Viaje a la Luna
Una memoria a mis antepasados, a mis vivencias...unos versos de futuro.
QUIEN NO SE OCUPA DE NACER SE OCUPA DE MORIR
jueves, 5 de mayo de 2022
AHORA 2
Qué
pasó con las 11 familias más ricas del país durante la pandemia: quiénes son y
cuánto ganaron
(Por Raúl Dellatorre)
Una investigación realizada sobre 16
entramados empresariales conformados en torno a las personas más ricas del
país, describió el modo en que se han estructurado en forma piramidal como
mecanismo de ocultamiento y extranjerización, y a la vez la forma en que han
incrementado su patrimonio mediante la explotación de los negocios más
rentables del país, incluso en plena pandemia. Durante el primer año de la
crisis de la Covid (comparando datos del primer bimestre de 2021 contra los del
primer bimestre de 2020), con información sobre 11 de las familias más
ricas del país, 8 incrementaron sensiblemente su patrimonio en dólares. En
el segundo año (febrero 2021 a febrero 2022), con datos sobre 7 de estos
grupos, 6 vieron crecer su patrimonio.
Entre los beneficiados en plena crisis
sanitaria, hay grupos cuya actividad principal es la producción o la
comercialización de alimentos, y varios con posición dominante en la producción
de materias primas o "commodities" transables. Son, como los describe
el estudio, los beneficiarios de "una estructura corporativa y de riqueza
en la Argentina", de la cual se han beneficiado, además, con la
"valorización comercial de su patrimonio durante la pandemia".
Las familias Coto, Braun, Pagani, Blaquier,
Rocca y Bulgheroni son algunas de las que relucen entre los casos empresariales
analizados por la investigación del Centro de Economía Política Argentina
(CEPA), realizada por un equipo que encabezaron Hernán Letcher, Julia Strada y
Leandro González.
"La pandemia colocó en el centro de la
escena a los fenómenos de riqueza y desigualdad en Argentina y el mundo. En ese
marco, la principal motivación de esta investigación fue comprobar algunas
hipótesis socialmente difundidas en 2020: ¿es cierto que hubo enriquecimiento
de los más ricos? ¿Puede cuantificarse?"
Los
resultados del primer año de pandemia
Con esta consigna se presentó la
investigación. Y la respuesta que alcanzaron fue contundente. En base a los
rankings de la revista Forbes, se tomó para el estudio la valorización de los
patrimonios comerciales de las 17 personas físicas seleccionadas y de su grupo
familiar. Comparando la evolución de la valuación del patrimonio comercial
entre los inicios de los años 2020, 2021 y 2022 (pre pandemia, primer año de
pandemia y segundo año de la misma), se lograron los siguientes resultados:
Para el primer año, se contó con información
sólo sobre 11 grupos empresarios familiares. Entre ellos, 8 aumentaron su
patrimonio en dólares y 3 tuvieron caída en su valorización. En términos
porcentuales, la familia que más vio crecer su patrimonio a febrero de 2021 fue
la encabezada por Carlos Blaquier (grupo Ledesma, azúcar y papel), al pasar de
u$s 120,4 millones un año antes a 162,9 millones en la fecha señalada, con un
incremento del 35% en moneda dura. Nicolás Caputo (Mirgor más Construcciones)
le sigue en suerte, al pasar de u$s 78,1 millones a 100,5 millones entre un año
y el siguiente (28% de aumento).
Con menor variación porcentual pero con
valuaciones absolutas más importantes, se destacan por su enriquecimiento en el
primer año de la pandemia:
Paolo Rocca (Techint), con un patrimonio
comercial que pasó de u$s 12.209 millones a 12.857 millones: sumó 648 millones
en sólo un año:
Luis Pagani (grupo Arcor), de tener u$s 4996
millones subió a 5719 millones, con un incremento de 723 millones en un año;
Rubén Cherñajovsky (grupo Newsan), de u$s
2003 millones de patrimonio comercial, subió a 2586 millones, con un
crecimiento de u$s 583 millones;
Alejandro Bulgheroni y herederos de Carlos
Bulgheroni (Bridas-Pan American Energy), sumaban u$s 1404 millones en 2020 y un
año después, 1739 millones.
También incrementaron su patrimonio en el
mismo período Eduardo Eurnekian (Corporación América) y Javier Madanes
Quintanilla (Aluar), mientras que tuvieron variación negativa en ese
período Federico Braun (La Anónima), Héctor Magnetto y herederos de Roberto
Noble (grupo Clarín), y herederos de Jorge Horacio Brito (Banco Macro).
