Escuche personalmente de la Dra. Ana
Castellani una magistral intervención sobre este tema de las élites en
la Argentina, donde con datos reveladores y en abundancia desnudaba esas tres
formas que tienen las élites económicas por estos lares para
apoderarse de las voluntades publicas en favor de sus intereses, la burguesía contemporánea hace
uso de la clase política a cargo para mantener su Capitalismo, el
lobby, los acuerdos espurios y la puerta giratoria, son los hilos detrás del telón que
mueven a las marionetas. Dejo este post como un resumen de un tema
estudiado minuciosamente por Ana y su equipo de investigación.
LAS ÉLITES CAPTURAN EL ESTADO
(Por Ana Castellani
(*), publicado en PAGINA12)
¿Hasta qué punto el accionar de las élites económicas pone en riesgo la calidad de la democracia? A diferencia de otras
épocas de la historia argentina y de América Latina, en la que los dueños y
directivos de grandes empresas no dudaron en propiciar y apoyar regímenes
dictatoriales, hoy el poder económico acepta la vigencia de los regímenes
democráticos porque ha logrado consolidar aceitados mecanismos de captura de la
decisión pública que le permiten reproducir y ampliar sus recursos con
gobiernos que gozan de legitimidad social.
En efecto, las élites económicas concentran
cada vez más cantidad de riquezas y se apropian de flujos de ingresos cada vez
mayores. Esta tendencia mundial es particularmente acuciante en América Latina,
donde el 1% más rico de la población posee el 37% de la riqueza y el 20% más
rico recibe el 45% de los ingresos, según los datos del último informe
OXFAM-CLACSO correspondientes al año 2017. La estabilización democrática en la
región durante las últimas décadas no ha logrado mejorar sustantivamente estos
indicadores de desigualdad, poniendo en tensión la capacidad de la democracia
como régimen político a la hora de impulsar y garantizar el bienestar de las
mayorías. Y esto nos obliga a pensar el rol de las élites económicas y sus modos
de vinculación con el Estado.
Lobby empresarial, colusión público privada y
puerta giratoria son las tres formas más importantes que tienen las élites económicas para capturar la decisión pública en favor de sus intereses, ya sea
para recibir transferencias directas de fondos públicos, ya sea para orientar
las políticas en su propio beneficio. ¿Cuáles son las características propias
de cada uno de estos mecanismos? ¿Cómo se fueron desplegando en nuestro país
desde 1983 hasta hoy? ¿Qué herramientas se pueden construir para evitar (o al
menos menguar) esta captura recurrente del Estado por parte de las élites?
En principio, conviene presentar algunas
definiciones básicas ya que estas prácticas suelen confundirse o asimilarse. El
lobby comprende diversos tipos de acciones destinadas a la representación de
intereses particulares ante las autoridades públicas. Las élites económicas
despliegan varios mecanismos de influencia en forma simultánea, a través de las
corporaciones empresarias, de las agencias de comunicación estratégica o
directamente a través de los dueños o directivos de las grandes firmas. Estas
formas de lobby varían en su grado de visibilidad e institucionalización. La
colusión público-privada sin embargo, suele darse en las sombras e implica la realización
de acuerdos espurios entre empresarios y funcionarios para apropiarse de parte
de los recursos públicos estableciendo precios diferenciales en las compras y
ventas que realiza el Estado (el famoso “club de la obra pública” y la “patria
contratista” surgen de este tipo de prácticas colusorias entre élites económicas y políticas). Finalmente, la puerta giratoria remite a la
circulación por altos cargos en el sector público y privado, flujo que puede
darse tanto desde el sector privado hacia el sector público como a la inversa,
y que en cualquier caso implica un proceso de fuerte erosión de la autonomía
del Estado a la hora de formular e implementar políticas públicas ya que de
forma más o menos directa, el poder económico logra orientar el accionar estatal
en su propio beneficio o apropiarse de información y redes de contactos
valiosos.
En los últimos 35 años las élites económicas
recurrieron a todas estas formas de articulación con el Estado: durante el
gobierno de Alfonsín, el lobby empresarial tomó la delantera con el rol
protagónico de los Capitanes de la Industria; durante el menemismo, se destacó
la puerta giratoria, aunque circunscripta a la gestión económica (en especial,
a la regulación de los servicios públicos privatizados); durante el kirchnerismo,
la colusión público-privada en torno a la realización de obras públicas y la
concesión de servicios de transporte de pasajeros fue el mecanismo más
utilizado. Durante el gobierno de Macri, la captura directa de las elites
económicas llegó a su máxima expresión debido a la magnitud y el alcance de la
puerta giratoria. Este fenómeno cualitativa y cuantitativamente novedoso
multiplicó el grado de exposición a los conflictos de interés, las
posibilidades de convertir el lobby sectorial en política pública y peor aún,
logró internalizar en el propio gabinete la lógica predatoria de las diferentes
fracciones de la élite.
¿Qué hacer ante este avance de los poderes
fácticos que se apropian directamente de los resortes de la decisión pública?
En lo formal, incrementar los controles y regulaciones sobre todas estas formas
de penetración del poder económico con normativas e instituciones nuevas
(establecer períodos de espera antes y después de ocupar cargos públicos,
institucionalizar las prácticas de lobby, crear organismos de control que no
dependan del Poder Ejecutivo y cuenten con recursos suficientes para actuar de
forma efectiva), pero en lo sustantivo, es necesario incrementar el poder
social para que opere de contrapeso de los otros poderes a través de la
movilización y organización voluntaria de la ciudadanía. De esta forma es
posible organizar acciones cooperativas para producir, distribuir y controlar
bienes y servicio; generar y fortalecer nuevas subjetividades y formas de
relación social; disputar el sentido común hegemónico en el espacio público y
fortalecer la democracia estableciendo vínculos sólidos con el poder estatal.
Un gran desafío, sin lugar a dudas.
(*) Coordinadora del Observatorio de las
Elites Argentinas (Idaes-Unsam) y directora del Centro de Innovación de los
Trabajadores (UMET-Conicet).