Viaje a la Luna

Viaje a la Luna

Una memoria a mis antepasados, a mis vivencias...unos versos de futuro.

QUIEN NO SE OCUPA DE NACER SE OCUPA DE MORIR

miércoles, 31 de julio de 2019


LA ECONOMÍA MACRISTA ESTA EN UN CALLEJÓN SIN SALIDA
(Por Paula Español(*), PAGINA12)


El año 2019 cerrará con los peores niveles de inversión desde la crisis internacional de 2009, con una caída que se acercará al 20 por ciento. A diferencia de dicho año, hoy las perspectivas son negativas: incluso, el FMI estima que el año que viene, de seguirse su programa, la inversión seguiría sin recuperarse. La “lluvia de inversiones” se convirtió en una más de las numerosas falsas promesas de campaña. La inversión habrá caído en tres de los cuatro años de la gestión macrista, con la única excepción de 2017. En el primer trimestre de 2019, la tasa de inversión (inversión/PBI) fue de 17,4 por ciento, y todo indica que seguirá cayendo en lo que resta del año .

En este caso, los errores de diagnóstico y las anteojeras ideológicas de los economistas del macrismo también fueron parte del problema. Se creía que un gobierno más “pro-mercado” iba a generar un mejor “clima de inversión”, que se iba a transformar, casi por arte de magia, en mayor inversión. Mientras en septiembre de 2016 se realizaba a toda pompa el “mini-Davos” en Argentina y se festejaba nuestro “regreso al mundo”, la inversión caía al 8 por ciento. De igual manera la inversión extranjera directa (IED) que debía ser parte de la “lluvia de inversiones” -que nunca ocurrió- se mantuvo estancada todos estos años: luego de caer en 2016, la IED se recuperó pero aún así, el promedio de ingreso de IED 2016-2018 alcanzó 8900 millones de dólares, frente a un promedio de  10.500 millones de dólares para los años 2012-2015.

La inversión cae por varios motivos. En primer lugar, por una cuestión básica: una economía en recesión no genera las condiciones de demanda necesarias para que un proyecto de inversión sea rentable. La constante caída del consumo privado (que explica el 70 por ciento del PIB) limita la posibilidad de hacer negocios . ¿Puede esperarse inversión en la industria manufacturera con una utilización de capacidad instalada en torno al 60 por ciento?

En tanto, el ajuste del gasto en un contexto recesivo en pos de cumplir las metas fiscales es otro factor contractivo para la inversión, tanto de manera directa (obra pública) como de manera indirecta. En efecto, por más que en campaña busquen decir lo contrario, los gastos de capital (inversión) del Estado se contrajeron 61,1 por ciento en términos reales al comparar el primer semestre de 2015 con el de 2019. Esto limita las mejoras en infraestructura que se requieren para impulsar la inversión del sector privado y mejorar por ambas vías la competitividad.

Las dificultades de acceso al crédito es otro de los principales motivos de la caída de la inversión. La eliminación de la Línea de Crédito de Inversión Productiva impulsada por el BCRA, que otorgaba fondos a tasas preferenciales para proyectos de inversión, redujo la oferta de crédito disponible. La política de contracción monetaria, por su parte, implica tasas de interés prohibitivas para proyectos de inversión.

Otra condición ausente, que este gobierno supuestamente venía a garantizar y estuvo muy lejos de cumplir, es la estabilidad y la previsibilidad. El salto de más de 100 por ciento en un año del tipo de cambio del año pasado, la inflación más alta desde 1991 y los cambios permanentes en materia de política tributaria (como por ejemplo las quitas y reimposiciones de derechos de exportación), entre otras cosas, generaron incertidumbre y retrasan las decisiones de inversión.

Si bien el gobierno logró que el FMI autorice a garantizar la calma cambiaria hasta las elecciones, el problema continúa latente. Dado que el FMI sigue atado a los manuales de la libre flotación y desregulación plena de los movimientos de capital, los movimientos bruscos del dólar podrían repetirse.

Vale mencionar que todo esto aconteció en un contexto en el cual hubo una elevada disponibilidad de créditos y divisas del exterior, que suelen ser un limitante clave para los aumentos de inversión. Es decir: existieron dólares para que la economía funcione y crezca, pero se destinaron a otros usos que lejos están de mejorar nuestra capacidad exportadora en el futuro.

Un gobierno que asumió prometiendo un crecimiento traccionado por la inversión y las exportaciones, se acerca al final del mandato con números que muestran el incumplimiento absoluto de sus objetivos. La inversión se derrumba, las exportaciones no arrancan (aún con un ajuste cambiario de casi 350 por ciento en estos 3 años) y el PIB cerrará 3 años de caída sobre 4 de gestión.

De seguir con estas políticas (ajuste permanente, tasas altas, incertidumbre macroeconómica), hasta el propio FMI admite que la inversión seguirá languideciendo. No luce nada tentador seguir por la misma vía pero más rápido. Sin dudas, la respuesta a esta crisis es cambiar el rumbo económico para volver a crecer, recuperando la demanda y poniendo el foco en la producción y en la inversión. 

(*) Directora de Radar Consultora.


lunes, 29 de julio de 2019



UNA CUBA ACOSADA POR 60 AÑOS FRENTE A LOS OJOS DE LOS "DEMÓCRATAS" DEL MUNDO ES UN VERGÜENZA PARA LA HUMANIDAD TODA

922 630 millones de dólares

son las pérdidas que ha traído el BLOQUEO de Estados Unidos a CUBA en todo este tiempo, solo porque una pequeña isla ha pedido ser tratada como SOBERANA e IGUAL en las relaciones internacionales con el poderoso del NORTE.


