EXXON MOBIL vs CUBA: LO QUE NO SE HA DICHO
(Publicado en el blog de Iroel Sanchez
"LA PUPILA INSOMNE")
Muchos medios de comunicación están amplificando la noticia de que la transnacional Exxon es la primera corporación estadounidense en presentar una demanda contra empresas cubanas amparada en la puesta en vigor del capítulo III de la Ley Helms-Burton por el gobierno estadounidense.
Sin embargo, ninguno de esos despachos
noticiosos nos cuenta por qué y cómo pasaron a manos cubanas las instalaciones
que operaba en Cuba la antigua empresa Standard Oil (Esso). Este texto del
historiador cubano Eugenio Suárez, publicado el 10 de junio de 2010
en el diario Granma, hace la historia de cómo las transnacionales
petroleras presentes en la Isla a inicios de la Revolución se sumaron a la agresión
estadounidense y obligaron al gobierno revolucionario a nacionalizarlas para atender la vitalidad de la economía al violar estas la Ley de
Minerales-Combustibles que no inventó la Revolución, ¡sino que databa del 9 de
mayo de 1938!
Nacionalización
de Refinerías de Petróleo
La
primera zancadilla económica contra la Revolución.
(Por
Eugenio Suárez Pérez)
En los meses de mayo y junio de 1960 comenzó
a gestarse una agresión económica del gobierno de estados Unidos para frenar el
auge de la Revolución cubana. Su objetivo era dejar sin petróleo al pueblo de
Cuba con sus posteriores consecuencias.
INICIO
DE LA AGRESIÓN
El viernes 10 de junio, ante las cámaras de
televisión, el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, expuso que el gobierno de
Estados Unidos había acusado al Gobierno Revolucionario de que gastaba las
divisas en armas y no le pagaba a los proveedores norteamericanos.
En su intervención, Fidel explicó al pueblo,
desconocedor en gran medida de cómo funcionaban las operaciones comerciales
internacionales, que cuando se compran productos en el extranjero el pago de
esa mercancía no se realiza ipso facto. Cualquier casa importadora
va a un banco y solicita las cartas de créditos, y este documento tiene un
valor equivalente en dólares en el banco extranjero; es decir, los dólares no
salen inmediatamente que se compra, porque ese banco tiene una línea de crédito
por 120 o 180 días.
Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos
empezó a presionar sobre los bancos norteamericanos para que eliminaran esa
línea de crédito de modo que Cuba tuviera que pagar al contado e
inmediatamente. El compañero Fidel puso como ejemplo que el Banco Trust Company
tenía un crédito de 14 millones en 13 bancos norteamericanos; el Banco Núñez,
dos y medio millones; el Banco Agrícola Industrial, y el banco Nacional, 33
millones.
En Cuba todavía operaban por aquel entonces,
tres grandes compañías petroleras extranjeras: The Texas Company, Esso Standard
Oil S. A., y la Compañía Petrolera Shell de Cuba S. A., conocidas como Texaco,
Esso y Shell, respectivamente. El 17 de mayo, el Banco Nacional de Cuba envió
una carta a estas empresas petroleras explicándoles que, para el saldo de los
atrasos del combustible importado y del que se importaba diariamente se les iba
a pagar 20 millones de dólares de inmediato. Las tres compañías respondieron
expresando su satisfacción y hasta su agradecimiento por este acuerdo. Veinte días
después la Esso, la Shell y la Texaco, en contubernio con el Departamento de
Estado norteamericano, se incorporan a la agresión económica.
EL
NEGOCIO DEL PETRÓLEO EN CUBA
Poco tiempo después del triunfo de la
Revolución se crea el Instituto Cubano del Petróleo (ICP) para llevar adelante
la política del Gobierno Revolucionario con respecto al combustible. Para la
economía cubana esta decisión fue muy favorable, pues el petróleo que se
refinaba en Cuba era comprado en el extranjero por las mismas compañías que,
siendo dueñas de las refinerías, eran a la vez propietarias de grandes
depósitos de petróleo en otros países. La Esso, la Texaco y la Shell tenían un
negocio fabuloso pues, de los millones de dólares que Cuba se gastaba en
combustible, estas empresas al comprarse su propio petróleo ganaban varios
millones de dólares extras; y después que lo refinaban, entonces se ganaban no
menos de 20 millones más de dólares en su venta al país.
