Viaje a la Luna

Viaje a la Luna

Una memoria a mis antepasados, a mis vivencias...unos versos de futuro.

QUIEN NO SE OCUPA DE NACER SE OCUPA DE MORIR

jueves, 27 de febrero de 2020


A raíz de algunas lecturas por estos días en algunos blog cubanos y de otros paises, dejo unas reflexiones que hice el 20 de Junio de 2012, y otra el 1 de Marzo de 2018, además de un post interesante leído en el blog de Iroel Sanchez y que reproduje aca el 30 de Agosto de 2016.

LA PÍLDORA DE LA ESPERANZA 

En los albores de la humanidad apareció alguien, quién más listo que los demás, por su inteligencia o por sus habilidades manuales se gano el liderazgo de un grupo y acto seguido se dio cuenta que para mantenerse al frente era necesario despertar ese gen dormido que alguien nos había colocado en la cadena de ADN...La Esperanza.

Los líderes actuales en cualquier latitud han provocado en algunos casos la destrucción y en otros la confusión de los nucleótidos en la cadena de la molécula que nos da vida.

Y esto lo planteo por la realidad que hemos vivido en la historia de la humanidad, un mismo pueblo es capaz de abrazar las ideas más justas con fervor y en unos pocos años aplaudir a líderes que lo mismo lo llevan a masacrar a otro pueblos o a gritar jubiloso por un cambio que sólo recortara el bienestar y los derechos conquistados y eso sólo es posible explicar sí nuestro gen de esperanza ha sufrido alguna mutación en algunos casos reversible o en otros definitivo.

Ejemplos de la historia reciente de los pueblos confirman mi apreciación. Tal es el caso de la Argentina donde hace apenas una década era llevado por sus líderes a una economía neoliberal que vendía como ellos mismos afirman "hasta las joyas de la abuela" y actualmente nuevos líderes llevan jubilosos a su pueblo hacia una política más nacional y defensora de su patrimonio, el pueblo ha sido el mismo, los vendedores de esperanzas distintos. España hasta hace poco abrazaba la social democracia con una cantidad de beneficios sociales nunca antes visto por su pueblo y en unas elecciones reciente mayoritariamente ha elegido a un líder capaz de echar atrás lo alcanzado y sometiendo a su pueblo a pagar con su sudor por varias generaciones, la fiesta que se hicieron los ricachones banqueros que se bañan en champagne francés.

Mi Cuba no se ha quedado atrás con el deterioro del susodicho gen, en más de 50 años hemos tenido dos dirigentes (primero Fidel y ahora Raúl) que han tenido la facilidad como aquellos primeros líderes humanos de alimentar el gen, hacernos creer una y otra vez que ahora sí y no antes "estamos en el camino correcto", lo que parecen desconocer es que este gen en algún momento se atrofiará y  habrá que hacer ingentes esfuerzos para que LABIOFAM desarrolle la píldora de la esperanza.

No terminaría bien estas ideas sí no dejara en claro que la esperanza no se alimenta sola por amor al arte, los líderes saben que algo de lo prometido tienen que hacer para seguir dando combustible al gran motor de la humanidad, así ha sido en todas las latitudes, por ejemplo Menem en su momento en la Argentina mientras hacia sus negociados con las privatizaciones, creaba una economía con todos los servicios funcionando como un relojito suizo para 4 millones de argentinos que con una moneda estable se permitía ir a Miami y comprar con aquella famosa frase de la clase media de "dame dos". A su vez esos 4 millones y los dueño de los medios de comunicación daban la sensación de prosperidad que se convertía en la esperanza del resto de los 35 millones de argentinos que ansiaban llegar allí.

La Revolución Cubana cambio el panorama de un país, le dio oportunidades reales de educación y salud a toda la población, hubo momentos de mayor esplendor en estos temas, pero siempre estuvieron, nos dio dignidad como país independiente y soberano que no abrazaba como antaño la bandera de los Estados Unidos,  trato de diversificar una industria nacional prácticamente inexistente antes de ella, creo una base cientifica-tecnica en un país pobre como el nuestro,   llevó a puestos estelares la diversificación del deporte,  la mujer cubana y el negro fueron  vistos y tratados ante la ley como iguales, construyó escuelas y hospitales como nadie lo hizo en un país del tercer mundo,  construyó carreteras asfaltadas hasta lugares impensados de la isla,  estos logros y otros indiscutibles fueron la base de la medicina para mantener vivo el tan preciado gen de la esperanza, pero otras esperanzas se desvanecieron en el camino, nunca se resolvió el problema alimentario, nunca se resolvió el problema del transporte público, nunca se resolvió el problema de la vivienda, nunca se resolvió definitivamente el problema del salario, del agua, del alcantarillado, y así otros más, nunca resolvimos el problema de la libertad a la crítica sin represalias, nunca resolvimos el problema de cómo y quienes deciden la suerte de la nación (hasta ahora en manos de un reducido grupo de cubanos históricos, que no son eternos)...en fin el mar como dice mi hija.

