Kornblihtt: "Para este gobierno la
ciencia y la tecnología no son importantes"
(Por Pablo Esteban, en PAGINA12)
La Sala Caras y Caretas fue escenario de una
conversación encendida que tuvo como protagonista a Alberto Kornblihtt, uno de
los principales referentes de la ciencia y la tecnología doméstica y regional.
Haciendo gala de su espíritu comprometido y su mirada aguzada, el flamante
director del Conicet (área de Ciencias Biológicas y de la Salud), opinó sobre
la actualidad del organismo al que se incorporó hace solo tres meses. “El
primer día que ingresé dije que venía a defender la ‘i’ del Conicet, es decir,
la Investigación científica y tecnológica. Me opongo a la falacia de
contraponer la ciencia básica a la aplicada. Las mejores experiencias de
transferencia provienen de centros fuertes en ciencia fundamental”.
El debate entre ciencias básicas y aplicadas
constituye, desde su perspectiva, un conflicto de largo aliento que se
despliega en la historia y que, en el último tiempo, reapareció en la escena
pública a partir de la postura que tomó el exministro y actual secretario de
CyT, Lino Barañao: “Esta supuesta dicotomía es una de las maneras que
empleó para justificar el ajuste presupuestario. Como si los científicos solo
quisiéramos realizar prácticas hedonistas que nos satisfagan nuestro propio
placer y curiosidad”, planteó.
La formación de jóvenes es una de las
funciones principales que debe cumplir el Consejo, por ello, en 2016, una de
las formas en que se materializó el ajuste –de manera palpable y dramática– fue
a partir de la reducción de 500 puestos de ingreso a la Carrera del
Investigador Científico (CIC). “En aquel momento, una gran parte de la
comunidad compró la hipótesis de que el Consejo estaba hipertrofiado y que reduciendo
el número de ingresos los que estábamos adentro la pasaríamos mejor. Ya vimos
que nada de esto pasó. El ajuste fue calculado, afrontamos pérdidas del 40% de
nuestro poder adquisitivo”, describió el doctor en Ciencias Químicas (UBA) y
cabeza principal del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y
Neurociencias (Ifibyne).
Al adelgazamiento de los salarios, se sumó el
desfinanciamiento para experimentos y fondos para el funcionamiento general de
los institutos. “Hoy solo tenemos miserias para distribuir, repartimos
cifras que nominalmente son iguales a las de 2016 cuando, en rigor de verdad,
hubo un 80% de inflación acumulada y una devaluación brutal. Para este gobierno
la ciencia y la tecnología no son importantes, parece como si no les quedara otra
que soportarlas o eliminarlas”, apuntó.
Entonces, el interrogante que pululaba en la
sala adquirió finalmente forma: ¿por dónde empezar con tanto caos? “Lo
estratégico es salvar a las nuevas generaciones, garantizar que aquellos que se
formaron en nuestras universidades y con el programa de becas del Conicet
puedan armar su carrera aquí y no deban irse al extranjero. Son el
futuro”, dijo Kornblihtt. En la actualidad existe un proyecto de Ley de
Financiamiento que, pese a contar con media sanción del Senado, fue congelado
en la Comisión de Presupuesto. Resulta fundamental que la norma pueda ser
aprobada (prevé un incremento del 3% del PBI para el área) porque ello
otorgaría un marco de referencia para que no se produjeran ajustes tan brutales
en el futuro. “Cuando con (Mario) Pecheny ingresamos al
Directorio, Barañao nos vino a saludar. Le dijimos que sería crucial que esa
ley pudiera salir y nos dijo que él no estaba de acuerdo. Así es muy fácil
advertir cómo la falta de decisión, en este caso, es una decisión muy
explícita”, argumentó.
