"QUERIDO
CAMILO..."
(Publicado en el blog de Iroel Sanchez "La
Pupila Insomne")
Ayer 6 de febrero
se cumplió 37 años de la muerte de mi abuela Paricho, gitana sin
igual que construyo un imperio familiar en Lawton, con la casualidad que
Camilo cumpliría 86 años de nacido, me emociono por su claridad y justeza
la carta que dejo a continuación que le enviara Fidel a Camilo,
cuando este llegaba con su columna guerrillera al centro de Cuba, y que
he leído gratamente en el blog de Iroel.
Es indescriptible la emoción con que acabo de
leer tu informe de fecha 9. Y no hay palabras con qué expresar la alegría, el
orgullo y la admiración que he sentido por ustedes. Con lo que han hecho ya
bastaría para ganarse un lugar en la historia de Cuba y de las grandes proezas
militares.
Me apresuro a escribirte por la misma vía
para darte las siguientes instrucciones: No prosigas el avance hasta nueva
orden. Espera al Che en Las Villas y reúnete con él. La situación
político-revolucionaria allí está complicada y se hace indispensable tu
permanencia durante el tiempo necesario en la provincia para ayudarlo a
establecerse sólidamente.
Es inconcebible la actitud de
Menoyo procediendo a desarmar y detener a Bordón y a sus fuerzas, según
noticias recibidas aquí que ojalá no sean ciertas, pero de serlo hay que
exigirle la inmediata devolución de las armas que pertenecen al Movimiento y la
libertad de los arrestados. Han escrito una página bochornosa entretenidos en
esos menesteres en vez de ayudarlos a ustedes, apoyándolos de algún modo
mientras estaban amenazados de exterminio, como correspondía a verdaderos
compañeros y revolucionarios. Cuando Calixto Sánchez desembarcó en el norte de
Oriente nosotros atacamos Uvero, pensando entre otras cosas que podríamos
aliviarles la situación.
El territorio de la República que estamos
liberando no pertenece a nadie en particular y si algunos tienen especial
derecho a combatir en el suelo de la patria, contra la tiranía, somos nosotros
que iniciamos esta guerra y durante un año nos batimos solos contra el ejército
de la tiranía.
Es preciso hacer ver muy claramente que
cuando nosotros desembarcamos en Cuba, no lo hicimos en una provincia
determinada, sino en el territorio de la República que es una e indivisible.
Creo que tal proceder solo servirá para
desacreditar a sus autores y ponerlos en entredicho en la masa de combatientes,
porque en un proceso revolucionario son muy pocos los que alguien puede reunir
para defender intereses personales. Quien en medio de una revolución se detiene
en eso pronto se ve aislado o aplastado por la fuerza de los acontecimientos.
El Che ha sido enviado a Las Villas, para combatir al enemigo y mandar a las
fuerzas del Movimiento 26 de Julio, no con pretensiones de mandar a ningún otro
grupo. Ahora bien: si desean la unión de las fuerzas que operan en esa
provincia es lógico que el mando corresponda al comandante más antiguo, al que
haya demostrado más capacidad militar y organizativa, el que despierte más
entusiasmo y confianza en el pueblo y esos requisitos que reúnen el Che y tú
nadie se los podrá discutir, mucho menos después de la proeza singular de haber
avanzado desde la Sierra Maestra hasta Las Villas con la oposición de miles de
soldados enemigos.
Yo no acepto ningún otro jefe que el Che, si
las fuerzas llegan a un acuerdo. De no ser así, él debe asumir el mando de
todas las fuerzas del Movimiento 26 de Julio y las que espontáneamente se les
unan y proceder a cumplir nuestros planes estratégicos. Al fin y al cabo no
vamos a detenernos y perder el tiempo en querellas bizantinas cuando debemos
combatir al enemigo y proseguir la guerra hasta la victoria. Es inaceptable
además que pueda haber más de un ejército, más de un mando en una misma
República; ahora o más adelante tendrá que zanjarse esa cuestión; pero no vamos
a emplear la fuerza para ello, vamos a dejarlos que desaparezcan por consunción
política; los pueblos no siguen ni respaldan capillitas.
Muchos de los hombres que están en el
Escambray pertenecen al 26 de Julio; es posible que hayan tratado de fomentar
en ellos celos de localidad instigando ese deseo natural en todos los hombres
de que se les reconozca su propia obra y presentándolos a ustedes como unos
intrusos; por eso hay que demostrarle a la masa que ustedes están allí porque
el enemigo no pudo contener el avance de nuestras fuerzas y que lo único que
podrán esperar de ellos es la alegría y el regocijo de verlos emerger
triunfantes de tantos peligros y obstáculos, para luchar junto a ellos, ayudar
a buscar armas a los que no las tengan, aportar a la provincia de Las Villas el
concurso de las armas que hemos arrebatado al enemigo en los combates, el
esfuerzo de nuestros mejores soldados y la experiencia de nuestros veteranos.
El pueblo y los verdaderos revolucionarios no pueden encontrar en esto motivos
de celos sino de orgullo, de alegría y de entusiasmo. Es un crimen contra la
revolución fomentar rencillas y divisiones, no surgidas hasta hoy en los campos
de batalla y que tanto daño causaron en las guerras pasadas de liberación.
