Parece
que el tiempo no pasó, pero somos nosotros los que nos ponemos viejo,
“…Habrá
que declararse incompetente
En
todas las materias del mercado
Habrá
que declararse un inocente
O habrá
que ser abyecto y desalmado…”
DISCURSO DE FIDEL, el 3 de Agosto de 1985
No deben asustarse por la cantidad de papeles
y de folletos que traigo aquí; es simplemente para consulta en algunos casos.
Muchas gracias, compañera Tencha, por tus
cariñosas y generosas palabras.
El primer día les llamé distinguidos
invitados, o estimados invitados, permítanme que hoy, después de casi cinco
días de intenso y familiar trabajo, les llame: Queridos invitados.
Carlos Rafael empezó a decir en la tarde de
hoy que yo iba a hacer el resumen. Inmediatamente protesté contra esa palabra:
resumen. Creo que un resumen lo podrá hacer Gabriel García Márquez en una larga
novela, dada la infinidad de ideas, de expresiones y de acontecimientos que han
tenido lugar en estos días. Yo voy a tratar de expresar algunas impresiones
personales y, a la vez, tratar de puntualizar algunas ideas, expresar mis ideas
en torno al tema que nos reunió en estos días.
Tengo un privilegio, lo comprendo, y es el
permiso que me ha dado Tencha para hablar, no sin límite de tiempo, porque todo
tiene un límite: la paciencia de ustedes, la resistencia mía e, incluso, el
sentido común, que aconseja no ser demasiado extenso. No tuvieron ese
privilegio muchas de las brillantes, capaces e inteligentes personas que
hablaron en estos días. Comprendo lo que tiene que haber sido para ellas
restringirse en torno a un tema tan complejo, a 12 minutos, a 15 minutos, o a
20 en algunos casos. Pero yo he pasado también por esa experiencia, he asistido
a muchos eventos y he tenido igualmente que atenerme muchas veces a los 8
minutos, 10 minutos, o 20 minutos, y no lo he podido hacer tan bien como lo han
hecho ustedes aquí en estos días.
Me veo en la necesidad de responder a algunas
de las imputaciones que se han hecho en torno a la actividad de Cuba con
relación a este dramático problema. Una de las imputaciones que se le quiere
hacer a Cuba es la de que tiene una posición oportunista —esa es una frasecita
que les gusta mucho a nuestros vecinos del Norte—, y que estamos tratando de
mejorar relaciones, mejorar la imagen de Cuba, y una serie de teorías
parecidas, realmente peregrinas. Creo que el esfuerzo que venimos haciendo en
torno a esto no lo justifica ningún intento de ganar imagen, y eso está muy
alejado de nuestra mentalidad; creo que todo eso de imagen, de propaganda, es
propio del sistema que ellos representan, y se imaginan por eso que todo el que
hace algo o haga algo en este mundo, es por razones de propaganda o de imagen.
Como les decía a los dirigentes sindicales de América Latina y el Caribe en la
reunión anterior, y expresé recientemente en el acto del 26 de Julio, "con
imagen no se puede alimentar ni siquiera un tomeguín". Creo que esto es un
problema demasiado serio, y no debemos dejar que nos confundan, o nos engañen,
ni debemos dejar que tales insidias prosperen.
Por eso yo traté de buscar algún antecedente,
desde cuándo empezamos a hablar de este problema, y encontré un antecedente de
hace 14 años, fue precisamente en Chile, cuando visitamos el país, a raíz del
triunfo de la Unidad Popular. En aquella ocasión, entre infinidad de actos, me
invitaron a hacer una breve visita a la CEPAL, cuya sede está en Santiago de
Chile, y allí se improvisó un diálogo. De todos aquellos discursos quedaron
versiones taquigráficas que fueron publicadas, y yo recogí algunas palabras de
aquel día, ¡hace catorce años! La deuda de América Latina nadie sabe si se
elevaría a 30 000 ó 40 000 millones de dólares en aquella época.
Y yo decía:
"Hemos leído en estos días que Chile
debe más de 3 500 millones. Se sabe que, por ejemplo, Uruguay debe algo más de
800 millones y que ese país tiene que pagar ya 80 millones por año; exporta no
sé si 190 ó 200 millones; tiene que importar por lo menos esa misma cifra
para un mantenimiento, ¡para un mantenimiento!, para un difícil mantenimiento
en condiciones en que sus productos básicos tienen problemas en los mercados.
No solo problemas de intercambio desigual, sino problemas incluso de mercados.
Se dice que la República Argentina debe unos 5 000 millones. Ignoro cuánto debe
cada uno de ellos. Pero lo que me pregunto es cómo van a pagar, cómo le van a
pagar a Estados Unidos, cómo van a satisfacer la deuda exterior con ese
poderoso país, y cómo van a satisfacer los dividendos, y cómo van a mantener un
nivel mínimo de subsistencia y cómo van a desarrollarse.
Problema en la realidad muy serio, de hoy, o
de mañana, o de pasado mañana. Problema que nos lleva a la realidad de nuestros
países. Problema que nos lleva a la consideración de ese famoso GAP, ese famoso
abismo, esa famosa diferencia, y que aumenta como aumenta la distancia entre un
automóvil que marcha a 10 kilómetros y uno que marcha a 100, o un
automóvil que marcha a menos de 10 y otro que marcha a más de 150."