Creo que desde el Homo Habilis hasta la fecha hemos vivido, amado y hasta hemos muerto con esperanza, los nuevos líderes terrícolas que siguen siendo más habilidosos que el resto de los mortales están acabando con lo único que los humildes conservamos, por lo pronto yo espero con esperanza la píldora que renueve mi gen gastado.


EL CAPITALISMO DE PUNTAJE PEQUEÑO*. Por Andrzej Szahaj

No fue casual que el gran sociólogo alemán Max Weber vinculara el nacimiento del capitalismo con la ética protestante, al afirmar que éste no hubiera podido surgir si los primeros capitalistas no hubieran estado guiados por ciertas consideraciones cosmovisivas y éticas que los hacían invertir el dinero ganado, y no gastarlo en el consumo del día.(1) Aquí los detalles de la argumentación de Weber no son importantes, porque lo esencial es otra cosa: su convicción de que el capitalismo nació no sólo del afán de lucro, sino también de profundos móviles éticos. Esta tesis es creíble, especialmente si tomamos en consideración también a los padres fundadores de esa forma de administración y organización de la vida social, como Adam Smith o John Locke. Ellos consideraban el capitalismo (la economía de mercado libre) como un proyecto ético. El mismo constituiría una medicina para la anterior limitación de la libertad (no sólo la libertad de administrar, sino la libertad como tal) y permitir la realización libre de los planes de vida individuales. En este sentido, los liberales ante todo establecían bases de ideas para la nueva forma de vida económica, percibían su actividad como profundamente revolucionaria y —diríamos hoy— emancipatoria. Ésta arrancaría a los hombres de entre los brazos de un sistema rígido e injusto de dependencias feudales que no permitían la liberación de la iniciativa de los individuos, bloqueaban los canales del avance social y contribuían a un enorme despilfarro de fuerzas y talentos humanos.(2) En este sentido, el liberalismo era una corriente progresista que aprovechaba los mejores elementos de la ideología de la Ilustración y que les daba a la gente la oportunidad de alcanzar el éxito y la realización personales. No hay nada de asombroso en que entre los admiradores de la economía capitalista estuviera incluso Carlos Marx, quien percibió claramente ese carácter progresista del capitalismo y su enorme potencial de liberación de energía humana y de cambio de las relaciones sociales encostradas y sumamente injustas. No por casualidad escribió aprobatoriamente en el Manifiesto comunista “hoy todo lo sólido se desvanece en el aire”. Y aunque en modo alguno consideraba el capitalismo como el cumplimiento de las esperanzas que de una vida mejor la humanidad tenía, lo apreciaba como sistema que alguna vez permitiría el cumplimiento de esas esperanzas, aunque fuera por el hecho de que garantizaría un nivel de productividad que permitiría más tarde repartir  de manera justa la riqueza, y no la pobreza. Tampoco es casual que en la narración de los Padres Fundadores de los Estados Unidos haya tanta esperanza ética de tiempos mejores en el Nuevo Mundo, en el que la propiedad privada usada para el bien de todos devendría fundamento del bienestar y la libertad.(3)