No digan después que no lo sabían, ahí está el numero que ha impedido a todo un pueblo desarrollarse, vivir próspero y tranquilo como SE MERECE cualquier humano sobre esta tierra.



viernes, 26 de julio de 2019

COMENZAR

Solo unos pocos pasos
de un ornitorrinco en la nieve
la magia de ser
en la cascada de la noche
donde no hay manuales
solo aguantar la respiración
y caer,
mientras,
construyes castillos en el aire
confundes como Jerónimo
malus con manzana
te haces de tus propios yerros
"Doch immer kläfft es hinterher"
muchas fake news en el abrazo
una singularidad para el destello
o una muerte lenta
con los pies fríos


...Absurdo suponer que el paraíso
es sólo la igualdad, las buenas leyes
el sueño se hace a mano y sin permiso
arando el porvenir con viejos bueyes...





Si se votara por el bolsillo, Mauricio Macri pierde seguro
(Por Marcelo Zlotogwiazda, INFOBAE)


La caída total del empleo registrado (incorporando monotributistas, autónomos y personal doméstico) fue en los últimos 12 meses hasta mayo de 217.000, y hubiera sido aún mayor si el Estado no hubiera aumentado su dotación. Y seguramente más alto si se contara con datos del empleo en negro actualizado.

El Ministerio que conduce Dante Sica también difundió datos sobre salarios, que resultaron igualmente negativos. La remuneración promedio de los trabajadores asalariados del sector privado fue en mayo de $42.200, lo que representa un 43% más que un año atrás, lo que a su vez implica una pérdida de poder de compra del 8,9% en esos doce meses. Fue el duodécimo mes consecutivo en el que la variación anual del ingreso de un empleado formal pierde contra la inflación del período.

Con menos empleo y menos poder de compra es inevitable que el consumo registre fuertes caídas. El martes el Indec había informado que las ventas en supermercados bajaron en mayo 13,5% respecto a mayo del año previo y un 1% respecto al mes anterior. Y los resultados conocidos ayer del relevamiento mensual de la consultora Kantar muestran que el consumo masivo (alimentos, bebidas, artículos de limpieza y tocador) fue en junio un 9% inferior que en junio 2018, acumulando para el semestre una caída del 8%.  El reporte reveló, además, que el consumo que más se deterioró fue el de las personas del segmento más bajo de la pirámide social.

Con estos datos a la vista, es obvio que si la gente votara en base al bolsillo el resultado de la elección presidencial estaría cantado en contra de Mauricio Macri. Es una deducción elemental, que además está avalada por estudios de renombrados académicos. Larry Bartels, un politólogo muy prestigioso de la Universidad de Vanderbilt sostiene: "Las condiciones económicas objetivas – no la propaganda política inteligente, ni la performance en los debates, ni alguna otra circunstancia efímera del día a día de la campaña- son la cuestión singular que más influye para la perspectiva de reelección de un presidente".

Las condiciones económicas objetivas – no la propaganda política inteligente, ni la performance en los debates, ni alguna otra circunstancia efímera del día a día de la campaña- son la cuestión singular que más influye para la perspectiva de reelección de un presidente (Larry Bartels, politólogo Universidad de Vanderbilt).

Bartels se refería a una elección en Estados Unidos, pero por sentido común esa máxima puede asumirse universal. Sin embargo, la Argentina es un país tan peculiar que rompe hasta con las obviedades más ostensibles. Pese a los pésimos resultados en las dos variables que más afectan el bolsillo, a 16 días de las Primarias y a dos meses de la elección general, la reelección de Mauricio Macri no está de ninguna manera descartada, y según la mayoría de los encuestadores tiene tantas chances de ganar como Alberto Fernández.

El balance de la gestión de Gobierno no sólo es altamente deficiente si se lo evalúa a través de las variables que directamente afectan al bolsillo. Gane quien gane, se encontrará con un país con más pobreza y desigualdad, mucho más endeudado, con sus crónicos problemas de sector externo agravados, con debilidades de infraestructura básica que no se corresponden con lo que muestran los spots de campaña del oficialismo, con menor integración a las cadenas de valor mundiales que la que había cuatro años atrás, y sin nada que se parezca a una estrategia capaz de conjugar crecimiento con inclusión social.
 Gane quien gane, se encontrará con un país con más pobreza y desigualdad, mucho más endeudado, con sus crónicos problemas de sector externo agravados, con debilidades de infraestructura básica.

Tan poco habían hecho en concreto en pos de una estrategia de desarrollo para aprovechar el potencial que tiene el país para ganar mercados, que ni siquiera la brusca devaluación que se desató el año pasado alcanzó para mover de manera significativa el amperímetro de las exportaciones.

Según los datos que ayer difundió el Indec, en junio las exportaciones subieron apenas 1,9% respecto a un año atrás, y acumulan en el primer semestre del año un alza de nada más que el 2,4%. Fotografía que se empaña todavía más al observar que las exportaciones de manufacturas industriales cayeron en junio 11,9% contra igual mes de 2018, y en el semestre registran una disminución del 7,5 por ciento.

La balanza comercial sí pegó una vuelta gorda, pasando de un déficit de USD 4.900 millones en la primera mitad del año pasado a un superávit de USD 5.600 en la primera mitad de 2019. Pero esa reversión fue motorizada por la peor de las alternativas para que el saldo cambie de signo: se explica casi por completo por el estrepitoso desplome de las importaciones, que bajaron de 34.900 a 25.100 millones de dólares de un primer semestre a otro, como consecuencia del aumento del dólar, y del ajuste en el consumo, la producción y la inversión.

El discurso del Gobierno sobre la Argentina del futuro incluye a Vaca Muerta, los agronegocios, la pesca, la minería, los servicios de conocimiento, el turismo y poca cosa más. Insuficiente para imaginar un país capaz de mejorar sensiblemente su escasez de dólares y hacerle lugar digno al tercio de la población que está excluido de los beneficios de la modernidad.