El 29 de noviembre de este año se cumplirán
14 años de aquellas palabras. Me parece que todo lo que hemos dicho después, ya
venía desde entonces constituyendo gérmenes de inquietud, de preocupación, y
una interrogante que no tenía respuesta. Podemos preguntarnos si hay ahora
respuesta, y si el cuadro de ahora se parece, acaso, al cuadro de 1971.
A lo largo de estos años, Cuba, en los
organismos internacionales, fue planteando estos problemas, y me veo en la
necesidad de recordar otro material que ya empleé en la reunión sindical, y por
eso les pido a los casi 100 dirigentes sindicales que permanecieron aquí, que
me excusen de tener que escuchar otra vez la misma referencia. Esto fue
expresado en 1979, en las Naciones Unidas, después de la Sexta Cumbre de los No
Alineados, que tuvo lugar en esta misma sala.
En el mes de setiembre de 1979 nosotros
fuimos, como es tradicional después de la Cumbre, para el país que ha sido sede
de la misma, a hablar en las Naciones Unidas. Ya entonces nosotros dijimos:
"La deuda de los países en vías de desarrollo ha alcanzado ya la cifra de
335 000 millones de dólares. Se calcula que el pago total por concepto de
servicios de la deuda externa asciende a más de 40 000 millones cada año, lo
que representa mas del 20% de sus exportaciones anuales. Por otro lado, el
ingreso per cápita promedio de los países desarrollados es ahora 14 veces
superior al de los países subdesarrollados. Esta situación es ya
insostenible"—año 1979.
Y al finalizar esa parte de la exposición,
nosotros expresábamos:
"En resumen, Señor Presidente y señores
representantes:
"El intercambio desigual, arruina a
nuestros pueblos. ¡Y debe cesar!
"La inflación que se nos exporta,
arruina a nuestros pueblos. ¡Y debe cesar!
"El proteccionismo, arruina a nuestros
pueblos. ¡Y debe cesar!
"El desequilibrio que existe en cuanto a
la explotación de los recursos marinos, es abusivo. ¡Y debe ser abolido!"
Con posterioridad se llegó al acuerdo sobre los Derechos del Mar, que
precisamente Estados Unidos se niega a suscribir junto a un pequeño grupo de
aliados.
"Los recursos financieros que reciben
los países en desarrollo, son insuficientes. ¡Y deben ser aumentados!
"Los gastos en armamentos, son
irracionales. ¡Deben cesar y sus fondos empleados en financiar el desarrollo!
"El sistema monetario internacional que
hoy predomina, está en bancarrota. ¡Y debe ser sustituido!
"Las deudas de los países de menor
desarrollo relativo y en situación desventajosa, son insoportables y no tienen
solución. ¡Deben ser canceladas!
"El endeudamiento abruma económicamente
al resto de los países en desarrollo. ¡Y debe ser aliviado!
"El abismo económico entre los países
desarrollados y los países que quieren desarrollarse, en vez de disminuir se
agranda. ¡Y debe desaparecer!
"Tales son las demandas de los países
subdesarrollados."
La deuda del Tercer Mundo era entonces de 335
000 millones, alrededor de esa cifra. Empecé a hablar en 1971 cuando era apenas
de 35 000 la de América Latina, y posiblemente la de todo el Tercer Mundo no
llegaba a 100 000. Continué hablando en años subsiguientes sobre el tema. En la
Séptima Conferencia Cumbre que tuvo lugar en Nueva Delhi, el mes de marzo de
1983 se entregó un informe elaborado por Cuba sobre la grave crisis económica
internacional a todas las delegaciones y se envió a los jefes de Estado de
todos los países, igual que se había hecho con el discurso mencionado de las
Naciones Unidas, tanto de países subdesarrollados como de países
industrializados.
Volvimos a hablar en aquella reunión sobre
este tema, incluso hablé con cierta extensión, entre otros problemas, del
intercambio desigual en qué consistía, cómo nos afectaba, y cité algunos
ejemplos. Así, explicamos:
"En 1960, con la venta de una tonelada de
café podían comprarse 37,3 toneladas de fertilizantes. En 1982, con la misma
cantidad de café solo se obtenían 15,8 toneladas de fertilizantes."
Nosotros, los países del Tercer Mundo, por lo general, exportamos café, cacao,
otros productos agrícolas similares, e importamos fertilizantes de la industria
química del mundo desarrollado. Para producir café hace falta fertilizantes, o
producir maíz u otros alimentos; sin embargo, hay que entregar cada vez más
café para tener cada vez menos fertilizantes, y no quieren que haya hambre.
"En 1959, con los ingresos obtenidos por
la venta de seis toneladas de fibra de yute podía comprarse un camión de 7-8
toneladas. A fines de 1982 eran necesarias 26 toneladas de yute para adquirir
el mencionado camión.
"En 1959, con los ingresos obtenidos por
la venta de una tonelada de alambrón de cobre podían comprarse 39 tubos de
rayos X para uso médico. A fines de 1982, con esa misma tonelada solo podían
adquirirse tres tubos de rayos X."
Nosotros somos exportadores de yute, alambrón
de cobre, estaño y otros minerales. Cobre exporta Perú, exporta Chile y
exportan otros países como renglón principal, o exportan aluminio u otras
materias primas. Y cuando se comparan todos los productos que exportamos con
los que importamos, pasa lo mismo. Entonces, importamos equipos sofisticados,
rayos X, maquinaria industrial, aparatos electrónicos, productos químicos,
etcétera, que es lo que producen en el mundo industrializado, con salarios muy
altos; mientras nosotros con qué salarios producimos nuestras exportaciones, si
aquí se ha hablado de salarios mínimos de 30 ó 40 dólares al mes en Perú, en
Bolivia, en Brasil, en Chile. En esa misma ocasión, yo cité otros ejemplos, no
creo que hagan falta más para captar la idea de la tragedia que estamos
padeciendo con este saqueo despiadado.
