Viaje a la Luna

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Una memoria a mis antepasados, a mis vivencias...unos versos de futuro.

QUIEN NO SE OCUPA DE NACER SE OCUPA DE MORIR

lunes, 28 de septiembre de 2020

La planificación en los inicios de la Revolución cubana. Contexto, errores, desafíos.
(Por Comandante Ernesto “Che” Guevara, leído en “La Pupila Insomne” de Iroel Sanchez)

 


Primer seminario sobre planificación en Argelia. 16 de julio de 1963

Queridos hermanos de la República Democrática Popular de Argelia:

Debo confesarles que he pensado bastante antes de aceptar el comparecer ante ustedes en ocasión de acontecimiento como el que se está desarrollando aquí. Lo he pensado porque, dado la calidad y cantidad de los técnicos del mundo socialista a presentes y también de otros países del mundo, mi voz nada puede agregar al terreno teórico de las experiencias que se hayan explicado ya y, en el terreno práctico nuestra joven planificación tampoco tiene muchas cosas que contar. Acepté la invitación solo para hacerles una pequeña historia de nuestro desarrollo económico, de nuestros errores y de nuestros éxitos que quizás pudiera servirles en un futuro más o menos inmediato y fundamental, por el placer de departir con los representantes de la joven Revolución Argelina y sentir su presencia siempre vivificante para un revolucionario de otras latitudes. Ante todo, quería decir qué entendemos por planificación. Ustedes lo han escuchado aquí por la boca de muchos técnicos clasificados.

Simplemente para tomar el hilo del tema debo decir dos palabras sobre él. La planificación, entendida en el sentido marxista-leninista de la palabra tiene un contenido económico y político. Es el modo de desarrollarse de la sociedad socialista. Esto nos indica algo muy importante. Para que exista planificación y capacidad de ir progresando en ese camino, tiene que existir voluntad de socialismo y capacidad de desarrollarse en ese sentido. Para que exista planificación, pues, las fuerzas populares deben avanzar sobre los medios de producción, tomarlos y ponerlos a disposición del pueblo.

Ahora bien, la voluntad de hacer es un don del hombre. Es previa al hecho mismo. Existe en la conciencia antes de realizarse. Es decir, el concepto de la revolución socialista es previo al concepto del Estado socialista. Quería recalcarles estas palabras porque en torno a ellas se puede explicar uno de nuestros errores cuando hacíamos las primeras armas en la planificación. Nos olvidamos de que la revolución socialista y elEstado socialista no es lo mismo, y al hacerlo, también nos olvidamos de que planificación y socialismo deben ir ligados por una cierta relación. Planificar sin socialismo, se ha dicho aquí, y se ha dicho correctamente, es imposible. Se puede planificar durante la construcción del socialismo, pero teniendo siempre en cuenta que la planificación deberá atemperarse a las condiciones objetivas que imperen en el momento de realizarse. Nosotros copiamos mecánicamente experiencias de países hermanos y eso constituyó un error; no es de los más graves, pero un error que frenó el desarrollo de nuestras fuerzas y contribuyó peligrosamente a uno de los fenómenos que más debe combatirse durante la revolución socialista: el burocratismo. Vale decir, nosotros aprendimos en la práctica, con nuestros errores, con las narices golpeando contra el muro, que planificación y socialismo marchan juntos y que no se puede forzar la planificación mientras que las condiciones económicas objetivas no lo permitan.

Permítanme que les haga ahora un esbozo muy general de lo que era Cuba en el año 1959, pues no he traído aquí documentos con que ilustrar esta exposición con cifras suficientemente exactas como para poder ser dadas oficialmente. Era una Revlución que llegaba al poder; en un movimiento de pueblo que había destruido el poder político y militar de los títeres del imperialismo yanqui, pero sus dirigentes, era solo un grupo de combatientes de altos ideales y poca preparación. La superestructura del estado capitalista neocolonial estaba intacta. Había que trabajar para destruirla y construir  sobre nuevos cimientos. Los órganos financieros del Gobierno estaban en manos de futuros traidores que ya desarrollaban su política frenadora del proceso revolucionario: aplicando sus conocimientos de la técnica burguesa de las finanzas, iban poniendo trabas constantes a nuestro desarrollo. Los viejos ministerios eran cuevas de burócratas y de parásitos, sin vida interna, sin armonía interna dentro del Gobierno, sin identidad entre sus dirigentes principales y la línea fundamental de la Revolución.

Estos órganos del poder de la burguesía vegetaban dentro del nuevo estado y eran como arrecifes dentro del mar, independientes de él, aislados de la marea humana que avanzaba. Había que cambiar las estructuras e iniciamos los cambios, sin un plan, sin proponérnoslo casi. El grupo de revolucionarios, con Fidel Castro, a la cabeza, planteó como cosa primordial la Ley de Reforma Agraria. Y esa Ley indispensable, de la que habla hoy hasta Mr. Kennedy en su extraña lengua de la «Alianza para el Progreso», desató un terrible juego: El de la lucha de clases, y profundizó la Revolución cubana al máximo. Los grandes propietarios, muchos de ellos norteamericanos, sabotearon inmediatamente la Ley de Reforma Agraria; estábamos frente al dilema que ustedes tendrán muchas veces en el curso de su vida revolucionaria: Una situación en la que avanzar es peligroso; detenerse, más peligroso aún; y retroceder, la muerte de la Revolución. ¿Qué hacer frente a esta disyuntiva? De todos los caminos, el más justo y el menos peligroso era avanzar. Pero ya que avanzábamos lo hicimos con profundidad, violentamente; y lo que pudo haberse imaginado como una Reforma Agraria de contenido burgués, que diera la propiedad de la tierra a los campesinos pobres y medios, se convirtió en el escenario de una violenta lucha donde fueron expropiados, sin compensación alguna, todos los grandes latifundistas de Cuba. Ellos se aliaron al enemigo extranjero y tomaron contramedidas, golpearon nuestros flancos. A veces sentimos el golpe. No quedaba sino contestar con nuevos golpes. Como en el match de boxeo, en un cuerpo a cuerpo, muchos golpes se cruzaron; al final, cuando el panorama se aclaró, los principales medios de producción estaban en poder del pueblo.

El cuarenta por ciento directamente en poder del pueblo; los pequeños campesinos, en algunas regiones, unidas en cooperativas primarias. Más del noventa por ciento de la industria nacionalizada; todo el comercio exterior monopolizado por el Estado; nacionalizados los grandes distribuidores internos; se había hecho, además, la Reforma  urbana, dando la propiedad de sus casas a los que vivían en ella, y prohibiéndose la especulación con la vivienda; se realizaban avances muy considerables en salud y educación pública.

Pero la lucha seguía, el bloqueo imperialista estaba en su apogeo, nos veíamos obligados a luchar día tras día para dar de comer a nuestro pueblo, mantener nuestra industria trabajando, desarrollar nuestros cultivos, desarrollar nuestro comercio, defendernos del sabotaje de los grupos de bandidos, de la agresión extranjera directa, de sus arteros ataques aéreos, de sus violaciones cotidianas de nuestra soberanía y, además, pulverizar la reacción interna; desenmascarar a los traidores y expulsarlos del Gobierno, de donde salían al exilio a veces, a veces a la cárcel, a veces a la muerte.¿Cómo era la estructura económica de Cuba, en estos primeros años? Un país de monoproducto: el azúcar; de monocultivo: la caña de azúcar; de monomercado: los Estados Unidos de América, que controlaban el 75 por ciento de nuestras importaciones y exportaciones. Controlado todo el país por el capital extranjero, sobre todo norteamericano, que en el caso de instalar industrias, las hacían de tal tipo que, forzosamente debían utilizar solo la tecnología norteamericana, con materias primas norteamericanas y piezas de repuesto de ese país. Se aprovechaba del nuestro, la fuerza de trabajo barata y después exportaban sus ganancias de acuerdo con las leyes vigentes, hacia los territorios norteños. El nuestro era un país donde la mayoría de los cuadros técnicos estaban educados en los Estados Unidos con su técnica, domesticados, en una buena mayoría, por ello; lógico era que hacia allá fueran. Un país sin industrias; sin desarrollo agrícola; con un desempleo agobiante sobre sus espaldas; con sus reservas de monedas convertibles otrora gigantescas para la potencia del país, exhaustas; con falta total de información sobre su verdadero pasado económico, es decir, sin estadísticas o con estas falseadas; careciendo además de un plan bien editado de acción. ¿Y qué íbamos a meditar si estábamos en el medio del cuerpo a cuerpo de que les he hablado, cambiando golpes desesperadamente con el enemigo, preocupados por no ceder un palmo en el terreno de nuestras atribuciones soberanas y debiendo defendernos a cada segundo de una nueva amenaza del adversario? Los años fueron pasando. El 15 deabril de 1961, aviones militaresnorteamericanos, con las insignias cubanas pintadas en las alas, bombardearon  alevosamente nuestros aeropuertos con intención de liquidar nuestra pequeña fuerza aérea de combate y simulando cínicamente ante todo el mundo que eran emigrados cubanos los autores de la alevosía. AI día siguiente en ocasión del entierro de las victimas, nuestro Primer Ministro y Secretario General del Partido Unido de la Revolución cubana, proclamó ante el mundo el carácter socialista de la Revolución cubana. Después llegó Playa Girón y la victoria, los bloqueos cada vez más estrictos, la profundización de las contradicciones con el imperialismo; la crisis de octubre del pasado año, nuestra lección de dignidad a todo los pueblos del mundo. Y mientras todo esto ocurría, había que desarrollar una economía en un país donde cada pedazo de hierro venia del extranjero, donde la tecnología provenía de un país extranjero que estaba en guerra con nosotros, donde se había desarrollado incluso maravillas de la técnica moderna para el aprovechamiento de los recursos de Cuba, pero no el aprovechamiento en beneficio de nuestro pueblo, sino de los capitales norteamericanos y debíamos mantener funcionando esas fábricas y también la agricultura y los transportes. Sin abonos, sin insecticidas, sin materias primas, sin piezas de repuesto, sin técnicos, sin organización; con sabotajes, con bandidos operando en nuestro territorio apoyados en los Estados Unidos, con agresiones, con la amenaza constante de la invasión, con movilizaciones generales dos o tres veces al año que paralizaban la vida del país; así fuimos avanzando. Todo esto lo explico para que al puntualizar nuestros errores fundamentales, también se tenga en cuenta la situación que pasamos.Estos errores fueron de varios tipos. Fundamentalmente en el orden de la planificación hicimos dos cosas contrapuestas imposibles de armonizar. Por un lado copiamos detalladamente las técnica de planificación de un país hermano cuyos especialistas vinieron a ayudarnos, y por otro lado mantuvimos la espontaneidad y la falta de análisis de muchas decisiones, sobre todo de tipo político pero con implicaciones económicas, que hay que tomar cada día en el proceso de gobierno.