Podríamos multiplicar los ejemplos de ligazón de la fe en el mercado libre con valores éticos. Sin embargo, hasta pensadores neoliberales, con Frederic von Hayek y Milton Friedmann al frente, percibieron su apego a las ideas del mercado libre en una perspectiva ética,  juzgando que proyectaban no sólo el modo de administración más eficaz, sino también el más ético.  Siguieron sus huellas también los apologistas polacos del mercado libre, como Miroslaw Dzielski, que se imaginaban que el capitalismo polaco sería una realización de ciertos ideales éticos, tanto más cuanto que el mismo obtendría apoyo de parte del cristianismo como doctrina que lo protegería de las desnaturalizaciones que aparecieron en su seno ya en el siglo XIX y dieron como fruto vicios tales como la avidez, la falta de miramientos, la soberbia, o la insensibilidad del corazón4 (esta última la estigmatizó de manera magnífica Charles Dickens, moralista creyente en la posibilidad de corregir a los hombres mediante la apelación a su conciencia). Esa esperanza del reforzamiento ético del capitalismo por la ética cristiana tomaba también de los ejemplos de grandes capitalistas del siglo XX (ante todo estadounidenses) que, en enorme medida bajo la influencia de ella, se entregaban a la actividad filantrópica, fundaban universidades, hospitales, bibliotecas, salas de concierto, construían barrios modelo para obreros. También en parte al cristianismo le debemos diferentes ideas para la corrección de las desnaturalizaciones del capitalismo que se hicieron claramente visibles en el siglo XIX. Adquirieron la forma de diferentes movimientos que tenían por objetivo el mejoramiento de la suerte de los obreros, apoyaban las ideas del establecimiento de un estado social y la destinación de la energía del mercado capitalista a la satisfacción de las necesidades de todos los estratos sociales (un ejemplo excelente de este tipo de abordaje fueron las ideas del así llamado ordoliberalismo, concepción económica y política que después de la Segunda Guerra Mundial devino el fundamento de la concepción de la economía de mercado social en Alemania).(5) Si añadimos a esto la constante presión para civilizar el mercado capitalista que proviene del movimiento obrero organizado y de los liberales socialmente sensibles (a ellos les debe Gran Bretaña el surgimiento del estado social), obtenemos una imagen de la situación en la que el capitalismo como cierto sistema de administración y organización de la vida social fue sometido a una continua presión ética que lo obligaría a que se subordinara a las exigencias éticas de limitar el daño humano, la injusticia, y contribuyera a la maximización del bien.  Todo eso condujo a la constitución, en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, de cierto consenso de casi todas las fuerzas ideológicas y políticas, consistente en el consentimiento de la acción del capitalismo con la condición de que éste se sometiera a los ideales, más importantes que él mismo, del constante mejoramiento del destino de todas las personas que se hallaran en el círculo de su influencia. Ese consenso, que se manifiesta ante todo con la aprobación de la existencia del estado social, fue roto en los años 80 del siglo XX de resultas de una ofensiva de las fuerzas extremistas, hasta entonces tratadas como un extremo no peligroso, una curiosidad en la esfera de las ideas, y una alternativa nada seria para el status quo existente. Esas fuerzas se congregaron bajo la bandera de algo que en Europa se dio en llamar neoliberalismo, y en Estados Unidos, libertarismo. Esa “contrarrevolución neoliberal”, como la llamó el profesor Andrzej Walicki,(6) obtuvo un éxito deslumbrante al establecer de facto una hegemonía  de cierto modo de pensar sobre la  economía y el Estado —entre otras cosas, haciéndole creer a todos que no hay ninguna alternativa a él. Pero la victoria de los neoliberales resultó, a decir verdad, pírrica, lo que la última crisis mostró, además, claramente. Porque hoy ya no cabe ninguna duda de que el neoliberalismo, en vez de reforzar al capitalismo, lo condujo al borde de un abismo, lo que motiva que actualmente sea preciso defenderlo de sí mismo. Pero no es eso lo que más me interesa en este momento. Mucho más importante me parece la percepción de que ese capitalismo suelto de la correa  con el que estábamos tratando (¡y seguimos tratando!) condujo en el curso de las últimas décadas a inauditas devastaciones morales. Pruebas de ello tenemos demasiadas, tanto en nuestro país como en el resto del mundo. Los análisis de la última crisis,  que en este momento ya existen en gran número, evidencian claramente que en el curso de las últimas décadas tuvo lugar el proceso de constitución de un modelo del capitalismo como engaño organizado. Todos trataban de engañar  a todos y ser más astutos que todos, al tiempo que se desmontaban y echaban abajo todas las barreras morales. La moralidad perdía frente al mercado. En su forma neoliberal, el capitalismo puso de manifiesto sus peores rasgos y liberó fuerzas oscuras en las personas que lo realizaban. Esa total descomposición moral del capitalismo, visible de la mejor manera en los Estados Unidos, tampoco nos pasó por alto a nosotros. No hay día en que nuestros medios no nos informen sobre casos que violan la ley de las confabulaciones de precios, intentos de construir monopolios, de servirse de los instrumentos de la corrupción a fin de obtener la supremacía sobre otros sujetos económicos,  de contratos deshonestos en los que lo más importante está escrito en puntaje pequeño con la esperanza de que el cliente resulte un tonto que no leerá eso; la así llamada optimización tributaria, que no es otra cosa que un intento de engañar a todos los conciudadanos que pagan impuestos en la convicción de que de esa manera cumplen un deber ciudadano; el desprecio por las leyes laborales y la maximización de la ganancia a costa del daño (los así llamados contratos basura son un buen ejemplo de ello); la desvergonzada ocultación, so capa del aseguramiento de la eficiencia económica, de la creciente explotación de los trabajadores; el aprovechamiento de la asimetría informacional con el fin de atraer a las personas a modos de acción de la bolsa que recuerdan cada vez más una gran pirámide financiera. Particularmente penosa es la socialización de los jóvenes para la mentira y la manipulación, al obligarlos a engañar a los clientes. La confrontación del joven de disposición idealista con la maquinaria de acción de la institución en la que la preocupación por la ganancia ha desalojado todos los escrúpulos morales, es a menudo el comienzo del quebrantamiento del carácter.  De ese modo se realiza una depravación en gran escala, que ha adquirido hoy día un carácter sistémico. Por este último entiendo no sólo la escala de ese proceder, sino también el hecho de que es condicionado por la situación general de hipercompetencia, en la que únicamente tienen oportunidades de éxito las empresas económicas que se adaptan a la lucha de mercado que no respeta ningunas reglas, incluidas las reglas morales. Si la condición para mantenerse en el mercado es el empleo de ardides deshonestos, hasta el más moral empresario o simple trabajador terminará por someterse a la lógica del juego, en el que o se juega deshonestamente o se cae, y él mismo comenzará a jugar deshonestamente. De esa manera la desmoralización deviene una condición sistémica del éxito económico.