El
segundo año de la pandemia
Para el segundo año de la pandemia, el
informe de CEPA sólo obtuvo datos comparativos para siete entramados
empresarios familiares, de los cuales 6 mostraron incrementos. Sólo el grupo
Eurnekian exhibe pérdidas, pero aclarando que, entre ambos períodos, vendió
Wilobank, sin que lo obtenido de la operación se refleje en la valuación
patrimonial de febrero de 2022.
Entre los ganadores, se destaca un nuevo
salto patrimonial de Paolo Rocca,que con un incremento de 3776 millones,
alcanzó los 16.633 millones de dólares. Carlos Blaquier y Nicolás Caputo más
que duplicaron al comienzo de este año su patrimonio del año pasado (llegó a
u$s 234 millones el primero y a 211 millones el último), mientras que los
dueños de los grupos Clarín, Macro y La Anónima pudieron revertir el
resultado negativo del año anterior, sumándose a los favorecidos por el
enriquecimiento en plena pandemia.
¿POR QUÉ
HAY QUE CAMBIAR EL CELULAR CADA TANTOS AÑOS?
(Por Martín Smud)
Ya tenemos el depósito de los que ya no
usamos, no tenemos otra alternativa que cambiarlos, estamos atentos cuando
nuevas actualizaciones de las aplicaciones nos van a avisando que pronto
llegará el nuestro al cajón de los inservibles. Investigaciones han demostrado
que el tiempo de obsolescencia programada no dura más que cinco años. Si el
reinado de los celulares ya cumplió veinte años, hemos cambiado hasta ahora, al
menos, cuatro celulares.
¿Qué significa este deber como consumidores?
No se trata sólo de la vertiginosidad de los adelantos tecnológicos, aunque sí
es una de sus características fundamentales en estos tiempos desconcertantes:
nunca vivimos tan cómodos y con tantos recrudecimientos de conculcaciones de
derechos por una injusta distribución de la riqueza.
Se trata de una nueva acumulación del poder
del siglo XXI, ligada a una paradoja: a diferencia de lo que ocurre en la vida
social, en la cual minoría es sinónimo de exclusión y represión; en el plano
financiero económico político, una pequeñísima parte del planeta tiene tal
fuerza que logra hacer pasar sus intereses por los intereses de casi todos y
todas. El 1 por ciento se “come” el 40 por ciento de la torta, no debemos
chistar, es así sostienen, inexorable como el oxígeno que respiramos.
¿Cómo logran semejante potencia de
convencimiento, de elocuencia, de poderío? Si a comienzos de la modernidad,
hace cuatrocientos años, fue la idea de progreso la que traccionaba, hoy en
tiempos de la era digital se ha aceitado una de las características del poder:
su radiación concéntrica. Desde el centro hacia la periferia: las fugas,
elipsis, perspectivas van perdiendo conectividad, brillo y riqueza. Al final,
lo más alejado, lo desechable, los que apenas pueden abrir la boca o pasar el
dedo por su “celular indigente”; las plataformas van expulsando, año a año, a
los que no logran cambiar su aparato, volviéndolos inservibles. A los aparatos
y a sus poseedores.
Hace siglos, el poder normativizante había
que ir a buscarlo a quienes detentaban la coacción y la concentración de las
riquezas, luego ese poder había que buscarlo en los cuerpos y cómo transmitían
la asimetría de los sexos y la invisibilización entre los pliegues de la cama
heteronormativa matrimonial; hoy lo buscamos en el lazo social que propulsa la relación
del ser humano con su identidad virtual que se presenta luego de varios filtros
en aplicaciones gratuitas y redes sociales. El lazo social no parte de un
sujeto y un cuerpo sino de un avatar, “cuerpos” perfilados, filtrados,
moldeados por los algoritmos de pocas empresas monetizadas (megacorportaciones
cybertecnológicas) que convierten en datos nuestro destino, nuestra vida,
nuestros deseos.
Y esos avatares necesitan determinados
aparatos y computadoras, que debemos mantener actualizados, nos aseguran (y son
fiables) que nuestras fotos, mensajes, datos se pasarán de un celular a otro en
cuestión de minutos porque todo está en la nube. ¿Quién no tuvo miedo de perder
algo de su “vida” en el cambio de un celular a otro y luego suspiró de alegría
al notar que las pérdidas son mínimas y crecientemente sensibles a que pase lo
menos posible? Cada nuevo celular implica un nuevo enrollamiento, una nueva
vuelta de avatares, perfiles filtrados, emojis que transpiran intentando ser
los mensajeros de lo que ya no se llaman respuestas sino reacciones. Y hoy
estamos de fiesta porque el cambio de celular fue exitoso, sentimos más oxígeno
para los pulmones.
