Si se votara por el bolsillo, Mauricio Macri
pierde seguro
(Por Marcelo Zlotogwiazda, INFOBAE)
La caída total del empleo registrado
(incorporando monotributistas, autónomos y personal doméstico) fue en los
últimos 12 meses hasta mayo de 217.000, y hubiera sido aún mayor si el Estado
no hubiera aumentado su dotación. Y seguramente más alto si se contara con
datos del empleo en negro actualizado.
El Ministerio que conduce Dante Sica también
difundió datos sobre salarios, que resultaron igualmente negativos. La
remuneración promedio de los trabajadores asalariados del sector privado fue en
mayo de $42.200, lo que representa un 43% más que un año atrás, lo que a su vez
implica una pérdida de poder de compra del 8,9% en esos doce meses. Fue el
duodécimo mes consecutivo en el que la variación anual del ingreso de un
empleado formal pierde contra la inflación del período.
Con menos empleo y menos poder de compra es
inevitable que el consumo registre fuertes caídas. El martes el Indec había
informado que las ventas en supermercados bajaron en mayo 13,5% respecto a mayo
del año previo y un 1% respecto al mes anterior. Y los resultados conocidos
ayer del relevamiento mensual de la consultora Kantar muestran que el consumo
masivo (alimentos, bebidas, artículos de limpieza y tocador) fue en junio un 9%
inferior que en junio 2018, acumulando para el semestre una caída del 8%.
El reporte reveló, además, que el consumo que más se deterioró fue el de las
personas del segmento más bajo de la pirámide social.
Con estos datos a la vista, es obvio que si
la gente votara en base al bolsillo el resultado de la elección presidencial
estaría cantado en contra de Mauricio Macri. Es una deducción elemental, que
además está avalada por estudios de renombrados académicos. Larry Bartels, un
politólogo muy prestigioso de la Universidad de Vanderbilt sostiene: "Las
condiciones económicas objetivas – no la propaganda política inteligente, ni la
performance en los debates, ni alguna otra circunstancia efímera del día a día
de la campaña- son la cuestión singular que más influye para la perspectiva de
reelección de un presidente".
Las condiciones económicas objetivas –
no la propaganda política inteligente, ni la performance en los debates, ni
alguna otra circunstancia efímera del día a día de la campaña- son la cuestión
singular que más influye para la perspectiva de reelección de un presidente
(Larry Bartels, politólogo Universidad de Vanderbilt).
Bartels se refería a una elección en Estados
Unidos, pero por sentido común esa máxima puede asumirse universal. Sin
embargo, la Argentina es un país tan peculiar que rompe hasta con las
obviedades más ostensibles. Pese a los pésimos resultados en las dos variables
que más afectan el bolsillo, a 16 días de las Primarias y a dos meses de
la elección general, la reelección de Mauricio Macri no está de ninguna manera
descartada, y según la mayoría de los encuestadores tiene tantas chances de
ganar como Alberto Fernández.
El balance de la gestión de Gobierno no sólo
es altamente deficiente si se lo evalúa a través de las variables que
directamente afectan al bolsillo. Gane quien gane, se encontrará con un país
con más pobreza y desigualdad, mucho más endeudado, con sus crónicos problemas
de sector externo agravados, con debilidades de infraestructura básica que no
se corresponden con lo que muestran los spots de campaña del oficialismo, con
menor integración a las cadenas de valor mundiales que la que había cuatro años
atrás, y sin nada que se parezca a una estrategia capaz de conjugar crecimiento
con inclusión social.
Gane quien gane, se encontrará
con un país con más pobreza y desigualdad, mucho más endeudado, con sus
crónicos problemas de sector externo agravados, con debilidades de
infraestructura básica.
Tan poco habían hecho en concreto en pos de
una estrategia de desarrollo para aprovechar el potencial que tiene el país
para ganar mercados, que ni siquiera la brusca devaluación que se desató el año
pasado alcanzó para mover de manera significativa el amperímetro de las
exportaciones.
Según los datos que ayer difundió el Indec,
en junio las exportaciones subieron apenas 1,9% respecto a un año atrás, y
acumulan en el primer semestre del año un alza de nada más que el 2,4%.