No nos basamos en la estadística ni en la experiencia histórica, tratamos subjetivamente a la naturaleza como si hablando con ella se le pudiera convencer y desdeñamos experiencias de otros países del mundo. Cuando se decía «no hay país del mundo que pueda desarrollar un 20 por ciento anual de agricultura», contestábamos que nosotros lo haríamos. Pero no lo hicimos. Cuando se planteó el problema de la cifra de crecimiento anual de nuestro país, no nos pusimos primero a averiguar que teníamos, que debíamos gastar y que podría quedarnos libre para el desarrollo. Dijimos, calculemos un 15 anual de crecimiento, para ver que tenemos que hacer, y formular cálculos globales de crecimiento es fácil. Incluso parece fácil la tarea cuando se plantea lo que hay que producir para crear un quince por ciento. Pero en un país de monocultivo, con todos los problemas que les he relatado, plantearse el crecer un 15 por ciento era sencillamente ridículo. No tenemos la planificación como el resultado de las relaciones económicas y políticas en el campo de la producción. Quisimos hacer escuelas, y las hicimos, hospitales, y los hicimos. Hicimos caminos y centros turísticos, locales para obreros, los salarios aumentaron, y al mismo tiempo hablábamos de desarrollo de los medios de producción. Naturalmente, no cumplimos nuestros planes, era imposible matemáticamente. Voy a ponerles breves ejemplos prácticos para que entiendan lo que pasó en Cuba. Nosotros teníamos, por ejemplo, necesitamos 22 millones de pares de zapatos. ¿Qué se necesita para eso? más de un millón de cueros, tantos obreros, tanta capacidad instalada en nuestras costumbres, tanta importación de materia prima. Todo se puede conseguir. Tenemos plan: 22 millones de pares de zapatos. Nosotros sabíamos que no podíamos cumplirlo. Nunca la industria cubana había hecho más de 10 millones de pares. Es verdad que había capacidad instalada.

Quizás hubiera ganado vacuno para ello, pero precisaba toda una organización previa, que no se había logrado. Solamente nos planteamos el número final y las tareas principales superficialmente. No hubo ganado vacuno. No hubo capacidad de aprovechamiento de los cueros. En definitiva, el primer plan fue una manifestación de subjetivismo absoluto, que se basaba esencialmente en la suma aritmética de posibilidades reales, consideradas una a una, pero imposibles de lograr en su conjunto. Esto era en el campo de las decisiones tomadas desde arriba. ¿Qué pasaba con las decisiones de abajo?, ejemplo, un cálculo de madera, ¿cuán madera hay?, el jefe de los departamentos de bosques decía: tanta, un número «x», no lo recuerdo ahora; sabíamos que eso era imposible, pero ellos lo decían, lo afirmaban categóricamente.Así fue como Cuba, tradicional importadora de madera figuraba en primer plano como exportadora de ese producto, pero había que acatar opiniones de técnicos de la base.

Resultado; seguimos importando madera, pero la importamos tarde, mal buscando desesperadamente dónde hacerlo. Nuestro comercio exterior había cambiado totalmente de ubicación geográfica. De un 75 por ciento con los Estados Unidos, pasaba a ser un 75 o un 80 con los países socialistas. El cambio era beneficioso para nosotros en los aspectos políticos y sociales, pero en el sentido económico, necesitaba de una organización grande. Anteriormente, centenares de importadores especializados pedían por teléfono sus productos a los Estados Unidos, y al día siguiente venían en un Ferry que unía directamente Miami con La Habana, no había almacenes ni previsión de ninguna clase.

Todo ese aparato, sin los técnicos, enemigos del gobierno, debió fundirse en lo primero que fue el Banco para el Comercio Exterior. La tarea de centralizar con gentes inexpertas todas esas compras, en hacerlas ahora, no en un día por teléfono, sino en países de los que nos separaban hasta dos 5 meses de viaje, sujetos a planificación de sus economías, dentro del marco de planes a largo plazo, con tecnología, equipos y materias primas diferentes. Más aun, si ustedes van hoy a algunas de las fábricas de este país, hechas por el capital extranjero, y quieren saber qué tipo de acero se usa en un repuesto cualquiera, se encontrarán con que ese repuesto tiene un numero de catálogo, que para pedirlo solamente se cita ese número que, en el catálogo de compra comercial, corresponde a un determinado elemento. ¿Cómo pedir eso a los países socialistas? había que hacer análisis del acero. A veces, maquinar especialmente una o dos piezas, cosa casi imposible, pero que esos países hermanos lo hicieron muchas veces en demostración de solidaridad. Había que importar máquinas herramientas para hacer nuestros propios repuestos, careciendo de técnicas de alta calificación y sin conocer los materiales como he explicado. Esos eran los problemas diarios, y los son todavía en Cuba. Al planificar hemos cometido errores en el concepto del desarrollo de la industria y la agricultura, y en el balance de nuestra economía. En la industria hicimos un plan de desarrollo basado fundamentalmente en la idea de ser autosuficientes en una serie de artículos de consumo duradero o artículos industriales intermedios que, sin embargo, podía obtenerse con relativa facilidad en los países amigos. En ello comprometimos nuestra capacidad de inversión sin desarrollar a fondo nuestros propios recursos de materias primas, incluso de algunos productos intermedios que ahora fabricamos. Esta política ha sido revisada ya por el Gobierno revolucionario, y nuestra dedicación fundamental es el desarrollo de fuentes de recursos propios, no solo con vistas a nuestro mercado sino a los mercados mundiales, con una tecnología que permita presentar productos de calidad y precios adecuados al actual desarrollo de la humanidad. En la agricultura cometimos el error fundamental de desdeñar la importancia de la caña de azúcar, nuestro producto fundamental, tratando de hacer una diversificación acelerada, lo que trajo como consecuencia el descuido de las cepas, sumándole a esto una sequía extraordinariamente intensa que nos azotó durante dos años, provocando una caída grave en nuestra producción cañera. En la distribución del ingreso, dimos demasiado énfasis en los primeros momentos a la satisfacción de las necesidades sociales, al pago de salarios más equitativos y al aumento del empleo, sin considerar suficientemente el estado de nuestra economía. La falta de una base de normas de trabajo en la industria y en la agricultura hizo cambiar violentamente tendencias generales de los trabajadores, y se da el fenómeno de que, en un país donde todavía hay desocupados, en la agricultura falten manos y tengamos que hacer levas de trabajadores voluntarios para que nos ayuden a recoger las cosechas de caña y en el momento actual, a cultivarlas adecuadamente para aumentar su rendimiento. Dado este panorama general, sin que fuera posible una adecuada política de reservas y en medio de cambios tan violentos, nuestra planificación, perfeccionista en los detalles, dogmática en las exigencias, fue un freno. Si hoy volviéramos a plantearnos el problema ¿cómo lo haríamos?