¿Qué llegó a ser la causa de esa total descomposición moral del capitalismo? En mi convicción, no se trata de que las personas se hayan vuelto hoy, de algún modo esencial, peores desde el punto de vista moral de lo que eran antes, sino de que con ayuda de la retirada del Estado del cumplimiento de la función de regulador del mercado y custodio de las reglas del juego, y también de la eliminación gradual del papel de la cosmovisión religiosa como regulador factual, y no sólo declarado, de las acciones humanas, hallaron expresión las fuerzas más destructivas que residen en el capitalismo desde el principio mismo. Porque éste es un sistema no particularmente sensible a las consideraciones morales. Su propia lógica de acción lo empuja hacia el nihilismo. Únicamente el estar sometido a una presión externa constante, procedente ante todo del Estado, pero también de instituciones de la sociedad civil como los sindicatos o las iglesias, puede obligarlo a honrar los principios morales y a cierta decencia en el tratamiento de todos los que se hallan en la órbita de su influencia.  Pero lo más importante es buscar recetas para su saneamiento no tanto en cursos de ética de los negocios, sino en una acción legislativa (sistémica) tal que  provoque que la deshonestidad y el engaño organizado se vuelvan simplemente no rentables. Recientes decisiones del gobierno estadounidense que tenían por objetivo el castigo doloroso de las instituciones financieras que contribuyeron a la última crisis (ante todo bancos y agencias calificadoras) indican que una parte de las élites políticas de los EUA ha tomado conciencia de que no hay que reparar en nada en el proceso de su autodepuración y autorreparación. La escala de la hipocresía de la clase dominante en el “capitalismo de casino” sometido a la financierización, y su habilidad para incluir cínicamente  en el cálculo de riesgo de su acción la necesidad de destinar parte de las ganancias a los fines de pagar diversas penas, obligan al Estado a apelar a medios que duelan tanto como para hacer no rentable ese proceder. La toma de conciencia del grado de depravación de esa clase muestra que el capitalismo desprovisto del control del Estado se convierte en un mecanismo sistémico de desmoralización conducente a la desintegración del tejido social (a la anomia). Vale la pena recordar que la deslegitimación definitiva del capitalismo, que inevitablemente sobrevendrá de resultas de ese proceso (¿sobrevino ya?), puede conducir a imprevistas turbulencias sociales de carácter revolucionario. La ira y la frustración crecientes durante años pueden conducir a una explosión social. Deben recordar esa posibilidad todos los partidarios del status quo existente que tratan todas las tentativas de corregir la acción del capitalismo tendientes a devolverle un rostro más humano como un atentado a la eficiencia de la administración o a “la sacrosanta ley de la propiedad”. Particularmente en nuestro país, donde los procesos de estratificación social y la escala de explotación y dependización del capital extranjero7adquieren dimensiones que permiten plantear la tesis de una gradual conversión de Polonia en la Bangladesh de Europa.

Traducción del polaco: Desiderio Navarro

* “Kapitalizm drobnego druku”, Kapitalizm drobnego druku,  Instytut Wydawniczy Ksiazka i Prasa, Varsovia, 2014, pp. 171-178.
(1) Véase M. Weber, Etyka protestancka a duch kapitalizmu, trad. de J. Mizinski, Test, Lublin, 1994.
(2) Véase S. Homes, Anatomie antyliberalizmu, trad. de J. Szacki, Znak, Cracovia, 1998.
(3) Véase S. Filipowicz, Pochwala rozumu i cnoty. Republikanski credo Ameryki, Znak, Cracovia, 1997.
(4) Véase M. Dzielski, Bóg, wolnosc, wlasnosc, Ksiegarnia Akademicka, Cracovia, 2007.
(5) Véase R. Skarzynski, Panstwo i spoleczna gospodarka rynkowa, ISP PAN, Varsovia, 1994.
(6) Véase A. Walicki, “Kontrrewolucja neoliberalna”, Gazeta Wyborcza, 15-05-2014.
(7) “La nueva estructura de propiedad de firmas y activos financieros que se está formando muestra las limitadas posibilidades de acción del capital del país y la debilidad económica de la ‘clase media’ y de la élite de los negocios nacionales. Al mismo tiempo, esa estructura es un importante indicador de la ‘perifericidad’ económica de Polonia sobre el fondo de los estados euroccidentales de la Unión Europea.  Confirma también los pronósticos de que la liberalización del comercio con Occidente y la apertura a los libres flujos de capital le asignan a Polonia el papel de fuente de personal de nivel medio con baja paga y ‘subejecutantes’ de las corporaciones internacionales, que subordinan el desarrollo de sus secciones locales a las preferencias del capital de los países altamente desarrollados” (K. Jasiecki, Kapitalizm po polsku. Miedzy modernizacja a peryferiami Unii Europejskiej, ob. cit. p.227).


Andrzej Szahaj. Filosófo de la política, historiador de las ideas, profesor de la Universidad Nicolás Copérnico de Torun. Es miembro del Comité de las Ciencias Filosóficas de la Academia Polaca de Ciencias y del Comité de las Ciencias de la Cultura de la misma academia. Últimamente ha publicado los libros Teoría crítica de la Escuela de Frankfurt (2008), Relativismo y fundamentalismo. Ensayos de filosofía de la cultura y de la política (2008), Liberalismo, comunitariedad, igualdad. Ensayos de filosofía de la política (2012), Sobre la interpretación (2014) y El capitalismo de puntaje pequeño (2014).