Fotografía que se empaña todavía más al observar que las exportaciones de
manufacturas industriales cayeron en junio 11,9% contra igual mes de 2018, y en
el semestre registran una disminución del 7,5 por ciento.
La balanza comercial sí pegó una vuelta
gorda, pasando de un déficit de USD 4.900 millones en la primera mitad del año
pasado a un superávit de USD 5.600 en la primera mitad de 2019. Pero esa
reversión fue motorizada por la peor de las alternativas para que el saldo
cambie de signo: se explica casi por completo por el estrepitoso desplome de
las importaciones, que bajaron de 34.900 a 25.100 millones de dólares de un
primer semestre a otro, como consecuencia del aumento del dólar, y del ajuste
en el consumo, la producción y la inversión.
El discurso del Gobierno sobre la Argentina
del futuro incluye a Vaca Muerta, los agronegocios, la pesca, la minería, los
servicios de conocimiento, el turismo y poca cosa más. Insuficiente para
imaginar un país capaz de mejorar sensiblemente su escasez de dólares y hacerle
lugar digno al tercio de la población que está excluido de los beneficios de
la modernidad.
La inclusión de ese tercio requiere de
políticas que este Gobierno no ha encarado ni por asomo con la dedicación,
profundidad y rigurosidad necesaria. Un trabajo elaborado en conjunto por el
Centro de Implementación de Políticas Públicas para el Crecimiento (Cippec), el
Centro de Estudios Distributivos Laborales y Sociales (Cedlas) y el Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) da una pauta de lo dificilísimo del
desafío: "Con un crecimiento del PBI per cápita del 1%, la pobreza caería
a 27% en cinco años, a 24,5% en diez años y a 20% en veinte años. Una tasa de
crecimiento del 3% anual permitiría reducir la pobreza de 30% a 25,8% en cinco
años, a 16% en diez años y a 9% en dos décadas. Con una tasa muy alta del
5% anual la pobreza podría caer a cerca de 20% en 2023, y si esos valores se
mantuvieran un lustro más, la pobreza podría caer a alrededor del 10% en 2028,
y con una década adicional de crecimiento, la pobreza podría reducirse a menos
del 4%. Es decir, sólo en un escenario de crecimiento sostenido a tasas altas
durante dos décadas, la pobreza de ingresos quedaría reducida a un grupo
poblacional pequeño".
Parecen objetivos utópicos para un país cuyo
PBI per cápita es menor que el de hace varios años atrás y que ha caída
bastante durante este Gobierno. Los autores señalan que "una
estrategia general de reducción de la pobreza debe incluir políticas
macroeconómicas que favorezcan el crecimiento con estabilidad, pero también
políticas laborales, de protección social, educativas, habitacionales y de
hábitat, entre otras". Nada parecido a lo que sucedió en esta
gestión.
Sin embargo, a pesar del bolsillo y de todo
lo demás, la lógica de Bartels puede quedar desacreditada con un triunfo de
Macri. ¿Razones? Algunas muy trilladas, como el rechazo de un sector de la
sociedad al peronismo en general, al kirchnerismo en particular, y más que nada
a la figura de Cristina Fernández, o el desembozado apoyo de los principales
medios y del poder económico al oficialismo. A lo que podría sumarse la ventaja
de profesionalidad en campañas políticas que el macrismo le saca a su
adversario.
Pero también está comenzando a notarse
una sensible mejoría en las expectativas. El índice de confianza del
consumidor que elabora Poliarquía para la Universidad Di Tella arrojó en julio
una suba de 8,9% respecto a junio, y del 21,9% en la comparación
interanual con julio de 2018. En una escala 0-100 el índice se ubicó en 44,2%,
muy por arriba del 32% de noviembre pasado y no muy lejos del 51% que registró
en octubre de 2017 cuando el oficialismo ganó las elecciones de medio término.
La encuesta registra que hay una sensación
mala sobre el presente pero expectativas mucho mejores. ¿A qué se
debe? La encuesta no lo responde.
Y se ha visto que la Argentina es un país muy
raro, en el que un mal gobierno puede llegar a ser reelecto.