Ante todo: trataríamos de saber lo más posible sobre la situación actual, y sin dejar de trabajar por la carencia de datos, daríamos al conocimiento estadístico y contable, carácter de una verdadera necesidad nacional, imponiendo un modo de trabajo y de pensamiento que se basara fundamentalmente en los hechos y su análisis. Haríamos un examen lo más realista posible de nuestra economía y de nuestras mayores necesidades, armonizándolos con las posibilidades en el campo económico, donde consideraríamos los créditos a largo plazo obtenidos en el campo socialista, tomaríamos en concordancia con el análisis, la decisión sobre el volumen de los medios puestos a disposición de desarrollo y de los destinados a la satisfacción de lasnecesidades sociales de nuestro pueblo, y haríamos un plan perspectivo, general y flexible, considerando abundante reservas para imprevistos. A partir de allí y dentro de ese marco, haríamos planes anuales. Las inversiones serían lo más centralizadas que fuera posible, sin caer en las minucias burocráticas, y la socialización de los medios de producción se haría fundamentalmente, de acuerdo con las posibilidades de los cuadros y de la organización general del aparato estatal pero avanzando sin desmayos en este camino. Todo esto debe realizarse en el cuadro de una violenta lucha de clases en que intervienen los explotadores internos y sus dirigentes imperialistas, y la lucha de clases tiene una lógica que no siempre encuadra en los ámbitos de la construcción pacífica de nuestro país. En el momento en que el imperialismo o sus aliados internos actúan para cambiar la situación existente se deben tomar medidas de tal tipo que llevan a  contradicciones cada vez más violentas y desencadenan hechos cuya previsión no está en el marco de las tareas revolucionarias. Vale decir, no todos los hechos falsos cometidos alrededor de la planificación se deben a nuestras elecciones, también se deben a la acción del imperialismo que obligó a acelerar el proceso más allá de la posibilidad óptima de nuestros cuadros. A pesar de nuestros errores, podemos apuntar éxitos de consideración y modificaciones acertadas de las faltas cometidas. Los dos puntos donde el Gobierno Revolucionario se ha visto coronado más rápida y efectivamente por el éxito, han sido la educación y la salud pública. En la educación hemos liquidado el analfabetismo, establecido enseñanza obligatoria y gratuita incluido libros y materiales de estudio hasta el tercer año de la Escuela Secundaria Básica; en estos momentos tenemos cerca de cien mil becados por el Gobierno Revolucionario, incluido todos los estudiantes de Medicina que deberán trabajar para el Estado en lo sucesivo, y muchos estudiantes de otras carreras técnicas. En el campo de la salud pública hemos construido una gran cantidad de hospitales rurales, realizando campañas nacionales de vacunación como contra la poliomielitis, estableciendo la obligación para los estudiantes de Medicina de ir, una vez recibidos, al campo y también desarrollo de escuelas auxiliares de Medicina, enfermeros, instrumentistas, radiólogos, etc., para dotar nuestros hospitales. A pesar de que el número de profesionales de la Medicina ha disminuido en Cuba después de la Revolución, una mejor distribución de ellos y el uso de todo el aparato público puesto al servicio de la población, ha permitido dar una atención enormemente superior a las épocas prerrevolucionarias y que alcanza a la totalidad de la misma. En el campo de la seguridad social, se han establecido nuevas leyes que garantizan la seguridad de todo obrero, cualquiera que sea la circunstancia del accidente o enfermedad que lo aflija. Hemos corregido nuestra política cañera dándole el énfasis que se merece, hemos creado una base de normas de trabajo y salarios en el sector industrial y nos aprestamos a hacerlo en la agricultura. Hemos iniciado con la ayuda de la URSS la lucha contra la sequía, estableciendo un ambicioso plan de regadíos y reservorios de agua, y sobre todo hemos logrado inculcar en la conciencia del trabajador que es el trabajo productivo el impulsor de la sociedad y debe ser colocado en primer lugar entre todas las actividades de cualquier tipo que se desarrollen en ella, salvo el de la defensa en momentos de peligro. AI mismo tiempo, en nuestra economía se están realizando experiencias diferentes regidas por la idea de buscar la mejor solución a los problemas dentro de los principios del marxismo-leninismo.

En varios pueblos del interior se están realizando planes pilotos de administración por parte de las autoridades locales, comprometiendo en general todos los servicios a la población y en algunos casos, ciertas industrias de carácter local. Se están realizando por el Comité de Planificación Física, dependiente del Ministerio de la Construcción, en coordinación con la Junta Central de Planificación, el estudio para reestructurar toda la distribución político-administrativa del país, adecuándola a las necesidades de la economía, de manera de formar un todo armónico, y se están iniciando estudios paradarle a la planificación el carácter de disciplina exacta, empleando los métodos matemáticos de vanguardia en el campo económico, como la programación lineal, matrices de consumo de productos, etc.(Sería insumo producto) En el aspecto de la forma de administración hay dos sistemas cuyos defensores discuten constantemente entre ellos y ambos están implantados en diferentes ramas de la economía, y son: el que llamamos la autogestión financiera similar al que se llama en la URSS cálculo económico, en el cual la empresa gubernamental tiene la gestión de sus propios medios financieros y está controlada financieramente por el Banco Central, y aquel otro que llamamos cálculo presupuestario, en el cual la empresa no tiene capital alguno y solamente es una especialista en la gestión que le ha sido encomendada, debiendo entregar el producto de todas sus realizaciones al Ministerio de Hacienda, que a su vez le entrega, a través del Banco Nacional las cantidades de dinero necesarias para su gestión económica. La comparación constante de estas dos
tendencias, enriquece la capacidad de nuestros cuadros para poder distinguir el mejor camino y contribuye a una continua confrontación de ideas que favorece el desarrollo de un sistema de planificación menos rígido: más técnico y concebido en continua transformación. El panorama actual de la economía cubana es el siguiente: más de las tres cuartas partes de nuestro comercio exterior se realiza con el campo socialista, aproximadamente las tres cuartas partes de las divisas logradas en el exterior lo son por sus productos: la caña de azúcar. Es decir, la estructura del monoproducto de nuestra economía todavía no ha sido superada después de cuatro años de Revolución, pero ya están dadas las premisas de lo que podría constituir con el tiempo una economía sólidamente asentada sobre bases de materias primas cubanas, con una diversificación de producción y un grado técnico que le permita competir en los mercados del mundo. Nuestra agricultura después de un cambio en su orientación ha tornado el buen rumbo y se está realizando una diversificación apropiada, sin tocar, y al mismo tiempo desarrollando nuevamente los campos de caña. La tendencia de nacionalizar todos los medios de producción continúa, pero se hace en estos momentos en que se ha triunfado totalmente sobre las fuerzas reaccionarias en el interior del país, Con el ritmo que la Revolución considere más justo; a todos los pequeños propietarios de empresas nacionalizadas se les paga una indemnización por esta recuperación estatal de los bienes del pueblo. A veces, en el proceso de algunos momentos transitorios de la lucha de clases deben tomarse medidas extremas, como ha sido la nacionalización de todos los comercios en determinadas regiones del país donde ha habido brotes de bandidismo, o la nacionalización de todos los comercios en una determinada rama, como la ferretería y anexos, que fue recuperada íntegra, debido a la especulación que se estaba realizando con esos productos.

Podríamos plantearnos, para terminar, cuáles son las tareas perspectivas de la planificación en Cuba. Nosotros consideramos que la tarea fundamental es la de asegurar una base estadística lo suficientemente perfecta para que nos permita localizar inmediatamente las debilidades del aparato económico y acostumbrar a todos nuestros cuadros para que se actúe en consonancia; estamos en ese camino, aunque todavía falta bastante. Luego, ya conocidos los errores, analizarlos detenidamente y extraer experiencias que nos sirvan para el futuro, modificando nuestro aparato para que cumpla su verdadera función de dirección de la economía y de su impulso al mismo tiempo. Realizar un plan perspectivo acorde con nuestras posibilidades, realista, modesto, que balancee correctamente las necesidades cotidianas del pueblo con sus futuras, es decir, que resuelva, en parte al menos, uno de los más graves problemas que se plantea a una revolución: cuánto se gastará hoy y cuánto debe dejar de gastarse para asegurar el mañana, de manera que el gasto de hoy sea el máximo permisible, para no comprometer el futuro. Al mismo tiempo, encontrar la solución más económica, que permita aprovechar al máximo los recursos propios, extraer el máximo de cada peso invertido, extraer al máximo las reservas ocultas en el seno del pueblo y ponerlas al servicio de la sociedad, tarea que solo puede hacerse en el socialismo. Tenemos la ambición de hacer de la planificación un instrumento de dirección de la economía casi automático, lo más cercano al rigor matemático que sea posible y liberar la mayor cantidad de cuadros para los trabajos de investigación que son la base del futuro. La planificación debe convertirse con el tiempo en el centro político de toda acción. El futuro está en las grandes innovaciones técnicas que constantemente van cambiando el aspecto del mundo. El futuro está en el desarrollo de la química y el desarrollo de la electrónica, de manera de asegurar las grandes producciones en masa que alcancen a todo el pueblo, y la planificación será una disciplina encargada de distribuir los bienes producidos y distribuir adecuadamente entre las dos secciones de la producción, para garantizar un desarrollo continuo y una distribución máxima de productos de todo tipo para el pueblo. Este ya estará liberado de muchas de las pesadas tareas que hoy nos agobian y podrá dedicar su tiempo al estudio, a la superación cultural, a todo lo que hace la vida digna de vivirse y, quizás, también a las nuevas aventuras en el espacio. A esa juventud que hoy nace, quizás para nuestros hijos que vivirán en el comunismo, buscamos insistentemente el mejor camino, nos equivocamos y lo perdernos, lo reencontramos, nos volvemos a equivocar, y así, en medio de luchas continuas y de errores que la experiencia hace cada vez menos repetidos y menos graves, vamos construyendo el socialismo en nuestra tierra y poniendo nuestro pequeño grano de arena al servicio de la gran aspiración de la humanidad: la eliminación de la explotación del hombre por el hombre, cuyo exponente más acendrado es el imperialismo; el advenimiento definitivo del comunismo; la sociedad sin clases; la sociedad perfecta.

Esta es una síntesis apretada y desordenada de nuestras experiencias; si de algo sirven, para algo ha servido la atención de ustedes; si no aclara nada, si no agregan nada nuevo y quedan incógnitas que pueda aclarar en algunos minutos, estoy a la disposición de ustedes, pero antes permítanme acabar esta declaración con el grito que asalta las gargantas de los revolucionarios del mundo: ¡Viva la República Popular Democrática de Argelia! ¡Viva el Ejército Nacional Popular y su Gobierno Revolucionario! iVenceremos!

Fuente. Centro de Estudios Che Guevara.

 

 

Darío Sztajnszrajber: "La panelización del discurso público es preocupante"
(Por  Gino Viglianco en eldestapeweb.com)

La pandemia que no nos igualó

"La panelización implica un discurso que es condicionado por ciertos recursos efectistas como un pensamiento binario, de amistad y enemistad manifiesta, de exaltación y de indignacionismo permanente, donde ya no importa lo que se discute", afirma. El escritor sostiene que la televisión no tiene biólogos o sociólogos debido a que sus reflexiones no encajan en el dispositivo televisivo. 

