidaridad intergeneracional, de aquellos que construyeron la rueda
y el fuego a aquellos que están trabajando hoy en biología molecular. Toda esa
escalera infinita que compone eso que llamamos civilización. Es una
característica humana, ¿verdad?, de la cuál somos parcialmente depositarios y
deudores.
-Te
preguntaba sobre el conflicto porque en Argentina, y asumo que en Uruguay
también, está la discusión sobre la grieta, el fin de la grieta, el dialogo, el
consenso.
-Hay una grieta natural impuesta por las
condiciones de desigualdad. Lo que se llama la democracia liberal más o menos
contemporánea intenta definir de que somos iguales ante la ley, ¿verdad? Pero
todos sabemos que hay algunos que son mucho más iguales. Que la igualdad
legislativa no es equivalente a la igualdad real. Sobretodo la igualdad en
cuanto a oportunidades, en cuando a arrancar más o menos en las mismas
condiciones la vida. Ahí está la gran diferencia. Entonces, ahí ya hay una
grieta, que la podemos mitigar, agrandar, no agrandar, pero que existe. Bueno,
después existen los paradigmas de cada sociedad, de como lleva sus cosas. Ha
avanzado mucho la sociedad para el nivel de injusticia que encierra. Hay una
contradicción, en como ha evolucionado la cultura y el pensamiento humano y la
realidad sociológica y material. Tendemos a pensar algo que en la vida real
después no practicamos.
-Tenemos
más libros pero vivimos peor…
-Sí. Somos sociedades hipócritas. Bastante
cínicas.
-¿Como
han vivido estos últimos años en los cuales, con una mirada regional, te tocó
ser presidente con un contexto donde lo gobiernos, más allá de las diferencias,
estaban alineados, y con una situación como la actual en la cuál, excepto
Uruguay y Bolivia, el resto del continente como Argentina, Brasil, Paraguay,
Ecuador, han tenido un giro de nuevo hacia la derecha? ¿Como ves la situación
latinoamericana y como transitó Uruguay estos años?
-Yo creo que tuvimos algunos avances
parciales con respecto a contribuir a mitigar ciertas diferencias materiales
muy hondas en nuestras sociedades. Mejoramos el ingreso y el reparto. No
equivale a que hayamos construido ciudadanía. Mucha gente que ha recibido los
beneficios ni siquiera es consciente de las causas porqué. Y en realidad, hemos
contribuido a hacerlos devotos de la nueva religión que es el mercado. Son
compradores necesitados sometidos a urgencias. Por lo tanto, nuestros proyectos
vienen francamente limitados. Y además limitados con un sentido de patria chica,
cada cual pensando en su realidad. Y estuvimos muy alejados de construir una
realidad latinoamericana. Muy juntos en le discurso pero en realidad la agenda
de los problemas nacionales de cada uno se terminaba llevando la parte central
del esfuerzo. Y no hemos construido una conciencia latinoamericana. Aquel
dilema que planteaba hace muchos años Jorge Abelardo Ramos.
-La
Nación Latinoamericana…
-Claro. Hemos construido muchos países, nos
falta construir una nación. Estamos en eso. Ese es el déficit que tenemos.
-¿Tenés
esperanza en el futuro, con las elecciones en Argentina y Uruguay que son el
mismo día, con Bolivia que sigue?
-Yo creo que la lucha va a continuar, con
avances y reflujos. Es dura. Pero no hay nada ganado ni nada terminado
definitivamente. Solamente hay una incertidumbre y camino de lucha. Y nada más.
Hay una especie de derrotismo que yo no acompaño. Es cierto que hay una versión
de derecha en parte de los gobiernos, pero hemos estado mucho peor. Hemos
estado tapados de dictaduras. Así que ni vamos a tocar el cielo con las menos ni
derrotismo absoluto. Hay un camino que será y no será y depende de la actitud
que asumamos.
-Te
quiero preguntar por Alberto Fernández.
-Es un viejo conocido, estuvo en casa un par
de veces. Tiene la ventaja de tener una experiencia importante en el gobierno,
y eso es un punto a favor. Desde luego, la Argentina tendría que elegir no a
Fernández, a mandrake tendría que elegir! (risas) Se precisa un mago, no un
político. Pero como va a ser imposible elegir un mago… Tiene un desafío muy
grande. Pero tiene que ser consciente, primero, que con la mejor intención no
se cometan errores graves. La Argentina tiene un problema de liquidez rápida.