La inclusión de ese tercio requiere de políticas que este Gobierno no ha encarado ni por asomo con la dedicación, profundidad y rigurosidad necesaria. Un trabajo elaborado en conjunto por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para el Crecimiento (Cippec), el Centro de Estudios Distributivos Laborales y Sociales (Cedlas) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) da una pauta de lo dificilísimo del desafío: "Con un crecimiento del PBI per cápita del 1%, la pobreza caería a 27% en cinco años, a 24,5% en diez años y a 20% en veinte años. Una tasa de crecimiento del 3% anual permitiría reducir la pobreza de 30% a 25,8% en cinco años, a 16% en diez años y a 9% en dos décadas. Con una tasa muy alta del 5% anual la pobreza podría caer a cerca de 20% en 2023, y si esos valores se mantuvieran un lustro más, la pobreza podría caer a alrededor del 10% en 2028, y con una década adicional de crecimiento, la pobreza podría reducirse a menos del 4%. Es decir, sólo en un escenario de crecimiento sostenido a tasas altas durante dos décadas, la pobreza de ingresos quedaría reducida a un grupo poblacional pequeño".

Parecen objetivos utópicos para un país cuyo PBI per cápita es menor que el de hace varios años atrás y que ha caída bastante durante este Gobierno. Los autores señalan que "una estrategia general de reducción de la pobreza debe incluir políticas macroeconómicas que favorezcan el crecimiento con estabilidad, pero también políticas laborales, de protección social, educativas, habitacionales y de hábitat, entre otras".  Nada parecido a lo que sucedió en esta gestión.

Sin embargo, a pesar del bolsillo y de todo lo demás, la lógica de Bartels puede quedar desacreditada con un triunfo de Macri. ¿Razones? Algunas muy trilladas, como el rechazo de un sector de la sociedad al peronismo en general, al kirchnerismo en particular, y más que nada a la figura de Cristina Fernández, o el desembozado apoyo de los principales medios y del poder económico al oficialismo. A lo que podría sumarse la ventaja de profesionalidad en campañas políticas que el macrismo le saca a su adversario.

Pero también está comenzando a notarse una sensible mejoría en las expectativas. El índice de confianza del consumidor que elabora Poliarquía para la Universidad Di Tella arrojó en julio una suba de 8,9% respecto a junio, y del 21,9% en la comparación interanual con julio de 2018. En una escala 0-100 el índice se ubicó en 44,2%, muy por arriba del 32% de noviembre pasado y no muy lejos del 51% que registró en octubre de 2017 cuando el oficialismo ganó las elecciones de medio término.

La encuesta registra que hay una sensación mala sobre el presente pero expectativas mucho mejores. ¿A qué se debe? La encuesta no lo responde.

Y se ha visto que la Argentina es un país muy raro, en el que un mal gobierno puede llegar a ser reelecto.


jueves, 25 de julio de 2019


RESPIRACIÓN

Vientos alados de proa
pronunciados por tus labios
una piel de Luna transpirada
sobre el cristal
que traquetea el éter
entre dos Mundos
una oscilación arrítmica
de dos moléculas sacudidas
por la sed
el cielo, el cielo
el cielo en bocanadas



Cause you know sometimes words have two meanings...




miércoles, 24 de julio de 2019


MARXISTAS SOMOS TODOS
(Por Atilio A. Boron, en su blog https://atilioboron.wordpress.com/)


Los trogloditas de la derecha argentina quisieron descalificar a Axel Kicillof acusándolo de “marxista”. Este ataque sólo revela el primitivo nivel cultural de sus críticos, ignaros de la historia de las ideas y teorías científicas elaboradas a lo largo de los  siglos. Es obvio que en su inepcia desconocen  que Karl Marx produjo una revolución teórica de enormes alcances en la historia y las ciencias sociales, equivalente, según muchos especialistas, a las que en su tiempo produjera Copérnico en el campo de la Astronomía.  Por eso hoy, sepámoslo o no (y muchos no lo saben) todos somos copernicanos y marxistas, y quien reniegue de esta verdad se revela como un rústico  sobreviviente de siglos pasados y huéfano de las categorías intelectuales que le permiten comprender al mundo actual.

Copérnico sostuvo en su obra magna, La Revolución de las Esferas Celestes, que era el sol y no la Tierra quien ocupaba el centro del universo. Y además, contrariamente a lo que sostenía la Astronomía de Ptolomeo, comprobó que nuestro planeta no era un centro inmóvil alrededor del cual giraban todos los demás sino que ella misma se movía y giraba. Recordemos las palabras de Galileo cuando los doctores de la Inquisición le obligaron a retractarse de su adhesión a la teoría copernicana: ¡Eppur si muove! , susurró ante sus censores que seguían ensañados con Copérnico a más de un  siglo de haber formulado su teoría.  Descubrimiento revolucionario pero no sólo en el terreno de la Astronomía, toda vez ponía en cuestión cruciales creencias políticas de su tiempo. Como lo recuerda Bertolt Brecht en su espléndida obra de teatro: Galileo, la dignidad y sacralidad de tronos y potestades fue irreparablemente menoscabada por la teorización del astrónomo polaco. Si con la teoría geocéntrica de Ptolomeo el Papa y los reyes y emperadores eran excelsas figuras que se empinaban en la cumbre de una jerarquía social en un planeta que era nada menos que el centro del universo, con la revolución copernicana quedaban reducidos a la condición de frágiles reyezuelos de un minúsculo planeta, que como tantos otros, giraba en torno al sol.

Cuatro siglos después de Copérnico Marx produciría una revolución teórica de semejante envergadura al echar por tierra las concepciones dominantes sobre la sociedad y los procesos históricos. Su genial descubrimiento puede resumirse así: la forma en que las sociedades resuelven sus necesidades fundamentales: alimentarse, vestirse, abrigarse, guarecerse, promover el bienestar,  posibilitar el crecimiento espiritual de la población y garantizar la reproducción de la especie constituyen el indispensable sustento de toda la vida social. Sobre este conjunto de condiciones materiales cada sociedad construye un inmenso entramado de agentes y estructuras sociales, instituciones políticas, creencias morales y religiosas y tradiciones culturales que van variando en la medida en que el sustrato material que las sostiene se va modificando. De su análisis Marx extrajo dos grandes conclusiones: primero,  que el significado profundo del proceso histórico anida en la sucesión de formas bajo las cuales hombres y mujeres han enfrentado aquellos desafíos a lo largo de miles de años. Segundo, que estas formaciones sociales son inherentemente históricas y transitorias: surgen bajo determinadas condiciones, se expanden y consolidan, llegan a su apogeo y luego inician una irreversible decadencia. Por consiguiente, ninguna formación social puede aspirar a la eternidad y mucho menos el capitalismo habida cuenta de la densidad y velocidad con que las contradicciones que les son propias se despliegan en su seno. Malas noticias para Francis Fukuyama y sus discípulos que a fines del siglo pasado anunciaban al mundo el fin de la historia, el triunfo final del libre mercado, la globalización neoliberal y la victoria inapelable de la democracia liberal.