Entre las cosas que planteábamos allí en
Nueva Delhi, en marzo de 1983, estaban:
"Luchar sin descanso por la paz, por
mejorar las relaciones internacionales, por detener la carrera armamentista,
por reducir drásticamente los gastos militares y exigir que una parte
considerable de esos fondos cuantiosos sean dedicados al desarrollo del Tercer
Mundo.
"Luchar sin tregua por el cese del
intercambio desigual, que deprime los ingresos reales por exportación, descarga
sobre nuestras economías el costo de la inflación generada en los países
capitalistas desarrollados y arruina a nuestros pueblos.
"Luchar contra el proteccionismo, que
multiplica las barreras arancelarias y no arancelarias e impide el acceso a los
mercados de nuestras exportaciones de productos básicos y de manufacturas.
"Luchar para que la deuda externa sea
cancelada para el gran número de países que no tienen posibilidad real de
pagarla y que sea aliviada drásticamente la carga de su servicio para aquellos
que, bajo nuevas condiciones, pudieran cumplir sus compromisos."
Cuando en las Naciones Unidas, cuatro años
antes, yo había hecho esta misma formulación, fue el punto más aplaudido por la
generalidad de los países allí representados; incluso países industrializados,
algunos de ellos comprendían que tal situación no podía seguirse tolerando. Son
las mismas ideas planteadas durante años, se veía venir el problema, se veía
venir y se veía venir.
Ya a fines de 1982, la deuda externa estaba
llegando a los 600 000 millones de dólares, es decir que ya iba de 10 en 10, de
30 000 a 300 000, después al doble de 300 000, y después al triple.
Ahora es exactamente el triple, y el problema ha hecho crisis. Ahora la América
Latina sola debe más que lo que debía todo el Tercer Mundo en el año 1979. Es
decir, la crisis maduró, se agravó terriblemente, se hizo insoportable, y es la
razón por la cual estas mismas ideas, más adaptadas a cada nueva realidad,
porque se va cambiando el tono, se va cambiando el tono de una ocasión a otra,
la primera vez se dice: "Las deudas de los países de menor desarrollo
relativo y en situación desventajosa, son insoportables y no tienen solución.
¡Deben ser canceladas!", y ya después se emplea otro tono.
"Luchar para que la deuda externa sea
cancelada para el gran número de países que no tienen posibilidad real de
pagarla", —en 1983 ya se habla de gran número de países—, "y que sea
aliviada drásticamente la carga de su servicio para aquellos que, bajo nuevas
condiciones, pudieran cumplir sus compromisos." Fue agravándose cada vez
más el problema, y llegó un momento en que para nosotros se hizo claro que ya
ninguno podía pagarla, salvo muy pocas excepciones.
En aquella época, nosotros pensábamos que
Venezuela o México debían estar entre los países donde debía aliviarse la
deuda; pero después nos dimos cuenta de que países petroleros como Nigeria,
Venezuela, México, habían caído en una situación tal, que no se podía excluir a
esos países de la consigna de anular la deuda también para ellos, en definitiva
era válida para todos los países del Tercer Mundo.
No tengo intención de ofender a nadie al
plantear que se anule la deuda de todos los países del Tercer Mundo, porque
estoy pensando que luchamos por algo justo, por algo razonable; esto no tiene
el propósito, ni mucho menos, de ofender a nadie, sino de incluir a todos en
una reivindicación que hace muchos años veníamos pidiendo para una parte de los
países, cuando la situación no era tan grave como lo es hoy. Hoy todos los
precios se han deprimido, incluso los del petróleo.
Es cierto que los drásticos aumentos de los
precios del petróleo, que tuvieron lugar a mediados de la pasada década,
incidieron en la crisis, pero no fueron la causa de la crisis, y la mejor
prueba es que muchos países exportadores de petróleo sufren la crisis. Lo del
petróleo agravó, pero, ¿quién fue el responsable de la crisis petrolera? Los
países capitalistas industrial izados abandonaron las minas de carbón, se
dedicaron a derrochar un combustible a bajo costo; las transnacionales obtenían
enormes ganancias y, a la vez, mantenían el suministro de un combustible
barato, que competía con el carbón, competía con todo, ¿a costa de qué?
Prácticamente cada cinco años se duplicaba el gasto de combustible en el mundo,
y lo que la naturaleza tardó cientos de millones de años en crear, estas
sociedades de consumo lo estaban liquidando en 100 años. Se agotaba el
combustible, lo dilapidaban, automóviles enormes, e instalaciones
despreocupadamente diseñadas lo consumían sin límites; qué podía ahorrarse
después de la crisis energética, cuando se propusieron ahorrarlo, y a la vez
volvieron a pensar en el carbón, y a extraer petróleo de ciertos pozos que
estaban abandonados. Pero ellos son los causantes también de la crisis
petrolera, con su derroche, con su sistema insensato e irracional de
despilfarro de los recursos humanos y naturales del mundo.
No lo ignoramos, sí, lo del petróleo influyó,
agravó; pero los culpables eran exactamente los mismos.