NO VIVIR EN ESPERANZAS (escrito el 1 de Marzo de 2018)

Ya lo dijo Nietzsche, la verdad, es la mentira más eficiente, de ahí la diferencia entre lo bueno y lo malo, donde el primero siempre soy yo, así que lo que escribiré a continuación solo será del agrado de quien encuentre en estas líneas, sus propios argumentos ya pensados con anterioridad. En definitiva eso es lo que hacemos siempre, podemos hasta encontrar un discurso con tremendísimos argumentos, científicos inclusive, pero seguiremos creyendo lo que alguna vez pensamos, el Mundo es así como lo imagino yo y punto.

Cuba no tiene oportunidad de ser un país prospero y sostenible, sino se acaba el bloqueo, pero no solo por ello, aunque sea fundamental, Cuba podrá vivir en su resistencia 100, 200, 1000 años más, o hasta que el Mundo desaparezca aislado y frio, porque a Estados Unidos no le cuesta nada someter a Cuba en su más brutal bloqueo, es mi interpretación más eficiente de la realidad que se vive. Resistir, es resistir, jamás de ahí se podrá por "ósmosis" llegar a lo prospero, y sobre esta ultima "metáfora" póngale lo que le quiera poner a su significado.  Se ha creado un Mundo económico en la Isla, que atrasa indiscutiblemente y se trata de repartir lo poco que se produce de un manera primitiva, es decir para ser Cuba un país prospero y sostenible, se deben tener relaciones de producción abiertas, flexibles, adaptables a las circunstancias cambiantes, de manera natural, sin traumas y rápidas, para producir se necesita de maquinarias modernas, eficientes con acceso a los mercados internacionales, que el bloqueo hace imposible, se necesita de inversiones por montos de 2500 millones de dólares anuales como mínimo, que hasta ahora no se han producido y que el bloqueo hace imposible. ¿El tiempo pasa, y que se hace?, Se sobrevive, "lo de prospero y sostenible", es una quimera convertida en la mentira más eficiente, y fíjense que acá no hablo de volver al Capitalismo, porque esa sería una mentira con eficiencia cero para mí.

Veamos algunos datos sacados de un artículo que recientemente he leído de José Luis Rodriguez en Cubadebate (*).

"...En lo relativo a los 805 medicamentos que conforman el cuadro básico, se presentaron serias dificultades que se arrastran desde el 2016, ya que si bien la lista de faltantes -producto de la ausencia de financiamiento oportuno- se redujo de 68 en agosto del 2016 a 44 en diciembre del 2017, estas cifras comprometen la eficiencia de tratamiento de enfermedades crónicas de gran incidencia en la población y se alejan de las coberturas que se lograron en la segunda mitad de los años 2000.[1] Para resolver gradualmente esta situación, en  el 2017 se planificó una importación de medicamentos por 375 millones 600 mil dólares, cifra que resulta 3,5 veces lo ejecutado en el 2015."

"...No obstante haberse logrado mantener un grupo de indicadores sociales básicos,  en el 2017 se revelaron importantes elementos que ilustran las tensiones sociales provocadas por problemas que no han podido resolverse en los últimos 10 años.

En efecto, en la ANPP en su sesión de julio del pasado año se informó que el déficit habitacional del país alcanzaba alrededor de 880 000 viviendas, cifra superior al faltante de 600 000 existente a la altura del año 2004. En este sentido las viviendas construidas en el 2017, sumando las construidas por el Estado y la población, fueron 23 200 solamente, a pesar de subsidios por 6 000 millones de pesos que se han entregado en los últimos años a los constructores por esfuerzo propio. También agrava la situación habitacional las viviendas afectadas en los últimos años por los huracanes que han azotado la isla, las que suman 239 863 al cierre del 2017.[4] Todo lo anterior se conecta con el déficit de materiales de construcción, en el que se observa que –en relación a  1989- actualmente la producción es el 29,2% de la lograda ese año."

"...Bajo estas condiciones el Presupuesto enfrentará un déficit de 11 425 millones de pesos, equivalente al 11,4% del PIB, que será financiado con deuda pública, de la que -a su vez- se amortizan este año 2 370 millones de pesos para ir asegurando la sostenibilidad de nuevos préstamos en el futuro."

"...En relación al comercio exterior, los pronósticos apuntan a mantener el mismo nivel de exportación de bienes con un incremento de las importaciones del 5%, cuestión inevitable a corto plazo, en tanto el saldo de la balanza de servicios tiende a variar ligeramente. Todo esto lleva a que –si bien la balanza comercial total se mantiene positiva- el saldo de la misma se reduce, aunque el saldo favorable de cuenta corriente se prevé que gire en torno a los 2 200 millones de dólares, mientras que en la cuenta de capital se espera un flujo de inversión extranjera de unos 600 millones de dólares.

Por último cabe esperar un aumento del 1,6% en el salario medio y del 2,8% en la productividad del trabajo.

