500
años sin Leonardo Da Vinci: viaje a la mente más brillante de la mano de
expertos
(Por Luciano
Sáliche, en INFOBAE)
No hay viaje en el tiempo que nos permita
comprender lo que ocurría en la mente de Leonardo Da Vinci, excepto por la
voz de los estudiosos de su obra y su vida, personas que se animaron a
traspasar los obstáculos del espacio y del tiempo para intentar entender cómo
pensaba el hombre más brillante de la historia de la humanidad. ¿Cabe
una etiqueta tan grandilocuente? "Sí, es así", dice José
Emilio Burucúa al otro lado del teléfono en diálogo con Infobae
Cultura. Para este notable ensayista e historiador del arte, doctor en
Filosofía y Letras, Da Vinci "es una de las personas que más se acerca al
ideal del saber total. No sólo un saber adquirido, sino un saber que se renueva
permanentemente a partir de la investigación tanto estética como científica. Es
el hombre que cumple nuestros deseos más amplios: el de la curiosidad, sobre
todo. Aristótelesdaba tres reglas en este sentido: el animal curioso, el
animal político y el animal que ríe. A Da Vinci esa definición le cabe como a
muy pocos".
Para Martín Hadis —informático,
lingüista, antropólogo— también es apropiado hablar de Leonardo como la mente
más extraordinaria. "Por innovar en tantas áreas y por ver en todos los
siglos más allá de su propia época. Fue a la vez artista e ingeniero,
pensador e inventor. Y en todas esas facetas creó e innovó de una manera
increíble", le dice a Infobae Cultura.
Hay una palabra que define su destreza: polímata —persona
cuya sabiduría abarca conocimientos sobre campos diversos de la ciencia, arte y
humanidades—, ya que fue pintor, anatomista, arquitecto, paleontólogo,
botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor,
músico, poeta y urbanista. El Renacimiento fue el tiempo en el que
desarrolló su creatividad, que se expresa en el punto justo en que la humanidad
pasó de la Edad Media a la Edad Moderna. Todos los cambios culturales que se
estaban viviendo —donde la ciencia racional empezaba a destronar la hegemonía
de la religión con inventos como la imprenta, la brújula y el telescopio
galileano— quedan reflejados en sus obras, ya no sólo artísticas, sino también
políticas y filosóficas.
(“Autorretrato”, de un lado, y del otro, una
de las obras más perfectas de Leonardo: “El Hombre de Vitruvio” o “Estudio de
las proporciones ideales del cuerpo humano”)
La distancia temporal es demasiado grande y
los cambios que atravesó el mundo hasta llegar a lo que es hoy son enormes.
Bastará con poner un buen ejemplo: cuando la expedición capitaneada por Cristóbal
Colónllegó a América —escena profundamente simbólica si las hay: aquel
acontecimiento histórico del 12 de octubre de 1492—, Da Vinci tenía cuarenta
años. Es decir, es contemporáneo a un mundo que a nuestros ojos ya se nos
presenta lejanísimo.
Vayamos al punto inicial, su nacimiento. Fue
el sábado 15 de abril de 1452 y si bien es el descendiente de una rica familia
de nobles italianos, fue hijo ilegítimo, ya que su madre no era la esposa del
canciller y embajador de la República de Florencia, Piero Fruosino di
Antonio, sino una de sus amantes: Caterina, muchacha pobre y de familia
campesina, probablemente esclava de Oriente Medio. ¿Cuánto lo habrá determinado
durante su vida esa impureza de origen? Murió unos días después de que un
sacerdote lo confesara y le concediera la extremaunción, el 2 de mayo de 1519
en Cloux, Francia, a los 67 de edad. De aquel hecho, hoy se cumplen quinientos
años.
De inventos y matices
¿Quién fue realmente Leonardo Da Vinci,
o mejor dicho: qué fue? ¿Por qué es una de las mentes más brillantes de la
historia de la Humanidad? ¿Cuál fue su contribución a las sociedad
contemporánea? "Hay tantos de sus inventos que siguen en uso hoy en día
—dice Hadis— que resulta difícil hacer una muestra. Para solo decir algunos: el
paracaídas, robots, los helicópteros, el ancestro de la ametralladora moderna,
el anemómetro. Y cuatro siglos antes de los hermanos Wright, Leonardo ya estaba
diseñando los antepasados de los aviones modernos."
Por su parte, Burucúa asegura que el legado
"es un modelo de consecuencia, un modelo de probidad intelectual: un tipo
que nunca aceptó nada dado definitivamente sino que siempre todo debía ser
sometido al escalpelo de la crítica. Es un modelo de actitud frente al
conocimiento". Y da como ejemplo el esfumado, un descubrimiento estético
pero también filosófico: técnica pictórica que, al aumentar varias capas de
pintura extremadamente delicadas, proporciona a la composición unos contornos
imprecisos que dan la sensación de claroscuro.
"Consiste en pasar muy gradualmente
—explica—, muy lentamente de la luz a la sombra. Es una especie de
parábola estética. Ya sea un cuerpo humano o un bosque, sus obras muestran que
el paso de la luz a la sombra es tajante y violento, pero siempre hay tonos
intermedios. Si bien en los personajes retratados hay un aura de inquietud y
misterio de movimiento, nunca sabemos si vienen de la luz a la sombra o de la
sombra a la luz. Es fantástico porque también lo es como símbolo de estas
transiciones que buscaba en otro plano: el comportamiento del agua o de las
nubes. Le encontraba una dinámica que transformaba constantemente las cosas. Es
una de las grandes lecciones que nos deja: la complejidad de lo real y la
necesidad de los matices".