El único cambio de 1979 y 1983 a 1985 fue
llegar a la conclusión lógica de que cuando el Tercer Mundo debía casi un
millón de millones de dólares, no se podía excluir ya a ningún país del Tercer
Mundo de la consigna de anular la deuda.
Ahora, pregunto si alguno de los que les ha
dado por impugnar el hecho de que Cuba se preocupe por estas cosas y lo haya
planteado donde tenía que plantearlo, tantas veces, si uno solo de estos que
están impugnando que Cuba sea sede de una reunión para discutir estos
problemas, o el que alguien hable de un problema —como si las ideas fueran
también propiedad I privada, igual que una industria capitalista; y tengo
entendido que las ideas no son propiedad privada de nadie (APLAUSOS)—; si uno
solo de ellos hace 15 años, 10 años, 6 años, 5 años, 3 años, ó 3 meses, habló
del problema, porque aquí un hombre sí demostró que hace tres años habló del
problema, que fue Miguel Angel Capriles; lo demostró con su editorial del mes
de enero de 1983, en el que planteó el problema en términos bastante parecidos
(APLAUSOS). Capriles dijo aquí que él era empresario y que era capitalista,
espero que nadie sospeche de que sea comunista, o haya dicho eso por demagogia
o por mejorar la imagen. Es posible, incluso, que muchos se hayan reído del
editorial en aquel momento, pero yo siento respeto, y en este caso por un
hombre que no fue nuestro amigo, que ha sido adversario y crítico fuerte de
nuestra Revolución; me inclino y siento respeto ante un hombre que hace tres
años planteó el problema en los términos en que lo planteó él, porque tuvo
visión, tomó conciencia bastante tempranamente del problema. El sí vino al
diálogo, él no tuvo ninguna objeción en venir, participar y hablar aquí.
¿Quién de los que impugnaron, o no quisieron
venir para no hacerle el juego a Castro, ha hablado una palabra del problema, y
cuándo habló?
Realmente, algunos han hablado en estos días;
algunos, a la carrera, han estado hablando del problema. ¿Acaso por una
preocupación vieja, arraigada? ¡No!, asustados porque Castro está hablando del
problema (APLAUSOS), y hasta dicen: "¡Qué lástima que sea un comunista el
que esté hablando de este problema!" (RISAS) Pues no, porque Capriles no
es comunista, y el Cardenal Arns no es comunista (APLAUSOS). Y me alegro si
hablar del problema ha servido, por lo menos, para que muchos que nunca ni pensaron
en el problema, hablen ahora del problema. ¡Me alegro!, porque lo que hace
falta es que ahora todo el mundo hable del problema (APLAUSOS).
Quiero aclarar, por otro lado, que nosotros
no estamos contra ningún gobierno; o puedo decir, con toda propiedad, que no
estamos contra ningún gobierno democrático.
Afortunadamente, en este momento, el número
de países regidos por una Constitución, en proceso democrático o de apertura
democrática, son mayoría. Esto es, en parte, resultado de la lucha del pueblo argentino,
del pueblo uruguayo, del pueblo brasileño, tres países muy importantes que han
cambiado la correlación de fuerzas democráticas en nuestra región (APLAUSOS).
Ese proceso es resultado de la lucha de esos pueblos y de la crisis, se
juntaron las dos cosas. Los que mandaban y gobernaban represivamente se dieron
cuenta de que los países se hacían inmanejables.
Es decir, la crisis ayudó al proceso, y, a su
vez, los procesos democráticos pueden ayudar ahora a la lucha contra la crisis.
Porque muchos planteamientos que hemos hecho, era prácticamente imposible
hacerlos, cuando la correlación de fuerzas era favorable a las dictaduras
militares. Hoy podemos decir que la mayoría se rige por normas
constitucionales, que hay procesos electorales, democráticos. Cada uno tiene
sus ideas: cuánto hay de democracia real y cuánto de democracia formal, pero no
estamos discutiendo eso. Creo que nadie discute lo positivo que han sido los
recientes procesos de apertura democrática, y todos anhelamos el momento en que
podamos decir: Ya en Chile hay también una apertura democrática (APLAUSOS). Y
vendrá, no lo dudamos —Pinochet es el único loco de esa plaga que perdura
todavía, que cree que su país en esas condiciones puede ser manejable—, por
mucho que lo ayude el imperialismo, y trate de aliviarle la situación a costa
de endeudar más y más a Chile.
Nosotros no estamos contra el desarrollo de
ningún proceso democrático; al contrario, nos preocupa que esta crisis
económica, si no tiene una solución correcta, puede hacer imposible la
supervivencia de esos procesos democráticos.
Nosotros no estamos contra el Grupo de
Cartagena en absoluto. Al Grupo de Cartagena la única objeción que le hacemos
es que no haya incluido a todos los países de América Latina y del Caribe, como
esta reunión de La Habana, para que estén todos (APLAUSOS). Se utiliza el
argumento de que son los principales deudores, pero este mundo no es de
principales y no principales, porque en las Naciones Unidas todos los países,
grandes y pequeños, tienen un voto. Y esta batalla posiblemente haya que
llevarla a las Naciones Unidas, a la OEA, a veinte lugares, y hacen falta esos
votos. La solución puede ser que el actual Grupo de Cartagena lideree, que se
constituya un comité director, coordinador, integrado por los fundadores del
Grupo, y que los demás se sumen. No se puede explicar ni justificar bien por
qué no hay ningún país de Centroamérica en el Grupo de Cartagena, a pesar de
que la deuda per cápita de varios de ellos es mayor, y por qué no hay ningún
país del Caribe en el Grupo de Cartagena, excepto República Dominicana. No está
Jamaica, no está Trinidad-Tobago, no están otros muchos países.