En medio de la tensa situación por la que atravesará la economía en el 2018, el país ha definido un conjunto de nueve “prioridades entre las prioridades”,[7]que cubren desde las inversiones en infraestructura y el crecimiento de los ingresos en divisas, hasta la recuperación de los daños causados por los huracanes y el aseguramiento de los medicamentos del país."

Como vemos el país tiene un déficit alto de casi 11,5% del PBI, las inversiones son de apenas 600 millones de dólares con la gran necesidad en infraestructura que existe, producimos poco con salarios magros y nuestra deuda externa es alta. Un combo que de prospero y sostenible tiene poco. Ahora bien, se resiste y el estado hace lo imposible por garantizar los logros en educación y salud, pero se es lento para resolver los problemas de la gente no solamente porque los mecanismo económicos son arcaicos, sino porque en definitiva hay pocos recursos disponibles.

José Luis Rodriguez, quien fue Ministro de Economía de Cuba, y actual asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial, en dicho artículo propone algunas cosas para mirar con lupa y tener en cuenta:

"...–Para mejorar el equilibrio financiero externo pudieran valorarse un conjunto de medidas que contribuirían a alcanzar ese objetivo, entre las que cabe destacar:

4.- Obtener nuevos créditos a mediano y largo plazo para asegurar las importaciones corrientes del país, tomando en cuenta que el pago de la deuda externa debe asegurarse con compromisos no mayores del 40% del PIB."

"...- En el ámbito de la inversión extranjera directa:

b) Crear un fondo conjunto de inversiones con las remesas que entran al país entre la banca cubana, los remitentes y los receptores, con pagos de intereses que hagan atractiva la modalidad y tomando en cuenta la experiencia existente internacionalmente en este sentido.

c) Promover centralmente inversiones con capital extranjero para proyectos que permitan incrementar prioritariamente la producción nacional de alimentos y la de materiales de construcción. Asegurar de manera independiente las operaciones de exportación e importación asociadas a estos proyectos.

d) Ampliar la participación de la banca cubana en bancos multilaterales de desarrollo, tales como la Corporación Andina de Fomento-Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) con la que ya se han iniciado algunos acuerdos.

–Para mejorar a corto plazo la eficiencia económica y estimular el incremento de la producción y la productividad del trabajo, pudiera tomarse en cuenta lo siguiente:

2.- Emitir bonos de deuda pública que puedan ser adquiridos por los ciudadanos cubanos con recursos para ello, tomando en cuenta el aumento de la liquidez monetaria que viene ocurriendo en los últimos 5 años. Esto permitiría contar con fondos adicionales para financiar presupuestariamente la ampliación de programas específicos como la construcción de viviendas o las inversiones en el sector agroalimentario o de la industria de materiales de construcción sin generar nuevos déficits fiscales.

3.- Tratar de acelerar la descentralización del proceso de gestión en las empresas estatales, otorgando las facultades previstas en los documentos de política económica aprobados y segregando –gradualmente- recursos para materializar esta decisión. Igualmente, incrementar los recursos fiscales destinados a obras de desarrollo local.

- En relación al sector no estatal:

a) Crear condiciones para la venta a precios mayoristas de los suministros básicos que requieren las operaciones aprobadas para este sector. Aún sin desarrollar totalmente una red de mercados mayoristas, se puede incrementar el abastecimiento de productos mediante su importación en consignación y su venta en CUC previa adquisición de los CUC en moneda libremente convertible.

b) Privilegiar los mecanismos económicos para regular la actividad del sector privado y cooperativo y no los mecanismos administrativos. En principio, el Estado deberá competir con este sector en base a precio y calidad de sus productos, introduciendo además una política que estimule la inversión de las ganancias del sector no estatal en la creación de empresas mixtas con el Estado o en la creación de fondos de inversión conjuntos, entre otras medidas."

En Cuba y fuera de ella, se habla mucho de los temas políticos, el multipartidismo, el regreso al Capitalismo y otras yerbas, a ver gente, es como querer jugar al beisbol con pelota de rugby, si la cuestión de Cuba fuera que con esos temas políticos resolveremos los problemas, díganme donde está, no ya el "desarrollo económico", sino lo "prospero y sostenible", en Costa Rica, Republica Dominicana, Guatemala, Haití, Nicaragua, Belice, etc, inclusive teniendo Capitalismo y Multipartidismo sus índices sociales son inferiores a los de Cuba.

El tema en Cuba es económico y no quiero vivir en esperanzas, Cuba tiene pocas posibilidades de llegar a ser "prospero y sostenible" en los próximos años, si los yanquis persisten en su tarea de hambrear al pueblo de Cuba con todas sus armas económicas.

(*) http://www.cubadebate.cu/opinion/2018/03/26/cuba-y-su-economia-el-2017-recien-concluido-y-un-2018-que-apenas-comienza-v/#.WrkkCC7waM8






DEUDA Y DESIGUALDAD
(Por Guillermo Wierzba, en “EL COHETE A LA LUNA”)

Son recurrentes en nuestro país como en otras naciones periféricas los procesos de endeudamiento, que confluyen con la agudización de las condiciones de desigualdad social. Su frecuencia e intensidad han dado un salto cualitativo de gran dimensión a partir de la consolidación de la globalización y financiarización de la economía mundial.

