ROSAS A CREDITO
La plusvalía sigue estando, y es la esencia de
la explotación, llevamos más de 160 años supuestamente sabiéndolo, pues entre
enero de 1862 y Julio de 1863 el no tan joven Marx preparo el manuscrito que
llevaría el nombre de “Teoría sobre la Plusvalía”. El concepto ya había sido
abordado por Adam Smith y David Ricardo, aunque no con ese nombre, reconociendo
que había un excedente que se lo quedaba el dueño de los medios de producción.
Marx desarrollando y criticando la teoría del valor de David Ricardo, pudo
llegar a diferenciar entre trabajo y fuerza de trabajo y en El Capital
desarrolla con plenitud el plusvalor, como el valor no pagado del trabajo del
obrero que crea un “plusproducto” que se lo apropia el empresario dueño. Allí
no solo explicita lo anterior, sino que se rebela ante semejante injusticia
económica y social.
Milei es un alumno actual del Smith, que en su
tiempo defendió a capa y espada que el Estado debía ocuparse únicamente de la defensa,
la seguridad y la justicia, y que en definitiva debía garantizar que las
personas y las empresas actuaran económicamente libres de cualquier atadura. No
por gusto se considera a ese Adam como el padre del liberalismo económico,
porque el otro Adán con ene, es el padre de todos los humanos, ¡por Dios!
Ahora bien, El Estado podría, interviniendo
social y económicamente de forma eficaz, “reparar” en parte la distribución de
esa plusvalía, al menos la concentración de la riqueza no quedaría en manos de
unos pocos, al decir que 62 personas en el planeta Tierra amasan la riqueza equivalente
acumulada de 3500 millones de seres humanos, sin embargo, los actuales vientos
que soplan, en una parte de los países del Mundo, se encaminan a destrozar, lo
poco o mucho de “beneficio” alcanzado por el Estado Capitalista actual, sobre
todo después de la Segunda Guerra Mundial.
Y fíjense que hasta ahora no hable de
Socialismo y mucho menos de Comunismo, aunque nuestro presidente denomina con
esos nombres a todo aquel que simplemente quiere distribuir mejor la “torta” de
la plusvalía y no acabar definitivamente con ella, socializando todos los
medios de producción como nos propuso el “viejito” Marx.
Marx lo decía entonces, la plusvalía en
definitiva en un “hecho oscuro” que queda camuflado para el común de las
personas y hoy en día, el gran capital hasta ha logrado que se acepte como
indispensable para el desarrollo de las personas y los países, se escucha decir
con frecuencia en el común de la gente cuando se habla de estos temas, “pero si no hay inversión no hay trabajo y
desarrollo”, “Y el tipo tiene que
ganar porque él se está arriesgando”, “yo
me voy a la casa tranquilo, pero él se queda con la preocupación de si se vende
o no la mercadería”…con lo cual ese argumento de la plusvalía y la
explotación del hombre por el hombre, no convence a nadie. Y del lado del
frente, el intento de socializar los medios de producción y acabar
definitivamente con la plusvalía, no logró y no ha logrado donde se aplicó a
raja tabla esa solución, el desarrollo de las fuerzas productivas que sean un
ejemplo a seguir, ya sea porque el estado al final era un armatoste que tenía
dificultades extremas para caminar como por el encadenamiento extraordinario
con “violencia y alevosía” de libertades individuales. Se pone en dudas
entonces, la idea que, en las condiciones actuales de globalización y
distribución del trabajo en el Mundo, un solo país aislado pueda hacer uso de
semejante drástica solución de acabar con la plusvalía, en definitiva, no nos
queda otro remedio que aceptar la presencia de ella por un largo periodo de
tiempo humano y utilizar el estado como interviniente fundamental en la
distribución más socializada de los dividendos que se obtienen por su
presencia.
Sin embargo, hay otro aspecto introducido en
las sociedades capitalista actuales, que viene de vieja data que llama
poderosamente mi atención y que es fuente no solo de sojuzgamiento de países
poderosos hacia los medianos y pobres países, sino el “nuevo” tipo de sometimiento
del empresariado a los trabajadores, me refiero a EL CREDITO.