Nosotros, en nuestra reunión, nos preocupamos
mucho de que hablara cada país; no importa si tenía 250 000 habitantes o 100
000, se trata de países que tienen su himno, su bandera, su soberanía, sus
derechos, y hay que respetarlos (APLAUSOS).
Es la única objeción que nosotros hemos
planteado públicamente al Grupo de Cartagena. y entendemos que nuestra batalla
ayuda a la lucha de ese grupo. No tenemos nada en contra, y estamos dispuestos
a apoyarlos en su lucha por encontrar una solución correcta a este problema.
No estamos contra el SELA, ni mucho menos;
Cuba fue uno de los primeros países que participó en la fundación del SELA.
Cuando a iniciativa del presidente Luis
Echeverría, de México, se crea esa organización económica latinoamericana, uno
de los primeros países con los que se habló, y que primero dio su apoyo, fue
Cuba. Estamos en el SELA, apoyamos, y estamos de acuerdo con que el SELA, que
es un organismo latinoamericano y del Caribe, juegue un papel en la búsqueda de
una solución correcta a este problema.
Estamos de acuerdo y apoyamos la idea de una
reunión de jefes de Estado, que fue lanzada primero por el presidente Alfonsín,
de Argentina, a raíz de su visita a México; después lo hizo el presidente
Febres Cordero, que propuso, incluso, que las Islas Galápagos, patrimonio de la
humanidad, fueran la sede de la misma; y después la propuso el presidente Alan
García, que acaba de tomar posesión del gobierno de Perú. Tres presidentes la
han planteado. Ustedes la apoyaron, y nosotros apoyamos entusiastamente la idea
de una reunión de jefes de Estado.
Ustedes saben que nosotros por la OEA no
tenemos ninguna simpatía; pero, incluso, si la OEA se reúne, como dicen que se
va a reunir, como se afirma que para septiembre está convocando a los ministros
de Hacienda y de Economía del hemisferio a una reunión ,en Washington,
¡magnífico! Que se reúnan allí, que sienten a Estados Unidos allí delante, sí,
en el banquillo de los acusados, que discutan con él, que le planteen las
realidades y le exijan soluciones (APLAUSOS). Si la OEA sirviera alguna vez en
toda su vida para algo, y sirviera precisamente para esto, bien vale todo lo
que ha costado y la vergüenza que ha significado para este hemisferio. ¡Hasta
incluso la OEA!
No estamos en pugna contra nadie, y todos los
pasos que hemos dado los hemos dado conscientes de que esta lucha ayuda a los
demás países. Y no se trata de que nuestras posiciones sean radicales por ser
radicales, yo no creo que nuestras posiciones sean radicales ni maximalistas,
como dicen. Han dicho algunos que son maximalistas, no, no, por el contrario,
son muy realistas. Otros dicen que son ilusas; los ilusos son los otros, los
que creen que esto tiene solución de otra forma.
Me culpan a mí de decir que la deuda es
impagable. Bien. La culpa hay que echársela a Pitágoras, a Euclides, a
Arquímedes, a Pascal, a Lobachevsky, al matemático que ustedes prefieran, de la
antigüedad, moderno o contemporáneo. Son las matemáticas, las teorías de los
matemáticos las que demuestran que la deuda es impagable.
Yo tengo que hablar de eso y quiero
fundamentar por qué pienso que es impagable y cómo ninguna de las fórmulas
técnicas de que se habla resuelve el problema. Pero antes de proseguir quería
comunicarles que hoy hubo aquí, en esta sala, una falsa alarma ante la noticia
de que Estados Unidos había decretado un bloqueo o medidas económicas punitivas
contra Perú.
Esta tarde llegó un cable que trata de
explicar la situación, y dice así:
"El canciller peruano, Alan Wagner,
restó importancia a la anunciada suspensión de la ayuda económica y militar
norteamericana a Perú y recalcó que es un asunto de menor cuantía, magnificado
por la prensa internacional.
"En declaraciones a la prensa, luego de
una reunión con el Embajador de Estados Unidos en esta capital, David Jordán,
el ministro de Relaciones Exteriores subrayó que se trata de una deficiencia de
la agencia de noticias que propaló la información y la relacionó con asuntos
que no tienen nada que ver con el caso. Agregó que la aplicación de la Enmienda
Brooke-Alexander es un dispositivo legal que Estados Unidos pone en práctica en
forma automática cuando se producen atrasos en los pagos de la deuda. Indicó
que, efectivamente, Perú debe a Washington unos 100 000 dólares, parte de sus
atrasos, los cuales se van a pagar de inmediato, y anotó que esta deuda no
tiene mayor trascendencia y es consecuencia de un error administrativo del
anterior gobierno que debía abonarla.
"Wagner insistió en que este ha sido un
problema de menor cuantía, que no tiene implicación política alguna, y al cual
no hay que darle mayor trascendencia." De haberlo sabido antes, nos
hubiéramos ahorrado un poco de las angustias que se expresaron hoy aquí.
"El Canciller peruano añadió que la
decisión del gobierno del presidente Alan García de destinar solo el 10% de sus
exportaciones al pago de la deuda externa, es un asunto que lo conoce todo el
mundo y no ha tenido ni tiene efectos negativos en las relaciones con Estados
Unidos.
