“Estados Unidos detecta
armas extraterrestres utilizadas por el Gobierno Cubano”, un buen titulo para
la era de la “estupiverdad”…y creo que estoy siendo generoso, los “muchachones”
de la CIA tienen mucha más imaginación, la historia lo demuestra.
Para creer en “ataques a la
salud” de norteamericanos en Cuba hay que negar la ciencia y la historia.
(Por Iroel Sánchez,
publicado en "La Pupila Insomne")
El gobierno estadounidense
ha anunciado la reducción hasta el “personal imprescindible” de su embajada en
La Habana, acompañando esa decisión de la eliminación de visados a los cubanos
y la recomendación a los ciudadanos norteamericanos de no viajar a Cuba.
La decisión de Washington ha
llegado después de una saga de “filtraciones” en unos pocos medios de
comunicación estadounidenses sobre daños a la salud de diplomáticos
norteamericanos en Cuba, e “hipótesis” muy selectivas sobre su origen. Las
víctimas han sido tan invisibles como las “armas sónicas” que se han buscado
infructuosamente por autoridades cubanas y estadounidenses. El único testimonio
de sus efectos ha sido ofrecido a nadie más que al mismo gobierno que comenzó
acusando a Cuba y luego la exculpó para finalmente decir que “los
investigadores no han podido determinar quién es responsable o qué está
causando estos ataques”.
Una de las hipótesis
inicialmente proclamadas hablaba de efectos indeseados de equipos de escucha
que estaría utilizando el gobierno cubano o un tercer país. Rápidamente se supo
lo obvio: los equipos de escucha no emiten ondas sino que las recepcionan, pero
nadie dijo entonces que autoridades norteamericanas pudieran estar empleando
equipos inhibidores de escucha entre su personal en Cuba que sí serían emisores
de radiaciones.
Por otra parte, los síntomas
descritos por el State Department
-“dolores de oído, pérdida de audición, mareos, dolor de cabeza, fatiga,
problemas cognitivos y dificultad para dormir”- , primero en dos personas y que
ya se dice llegan a 21, son tan comunes en cualquier grupo humano numeroso – el
de los diplomáticos norteamericanos y sus familiares en Cuba lo es- al que se
le estimule a estar alerta y reportar cualquier supuesto daño que -como han
dicho algunos científicos consultados por los medios de comunicación- es difícil determinar dónde comienza la sugestión y dónde la certeza. Lo cierto es
que los especialistas se han negado a asociar algún dispositivo a los efectos
descritos por el gobierno norteamericano y sus filtradores. Más interesante es
que por el camino desapareció un “trastorno de la sangre” del que se habló
inicialmente, ¿alguien se habrá percatado de que estaban apretando demasiado?
Pero dejemos por un momento
la ciencia médica y su relación con la física, no es de esperar que un gobierno
que niega la evidencia científica del cambio climático se guíe por ella en
otros asuntos.
Hacer retroceder las
relaciones diplomáticas con Cuba, es un propósito de la ultraderecha
cubanoamericana asentada en el Sur de la Florida desde el mismo día en que se
anunció su restablecimiento. Eliminar la emigración legal y estimular la ilegal
para provocar una crisis migratoria que justifique declarar a Cuba como amenaza
a la Seguridad Nacional de Estados Unidos y desatar un conflicto entre ambos
países es una aspiración largamente acariciada por esos mismos sectores, como
también lo es desalentar el creciente flujo de turistas hacia la Isla; ellos
mismos desataron, en los años noventa del pasado siglo, hasta atentados con
bomba en La Habana y Varadero
financiados desde Miami y New Jersey con ese objetivo.
La llegada de Donald Trump a
la Casa Blanca significó, para quienes desean retrotraer los cambios positivos
en la relación entre los dos países, concretados durante la Administración de
Barack Obama, una oportunidad que no se escondieron en proclamar, con el
aplauso y el aliento del nuevo mandatario. Que esos deseos se vean complacidos
por el gobierno de Estados Unidos con una sola decisión que es de triple acción
contra Cuba (diplomática, migratoria y económica), como resultado de una
extraña situación asociada a daños alegados pero no demostrados, y
aparentemente por una causa que nada tendría que ver con aquellos, sino que son
fruto de un misterioso y desconocido origen atribuido inicialmente al gobierno
cubano o a un tercero, pudiera ser una casualidad pero es difícil de tragar,
más cuando la historia recoge no pocos casos de planes de autoagresión
fraguados por organismos de inteligencia estadounidenses para justificar sus
acciones, en Cuba, pero también en muchas otras partes.