Recuerdo una famosa novela en Cuba que se pasó
por televisión en 1983 y que coronó con el estrellato a la iniciada entonces
actriz cubana Susana Pérez, se llamaba “Rosas a Crédito”, la misma estaba
basada en la novela del mismo nombre escrita por la escritora ruso-francesa Elsa
Triolet, publicada en francés originalmente en 1959. La novela se desarrolla
precisamente en ese tiempo europeo después de la Segunda Guerra Mundial,
específicamente en Francia de los años 50, donde para su reconstrucción después
del desastre de la guerra recibió la enorme ayuda de Estados Unidos con el Plan
Marshall, en ese contexto Martine, una joven adolecente pobre, hija de Marie y
hermana de varios menores varones, vivía en un cuchitril de madera, en el campo
francés, ella estaba perdidamente enamorada de Daniel Donelle, mayor que ella
cuatro años e hijo de un cultivador de rosas, que su anhelo más grande, era
lograr una rosa con el perfume de la rosa antigua, pero con el diseño y el
color de la rosa moderna. Martine por su parte no quería aquella vida miserable
y en las noches a oscuras y entre ratas, soñaba con irse de allí, comienza a
trabajar en una peluquería cercana a su casa y utilizando los mecanismos que
aun hoy se brindan con bastante efectividad, para consumir ya, lo que más tarde
tendrás que agenciártela para pagar en cuota, me refiero al mecanismo del
crédito, se muda a un moderno departamento en la ciudad y comienza a equiparlo
con lo más sofisticado de la época, incluyendo un colchón a muelles. La
historia de Martine termina trágicamente cuando ella, llena de deudas y tratando
de escapar de la enfermedad del consumismo de la ciudad, regresa y se pierde en
el bosque, y allí desmallada es devorada por las ratas, que la habían
“acompañado” en el pasado en la pocilga donde vivió con su madre y hermanos,
todo un símbolo la escena, para colmo su incondicional amor Daniel Donelle, cuando
se entera de lo sucedido decide en conmemoración al sufrimiento de su amada
crear un perfume con el nombre “Martine Rosado” que llega hacer un éxito de
ventas.
¿Es el Crédito, una “nueva” forma de
“plusvalía”, donde se esconde la explotación más despiadada del Capitalismo
actual no solo a países sino a individuos propiamente dicho?
No sé si es la pregunta correcta tal vez, lo que,
si sería bueno repasar algunos números y situaciones que me ayudan a
reflexionar y llegar a la conclusión que, por lo pronto, estamos en presencia
de un instrumento de dominación capitalista, incluso con implicaciones en las
decisiones de preferencias políticas de los votantes actuales, al menos en la
Argentina.
El crédito, en definitiva, es un préstamo de
algo, muchas veces de dinero para devolver de a poco (en “cómodas” cuotas, es
siempre la propaganda) con un plus encima, que se llama interés. Está claro, el
que presta, quiere su dinero, pero también quiere tener ganancias de esa
operación, y como casi siempre el dinero se devalúa, pierde valor con el
tiempo, el que presta pone un interés por encima de esa devaluación en el
tiempo. Mises (de quien es admirador nuestro presi y que ha hecho que al menos,
intentemos saber de quien se trata) en su libro “Teoría del dinero y del
crédito” planteó cosas interesantes, sobre todo porque su obsesión era explicar
de dónde venía la famosa inflación o en definitiva la devaluación del dinero,
en ese sentido decía, que el dinero no era un invento con el surgimiento del
estado como tal, sino una relación social que se establece en la interacción
comercial o no entre los individuos de una comunidad o sociedad, y que además
pierde valor de intercambio cuando los estados emiten dinero solo para
financiar “sus” gastos sin ningún sustento de convertibilidad. En su teorema de
regresión del dinero, plantea que el dinero es una mercancía más y su valor se
expresa por el valor que tiene en ese intercambio. En el caso del papel moneda
su valor original estaba respaldado en su momento por un producto básico, en
muchos casos fue el oro.