No tendría que pelearse, por lo menos de entrada, con el sector que le puede
dar respuesta más rápida, que es la agricultura de grano. Porque eso es lo que
le puede traer divisas rápido. Y eso tiene muchos bemoles, yo sé. Pero en la
vida hay que tener etapas. Ninguna cosa puede generar recursos más rápido que
la agricultura. No se como van a combinar eso.
-¿Y
como vieron desde Uruguay el gobierno de Macri?
-Acá al principio lo defendían a capa y
espada. Ahora nadie es macrista.
-Les
debe haber afectado por la relación comercial
-Si, ahora si. Porque la crisis Argentina
primero empobreció a Argentina, y al empobrecerse compra menos y gasta menos.
Lógico. Y eso repercute acá. No solo que están endeudados, bajó el PBI, la
riqueza global de la Argentina, y en forma considerable. Es muy grave lo que ha
pasado en la Argentina. Pero también la historia demuestra que el poder de
recuperación que tiene la Argentina es fantástico. Yo no tengo la visión
pesimista que tienen por ahí los inversores yankis. No. La Argentina ha
demostrado mil veces que tiene una capacidad de despilfarrar una fortuna y de
volverla a hacer.
-Es
como la Alemania de Latinoamérica.
-Si. Es una cosa así. Tiene ese tesoro que es
la pampa húmeda que es invalorable.
-Pepe,
¿como estás viviendo el proceso de lawfare en la región, la persecución
Cristina, Lula, Correa?
-Hay toda una tecnología que está instaurada
de judicializar la política, de buscar por el lado de la persecución política
que está envenenando todo. E intentan sustituir los viejos golpes de Estado por
versiones más edulcoradas de lo mismo por otros caminos. Es bastante lógico que
lo hagan. No deberíamos esperar otra cosa que eso. En definitiva, el
capitalismo es el padrastro permanente de la corrupción. Lo ha implementado, lo
genera y lo maneja. Ha sembrado la idea que triunfar en la idea es ser rico.
-Nosotros
tenemos una peor, como una segunda parte, que dice que “como es rico ya no
necesita robar”. Eso decían de Macri.
-Eso también está de moda. En el mejor de los
casos, esa versión habla de una ingenuidad espantosa. Porque suponiendo una
actitud angelical del los ricos, la visión que van a tener es a partir de la
realidad que viven. Y van a pensar que aquello que es bueno para ello es bueno
para el país. Y ahí está el mayor garrafal de los disparates. No se es pecador
por ser rico, no. El pecado está en la visión unilateral que inevitablemente
una condición de vida te da como expresión de la realidad. La realidad es muy
otra. Entonces, ahí es donde está el problema mayor. Además, la experiencia
indica que la riqueza no tiene límite como ambición. El que no aprende a ser
feliz con poco nunca va a ser feliz con nada. Porque la felicidad no es una
cuestión de riqueza, la felicidad es un equilibrio de carácter emocional que
poco tiene que ver con la riqueza. No puede ser feliz quien tiene que vivir
abajo de unas chapas que se llueven, pero el que cree que para ser feliz hay
que vivir una economía de despilfarro marchó.
-Y ahí
está el tema de la batalla cultural con el capitalismo.
-Claro. Ahí es donde está el problema. La
Biblia afirma por ahí que el hombre feliz no tenía camisa. No se puede tomar al
pie de la letra porque sino sería un país tropical. Esta discusión es muy
vieja. Seneca definía que pobre es el que precisa mucho. Para los aymara, pobre
es el que no tiene comunidad. En todas las formas de derecho antiguo, después
de la pena de muerte la pena más fuerte que se podía aplicar era la expulsión
del grupo, el exilio. Entonces, no hay peor castigo que la soledad.
-Tenés
mucha esperanza pero siempre decís que hay que poner mucho foco en la juventud.
¿Como pensás eso?
-A ver, yo soy un pesimista. Es decir, soy un
optimista informado. Pienso que en los siglos del porvenir, por una evolución
tecnológica, necesita trabajadores cada vez más calificados, que van a tener un
tinte universitario. La formación terciaria va a ser el ABC para los
trabajadores del futuro. Es una gran ventaja, van a ser menos estúpidos. Como
contraparte, van a ser más débiles, porque van a estar cada vez más
incorporados a las “mieles” de la modernidad social y cultural, enormemente
sensibles al impacto revolucionario y permanente de la mercadería
contemporánea. Diestros en el lenguaje digital, incapaces de hacer un asado a
la intemperie.