Ante esta situación, el Gobierno
Revolucionario decidió comprar directamente su petróleo pagando el precio
justo. Así, la primera acción fue ir al mercado internacional a comprar el
petróleo necesario para las primeras pruebas.
El petróleo se encontró. Una compañía
independiente norteamericana de Venezuela vendía el barril a $2,10, mientras
que las tres compañías que operaban en Cuba compraban en sus casas matrices el
barril del crudo al precio de $2,80. Es decir, 70 centavos más caro el mismo
barril. Lo que en millones de barriles ascendía a millones de dólares.
Tras la transacción apareció otro obstáculo.
Como esas compañías petroleras controlaban la navegación, la empresa
independiente que vendió el petróleo no pudo cumplir por falta de barcos. Fidel
explicó este incidente en su intervención y luego de dar los detalles y de que
se trataba de un acto de provocación insólita, expresó:
Fue la primera zancadilla que nos pusieron.
Entonces le compramos a una empresa de la Unión Soviética un petróleo mejor, de
33 grados, a un precio mucho más barato, ahorrándonos 88 centavos de dólar por
barril.
“Cuba tiene derecho a comprar el
petróleo al precio más barato que pueda en el mercado mundial, y entregarlo
después a las refinerías para su proceso en Cuba. Pero las compañías
extranjeras no se resignan a perder el negociazo de la reventa de la casa
matriz a su subsidiaria de Cuba. Y cuando les informamos que una parte de los
cuatro millones de toneladas de petróleo, que es el consumo de Cuba, se
comprarían en otro mercado, coincidiendo con declaraciones agresivas del
Departamento de Estado americano, nos envían tres comunicaciones conjuntas
diciendo que no refinarán el petróleo de la Unión Soviética. Es decir, se
arrogan una facultad que sólo compete al Estado. No quieren refinar el petróleo
de la URSS después que el Gobierno Revolucionario trató de comprarle ese
combustible a compañías americanas y boicotearon la compra. En Argentina se
compra también algún petróleo en la URSS y se refina en el país, y ellos no han
actuado de la misma manera. Pero éstos fueron al Departamento de Estado y por
eso proceden así.”
Junto a las declaraciones provocadoras, la
Esso, la Shell y la Texaco comenzaron a retirar a sus ingenieros y técnicos que
trabajaban en las refinerías, y estimulan la deserción de especialistas y
obreros calificados cubanos que trabajaban en sus plantas. Así, estas empresas
desacatan las leyes cubanas en un boicot absurdo, y se niegan a refinar el
petróleo soviético.
El jefe de la Revolución manifestó la
necesidad de afrontar este problema con mucha calma, y explicó la existencia de
esta zancadilla para dejar al país sin combustible y cómo el Gobierno
Revolucionario se proponía dar la batalla contra esa maniobra monopolística.
Por su parte, los obreros de las refinerías
manifestaron su total respaldo a las medidas que adoptaba la Revolución. A
ellos, el compañero Fidel les pidió mantener una actitud alerta y vigilante
para evitar cualquier tipo de sabotaje contra esas refinerías. Y a las
compañías, les dijo:
“sepan que este es un país soberano y
que el Gobierno Revolucionario está dispuesto a hacer cumplir las leyes de la
República.”
Que ante esta situación decidan ellas o
rectificar, rectificar sí, la decisión tomada o que caiga sobre ellos la culpa
que no digan después que fue el Gobierno Revolucionario que agredió y ocupó y
confiscó.
Así que el Gobierno Revolucionario recoge el
guante, les devuelve el guante y que ellas decidan su propia suerte.
ESSO NO
PUEDE SHELL PORQUE TEXACO DE AQUÍ
Ante las denuncias de Fidel, el pueblo se une
para apoyar a su Revolución. Con la jocosidad característica de los cubanos
tomaron el nombre de las tres empresas: Esso, Shell y Texaco, y elaboraron una
frase que comenzó a corearse por todos: Esso no puede Shell porque Texaco de
aquí. (Eso no puede ser porque te saco de aquí).