En varios momentos de su obra, Sztajnszrajber trata el tema del sentido común, aquel que Gramsci define como una herramienta para la dominación, para mantener el Statu quo por lo que luchan las clases sociales. "La filosofía y el conocimiento en general trabajan contra el sentido común", sostiene el autor.

El libro, que recopila las clases que dio en Rosario, está dividido en cinco temas: lo contemporáneo, la muerte, amistad, enemistad: pensar al otro, el poder y el tiempo  Hace una profunda reflexión acerca de la libertad, a la que muchos definen únicamente como "la ausencia de sujeción". 

-¿No te molesta ver a conductores decir que el sentido común es bueno y quejarse minutos después de que en este país nada cambia? 

-No me molesta porque me dedico a una disciplina como la filosofía que es básicamente una afrenta contra el sentido común. Te diría irónicamente que el día que desaparezca el sentido común nos quedamos sin propósito, porque la misión de la filosofía es la desarticulación del sentido común, parece una circularidad extraña, pero es cierto. Poder desarmar y deconstruir las voces hegemónicas. Hay psicología para mí cuando se pueden confrontar una voz que se hace pasar como única. Para los que creemos que lo humano es justamente ese juego de diferencia, cuando una de las tantas partes se erige como única más nos anima a nosotros el análisis. Sería casi imposible que los medios manejen un lenguaje diferente, nadie se imagina un prime time televisivo en una especie de multiplicidad de voces de verdad que no solo sea una diversidad de voces maquilladas en un pluralismo falso donde se homogeniza un discurso haciéndolo pasar por opiniones diversas. La multiplicidad requiere una reformulación del formato televisivo que me parece que sería insólito, porque la efectividad del lenguaje televisivo es ese. 


-¿Los programas de televisión en Argentina no son plurales? 

-Los programas de televisión muchas veces vuelven la supuesta pluralidad en algo homogéneo. Es interesante a veces correr la mirada para ver donde se realiza la homogeneización del discurso y no solo ver los contenidos, sino en los formatos. No es lo que me preocupa lo que se discute en los programas de panelistas, sino la panelización del discurso público. Eso es lo preocupante, porque más allá de las personas, la panelización del discurso público implica un discurso que es condicionado por ciertos recursos efectistas como un pensamiento binario, de amistad y enemistad manifiesta, de exaltación y de indignacionismo permanente, donde ya no importa lo que se discute. Lo que importa no es lo que se discute sino que tenga éxito. De esta forma se construye el sentido común que es aquel contra el que trabaja la filosofía y el conocimiento en general. Por algo no hay biólogos, sociólogos, en los medios de comunicación masivos: es porque manejan un tipo de reflexión que no coincide con los intereses de ese dispositivo mediático que tiene otro propósito.

-En el libro afirmas que la libertad no es sólo ausencia de sujeción: ¿qué pensás de los discursos de la oposición que cuestionan la falta de libertad en la cuarentena?

-Lo que se discute es más una cuestión epistemológica que es como se define la libertad. Partamos de ahí. Se discute en la esfera pública si hay o no libertad cuando cualquier diccionario de ciencias sociales te explica que hay cinco o seis formas de caracterizar la libertad. Vos ahí te encontrás con paradigmas diferentes casi inconmensurables en una discusión que se vuelve casi imposible. Para discutir hay que estar en un mismo plano. Algunos parten de la libertad individual y sostienen que es la base para construir el sentido de lo social, mientras que otros parten de la idea de que la libertad individual es un efecto y no una causa, es decir que el individuo es producto de fuerzas de poder. Hay un debate imposible entonces, porque lo que unos ven como falta de libertad otros lo observan como lo contrario. Ahí está el gran desafío de la democracia porque si se debatiese siempre en un mismo plano, habría otros que quedarían fuera. La democracia es un horizonte de posibilidad para la discusión de las diferencias, el tema es que esa democracia por suerte siempre está abierta. La democracia siempre trata de ver cómo dialogar con aquel que escapa de la medida de lo dialogable. Las posturas históricas más violentas negaban a quienes salían del plano. Ese es el desafío. 

-Esos desafíos se vieron en medio de la cuarentena

-Una medida como la cuarentena necesita de una sociedad en su expresión democrática más exacerbada. Un dispositivo como la cuarentena debe estar acompañado por las funciones democráticas de la sociedad. Ni bien la democracia tambalea un poco, la cuarentena se puede ir a la mierda, se puede exceder sus propios límites. Me parece que ahí hay un complemento más que necesario que viene funcionando bien, pero no hay que darle un metro a ningún tipo de restricción democrática. La cuarentena impica una cantidad de restricciones que terminan siendo legitimadas en la medida en que la democracia lo justifica. 

-En el libro reflexionas acerca de la frase del kirchnerismo que decía antes de 2015 ser un gobierno sin el poder económico. ¿qué pensás del reclamo de los policías, es nuevamente una crisis de la política? 

-Un gran desafío es el comprender siempre los alcances de la discusión entre el poder, el gobierno y el Estado. La policía es parte de los aparatos del Estado. El modo en que se articulan esos tres ejes hacen pensar el modo en que se desenvuelve una sociedad. Creo que históricamente  el peronismo en sus diferentes corrientes históricas ha tenido diferentes formas de relacionarse con el poder. E kirchnerismo fue muy claro en sus decisiones para relacionarse con el poder económico, con el poder militar, con el poder eclesiastico. Fue clara su toma de postura, pero en eso se afianzan enemistades. El menemismo, que fue otra expresión del peronismo, fue diferente en su vínculo con el poder. Hoy en día por lo que se ve en las decisiones que toma el gobierno, hay un a posición más conciliadora que antes, pero sin dejar flancos en sus decisiones. Hasta el conflicto de la policía, el gobierno tomaba una posición intermedia y veremos ahora como se reposiciona, porque fue muy fuerte lo que ocurrió. 

-Los problemas del poder en la Argentina

De algún modo el poder la Argentina, uno lo piensa en la relación entre el poder económico, los medios hegemónicos y el poder judicial. El proyecto generó un punto de inflexión y deberá analizar hasta dónde avanza. Creo que Alberto es el fiel representante de las mas pura estirpe peronista de ir buscando siempre conciliacionses. Si confronta después negocia, busca la gobernabilidad, sin renunciar a ciertos principios, pero sabiendo donde debe negociar. 

-¿Por qué el poder es una debilidad y planteas que el poder es ir contra nosotros mismos?

-Creo que en ir contra nosotros mismos. Foucault insiste mucho en el poder como normalización y muestra que uno está acostumbrado en realidad a pensar el poder como algo externo. Uno se coloca en un lugar de deidad, purista, donde visualizan grandes poderes y vos estás ajeno en una especie de sacralidad que no es afectada por ese poder. Foucault lo que explica es que el poder lo que hace es construir nuestra propia subjetividad, es decir que aquello que nosotros vemos como normales en realidad están presentes esas relaciones de poder que también nos están atravesando. Asumir que nosotros en muchas de nuestras prácticas normales estamos atravesados por el poder es ir contra nosotros mismos. Me parece que esa es la gran diferencia con aquellos que dicen estar en ese espacio aurático donde dicen divisarlo todo. 

-El fuerte es el que asume las debilidades

-Se trata de asumir nuestra precariedad, entender que casi sin darnos cuenta el poder nos afecta. Hay una máxima de Emmanuel Lévinas que dice que ser libre no es tanto apropiarse de uno mismo como escaparse de uno mismo. En el momento en que uno se asienta en una idea de la individualidad y de nuestra propia capacidad como algo incuestionable está reproduciendo ese sentido común que estamos combatiendo.

 




CÓMO CUESTA
 
Ya va siendo hora
de una cálida confesión
el párroco no sabe
porque nunca iré
que la mía es con la Luna
abrochar un pasado
haciendo el porvenir incierto
caminar es lo mío
errando de lo lindo
porque nadie tiene
ese dime que te diré
de la posta en serio
ser uno, honesto
o casi
que no es lo mismo
pero es igual
hay cosas que morirán conmigo
la vergüenza apresta la bondad
amar todo lo que se presente
inclusive
el llanto de la salida
aquel primero
esa es la idea,
pero cómo cuesta

Is that I haven't got it all figured out just yet
'Cause I've got one hand in my pocket
And the other one is giving a peace sign









jueves, 24 de septiembre de 2020

 MARIA REGLA 64

Ya habrá un día
en que te diga lo que siento
he sido la brisa de una familia nómade
que encontró finalmente la aurora
en unos cien metros, de calle
allí, un edificio
una amalgama de hechos humanos
simples, duraderos
en esta memoria lavada
a pleno Sol de primavera
válgame un chiste
una batidora de mosaicos de lloradera
un charco con los pies desnudos
dame Dios la entereza
que esto llegue a quien he amado














¿QUE ES EL PUEBLO?
(escrito y publicado en este blog el 20 de Abril de 2017)

Parece sencillo de contestar, pero en realidad no lo es, todos nos referimos a EL, los de izquierda, los de derecha, los de centro, los del Sur, los del Norte, los del Este, lo del Oeste, y en nombre del PUEBLO, se han hecho las grandes obras humanas y también las "desgraciadas obras humanas".

