CARTA
ABIERTA, espacio político de una parte de la intelectualidad Argentina, acaba
de hacer un llamado a la Sociedad en
vista a las elecciones del 2019, que dejo a continuación.
Mi
modesta apreciación es que si bien ha sido un espacio surgido en defensa del
gobierno de Cristina en aquellos tormentosos días del lockout patronal del
campo ante la controvertida Resolución 125/2008, sus cartas proclamadas como "Llamados
a la Sociedad Argentina", tratan de describir la situación político,
social y económica de la nación en un momento dado y pretenden aunar esfuerzos
de la misma hacia determinados objetivos.
Este
Llamado que se publica hoy, sigue esa misma línea que he planteado
anteriormente y en ese sentido la descripción que hacen de la realidad actual
con el Gobierno de Macri es verídica, sin embargo convocar de nuevo a Cristina
como Presidenta, es un error político, que no se condice con las
justificaciones que enumeran, empoderar de nuevo a Cristina, por el simple
hecho de que es la política por excelencia que se ataca desde el gobierno, es caer en un simplismo que no está a
la altura de la descripción económica y social que se presenta. Lo que está en
juego en la Argentina es el modelo de país que se quiere imponer, independientemente
de la figura concreta para llevarlo a cabo, Macri como tal, no es el enemigo, aunque
lo representa muy bien, sino el modelo neoliberal imperante, y si se quiere
atacarlo en las urnas no importa quién lo encare, lo que hay que anteponer es
el modelo de justicia social y soberanía económica.
Si de
verdad "el kirchnerismo" es una síntesis progresista moderna de una
historia peronista, tendría que existir independientemente de una de sus figuras
viva, que por otro lado en el momento que se necesito de su grandeza como líder
político para proseguir profundizando lo alcanzado en unas elecciones del 2015,
apoyando a un nuevo candidato, titubeo lo suficiente, y dejo la mesa servida
a un modelo de país que nos destrozaría. La pregunta concreta seria: cuando los
movimientos son verdaderamente revolucionarios, ellos existen y se superan por
encima y a pesar de quienes lo fundan ¿Estaría el "Kirchnerismo" en
capacidad de serlo o es un caudillismo de turno?.
UN LLAMADO ANTE UNA HORA CRUCIAL:
Cristina
Fernández de Kirchner Presidenta
1) La vida política e intelectual argentina,
en lo que ambas se compenetran, ha sufrido enormes convulsiones en los últimos
años, especialmente si tenemos en cuenta la necesidad de pronunciarse ante los
constantes aspectos de singular dramatismo que componen la escena pública. Si
ante el advenimiento del macrismo muchos han considerado que estábamos ante una
derecha moderna, no pocos nos vimos ante la obligación de reflexionar sobre lo
que parecía, y al cabo se demostró, un exceso de optimismo de algunos politólogos.
No obstante, hasta hoy sigue en pie la necesidad de categorizar más
específicamente este nuevo fenómeno, de aristas sumamente dañosas, que tienen
articulaciones internas más complejas, pero menos visibles que los quebrantos
sociales que provoca. Numerosas personas ligadas al mundo cultural, organizadas
como grupos o en forma particular u ocasionalmente figurando en solicitadas y
documentos públicos, han señalado diversos problemas. El principal de los
cuales, parece ser la honda perplejidad que ocasiona la fuerte
agresividad del gobierno macrista sobre el cuerpo social, laboral y simbólico
en sus más diversas acepciones. Aun para los que no tienen una visión
favorable del gobierno anterior, al que caracterizados representantes del
pensamiento argentino le habían dirigido tantos esfuerzos críticos, ahora deben
destinar suficientes reservas para interpretar el cuadro actual que ofrece el
gobierno macrista. ¿Neoliberalismo tardío fracasado? ¿Fascismo social
con el revestimiento de una subjetividad empresarial filtrada por la ley del
arrepentido?
Distintos documentos dados a luz en tiempos
recientes, reflexionan sobre el Estado de Derecho en términos escépticos, en
razón del desprecio gubernamental hacia valores democráticos que perjuró
respetar, lo que genera el dilema de si estamos ante distintas gradaciones del
espacio público, esto es, una combinación de dictadura en los medios y
procedimiento de control relativamente autocontenidos en los fines. O bien, si
se trata de una dictadura de fines que todavía conserva como medios diversos
aspectos de una institucionalidad más o menos abierta. ¿Puede ser
democrático un gobierno que entrega la soberanía de forma humillante y somete
impúdicamente al Poder Judicial y al Congreso? Evidentemente, miles de hechos
cotidianos afirman que estamos ante la peor de las posibilidades, un gobierno
de fuerza que mantiene formalidades parlamentarias y otros convenios de
juridicidad heredados, pero marcha hacia el unicato de una voz que ni siquiera
es la del saltimbanqui presidencial. Es la de los organismos financieros
internacionales que regulan nuestra vida hablándonos al oído por medio de
las más sutiles tramas de las corporaciones financieras, jurídicas y
comunicacionales. Por otro lado, parecería evidente que lo que aparece como una
severa violentación de la legitimidad jurídica del país, sería señalado con
estupor por muchos grupos intelectuales y personas vinculadas a la actividad
cultural. Sin embargo, no siempre es así.
Casi imperceptiblemente, los elementos de
desapego a la razón crítica ya estaban siendo anticipados, desde hace mucho
tiempo, en el mundo político y académico. Ahora, cuando muchos contemplan el
rostro verdadero de lo que peticionaban tímidamente, dudan en hacer brotar una
condena. Optan por relativizar lo que tiene la evidencia severa de un fuerte
desnucamiento de los clásicos procedimientos judiciales. Los más dispuestos a
abandonar la indiferencia ante lo evidente, perciben que se está poniendo en
riesgo la facultad de juzgar de toda una sociedad. Otros siguen sosteniendo el
argumento de que el nivel de corrupción existente en el gobierno anterior
-llamada red, ruta, enterramiento, matriz o asociación delincuencial-, motivaba
la adopción de instancias jurídicas excepcionales. Pero, justamente, nociones
como "estado de excepción" y "nunca más a la corrupción"
hacen gala de una notoria liviandad en el caso en que con ellas se quiera
explicar los nuevos modos de actuación jurídica, como la figura del
arrepentido, la detención preventiva o la recompensa para capturas, en razón de
oscuros eventos de ilicitud que dan por anticipadamente acontecidos en el seno
de los gobiernos kirchneristas, sin más recursos probatorios que los tan
asiduamente llamados "relatos". ¿La penumbra jurídica y el parloteo
comunicacional no constituyen una realidad ultra ficcional que les debería
merecer ahora mucho más que esta despectiva denominación? Más que
"relatos". Apocalipse Now.