Al igual que ocurriera con Copérnico en la Astronomía, la revolución teórica de Marx arrojó por la borda el saber convencional que había prevalecido durante siglos. Este concebía a la historia como un caleidoscópico desfile de notables personalidades (reyes, príncipes, Papas, presidentes, diversos jefes de estado, líderes políticos, etcétera) puntuado por grandes acontecimientos (batallas, guerras, innovaciones científicas, descubrimientos geográficos).  Marx hizo a un lado todas estas apariencias y descubrió que el hilo conductor que permitía descifrar el jeroglífico del proceso histórico eran los cambios que se producían en la forma en que hombres y mujeres se alimentaban, vestían, guarecían y daban continuidad a su especie, todo lo cual lo sintetizó bajo el concepto de “modo de producción”. Estos cambios en las condiciones materiales de la vida social daban nacimiento a nuevas estructuraciones sociales, instituciones políticas, valores, creencias, tradiciones culturales a la vez que decretaban la obsolescencia de las precedentes, aunque nada había de mecánico ni de lineal en este condicionamiento “en última instancia” del sustrato material de la vida social. Con esto Marx desencadenó en la historia y las ciencias sociales una revolución teórica tan rotunda y trascendente como la de Copérnico y, casi simultáneamente, con la que brotaba de las sensacionales revelaciones de Charles Darwin. Y así como hoy se convertiría en un hazmerreir mundial quien reivindicase la concepción geocéntrica de Ptolomeo, no mejor suerte correrían quienes increpasen a alguien acusándolo de “marxista.” Porque al hacerlo negarían el papel fundamental que la vida económica desempeña en la sociedad y también en los procesos históricos (y que Marx fue el primero en colocar en el centro de la escena). Quién profiriese semejante “insulto” confesaría, para su vergüenza, su desconocimiento de los últimos dos siglos en el desarrollo del pensamiento social. Grotescos personajes como estos no sólo se vuelven pre-copernicanos sino también pre-darwinistas, pre- newtonianos y pre-freudianos. Representan, en suma, una fuga a lo más oscuro del medioevo.

Bien, pero ¿alcanza lo anterior para decir que “todos somos marxistas”? Creo que sí, y por estas razones: si algo caracteriza al pensamiento y la ideología de la sociedad capitalista es la tendencia hacia la total mercantilización de la vida social. Todo lo que toca el capital se convierte en mercancía o en un hecho económico: desde las más excelsas creencias religiosas hasta viejos derechos consagrados por una tradición multisecular; desde la salud hasta la educación; desde la seguridad social hasta las cárceles, el entretenimiento y la información. Bajo el imperio del capitalismo las naciones se degradan al rango de mercados y el bien y el mal social pasan a medirse exclusivamente por las cifras de la economía, por el PBI, por el déficit fiscal o la capacidad exportadora. Si alguna impronta ha dejado el capitalismo en su paso por la historia –transitorio, pues como sistema está condenado a desaparecer, tal como ocurriera sin excepción con todas las formas económicas que le precedieron- ha sido elevar a la economía como el parámetro supremo que distingue a la buena de la mala sociedad. El orden del capital ha erigido al Mercado como su Dios, y las únicas ofrendas que este moderno Moloch admite son las mercancías y las ganancias que produce su intercambio.  El sutil y cauteloso énfasis que Marx le otorgara a las condiciones materiales –siempre mediatizadas por componentes no económicos como la cultura, la política, la ideología- alcanza en el pensamiento burgués extremos de vulgaridad que lindan con lo obsceno. Oigamos lo que Bill Clinton le espetara a George Bush en la campaña  presidencial de 1992: “¡es la economía, estúpido!”. Y basta con leer los informes de los gobiernos, de los académicos y de los organismos internacionales para constatar que lo que distingue el bien del mal de una sociedad capitalista es la marcha de la economía. ¿Quieres saber cómo está un país? Mira cómo se cotizan sus bonos del Tesoro en Wall Street, o cuál es el índice de su “riesgo país”? O escucha lo que te dicen una y mil veces los gobernantes de la derecha cuando para justificar el holocausto social al que someten a sus pueblos por la vía de los ajustes presupuestarios afirman que “los números gobiernan al mundo”.

Personajes como estos conforman una clase especial y aberrante de “marxistas” porque redujeron el radical descubrimiento de su fundador y toda la complejidad de su aparato teórico a un grosero economicismo. El “materialismo economicista” es una versión abortada, incompleta, deformada del marxismo pero  que resulta muy conveniente para las necesidades de la burguesía y de una sociedad que sólo sabe de precios y nada de valores. Un marxismo deformado y abortado porque la burguesía y sus representantes sólo se apropiaron de una parte del argumento marxiano: aquella que subrayaba la importancia decisiva de los factores económicos en la estructuración de la vida social. Con certero instinto hicieron a un lado la otra mitad:  la que sentenciaba que la dialéctica de las contradicciones sociales –el incesante conflicto entre fuerzas productivas y relaciones de producción y  la lucha de clases resultante- conduciría inexorablemente a la abolición del capitalismo y a la construcción de un tipo histórico de sociedad pos-capitalista. Que esto no sea inminente no quiere decir que no vaya a ocurrir. En otras palabras: el “marxismo” del que se apropiaron las clases dominantes del capitalismo a través de sus intelectuales orgánicos y sus tanques e pensamiento quedó reducido a un grosero materialismo economicista.