Hoy parece difícil por las buenas, y dejando a todos expresarse, que una idea o una persona o una institución agrupe a su alrededor al 100% de las opiniones a su favor,  diría mejor,  que por el estrecho margen por el que una idea gana hoy, estamos más cerca de un empate técnico que de otra cosa, sin embargo esa mayoría por 1 o 2 % de mas se arroga el derecho de llamarse "PUEBLO". y aun así, si la idea gana por el 60% contra el 40%, como le llamaríamos a ese 40% que no comulga con el 60%, los primeros son mayoría, pero los segundos ¿no son PUEBLO?.

No veo otra salida a este dilema, que llamar a todos, PUEBLO, y sentarse en paz a negociar un consenso, parece una posición de medias tintas, descolorida, con gusto a nada, pero arrogarse el derecho de representar a el PUEBLO de un lado y del otro ha demostrado que tampoco es la solución a largo plazo. No soy ingenuo, vivo y trato de comer en este Mundo, El Capitalismo viene con su intríngulis característica, la contradicción misma entre el burgués y el obrero, como lo diría la derecha "hay conflictos de intereses", la realidad es que uno explota al otro y obtiene su ganancia de esto, y esto mi amigo, es reconciliable mientras que "el obrero crea que lo que le dan le sirve para vivir", sin embargo la historia demuestra que desde el surgimiento del Capitalismo, si bien "una parte ínfima" de la población Mundial vio el progreso, la otra solo vio más hambre y miseria, digamos, que el Capitalismo ha tenido tiempo suficiente para demostrar su eficacia y resolver los problemas del hombre, y esto no ha ocurrido.

"La Alternativa" a esto, también la conozco y la comparto en términos teóricos, pero el "Socialismo Real" en términos prácticos ha tenido también muchas dificultades, y a decir verdad ha contado con menos "paciencia humana" en términos de tiempo para corregir todo lo que se tiene que corregir con vista a que sea la sociedad del futuro. El Capitalismo no hubiera evolucionado hasta nuestros días como lo hizo, sino hubiera existido la Gran  Revolución de Octubre en Rusia, por tanto está claro, que las luchas obreras le fueron arrancando a ese Capitalismo despiadado y atroz, beneficios y condiciones que lo hicieron más cercano al "Pueblo" (siempre hablando de una parte del Mundo). El Capitalismo con su afán de seguir existiendo no le quedo más remedio que "ser creativo" y aprovecharse de esas nuevas condiciones para concentrar más capital, podríamos decir, que aun inmerso en su eterna crisis, el Capitalismo es un ente que consigue aprehender de sus errores.

La realidad para los países del Tercer Mundo, es aun más penosa, la llegada del Capitalismo a estos países es dispar, y también es dispar, la historia de cómo evoluciono cada país hacia el Capitalismo, que lo primero que tenía que hacer, era dejar de ser colonia de ese Mundo Capitalista, ostentoso de su progreso relativo.

América Latina después de la salida de las ultimas dictaduras militares, que entre sus objetivos fundamentales era "hacer bosta" a las ideas socialistas y el ejemplo de Cuba, ha transitado hacia una "democracia capitalista" copiada de los grandes centros del Poder Mundial. En los últimos 15 años gobiernos "pro-obreros" en el marco de la "democracia capitalista" lograron arrancar grandes beneficios al Capital, tratando de conciliar lo irreconciliable en esencia. Por supuesto su quehacer ha estado plagado de errores y corrupción como lo ha estado la historia de la burguesía en el poder en este continente.

Ahora bien, la oligarquía del continente ha tomado nota de su fracaso anterior, con su maquinaria multimedia ha sabido incorporar a estratos de todas las clases sociales (incluido los obreros), en la defensa de sus posiciones, cediendo para algunos sectores, esas ventajas que antes les eran arrancadas en la lucha, con lo cual llegan a amargar un 40%-50% de los electores posibles, y con esa premisa enarbolan y se adjudican "la defensa del Pueblo", lo mismo que han hecho y seguirán haciendo los gobiernos "pro-obreros" en el continente.

Macri en la Argentina o Evo en Bolivia(*) harán malabares con las fuerzas con que cuentan, para hacer las transformaciones que en esencia quieren hacer, el primero a favor del Capital, el segundo a favor de los obreros. En los dos casos hay un "PUEBLO" que no comparte, pero que está en el país y tiene derechos.

En Venezuela ocurre otro tanto, el Chavismo ya no cuenta con todos los recursos petroleros como antaño (el 91% de las exportaciones de Venezuela es el petróleo) para beneficiar a ese 60% de pobreza que encontró, cuando Chávez asumió en 1998. Se hicieron muchas cosas hasta hace cuatro años atrás, a Maduro le ha tocado la peor parte desde el punto de vista económico, y una población descontenta (incluida gente pobre y obrera) se ha sumado a los tradicionales reclamos de los golpistas de derecha en el país. Chávez pudo sortear hasta un Golpe de Estado porque entre otras cosas se sometió  a 14 elecciones populares y solo en una perdió, tenia consenso, lo construía. Si la gente sale a la calle defendiendo a la derecha (como ocurrió el 1 de Abril de este año en la Argentina) no es PUEBLO, si salen los que defienden a la Revolución Bolivariana si lo son. Esta dicotomía solo puede llevar a una guerra civil, y los perjudicados siempre serán los mismos, pues la burguesía al final saldrá corriendo para Miami.

Lo sé, hay un asedio de la prensa y la oligarquía del continente  contra Venezuela, ayer fue un claro ejemplo de esto que digo. INFOBAE y CLARIN en la Argentina jamás informaron que una parte del pueblo salió a defender la Revolución, y fueron miles y miles de venezolanos, en su lugar dedicaron grandes titulares sobre los dos muertos en la manifestación (menos concurrida) de la otra parte del pueblo venezolano que se opone a Maduro.

Al PUEBLO TODO venezolano le corresponde tener salud y sabiduría para resolver lo que parece ser "irreconciliables diferencias", solo en la Paz se progresa, y sé también, que la PAZ se conquista con sangre, sudor y lágrimas.

 



(*) Lenin en Ecuador escribí entonces, pero resulto ser un Macri camuflado.


INFORME SOBRE MINORÍAS
(Por Marcelo Figueras, en “EL COHETE A LA LUNA”)


¿Se acuerdan de Minority Report? Una película de Spielberg basada en un relato de Philip K. Dick, que hablaba de un mundo donde la ley vislumbra el futuro y por ende puede impedir crímenes antes de que se cometan. En la historia, esa tecnología depende paradójicamente de ciertas aberraciones de la naturaleza: la existencia de tres mutantes capaces de mirar más allá de la barrera del presente, de alumbrar visiones de lo que vendrá que —ahora sí— la tecnología puede formalizar. (En la nouvelle de Dick, el protagonista apela a una máquina que entrega una tarjeta que «traduce» las visiones. En la película, simplemente se bajan las imágenes como uno hace download con cualquier videíto.) Entre otras cuestiones que el relato plantea, la que más preocupaba a Dick era la del libre albedrío. Ese futuro tan claramente visualizado, ¿significaba algo inamovible, imposible de ser alterado? Dick ponía al protagonista, el policía John Anderton, en un brete existencial. Cuando el sistema le revela que en breve asesinará a alguien a quien ni siquiera conoce, al policía se le presenta un dilema: ¿rendirse al sistema al que sirve a diario, como quien se resigna a un destino escrito en piedra, o explorar la posibilidad de cambiar ese futuro?

Ahí es donde entra a jugar ese reporte en minoría al que alude el título. Cuando los tres mutantes comparten la misma visión, el futuro que preanuncian parece inamovible. Pero de tanto en tanto uno de los mutantes ve otra cosa. (O, si prefieren: vota en minoría.) Y eso sugiere que existe una alternativa, la posibilidad de que ocurra algo distinto a lo que han predicho los otros dos.

Me acordé de Dick y de la película de Spielberg porque, en estos días, en la Argentina no existe nada más visible y bullanguero que las minorías. A juzgar por la centralidad de sus argumentos y acciones en los medios, por su dominio de la agenda pública, por la autoridad con que se expresan, por la naturalidad con que desconocen la ley como quien impone el peso de fuerza numérica, un visitante extranjero podría ser inducido a confusión y concluir que, en realidad, estas minorías —políticas, sociales, económicas— expresan a la mayoría de esta población.

Yo tengo claro que estas minorías son minorías. Pero como no quiero pecar por crédulo, ni confundir deseos con la realidad, busqué parámetros sobre los cuales cimentar el edificio de mi convicción.

Partí de la base de que aquellos que expresan a diario su oposición a todo cuanto dice y hace el gobierno nacional —victorioso en las urnas hace menos de un año, en primera vuelta y por diferencia contundente— tienden a practicar ciertos consumos periodístico-culturales comunes. Existe un circuito comunicacional de la oposición: diarios, canales, radios, que ofrecen materia prima a su público pensada para avivar la brasa de sus enconos; y a la vez, el público procesa esa merca en las redes de modo que (retro)alimenta a diarios, canales y radios y así, en loop interminable.

Pero, ¿cuánta gente lee Clarín? ¿Cuánta gente ve TN o el canal de cable de La Nación? ¿Cuánta gente escucha Radio Mitre? ¿Cuánta gente lee Infobae? Antes de empezar a disparar cifras, déjenme decir que conviene tomarlas con pinzas, porque todas son sospechosas por más de una razón. Algunas son interesadas, en tanto las proporcionan los mismos protagonistas. (Clarín le informa al IVC, Instituto Verificador de Circulaciones, cuánto imprime y distribuye. Ni en los balances donde declara cuánto vendió en verdad.) En otros casos, los mecanismos de medición son discutibles, en general por anticuados. La empresa privada IBOPE extrapola rátings generales a partir de la medición sobre 910 hogares fijos. (Leyeron bien: novecientos diez. Siempre los mismos.) Además reflejan modos de ver televisión que ya no responden a los hábitos de consumo actuales: por ejemplo, no computan la visión de programas que hacemos a partir del sistema on demand. Y las cifras que se divulgan sobre consumo on demand tampoco son fiables, porque las proporcionan (¿dibujan?) las mismas empresas, tanto Netflix como Flow.