Nuevos avatares, perfiles, emojis nos
esperan, naturalizando, haciendo olvidar que, al final del túnel visual del
panóptico digital, está nuestro cuerpo que respira, dejado en alguna habitación
que debe ser tuyo, mío, el nuestrx. Ese cuerpo, lugar otrora privilegiado de
miradas, recibe todas las radiaciones nocivas de estos tiempos: las
enfermedades psicosomáticas y caracteropatías del ánimo que lo llenan de
ansiedad y compulsiones varias. Los cuerpos son el resto, lo que queda de la
operación de la concentración de la acumulación neoliberal feudal digital.
Somos las repetidoras humanas de una
viralización que necesita nuestro “pasar el dedo” (escroleo) y luego nos
olvidan hasta la próxima. Pasar posteando todo el día, intentando que esa caída
sea breve y que vuelve la subida al ser mirado y “likeado”. Se espera que digas
en pocas palabras tus deseos y que a pesar de las restricciones de movimientos
y las limitaciones de tu condición, hagas pública en redes tus tres deseos que
se cumplirán como profecías autocumplidoras, y luego aceptes caer en el olvido
hasta que vuelvas a subir, subibaja infantil, montaña rusa adolescente.
En el alza, algunos slogans tienen más fuerza
que un sermón, han calado hondo en la subjetividad de la época: “sólo hazlo”,
“creer es poder”, “no hay límites mientras que te los propongas”. En la baja,
nos agarramos a la superficie pulida del celular como tabla de salvación: ver
las historias de otros, reaccionar de la peor manera, viralizar historias que
calumnian, divertirnos de los memes que muestran cómo es la cosa.
Un efecto ligado a los algoritmos (y su
propensión de averiguar a quienes importás más y qué consumirás) es la
producción de los llamados efectos burbuja. Una palabra que se volvió
significativa en épocas pandémicas refiriéndose a “círculos cerrados” con
personas familiares, y esto acontece en lo digital; nos encierran dentro de
burbujas sesgada por pocas variables. Las burbujas engloban a pocos y pocas, a
los que se nos parecen, a los que suben y bajan parecido, a los se nos parecen,
cómo crecen y sobre todo cómo caen y explotan.
Las burbujas son significantes, tienen
variados sentidos en nuestro siglo XXI. Generan agrupamientos de elementos
“extensos” ligados a lo familiar y a la manera de soportar los vaivenes de la
subida y bajada pero tienen otra característica fundamental: explotan por el
lado más frágil, por el lugar más expuesto. Volviendo a la paradoja de la
minoría y la mayoría, la minoría sabe de ese juego y salen antes de esa
tremenda explosión, y ahí quedarán las mayorías, aguantando las pestes del
planeta. Serán acompañados en el sentimiento de aquellos que han zafado por poco
pero esa “maldición” del caído despierta en un primer momento mensajes de
aguante para luego ser dejado en una silenciosa ignominia y soledad. (Soledad
en tiempos de la hipercomunicación es sentida como espada que nos atraviesa
como en una batalla de la edad media).
Lo concéntrico del poder replantea la noción
de mercado, no se trata de que los monopolios y los oligopolios sean una de las
“depravaciones” del capitalismo sino, todo lo contrario, son sus
características fundamentales. No se trata de que el sistema no funciona sino
que la concentración cada vez más obscena es estructural. Y el lazo social
tiene esas limitaciones, los seres humanos van alejando sus cuerpos, perdiendo
influencia unos con otros y en el centro, las múltiples pantallas tratan de “cambiar”
nuestros enormes miedos y angustias.
Ante cada nuevo cambio de celular, cada vez
más inteligente, se actualiza la pregunta de si somos nosotros los que los
cambiamos a ellos, o son “ellos” quienes nos cambian a nosotros. No temamos la
respuesta. Este siglo nos enseña que debemos sacarnos el lastre de encima,
antes de que te quedes con un celular viejo, cambialo, hacé el esfuerzo,
cualquier cosa antes de quedarte con un problema irresoluble.
Tendrás mejor celular, mejores amigos,
mejores subidas. Te sorprenderás, tendrás cámara más sensible, más memoria, más
rapidez, pero sobre todo la constatación de que seguís en el juego, podrás
avisar por las redes que ahora estás contento con el celular nuevo y
descubrirás que un emoji especialmente diseñado por el celular con tu cara te
dará la bienvenida. Y lloverán miles de salutaciones y likes que compartirán
las alegrías y las emociones de que cambiaste, que ahora sí podrás sentirte por
más tiempo dentro de los que se sienten como nunca, con la promesa de no tener
tantas caídas.