Quien tenga méritos, tenga capacidad y patriotismo, encontrará sobradas
oportunidades en la revolución para alcanzar las más altas glorias y los más
elevados honores. El enemigo está enfrente, he ahí el campo donde único son
legítimas todas las ambiciones, todos los afanes y todos los sueños de
grandeza. Las posiciones y honores que han alcanzado nuestros comandantes no
son producto del favoritismo ni el privilegio, sino del mérito, del valor, del
sacrificio. Frente al enemigo es donde nuestros hombres seguirán buscando la
jerarquía, la grandeza y las glorias morales, sin pretenderlas ni
ambicionarlas, porque los hombres humildes que hoy son abanderados y jefes de
la Revolución no pensaban en eso cuando se enrolaron en nuestras perseguidas,
hambrientas, acosadas y débiles tropas: ni pensaron tampoco los que han caído
en esta larga jornada cimentando con su sangre y sus vidas cada una de las vic-torias
de nuestro ejército, que se ha hecho y organizado sobre las bases del mérito,
el sacrificio y el desinterés más puro. Nosotros iniciamos esta guerra cuando
nadie creía que se podía combatir contra un ejército moderno y poderoso. La
sostuvimos cuando no éramos más que 12 y nadie nos brindaba el menor apoyo. No
la inicia-mos por espíritu de rivalidad ni de celo contra nadie: no ha
inspirado jamás la envidia un solo acto nuestro: no nos ha dolido el triunfo de
otros: siempre ha prevalecido entre nosotros la más sólida unión y hermandad,
jamás hemos escuchado de labios de un rebelde, en dos años de lucha, la mención
de un cargo público o una ambición mezquina.
Ese es el espíritu que tenemos que seguir
inyectando en nuestro ejército revolucionario, porque es lo único que puede
ofrecer a la patria un prometedor futuro; y debemos mantener esa pureza de
ideales y esa moral en nuestros soldados, cueste lo que cueste, aunque tengamos
que seguir solos, antes que permitir que nos los infecten la indisciplina, la ambición
y la rivalidad personal.
Antes de proseguir el avance es necesario:
1ro. Que tus hombres se repongan físicamente.
2do. Que la lucha se intensifique en las
provincias de Oriente, Camagüey, Las Villas y Pinar del Río, obligando al
enemigo al empleo máximo de sus fuerzas en todos los frentes y no pueda
concentrar contra ti el grueso de sus fuerzas como pasó en Camagüey.
4to. (sic) La creación de focos rebeldes a lo
largo de tu trayectoria.
5to. El estudio y preparación minuciosa de
tus planes de avance, reuniendo guías, haciendo contactos previos y previendo
cuidadosamente todas las dificultades que puedas encontrarte. Además, tienes
que utilizar varias patrullas muy ágiles en distintas direcciones que
desconcierten al enemigo y hagan más fácil tu paso.
6to. Sobre todo esta vez, para el trayecto
que te falta, tiene que haber un riguroso secreto. El enemigo debe ser inducido
a creer que has renunciado al proyecto y sorprenderlo por completo.
Si alguna objeción o sugerencia deseas hacer
a estas instrucciones estoy dispuesto a reconsiderarlas, pero espero estés de
acuerdo conmigo.
Yo tengo ahora más interés que nunca en que
culmines victoriosamente la empresa llegando hasta Pinar del Río, escribiendo
una página que será tan gloriosa como la invasión del 95, por eso quiero tomar
todas las medidas necesarias para que ese episodio extraordinario se vuelva a
escribir.
Un abrazo de infinita admiración y cariño
para los heroicos soldados de tu columna.
Fidel Castro Ruz
P. D. Te mando tres mil pesos.
Adicional
Por el calor y la premura con que te hice la
carta me faltaron algunos detalles. Entre otros, que le des las gracias en mi
nombre al grupo de rebeldes que los auxilió al llegar a Santa Clara, y tan
hospitalariamente los acogieron. Saluda a Torres y a sus compañeros de parte
nuestra.
En cuanto al problema político revolucionario
existente allí, aunque tú y el Che deben plantear con energía y firmeza la
demanda de la devolución de las armas y la libertad de los arrestados del
Movimiento, deben proceder con mucho tacto y elegancia, haciéndoles comprender
a todos los combatientes la diferencia entre nuestros procedimientos y los
procedimientos empleados allí. Quiero decir, que hay que agotar todos los
medios diplomáticos y racionales para resolver los problemas. Acudir a la
fuerza solo en acto de legítima defensa y cuando ya constituya una
imprescindible necesidad revolucionaria. Eso sí, si ustedes se vieren obligados
a proceder drásticamente el golpe hay que darlo decisivo y de modo que quede
resuelto de una vez. No caer jamás en provocaciones ni en conflictos
bizantinos. Actuar siempre con gran altura. Eso es lo que nos ganará la
confianza y el respaldo de la masa. Esa masa tiene que ver como un acto de
incalificable traición el desarme de los hombres del 26 de Julio en Las Villas
dejándolos impotentes para apoyar a nuestra columna cuando avanzaban
penosamente por Camagüey. Eso aquí y en cualquier parte del mundo es traición y
el procedimiento mediante el cual, según informes, fueron desarmados Bordón y
sus hombres, un vulgar acto de gangsterismo.
Cuídate mucho de cualquier traición; y aunque
esto no tengo que decírtelo, porque quien ha sabido burlar a miles de guardias
no puede ser un hombre descuidado, adopta todas las medidas de seguridad y
protección necesarias mientras exista ese ambiente. Cuenten con todo nuestro
apoyo, las armas, los hombres y los recursos que sean necesarios. Con las
columnas invasoras están nuestro prestigio, nuestra razón, nuestra historia y
nuestro pueblo. Repito que “nada ni nadie las podrá detener”.
Fidel
14/10/1958