Otro problema se presenta, y es el énfasis
con que se privilegian cuestiones de la economía o de la moral pública. Por un
lado, se recurre a argumentos moralistas, para los cuales la vida popular ha
sido preparada por surcos constantemente abiertos por un poder mediático que
asume contornos de punición sacramental, a fin de la masacre de los funcionarios
del anterior gobierno. Pero si se escucha hablar a analistas económicos del más
diverso signo, no puede no examinarse el abismo ante el que se ha puesto el
país en razón de su fatal endeudamiento y el régimen de acatamiento a las
conocidas medidas fondomonetaristas de restricción del horizonte de vida de
toda una sociedad. Y entonces, algunos buscan ahí, con efecto de contrapunto o
escarnio, invocar el tema de "se robaron un PBI entero". O dos, O
tres. Los malos augurios de la economía, a la luz de los analistas del
gobierno, precisa la ayuda de conceptos traídos de las ciencias ocultas y de la
hechicería al paso. El presidente no se olvidó en Nueva York de mencionar los
"cuadernos" como causal económica de su infortunio, mientras bailaba
un tango arlequinesco. En el fondo era una advertencia a la desbocada trama
judicial para proteger a sus amigos.
Por eso, no se puede admitir que se nos ponga
en situación de aceptar una falsa disyuntiva. ¿Hablamos de un tema o del otro,
conforme a la conveniencia de cada batallón de artillería? ¿Según se piense que
la responsabilidad de la presente crisis del balance de pagos y de la deuda,
junto al cambio regresivo antipopular y de las estructuras económicas del
ingreso y gasto público sean solo resultado de la obcecación neoliberal, las
pensaremos al margen de las cuestiones de moral pública? ¿Según nos digan que
"se robaron todo" o que el gobierno anterior había dejado una pesada
carga con sus políticas inclusivas, dejaremos de ocuparnos de la pseudo racionalidad
de variables de ajuste, a la que los lleva la idea de un mercado que da órdenes
invisibles a un homo economicus que personificaría el deseo de vivir
"dolarizado"? ¿Según nos digan que "nos dejaron una bomba"
dejaremos de ocuparnos del endeudamiento como jaula de hierro para una sociedad
considerada en un gravísimo ciclo de tiempo que abarca a varias generaciones de
argentinos? Pero nada iba a explotar; ellos asumieron con dinamita en sus
bolsillos.
De la manera que sea, no hay posibilidad de
que estos dilemas sean resueltos por encima y por afuera de los compromisos que
asume la vida intelectual en su especificidad crítica, pues es desde allí que
se genera la objetividad inherente a todas las creaciones humanas. No a la
inversa, partiendo de una objetividad abstracta, que solo traduce con supuestas
leyes intangibles, el pensamiento de funcionarios de las finanzas
internacionales, estadio superior de un orden mundial a los que sus similares
argentinos no tienen otro remedio que acatar. Ante todas estas disyuntivas y
opciones, cualquier grupo o nucleamiento de ciudadanos y militantes que desee
ser partícipe de esta discusión, casi al borde del despeñadero de una sociedad
y un pueblo, debe hacer un esfuerzo superior al acostumbrado para exponer sus
ideas y compromisos, y a la vez descubrir en las suyas las que eventualmente se
hayan expresado por otras vías, y en el camino de vuelta, averiguar si en la
expresión de otros grupos intelectuales, aun de los que nos sentimos con
diversos grados de distancia, hay también una apertura temática similar a la
que ansiamos. Tendríamos la fortuna de poder asentar la discusión al margen de
antiguos prejuicios y nuevas fantasías.
2) En primer lugar, aunque introducimos de
modo abrupto la cuestión, se hace necesario indicar algunas cuestiones en
relación al peronismo. El gobierno de Macri inauguró varias vetas sobre este
tema. Anotamos en este sentido la expresión peronismo republicano, peronismo
dialoguista o peronismo racional. En cualquiera de estos tres casos, el
intento de separar kirchnerismo y peronismo es explícito y no tan sorprendente,
pues visualizan como una anomalía salvaje a ser extirpada, a todo lo que
imaginan que contiene la expresión kirchnerista. Sorprende un poco más, la
vocación de innumerables funcionarios peronistas, sea que revisten en
ámbitos parlamentarios, municipales o provinciales, en el grado que
corresponda, incluyendo diputados, senadores o gobernadores, que acepten con
total consentimiento bajo la impostura de la "gobernabilidad" esta
redefinición que les atañe y que al parecer les provoca un sentimiento de
comodidad. Implica el proyecto macrista de absorber al peronismo en una de las
variantes de una entidad abstracta superior, cuál sería la construcción de un
nuevo acto fundador de la política nacional, vaciando totalmente al país de
vida emancipada, de justicia social y de soberanismo económico.
A este atroz propósito convocan al
peronismo adjetivándolo de racional, republicano o dialoguista. No se debe
despreciar ninguno de estos tres conceptos. Se debe alertar, en cambio, sobre
el modo destructivo que los emplea el macrismo. A lo republicano lo
hacen precondición de la degradación absoluta de todo el andamiaje judicial del
país, a lo dialogal lo hacen precondición de crecientes medidas represivas y a
lo racional lo ponen como cobertura elegante de lo que son, si los
desarrollamos plenamente, actos consumatorios de diversas acciones de barbarie
institucional, jurídica y cultural.
¿Esta situación debe llevarnos a suponer que
al peronismo que acepta las condiciones del macrismo hay que oponerle un
peronismo auténtico? Permítasenos apartarnos también de esta denominación. No
hay autenticidad fija de antemano, solo hay interpretaciones y
reinterpretaciones, que son el verdadero ámbito de entrelazamiento de las
identidades políticas con la cuota que cada momento histórico opone como
desafío para ser escrutado. Por lo tanto, sin que nadie pueda ser criticado porque
mantiene premisas políticas que considera selladas con el lacre de una
permanencia definitiva, tampoco nadie puede quedar en estado de ingenuidad
sobre los pobres artificios del macrismo.