Para no abrumarlos con tanto preámbulo, empiezo a largar datos. Durante agosto, el promedio oficial de ráting de TN —el canal de noticias más visto, entre los opositores— fue de poco más de dos puntos: 2,05. Lo cual equivale formalmente a 184.500 personas, a partir de la convención de que cada punto de ráting sería equivalente a 90.000 personas. (Y estoy siendo generoso. Se supone que el máximo de audiencia por punto es de 96.782 personas, habitualmente el target medio es de 75.000.) Sumémosle el promedio de A24, que dio 1,59: 143.000 personas. Hay más canales opositores, en cifras siempre descendientes. Por supuesto, estos televidentes no son exclusivos por definición: la lógica indica que existe zapping entre canales del mismo tenor, por lo cual aquel que aparece a las 19 en el casillero de TN también puede estar sumando a las 22 en el casillero de A24. Pero, para concederles el beneficio de la duda, hagamos de cuenta de que cada televidente es exclusivo de cada señal. Aun así, las cifras distan de ser impresionantes.

Según el IVC, durante junio —último mes que figura mensurado— Clarín tuvo una tirada en papel de 210.000 en promedio, de lunes a viernes, y los domingos, de 364.000. La Nación, 81.000 de lunes a viernes y 169.000 los domingos. Otra vez: sería lógico asumir que algunos de sus lectores son personas que también figuran viendo TN o LN+ según las planillas de ráting, pero sigamos sumando a lo bruto y hagamos de cuenta de que son gente diferente.

Las radios miden la cosa de modo que se presta a nuevos equívocos. Te cuentan el share que tendrían, es decir qué porcentaje de la gente que estaba escuchando radio a esa hora sintonizó —por ejemplo— Mitre. Según esas planillas de IBOPE, entre junio y agosto Mitre tuvo de lunes a viernes un share del 38,53%, lo cual suena impresionante. Pero: ¿el 38,53% de qué? No es lo mismo el 40% de una lata de atún que de una horma de provolone. Pero conseguir que alguien confirme oficialmente a cuánta gente equivale ese share es más difícil que hacer que Juanita Viale pise la UBA.

Lo que circula como dato vía Kantar-Ibope —que, nuevamente, mide de forma discutible: por ejemplo, sólo registra escuchas por aire y no contabiliza los servicios de streaming—, es que escucharían radio en el AMBA alrededor de 1.400.000 personas. El 38,53% de 1.400.000 personas daría un share de alrededor de 500.000 oyentes. No olvidemos el dato de contexto de que Mitre viene cayendo inexorablemente: hasta hace muy pocos años, su share era del 45%.

Las cifras más fuertes son las que arrojan las páginas digitales. Según Comscare, una empresa de buena reputación, Clarín Digital recibe a 20 millones de navegantes. Suena a barbaridad, pero en un período semejante la página de El Destape —un medio autogestionado, que avanza a pulmón y casi no tiene publicidad— recibe 7 millones. Lo cual, comparando poder de fuego, habla muy mal de Clarín o muy bien de El Destape o ambas cosas a la vez. Pero a partir de entonces, cualquier otra discriminación se vuelve imposible para el público. Sólo los medios acceden a la información que aclara qué artículos suyos recibieron más visitas. Y por eso son los medios los únicos en saber que los artículos más vistos de sus ediciones son aquellos que hablan de OVNIS, del destino de Messi o las desafinaciones de Esmeralda Mitre. En términos generales, las notas más consultadas son las más pelotudas, y por afano.

Las empresas no dicen nada al respecto, porque esas cifras indiscriminadas ayudan a que Google determine dónde le conviene poner avisos. Pero si lo que midiésemos fuese el grado de influencia de una publicación, esos números tan genéricos no dirían nada. Ya sé que sonará a autobombo, pero me hago cargo: es más influyente un artículo de Verbitsky que un artículo de Clarín que obtuvo 5 millones de clics, porque esa nota tan cliqueada sobre la dieta de la canela no mueve el amperímetro del país, mientras que lo de Horacio es leído por quien tiene que leerlo — la gente que actúa sobre la realidad que después nos afecta a todos. No seamos ingenuos: si los medios quisiesen medir influencia real (o mejor dicho: si quisiesen que se sepa quién tiene influencia real), difundirían la actividad en las redes, donde una radio como la de El Destape triplica a quien le sigue — La Red.

Recapitulemos. El sistema está armado de forma que, primero, no puedas dar fe de que las cifras que exhiben se corresponden con la verdad. (Es tan confiable como el bolillero que siempre mandaba las causas jugosas al juzgado de Bonadio.) Segundo, está diseñado para impedirte discriminar: aun cuando tuvieses buenas voluntad y quisieras saber cuál es la llegada de los medios hoy opositores, la falta de organicidad del sistema te obliga a sumar peras con manzanas con baterías de 9 voltios con velitas de cumpleaños. (Suena sensato inferir que el comprador de Clarín por la mañana consulta su versión digital durante el resto del día, de modo de hacer que mismo tipo figure como si fuese cinco en todas las mediciones: compró Clarín, oyó Mitre, chusmeó en Canal 13 y TN. Del mismo modo, también figuramos en las mediciones los que consultamos esos medios no por placer —Dios nos libre—, sino para ver qué catzo dijeron o inventaron ahora.)

En tercer lugar, esas cifras incomprobables que te escamotean elementos de análisis y formas de sistematizar su información son servidas así, a lo bruto, para dibujar del modo más generoso la dimensión del medio: es decir su ascendiente, privándote de los muy interesantes detalles respecto de sus artículos más vistos. (Que, de trascender, forzarían a muchos medios a cambiar su nombre por el de Fabio Zerpa tenía razón o Todo sobre Sol Pérez.) No olvidemos que estos parámetros «objetivos» son los que suelen orientar dónde va la pauta publicitaria… ¡incluyendo la pauta oficial!

La lógica de los medios respecto de su presunto éxito comercial es, pues, la misma del célebre chiste sobre el ego de los argentinos: ellos saben lo que valen realmente, pero se venden públicamente al precio que desearían valer.

Si querés hacer un negocio fenomenal, comprá a los editores top de Clarín por lo que valen y vendelos por lo que ellos creen valer.

La Política Viagra

La bulla que las minorías armaron en estas semanas no tiene tanto que ver, pues, con el poder (voluntariamente sobredimensionado) de esos medios. Depende más bien del tipo de política que practica la oposición. Hace pocos días, Stephen King comentó por Twitter que a Trump no lo vas a pescar nunca hablando de políticas concretas o de planes. «Todo lo que hace —reflexionó— es lanzar barro». Lo cual describe perfectamente la actividad del PRO y sus aliados.

Me tienta la idea de tirar de la piola de su prosapia simiesca y decir que, antes que gorilas, se parecen a los chimpancés que te revolean la mierda tibia que crearon con tanto esmero. Eso es lo que vienen haciendo: le revolean al gobierno cualquier mierda que encuentran a mano. En ese sentido no son exquisitos, todo tren los deja bien. Te cascotean por la cuarentena y te cascotean porque se está enfermando mucha gente. Te escupen porque no le prestás atención a la policía que ellos dejaron en pelotas. Se indignan por el decreto «malo» que revierte el decreto «bueno» de su autoría. En lo único en lo que son coherentes es en su rechazo a todo lo que tenga que ver con la ciencia. Te bardean el satélite que se acaba de poner en órbita y después juran que te contagiás más fácil en una sesión de diputados por Zoom que en una presencial. (Debe ser el famoso virus informático, debe ser.)

La profusión de disparates sugiere improvisación, y hasta desesperación. No hay una línea coherente que se pueda extrapolar de las posiciones que adoptan. En este sentido, son el cualunquismo encarnado. Sin embargo, que carezcan de lógica discursiva no significa que carezcan de un plan. El plan es el de Trump: tirar barro a todo lo que se mueve. Y ojo, que no es un plan precario. Al contrario, es de una maldad exquisita. Lo que busca es instalar que vivimos en un caos, que nuestra cotidianeidad es una locura. Un día estamos asustados porque colapsa el sistema de salud, al otro la Bonaerense resucita nuestros peores fantasmas, al siguiente nos peleamos con medio mundo por el «despojo» del que se hace víctima a la pobre CABA. Y lo que empezamos a sentir es precisamente lo que buscan: no se puede vivir así.

Todo lo que uno quiere es levantarse, mirar de reojo las noticias pensando que son malas pero esta vez no nos pegaron de lleno, ir a laburar, surfearla de la mejor manera posible y liberarse al caer el sol para permitirse mínimos placeres: un vino, amigos, amor, algo para ver en alguna pantalla que distraiga o exalte. Pero la forma en que la oposición crea o explota un nuevo quilombo cada día te pone en un estado de ánimo que, no bien despertás, induce a preguntar: ¿Cuál será el apocalipsis de hoy? Todo es desgarrado, agónico, un videogame en el que te jugás la vida y aun cuando saliste indemne de esa etapa, cambia de pantalla y te pone a correr otra vez sin darte respiro.