Por eso, hoy todos somos marxistas. La mayoría marxistas aberrantes, de “cocción incompleta”, al exaltar hasta el paroxismo la importancia de los hechos económicos y ocultar a sabiendas que la dinámica social conducirá, más pronto que tarde, a una transformación revolucionaria de la sociedad actual. Este economicismo es el grado cero del marxismo, su punto de partida más no el de llegada. Es un  marxismo tronchado en su desarrollo teórico; contiene los gérmenes del materialismo histórico pero se estanca en sus primeras hipótesis y soslaya –u oculta a sabiendas- su desenlace revolucionario y la propuesta de construir una sociedad más justa, libre, democrática. Pero hay otros marxistas para quienes la revolución teórica de Marx no sólo  corrobora la transitoriedad de la sociedad actual sino que insinúa cuáles son los probables senderos de su histórica superación, sea por distintas vías revolucionarias como por la dinámica incontenible de un proceso de reformas radicalizadas. En contra de los marxistas inacabados, de “cocción incompleta”, apologistas de la sociedad burguesa, defendemos la tesis de que el modo de producción capitalista será reemplazado, en medio de fragorosos conflictos sociales (porque ninguna clase dominante abdica de su poder económico y político sin luchar hasta el fin) para finalmente dar nacimiento a una sociedad post-capitalista y, como decía Marx, poner fin a la prehistoria de la humanidad. Pero más allá de estas diferencias, unos a medias y mal, y otros por entero y bien, todos somos hijos del marxismo en el mundo de hoy; es más, no podríamos no ser marxistas así como no podríamos dejar de ser copernicanos. El capitalismo contemporáneo es mucho más “marxista” de lo que era cuando, hace casi dos siglos, Marx y Engels escribieron el Manifiesto del Partido Comunista. La diatriba contra Axel Kicillof es un exabrupto que pinta de cuerpo entero el brutal anacronismo de vastos sectores de la derecha argentina y latinoamericana, de sus representantes políticos e intelectuales, que en su escandaloso atraso recelan de los avances producidos por los grandes revolucionarios del pensamiento contemporáneo: desconfían de Darwin y Freud y creen  el marxismo es el delirio de un judío alemán. Pero, como Marx decía con socarronería, algunos son marxistas a la Monsieur Jourdain, ese curioso personaje de El Burgués Gentilhombre de Molière que hablaba en prosa sin saberlo. Balbucean un marxismo ramplón, convertido en un burdo economicismo y sin la menor consciencia del origen de esas ideas en la obra de uno de los más grandes científicos del siglo diecinueve. Y otros, en cambio, sabemos que es la teoría que nos enseña cómo funciona el capitalismo y, por ende, la que proporciona los instrumentos que nos permitirán dejar atrás ese sistema inhumano, predatorio, destructor de la naturaleza y las sociedades  y que se alimenta de guerras infinitas e interminables que amenazan con acabar con toda forma de vida en este planeta. Por eso, lejos de ser un insulto, ser marxista en el mundo de hoy, en el capitalismo de nuestro tiempo, es un timbre de honor y una mácula imborrable para quien lo profiere como un insulto.


martes, 23 de julio de 2019


ESTAMOS DE VUELTA



El Neoliberalismo ha sido la toma por "asalto" de esa burguesía que una vez desplazo a la aristocracia y al rey, solo que ya no es revolucionaria como entonces, mucha agua bajo el puente para ese sistema económico, el Capitalismo, que ella ponía otrora en la palestra, de tal manera ha llovido desde entonces que ha arrasado hasta con el puente que había tendido con su "enterrador", el papel protagónico que antaño "cedió" a esa clase política que la representaba, se lo ha retirado para ponerse ella misma a proclamar leyes y estados de cosas con un egoísmo que no solo da escalofrió, sino mucha hambre al resto.

La vuelta de la burguesía como clase al poder político (que por otra parte siempre le perteneció en el Capitalismo) ha venido con el Neoliberalismo con suficiente odas al aire, con su propio espectáculo. Ella difunde a viva voz, que en ella se encarnan los valores más elevado con que se puede construir una sociedad, y lo hace anteponiendo una historia reciente de intentos naufragados de su oponente histórico, el proletariado estratificado, que dosis siempre de autoritarismo ha llevado, como si la supremacía de esa burguesía ya de siglos, no infiere un autoritarismo supremo. El tema ha sido que con su espectáculo como "dinero que solamente se contempla", ha ganado adeptos no solo en las clases medias de la sociedad, sino incluso en la clase trabajadora más humilde, donde los estragos de su regreso Neoliberal ha vuelto a pintarnos las escenas más burdas del desamparo humano de finales de siglo XIX y principio del XX, el Cabaret proclamado por sus medios en sus luminarias, con solo un actor principal, la burguesía descollante con todas las riquezas en pocas manos, que se le rinde pleitesía y genuflexión como antaño al Rey para que no estrangule a gobiernos y pueblos del Mundo si osan enfrentárseles, provoca la conciencia del deseo en nosotros, sus esclavos de siempre, y al mismo tiempo es nuestra propia destrucción con el elixir entre los labios que nunca cura, salvo prometiendo a otros después de nuestra muerte, el paraíso terrenal.

El Neoliberalismo es la encarnación privilegiada de esa Sociedad del Espectáculo de que hablara Guy Debord, donde "la mercancía se contempla a si misma en el Mundo que ha creado", el espectáculo creado por la burguesía en su vuelta, va mas allá, el esfuerzo como mercancía es un bien apreciado, se pone de ejemplo para crear el deseo, "ella ya hizo su esfuerzo", se coloco el mameluco para acomodar las cuentas públicas en favor de "todos", si estamos mal, la culpa ha sido ese Estado grande, burocrático y corrupto que pone trabas a las libertades económicas de los individuos, ha sido esa clase política que ella "dejo" para que representara los intereses de "todos" y nada, han dilapidado el "bien común", entonces esa burguesía en el poder ahora, repite y les hace repetir a sus luciérnagas, "alcanzamos la riqueza, porque nos esforzamos", "ahora te toca a ti". Su discurso es entrador, y nosotros los siervos de siempre volvemos a comprar la mercancía con que producimos, nuestro esfuerzo. Es todo muy perverso como es en sí mismo el espectáculo del Neoliberalismo, preferimos la imagen a la cosa en sí, "disminuye la verdad, crece la ilusión", es que la relación que nos hicieron establecer entre nosotros, no es sino a través de las imágenes que nos llegan de los medios, como infirió Debord, explican una realidad ilusoria actual y futura que ya hoy no se condice con la verdad, pero al fin y al cabo es una imagen que aspiramos ver. El Neoliberalismo en su vuelta a las tablas, aprendió a vender esperanza, que es uno de sus actos en el espectáculo, "ahora la burguesía tomo las riendas, ahora si vamos a salir adelante".