Si nos adentramos un poco en la historia del
dólar, por ejemplo, su preponderancia Mundial, como patrón de referencia para
otras monedas surgió después de la Segunda Guerra Mundial. Entre el 1 y 22 de
julio de 1944 en el famoso entonces Hotel Mount Washington, en Bretton Woods, se
llevó a cabo la famosa Conferencia con la participación de 44 naciones que dio
lugar más tarde a lo que se conoce como el Acuerdo de Bretton Woods. Allí se
determinó que el dólar seria la moneda de referencia de todas las demás
existente, pero hay que entender el contexto de aquella determinante
conclusión.
En aquel entonces, la mayoría de las naciones
del llamado Tercer Mundo, sobre todo de África y parte de Asia aún eran
colonias europeas o de Estados Unidos, por lo que no tuvieron representación
propia. Los representantes de América Latina eran muy permeables (como si ahora
no lo son) al control de la Casa Blanca. India todavía no había alcanzado la
independencia plena y su delegación fue de conjunto con la británica. Los
países comunistas del oeste, a la cabeza de la Unión Soviética, no eran lo que
fueron después en 1955 con el Pacto de Varsovia, pero no ratificaron los
acuerdos. En China todavía no había ocurrido la Revolución Comunista de Mao del
22 de enero de 1949, aunque estaba en proceso interno desde 1927, así que
participo como la Republica de China y aunque voto a favor, una vez que
llegaron los comunistas en 1949 al poder se retiraron del acuerdo. Alemania,
Japón e Italia, era el bloque del mal y en 1944 estaban a punto de ser
derrotados en la Segunda Guerra Mundial, ya había ocurrido el Día D con el
desembarco tarde de “los aliados” por Normandía el 6 de Junio de 1944, los
Soviéticos por su parte habían comenzado la ofensiva Leópolis-Sandomierzen en
el suroeste de la Unión Soviética y de Polonia Oriental, también había tenido
lugar la Operación Bragation que permitió que el Ejército Rojo liberará
Bielorrusia, Lituania, Letonia, Polonia oriental, y el este de Rumania. Las
naciones de Europa occidental aún eran campo de batalla de la guerra y estaban
desangradas, específicamente Francia, donde la Liberación de Paris se logró el
25 de agosto de 1944. En esas condiciones Estados Unidos, que producía la mitad
del carbón mundial, dos tercios del petróleo, más de la mitad de la
electricidad e inmensas cantidades de barcos, coches, armamento, maquinaria, en
fin, era toda una potencia mundial, iba a tener un considerable control sobre
las decisiones finales de la conferencia, al punto que terminó imponiendo su
diseño, derrotando la propuesta inglesa diseñada nada menos que por John
Maynard Keynes (nuestro Presi lo odia).
Es decir, en definitiva, en aquella Conferencia
de Julio de 1944 en Bretton Woods, había dos propuestas a discutir, una británica
que había elaborado Keynes y otra yanqui que había elaborado el economista,
Director del Dpto. del Tesoro Harry Dexter White. La de Keynes era más
“solidaria y democrática” y en principio pretendía crear una moneda nueva
BANCOR que emitiera un órgano internacional de compensación, a llamarse International
Clearing Unión (ICU), que estuviera atada a las monedas fuertes de entonces y
fuera canjeable en moneda local por un cambio fijo. Este nuevo órgano ICU sería
un intermediario para que los países con excedentes financiaran a los
deficitarios, vía transferencia en BANCOR de sus excedentes, por supuesto en
forma de créditos, eso haría crecer la demanda y alentaría el desarrollo,
siendo beneficioso para todos. La clave de la propuesta británica era que los
países acreedores y los deudores estarían obligados a mantener una balanza
comercial equilibrada y, en caso de incumplimiento, se pagarían intereses sobre
la diferencia; de los Gobiernos dependerían las medidas para mantener una
cuenta cero.