Es muy notable el contraste entre la gestión del gobierno, que todos los días da buenas noticias —la resolución de un problema, la puesta en marcha de una iniciativa que mejorará la vida de muchos— y la sensación de dislocación que prima en el ánimo de tantos. En vez de relajar, sabiéndonos en manos de una administración que trabaja para mejorar nuestra calidad de vida, nos la pasamos en ascuas, hiperventilando, sintiendo que todo está a punto de estallar. Y ese es el objetivo. Crear un ambiente tóxico, invivible. Anhedónico, donde no podés disfrutar de nada. Antiperonismo destilado, desde que si algo es el peronismo es la reinvindicación del goce de la vida simple. Eso es lo que buscan: que a pesar de que el gobierno sea peronista, no puedas pasarla bien ni un minuto. El Frente de Todos estará a cargo de la Casa Rosada, pero ellos quieren estar a cargo de tu estado de ánimo — para enloquecerte, nomás.

El porqué de esta política demencial es simple, y casi todos lo tenemos claro. El macrismo y sus suburbios —o sea, los ex gerentes del poder real— están urgidos porque temen que la acumulación de pruebas sobre sus acciones ilegales sea tan grande, que ni siquiera nuestra Justicia pueda hacerse la desentendida. Y los poderosos de verdad —con la aquiescencia de sus socios extranjeros— entendieron que el tiempo de la diplomacia se acabó y no les queda otra que encarar las hostilidades. El gobierno les propuso fair play, le respondieron con foul play y ahora todos saben a qué están jugando. Los muchachos de la AEA buscan quebrar a Alberto y Cristina, sacarlos del partido; y la coalición gobernante entiende que la cosa pasa por conservar el funcionamiento de equipo, esquivar las patadas y meter goles, una y otra vez, hasta que la diferencia en el marcador sea abrumadora.

Los medios opositores perdieron poder gracias a la combinación de sus propios errores con los del macrismo —son la sombra de lo que eran en diciembre de 2015—, pero la estrategia actual les viene bien, es algo que están en condiciones de emprender. Llevan años entrenándose en el arte de exasperar y confundir. Como el público que conservan los sigue por una cuestión de fe, van radicalizando su discurso sin que sus seguidores lo adviertan. Para aquellos que ya no damos crédito a sus opiniones, leerlos, oírlos y verlos es como deslizarse por el agujero que se comió a Alicia e ir a dar a un mundo donde nada tiene pies ni cabeza. No hay gran diferencia entre una visita de la Carrió al programa de Morales Solá y una escena protagonizada por la Reina de Corazones. («La Reina tenía un único modo de resolver todas las dificultades, grandes o pequeñas. ‘¡Córtenle la cabeza!’, decía, sin siquiera mirar alrededor».)

Ya no pueden influir como antaño, entre otras razones porque rifaron toda credibilidad. Pero pueden hacer ruido, porque son muchos, y fragmentados de modo que los ubica en todas partes. (Los subproductos de lo que Horacio V. llama la trifecta —Clarín, La Nación, Infobae— están diseminados por todo el espectro comunicacional. Hasta canales en YouTube, tienen.) Ante el caceroleo virtual constante se aturde hasta el medio sordo. Y el ruido por encima de los decibeles tolerables dificulta pensar. Entonces dicen que una multitud impidió que Lázaro Báez entrase en Ayres del Pilar, aunque vos estás viendo que son cien pelagatos, pero la bulla te impide detenerte en la contradicción. O te venden como masiva una marchita anti-todo en el Obelisco, que se cuidan de fotografiar sólo en primeros planos. O intentan trabar el funcionamiento del Congreso aunque son minoría, desconociendo la voluntad del pueblo que votó otra cosa.

Ese es el tema. Mientras te enloquecen, mientras te impiden vivir en paz, pretenden seguir actuando como si fuesen mayoría. Y son minoría, y minoría notoria (muy bien amueblada, eso sí), los mires por donde los mires. Pero los cuatro años de Macri terminaron de desquiciarlos. Estaban acostumbrados a hacer lo que querían en las sombras, mientras guardaban ciertas formas. Con Macri en la presidencia, creyeron que había llegado el momento de seguir imponiéndose pero a la luz del sol, ya sin disimulo, y que la vida iba a ser así eternamente. Y ahora no toleran la idea de volver a cuadrarse, de verse obligados a respetar públicamente otra voluntad que no sea la propia. Por eso andan por todas partes cagándose en la pandemia y armando quilombo, sobreactuando su importancia y su poder. Son La Política Viagra, que actúa en complicidad con El Periodismo Viagra y sus asociados en las redes (¿qué son los bots, sino Viagra virtual?): andan por la vida como si fuesen estrellas del porno hard, pero si se les acaban las pastillitas —o sea en la lid democrática, donde es ilegal competir habiéndose anabolizado— no pueden concretar ni un acto de amor.

Me tranquilizó escucharlo a Alberto el viernes, durante el acto donde se anunciaron obras para Chubut, Santa Fe, Buenos Aires, Tucumán y Tierra del Fuego. Ya me había tranquilizado el miércoles, cuando apagó el fuego del reclamo policial. (Debe ser el Efecto Martín Guzmán, maestro zen, al que nadie aparta de su eje racional ni aunque vengan degollando.) Pero el viernes Alberto dijo cosas que dieron la pauta de que entendió la dinámica que proponen los lanzadores de barro y mierda. Ahí aclaró que el objetivo es que la Argentina «crezca no en la concentración de unos pocos, sino en la felicidad de millones». Y subrayó: «Nosotros no sembramos discordias. Sembramos igualdad». Los de la discordia, los que te hacen la vida imposible, son otros. Sería genial que ese mensaje fuese más allá de Alberto y que la comunicación oficial ayudase al común de la gente a bajar un cambio, a recuperar el equilibrio, a distinguir que la realidad no es el caos que estos monos azuzan a diario sino el país que todos los días supera un escollo nuevo y sigue avanzando para salir del pozo.

De un lado estamos las mayorías y del otro lado el poder concentrado, cuya representación política es cada vez más insustancial. Me lo dijo Máximo Kirchner esta semana: “La política tiene progresistas, conservadores, peronistas, pero la discusión se da con los retrógrados, más relacionados con el Paleolítico que con el futuro que dicen representar. Hay que aprender a gobernarse a sí mismo para pretender gobernar a otros”. Si perdieron en octubre 2019, en primera vuelta y por paliza, contando con estos mismos medios, el Poder Judicial y la Embajada en modo overdrive, ¿cómo no les va a ir peor ahora, cuando los chanchullos y cagadas que se mandaron son inocultables y el gobierno nos desencaja del barro y mejora parámetros de vida, aun en medio de la pandemia que padece el mundo entero? Por eso van a intentar descarrilar el tren antes de octubre 2021: porque temen que, a la hora de la certificación del voto, su representación en el bastidor del poder político se achique aún más.

Los beneficia de momento la extraña realidad que vivimos en estas semanas, donde las cosas parecen haber vuelto a una cierta normalidad pero siguen sin ser normales del todo. En ausencia de lo real real, de nuestra circulación y congregación en libertad por calles y casas, se sobredimensiona lo virtual; y en ese contexto, veinte gatos locos parecen multitud y un puñado de mercenarios de las redes parece un ejército.

Pero los que queremos vivir en una democracia real y en paz razonable, donde los poderosos no cascotéen el rancho a diario, no vamos a entrar en la provocación. Porque sabemos que estar guardados en casa no significa que abdiquemos de nuestra condición de mayoría. Estamos guardados porque somos responsables. Y en esta circunstancia, confiamos en el gobierno que fue designado por el voto popular —y de esta confianza participan también muchísimos que ni siquiera lo votaron—, para que le recuerde a los inadaptados cómo se juega este juego, so pena de ser descalificados.

Nuestro cuerpo nos pide salir a refrescarles en la calle qué significa la voluntad popular. Sin embargo, ahora es tiempo de confiar en las autoridades públicas, que para eso las elegimos. Esto es lo que sugiere la lectura desapasionada de los hechos, tanto como las visiones de futuro que tenemos algunos que somos medio mutantes.

Los vamos a arriar de regreso al corral democrático, sin siquiera salir a la calle.

 

miércoles, 23 de septiembre de 2020

 LAS ALUCINACIONES DE VARGAS LLOSA
(Por Atilio Borón, leído en CUBADEBATE)

En su artículo de este domingo 20 de septiembre de 2020 en El País de Madrid Mario Vargas Llosa vuelve a dar rienda suelta a una de sus frecuentes alucinaciones, y probablemente la más estrafalaria de todas. Según ella los países pobres lo son porque eligieron serlo. En cambio otros pueblos, más lúcidos y trabajadores, optaron por la prosperidad y la consiguieron.

De ser cierta esta ocurrencia del narrador peruano produciría una revolución copernicana en la historia y las ciencias sociales, sumergiendo en una crisis terminal al pensamiento social de Occidente desde Platón hasta nuestros días. Pero aún el alumno más indolente de los primeros años de cualquier carrera de Sociología, Historia y Economía sabe que las cosas no son (ni fueron) así y que si la gran mayoría de los países del mundo están inmersos en la pobreza debe haber causas que expliquen lo que en el pensamiento del autor de Conversación en la Catedral no puede ser otra cosa que una imperdonable estupidez.

La hipótesis de que miles de millones de personas de la población mundial  prefieren vivir en la miseria, la desnutrición, la ignorancia y la enfermedad es absurda porque supone que todos ellos son víctimas de un incurable masoquismo que los impulsa a optar por el sufrimiento en vez del goce y el disfrute que vienen de la mano de la prosperidad.

Los ejemplos a los que apela Vargas Llosa desnudan la intencionalidad política de su exabrupto: Venezuela eligió ser pobre y Alemania, en cambio, prefirió ser rica. Mientras aquella eligió el camino del socialismo los alemanes prefirieron al capitalismo. La descripción que hace del país sudamericano no sólo es incorrecta sino también inmoral. Venezuela, ni siquiera durante los años del boom petrolero, “progresaba a pasos de gigante” como fabula el novelista.

