CIENTIFICIDIO,
POLÍTICA DE ESTADO
(Por Nuria Giniger y Rocco Carbone (*), publicado en PAGINA12)
(“Hay científicos
que iban a volver al país y ahora no lo van a hacer”, dijo Kornblihtt.)
Por lo que concierne a la Ciencia y la
Tecnología, en tres años de gobierno la Alianza Cambiemos nos ha dejado una
enseñanza: que su política de Estado es el cientificidio.
Desde que asumió Macri venimos denunciando el
ajuste brutal que se despliega sobre los organismos de Ciencia y Tecnología.
Ajuste que fue agravándose, a pesar de la mayoritaria oposición expresada en
las calles, en el Congreso, en movilizaciones, performances y numerosísimas
acciones impulsadas por el sector científico. En 2017 dijimos que esta política
de destrucción tiene un nombre: cientificidio, retomando otra categoría reflexiva,
de denuncia y de lucha –femicidio– propia de un potente movimiento emancipador
argentino, latinoamericano y mundial.
Este gobierno pretende asesinar el sistema
científico-tecnológico público y de esta forma entregar una porción más de
nuestra soberanía y de las potencialidades de desarrollo basado en la
producción de conocimiento de/desde/para las grandes mayorías postergadas de
nuestra sociedad. El Conicet –el organismo mayor de Ciencia y Tecnología, por
lo que concierne a cantidad de trabajadorxs, de centros de investigación
diseminados por el país, profundamente ligado a las universidades nacionales y
a múltiples organizaciones estatales y populares– tiene su llave de
defunción.
A manera de síntesis, nos detendremos en
cinco aspectos a manera de balance del cientificidio en 2018.
1.- La degradación del Ministerio de Ciencia,
Tecnología e Innovación Productiva (MinCyT) a Secretaría (SinCyT) –esta última
sigla en realidad significa “Sin Ciencia y Tecnología”–. Es el sinónimo más
visible del cientificidio. Esta desjerarquización no implica solo un problema
económico sino especialmente simbólico. Indica la distancia entre el discurso
pro-ciencia de Alianza Cambiemos y la acción de desguace del sistema de
CyT.
2.- El desfinanciamiento de los Centros
Científico-Tecnológicos (CCT) a través de la subejecución presupuestaria (se
les otorgó solo el 40 por ciento de lo estipulado) y el aumento inflacionario,
particularmente de las tarifas. Producir ciencia y tecnología en condiciones
pre-energía eléctrica es una contradicción inaudita. Lxs trabajadorxs de los
CCT están aportando de sus propios salarios para pagar la boleta de luz de los
institutos en los que trabajan. La “solución” que planteó el Conicet ha sido
que se paguen los gastos con ventas de servicios a terceros. Ya lo discutimos
en la década de 1990: no producimos Ciencia ni el Estado financia el sistema de
CyT para que se mercantilice un conocimiento adormecido y acrítico. Es
responsabilidad del Estado financiar la producción científica, puesto que se trata
de un bien social y de un derecho humano.
3.- La falta de disponibilidad presupuestaria
para reuniones científicas anunciada a fines de diciembre pasado implica que
lxs trabajadorxs del sistema de CyT no podremos organizar congresos, jornadas,
seminarios, conferencias financiadxs por Conicet. Esta decisión implica que no
podremos planificar una parte esencial de nuestro trabajo y que estaremos
aislados de los debates científicos que se articulan tanto en la región como en
el mundo. Justo cuando “la Argentina vuelve al Mundo y el Mundo le da la
bienvenida”, la Alianza Cambiemos nos priva de los intercambios, las
actualizaciones y los debates, componentes centrales de la producción de
conocimiento.
4.- El desfinanciamiento de subsidios a los
proyectos de investigación: esto implica anular de hecho la posibilidad de
seguir produciendo conocimiento. Lxs investigadorxs trabajamos en el seno de
equipos de investigación que concursan por subsidios destinados a financiar lo
que realizamos. Sin ese dinero no hay producción. Pero no solo no se giran los
fondos de los subsidios ya asignados, sino que no se readecuaron a la
devaluación. Estas decisiones políticas generan desigualdad, profundizan la
meritocracia y el elitismo entre los equipos que consiguen financiamiento externo
(de agencias extranjeras o países centrales) y los que no los consiguen.
También en nuestro sector se verifica entonces el doble estándar que la Alianza
Cambiemos extendió sobre Argentina, entre vidas que valen y vidas desechables.
Entre vidas que tienen derechos y vidas que están condenadas a residir en las
calles debajo de cartones. Más: los equipos que no consiguen financiamientos
internacionales trabajan problemas ligados a temas de educación, salud,
vivienda, desarrollo productivo y tecnológico, laboral y un largo etcétera.
Problemas propios de nuestra región y nuestros pueblos, que no son de interés
para las agencias internacionales.
5.- Lxs trabajadorxs del sistema científico
tecnológico hemos obtenido un 25 por ciento de aumento salarial anualizado
frente a una inflación que supera por mucho el 40 por ciento. Nuestros salarios
son deplorables. Y en el caso específico de lxs administrativxs y lxs becarixs,
no alcanzan la canasta básica. Esto se suma a la reducción de cupos en becas e
ingresos. Se trata de decisiones políticas que impactan en un éxodo de
trabajadorxs: “fuga de cerebros”, expulsadxs del sistema por reducción de cupos
(becas e ingresos), aumento de la carga laboral, destrucción de equipos de
investigación.
El cientificidio está desplegado desde hace
tres años. Lo advertimos en las vísperas de la victoria de la Alianza Cambiemos
y se llevó a cabo –con gran resistencia– durante este ciclo político que en
2019 debe ser interrumpido. El nuevo año nos encuentra con una oportunidad
histórica: organizarnos (mejor), ser (más) eficaces en la articulación con el
resto de lxs agredidxs para detener definitivamente los ataques sistemáticos a
la vida del campo popular. Nos convocamos enfáticamente (dejando de lado los
sectarismos) a planificar juntxs las acciones de resistencia, respetando
nuestras diferencias, para construir una alternativa política unitaria que se
proponga un camino emancipador. 2019 no debe ser entendido apenas como un año
electoral ni como una disputa coyuntural con el objetivo de tener un gobierno
menos malo que el de la Alianza Cambiemos. 2019 significa la disputa por la
Historia. Por la Historia emancipada, libre y justa del siglo XXI argentino y
latinoamericano. Y nosotrxs nos tenemos que asumir como lxs sujetxs de ese
nuevo ciclo vital y humanista.
(*) Investigadores del Conicet;
Liberación-Corriente de Universidad, Ciencia y Tecnología.