Primero llamar a los peronistas dispuestos a
mimetizarse, a hacer "la oposición a Su Majestad" a fin de entrar en
la dulce espera de una alternancia que le correspondería para usufructuar a su
turno la benevolencia de los poderes mundiales o del FMI. Y luego, desafiar a
esta fuerza política nacida a mediados de los años 40, a reexaminar sus
clásicas fidelidades al proclamar el gobierno que ellos vienen a enterrar 70
años de infelicidad pública. De esos años, casi todos corresponden a la
presencia compleja del peronismo en la historia nacional. Se salvan los dos
primeros años, pero caen en la redada los dos primeros del macrismo, suprema
concesión para la última gran operación entrecruzada, peronizar al macrismo y
macrizar al peronismo. Si eso ocurriera, se inauguraría una nueva época
en el derrotero nacional, bajo nuevos términos de declinación de la soberanía
del país, destrucción de sus ya menguadas autonomías, pérdida de sus fuerzas
productivas, repudio explícito a sus memorias sociales transcurridas, sea bajo
el signo de las luchas, sea bajo el signo del consenso. Y fundamentalmente, la
destrucción de sus fuerzas productivas, creadoras de vínculos colectivos y de
autoconciencia social. Y entonces llamaríamos "macrismo" a la triste
escena por la cual se inauguraría una época, donde una derecha colonial represiva,
tomaría como motivo de festejo los préstamos condicionados del FMI, por lo cual
a lo que nos arruina se lo aplaudiría como lo que nos salva.
3)Por eso denunciamos la
desarticulación de la diversificación productiva y del ensanchamiento del
mercado interno creados por el patrón de sustitución de importaciones, para
convertir a la Argentina en un espacio de producción agropecuaria y
agroindustrial dominado por el agronegocio junto a un enclave minero y
petrolero, a la actividad pesquera, el turismo y a los servicios financieros.
Especulación y extractivismo. Una versión actualizada que fusiona
actividades de la Colonia con otras de la inserción primaria de fines del siglo
XIX, imposible sin el desmantelamiento de la estructura sindical, de la
potencia de los movimientos sociales y del complejo y desarrollado tejido
social con agudas sensibilidades de solidaridad. Es el proyecto que en 1976 el
poder económico juzgó irrealizable sin el terrorismo de estado. Hoy
tenemos el refinado terror de ese ícono del Doctor Bonadio, con un montón de
misteriosas carpetas bajo el brazo, imaginando perversas venganzas que piensan
que solo a ellos no podrían hacerle daño, pues no quieren saber que ambos lo
conducen, ni la explicación real de la oscura misión que le han impuesto. Por
eso se superan en vulnerar la letra del derecho y vivir su gloria destructiva
imaginando que le han dado todo el poder, jamás suponiendo que de entrada ya
eran un hombre muerto.
El juez Claudio Bonadio al llegar a los
tribunales de Comodoro Py (Foto: Maximiliano Luna)
Hoy el llamado al peronismo
"razonable" resulta indispensable por la exigencia del FMI de la
conformación de un régimen con oficialismo y oposición sometidos a la
globalización financiera. El ciclo de financiarización macrista desembocó
rápidamente en una crisis. La coyuntura es atravesada por el reclamo del Fondo
Monetario de un presupuesto que es el instrumento que expresa las
condicionalidades del déficit 0. La meta del ajuste fiscal no es, como
se la quiere hacer aparecer, un esfuerzo por la salud financiera de la
República, sino un instrumento clasista, una herramienta de revancha
oligárquica sobre los sectores populares. Porque el gasto público es
una herramienta poderosa de redistribución progresiva del ingreso. Durante el
gobierno kirchnerista hubo una decidida vocación desde el lugar del Estado de
ampliar notablemente su componente social. Los hitos más destacados fueron la
incorporación de los adultos mayores que se encontraban excluidos del sistema
previsional, la AUH, y la vuelta al régimen jubilatorio universal y de reparto;
un gobierno, además, receptivo a paritarias que sostuvieron el valor del
salario por encima del incremento del costo de vida.
Todas estas conquistas son cuestionadas por
el FMI en su nivel, en su diseño y en su existencia. Cambiemos comparte el
cuestionamiento. Agitan propagandísticamente su insustentabilidad. En términos
reales, hoy sólo se prevé la expansión del gasto en intereses que aumentaría un
50% en el bienio 2018/9, mientras se propone para el mismo período, recortar
todos los demás de manera sustancial, como el 23% en educación, el 48 % en
vivienda y urbanismo y el 8% en salud, promoción y asistencia social 20%, y
este año el 15 % para el Ministerio de Industria. Castigando las finanzas
provinciales, se presupuesta provincializar los subsidios a los servicios,
mientras se les quitará el fondo sojero. Pero una excepción resulta la
producción de gas en Vaca Muerta, para la cual sí se prevé un fuerte subsidio.
También resulta grave la venta de activos del Fondo de Garantía de
Sustentabilidad del ANSES por más de 73 mil millones de pesos para solventar
erogaciones corrientes. Para una política de sentido inverso, los mayores gastos
serían financiables con mejoras en la recaudación que impidan la evasión, con
mayores impuestos a las ganancias y grandes fortunas, con endeudamiento interno
en moneda propia, o con emisión de moneda nacional.
Pero el gobierno de Macri no sólo
redujo los impuestos a los ricos, sino que financió su déficit en moneda local
tomando préstamos en divisas. Endeudarse en dólares para cubrir gastos en pesos
es el innecesario y perverso camino, que en forma idéntica a la de la dictadura
militar y el régimen de la convertibilidad menemista, ha conducido al
crecimiento de la deuda externa. En lugar de recurrir a los mecanismos
redistributivos y/o al uso del poder político nacional para solventar las
mejores condiciones de vida, se sirve un negocio al capital financiero,
asegurado por la premisa de los juzgados norteamericanos que reza "los
estados nunca quiebran". Esta cesión de jurisdicción en favor de esos
tribunales no tiene otro sentido que el otorgamiento de ese seguro
gratuito. Macri flirtea en el American Council como si fuera un ganador
de cabaret, mientras a pocas cuadras de allí se van preparando los futuros
jueces Griesa.
