BOLIVIA
FRENTE AL "NO HAY ALTERNATIVA"
(Por Alfredo Serrano Mancilla (*), PAGINA12)
Vuelve con toda su fuerza. La vieja receta
del “no hay alternativa” cobra su máxima importancia en estos tiempos de alta
intensidad en la disputa geopolítica y geoeconómica. La vieja tesis resurge
como si fuera nueva, con gran ímpetu y con la intención de convencernos de que
el único camino es el neoliberal.
La fuerte restricción externa que acecha a
Latinoamérica desde hace varios años ha puesto en tensión a la mayoría de los
modelos económicos, con independencia del signo político que los gestione.
Salvo en contadas excepciones, la mayoría de las economías no ha sabido
conducir el nuevo ciclo a la baja del precio de los commodities. La caída de
las divisas procedente de la venta de materias primas ha resultado, finalmente,
ser el principal adversario electoral para muchos gobiernos de la región, que
siguen buscando la fórmula para superar un frente externo tan adverso.
La ecuación se hace cada vez más compleja.
¿Cómo contentar a todos los sectores de la economía en un marco de escasez de
divisas? ¿Cómo sostener la política de derechos sociales en aquellos países que
no están dispuestos a renunciar a ello, a pesar del frente externo
desfavorable? ¿Cómo reactivar economías altamente extranjerizadas si no hay
divisas? ¿Cómo cambiar el modelo productivo si hay una elevada dependencia de
los insumos productivos importados? Son preguntas que no tienen respuestas
sencillas. Y es en este contexto donde pretende imponerse el “no hay
alternativa”. Es habitual que, ante la generalizada falta de previsión por la
caída de divisas, aparezca el gran prestamista que está dispuesto a entregar
dólares únicamente a cambio de la implementación de sus políticas económicas, las
llamadas “pragmáticas”, las únicas posibles, esto es, todas las medidas
económicas neoliberales que ya conocemos.
Es así como juntan “el hambre con las ganas
de comer”. Por un lado, ganan los que se beneficiaron del exceso de liquidez
propiciado por la megaemisión monetaria realizada en el periodo 2008-2015 en
Estados Unidos y Europa; y, por el otro lado, están los necesitados de divisas.
El caso argentino, seguramente, es el más emblemático por la velocidad de
implementación del programa made in FMI. Algo similar se está haciendo también
en Ecuador. Te presto dólares a cambio de no tomar otra salida que no sea la
neoliberal.
De esta forma, la restauración conservadora
procura ganar el pulso geopolítico regional con el “no hay alternativa” como
bandera. Y, sin embargo, les salió un incómodo caso que contradice todo su
relato. Se les olvida, adrede, lo que pasa en Bolivia, donde sí hubo
alternativa, y aún la hay. De hecho, muy exitosa. Y, además, con el aval y
satisfacción de la mayoría. En la encuesta realizada por CELAG en marzo de este
año, 6 de cada 10 personas creen que ha habido una mejora de las condiciones de
vida gracias al actual modelo económico.
En la fórmula económica boliviana se parte de
un principio básico: no sólo es posible conciliar la justicia social con la
eficacia económica, sino que, además, crean sinergia entre sí. La demanda
interna es la base sólida del crecimiento económico que permite, asimismo,
tener capacidad de amortiguar cualquier shock externo adverso. Las políticas
redistributivas en materia de derechos sociales en Bolivia (Bono Juancito
Pinto, Bono Juana Azurduy de Padilla, Renta Dignidad) fueron fundamentales para
constituir una robusta demanda interna sostenida en el tiempo. Esas políticas
sociales se lograron financiar con recursos que antes se iban del país. Gracias
a la nacionalización se evitó esa fuga y, además, se demostró que lo estatal,
si se hacen bien las cosas, es capaz de presentar un funcionamiento eficaz y
eficiente en clave económica. La mayoría de las empresas públicas
nacionalizadas en sectores estratégicos (YPFB, Entel o Boa) revalorizaron su
patrimonio y tienen un flujo de caja con un saldo muy positivo, que permite
mayor inversión pública productiva, así como garantizar derechos sociales. En
reciente estudio de CELAG se demostró que, si no se hubiera producido
nacionalización, Bolivia hubiera dejado de generar riqueza económica por un
valor de 74.000 millones de dólares (que, por ejemplo, representa 2 veces el
PIB del año 2017).
Bolivia ha demostrado que sí se puede tener
una inserción soberana e inteligente contra la restricción externa. Que se
puede desdolarizar la economía y tener, al mismo tiempo, un sistema financiero
sólido. En la actualidad, el sistema financiero se ha bolivianizado; por
ejemplo, más del 95 por ciento de los depósitos se hacen en moneda nacional.
Que se puede tener estable el nivel de precios al mismo tiempo que los ingresos
y el consumo crece. Que se pueden reducir la desigualdad y la pobreza mientras
la economía sigue creciendo a tasas récord en Latinoamérica. Que se puede
mejorar notablemente el bienestar social en condiciones macroeconómicas
sólidas.
Que se puede y se debe. Es así como Bolivia
le viene la ganando la partida al “no hay alternativa”, demostrando que, con
una forma diferente de hacer política económica, soberana y ordenada, con
justicia y eficiencia, se ven los buenos resultados, que se visualizan tanto en
las cifras como en cualquier aspecto de la vida cotidiana del pueblo
boliviano.
(*) Director Celag,
Doctor en Economía.