Claro está, minga dirían los yanquis, que por ese entonces conservaban en sus arcas el 80% del oro del Mundo y no querían compartir su superávit comercial con una Europa destruida y deudora de por sí. Los británicos y su propuesta estaban en desventajas pues necesitaban de los créditos americanos para avanzar después de la guerra, así que se impuso la propuesta de White en la conferencia, el dólar respaldado en oro como moneda única de intercambio y la creación de un Fondo Monetario Internacional con un capital inicial de 8800 millones de dólares, con cuotas a cumplir por cada miembro en función de su poder de fuego avalado por su PBI. A Estados Unidos le correspondería una cuota de 2740 millones (equivalente al 31,1 %), al Reino Unido 1300 millones (14,8 %), la Unión Soviética 1200 (13,6 %), China 550 (6,3 %) y Francia 450 (5,1 %), para los cinco primeros. y que en definitiva determinó el poder de veto y de aprobación de las decisiones del Fondo a crear y aun hoy en día sigue igual. El restante 29% se repartió entre otras naciones participante del Acuerdo de Bretton Woods, en proporciones muy chica, América Latina en total le toco el 8.38% repartido en 18 paises, entre ellos, México, Brasil, Bolivia, Republica Dominicana, Cuba, Chile, Colombia, Nicaragua, Venezuela, Uruguay, Ecuador, Perú, el Salvador, Panamá, Paraguay. Argentina no participó en la Conferencia de Bretton Woods de 1944 debido a que Estados Unidos la excluyó como represalia por su neutralidad durante la Segunda Guerra Mundial. A África le toco 2,34% y estuvo representada por "tres Paises", Egipto, Etiopia, La Unión Surafricada. El Oriente Medio disponía de un 2,24 % de votos, con Turquía, Líbano, Irán, Siria, Iraq. Europa Central y del Este tenían un 3,90 % de votos, con Polonia, Checoslovaquia y la Yugoslavia de Tito.
El Acuerdo de Bretton Woods dio lugar sin dudas al Nuevo Orden Económico Internacional, con Estados Unidos asumiendo el patrón de oro para el dólar, establecido en ese momento en 35 dólares fijos para la onza de oro. Al mantenerse fijo el precio del dólar, los demás países deberían fijar el precio de sus monedas con relación a aquella, y de ser necesario, intervenir dentro de los mercados cambiarios con el fin de mantener los tipos de cambio dentro de una banda de fluctuación del 1 %. Con este acuerdo, cada vez que algún país miembro tuviera déficit en la balanza de pago, debían acercarse al FMI de entonces para gestionar prestamos cortos que debían pagar en tres o cinco años.
Aquel acuerdo sirvió y mucho, pero desde el fin
de la Segunda Guerra Mundial en 1945, estallo la guerra fría y ante el avance económico
y social comunista en Europa Oriental por intervención de la Unión Soviética,
Estados Unidos decidió implantar su conocido Plan Marshall al Occidente de
Europa, con ideas de “fortalecer las democracias, ampliar la clase media
europea y apoyar el desarrollo de la empresa privada”. Para ello usando su dólar
como moneda internacional de cambio, y respaldada con mucho oro en sus reservas,
a sus “nuevos socios” de Alemania, Italia, Francia e Inglaterra dio préstamos a
bajísimos intereses, subsidió a complejos industriales y del campo europeo,
financio obras de infraestructuras, proveyó asistencia técnica en administración
técnica de empresas importantes.
Escribir sobre la guerra fría y el dólar como patrón
de todas las monedas del Mundo es largo y tendido, así que solo llegaremos al
punto cuando todo aquel Acuerdo de Bretton Woods se desarmo por el mismo país que
lo impulso en su momento, los yanquis.
Volviendo al libro de Ludwig von Mises
mencionado arriba, “Teoria…”,
encontramos algunos enunciados que nos sirven para lo que vendría después de
1971, como aquello que dice que “El
dinero pierde valor cuando los gobiernos emiten billetes no convertibles para
financiar sus gastos”. “Las políticas de los bancos que inyectan dinero nuevo
en el mercado de préstamos pueden causar malas inversiones”.” La impresión continua
de dinero puede hacer que el sistema monetario se vuelva inestable y que los
ciclos de auge y caída se vuelvan viciosos”.