El objetivo del déficit 0, ya
intentado fallidamente por Cavallo, también es el dispositivo preferido por el
FMI para estructurar las economías e institucionalidades periféricas en el
formato del modelo estándar neoliberal, , que promueve junto al resto de los
organismos internacionales. Bregan por generalizar los "cambios
estructurales" que dejen atrás el espíritu del capitalismo de la edad de
oro preñado de lógicas que incluían el intervencionismo estatal, y desplegado
en el clima del mundo bipolar, época en que se abrían espacios para los
nacionalismos populares que desafiaban las relaciones de dependencia a que eran
sometidos los países del Sur. Esa preferencia es acompañada por otra obsesión
de la burocracia financiera hegemónica: la del Banco Central independiente,
constituido en un verdadero enclave de esa burocracia en el corazón de la
institucionalidad económica de los países dependientes, y cuyo único fin es el
control de la inflación mediante políticas monetarias que apunten a sostener un
nivel de actividad lo suficientemente deprimido en favor de garantizar un nivel
de desocupación que evite el conflicto por mejorar el salario.
El gobierno de Cambiemos se ha
endeudado para financiar déficit, ha eximido de liquidar las divisas a los
exportadores, quienes no tienen ningún plazo establecido para ingresarlas al
país, ha quitado toda regulación al ingreso y el egreso de divisas, como así
también eliminó todas las restricciones cuantitativas a la compra y venta de
esa moneda mundial. Desreguló
las importaciones, que crecieron y cambiaron su composición en favor de los
bienes de consumo final. El llamado carry trade, cuya traducción es el ingreso
de dólares destinados a ser vendidos y colocados en pesos a tasas de interés de
usura para recomprarlos y fugarlos al primer síntoma del debilitamiento de la
economía, fue la vedette del perfil de la macrieconomía. Una fugaz tormenta de
"inversiones" especulativas de corto plazo. Paradigma de
capitalismo parasitario.
El agudo deterioro de las cuentas externas
fue compuesto por el derrumbe del balance comercial externo, producto del
aumento de las importaciones y la caída de las exportaciones no tradicionales,
el financiamiento en dólares del déficit fiscal y el retiro de los
especuladores de corto plazo. Los dólares que entraron para cubrir el déficit
público se transformaban en pesos y pasaban a abastecer la fuga de capitales,
las divisas ingresadas por los especuladores también proveían materia para la
fuga, los exportadores dejan en el exterior los dólares que reciben y muchos
industriales y pequeñas y medianas empresas se reconvirtieron en importadores,
ya que las tasas de interés para producir internamente son prohibitivas. Pero
muchas otras pymes han desaparecido por cierres o quiebras, mientras empresas
industriales de mayor tamaño cesan la producción despidiendo o suspendiendo
trabajadores por la caída de la demanda y la recesión, cuya profundización será
la más grave consecuencia del acuerdo con el FMI. Hasta la CGT lo sabe y pese a
la cautelosa y postergada convocatoria, el gran paro del día 25 se transformó
en un silencio cargado de síntomas, que proyectaron como mudo presagio el acto
masivo del día anterior, de las CTA y los movimientos gremiales y sociales.
La gravedad de la situación económica
no está en una supuesta y falsa crisis fiscal sino en la grave crisis externa
producto de la financiarización y las liberalizaciones del mercado de cambios,
de los movimientos de la cuenta de capital y del comercio exterior. Argentina
fue llevada por la política de Cambiemos a una absoluta dependencia del FMI,
organismo sujeto a la voluntad de la potencia imperial. De la autonomía
construida en doce años de gobierno nacional y popular, bastaron sólo dos de
destrucción para crear las condiciones de una crisis externa que no se
soluciona con el nivel crediticio que comprometió ese organismo, el que
aprovechará en reclamar más ajustes y reformas neoliberales frente a cada
incumplimiento de condicionalidades o eventuales ampliaciones de
financiamiento. Se
han fugado más de 50 mil millones de dólares y el crecimiento de la deuda en
moneda extranjera más que duplica esa cifra. Se ha generado una crisis del
sector externo que provocó una secuencia de devaluaciones de la moneda nacional
que impacta en el nivel de precios provocando un tipo de inflación que resulta
fuertemente regresiva en términos distributivos y un fuerte incremento del
desempleo. El salario real se encamina a un gravísimo deterioro en el presente
año, que implicará pérdidas que probablemente superen el 20% en los ingresos de
los trabajadores, impactando en la profundización de la recesión y la caída del
empleo. El espíritu que traduzca la tradición peronista y de las otras fuerzas
populares, progresistas o de izquierda, deberían expresarse ineluctablemente en
el rechazo rotundo del presupuesto 2019 usando todas las estrategias para
evitar su aprobación.
La caída del salario, el nivel de las
tasas de interés, la invasión de importaciones, el cese de la obra pública,
componen una Argentina que destruye su tejido industrial, que castiga sus
economías regionales, que amplía velozmente la pobreza y la miseria, que se
dirige al precipicio mientras a la distancia, como en una mueca burlona, se
escucha el viscoso eco de un "sí, se puede". Desastre que tiene
beneficiarios. Son quienes perciben rentas. La financiera, la agraria, la
minera y las provenientes de los exorbitantes aumentos de tarifas de los
servicios con precios regulados por el Estado. Es el desemboque en la tragedia
de una Argentina signada por la desigualdad y la injusticia social.
Tan necesario como acometer una
transformación en la estructura productiva que apunte a disminuir el peso de la
restricción externa resultan de urgente prioridad la desvinculación de las
políticas del Fondo Monetario, el establecimiento de la administración y
racionamiento de las divisas -mediante la regulación del ingreso y salida de
capitales y del mercado de cambios-, como la intervención estatal que desempeñe
el rol de actor clave en la gestión del comercio exterior. Abordar una política
de desarrollo resulta de la crítica a concebir el sólo crecimiento como la meta
más deseada. No todo crecimiento genera bienestar para el pueblo. La
construcción de igualdad social también es un objetivo de primer orden. Así
como construir un patrón de consumo protector del medio ambiente, ahorrador de
divisas y centrado en la ampliación de la atención de derechos de los sectores
populares. La desmercantilización de las actividades que atienden esos derechos
y la ciudadanización de las decisiones sobre las mismas, es central para una
Argentina democrática. Un estilo tecnológico propio, autónomo de paradigmas
prefijados por el devenir de la globalización es inescindible de un programa
nacional.