En horas de la noche del 24 de junio, en su
acostumbrada comparecencia por los canales de Televisión Revolución y las
emisoras del FIEL, Fidel informó que las compañías petroleras no habían
respondido a sus planteamientos del pasado 10 de junio, pero que les quedaba
algún tiempo para recapacitar. Ellas debían refinar el petróleo que el Gobierno
cubano les entregara.
A dichas compañías solo se les estaba
exigiendo el cumplimiento de la Ley de Minerales-Combustibles del 9 de mayo de
1938, que en su artículo 44, Apartado 3, dice: “Sus plantas vendrán obligadas a
refinar petróleo del Estado cuando el Gobierno así lo acuerde, estableciéndose
entre ellas el prorrateo correspondiente si las cantidades a declinar así lo
demandan o lo imponen. De modo que sea posible refinar todo el petróleo
necesario y a un precio que no exceda el costo de la operación, más un
razonable beneficio industrial”.
Por lo tanto, no se trataba de una cuestión
de escoger. Las compañías petroleras estaban en la obligación legal de refinar
el petróleo del Estado cubano por una legislación firmada hacía 22 años atrás.
La posición del Gobierno Revolucionario fue determinante: las compañías debían
refinar el petróleo, y esta decisión no era negociable. Fidel reafirmó que si
esas compañías pensaban que Cuba iba a vacilar, sufrirían las consecuencias de
su lamentable equivocación.
Cuatro días después, a las 7:10 de la noche
del 28 de junio, el Gobierno Revolucionario dictó la Resolución No. 188,
firmada por el Primer Ministro, Fidel Castro Ruz, ese transcendental documento,
luego de sus cinco POR CUANTO, resuelve:
Primero.—Disponer que el Instituto Cubano de
Petróleo (ICP) sitúe las cantidades de petróleo crudo necesarias para
garantizar el funcionamiento de la planta refinación de The Texas Company.
(West Indies) Ltd. y que ésta cumpla con los abastecimientos de combustibles
que le corresponden.
Segundo.—Que en caso de negativa de la
mencionada empresa, a cumplir y acatar las Leyes de nuestro País y las
disposiciones que al amparo de ellas emanaron del Gobierno Revolucionario del
pueblo de Cuba, el Instituto Cubano del Petróleo (ICP) procederá a intervenir
dicha empresa adoptando las medidas necesarias a fin de mantener en producción
la refinería y el cumplimiento ineludible de las Leyes de la República.
En la mañana del 29 de junio las refinerías
de la Texaco, en Santiago de Cuba y La Habana, comenzaron a procesar el
petróleo del Estado cubano, tras ser asumida la dirección de esta empresa por
funcionarios del Instituto Cubano del Petróleo.
La noticia de que el ICP había intervenido
las refinerías de la Texaco, causó gran júbilo entre los trabajadores, quienes
de inmediato organizaron actos de apoyo al Gobierno Revolucionario.
Al día siguiente, dos nuevas resoluciones, la
No. 189 y 190, ambas del 30 de junio, con igual contenido que la No.188 del 28
de junio, son firmadas por el Primer Ministro, Fidel Castro Ruz. En este caso,
la primera para intervenir la Compañía Petrolera Shell de Cuba, S. A., y la
segunda con el mismo objetivo a la Esso Standard Oil S. A., si se negaran a
cumplir y acatar las leyes cubanas de refinar el petróleo adquirido por el
país.
En una acción conjunta, en la mañana del
primero de julio, fueron intervenidas las refinerías de las compañías
petroleras extranjeras Esso y Shell por incumplir la Ley de Minerales
Combustibles, al negarse a refinar el petróleo adquirido por el Estado cubano.
Se reafirmaba así la soberanía política y la independencia económica de nuestra
Patria en su afán de un destino mejor.
Las tres resoluciones se interpusieron ante
la primera zancadilla económica.
“Ellos
—dijo Fidel— se quedaron sin refinerías y nosotros no nos quedamos sin
petróleo”.