LA
ECONOMIA PRONOSTICADA Y LA QUE FUE
(Por Gustavo González)
No son “mandriles de la especie
ecochantas” como este viernes los volvió a llamar Javier Milei.
En todo caso, los “ecochantas” son aquellos
profesionales que venden su expertise como si fuera una ciencia exacta capaz de
anticipar lo que vendrá con decimales. O los que acomodan sus opiniones a las
necesidades del poder de turno.
El resto son economistas que intentan
desesperadamente asir el futuro con las herramientas que mejor conocen:
números, promedios, series históricas. Y como el futuro es esencialmente
imprevisible, sí, se suelen equivocar.
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El ejercicio del periodismo profesional y
crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes
creen ser los dueños de la verdad.
Pronóstico
y realidad.
A fines de 2023, los técnicos del Fondo
Monetario sostenían que ese año la economía caería un 2,5%, pero que se
recuperaría en 2024 con un crecimiento de 2,8%.
Ya se sabe lo que ocurrió: el PBI 2023 cayó
1,6% y, este año, en lugar de crecer como anticipaba el FMI, caerá en torno al
3%. De hecho, hasta el mes pasado el FMI afirmaba que la caída llegaría al
3,5%, pero esta semana la limitó al 2,8%. El mismo 2,8 que pronosticaba de crecimiento,
aunque ahora en sentido negativo.
En cuanto a la inflación, ese informe del FMI
preveía para el año que pasó un 69% de suba, contra un 118% en que
efectivamente terminó. Margen de error: 70%.
El REM es el tradicional Relevamiento de
Expectativas de Mercado con el que el Banco Central recopila los pronósticos de
42 consultoras, entidades financieras y centros de investigación nacionales e
internacionales. El resultado es un promedio, lo que debería aminorar la
posibilidad de errores extremos.
Un año atrás, el REM preveía que en 2024 el
PBI caería un 2,6%, empezando el primer trimestre con -2,9% y un segundo
trimestre con -0,4%. Todavía no se conoce la cifra oficial de la caída anual,
pero en los primeros tres meses de 2024 la economía cayó un 5,1% y otro 1,7% en
el segundo trimestre. Margen de error: 75% y más del 300%, respectivamente.
En cuanto a la inflación prevista por los 42
especialistas que reúne el Central, hace un año proyectaron 213% de aumento. El
desfasaje con la realidad fue del 80%. O sea, habían previsto más inflación y
menos recesión, y es posible que la mayor crisis que no contemplaron haya
moderado el aumento de precios que hubo.
El FMI y el consenso económico fallaron en
sus proyecciones para 2024. Ahora son optimistas sobre 2025
En diciembre de 2023, el valor imaginado del
dólar al término de 2024 fue de $ 1.700 ($ 1.820 para el top ten de los
consultores con mayores aciertos). Pero el último 31 de diciembre, el valor
real fue $ 1.060; entre un 60% y un 70% menor al previsto.
Se ve que ninguno de los expertos creyó, tras
la megadevaluación en un solo día de casi el 120%, que el nuevo gobierno iba a
cumplir con su promesa de microajustes del dólar del 2% mensual frente a
índices inflacionarios en pesos que se preveían de dos dígitos para los
primeros meses de su gestión. “¿Para qué devaluarían tanto en un solo día, si
meses después el valor real del dólar volverá a estar cerca del punto de
partida?”, se podrían haber preguntado antes de hacer su pronóstico fallido
sobre la cotización de la divisa.
El error de estos consultores no quita que,
en efecto, en términos reales el tipo de cambio hoy sea similar al existente
cuando Luis Caputo consideró imperioso hacer una megadevaluación, pese al
previsible impacto inflacionario que tendría. Lo que generaría una nueva
pregunta: ¿Si, como dice el Gobierno, el dólar actual no está retrasado; y si
en términos reales el tipo de cambio es similar al de cuando asumió, para qué
se hizo esa megadevaluación para corregir un supuesto megarretraso de la
cotización, si ahora se sostiene que el retraso no existe?
La
profundidad de la crisis.