4) De seguir el rumbo actual quedaría
apenas de una nación, el pellejo inerte de lo que alguna vez fue una nación. O,
al contrario, como es de urgencia afirmar, para evitar el quebranto de un
completo país, se deberá conformar entonces un frente patriótico, nacional,
democrático, popular y socialmente avanzado, tributario de la defensa de los
Derechos Humanos, con los aportes del latinoamericanismo, el feminismo, el
ecologismo y los pueblos originarios. . Al afirmar la utopía regresiva
del desguace nacional, espinosa pero no inimaginable, no nos situamos sobre las
piedras del orden, llamando a la unidad indiferenciada de lo que dijimos que
parecía ser un peronismo verdadero. Desde luego, puede definirse el peronismo
en su fase clásica y luego resistente, por nociones tales como un Estado con
facultades intervinientes en la economía colectiva y en la distribución
igualitaria de la renta nacional, y por cierto en un tipo de militancia
caracterizada por una autoconciencia que, sin ignorar la noción de riesgo
personal, tampoco abandona sus convicciones al compás de cada situación
cambiante, poniéndolas a disposición de la tenue lógica con que se suceden las
mutaciones de las condiciones de época. Estas existen y las hipótesis de
tenerlas en cuenta hacen a lo real político, pero no menos hacen a lo real
histórico. Reclaman no convertirse en un juguete del ocasionalismo diario que
tiene la vida política, alterable e intensa por definición. Por eso el pasado
de cualquier fuerza política no es un recuerdo ni una astucia, sino una memoria
de múltiples estratificaciones que preservan en última instancia una coherencia
entre sí.
No obstante, sin dejar de afirmar que por
estas razones no hay peronismo verdadero, tampoco hay kirchnerismo verdadero.
En ambos casos, hay proyectos de verdad que se enlazan como apuesta ante las
condiciones adversas, la relación entre lo que se quiere y los instrumentos que
se anuncian como viables para alcanzarlo, y que es también la relación entre la
necesaria añoranza y lo que los rigores de cada inesperada coyuntura obligan en
términos de poner a prueba esa evocación. Siempre ante las asperezas del
momento. Muchos tienen la tentación de suponer que el kirchnerismo no significó
sino un avatar más, incluso inconveniente, en el desarrollo de un peronismo
primordial e inmutable. Las acusaciones a las que ahora es sometido y las
investigaciones que no de ahora, sino de hace varios años, apelan a la matriz
de corrupción y a la asociación ilícita, a veces tienden a aconsejar a los
espíritus más atados a venerables signos, pero detenidos en su sosiego
histórico, que imaginen cierto refugio que permita su absolución en el mejor de
los casos, y el perdón "de los mercados" en los casos de los más
temerosos.
De ninguna manera ignoramos la numerosa
presencia de compañeros doctrinarios, que se atienen con orgullo justificable a
los recordables dictámenes sobre el proceder político, que fijó de antaño
apotegmas, refraneros y blasones. No los desatendemos, espontáneamente son
parte integrante del frente que recobre la justicia y el autonomismo nacional.
Figuran desde ya en nuestra rememoración y respeto cívico. Y dicho con mayor
énfasis, no nos es indiferente la historia del peronismo como un capítulo magno
de la presencia de la clase trabajadora en la bitácora de las luchas sociales,
y en las decisiones sobre las numerosas urdimbres de un estado de bienestar,
así como no olvidamos los nombres de los caídos e inmolados por el regreso de
Perón a su Patria. Este mismo hecho es también aleccionador de que, cuando la
represión adquirió el temible rostro del terrorismo de Estado, ya la expresión
"desaparecidos" integró en un nombre único e indivisible a compañeros
que actuaron desde un perseverante peronismo y una izquierda tenaz.
Que no hay un kirchnerismo verdadero solo
quiere decir que en este nombre hay algo que no tiene y algo que sí tiene. Lo
primero, es un contorno definido. Eso no lo posee. Pero es porque así se ha
dado su transcurrir, sin exceso de programáticas orgánicas ni de documentos
liminares. Pero es claro que no reclamaríamos como a priori político, a una
experiencia que surgió bajo la acumulación heterogénea de diversas vetas
políticas (diversos quiebres políticos de enorme magnitud, abismos económicos,
carencia de respuestas en la sociedad civil, experiencias asambleísticas de
avanzada, crisis de las identidades partidarias, falta de horizontes en la vida
popular), que elaborara doctrinas estratégicas y tácticas para ordenar con
ellas la heterogeneidad de los acontecimientos. La carencia de un contorno
definido, le permitió considerarse raíz y su vez capítulo nuevo en el
peronismo.
Este movimiento nacional -el peronismo-, si
por un lado parecía aceptar una nueva transformación, por otro lado recelaba de
los aprestos autonomistas de un kirchnerismo donde se integraban numerosos
militantes o ciudadanos que habían pasado por experiencias del alfonsinismo, de
las izquierdas, socialismos y progresismos diversos, por lo que la nave
kirchnerista no parecía ser una etapa más de lo conocido, ni dejaba de
reconocer un pasado en el peronismo, reconocimiento que al mismo tiempo debía
ser lo suficientemente poroso para que cupieran en él las memorias también
pasadas de aquellos que habían sido miembros de distintas expresiones de la
izquierda o del alfonsinismo. Si el kirchnerismo dice exactamente la identidad
que pretende tener, siente que corre un riesgo, el de desencantar a sus
peronistas, o por el contrario, el de desechar a sus simpatizantes de izquierda
y progresistas.
Esto provoca distintos tipos de
malestares. El kirchnerismo siempre lidió con el malestar de sus
peronistas ortodoxos y el de sus izquierdistas clásicos, cuando aparecían temas
de rigor: la marcha peronista, la misma marchita con agregados, o emblemas y
también al revés -esto menos frecuente pero no ausente-, de tradicionales
insignias partidarias de la izquierda. Ahora, en un momento crucial de
definiciones, no es admisible que quienes aceptaron al kirchnerismo, sea como
nuevo rostro del movimiento nacional, o como su superación dialéctica, o
simplemente porque había ocurrido, puedan hacer hoy un cálculo tan inocuo como
dudoso, refugiarse en las efigies más seguras y tentarse en hacerse
"racionales" sin percibir que ya lo serían de cualquier manera, solo
que cambiando una razón que los comunica con la historia viva, por otra que los
devuelve a ser un ala socavada popular -hasta lo que alcance su demagogia-, de
similares políticas económicas que con todo gusto denominaríamos de
"vendepatrias". Todo esto lo expresan a su manera las
grandes movilizaciones de trabajadores de astilleros, de maestros y maestras,
de trabajadores y trabajadoras de la economía popular, de despedidos estatales,
de obreros y estudiantes, de científicos e intelectuales, de ciudadanos
conscientes que se les está despojando del propio sentido de lo urbano. ¿No
dicen ahora que han "desocultado" a Ciudad Oculta porque exhiben
grandes afiches con una foto de esas construcciones precarias? Gran
sintomatología del macrismo. Si la imagen pone en un acto estético a la
pobreza, no estamos ante una denuncia que se hace cargo de un problema, sino de
una pobre imitación de la publicística de Benetton.