La Argentina es un ejemplo paradigmático. Se han producido ciclos de crecimiento desbordado de la deuda asociados a estancamiento y retroceso del PBI, desindustrialización, caída del nivel de empleo, retroceso de los salarios reales, reprimarización de la economía y crecimiento del endeudamiento familiar.

Pablo Chena y Pedro Biscay compilaron una serie de trabajos en El Imperio de las Finanzas. Deuda y Desigualdad (Miño y Dávila, 2018), en el que se abordan distintas aristas de esa perniciosa asociación. La globalización comercial trajo aparejada una disminución global de los salarios y el debilitamiento del poder sindical, asociado a las políticas de flexibilización laboral. Otra característica de la época de la globalización es el impulso de cambios estructurales que persiguen el achicamiento del Estado, promoviendo el descenso del gasto social. Es siempre observado que este recorte se asocia por distintos canales con disminuciones de la tasa salarial y el debilitamiento de las demandas sindicales para evitarlas. La síntesis de estos conceptos, desarrollados en el texto en un artículo de Stockhammer y Gouzoulis, es la asociación inversa entre financiarización y distribución progresiva del ingreso.

Es habitual la exposición vulgar la presentación de las esferas de la producción y las finanzas como escindidas. Marcó del Pont y Todesca Bocco definen con precisión que en un patrón de valorización financiera, la economía en su conjunto “queda sometida a la lógica del capital financiero”. La separación sólo tiene sentido analítico pero no existencia real. A su vez, expresan que “esta fusión entre el mundo productivo y el mundo financiero y la dominancia del último sobre el primero sucede a escala global”. Las consecuencias de la financiarización mundial es el acotamiento del margen de maniobra de las políticas nacionales en los países periféricos. Las autoras de este texto de la compilación marcan la tendencia a la primarización que surge de la tendencia a la apreciación cambiaria (abaratamiento del dólar) que los flujos de ingreso de capitales provocan, generando una estructura de precios relativos que perjudica al sector industrial, en favor de sectores no transables (los que por razones técnicas no exportan ni importan) de la economía.

Los perjuicios de la financiarización no sólo afectan los precios relativos de la industria, sino que también se manifiestan en las consecuencias sobre la inversión productiva, tanto en su nivel como en su estructura, que impactan regresivamente sobre la distribución del ingreso. Así lo señala Bortz en su contribución al tema, agregando que el auge de sectores como el de la explotación de recursos naturales, la construcción, las finanzas y los bienes raíces ha llevado a desindustrializaciones prematuras y a caídas de la participación asalariada en muchas economías. También agrega que la financiarización incentiva una jerarquización internacional de las monedas aumentando la posición subordinada de las economías subdesarrolladas, provocada por la pérdida de funciones de las suyas. Chena y Buccella caracterizan que en ese modo del capitalismo actual se pueden apreciar “las modificaciones en el comportamiento corporativo, familiar e institucional que impone el poder financiero a nivel global”.

La globalización financiera y comercial ha provocado un retroceso en las condiciones para el desarrollo de los países periféricos. La apertura y liberalización de las economías favoreció una evolución de las economías subdesarrolladas hacia formas más subordinadas, menos integradas social y regionalmente y más desiguales socialmente. Con un debilitamiento de la vida social por el retroceso del poder de los trabajadores a través de una dinámica de movilidad internacional de los capitales, mientras las fuerzas laborales son sometidas por sus limitaciones económicas o por los muros legales y/o reales a una situación inversa. Así, mientras determinadas fuerzas productivas mejoran las condiciones tecnológicas de la producción y modernizan aspectos de la vida cotidiana, las sociedades retroceden, porque se desarticulan los lazos solidarios y las posibilidades de conflictos progresivos que motoricen una mejor vida comunitaria.

Con monedas más débiles, polarizaciones sociales más descarnadas, sectores económicos más extendidos dedicados a la especulación, menor empleo, ausencia de políticas que estimulen la demanda y, por lo tanto, aplanamiento de la estructura productiva, las economías periféricas son inducidas a encadenamientos más dependientes de las decisiones de los centros de poder financiero. Por otra parte la caída de la participación salarial y el auge de los negocios financieros condujeron a un endeudamiento creciente de las familias, incluyendo la de los sectores populares (muchos de ellos sometidos al crédito usurario). Arias y Ruete señalan que estos problemas de endeudamiento familiar alcanzan a la Argentina. Caracterizan al sistema de las AFJP, que fuera sustituido por la restauración de uno de reparto, como un proyecto consumado de financiarización de la seguridad social. Sostienen que el sistema hoy vigente puede apalancar la demanda agregada en un modo de acumulación liderado por el salario, en el que se amplíen las prestaciones de carácter universal. La expansión del gasto social se asocia a mejores distribuciones del ingreso, y a condiciones que promueven el crecimiento de la potencialidad negociadora de los sindicatos frente a las clases propietarias.