"Por su parte, el Embajador
norteamericano afirmó que se trata de un pequeño error de apreciación en torno
a las informaciones que difundieron agencias internacionales de noticia"
—estas dichosas agencias que no hacen más que crear el alarmismo (RISAS).
"Jordán añadió que Perú debe a Estados Unidos unos 100 000 dólares que se
ha comprometido a pagar, es un asunto fácil de resolver y que no tiene que ver
con la política económica aplicada por el gobierno peruano. Reiteró que todo ha
sido un error de entendimiento, porque la noticia fue mal enfocada y se
relacionaron unas cosas con otras que nada tienen que ver con este asunto. La
noticia es falsa y las relaciones entre ambos países son buenas, concluyó
Jordán."
Son gente sincera estos norteamericanos
(RISAS), nadie lo duda, su gobierno es un modelo; todo fue un mal
entendimiento, un mal enfoque, una equivocación. Y lo que ocurrió —mi
apreciación, por eso yo estaba esperando, cuando algunos compañeros se impacientaban
en conocer la reacción de Perú— es que se trató de una zancadilla, una
provocación, una trampa, una cascarita de plátano tirada en el camino. Porque
la Enmienda Brooke-Alaxander la aplican cuando quieren, cuando les parece, y
aquí se precipitaron. Está celebrándose esta conferencia aquí y al parecer se
han puesto nerviosos. Hace apenas unos días fue la toma de posesión del
gobierno de Perú, no le aplican la medida al anterior gobierno, y la aplican en
cambio de inmediato al nuevo gobierno cuando declara que no va a discutir con
el Fondo Monetario y que va a reducir el pago de la deuda al 10% de las
exportaciones. Entonces, ¿qué casualidad? Una medida inmediata: suspendida toda
ayuda militar y económica.
Pienso realmente que el nuevo gobierno de
Perú actuó con serenidad y no se dejó provocar; pero las intenciones se ven
claras. ¡Quién los va a conocer mejor que nosotros!
Quise explicar esto antes de proseguir,
porque tendré que hablar también de la fórmula del 10%.
Decía que las matemáticas demostraban que era
impagable la deuda, como regla, pero yo creo que la regla no tiene excepciones.
Y créanme que escuché con mucho respeto y seguiré escuchando con mucho respeto
los argumentos de todos aquellos que piensen que sí es posible pagar, y creen
que es posible; pero yo no tengo esa apreciación. De algunos países no hay ni
que discutir; pero de los pocos que pareciera posible, digo que es igualmente
imposible.
¿Pero qué significan estos números? A veces
hay que traducirlos a algo. Un día se me ocurrió calcular cuántos años tardaba
en contarse la deuda externa de América Latina, si un individuo se ponía a
contar la deuda a dólar por segundo. ¿Saben cuántos años? Once mil quinientos
setenta y cuatro años (RISAS Y APLAUSOS). Pero después me pregunté, cuánto tardaba
en contarse lo que tenía que pagar de intereses en los próximos 10 años. ¿Saben
cuánto se tarda un individuo, contando a dólar por segundo las 24 horas del
día? Doce mil ochocientos sesenta años (RISAS). Pero si dicen que somos unos
exagerados, que hemos puesto a uno solo a contar, a dólar por segundo, les
decimos: no, pongan 100 personas (RISAS).
¿Cuánto se tardan? Ciento veintiocho años.
¿Cómo se puede pagar en 10 años lo que 100 personas, a dólar por segundo,
tardarían más de un siglo en contarlo? Es más, si todos los invitados al
diálogo aquí presentes, que son más de mil, se ponen a contarlo, tardan más de
10 años en contarlo (APLAUSOS).
Otro día se me ocurrió hacer el cálculo por
hectárea (RISAS). América Latina debe 175 dólares 30 centavos por hectárea,
casi lo que cuesta una hectárea, y tiene que pagar en 10 años —solo de
intereses, cuando yo digo que tiene que pagar en 10 años, no es de capital,
sino solo de intereses— 194 dólares 80 centavos por hectárea.
Se me ocurrió calcular cuánto debía por kilómetro
cuadrado y la cifra arrojó 17 530 dólares por kilómetro cuadrado, y son más de
20 millones de kilómetros cuadrados. ¿Cuánto tenía que pagar en los próximos 10
años por kilómetro cuadrado América Latina? Diecinueve mil cuatrocientos
setenta y ocho dólares por kilómetro cuadrado, solo de intereses. Mira que
hemos oído hablar de latifundistas, de explotadores, ¡no conozco a nadie que
cobre tan cara la renta de la tierra! (RISAS) ¿Cuánto debe cada habitante?,
unos más y otros menos, como ustedes saben. Pero como promedio deben 923
dólares por habitante, 390 millones de habitantes. ¿Cuánto tiene que pagar de
intereses, no de capital? Mil veinticinco dólares por habitante en los próximos
10 años. El costo de la vida, por lo que se puede apreciar, se hace realmente
insoportable si solo por respirar tenemos ya que pagar 1 025 dólares como
promedio cada uno de nosotros.