5) Es claro que asusta la magnitud de las
acusaciones que se hacen. Ruta del dinero, matriz corrupta, bolso, grutas,
conventos, úteros donde se enclaustra una maldición usurpada de una sociedad
que era transparente hasta que vinieran las emputecidas caballadas del
kirchnerismo. Las bóvedas, las excavadoras, han suministrado horas a la
televisión que devora constantemente escenas públicas para recrear la supuesta
sordidez de lo íntimo. Una grúa horadando equivale a una escena sexual de
masas, a un goce del capitalismo de las imágenes. Asusta, sí. Por eso, basados
en ese miedo, muchos reconstruyen un pasado más manuable, un peronismo que
quiere mostrar que se quita la verruga exógena del kirchnerismo. Al mismo
tiempo este se sigue diciendo peronista, porque lo es, y porque lo es de la
única manera hoy posible, abriendo las identidades que dispuso una calcinada
historia nacional a una gran gesta aún en construcción, que es desalojar,
siempre por el camino que exprese la soberanía popular, este penoso gobierno
que hace su tarea destructiva con tanto ensañamiento. Son ajenos a la pericia
mayor que les piden sus tutores de las bancas financieras internacionales. Ahora
han puesto en el Banco Central un autor de cuentos infantiles. Pero lo que
importan son sus decisiones como especialista adulto del FMI.
Es probable que muchos que piensen que esos
flujos innominados de la globalización precisen administradores duchos en sus
departamentos perimetrales -vulgo argentina-, y se miren ante el espejo para
ensayar lo contrario de las contorsiones de Macri, lo contrario de sus frases
blanduzcas, pero barnizadas de hirientes y socarronas ironías contra el pueblo
y los trabajadores. Por eso el magma irredento de organismos financieros
internacionales, el Tesoro norteamericano, los políticos del orden financiero
mundial, buscan otra gerencia para la Argentina. "¿Seré yo?", piensan
muchos. Y en esa pregunta irresponsable, quizás quieran hacer vibrar el
mendrugo de peronismo abstracto, que se dispone a declarar que lo ocurrido no
ocurrió, que lo sucedido durante más de una década no era simplemente malo,
sino que debe ser olvidado en las penumbras de las penitenciarías para que los
injustamente detenidos escriban sus cartas, que luego analizará un miserable
editorialista llamándolas "mafiosas".
Ya ha sido señalada muchas veces la coalición
entre sectores de la justicia, de los grandes medios de comunicación y los
gobiernos insertos en los grandes esquemas de la finaciarización mundial, para
abolir los derechos políticos de los partidos o las figuras que encarnan
notoriamente una representación social. Es el caso de Cristina Kirchner,
sometida a diversas formas de persecución judicial, tan novedosas como arteras.
Basta leer las actas de tal imputación para ver la liviandad de las pruebas y
el modo en que estas actúan menos en el ámbito del argumento judicial, que en
las relaciones que formulan los redactores y comunicadores de conglomerados
diversos, todos entrelazados con poderes corporativos, siendo corporativos
ellos mismos.
Son escrituras, todas ellas, basadas en
figuras del más pleno amarillismo periodístico. Procedimientos que violentan
todas las formas del derecho conocidas, que finalmente se ligan a técnicas
extorsivas, obteniendo declaraciones que son una red de imputaciones que
bordean el policial negro, pero mal escrito y peor argumentado. No significa
esto que las relaciones entre el estado y las empresas contratistas no deban ser
revisadas, ni que el hecho de que haya sido este un modelo reprobable en varias
décadas en el país, lo exima de un riguroso análisis -que incluya todos los
gobiernos anteriores y el actual-, donde el material enjuiciable que ahora se
ha obtenido por coacción a cambio de libras de arrepentimiento e infamación,
quede observado y enjuiciado a la luz de un modelo judicial que reaprenda las
condiciones democráticas de funcionamiento de la prueba, la pena y la
investigación, liberando asimismo a los funcionarios del anterior gobierno
arrestados ilegalmente.
Pero lo que acontece hoy en Argentina es que
la persecución judicial sobre Cristina Fernández y funcionarios de los
gobiernos kirchneristas no es otra cosa que el velo de esa violación de
derechos políticos y el intento de proscribir a la fuerza política que no se
aviene a acatar un rol exigido por el capitalismo financiarizado sometiendo al
abandono del derecho a la autodeterminación del pueblo argentino. Mientras el
espectáculo de un poder judicial, elevado a instancia suprema de la Nación por
encima de la decisión ciudadana, se despliega con la primacía de la
subjetividad de jueces, que avasallan el Derecho para arrasar con la oposición
que resiste la reducción de la nación al programa imperialista. Es un poder
judicial intervenido de hecho por la arbitrariedad del poder ejecutivo, y ambos
por las performances de los medios de comunicación, que van de la ordalía a la
guillotina. El país sigue asistiendo a los menús de Mirta Legrand, inverosímil
varieté de un nación arrasada, cuyo ministro de Defensa no solamente es un
oxidado perno de los diagramas geopolíticos de la llamada seguridad
hemisférica, promovida desde el comando Sur de los Estados Unidos, sino que aun
con el amparo de las mayores tecnologías sigue siendo portador de un trágica
mueca de burla a los familiares de la tripulación del submarino San Juan, pues
no está provisto de la cautela que le impida confundir una piedra a gran
profundidad con el hallazgo que es imperativo concretar.