El espectáculo Neoliberal al que estamos sometido, juega con nuestras emociones mas individuales y bárbaras, cuando descansamos de la producción diaria, ahí viene el caballito de batalla para prometer prosperidad, entendida desde la individualidad, la visión de ser millonario, proliferan los programas de entretenimiento donde en la punta de la lengua tienes el millón, vienen las vacaciones televisadas de unos pocos, que vos puedes llegar a disfrutar, la estampa de una sociedad que no has visto, a tiro de un vuelo en avión, donde el futuro ya se hace presente, y luego el esfuerzo, el esfuerzo pedido para que acompañes, a esa burguesía de vuelta, que vino en nombre de "todos", a que hagas realidad ese tu deseo, que es el de ella, ya logrado, vos puedes, solo falta el esfuerzo.




CONTRAPESO

En el pantano
zozobrado sin miembros inferiores
sonando una conga de pesares
Siempre hay un Loto
para un descosido


To build a dream for me and you...


lunes, 22 de julio de 2019


¿Y vos con qué elegís, con los valores o con el bolsillo?
(Por Fernando D´Addario, PAGINA12)


El tipo lo dijo como si fuese una revelación divina, que todos sus testigos teníamos el privilegio de compartir: “Acá en octubre se elige o con el bolsillo o con los valores”. Ya había amagado con otras sentencias que quedaron truncas porque en estos bares del Abasto, a estas horas, las opiniones se superponen, se fagocitan unas a otras mientras la tele pasa del Trece a Telefé y viceversa y la dueña del boliche, doña Juana, cada tanto restablece la armonía con un grito: “¡basta de hablar de política! No arreglan nada y se pelean al pedo…” Pero esta vez la frase de este hombre, impregnada de cierta altivez muy propia de estos bodegones, provocó un breve silencio general, como de asentimiento, hasta que uno de sus compañeros de copas le disparó la pregunta que todos –inclusive yo, ajeno a esa mesa-- teníamos picando: “¿Y vos con qué elegís?”

--¡Con mi flaco bolsillo, por supuesto!

Se ve que los demás ya intuían la respuesta, pero de todos modos la reacción espontánea fue una carcajada. Como yo no había seguido minuciosamente la charla previa no podría definir la identificación política de cada cual, pero la unanimidad de la risa me sugiere esta posible interpretación: en el imaginario, puesta a elegir, la opción “bolsillo” es vergonzante; se supone que todo ser humano de bien se inclina, al menos públicamente, por los “valores”. Al que elige enfáticamente “bolsillo” se lo señala, con cierta impostación ética, como un egoísta que privilegia su situación individual por sobre el bien común. Que alguien diga “bolsillo” suena disruptivo, genera ese tipo de incomodidad que se resuelve a través de la risa.

Un minuto antes se estaban matando pero en este punto habían coincidido. Da la sensación de que el gobierno (ya desahuciado en las expectativas por el ítem “bolsillo” no le quedó otra que reivindicar los “valores”) alienta esta dicotomía y la oposición la acepta con cierta dosis de resignación.

¿Por qué el tipo que va a votar a los Fernández “por culpa de su bolsillo flaco” estaría resignando “valores”? En realidad la pregunta básica sería: ¿de qué hablamos cuando hablamos de “valores”? A la que podría añadirse la siguiente inquietud: ¿qué pergaminos tiene el macrismo para atribuirse la defensa de estos “valores”?

Hagamos un breve repaso de ciertos conceptos universales que el gobierno se adjudica para polarizar con el peronismo: “honestidad”, “transparencia”, “seguridad jurídica”, “respeto a las instituciones”, “libertad de expresión”. En cada uno de estos rubros el déficit oficialista ha sido pavoroso (desde las causas por los Panamá Papers y el Correo hasta el blanqueo de capitales para los familiares de Macri, pasando por el encarcelamiento de los dueños de C5N y Radio del Plata, la creación de una banda paraestatal de extorsión y espionaje, la manipulación de la Justicia y el amedrentamiento a jueces y fiscales, más un largo etcétera que los lectores atentos podrán completar con ejemplos). Sin embargo, desde un amplio arco de la comunicación mediática (y no solo la hegemónica) se pretende instalar la idea de que “falló la economía” pero mejoraron las variables vinculadas a “los valores democráticos y republicanos”.

Habría que refinar un poco este presunto contraste y discutir la propiedad de los enunciados. Porque “el fallo de la economía”, que fue presentado en términos de contingencia sobrenatural y climatológica (“tormenta”, “turbulencia”, etc) está sustentado en datos tangibles y objetivos. La caracterización de los “valores republicanos”, en cambio, es subjetiva y está condicionada por la ideología. Por ejemplo, el “valor libertad”, tiene para el peronismo y para la izquierda una connotación emancipatoria, mientras que para la derecha neoliberal se reduce a la desregulación de la economía.

Debe reconocerse que, dentro de este cambalache de valores relativos, el gobierno ha defendido con honestidad intelectual la vocación meritocrática y el emprendedurismo de los condenados a sobrevivir en la jungla; pero reservó para sí la síntesis superadora de la dicotomía que instaló para los demás: el único valor, finalmente, es su propio bolsillo.

