EL
DEBER DE UN HOMBRE
(Por:
Osmany Sánchez, publicado en el blog "LA JOVEN CUBA")
(Leopold Trepper, 1974)
Durante años Lejb Domb, más conocido por
Leopold Trepper organizó y dirigió la red de espionaje soviética conocida como
La Orquesta Roja en la lucha contra el fascismo durante la segunda guerra
mundial. Los propios servicios secretos alemanes calculaban que esa red costó
más de 300 000 muertos a Alemania. Al concluir la guerra, Trepper regresó a la
Unión Soviética y cumplió 10 años de prisión antes de que se demostrara su
inocencia.
No es mi intención explicar los antecedentes,
sugiero que, para tener más información, leer La Orquesta Roja del escritor
francés Gilles Perrault o El Gran Juego, escrito por el propio Leopold Trepper.
Tampoco pretendo adentrarme en los errores del socialismo en esa etapa y sus
consecuencias porque lo que motiva este post es una frase Gilles Perrault para
describir a Trepper al salir de la cárcel:
“Dejó la cárcel tan comunista como antes
de ingresar a ella y aunque nosotros no somos comunistas, nos gusta que haya
mantenido su fe porque la derrota de un hombre a quien sus vicisitudes llevan a
arrojar sus convicciones como un fardo demasiado pesado, es la derrota de todos
los hombres…”
Cuando leí esta frase me vinieron a la mente
varios nombres de personas que confundieron el problema de un día con el de
toda la vida y los sucesos acaecidos con una persona con todo el sistema. Se
fueron de Cuba varias décadas después de la UMAP, pero justifican su decisión
con la existencia de estas. Hoy dicen God Bless America y
olvidan que en los años en que en Cuba existía la UMAP, en Estados Unidos había
baños para blancos y baños para negros y estos últimos estaban luchando por su
derecho a votar.
Aquel que pierde sus convicciones tan
fácilmente es que nunca las tuvo. Puede tratar de convencerse de lo contrario,
pero no puede obligar a los demás a que le crean. Reducir la Revolución al
policía grosero, el médico indolente, el administrador corrupto y el
funcionario obtuso, es una grave simplificación. El proyecto que estamos
construyendo, tiene errores pero también muchas virtudes que pasan inadvertidas
por ser cotidianas. Se recuerda más a un mal policía o médico que a los muchos
buenos que nos encontramos antes.
Hay que ser consecuentes con nuestras ideas,
un funcionario que comete un error o injusticia no es la Revolución. La
costumbre de endilgarle al sistema político cada uno de los males sociales, se
aplica convenientemente a los países de izquierda. Quienes dicen que la
Revolución les falló o el Socialismo no funciona por un evento determinado,
luego buscan explicaciones no ideológicas cuando quien les falla
sistemáticamente es el Capitalismo.
El deber de un hombre es ser consecuente a
sus ideas y no andar buscando pretextos para aborrecerlas. La victoria
de Leopold Trepper fue esa, estar por encima de cualquier error o
injusticia, y seguir su propio camino.