¿SE
PODRÁ HACER ALGO?
(Por Ricardo Aronskind, en el blog de Horacio
Verbistky "El Cohete a la Luna")
Mucha gente, en diversos lugares del país, en
diversos estratos sociales, se está preguntando si hay alguna posibilidad de
modificar el actual rumbo económico, si hay margen para hacer políticas
diferentes, si con las pesadísimas cargas que deja la actual gestión de Macri
se podrá mejorar en algo la situación de las mayorías o al menos detener la
declinación de las condiciones de vida.
La pregunta es absolutamente comprensible, y
al contrario de lo que podría suponer un militante del optimismo irrestricto, refleja
un buen nivel de información sobre el grave estado económico del país, y una
más elogiable prudencia en relación a las posibilidades de ejercitar políticas
económicas alternativas al neoliberalismo de un próximo gobierno de signo
contrario al actual.
Hoy además hay conciencia de que, a
diferencia de la gestión de la Primera Alianza, hay fuertes poderes
internacionales, y particularmente Estados Unidos a través del FMI, que están
muy comprometidos con la continuidad del rumbo macrista al subdesarrollo.
Conjuntamente con esta gran pregunta
económica, surge también la duda en relación a las posibilidades electorales de
que la fórmula Fernández-Fernández se imponga sobre el poderoso aparato de
poder macrista, sobre la capacidad de manipulación de sus medios de
comunicación y sobre la maniobras mediáticas-judiciales o de otro orden más
espectacular que puedan efectuar en las próximas semanas las múltiples
vertientes del actual régimen político.
Las
razones de éstas preguntas
Cuando tratamos de comprender el clima de
cautela que hay en millones de votantes nacionales y populares, encontramos
varios factores que pueden estar incidiendo.
El tipo de campaña que está eligiendo Alberto
Fernández y el perfil de la oferta electoral del Frente de Todos parece apuntar
a desmontar las remanidas acusaciones al kirchnerismo de la prensa adicta al
macrismo, haciendo énfasis en los elementos de diálogo, respeto y consenso. Por
ahora ese espacio recibe agresiones y denuestos sin demasiado enojo, y aún no
afirma con suficiente potencia sus propias convicciones y objetivos. A pesar de
los intentos, es muy difícil que puedan hacer pasar a AF por un desaforado o un
extremista. Suenan artificiosas colgarle a él las acusaciones preparadas contra
Cristina. Se concede que el centro de la escena mediática pertenece a la
derecha, y que hay que arrebatarle los votos que no son de su núcleo más fiel,
disipando los miedos de los “independientes” sobre los que trabaja
sistemáticamente el macrismo.
Por otra parte, le costó bastante tiempo al
peronismo curarse de cierto triunfalismo electoral proveniente de la idea de
constituir una mayoría automática en el pueblo. Eso ya parece haber quedado
atrás. En este tramo postdictatorial el espacio peronista ha sufrido diversas
derrotas, que alejan a la mayoría de una confianza ciega en una victoria
garantizada.
Los años recientes también han contribuido a
la superación del pensamiento mágico en el kirchnerismo: Macri no cayó en el
primer año de gobierno, no fue De la Rúa, el pueblo no se desencantó
masivamente ni descubrió con qué proyecto político coinciden sus intereses
materiales. Aún más: se pudo ver como nunca antes que hay otros elementos, como
el odio, la envidia, la mezquindad y otras pasiones, que son utilizadas
hábilmente por la derecha para desgajar y debilitar al campo popular.
Existe hoy en el campo nacional y popular una
conciencia más clara del peligro individual y colectivo que implica perder
elecciones frente a un bloque inmisericorde de intereses corporativos, que no
se tenía en 2015. Y por lo tanto, un miedo más nítido a la repetición de la
derrota. También hay más responsabilidad.
De todas formas, el principal espacio
opositor parece carecer de alguna forma de organización política que contenga y
respalde a una extensa militancia de base dispuesta a participar activamente en
el logro del triunfo electoral.
La
contestación económica
La respuesta a la pregunta original, de si se
podrá hacer algo con la deteriorada economía nacional es absolutamente
clara: Sí. Y mucho.
La experiencia económica argentina de las
últimas décadas es rica en experiencias micro y mezzo económicas,
que pueden ser implementadas con relativa facilidad y velocidad, para dar
respuesta a todo tipo de problemas que dejará instalados el macrismo.
En otro artículo en El Cohete señalamos
que numerosos bienes y servicios que componen casi toda la canasta familiar,
cargan con un elevado porcentaje de ganancias desmesuradas por parte de
sectores monopólicos y rentistas, tanto en el ámbito de la producción como en
el de la distribución y comercialización. Eso quiere decir que hay un
significativo margen para bajar precios sin que nadie se funda, y que, por el
contrario, se incremente el poder adquisitivo de la población sin entrar en una
carrera desastrosa de precios y salarios.
En alimentos, vestimenta, medicamentos,
transporte, energía, servicios médicos, y hasta en esparcimiento, hay
posibilidades de agrandar extraordinariamente el mercado, a condición de poner
bajo control elevadísimos márgenes de ganancia que pocos agentes económicos han
presentado como naturales y que la población se ha acostumbrado a pagar con una
mezcla de resignación y bronca por los abusos a los que es sometida por
diversos actores económicos privilegiados. Son los que luego de llenarse la
boca con la palabra mercado se olvidan de conceptos liberales centrales, como
la libre competencia o los derechos de consumidores y usuarios.
