EL PEOR
FINAL
(Por Luciana
Peker, PAGINA12)
América puso sus manos para cortar uvas y
puso sus brazos para juntar aceitunas. Cargó en sus hombros el peso de la
cosecha para acarrear los cajones que llegarían a las picadas o el postre de
las mesas que no reconocían sus dedos en la trama de producción de la tierra
fértil y el trabajo ingrato. Trabajaba desde las plantaciones hasta los
camiones que transportaban la cosecha. Salía a la mañana y volvía a la noche.
Al final de la jornada le quedaba el cansancio, los 8 pesos por día, pero no
los aportes para pensar en el futuro. América nació sin conocer el amparo. Se
quedó huérfana a los diez años y vivió con sus tíos. A los diez años empezó a
limpiar casas, cuidar niñxs y hacer mandados. A los veinte ya sus manos eran
verdes y violetas entre las líneas que no son adivinadas sino trazadas por la
informalidad no como excepción, sino como la precarización en las venas de las
mujeres. América Ramona Ontivero se quedó embarazada. Y trabajó igual con su
panza a cuestas, sin licencia por maternidad. No una, sino ocho veces. Tuvo
ocho hijos. Seis hijxs vivieron y dos murieron. Ella así lo cuenta y los
cuenta. América Ramona Ontivera nació en 1948, en Chilecito, La Rioja y todo su
trabajo no era visto por nadie, ni estaba anotado en los registros oficiales.
No hubiera tenido jubilación, pero en marzo del 2015 accedió a la moratoria
previsional que le permitió tener la mesa con comida y el botiquín con sus
remedios.
“Yo trabajé toda mi vida juntando aceitunas y
cortando uvas, un trabajo muy bruto, muy pesado” le contó América a Las12, el
18 de marzo del 2016, en la nota “Sin resguardo”. El caso de América no es
excepcional, sino emblemático. Ella es una de las más de 2.700.000 personas que
pudieron jubilarse a pesar de no tener el total de aportes registrados. El 86 por
ciento -casi nueve de cada diez- beneficiarias/os de la mora previsional
dictada en 2014 fueron mujeres y el 14 por ciento varones. Igual que América
–antes de la moratoria– el 37 por ciento de las trabajadoras, no tiene
asegurada su jubilación y obra social. Además, las mujeres son las que dejan de
trabajar, son despedidas, no consiguen empleo o aceptan changas porque no
encuentran jardines maternales o tienen que correr para la llegada de la salida
de les chiques del colegio. Pero eso no consta en el boletín en el que el
Estado garantiza una vejez digna.
La jubilación para amas de casa, en realidad,
fue una moratoria previsional que benefició más a las mujeres y que adquirió su
nombre por aclamación popular. Bueno, no de todo el mundo, ni de todo el arco
político. El actual Senador (PJ) y candidato (en la fórmula de Mauricio Macri)
a Vicepresidente Miguel Angel Pichetto subestimó: “Mucha gente de la clase
media argentina se pudo jubilar, pagando abogados: mujeres que toman el té a la
tarde fueron y se jubilaron con el sistema ama de casa, qué se yo”, lanzó en la
discusión del Presupuesto 2019, el 16 de noviembre del 2018, desde su banca en
la Cámara Alta.
