EE.UU.
vs CUBA: EL BOLERO INFINITO
(Por Iroel Sánchez, en su blog "LA
PUPILA INSOMNE")
En febrero de 2013 el investigador
estadounidense Jeremy Bigwood tuvo acceso a una versión censurada del “Anexo
clasificado” del “Plan para una Cuba libre” emitido en julio de 2006 por
una comisión de la administración de George W. Bush presidida por Condolezza
Rice, luego que una primera versión de 2004 -bajo la guía de Collin Powell- no
rindiera los frutos esperados. El primer capítulo del anexo se titulaba
“Acelerando el fin de la dictadura de Castro: Transición no sucesión”.
El objetivo, expuesto tanto en el anexo como
en declaraciones del entonces Subsecretario de Estado Roger Noriega, era
impedir en Cuba una “sucesión” que sería “inaceptable” para Washington. No
obstante ese mismo mes, tuvieron que someter a prueba el plan y comenzar a
aceptar lo para ellos inaceptable: El 31 de julio el Comandante en Jefe Fidel
Castro emitiría una “Proclama” en la que a partir de graves dificultades de
salud traspasaba sus funciones al frente del país al Segundo Secretario del
Partido Comunista y Vicepresidente Primero del gobierno, Raúl Castro. En los
meses y años subsiguientes la institucionalidad cubana fue asumiendo una
renovación exitosa que no sólo implicó la permanencia de Raúl al frente del
país sino que ha incluido la elección de Miguel Díaz-Canel en abril de 2018
como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, y la aprobación
abrumadora de una nueva Constitución que amplía derechos y renueva los
fundamentos económicos, ratificando el rumbo socialista y el papel del Partido
Comunista, después de un amplísimo debate popular.
El anexo secreto también dedicaba varias
menciones a “la cada vez más profunda relación de Cuba con
Venezuela”, “paralela a la fallida relación anterior con la Unión Soviética”, y
planteaba que “este eje de Castro debe ser entendido como parte de la
estrategia de sucesión del régimen y un intento de aislar a Cuba de la presión
para el cambio democrático”.
Debe recordarse que cuando a inicios de los
años noventa del siglo pasado la Unión Soviética se desintegró, dejando a Cuba
sin el 85% de su comercio exterior, en Estados Unidos aprobaron la Ley
Torricelli (1992) para recrudecer el bloqueo, pero como en medio de enormes
dificultades el gobierno de la Isla logró preservar el apoyo popular, comenzar
a abrir el comercio exterior, y estimular la inversión extranjera se hizo
necesario un nuevo apretón, la Ley Helms-Burton (1996), para impedir la
recuperación cubana. Aunque no se pusiera en vigencia su capítulo dedicado a
amparar juicios contra empresas de terceros países que invirtieran en la Isla,
su papel disuasivo detuvo el auge que en los primeros años noventa tuvo la
participación de inversores europeos y canadienses en la economía cubana pero
no logró su objetivo y Bush puso en marcha su “Plan para una Cuba libre” del
que ya hablamos antes.
La administración Obama, a la vez que operaba
contra los aliados de Cuba en la región latinoamericana -golpe a Zelaya en
Honduras, golpes parlamentarios en Paraguay y Brasil, guerra económica contra
Venezuela-, presionada por una nueva realidad en América Latina, cambió la
estrategia hacia la Isla en lo político mientras mantenía en pie lo fundamental
del bloqueo, estableciendo récord tanto en multas contra bancos que realizaban
transferencias en operaciones financieras cubanas como en fondos para la
subversión. La visita del primer Presidente negro de los EE.UU. a La Habana en
vísperas del VII Congreso del Partido Comunista cubano no ocultó el
propósito de influir en el rumbo de las reformas isleñas, abrió permisos para
que los estadounidenses viajaran -no como turistas- a Cuba y promovió los lazos
norteamericanos con el naciente sector privado cubano. En cambio, al llegar a
la Casa Blaca, Donald Trump decidió entregar la política hacia América
Latina a la ultraderecha de Miami que vio en la estrategia de Obama una
traición sin resultados. Trump retrocedió al clima de W. Bush tomando como
pretexto unos “ataques sónicos” contra los diplomáticos estadounidenses en La
Habana que la ciencia no ha podido demostrar, y luego convirtiendo por arte de
retórica los colaboradores civiles cubanos -medicos, educadores, instructores
deportivos y de arte- en militares, para justificar el regreso a la fracasada
estrategia proclamada en el Plan Bush “para una Cuba libre”
En alguna prensa se ha aseverado que el
gobierno cubano aprovechará las nuevas agresiones para exaltar el patriotismo y
justificar ineficiencias internas pero el día que Washington anunció la puesta
en vigor del capítulo III de la Ley Helms Burton, a pesar de que las nuevas
medidas norteamericanas se habían anunciado antes, los dos programas más
importantes de análisis político en la televisión cubana se dedicaron a temas
internos (la “Mesa Redonda” al proceso de informatización de la sociedad y
“Hacemos Cuba” al cronograma legislativo para implementar la nueva
Constitución), tres días después ha comenzado el Congreso de la Central de
Trabajadores analizando los problemas de salario, pensiones, precios y
eficiencia empresarial en la economía cubana.
Hay una pregunta que deben hacerse quienes
dicen acercarse objetivamente al tema: ¿Tendrá que ver la puesta en vigor del
capítulo III con que en marzo de 2014 la Asamblea Nacional cubana aprobó una
nueva Ley de inversión extranjera más abierta, con que la recién proclamada Constitución
cubana le otorga un papel mucho mayor en el desarrollo del país, mientras el
gobierno encabezado por Miguel Díaz-Canel -electo en abril de 2018-
constantemente impulsa acciones para promoverla y esta, aunque insuficiente, ha
comenzado a crecer en sus flujos hacia la Isla? Porque lo de la “recuperación
de propiedades confiscadas” es la cortina de humo para ocultar la realidad:
fracasaron con las sanciones anteriores, está operándose una transición en Cuba
pero hacia una nueva generación de revolucionarios en el gobierno cubano y la
desesperación cunde entre los políticos miamenses a quienes Trump ha dejado a
cargo de su política cubana.
Desde noviembre, el Consejero de Seguridad
Nacional de Trump, John Bolton, anunció que evaluaban la puesta en vigor total
de la Ley Helms Burton. Mientras se hacía evidente que iba a haber un apoyo
mayoritario a la nueva Constitución que ratifica el rumbo socialista y el
liderazgo del Partido Comunista en Cuba y que el gobierno venezolano se
mantenía en pie frente a todas las amenazas y agresiones, fueron acortándose
los plazos para echar a andar el Capítulo III de la legislación rechazada
universalmente. Ante el obvio chantaje y las noticias de los graves sucesos en
Venezuela la respuesta de la inmensa mayoría de los cubanos fue ratificar la
nueva Carta Magna, lo que hace dudar de cualquier correlación positiva entre
presiones norteamericanas y pérdida de apoyo interno a la Revolución.
Plazos y más plazos. Plazos como el fin de la
URSS, la muerte de Fidel, la salida del gobierno de la generación que hizo
triunfar la revolución en 1959… que han ido venciéndose para frustración de
quienes los han fijado. Ha llegado uno nuevo, el 2 de mayo: puesta en vigor del
Capítulo III de la Ley Helms Burton ¿algo nuevo que augurar?