En un segundo momento del encuentro también
hubo tiempo para conversar sobre la gestión de Barañao, a cargo del Ministerio
(hoy degradado en Secretaría) desde su creación en 2007. A su turno,
señaló: “Nuestro país debería sentirse orgulloso de las capacidades
científicas con que cuenta. Por ello, es triste que este gobierno generara una
ilusión nombrando al mismo ministro que la administración anterior y luego
actuaran de esta forma”. Y completó: “Cuando asumió Macri, Eduardo
Dvorkin publicó en Página 12 un artículo en el que adelantaba que lo
que se venía era un ‘nuevo experimento’. Se trata de saber, en efecto, si la
virtuosidad del campo de CyT dependía de la persona que estaba al mando, o
bien, del modelo económico y político del gobierno que estaba detrás. El
experimento ya se hizo. Cristina no solo tenía ideas claras respecto de la
influencia de nuestro sector en la industrialización del país sino que además
demostraba un respeto muy grande por quienes producíamos conocimientos. Yo eso
lo aprecio mucho”, destacó.
Tal vez, el principal desafío de cara al
futuro sea generar la articulación del sistema científico-tecnológico con el
sector productivo. “Debe haber una demanda de la industria respecto de
aquellos problemas que no se pueden resolver sin el trabajo de los científicos.
Es utópico pedir a los investigadores que se les ocurra inventar la pólvora y
generar un servicio que, de repente, por arte de magia, sea adoptado por el
sector productivo”, planteó. De la misma manera, la experticia de los
investigadores puede ser aprovechada a partir de consultas sobre temas
“calientes” de agenda. Desde este lugar, fueron muy recordadas las
intervenciones de Kornblihtt en los debates parlamentarios por la sanción de la
ley de aborto. “Una de las cosas que podemos hacer en la política es
desmitificar ciertos preconceptos e introducir la posibilidad de la duda.
Muchas veces las afirmaciones que realizan los políticos son taxativas y no
están basadas en ningún tipo de evidencia. Es muy importante nuestro papel al
momento de crear una opinión pública informada”, propuso.
Hacia el final del encuentro participaron los
lectores de Página que asistieron al salón y se introdujeron las preguntas que
fueron enviadas vía streaming por los socios a distancia. La primera consulta
apuntó a la desvalorización que habitualmente sufrían las Ciencias Sociales, a
lo que Kornblihtt respondió: “El Conicet cuenta con cuatro grandes áreas
del conocimiento y las Ciencias Sociales y Humanidades constituyen una de
ellas. Haya mucha o poca plata se reparte de manera equitativa porque cada uno
de los representantes lucha para que así sea. Hay muchísimas aplicaciones que
provienen de este campo y, sobre todo, contribuyen a la creación del
pensamiento crítico. Al gobierno le molesta tanto que busca reemplazarlo con
falso optimismo y entusiasmo”.
Otro de los interrogantes provino desde
Canadá y uno de los socios consultó por la reactivación del Programa Raíces que
fomentaba la reinserción en el país de los científicos que se hallan en el
exterior. Sobre ello, el referente del Conicet comentó: “Primero hay que
pagar mejores salarios a los que están acá para que los que estén afuera se
sientan confiados de volver y mantener a sus familias aquí. Del mismo modo, hay
una discusión respecto de si los becarios que realizan su doctorado deben
seguir con un régimen de beca, o bien, si deben tener un trabajo en blanco.
Estoy absolutamente convencido de que necesitan ser reconocidos de este último
modo para superar la precarización laboral que enfrentan. Hay ejemplos virtuosos
como la residencia de los médicos”.
Por último, el eje de duda viró hacia la
divulgación y la capacidad de los científicos para narrar a la sociedad aquello
que realizan puertas adentro de sus laboratorios. “Hay muy buenos
divulgadores en Argentina. Hasta que vino el macrismo nuestra sociedad
incrementaba su respeto por la ciencia y la tecnología. Con el ajuste comenzó
una campaña de desprestigio que nos hizo mucho daño. Las universidades son
centros de generación y transmisión de conocimientos; en las aulas los
investigadores estamos todo el día en contacto con jóvenes que descubren su
pasión cada año. Tenemos que demostrar compromiso político, luchar por el
presupuesto, publicar papers, pensar en cómo ayudar a la sociedad, dar clases y
también divulgar. Es mucho, pero podemos hacerlo y estamos dispuestos”, cerró
su discurso y se retiró entre aplausos.