Chena y Buccella prueban que la financiarización del capital se acelera en las instancias en que la restricción externa se acentúa y las políticas de liberalización financiera profundizan la inestabilidad macroeconómica que desencadena la crisis, mientras advierten que la regulación de los flujos comerciales y financieros históricamente ralentizaron y morigeraron el pasaje a las fases del ciclo financiero en que la economía se vuelve vulnerable. La Argentina es un ejemplo típico a la hora de citar ejemplos de estos comportamientos.
En países como la Argentina, la construcción de una economía más fuerte, independiente, justa y desarrollada en el mundo actual con hegemonía del capitalismo de la financiarización, requiere de políticas que vayan en sentido contrario a las promovidas por ese paradigma. La regulación cambiaria con tipos de cambio diferenciales, como rige actualmente en nuestro país, constituye un dispositivo necesario en pos de los objetivos planteados, ya que evita la fuga de capitales siempre facilitada por las medidas de liberalización financiera. También resultan imprescindibles las intervenciones del Banco Central en la orientación del crédito y las tasas de interés de los préstamos. Estas políticas son de raíz distinta y opuesta a la promovida por los axiomas de la “antirrepresión” financiera afines al neoliberalismo, que suponen la adhesión a los principios de absoluta independencia de los bancos centrales, con el objetivo de restar el instrumento de la política monetaria a las herramientas de política económica con que cuentan los gobernantes que define el pueblo. En el mismo sentido —con un criterio de pensamiento único— se establecen metodologías para la construcción de la solvencia de los sistemas financieros, basándose en el criterio que supone que la fortaleza de las partes deviene en la solidez del sistema, ignorando que la fragilidad financiera de origen sistémico es una característica fundamental en las estructuras financieras, agravada hoy por la financiarización, sin que ninguna entidad —por más solvente que sea— resulte inmune a sufrir el impacto destructivo de esa fragilidad. La comprensión de esta cuestión, esencial para la estabilidad financiera, es abordada por varios artículos del libro comentado.

Los sistemas financieros privilegian, con las regulaciones que impulsa el neoliberalismo, el crecimiento del financiamiento a los sectores que ya tienen acceso al mismo, es decir promueven la concentración del crédito. Sin embargo, se ha popularizado la idea de la “inclusión financiera”. En general sectores de la población con dificultades de acceso a bienes de consumo masivo, recurren al financiamiento para adquirirlos, pues sus ingresos presentes son insuficientes para hacerlo. En la restringida atención del sistema financiero regulado se los atiende a tasas con un plus que refleja la dificultad de acceso de esos sectores sociales al crédito, mientras que finanzas informales les proporcionan un tratamiento aún más oneroso. Gago y Roig denominan a esta forma de “inclusión financiera” como explotación financiera.

El viscoso concepto de financiarización que caracteriza el capitalismo actual global es precisado por Chena y Biscay en la introducción del texto. Esa categoría, dicen, “sintetiza un cambio de paradigma en el comportamiento de las grandes corporaciones no financieras, que sustituyeron sus tradicionales metas de crecimiento en ventas y participación de mercado, acompañado de incrementos en las plantas de personal y gastos de innovación, por la maximización del valor de cotización de sus acciones en el mercado financiero, a través de la distribución de dividendos y la reestructuración empresarial basada en tercerizaciones, achicamiento de personal y recortes de costos operativos… (Así) lo que se pregonaba como el inicio de un ciclo de crecimiento liderado por las finanzas terminó por consolidar, desde la dinámica de un endeudamiento insostenible, un imperio financiero que ahogó a los sistemas productivos”, profundizando la dependencia de las naciones periféricas, mediante un mecanismo que Harvey denominó como de “acumulación por desposesión” repensando al definido por Marx en otra época del análisis del capitalismo como “proceso de acumulación originaria”.

Las reflexiones y comentarios expresados y expuestos en este artículo resultan ilustrativas de la insostenibilidad de la deuda en divisas en la que el país fue sumergido por el gobierno de Cambiemos (que en su última etapa compartió la construcción de sus lineamientos económicos con el FMI), y pretende proporcionar argumentos que sostengan las extensiones de plazo, la reducción de tasas de interés y quitas que permitan afrontarla sin destruir las posibilidades de desarrollo de la Nación, sino por el contrario que sean estas las que construyan su posibilidad de pago. Pero que resulte una posibilidad de pago que descarte políticas de ajuste y, que por el contrario, se base en un país con una distribución del ingreso estructuralmente menos polarizada y que sea promotora de la igualdad social.

Estas premisas no son sustentables sin pensar en recobrar el objetivo de la Unidad Latinoamericana, en el marco de un proceso que aspire a construir un proyecto independiente del neoliberalismo globalizador, con un tamaño de mercado que potencie las condiciones de escala para el desarrollo. En el plano nacional supone un paradigma social que destituya la falsa noción del homo economicus que el capitalismo de la financiarización supone esencia de la condición humana, reestableciendo la idea-objetivo de una sociedad de cooperación con un proyecto nacional autónomo y autodefinido, que no debe doblegarse a la idea de un país que resulta definido por condiciones externas. El proyecto y el programa deberán contar, entonces, con la construcción de organización política y social que tenga la densidad para resistir las continuas presiones que desde los centros del poder de la financiarización ejercerán para evitar su despliegue.