¿BAILAR EN CASA DEL TROMPO?
Seria mas fácil o no, depende de quién, retirarse como lo hizo
Flaubert en su novela Salambó a
describir una tierra lejana, en mi caso a la vorágine de la Gran Revolución de
Octubre, y al "triunfo" finalmente de la idea de que el Socialismo se
puede llevar a cabo en un solo país, defendida a raja tabla por el entonces
omnipotente Stalin frente a un Trotski que vio la necesidad de que triunfara momentáneamente
en un solo país, pero para su verdadera inserción en el Planeta, el Socialismo tenía
que ser Mundial, a través de la Revolución Permanente. Para dar por sentado esa
idea de un Socialismo en un solo país tendríamos que empezar por definir ¿Que
es el Socialismo?, y si verdaderamente existe una sola respuesta a esa
pregunta. Mi erudición es tan pobre que para tal ejercicio necesitaría volver a nacer y dedicarme a esos
menesteres, por tanto me acerco a los temas de este tiempo con muchas
falencias, pero con un gran espíritu de entender.
Después de la caída del Muro de Berlín, nos encontramos en "las misma circunstancias" que 100
años atrás, y en ese sentido las fuerzas progresistas que defienden al
trabajador de su explotación dentro del sistema capitalista buscan nuevos
caminos, no exentos de errores propios y ajenos. Los partidos comunistas,
muchas veces fragmentados por diferencias, no muy convincentes, como antaño,
son una minoría consciente de la clase
obrera, y aunque no han renunciado con hacerse del poder e implantar la Dictadura del Proletariado buscan travesías
modernas en alianza con partidos "obreros y de trabajadores" un poco "más
populares", que en su labor cotidiana han convencido a grandes masas para
que los apoyen dentro de las reglas de la democracia burguesa.
Sin embargo todo esto se hace en el marco de una sociedad Capitalista,
gobernada entre bambalinas (y no tanto) por la oligarquía nacional y
extranjera, que por otra parte, al menos en los países latinoamericano está mas
interesada en su "convicción extractiva de plusvalía", que generar países
prósperos con masas amplias de
trabajadores en condiciones de seguridad jurídica, medica, educación y consumo
adecuado, que en el futuro hagan aumentar sus ganancias. La Oligarquía Nacional
y Extranjera en nuestros países han hecho uso, durante más de un siglo, de la
"clase política" que han engendrado, para garantizar no solo su
impunidad ante su corrupción de "guantes blancos" (fuga de capitales,
evasión impositiva, compra de jueces y fiscales, etc.), sino que ante la ultima
arremetida de fuerzas populares al poder en varios países de Latinoamérica, léase
Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Brasil, Bolivia, Argentina, han decidido ponerse
de nuevo esos "guantes blancos" y salir ellos mismo a defender su
poder político, sin intermediarios.
Dicen las viejas tácticas de guerra, que hay dos condiciones que hay
que evitar cuando uno se enfrenta a un enemigo, una, es hacerlo en el terreno
del enfrentado y otra es aceptar las reglas del contrario en el enfrentamiento.
Ambas condiciones no han sido evitadas por los movimientos progresista que han
llegado al poder en Latinoamérica en los últimos 20 años, sin embargo en medio
de esas fundamentales desventajas en su enfrentamiento con las oligarquías han
logrado para la inmensas masas proletarias resultados de mejoramiento humano nada
despreciable, aunque en muchas ocasiones esos proletarios no se "han
percatado", de donde viene su dicha.
Este quehacer cotidiano de los
partidos progresistas durante muchas décadas, defendiendo a los humildes
latinoamericanos, olvidados por más de 500 años, ha hecho posible su ascenso al
poder dentro de las democracias burguesa, pero el compartir las reglas de juego
que se imponen en esas democracias, los han convertido en parte del
"establishment" de sus
sociedades y cuando han perdido su vinculación estrecha con esas masas populares
que lo han colocado en esas posiciones gobernantes, reciben de ellas como mínimo
la indiferencia y en otros, la condena masiva despojándoles de toda autoridad, es
mas prefieren, a cualquier precio, un cambio de conducción política en sus países,
optando en algunos casos por representantes de la vieja oligarquía.
Uno podría decir, sin temor a equivocarse, que si esos partidos
progresistas que defienden a los proletarios de sus países, se radicalizan,
tomando medidas profundas que afectan verdaderamente a la oligarquía nacional y
extranjera, para una mejor distribución de la riqueza nacional, obtienen en el
peor de los casos una arremetida judicial, económica, nacional e internacional,
que puede acabar en un bloqueo total, afectando a toda la población, caso
especifico de Venezuela. Si por el
contrario deciden con el mismo objetivo, "bailar en casa del trompo",
y coquetear con los grandes capitales, dentro de sus filas, el gusano de la corrupción
burguesa corromperá a más de uno, y de alguna manera se romperá
ese "contrato cívico de honestidad" que han establecido con sus
votantes.
En ambas situaciones se pierde y se gana, nuestros pueblos, tantas
veces vilipendiados, tendrán al fin y al cabo la última palabra, a la minoría
consciente de la clase trabajadora, que puede levantar la cabeza de las
necesidades que los abruma y pensar, le corresponde en cada nueva ola proponer
nuevos avance, nuevos senderos, teniendo en cuenta los errores cometidos, y en
cada nuevo intento, al menos, detener una vuelta del trompo.