Se entiende que, a poco menos de un mes de las Paso, de este lado de la grieta se imponga el señalamiento de la opción “bolsillo” para que el electorado no politizado pueda comparar con elementos tangibles y muy evidentes. Pero habría que tener en cuenta, quizás para más adelante, que los “valores” no son (ni mucho menos) patrimonio de los militantes del ajuste.

Esta vez no me animé, o no se me ocurrió en el momento, levantarme de mi mesa, abandonar por un segundo la comodidad del libro y el cafecito y decirle al tipo del bar de Juana: “amigo, vote por los valores: vote por la solidaridad, por la justicia social, por la defensa del trabajo, y va a ver que le va a cambiar el bolsillo”. 


viernes, 19 de julio de 2019


¿SE PODRÁ HACER ALGO?
(Por Ricardo Aronskind, en el blog de Horacio Verbistky "El Cohete a la Luna")



Mucha gente, en diversos lugares del país, en diversos estratos sociales, se está preguntando si hay alguna posibilidad de modificar el actual rumbo económico, si hay margen para hacer políticas diferentes, si con las pesadísimas cargas que deja la actual gestión de Macri se podrá mejorar en algo la situación de las mayorías o al menos detener la declinación de las condiciones de vida.

La pregunta es absolutamente comprensible, y al contrario de lo que podría suponer un militante del optimismo irrestricto, refleja un buen nivel de información sobre el grave estado económico del país, y una más elogiable prudencia en relación a las posibilidades de ejercitar políticas económicas alternativas al neoliberalismo de un próximo gobierno de signo contrario al actual.

Hoy además hay conciencia de que, a diferencia de la gestión de la Primera Alianza, hay fuertes poderes internacionales, y particularmente Estados Unidos a través del FMI, que están muy comprometidos con la continuidad del rumbo macrista al subdesarrollo.

Conjuntamente con esta gran pregunta económica, surge también la duda en relación a las posibilidades electorales de que la fórmula Fernández-Fernández se imponga sobre el poderoso aparato de poder macrista, sobre la capacidad de manipulación de sus medios de comunicación y sobre la maniobras mediáticas-judiciales o de otro orden más espectacular que puedan efectuar en las próximas semanas las múltiples vertientes del actual régimen político.

Las razones de éstas preguntas

Cuando tratamos de comprender el clima de cautela que hay en millones de votantes nacionales y populares, encontramos varios factores que pueden estar incidiendo.
El tipo de campaña que está eligiendo Alberto Fernández y el perfil de la oferta electoral del Frente de Todos parece apuntar a desmontar las remanidas acusaciones al kirchnerismo de la prensa adicta al macrismo, haciendo énfasis en los elementos de diálogo, respeto y consenso. Por ahora ese espacio recibe agresiones y denuestos sin demasiado enojo, y aún no afirma con suficiente potencia sus propias convicciones y objetivos. A pesar de los intentos, es muy difícil que puedan hacer pasar a AF por un desaforado o un extremista. Suenan artificiosas colgarle a él las acusaciones preparadas contra Cristina. Se concede que el centro de la escena mediática pertenece a la derecha, y que hay que arrebatarle los votos que no son de su núcleo más fiel, disipando los miedos de los “independientes” sobre los que trabaja sistemáticamente el macrismo.

Por otra parte, le costó bastante tiempo al peronismo curarse de cierto triunfalismo electoral proveniente de la idea de constituir una mayoría automática en el pueblo. Eso ya parece haber quedado atrás. En este tramo postdictatorial el espacio peronista ha sufrido diversas derrotas, que alejan a la mayoría de una confianza ciega en una victoria garantizada.

Los años recientes también han contribuido a la superación del pensamiento mágico en el kirchnerismo: Macri no cayó en el primer año de gobierno, no fue De la Rúa, el pueblo no se desencantó masivamente ni descubrió con qué proyecto político coinciden sus intereses materiales. Aún más: se pudo ver como nunca antes que hay otros elementos, como el odio, la envidia, la mezquindad y otras pasiones, que son utilizadas hábilmente por la derecha para desgajar y debilitar al campo popular.

Existe hoy en el campo nacional y popular una conciencia más clara del peligro individual y colectivo que implica perder elecciones frente a un bloque inmisericorde de intereses corporativos, que no se tenía en 2015. Y por lo tanto, un miedo más nítido a la repetición de la derrota. También hay más responsabilidad.

De todas formas, el principal espacio opositor parece carecer de alguna forma de organización política que contenga y respalde a una extensa militancia de base dispuesta a participar activamente en el logro del triunfo electoral.

La contestación económica

La respuesta a la pregunta original, de si se podrá hacer algo con la deteriorada economía nacional es absolutamente clara: Sí. Y mucho.
La experiencia económica argentina de las últimas décadas es rica en experiencias micro y mezzo económicas, que pueden ser implementadas con relativa facilidad y velocidad, para dar respuesta a todo tipo de problemas que dejará instalados el macrismo.

En otro artículo en El Cohete señalamos que numerosos bienes y servicios que componen casi toda la canasta familiar, cargan con un elevado porcentaje de ganancias desmesuradas por parte de sectores monopólicos y rentistas, tanto en el ámbito de la producción como en el de la distribución y comercialización. Eso quiere decir que hay un significativo margen para bajar precios sin que nadie se funda, y que, por el contrario, se incremente el poder adquisitivo de la población sin entrar en una carrera desastrosa de precios y salarios.

En alimentos, vestimenta, medicamentos, transporte, energía, servicios médicos, y hasta en esparcimiento, hay posibilidades de agrandar extraordinariamente el mercado, a condición de poner bajo control elevadísimos márgenes de ganancia que pocos agentes económicos han presentado como naturales y que la población se ha acostumbrado a pagar con una mezcla de resignación y bronca por los abusos a los que es sometida por diversos actores económicos privilegiados. Son los que luego de llenarse la boca con la palabra mercado se olvidan de conceptos liberales centrales, como la libre competencia o los derechos de consumidores y usuarios.
La existencia de una enorme capacidad productiva ociosa ofrece el potencial de una reactivación de la producción y el empleo, que requerirá inteligencia y responsabilidad por parte del empresariado mercadointernista. El Estado no deberá tolerar aumentos de precios especulativos, y ese primer tramo reactivador deberá continuar con un segundo momento que ponga énfasis en nuevas inversiones productivas.