Hay países, como Costa Rica, que no son muy
grandes, que deben 100 000 dólares por kilómetro cuadrado. ¿Cómo pagan? Bueno,
haría falta una pequeña mina de oro, o casi una gran mina de oro por kilómetro
cuadrado para conseguir las divisas con que pagar, porque no se trata de que
deben pesos de Costa Rica, o sucres, o bolívares, ¡lo que deben son dólares!,
que hay que adquirir en el mercado internacional exportando cosas, si las puede
producir, si tiene mercado y si le pagan lo que valgan. Nada de eso existe: ni
tiene cosas, no tiene muchas cosas —es un país subdesarrollado—, ni le pagan lo
que vale, ni tiene mercado. Pues digo que si alguien me demuestra que Costa
Rica puede encontrar una mina de oro por kilómetro cuadrado y encuentra 50 000
minas de oro, entonces: bueno, sí, tal vez. Sobre todo si está en pepitas y
puro, es posible pagarla; en piedras de oro como las que aparecen en el río.
Hice otro cálculo. En un continente donde se
afirma que hay tal hambre, que hay personas que consumen 1 200 calorías y menos
de 1 200 calorías por día, donde hay tantos desnutridos, donde hay 110 millones
entre desempleados y subempleados, donde hay desnutrición —como lo han
planteado ustedes—, donde el 70% de la población vive en los límites inferiores
o por debajo de los límites inferiores de la pobreza, calculé, con lo que hay
que pagar de intereses, cómo se podía alimentar la población de América Latina.
El cálculo demostró que se le podía dar a cada uno de los 390 millones— yo hice
el cálculo sobre 400, hay 10 millones más, por si los ratones se comen un poco
de ese alimento—, a los precios actuales del trigo, 3 500 calorías y 135 gramos
de proteína a cada uno, todos los días, durante 17 años.
Le piden, a un continente lleno de subempleo,
de pobreza, que pague en 10 años, solo de intereses, el equivalente a 3 500
calorías y 135 gramos de proteínas diarios, mucho más de lo que se necesita
para vivir, durante 17 años, solo de intereses. ¿Tiene lógica, tiene sentido,
tiene racionalidad? Pues esa es la realidad, lo que los números demuestran.
El problema es que los hechos demuestran que
no es fácil pagar eso —como decía—, se requiere mercado, ¿y dónde están los mercados?
El Fondo Monetario dice: "Todo el mundo a exportar", pero qué es lo
que van a exportar. ¡Ah!, ¿más café, más cacao, más azúcar, más carne? No, si
les van a estar pagando menos cada vez por eso. Y exportar a dónde, si el
proteccionismo se multiplica todos los días con medidas arancelarias y no
arancelarias; todos los días hay un país afectado: hoy México, ayer otro,
mañana otro. A México le afectaron las exportaciones corno en 3 000 millones de
dólares este año, al suprimirle ciertas preferencias arancelarias. Así, de un
plumazo se las quitaron.
Uno de los representantes de Colombia hablaba
hoy de las minas de carbón y, efectivamente, un yacimiento grande de carbón a
cielo abierto es una riqueza importante. Pero yo sé también que al bajar el
precio del carbón de 50 dólares a 39 dólares, ya están en Estados Unidos
proponiendo una medida proteccionista de nueve dólares por tonelada para que
ese carbón colombiano no llegue a las termoeléctricas del este de Estados
Unidos, donde alrededor de 79 plantas son potenciales compradoras de ese
carbón, las empresas carboneras de Estados Unidos comenzaron ya a exigir un
impuesto. Y puede ocurrir perfectamente que un país haga un enorme esfuerzo, un
enorme gasto y cuando empiece a exportar el carbón le impongan una tarifa
arancelaria de nueve dólares, porque esos señores tienen mucha más importancia
y peso en el Congreso de Estados Unidos, que un país latinoamericano.
En Estados Unidos, solo con relación a Japón
—ya que la guerra es entre todos ellos, no solo con nosotros—, hay más de 80
medidas proteccionistas propuestas en el Congreso de ese país contra Japón.
Están desesperados, en el esfuerzo por quitarse la competencia de encima, ya no
hallan cómo resolver el enredo e inventan el proteccionismo una vez más. Nos están
aplicando medidas proteccionistas duras a los productores de azúcar. Aquí habló
el martiniqueño de un central que cerró, los panameños saben que el central
Bayano, que construyeron allí junto a una gran presa para electricidad y
regadío, un moderno central, está cerrado hace cuatro años.
Claro, si en 1981 Estados Unidos importaba 5
millones de toneladas de azúcar, en el año 1984 importó solo 2,7, este año
importa 2,6 y en el año 1987 estará importando posiblemente 1,7. ¿Cómo puede
soportar la economía de unos países que producen azúcar el que les reduzcan el
mercado de 5 millones de toneladas a 1,7 en seis años con azúcar subsidiada?
Fue el mismo mercado que nos quitaron a
nosotros cuando repartieron dulces por todas partes; la cuota nuestra, a cambio
del aislamiento de Cuba, ¿por qué se olvidan esas cosas? Nosotros no queremos
recordarlas, pero pasó, es triste pero pasó. Y ahora les arrebatan la cuota.
¿Es que han hecho una revolución socialista? Que yo tenga noticias no, a no ser
que esté mal informado por culpa de estas agencias cablegráficas (RISAS y
APLAUSOS). Toman esas medidas, y les piden a nuestros países que aumenten las
exportaciones para buscar dólares cuando cierran los mercados, dicen: "que
todo el mundo exporte", y cierran los mercados. ¿A dónde van a exportar?
Sí, sabemos que en el mundo hay millones de
necesidades, pero los que las tienen no cuentan con dinero para satisfacerlas.