En aquella dorada época las compañías norteamericanas saqueaban a voluntad el petróleo venezolano, destinando algunas migajas para corromper a la clase dirigente y a los operadores del Pacto de Punto Fijo, engatusar a las capas medias más acomodadas con las luces cegadoras del consumismo mientras dejaban al pueblo en total indefensión. Millones de personas no vieron a un médico en su vida hasta que Chávez llegó a Miraflores; millones de mujeres parieron tres y cuatro hijos en los rancheríos de Caracas y otras ciudades sin jamás haber visto a una ginecóloga o siquiera una enfermera. Cuatro millones de personas (sobre un total de 24) eran zombies civiles y políticos privados de todo derecho:  carecían de documentos de identidad, vivían en calles sin nombres y casuchas sin número y la mayoría no sabía ni leer ni escribir. Todo esto ocurría en las épocas en las cuales según las afiebradas fantasías del escritor Venezuela prosperaba “a pasos de gigante”. Llegó Chávez y puso fin a tanta injusticia.

El “Caracazo” de 1989 es la prueba más elocuente —de las muchas que hay— para descalificar su aseveración. Y si en ese país hoy escasean los alimentos, medicamentos e insumos de todo tipo (para la industria, el transporte, etcétera) es a causa de las sanciones y la hostilidad permanente que Estados Unidos desató en contra de la Venezuela Bolivariana desde su nacimiento. Obviar ese dato no sólo invalida su descripción sino que constituye una inmoralidad de marca mayor. Vargas Llosa no puede ignorar que el bloqueo y las sanciones económicas concebidas para producir privaciones y sufrimientos —como lo propone un exasesor de Barack Obama en The Art of Sanctions— con el ánimo de provocar un levantamiento popular que ponga fin al gobierno de Nicolás Maduro son crímenes de lesa humanidad, políticas de exterminio, de aniquilación de una población. Son, en una palabra, genocidio.[I] Escamotear este dato convierte al tan galardonado escritor en un cómplice de esos crímenes, al igual que Luis Almagro y Michelle Bachelet, Mike Pompeo y Donald Trump, entre tantos otros.

Alemania, en cambio, optó por “la prosperidad, es decir, estimuló la empresa privada, la competencia y el ahorro, e integró su economía en los mercados mundiales.” El resultado: un formidable crecimiento económico. Sin embargo, los violentos incidentes que tuvieron lugar el 23 de Junio en Stuttgart desmienten la versión idílica, novelesca, del peruano. Según el diario Frankfurter Rundschau  la tensión social que conmueve el subsuelo de la sociedad alemana tiene su génesis en el pasado, cuando millones de “Gastarbeiter“ (“trabajadores invitados”) llegaron a Alemania para laborar en sus fábricas.

Pero, tal como lo indica su nombre, se suponía que los “invitados” en algún momento regresarían a sus lugares de origen, cosa que no ocurrió. Su radicación en el país que los había invitado con una intención claramente oportunística puso en cuestión la integración social de una sociedad que en poco más de una generación se convirtió en pluriétnica y multicultural y, encima de eso, más desigual. Esto se comprueba al observar que el índice Gini que mide la desigualdad económica alcanzó recientemente un valor de .295, el nivel más elevado desde 1989, cuando se produjo la reunificación de Alemania.[II]

Por otra parte, ¿cómo ignorar que las políticas del Banco Central Europeo y la Comisión Europea favorecieron descaradamente a Alemania, a costa de sumir en la crisis a otros países europeos, Grecia siendo apenas el caso más conocido? ¿O que el proyecto de la Unión Europea fue la astuta concreción del Deutschland uber alles (Alemania por encima de todo) como lo demuestra no sólo el Brexit sino el resentimiento de tantos países de la eurozona que se empobrecieron mientras Alemania se enriquecía?

El remate del razonamiento de Vargas Llosa es que las dificultades para emular al modelo alemán radican en la corrupción que, “en el caso de América Latina (…) está tan profundamente arraigada en sus gobiernos, roban tanto sus ministros y funcionarios y el robar es una práctica tan extendida en casi todos los Estados, que es del todo imposible establecer una economía de mercado que funcione de verdad.”

Otra generalización absurda que coloca en el mismo saco a todos los gobiernos de la región, incluyendo, en buena hora, al de sus amigos como Sebastián Piñera, Mauricio Macri e Iván Duque. Pero las cosas no son tan simples porque la corrupción es un cáncer ampliamente extendido en las economías capitalistas avanzadas, claro que bajo formas mucho más sutiles que las que imperan en algunos de nuestros países. Pero en ambos casos se trata de lo mismo. ¿O acaso la extensa red de “paraísos fiscales” —mejor sería llamarlas “guaridas fiscales”— en los países del capitalismo avanzado o sus ex posesiones coloniales no son sino la expresión más refinada de la corrupción inherente al capitalismo?

Según la Tax Justice Network algunos de los “paraísos” favoritos de los grandes capitales son las Islas Vírgenes, Bermuda, Islas Caymán y Bahamas en el Caribe; Singapur y Hong-Kong en el Sudeste asiático y Holanda, Suiza y Luxemburgo en Europa. Allí se evaden impuestos, se lava dinero del narcotráfico, venta ilegal de armas y tráfico de órganos y personas y se montan toda clase de operaciones comerciales y financieras al margen de la ley. Al lado de esa corrupción en gran escala y que cuenta con el inequívoco apoyo de los gobiernos del mundo desarrollado la que hay en Latinoamérica y el Caribe, por imperdonable que sea, es un juego de niños.

La pobreza y el atraso que abruman a Latinoamérica y el Caribe tienen, según Vargas Llosa, como su causa fundamental el visceral rechazo que la palabra “capitalismo” encuentra en estas latitudes. Aquí el novelista tropieza, una vez más, con “las duras réplicas de la historia”, como gustaba decir a Norberto Bobbio. ¿Cómo olvidar que bajo el yugo de las coronas de España y Portugal Nuestra América desempeñó un papel decisivo en el desarrollo del capitalismo global desde sus mismos orígenes. El oro y la plata de nuestros países, y más tarde minerales y diversos productos agrarios, nutrieron durante siglos la acumulación capitalista de los imperios coloniales y sus aliados europeos. Después de  apostar durante quinientos años al capitalismo los resultados están a la vista. ¿Qué pretende Vargas Llosa: que sigamos trajinando durante otros cinco siglos por la misma ruta? No hay futuro para nuestros países dentro del capitalismo, que nos condena al subdesarrollo, la desigualdad, el racismo, el patriarcado y a una catástrofe ambiental, para colmo en una región del mundo en donde la presión sofocante del imperialismo norteamericano se ejerce con simpar intensidad.

Hay muy buenas razones por las cuales el capitalismo en buena parte del mundo, y no sólo en Latinoamérica, se ha convertido en una mala palabra. Ha creado un sistema que produjo monstruosas consecuencias: que el 1% más opulento de la población mundial retenga tanta riqueza como el 99% restante; o que los “2 153 milmillonarios que hay en el mundo posean más riqueza que 4600 millones de personas (un 60% de la población mundial).”[III] Si la palabrita que tanto le fascina, “capitalismo”, tiene mala prensa no es por un capricho de la izquierda y de quienes queremos un mundo mejor sino porque lo que el novelista califica como “una sensación de injusticia y desigualdad, de bribonería y egoísmo” es un dato duro, lacerante, de la realidad. No es ninguna “sensación”: el capitalismo es esencialmente injusto y la bribonería y el egoísmo están inscriptos, de modo inamovible, en su ADN.

De paso, ya que estuvo en Alemania le cuento que su tan admirada Angela Merkel tiene que esmerarse un poco más para luchar contra el coronavirus, pese a que usted displicentemente afirma “que parece allí perfectamente controlado.” Le cuento: mirando las estadísticas al día de hoy, lunes 21 de septiembre, que en aquel país hay 124 muertos por COVID-19 por millón de habitantes, mientras que en las bloqueadas y salvajemente agredidas Cuba y Venezuela la cifra es de 10 y 19 respectivamente. Tan horrible no debe ser el socialismo para exhibir estos notables resultados, y tan bueno no debe ser el capitalismo para que las cifras del Chile de su amigo Piñera sea de 642 por millón de habitantes, las de Bolivia 651, Brasil  643 y su país de origen, Perú, un catastrófico 948, una masacre. ¡Ah!, me olvidaba. Dígale al primer ministro conservador Boris Johnson, heredero de las glorias de su tan ensalzada Margaret Thatcher, que  le convendría pedirle algún consejo a  Díaz Canel o Maduro para que le digan como hicieron  para combatir al COVID-19 en sus países porque la tasa de mortalidad por millón de habitantes del Reino Unido (615) es un escándalo, al igual que la Donald Trump (616), todos sin tener que neutralizar los embates de bloqueos, sanciones económicas, invasiones y sabotajes. Las conclusiones son obvias. Y al hablar de corrupción no se olvide de su querido amigo, el rey emérito Juan Carlos I; sí, ese que le adjudicó un marquesado y años después huyó de España como un vulgar ladronzuelo. Yo que usted antes de hablar otra vez de la corrupción en Latinoamérica lo pensaría no una sino diez veces. 

Notas:
[I] Cf.  Richard Nephew, The Art of Sanctions. A view from the field  (New York: Columbia University Press, 2018)
[II]https://www.iamexpat.de/expat-info/german-expat-news/income-inequality-germany-reaches-record-high