La Procuradora Gils Carbó fue hostigada hasta
obligarla a renunciar por su independencia respecto del poder ejecutivo. El
Procurador Balbín fue sustituido por Saravia Frías, afín a Macri, con el
objetivo de que la familia presidencial eluda su deuda de decenas de miles de millones
con el Estado Nacional por el caso del correo. En una maniobra circense la
Corte Suprema y la Cámara de Casación se complotaron para cambiar la
composición de la Cámara Federal, quedando dos jueces serviles del poder
ejecutivo que encubren todas las arbitrariedades del juez Bonadío, quien
animado por objetivos antijurídicos y patrocinados por servicios de información
locales y extranjeros acumula causas de diversa raigambre, sin prueba y bajo la
figura común y difusa de asociación ilícita para atacar a la líder de la
oposición. Ahora asume la presidencia de la Corte Suprema el juez Rosenkrantz,
quien es defensor de las empresas del poder concentrado y del multimedio
Clarín, y propició con la promoción del 2×1 la limitación de la
imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad, como también el desacato
al cumplimiento de fallos de instancias internacionales a las que Argentina no
sólo adhirió, sino que les otorgó rango constitucional. Juez cuyo ingreso a la
Corte se forzó con un decreto previo del presidente Macri y cuya designación
para presidir la CSJ tuvo asegurado el apoyo de la jueza Highton quien resulta
cautiva en forma permanente del ejecutivo por la maniobra espuria que fue
urdida por éste para darle continuidad en forma ilegítima a su mandato. La
Corte parece siempre salir de un vestidor de una tienda de ocasión, donde han
abandonado su conciencia jurídica en un perchero para empezar a divagar, si es
posible con latinazgos, en favor de sus patronales.
En tanto la UIF (unidad de información
financiera) fue despojada de hecho de su autonomía, con la salida de su titular
anterior José Sbatella que fue reemplazado por Mariano Federici y María Eugenia
Talerico. Estos últimos vinculados a organismos, estudios y bancos dedicados a
la facilitación de la fuga de capitales. Talerico fue defensora de HSBC,
entidad sobre la que se comprobó su actividad ilegal en fuga de divisas y
Federici fue abogado del FMI. Por otro lado, el diseño del blanqueo permitió la
permanencia de fondos regularizados en el exterior, conducta asumida con
descaro por los funcionarios del gobierno que mantienen sus ahorros fugados
fuera del país, esta ingeniería de poder conformó un entretejido
institucional-jurídico dirigido a eludir la investigación sobre estos
comportamientos.
La malla de protección sobre las
conductas irregulares y antipatrióticas del poder actual, transcurren con el
mismo clima que durante los regímenes golpistas, que desplegaban acusaciones y
denuncias sobre las autoridades legítimas depuestas por la fuerza con la
esperanza del desprestigio con el fin de evitar su retorno al poder. Lo que
ocurría en el pasado en Argentina, como lo que acontece hoy, fue parte de
estrategias del Imperio articuladas, antes con oligarquías, y hoy con éstas y
burguesías transnacionalizadas. Ecuador, Brasil y Argentina enfrentan una
nueva forma de agresión a la República y la Democracia, con eje en los poderes
judiciales, pero entreverados con servicios de información locales y
extranjeros y también en algunos casos, como el brasileño, con las fuerzas
armadas. Por eso el "mani pulite" latinoamericano no es el intento de
mejorar la transparencia ni la ética pública, loables y necesarios objetivos,
sino una estrategia de arrebato de ciudadanía a las mayorías populares. Es bueno
tener las manos limpias y las uñas cortas, pero cuando el manejo del orden
moral público queda en manos de una mafia judicial, la manicura de Comodoro Py
destroza cartílagos de los cuerpos mientras finge perfumar meñiques y pulgares.
6) Lula encarcelado, y Cristina Fernández
de Kirchner y Correa perseguidos encarnan esa ola des-democratizadora. Es tan
grande este mecanismo que como en la Colonia Penal de Kafka ve con naturalidad
la creación del horror judicial que significa escribir en el cuerpo del
condenado la ley ficticia que lo pena con indiferente impiedad, que muchos
compañeros aceptan que para combatirlos hay que aliarse incluso con los nuevos
guardianes de la Colonia que hacen saber que elegirán variantes de mano blanda.
No obstante, Macri elige las dos carátulas; según convenga, la dura, de otro
modo, la blanda. Esto último es lo que piensa y lo que hizo Macri,
porque entiende el mundo como una reunión de Directorio, donde se siente un
poco inexperto ante tantos estrategas mundiales. Y como aún está en fase de
aprendizaje y sospecha en algunas miradas un rápido destello de socarronería,
se convierte en el aprendiz de todos los paternalismos geopolíticos y
financieros que ahora lo tutelan. La Institutriz Lagarde, el Gran Bedel Trump.
Y corre a las Naciones Unidas como chico con zapatos nuevos a pronunciar un
discurso escrito en las lavanderías de lo que él mismo llamó "el orden
global mundial". Por fin pudo hacer justicia a su célebre frase de que los
derechos humanos "son un curro", pues los citó varias veces. Pero
para convertirse en la avanzada judicial-militar contra Venezuela. Con un
fraseo abstracto, como si su discurso, tan resbaloso como el mármol verde a sus
espaldas, lo hubiera escrito un becario o un pasante recién ingresado al
Departamento de Estado norteamericano. Entonces, de su boca maquinal salían
palabras como diálogo y consenso, y apenas un milímetro detrás todo era
descifrado adecuadamente por una gendarmería global. Las Patricias Bullrichs,
los especialistas británicos en la cuestión Malvinas, y todo aquel que
entendiera hasta qué punto podía llegar la humillación de un presidente
argentino, se frotaban las manos. "He is our man".
Estamos bajo el conocido modelo de panem et
circenses. Pero no hay mucho pan y el circo es descomedido. La gravedad del
pozo ciego en que se halla la economía del país no puede suplantarse por la
excavación de pozos desde la infinita odisea homérica de las grúas patagónicas.
Beneficiarían a la arqueología argentina si encuentran restos de algún mamífero
del período cuaternario, pero allí no están los papeles de cualquier tipo que
infamen al kirchnerismo. Lo que infama es la propia imagen de ese artefacto que
rasguña el suelo al mismo tiempo que las instituciones judiciales. Si bien nada
de esto dispensa al kirchnerismo de exponer la crudeza de la situación, en
otros términos, los que correspondan, que no son los de los actuales redactores
del noticioso de ultratumba, sino los de los movimientos populares y
democráticos que saben reponerse a la adversidad y poner en la escala de sus
deseos emancipadores a todas sus decisiones administrativas, cuales fueran.