Es conocido que la Guerra sucia y despiadada de
Estados Unidos en Vietnam fue el detonante del Acuerdo de Bretton Woods, además
que por primera vez después de la Segunda Guerra Mundial en 1971 tenían déficit
comercial con todos sus socios de Europa y Japón. Los yanquis necesitaban
financiar en cantidades industriales aquella guerra que se extendía en el
tiempo por la valerosa resistencia del pueblo vietnamita y su gran líder Ho Chi
Minh, Richard Nixon dio la orden y Burns, presidente de la reserva federal le
dio a la maquinita de imprimir, olvidándose del respaldo en oro que debía tener
cada billete que se imprimiera, volando así por los aires, la primera consigna
del Acuerdo firmado en 1944. Los europeos
ni lentos ni perezosos, socios en las ganancias, pero no en las perdidas, exigieron
que sus excedentes en dólares en sus Bancos Centrales fueran cambiados por oro,
lo que llevo a una disminución brutal de las reservas del vil metal en Fort
Knox. Nixon, de un plumazo, y sin mediar palabras, o si, con un discurso que sorprendió
a todos, como un gran Emperador ( y todos los presi de ese país algo de eso
sienten, y sino fíjense en Trump), el domingo 15 de Agosto de 1971 a la noche,
en el horario estelar de la televisión de ese país, interrumpió todas las transmisiones
y dijo llanamente “He ordenado al
secretario [del Tesoro] Connally que suspenda temporalmente la convertibilidad
del dólar por oro", la idea era hacer que las exportaciones estadounidenses
fuesen más baratas y aliviar el desequilibrio comercial, además de no acabar
con sus reservas en oro que se le exigía del otro lado del Planeta.
A partir de allí el Mundo cambio por completo,
el dólar se convirtió en una moneda como las demás flotante, aunque la salvo, al
fin y al cabo, otro hecho económico, cuando sirvió de referencia para otro producto
básico y escaso como decía Mises, que ya no era el oro, sino el petróleo, dado
el acuerdo a que llego Estados Unidos con Arabia Saudita en 1974, para cotizar
en exclusiva el barril de petróleo en dólares.
El FMI y ese dólar de referencia se convirtió con
Estados Unidos a la cabeza en una nueva forma de dominación, los gobiernos que
ha acudido a sus préstamos han perdido su soberanía económica, y deben exigir a
su ciudadanía ajustes miserables en su vida diaria para pagar lo que deben.
Argentina lo está padeciendo.
Hoy el crédito para mí, es la “nueva” plusvalía
que mantiene a países e individuos encadenado a la explotación de los
poderosos. Podría decirse que es el cuento del huevo y la gallina, sino pides créditos,
no podrás contar con dinero suficiente para desarrollarte rápidamente, y por
otra parte cuando lo pides, tu deuda con sus intereses es tan usurera que
corres siempre detrás de la zanahoria y llega a estrangularte y en el peor de
los casos a ser devorado “por las ratas como le paso a Martine”.
Para muchos economistas identificados con el
liberalismo hay un concepto que repiten hasta el cansancio, “una sociedad desendeudada es una sociedad
pobre”, sino hay crédito no avanza la sociedad, el crédito y la deuda, es
la medida para ellos del progreso de una sociedad.
