…Ya
no hay tiempo más perdido
ni futuro prometido
ya no queda... sólo falta un poco más
descerebrándome el corazón
sobreviviéndome la próxima mitad.
ni futuro prometido
ya no queda... sólo falta un poco más
descerebrándome el corazón
sobreviviéndome la próxima mitad.
Estaba muy nervioso antes de subir al
escenario, había practicado hasta el cansancio y ya la ducha no era suficiente
para repetir a cada rato …”Mortales ingredientes armaron al Mayor…”, me había vestido
con un pantalón blanco, camisa a cuadro carmelita y tenis sin medias, a mi lado
me acompañaría con la guitarra, un zurdo tocando, un simple muchacho como yo,
pero con cabeza hecha de poesía y cabellos largos (que yo no podía llevar),
junto a una insipiente barba de adolecente.
Salí a las tablas del Teatro del Preuniversitario
“Cepero Bonilla” ante una multitud que gritaba a coro mi nombre, mas en joda,
que en serio, por verme cantar, aquel flacucho desconocido por entonces con su
guitarra y una silla en mano se acomodo delante del micrófono, los gritos
continuaban y a mí me subió un calor desde el estomago que pensé que no podría pronunciar
palabra…hasta que la mano izquierda de aquel juglar toco los primeros acordes,…el
silencio se hizo prolijamente sepulcral y
mi vos despacho como pudo “…El hombre se hizo siempre de todo material…”
Yo “cante” junto a Santiago Feliú, si se
puede definir aquello que hice aquel 7 diciembre de 1978, en el Cepero Bonilla
de la Víbora, cuando delante de mis compañeros de entonces se me dio por
entonar “El Mayor” de Silvio Rodriguez.
Pero la historia había comenzado mucho antes
cuando Isabel (“Bocaza” como le llamábamos con “cariño”) decidió organizar un
Festival de la Nueva Trova en el Pre, ella conocía personalmente a alguien que
cantaba canciones de Silvio y también tenía sus propias creaciones. Yo que me
anotaba en todas y que me sabia inútil, en todas también, lo mismo me anotaba
para un partido de básquet, que para la marcha de los 62 km, y ¿por qué no para
cantar?, si lo hacía “perfecto” en la ducha de mi casa y de eso podía dar crédito
mi santa madre que me aguantaba las mil y una….Entonces un día, tipo cinco de
la tarde se apareció Isabel con el cantante que nos ayudaría a organizar y
decidir que canciones cantar y quienes las interpretaría. Cuando lo vimos tocar
la guitarra al amigo de Isabel de apenas 16 años, comprendimos que estábamos en
presencia de un ser talentoso. Feliú con una modestia y sencillez increíble me
ayudo a buscarle el tono a “El Mayor”, sabiendo él y yo, que lo mío ni por
asomo era el canto.
Pero de aquella ocasión guardo otro recuerdo
singular. En aquel salón que en tiempo atrás había sido una pequeña capilla y
que luego se convirtió en Teatro de actos del “Cepero”, nos reuníamos en círculo muy cerca del escenario para ensayar y también
para deleitarnos escuchando algunas de las primeras creaciones del desconocido Santiaguito
de entonces o para que nos regalara una buenísima interpretación de alguna canción
de Silvio.
“ Se le caen los dientes a mi barba…” fue una
de esas frases que recuerdo que formaban parte de una de las canciones que
estaba creando por entonces, la compartió con nosotros y hasta nos convoco a
buscar ideas…Por supuesto mi incursión en la Nueva Trova duro lo que dura un merengue
a la salida de un colegio, fue mi último contacto personal y privilegiado con
quien dos años más tarde, en 1980, seria conocido por todos, gracias a la interpretación
de “Para Bárbara” por Silvio Rodriguez en el Concurso “Adolfo Guzmán”.
Se nos ha ido un talentoso interprete y un
ser pensante, que se trataba de comprender a si, justamente sobre la mitad…
…Parecido todavía,
confirmándome de vida,
siempre en falta de dinero, siempre igual:
descerebrándome el corazón,
justamente sobre la mitad…
confirmándome de vida,
siempre en falta de dinero, siempre igual:
descerebrándome el corazón,
justamente sobre la mitad…