No es desatinada la propuesta de una
auditoría general de la obra pública, único modo de crear veracidad sobre una
cuestión política vital, cual es la del financiamiento de la política, y que
peso tiene esta cuestión en las encrucijadas de las naciones, los pueblos y los
trabajadores, a los que quieren prosternados ante la pulverización de sus
memorias, intereses y anhelos. Como esta es una cuestión cuya fuerza es
intelectual y moral, podemos decir que asistimos ahora a la necesidad de
reconstituir los vínculos políticos en torno a la figura hostigada de la época,
Cristina Fernández de Kirchner; de postular que entre esa dimensión de
liderazgo -que emana de su propia biografía y del modo en que es acosada-, es
dable desear que el vasto archipiélago del peronismo reflexione sobre esta
situación, extrayendo de sí una historia que no puede recordarse solo por el
lado costumbrista sino por sus dimensiones de resistencia y reconstrucción
popular. ¿Es posible que olviden que el gobierno ha encubierto asesinatos, que
han encarcelado sin pruebas a dirigentes populares? ¿Y que en la sordidez de
sus noches imaginan asesinatos que nunca han ocurrido?.
Del peronismo estábamos hablando y de esa
reflexión que ronda a sus principales dirigentes, pues son muchos los nombres
que aun con las diferencias que pueden inferirse, no están dispuestos a perder
la honra. Reflexión que debe ser ecuánime y desprendida, lo cual quiere decir
que la mirada debe estar dirigida a las necesidades del pueblo argentino y a la
altura de estos tiempos mundiales y nacionales, y no dirigida hacia encuestas y
focus groups. La cuestión del peronismo y el kirchnerismo tiene dimensiones e
incógnitas prácticas, teóricas y existenciales. No se resuelve poniéndole un
guion de equilibrio provisorio entre ambos vocablos, sino con una reflexión
histórica y social necesaria, profunda y capaz de examinar biografías,
decisiones y simbolismos.A todos les cabe, desde el intendente del conurbano al
gobernador provincial, desde el senador en apuros hasta el más entusiasta
diputado y el más perseverante de los cuadros. Y como esta reflexión tiene como
argamasa la historia reciente y no tan reciente del país, debe ser un foro
abierto a todas ideas circulantes en este momento de una humanidad atravesada
por un capitalismo depredatorio, un mundo financiero con una racionalidad
perversa y antihumanista, un mundo judicial que ha perdido sus Beccaria, sus
Kelsen, sus Sampay y sus Cossio, advirtiendo que nos rodean unos mares donde
naufragan desterrados, unos vínculos y destrezas de carácter cultural
amenazados por industrias llamadas "del conocimiento", que lo que
hacen es espantar las grandes tradiciones del conocimiento. Justo en esta
época, donde las movilizaciones sociales, feministas, de trabajadores
desempleados, de científicos y maestras, de familiares de víctimas de la
represión o de la desidia estatal, implican ampliar las fronteras del
conocimiento invitando a que se desempolven viejas certezas y se traduzcan los
anteriores mundos teóricos a las pulsaciones que están trazando los contornos
vigorosos de nuevos mundos de vida.
En lo inmediato es imperioso rechazar
la aprobación de un Presupuesto con el sello indeleble del FMI. Desde las
semanas previas a la movilización y el paro, todos los principales referentes
sindicales y sociales que protagonizaron las acciones masivas de protesta,
llamaron a rechazar el presupuesto, denunciando su naturaleza neocolonial y los
graves perjuicios que acarrearía, logrando que además de quienes ya anticiparon
su rechazo, se sumaran a esta posición legisladores que el gobierno contaba
entre sus posibles apoyos para darle al presupuesto y al acuerdo con el FMI una
apoyatura fundamental desde el Congreso de la Nación. Hoy la posibilidad del
rechazo legislativo se acrecienta, tras la contundencia de las movilizaciones y
el alcance del paro nacional que escalaron consiguiendo la adhesión de
importantes sectores medios del comercio y las pymes antes desmovilizados y
reforzando el proceso de deterioro del bloque reaccionario y la recomposición
de un amplio bloque nacional, popular y democrático. La perspectiva de un plan
de lucha enhebra la presencia del pueblo a las puertas del Cngreso en oposición
al presupuesto con otras movilizaciones y el desemboque en el repudio a Donald
Trump y la reunión del G-20 el 20 de noviembre.
Al comienzo de esta proclama hemos hablado de
la existencia de numerosos grupos intelectuales del país, que se han pronunciado
asiduamente, algunos en términos parecidos a éstos, otros en forma divergente
dentro de los más amplios matices. Desearíamos que se sepa que, a los hechos
descriptos en estas líneas, los mencionamos no para cultivar la certeza
privilegiada de nuestras convicciones, sino la voluntad de contrastarlas; no la
verdad que parece siempre anticiparse a los hechos, sino la verdad que espera
confiante, como una sombra, a los hechos que al final la nombren
fidedignamente. Evidentemente, estamos pensando en la confrontación electoral
del 2019, donde ninguno de los grandes temas que hacen a la condición humana y
política del país deben estar ausentes. Si lo que aquí escribimos es una suerte
de convocatoria, es porque es portador de la esperanza que, con la misma
dimensión de un llamado, pensamos que quién puede hacerlo hacia toda la
extensión de un gran arco político, es Cristina Fernández de Kirchner,
habilitada por el coraje cívico que la acompaña.
Esto es así porque la próxima no es
una mera elección. Es la rosa y la insignia de la posibilidad de cambiar lo
aciago que ahora presenciamos por un nuevo libro de actas, esto es, una nueva
época. No se crea que escribimos una mera consigna electoral cuando pensamos
que en las presentes circunstancias, a través de instrumentos de selección de
candidaturas que reúnan las mayores garantías democráticas, Cristina Fernández
de Kirchner deberá al fin de este largo desfiladero, encabezar las listas
frentistas -lo
más ampliamente concebidas desde las grandes vertientes de las luchas sociales
y las identidades políticas que no declinaron ante las extorsiones en curso-,
que le pongan fin al omnipresente poder macrista, con una eficacia que no
desmienta su vocación de originalidad. Es preciso revivificar todas las raíces
emancipatorias en juego.
Concluimos con un llamado: Cristina Fernández
de Kirchner Presidenta.