La costumbre en esta columna de revisar cada
año la distancia entre lo que ocurrió y lo que se decía que iba a ocurrir, debe
aclarar siempre que si los expertos fallan en países estables es lógico que
fallen cuando trabajan sobre la volatilidad argentina. Por eso, lo grave no son
tanto los errores, sino la perseverancia de algunos expertos en seguir
presentando sus hipótesis como si fueran las conclusiones infalibles de una
ciencia dura. La suerte para ellos, como para los magos, es que no deja de
haber gente dispuesta a pagar por tal fantasía.
Hoy, el consenso mayoritario entre los
economistas, es que 2025 será un buen año para el país. Ojalá esta vez tengan
razón.
Los expertos del FMI, por ejemplo, acaban de
informar que la economía argentina crecerá un 5%. Mientras que el promedio del
REM estima un 4,5% de crecimiento, una inflación del 25,9% y un dólar a
diciembre de 2025 de $ 1.205. Dentro de un año veremos qué tan acertados fueron
sus pronósticos.
Mientras tanto, los índices de la economía
real no terminan de alinearse con el optimismo del consenso.
El dato del uso de la capacidad instalada
industrial conocido ahora y correspondiente a noviembre, es del 62,3%. Menor al
63,2% de octubre y menor al 66,4% de hace un año, cuando el PBI ya estaba en
caída.
La actividad industrial registró una merma
del 1,7% interanual y la construcción una baja del 23,2%.
Hay que recordar que la comparación es con un
mal año económico, de sequía histórica y de máxima incertidumbre electoral y
política.
Según la consultora especializada Scentia, la
caída del consumo masivo entre diciembre de ese mal año y diciembre de un 2024
que el FMI pronosticaba en crecimiento, es muy profunda: 18% abajo. Con 17,3%
de caída en Supermercados, 18,7% en Autoservicios y 21% en Productos de
Higiene.
Según la Cámara que agrupa a las medianas
empresas (CAME), el año que terminó arrojó una caída de ventas del 10%. En un
promedio que incluye una disminución del 12% en alimentos y de un 20% en
productos de Farmacia.
Para el Observatorio Pyme e IPA (Industriales
Pymes Argentinos), en 2024 se perdieron cerca de 10 mil empresas y 217 mil
empleos registrados. La misma fuente prevé para 2025 la pérdida de otras 25 mil
pymes y otros 300 mil empleos.
Algunos ejemplos de la crisis, conocidos
estas semanas: la fabricante de neumáticos Bridgeston pidió ampliar el
procedimiento preventivo de crisis presentado a mediados de 2024, lo mismo ya
había hecho la argentina Fate; Ferroglobe, la siderúrgica mendocina desde 1973,
anunció la suspensión de sus operaciones desde febrero; Los Grobo informó que
no podrá pagar su deuda con bancos por US$ 10 millones; Agrofina también
reconoció que no afrontará deudas por US$ 9 millones; Surcos, una firma de fitosanitarios
desde 1974, anunció el incumplimiento de sus obligaciones negociables; Campo de
Avanzada, una empresa que cultiva 7 mil hectáreas en Entre Ríos, cayó en
default; Acíndar, el gigante del acero, paró su planta de Villa Constitución
por tercera vez, hoy trabaja el 50% de la empresa.
Nuevas
lecciones en Davos.
Antes de su llegada a Davos, Milei recibió el
informe anual del Foro sobre los riesgos para la economía argentina de este
año. Le señalaron cinco: 1) Recesión, 2) Pobreza, 3) Inflación, 4) Deuda
pública y 5) Desempleo.
Pero si, esta vez, el optimismo del consenso
económico se termina corroborando en la realidad, entonces los especialistas de
Davos no tendrán de qué preocuparse.
Cuando conocieron al Presidente argentino en
el Foro anterior, supieron que, según él, ellos eran corresponsables de que el
mundo fuera cooptado por el comunismo y que hasta los economistas más ortodoxos
eran funcionales al marxismo internacional.
Cuando esta semana lo vuelvan a ver, les
repetirá que el mundo será anarcocapitalista o no será nada y les aportará dos
novedades con las que espera conmoverlos.
Les dirá que, tras aplicar “el mayor ajuste
de la historia de la humanidad”, la Argentina comenzó a atravesar un boom
económico.
Y les avisará que, desde su pasada visita
hasta hoy, ya se convirtió en “el máximo líder mundial de la libertad” junto
con otro político que mañana regresará a la presidencia de los Estados Unidos.