Una memoria a mis antepasados, a mis vivencias...unos versos de futuro.
QUIEN NO SE OCUPA DE NACER SE OCUPA DE MORIR
miércoles, 16 de octubre de 2019
ХНЫКАНЬЕ
Hay hambre que solloza
limite con el resplandor
la palidez hecha rostro
con zumbido de un viento
que duele
Hay imploraciones al cielo
de que gane la paz
de servir
de que el otro logre todo
Hay música de noche
que lleva el traqueteo
de un camastro dormido
la vasta suma de resoplidos
de placer
Hay un nene que lloró
sus suspiros, luego
aprueban nuestra mueca
de la lastima
el haberlo evitado
Hay broncas que son bufidos
de lo que no hicimos
el maullido
de nuestra desgracia
Hay un achaque acedado
que recorre la sala fría
aun cuando los íntimos
te acompañan
Gemimos, siempre
muchas veces, solos
...Tu corazón sin
idioma, desencontrado, la latitud sin ahora, atemporado, una gaviota vieja escondida, el desplendor del ansia aburrida, un solitario mundo sin porqué.
CAMILO,
UNA FLOR PARA NOSOTROS
(Por
Fidel Díaz Castro, en el blog “La Pupila Insomne” de Iroel Sanchez)
Camilo, una flor para nosotros
Hoy mi canto no comenta
un dolor ni un desengaño.
Hoy mi canto no presenta
vulgaridades en el amor.
¡Al fin está cantando el Benny!
Es una de las madrugadas del 59; lo habían
esperado hasta el colmo, pero nadie se fue, sabían que él llegaría a su Ali
Bar, como siempre, con “el pico caliente” a despeñar el alma en su cristalina y
desgarrada voz hasta el amanecer:
Hoy dedico mi canto a las madres
que sufren la ausencia
del hijo idolatrado
que valientemente cayera
defendiendo el sagrado derecho de la libertad
y a la patria que solemnemente jurara
lealtad.
Termina la canción y el Benny se
desconcierta, no hay aplausos: ¿Qué pasó? Pronto se da cuenta: alguien tose,
hay sollozos, una mujer inclina la cabeza sobre la mesa, hay quien no puede
contenerse y rompe en llanto; el público está conmocionado. Ha tocado el amor
de madre, de la patria, y apenas ha terminado la guerra (si es que con el
triunfo de la Revolución ha terminado). Hay un toque extra de estremecimiento:
en el público hay un joven de 27 años y es uno de los grandes protagonistas de
la epopeya, Camilo Cienfuegos.
Al terminar la presentación, el joven
comandante va hasta el camerino, y su saludo es: “¡Benny, qué clase de canción
hasta cantado!” -como si se conocieran de toda una vida. No es difícil
imaginarlo tempestuoso, directo, llano, risueño, echando a un lado sus grados y
su tempestuosa historia.
Así fue el estreno de “Rezo en la noche”, la
anécdota la cuenta el propio autor Francisco Escorcia testigo excepcional; no
hay detalles, si hablaron algo más, si se extendió el encuentro, no fue
contado. Es posible que solo fuera un instante en el que dos de los más
populares cubanos se encontraban, dos leyendas diferentes, con algo –o
realmente mucho- en común: son amados por el pueblo porque del pueblo son.
Quien ha bajado hasta el hueco al fondo de la
casa 228 de la calle Pocitos en Lawton, donde está el mínimo apartamento en que
nació y se crió puede comprender por qué es Camilo de lo más humilde del
pueblo.
Las primeras imágenes de la Sierra lo
muestran con la ametralladora sobre el hombro, al más puro estilo hollywoodense;
o haciéndole bromas al Che (el único que podía darse ese lujo), llegando al
colmo en las transmisiones de Radio Rebelde, de la que ha quedado registrada la
grabación en que intercambian mensajes en días decisivos de la invasión, y en
tales circunstancias, como si jugando, Camilo le repite, excesiva y
vertiginosamente, como de carretilla:
-Así que dime si me entiendes, dime si me
entiendes, dime si me entiendes, dime si me entiendes… y te doy el cambio Che.
Y el hermano argentino, en tono calmado (no
es difícil imaginarlo negando con la cabeza con leve sonrisa) le contesta:
-¡Atención, Columna 2, Columna 2! Camilo te
entiendo perfectamente; se te ha rallado el disco, tienes que cambiarlo.
Las imágenes que nos quedan de él tributan a
la leyenda: el triunfo del 1ro de enero representado por sus mandarriazos a la
posta del campamento de Columbia, fortaleza central de la dictadura de Batista
que el Comandante en Jefe le ordena tomar. La caravana de la victoria y las
muchachas lanzándose al cuello del flaco del sombrero alón y la sonrisa franca;
el discurso de las palomas y Fidel virándose hacia él: ¡Voy bien Camilo!
El cátcher del juego de los Barbudos,
recibiéndole con maestría al Comandante, y la famosa frase (seguramente en tono
jocoso) cuando lo invitan a jugar en el otro equipo: ¡Contra Fidel ni en la
pelota!
Y en el clímax de una traición, su voz ronca
y rajada retumba todavía hoy desde el balcón del Palacio Presidencial,
declamando ante su pueblo, los versos de Bonifacio Byrne, dos días antes de su
desaparición física:
Si desecha en menudos pedazos
se llega a ver mi bandera algún día
nuestros muertos alzando los brazos
la sabrán defender todavía.
La última es una foto en la que camina
delante del traidor, otrora compañero de armas, que pretendía sublevar contra
la revolución a la provincia de Camagüey. Solo con su autoridad moral se abrió
paso entre los amotinados y le dijo a su jefe: Acompáñame que estás preso. Le
dio la espalda y salió caminando.
Horas después, no quiso renunciar a un viaje
de regreso en una avioneta Cessna, con anunciado mal tiempo.
Desde aquel 28 de octubre de 1959 el pueblo
lo busca, y se busca en Camilo. Quizás por ello ese día llevamos una flor al
mar, o al río, o a un estanque en la escuelita, a cualquier lugar… a fin de
cuentas él está donde su pueblo, y esa flor en donde el Benny irrumpe a
despeñar el alma en su cristalina y desgarrada voz hasta el amanecer: