Para gente suspicaz que plantean que uno siempre ve la paja en el ojo
ajeno pero no la viga en el propio, me di a la tarea de buscar alguna información
sobre el tema pobreza en Cuba con el prisma que UNICEF analiza a la región
latinoamericana, sobre todo para que los datos que a continuación dejo sobre
Argentina se vean en el mismo marco de comparación.
Cuba es un país con un bloqueo económico enorme que lleva ya casi 60
años, propinado por la potencia más poderosa sobre la faz de la tierra, pobre
en su estructura orgánica como país, con pocos recursos naturales, sin poder
acceder libremente al financiamiento exterior y sin embargo ha hecho ingentes
esfuerzos (siempre serán pocos, y no nos conformamos) para que el hambre afecte
lo menos posible a sus niños y adolescentes.
(Segun la UNICEF, Cuba ha logrado 0% de DESNUTRICIÓN)
Unicef en su último informe 2018 (*) "Panorama de la Seguridad Alimentaria
y Nutricional en América Latina y el Caribe", menciona lo siguiente: "...En
comparación con el trienio del 2010-2012, la reducción de la población
subalimentada se ha estancado en varios países de América Latina y el Caribe.
La prevalencia en algunos de ellos supera ampliamente el promedio regional
(6,1%). En cambio, Brasil, Cuba y Uruguay lideran la lucha contra el hambre en
la Región, con prevalencias de subalimentación inferiores al 2,5%..."
En el cuadro No. 1 del informe de UNICEF
mencionado, se puede ver claramente que Cuba ha tenido en el periodo del 2010
al 2017 menos de 300 000 personas subalimentadas mientras que en el mismo
periodo, Argentina ha tenido un 1 millón 600 mil personas en esa condición, la
prevalencia en el caso de Argentina ha estado entre el 3.6 y 3.8% contra el
menos de 2.5% en el caso de Cuba. Estamos comparando Cuba con un país rico en
recursos y con una estructura orgánica media-alta en la región, si lo hacemos
con otros latinoamericanos, los resultados cubanos son muy superiores,
inclusive que Chile Colombia, y México.
(*) https://www.unicef.org/lac/informes/panorama-de-la-seguridad-alimentaria-y-nutricional-2018
CASI LA MITAD NIÑOS Y ADOLESCENTES SON POBRES
(Publicado en PAGINA12)
El organismo de Naciones Unidas presentó su
informe con una evaluación multidimensional de la pobreza, que no toma en
cuenta la situación de ingreso de las familias sino condiciones estructurales
de vida. En la población general, llega al 38 por ciento.
La pobreza no monetaria afecta al 70 por
ciento de los hogares cuando su jefa o jefe tiene menos de siete años de
educación formal.
Casi la mitad de los niños, niñas y
adolescentes en la Argentina son pobres desde una perspectiva multidimensional.
Esta mirada no tiene en cuenta las cuestiones de acceso a determinada canasta
de bienes (pobreza monetaria) sino que evalúa las carencias educativas, de
protección social, vivienda adecuada, saneamiento básico, acceso al agua segura
y hábitat seguro. El dato duro es que el 48 por ciento de los niños, niñas y
adolescentes (NNyA) sufren de al menos una de esas carencias y que en la
población total ese número es del 38 por ciento. El acceso al agua junto a los
problemas de hábitat explican la mayor parte de las carencias no monetarias.
La medición de pobreza no monetaria fue
calculada por Unicef en base a los datos oficiales de la Encuesta Permanente de
Hogares. “Es necesario que se haga un esfuerzo nacional para que exista una
medición oficial de pobreza que tome aspectos no monetarios”, pidió Sebastián Waisgrais,
especialista en inclusión social y monitoreo de Unicef y director del documento
presentado ayer. La nómina de autores se completa con Jorge Paz, Luis Beccaria,
Diego Born, Alberto Minujín y Ana Laura Fernández. Colaboraron con Unicef la
Universidad General Sarmiento, el Instituto de Estudios Laborales y de
Desarrollo Económico y Equity for the Children.
Cuando en los medios e incluso en la academia
se habla de pobreza, por lo general se la asocia a la falta de ingresos
suficientes para acceder a una canasta de bienes y servicios esenciales. El
último dato del Indec, del primer semestre de este año, marca que el 27,3 por
ciento de las personas está en situación de pobreza y que el 4,9 por ciento es
indigente. Entre los NNyA, el 41,6 por ciento del total es pobre en la medición
monetaria y el 8,1 por ciento es indigente. En ambos casos, la pobreza monetaria
en NNyA supera al promedio general. Como las canastas de pobreza e indigencia
muestran subas por encima del 50 por ciento anual, se descuenta que la pobreza
y la indigencia subirán varios puntos en el segundo semestre.
Unicef calculó que sin tener en cuenta
aspectos monetarios, el 38 por ciento de las personas del país sufre al menos
una carencia entre educación, protección social, vivienda, saneamiento básico,
acceso al agua segura y hábitat seguro. Entre los NNyA, ese porcentaje asciende
al 48 por ciento. “Se trata de derechos, y un derecho vulnerado es suficiente
para considerar la carencia”, explicaron los especialistas. Si se toman dos o
más carencias simultáneas, un indicador mucho más exigente, la pobreza total no
monetaria muestra una caída significativa, al quedar en 13 por ciento para la
población general y 18 por ciento en NNyA.
El cruce de datos de pobreza no monetaria con
el nivel educativo y con los hogares con padres y madres jóvenes es elocuente.
La pobreza no monetaria en NNyA supera el 70 por ciento cuando el jefe o la
jefa de hogar tiene menos de siete años de educación y desciende al 22 por
ciento cuando esa persona completó más de 12 años de educación. Entre jefes y
jefas de hogar menores a 25 años, la tasa de pobreza no monetaria en NNyA es
del 75 por ciento. En hogares monoparentales, encabezados mayormente por
mujeres, la tasa de pobreza de los NNyA es superior a la media, del 49,7 por
ciento, y asciende al 56,9 por ciento en el caso de los hogares extendidos.
La desagregación de datos a nivel regional
muestra que en el Gran Buenos Aires (GBA) el 58,5 por ciento de los NNyA sufre
al menos una privación no monetaria. El dato es muy impactante porque en esa
región se concentra un tercio de la población total. La principal privación en
GBA es el acceso al agua, seguida del hábitat, protección social y saneamiento.
La segunda peor región en términos de pobreza no monetaria es el centro, con el
45,1 por ciento, seguido del NOA (42,2), NEA (37,9) y Cuyo (33,6). En la mejor
ubicación está el Sur, con el 29,7, en donde el agua potable no representa un
gran problema pero la protección social domina las preocupaciones.
¿En qué consiste la pobreza no monetaria? La
privación en educación es falta de asistencia al colegio o asistencia con
retraso y la carencia en protección social, problemas laborales y falta de
ayuda del Estado en los mayores y falta de ayuda y trabajo en menores. La
vivienda inadecuada tiene hacinamiento, piso y techos inadecuados y/o tenencia
insegura y el problema de saneamiento básico es falta de un baño o existencia
de baño inadecuado. La fuente de agua no segura o presencia de agua sólo fuera
de la vivienda consiste en problemas de agua, mientras que vivir cerca de un
basural o de una zona inundable implica la ausencia de un hábitat seguro. Los
indicadores de pobreza muestran un descenso entre 2006 y 2018. “En el caso de
la pobreza monetaria, la reducción más marcada se dio entre 2006 y 2010, para
continuar con un suave descenso en los años siguientes”, dice el informe. En
este segundo semestre se anticipa un cambio de tendencia, con una suba de
varios puntos de la pobreza monetaria.