Siempre ponen de ejemplo a los Estados Unidos
como país con crédito y mucha deuda, pero al fin y al cabo prospero, sin embargo,
según un informe del Banco de la Reserva Federal de Nueva York de noviembre de
2024, el aumento de la deuda hipotecaria, de los préstamos para automóviles, de
las tarjetas de crédito y de los préstamos estudiantiles trepó a un máximo de
US$ 17,9 billones. Las hipotecas, que constituyen la mayor parte de la deuda de
los hogares, aumentaron hasta la cifra récord de US$12,6 billones. Representan
el 70% de los saldos totales de los hogares, sin embargo, la FED especifica: “Aunque la deuda de los hogares sigue
aumentando en términos nominales, el crecimiento de los ingresos ha superado al
de la deuda”, “Aun así, las elevadas
tasas de morosidad revelan estrés para muchos hogares, incluso en medio de
cierta moderación en las tendencias de morosidad este trimestre”, en definitiva,
una “sociedad prospera” debe vivir estresada. Continua el informe de la FED de noviembre
de 2024, por décimo trimestre consecutivo, un mayor número de propietarios de
viviendas se endeudó usando sus casas de garantía, ya que las líneas de crédito
con garantía hipotecaria aumentaron hasta US$387.000 millones. Los saldos de
las tarjetas de crédito aumentaron en US$24.000 millones, hasta US$1,17
billones, con la cifra récord de 600 millones de cuentas abiertas. Los créditos
para automóviles aumentaron en US$18.000 millones a US$1,64 billones. Además,
los préstamos a estudiantes aumentaron en US$21.000 millones a un récord de
US$1,61 billones. Si pides crédito progresas, según los liberales.
Ahora veamos esto mismo acá en el Sur. Según el
primer informe sobre inclusión financiera publicado en noviembre de 2019 por el
Banco Central de la República Argentina (BCRA), el 51% de las personas adultas poseía
en ese momento algún crédito con el sistema financiero. En diciembre de 2015,
cuando Cristina Fernández de Kirchner dejó el gobierno, esta proporción era del
46,8%. Cristina dejo una pobreza en la Argentina del 30,1% en el 2015, Macri dejo
una pobreza del 35,5% en el 2019. Pobreza y deuda van aparejadas.
Tanto Macri como Milei aplaudían de pie, con
las dos manos y los pies que aparecieran los créditos hipotecarios y en general,
los bancarios, Macri del 2015 al 2019, y Milei en este año 2024 que paso.
En un estudio presentado en Julio de 2024, por
el Centro de Almaceneros y Comerciantes Minoristas de la Provincia de Córdoba,
daba cuenta, a partir de 4200 encuestas realizadas en todo el país, que el 93
por ciento de los hogares argentinos tiene deudas y que, aunque más del 25 por
ciento de las familias se endeudan a través de la tarjeta de crédito, también
intervienen otros actores como los bancos, las prepagas, los préstamos
informales y hasta el fiado. Un dato que preocupa es que el 54 por ciento de
las deudas tomadas con crédito corresponden a la compra de alimentos, seguido
de lejos (casi 40 puntos por detrás) por la carga de combustible. En ese
sentido, el estudio advierte que casi el 60 por ciento de las personas tiene
entre dos y tres obligaciones financieras. Ante un contexto que marca inflación
alta, salarios bajos y aumento de la pobreza, la deuda deja de ser una opción
para convertirse en una necesidad. El primer semestre de 2024 el INDEC marco
una pobreza en la Argentina de 52,9%.
Pero hay otro aspecto a tener en cuenta con
este tema de los créditos de las familias y es que el tener deuda a pagar en el
tiempo condiciona tu voto político en el futuro.
Nadie ha podido explicar a ciencia cierta, y
definitivamente, no solo la reelección de Menem en 1995, tampoco el apoyo “popular”
por ahora a Milei, yo tampoco tengo una respuesta definitiva para ello, pero
solo dejo un intercambio que tuve con un camionero fletero que vivió los 90 con
Menem y está viviendo ahora lo de Milei.
- ¿Y cómo
te va con todo este lio de Milei y tu trabajo?
- Bien,
por ahora tengo trabajo, pero este es un loco y para mí no sale nada bueno de
todo esto.
- Che, ¿y
vos viviste lo de Menem?, ¿no?
- Si
- ¿Y qué
te paso?
- Al
principio anduvo, al final estaba todo mal, mucho desempleo.
- ¿Pero
lo votaste en la reelección? ¿no?
- Si,
pero, ¿sabes qué pasó?, estaba endeudado a mas no poder y el tipo me mantenía la
moneda estable, uno a uno, papá.
La deuda externa de los países condiciona no
solo su impronta hacia fuera del país, sino su desarrollo interno como
sociedad, las deudas individuales o de familia nos acogotan en nuestras preferencias
políticas, además de crearnos muchas angustias en un Mundo ya estresado.
.