El Milagro de Milán
Además de La Mona Lisa, el cuadro
que se ha transformado en una suerte de influencer pop y del que más se ha
escrito, una de sus obras más célebres es La última cena, pintura
mural que hizo entre 1495 y 1498 en el refectorio del convento dominico de
Santa Maria delle Grazie, en Milán. Para muchos expertos e historiadores del
arte, una de las mejores obras pictóricas del mundo. Así como muchos materiales
que se perdieron de Da Vinci, estuvo a punto de dejar de existir. Sin embargo
ocurrió un milagro: el Milagro de Milán. Pese a sus posturas críticas contra la
Iglesia, Da Vinci creía en Dios y en su divinidad, pero ¿a qué le hubiera
atribuido lo ocurrido con su pintura en 1943?
"En agosto de 1943, poco después del
arresto de Mussolini —cuenta la historia del arte Andrea Giunta en
diálogo con Infobae Cultura—, los bombardeos estratégicos realizados por
los aliados arreciaron sobre la ciudad de Milán. El 12 de agosto de ese año 504
aviones descargaron 380.000 bombas incendiarias. La ciudad perdió la tercera
parte de sus edificios. El 14 de agosto y los días subsiguientes las bombas
cayeron sobre el convento de Santa Maria Delle Grazie, en cuyo refectorio se
encuentra La última cena
En busca del intelecto de Leonardo
Ante la pregunta de si hubo otras mentes
similares a la de Da Vinci, con ese saber total, con esa expansión intelectual
hacia casi todas las áreas, Burucúa no lo duda. "Sí, por supuesto, las
hubo", responde y agrega: "De otras civilizaciones se puede mencionar
a Confucio, y en el mundo antiguo tal vez Aristóteles sea el que
más se le parezca. O Leon Battista Alberti, un hombre de una enorme
cultura que investigó los temas más dispares, y que fue un espíritu
universal. Alberto Durero quizás no tanto como Leonardo pero fue un
tipo de una vastísima cultura. Pico della Mirandola o Pietro
Pomponazzi fueron espíritus enormes. En el siglo XVIII un tipo como Diderot está
muy cerca".
Y en esa lista pensada en voz alta pone a un
argentino: "El Dr. Juan Martín Maldacena puede estar muy
cerca", dice Burucúa. "Un tipo comoMax Weber sabía todo lo que
se podía saber: desde la matemática y la física hasta la sociología. No está
tan lejos: murió en la década del veinte.Linus Pauling, el químico
norteamericano, que fue dos veces Premio Nobel, de Química y de la Paz, es un
espíritu total, un espíritu universal y murió hace poco. Algunas filósofas del
siglo XX han alcanzado cumbres del saber. Hannah Arendt, por
ejemplo".
¿Y en la actualidad? Burucúa duplica la
apuesta y se ríe. "No, para nada. No es imposible que existan mente así en
esta actualidad. De hecho, posiblemente haya muchos y no nos damos cuenta. Pero
pienso en un niño o en los adolescentes de 13 años: tienen esa capacidad
exploratoria de lo real, esa curiosidad, muy propia de Leonardo. Claro, nadie
va a poder colocarse a la vanguardia de la totalidad de los saberes de hoy,
aunque él sí lo estaba".
(“La última cena” es una pintura mural
original de Leonardo da Vinci ejecutada entre 1495 y 1498)
Hacia el fin de los enigmas
Es cierto, la época en la que vivió Leonardo
Da Vinci era muy diferente y muchas de las cosas que la ciencia hoy ha
develado aún permanecían ocultas. Pero ¿y ahora? ¿Han cesado los enigmas?
Burucúa responde de esta forma: "Del universo ignoramos un 98%. Los
enigmas son enormes, monumentales, colosales. ¿En qué consiste la materia
oscura o la energía oscura? De eso sabemos muy poco. En el plano de la física y
la cosmología estamos en pañales, todavía. Nosotros no tenemos una teoría de la
vida pero Leonardo sí. No podemos dar una definición de la materia viva y qué
es lo que la diferencia de la materia no viva. Posiblemente no exista una
frontera. Tampoco tenemos muy bien definido qué es el ser humano: no está muy
claro dónde está esa frontera con lo animal. Hay ahí muchísimo para trabajar.
Tal vez la humanidad es un momento tardío de una forma peculiar de lo animal.
Hay tantísimo por saber. Por ejemplo, de lo que nos rodea sobre el fondo de los
mares es poco lo que sabemos".
La pregunta por internet es inevitable. ¿De
qué modo podría ayudarnos aquel jardín borgeano, el de los senderos que se
bifurcan, a establecer un estado de situación? "Sería muy interesante que
alguien, utilizando una herramienta tan simple como internet, viendo el estado
de las disciplinas que transitó Leonardo, especifique cómo está hoy la cuestión.
Ahí se vería que es tan dinámico y profuso todo lo que nos queda por hacer. No
creo que lo estructural se haya modificado. Desde que empezamos con el
razonamiento, el conocimiento es una larguísima e interminable
construcción y yo no creo que pueda terminar alguna vez", concluye.