La moratoria previsional no tendría que ir de
luto a su propio funeral. Pero tampoco debería ser una moratoria, como una
condonación de deuda o un perdón y gracias. Falta que no sea como un cheque a
morosas incobrables, sino un derecho para trabajadoras no reconocidas y que sea
ley, para que no dependa de los vientos oficialistas que el derecho llegue cuando
ya las piernas y los brazos no llegan a todos lados. Sin embargo, la jubilación
para las acuerpadoras de cuidados, empleadas domésticas o cosecheras (en su
mayoría no registradas) tiene fecha de entierro. El 23 de julio el gobierno de
Mauricio Macri termina con la moratoria previsional. Las más perjudicadas van a
ser no solo quienes lavan los platos de su casa, sino quienes lavan los platos
de las casas en donde trabajan. “Hoy en la Argentina una de cada cinco
trabajadoras se desempeña en el servicio doméstico. Este es el trabajo peor
pago y con mayor nivel de informalidad del país. En términos generales, el 37
por ciento de las asalariadas tiene un empleo informal. Las mujeres menores de
29 años enfrentan las tasas más altas de desocupación superando el 20 por
ciento. En este contexto, el acceso a una jubilación para las personas que hoy
no pueden hacer sus aportes es un problema no solo del presente sino también
del futuro. La alternativa vigente, la Pensión Universal para Adultos Mayores
(PUAM) otorga un monto que no alcanza para cubrir la mera subsistencia y que
además impide tener otros ingresos. El finalizar la moratoria sin alternativas
dignas es solo condenar a la pobreza a miles de trabajadores y sobre todo
trabajadoras a lo largo del país”, advierte la Doctora en Economía Mercedes
D’Alessandro e integrante de Economía femini(s)ta. Ella también señala que el
empobrecimiento de lxs adultxs mayores genera mayores cargas en sus hijas e
hijos: “Es también un problema para quienes ayudamos a nuestres padres y madres
que pudieron acceder a una mínima y que no llegan a cubrir sus medicamentos.
Nos hace más pobres a todes”. Por eso, convoca: “Pensar un sistema previsional
en un contexto de desempleo y precarización como el de Argentina es un desafío
urgente”.
Dar una jubilación o una curita no es igual.
La diferencia es tan tajante como ser pobre o no serlo. “Desde inicio de 2017 y
hasta marzo de 2018 se han incrementado en 122.487 los casos de personas
mayores que perciben la Pensión Universal para Adultos Mayores (PUAM). De
haberse mantenido la moratoria previsional esas personas se encontrarían por
encima de la línea de pobreza, mientras que al reemplazar la moratoria por la
PUAM y como resultado del aumento de la Canasta Básica Total medida por INDEC estas
personas hoy se consideran pobres por ingresos”, apunta la Doctora en
Desarrollo Económico Julia Strada, integrante del Centro de Economía Política
Argentina (CEPA), periodista económica de C5N y Futurock. Los datos del CEPA
indican que al menos 100 mil personas han quedado debajo de la línea de pobreza
medida por ingresos (INDEC) por haber recibido PUAM en lugar de la jubilación
mínima a través de las moratorias previsionales.
La moratoria previsional implicaba una
jubilación. En cambio, la Pensión Universal para Adultos Mayores (PUAM) es
similar a un subsidio. No es lo mismo un parche o un regalo que una política
para dar derechos donde había falta de reconocimiento o incumplimiento de
derechos laborales. “En este caso el subsidio que se entrega tiene más que ver
con la condición de pobre que con el reconocimiento de un derecho de jubilación
por ser un trabajador o una trabajadora. No hay reconocimiento de derecho, como
sí lo hace la moratoria previsional”, diferencia Strada y sentencia: “El fin de
la moratoria previsional constituye un castigo patriarcal”.
“Sacar la moratoria de las amas de casa, la
moratoria de ‘Néstor’ cómo la llaman las mujeres en los barrios populares, es
terminar con la política pública con perspectiva de género más importante de la
última década”, crítica Pamela Ares, especialista en políticas públicas de
género, Presidenta de Fundación Contemporánea, una ONG que promueve el
desarrollo local con perspectiva de género y referente social de Salta. Ella
enmarca: “Es dejar de reconocer el trabajo invisible y no reconocido de las
mujeres adentro de sus familias, pero también el de esa enorme cantidad de
mujeres trabajadoras de casas particulares que lo habían hecho toda su vida en
condiciones informales”.
Llegar sin jubilación a la madurez no es
casualidad. Las mujeres dedican de 3 a 6 horas por día a tareas domésticas y
cuidado de los hijos e hijas y los varones 1,9 horas, según una investigación
de la consultora Inmediata, de Rosario. Esa diferencia entre el tiempo que
lleva rasguñar con virulana las cacerolas, levantar la ropa tendida cuando se
anuncia tormenta, ir a buscar a cumpleaños a les hijes o esperar en la sala del
dentista u oftalmólogo de la nieta tiene un precio en tiempo. En tiempo
presente y en futuro. Porque si alguien lo hace no es gratis. Pero no se paga.
Y el tiempo que se dedica a cuidar en muchos casos se tiene que quitar al
trabajo pago o aceptarlo en peores condiciones. Por eso, aunque el polvo vuelve
después de barrer, no se pude barrer con los derechos de mujeres y disidencias
sexuales (ya que la ANSES también reconoció a personastrans en la moratoria
previsional) como si fueran un polvo que se olvida.
En ese sentido, la economista y docente
Candelaria Botto, e integrante de “Economía femini(s)ta” también subraya: “La
no renovación de la moratoria este 23 de julio imposibilitará a las mujeres que
no cumplen con los años de aportes acceder a una jubilación mínima, dejando
únicamente la opción de la Pensión Universal para el Adulto Mayor (PUAM) que es
el 80 por ciento de una jubilación mínima y para la cual deben cumplir
requisitos que básicamente muestren que son pobres. No es una jubilación, es
una pensión. Más que nunca es necesario avanzar en un proyecto de ley de
Jubilación para amas de casa para garantizar el derecho de estas mujeres que
trabajaron dentro de los hogares sin pago ni reconocimiento, sin que deban
pagar los aportes que deben en forma de moratoria”.
Hacer un parche o un favor no es lo mismo que
reconocer derechos. Y hacer una política temporaria no es igual que garantizar
una decisión pública por ley como se hizo con la Asignación Universal por Hijo
(AUH). La movilidad de la AUH se aprobó, el 16 de julio del 2015, por
unanimidad (sin ningún voto en contra) en el Congreso de la Nación para que se
actualice cada seis meses. La AUH perdió contra la inflación y se deterioro de
su valor de compra y su efectividad como política social contra el hambre.
Pero, al menos, no se pudo quitar o enterrar como la moratoria previsional. En
ese momento, probablemente, se tendría que haber garantizado también que el
reconocimiento de las mujeres que realizan tareas de cuidado no sea tan volátil
como el voto o los mandatos políticos, sino un pacto sellado y cerrado por las
políticas públicas.
En ese sentido, es central como va a actuar
no solo el próximo gobierno, sino también el Poder Legislativo. La diputada
nacional Mayra Mendoza (FpV-PJ) define: “La eliminación de las moratorias
previsionales no puede sorprender a nadie. Hay un recorrido antiderechos del
macrismo que simplemente va cumpliendo etapas. Y sobre todo en materia
jubilatoria, donde hay que dedicar grandes recursos para hacer una política de
dignidad especialmente a un sector tan castigado como las mujeres que no
tuvieron aportes. En un gobierno que siempre tuvo en miras el ajuste, y más
desde que el FMI le impuso acelerarlo, era algo obvio que esto iba a pasar.
Sirve para terminar de desmentir aquello del feminista menos pensado, que nunca
fue cierto porque se veía con los recortes a los programas de combate contra la
violencia de género. Sólo con un gobierno que tenga al pueblo como eje y no a
los mercados podemos discutir la recuperación, ampliación y garantía de todos
estos derechos que estamos perdiendo”.
La diputada nacional Lucila De Ponti
(Movimiento Evita) define: “La moratoria previsional es una experiencia inédita
de inclusión e igualación de derechos que le permitió a millones de personas
acceder al beneficio previsional, especialmente a mujeres amas de casa,
reconociendo el valor de esta tarea y la de todos los que forman parte de la
economía informal. Es junto a la AUH y el establecimiento del régimen de
trabajadoras de casas particulares, una de las políticas públicas fundamentales
orientadas a combatir la desigualdad de género y reconocer el aporte económico
que hacemos las mujeres con las tareas del hogar y el cuidado de personas. Esta
decisión del gobierno nacional de limitar el acceso al beneficio previsional a
millones de mujeres porque no cumplen con los aportes es otro eslabón en la
cadena de medidas que profundizan la situación de desventaja que sufrimos
y es sin duda un retroceso en materia de derechos y oportunidades”.