El Estado deberá promover a nuevos pequeños productores en diversas ramas, y establecer nuevas cadenas de distribución, que no sólo pueden representar una novedad cuantitativa, sino que contribuirán a que exista algo que se parezca a la competencia, en una economía altamente oligopolizada. Hay mucho para hacer en una economía que no carece de recursos materiales, ni de gente creativa.

Pero además, la inteligente utilización de recursos públicos –que serán menguados, pero seguirán existiendo— aplicados con precisión al estímulo de actividades generadoras de empleo, de exportaciones, de eslabonamientos con otras actividades locales igualmente productivas, con impactos sobre las diversas regiones del país, tendrá efectos rápidos sobre el relanzamiento productivo.

No será sensato, en 2020, promover desde el estado el consumo de bienes y servicios importados que representen masivas salidas de divisas del país, sino orientar el crédito y las compras públicas hacia actividades que tengan real impacto sobre el bienestar local, y no sobre el empleo de trabajadores chinos o de los tecnólogos norteamericanos.

Desmonopolizar y desdolarizar son dos misiones que deben guiar a la futura gestión, además de fortalecer a un Estado inteligente, que no promocione y estimule cualquier actividad sino que priorice el apoyo a actividades que la Nación requiera debido a la emergencia en la que nos deja el macrismo.

El tema de la deuda externa se presenta sumamente trabajoso, y será un ruido permanente durante el comienzo de la nueva gestión, pero la clave es que no anule la capacidad de realizar políticas públicas autónomas del bloque corporativo.

La campaña “Ahora Agosto”

Si bien la oposición viene sufriendo en carne propia la capacidad de engaño y manipulación del macrismo, siempre parece dispuesta a enredarse una vez más en las maniobras comunicacionales del enemigo y en los sombríos panoramas políticos que propone.

En estos días presenciamos la instalación de la campaña “Ahora Agosto”, en la cual por diversos canales se lanzó en paralelo la interpretación de que la economía argentina ya estaría mostrando nuevos brotes verdes, al tiempo que en el terreno político-electoral se difundieron encuestas falsificadas que muestran un repunte tan importante de la imagen pública de Macri que estaría en condiciones de ganar en el ballotage.
Nada de eso es cierto.

La economía productiva, la que genera riqueza, empleo y exportaciones, salvo sectores muy puntuales, está francamente mal y en caída. Se pretende presentar ante el gran público a la quietud de dólar como sinónimo de estabilidad económica, cuando todas las publicaciones especializadas dan por descontada una fuerte embestida cambiaria –situada en agosto y setiembre— y un desplazamiento del actual valor de dólar hacia otros niveles. Alguien sugería en estos días que el valor del dólar “de equilibrio” estaría en los 54 pesos. Pero la experiencia argentina pone de relieve que el equilibrio no es precisamente una virtud que abunda en el mundo de los especuladores locales e internacionales.

En una muestra de campaña de medios bien coordinada pero carente de fundamentos serios, el Financial Times destacó la semana pasada “el nuevo atractivo del país para los inversores”. Sólo si se interpreta como inversores a los fondos especulativos de corto plazo, cobra validez esta temeraria afirmación del supuestamente prestigioso medio financiero. Como ha señalado con sutileza la consultora Marina Dal Pogetto, “los precios de los bonos asignan a la reelección una probabilidad mayor a la que reflejan las encuestas”. Se refiere a las buenas encuestas, no a las que les acercan desde el gobierno a los inversores incautos.

El dólar a 43 pesos no ha revertido ni el desempleo, ni los precios elevadísimos, ni ha contenido a la inflación, que continúa sumando agresión a los bolsillos de dos tercios de la población. El brote verde anímico que provocan los 3 datos financieros machacados por la mañana por los medios oficialistas, se marchita al instante en contacto con la realidad de la calle.

Y en el terreno electoral, los síntomas apuntan todos en la misma dirección: un desgranamiento constante de votantes del macrismo hacia otras vertientes electorales, y un corrimiento del voto peronista disperso hacia la fórmula Fernández-Fernández. Compulsas realizadas entre los afiliados en diversos gremios –incluso en aquellos en lo que abundó el voto macrista— muestran una reversión hacia la fórmula opositora, mientras que en supuestos bastiones de Cambiemos, como la Provincia de Córdoba, se registra un sugestivo rebalanceo de las preferencias electorales. Esto, además de las votaciones que se han venido realizando a lo largo y ancho del país con el conocido derrumbe del oficialismo.

Con 7 aprobamos

Para los “mercados” la cifra clave es el número 6. Si la fórmula de Alberto Fernández y Cristina Kirchner supera por más de 6 puntos en las PASO a Macri-Pichetto, consideran que están en serio riesgo todos los negocios que tienen previstos hacer con la Argentina y su población en los años próximos. Si así fuera la diferencia, saldrían en malón a “desarmar posiciones” en Argentina, o sea a vender bonos, acciones y otros activos locales, para comprar dólares y huir del mercado argentino, condenando a la debacle al gobierno macrista y a sus apoyos internacionales.

Sepa el pueblo argentino votar.


jueves, 18 de julio de 2019


NUBLADO

Alma del infortunio
y de la buena suerte
¿Cuántas fichas has jugado en este casino?
no te asusta el relámpago
el camino oscuro
luciérnaga los has hecho
andas por el laberinto
sin el hilo con esa entropía
acudes como siempre
a esa orilla del planeta
donde has naufragado
para saber de vientos
de arboles alados
Alma adversa
Alma cantora
Alma siempre redentora



Hoy el sol se escondió
Y no quiso salir
Te vio despertar
Y le dio miedo de morir

Abriste los ojos
Y el sol guardo su pincel
Porque tu pintas el paisaje
Mejor que él...
("Ojos color Sol", CALLE 13)