La existencia de una enorme capacidad
productiva ociosa ofrece el potencial de una reactivación de la producción y el
empleo, que requerirá inteligencia y responsabilidad por parte del empresariado
mercadointernista. El Estado no deberá tolerar aumentos de precios
especulativos, y ese primer tramo reactivador deberá continuar con un segundo
momento que ponga énfasis en nuevas inversiones productivas.
El Estado deberá promover a nuevos pequeños
productores en diversas ramas, y establecer nuevas cadenas de distribución, que
no sólo pueden representar una novedad cuantitativa, sino que contribuirán a
que exista algo que se parezca a la competencia, en una economía altamente
oligopolizada. Hay mucho para hacer en una economía que no carece de recursos
materiales, ni de gente creativa.
Pero además, la inteligente utilización de
recursos públicos –que serán menguados, pero seguirán existiendo— aplicados con
precisión al estímulo de actividades generadoras de empleo, de exportaciones,
de eslabonamientos con otras actividades locales igualmente productivas, con
impactos sobre las diversas regiones del país, tendrá efectos rápidos sobre el
relanzamiento productivo.
No será sensato, en 2020, promover desde el
estado el consumo de bienes y servicios importados que representen masivas
salidas de divisas del país, sino orientar el crédito y las compras públicas
hacia actividades que tengan real impacto sobre el bienestar local, y no sobre
el empleo de trabajadores chinos o de los tecnólogos norteamericanos.
Desmonopolizar y desdolarizar son dos
misiones que deben guiar a la futura gestión, además de fortalecer a un Estado
inteligente, que no promocione y estimule cualquier actividad sino que priorice
el apoyo a actividades que la Nación requiera debido a la emergencia en la que
nos deja el macrismo.
El tema de la deuda externa se presenta
sumamente trabajoso, y será un ruido permanente durante el comienzo de la nueva
gestión, pero la clave es que no anule la capacidad de realizar políticas
públicas autónomas del bloque corporativo.
La
campaña “Ahora Agosto”
Si bien la oposición viene sufriendo en carne
propia la capacidad de engaño y manipulación del macrismo, siempre parece
dispuesta a enredarse una vez más en las maniobras comunicacionales del enemigo
y en los sombríos panoramas políticos que propone.
En estos días presenciamos la instalación de
la campaña “Ahora Agosto”, en la cual por diversos canales se lanzó en paralelo
la interpretación de que la economía argentina ya estaría mostrando nuevos
brotes verdes, al tiempo que en el terreno político-electoral se difundieron
encuestas falsificadas que muestran un repunte tan importante de la imagen
pública de Macri que estaría en condiciones de ganar en el ballotage.
Nada de eso es cierto.
La economía productiva, la que genera
riqueza, empleo y exportaciones, salvo sectores muy puntuales, está francamente
mal y en caída. Se pretende presentar ante el gran público a la quietud de
dólar como sinónimo de estabilidad económica, cuando todas las publicaciones
especializadas dan por descontada una fuerte embestida cambiaria –situada en
agosto y setiembre— y un desplazamiento del actual valor de dólar hacia otros
niveles. Alguien sugería en estos días que el valor del dólar “de equilibrio”
estaría en los 54 pesos. Pero la experiencia argentina pone de relieve que el
equilibrio no es precisamente una virtud que abunda en el mundo de los especuladores
locales e internacionales.
En una muestra de campaña de medios bien
coordinada pero carente de fundamentos serios, el Financial Times destacó la
semana pasada “el nuevo atractivo del país para los inversores”. Sólo si se
interpreta como inversores a los fondos especulativos de corto plazo, cobra
validez esta temeraria afirmación del supuestamente prestigioso medio
financiero. Como ha señalado con sutileza la consultora Marina Dal Pogetto,
“los precios de los bonos asignan a la reelección una probabilidad mayor a la
que reflejan las encuestas”. Se refiere a las buenas encuestas, no a las que
les acercan desde el gobierno a los inversores incautos.
El dólar a 43 pesos no ha revertido ni el
desempleo, ni los precios elevadísimos, ni ha contenido a la inflación, que
continúa sumando agresión a los bolsillos de dos tercios de la población. El
brote verde anímico que provocan los 3 datos financieros machacados por la
mañana por los medios oficialistas, se marchita al instante en contacto con la
realidad de la calle.
Y en el terreno electoral, los síntomas
apuntan todos en la misma dirección: un desgranamiento constante de votantes
del macrismo hacia otras vertientes electorales, y un corrimiento del voto
peronista disperso hacia la fórmula Fernández-Fernández. Compulsas realizadas
entre los afiliados en diversos gremios –incluso en aquellos en lo que abundó
el voto macrista— muestran una reversión hacia la fórmula opositora, mientras
que en supuestos bastiones de Cambiemos, como la Provincia de Córdoba, se registra
un sugestivo rebalanceo de las preferencias electorales. Esto, además de las
votaciones que se han venido realizando a lo largo y ancho del país con el
conocido derrumbe del oficialismo.
Con 7
aprobamos
Para los “mercados” la cifra clave es el número
6. Si la fórmula de Alberto Fernández y Cristina Kirchner supera por más de 6
puntos en las PASO a Macri-Pichetto, consideran que están en serio riesgo todos
los negocios que tienen previstos hacer con la Argentina y su población en los
años próximos. Si así fuera la diferencia, saldrían en malón a “desarmar
posiciones” en Argentina, o sea a vender bonos, acciones y otros activos
locales, para comprar dólares y huir del mercado argentino, condenando a la
debacle al gobierno macrista y a sus apoyos internacionales.
Sepa el pueblo argentino votar.