Y les exigen a los países latinoamericanos dólares para pagar los intereses de
la deuda, ya nadie discute el capital, ni a ellos les preocupa, porque saben
que cada ocho o nueve años recuperan el capital y lo vuelven a recuperar, y en
30 años lo recuperan tres veces y media. Se pueden olvidar del capital, que con
los intereses solamente resuelven el problema.
¿Dónde van a exportar? Viene, además, el
Fondo Monetario y dice: "reduzcan las importaciones". Pero, ¿cómo van
a aumentar las exportaciones, si como se dijo aquí —y todo el mundo sabe— hacen
falta determinados insumos, equipos, piezas de repuesto para incrementar la
producción y aumentar las exportaciones? y si lograran ese milagro, ya algunos
países lo lograron por un año, eso no se puede lograr mucho más de un año, se
acaba el stock de materias primas, de piezas, de equipos, hay que reemplazar.
Ya no hablo de desarrollo; aquello dura un año, lo que dura un relámpago. Dicen
sin embargo: "Sí, importen menos." De dónde van a sacar para
incrementar las exportaciones; y si las incrementan, dónde está el mercado; y
si las incrementan y hay mercado, qué precio les pagan. Sabemos que en el año
1984 los países latinoamericanos exportaron mercancías por 95 000 millones de
dólares; mire usted qué esfuerzo, elevar la producción de 75 000 millones a 95
000 millones, y con precios deprimidos. Ese mismo poder adquisitivo lo habrían
conseguido en el año 1980 con 75 000 millones, con un 22% menos de mercancías.
Trabajaron, se mataron produciendo más; lo fueron a exportar, y les dan el
mismo poder adquisitivo que les daban por el 22% menos de mercancías cuatro
años antes. ¿Qué país y qué economía se puede adaptar a esas catástrofes y a
esos efectos?
Y luego viene el Fondo Monetario
Internacional y dice: "No, además, quiten la barrera arancelaria." A
todo el mundo le aconsejan la receta de Chicago o una parecida. El Fondo Monetario
siempre perteneció a la Escuela de Chicago, por lo que se ve. "¡Quiten las
barreras, compitan!" La competencia de que hablaba Rodomiro Tomic ayer,
entre el león y el cordero. Cuando pasé por allí le pregunté: Rodomiro, ¿cómo
tú dijiste, entre el león y la foca? Dice: "No, no, no me tergiverse, yo
dije entre el león y el cordero, y entre el tiburón y la foca." Correcto,
dos ejemplos excelentes que puso ayer en su brillante intervención nuestro
amigo Tomic.
Bueno, compitan. ¡Ah!, van a competir con las
máquinas robot de Japón y con la producción automatizada. Por eso fue que,
según me contó un uruguayo, hasta la fabriquita que tenían de hacer adornos
para la cabeza la pusieron a competir con una transnacional de Corea del Sur, y
a los pocos días estaba arruinada la fábrica, cerrada y se encontraron
importando los adornos para la cabeza desde Corea del Sur. Esa es la receta.
Dicen: "Quiten las barreras arancelarias", mientras ellos, los países
industrializados, las elevan con relación a nuestros productos.
Todas estas son realidades que no debemos
olvidar. Si nos olvidamos del intercambio desigual, si nos olvidamos de las
tasas excesivas de interés, si nos olvidamos de todos los trucos y todos los
actos de piratería que están cometiendo, entonces pudiera uno empezar a soñar
un día, un solo día nada más, que la deuda se puede pagar. Pero es que hay
otras muchas realidades, y cuando partimos de esas realidades, y les estoy
hablando de realidades económicas, resulta imposible.
Ahora, ¿las fórmulas técnicas resuelven? No,
no resuelven las fórmulas técnicas, ninguna. Precisamente en la entrevista de
"Excelsior" trato de explicar distintas hipótesis, y en esa ocasión
establecí cuatro hipótesis. Nuestro amigo Juan Bosch aquí partió de esas cuatro
hipótesis para explicar el problema en Santo Domingo, qué ocurriría con la
deuda dominicana. En ninguna de las variantes el problema tenía solución.
Ahora se ha planteado una nueva fórmula. Yo
había analizado la de pagar con el 20% de las exportaciones, y demostraba que
no resolvía el problema de la deuda. Ahora surgió la fórmula, planteada por el
nuevo gobierno de Perú, del 10%. Indiscutiblemente que es un paso adelante
plantear esa fórmula con relación a lo que está ocurriendo, plantear que no se
va a discutir con el Fondo Monetario y que se va a pagar solo con el 10% de las
exportaciones. Se sabe cuáles son las exportaciones de Perú, exactamente 3 100
millones de dólares; importaciones, 2 900 aproximadamente; deuda, ya se sabe,
unos 14 000 millones, se explicó aquí. Solo de intereses hay que pagar más de 1
000 millones cada año. Al Fondo Monetario y al imperialismo no les agrada nada
que alguien plantee que va a pagar con el 10%. Pero, ¿la fórmula del 10%
resolvería este problema? Estoy hablando solo en términos económicos, en
términos aritméticos. No resuelve, y se demuestra claramente. Les pedí a unos
compañeros que fueran a la computadora y me hicieran los cálculos —yo, como
ustedes saben, no tuve tiempo, porque estaba aquí reunido con ustedes— y les
señalé otras cuatro hipótesis.
El gobierno de Perú dice que va a pagar con
el 10% durante un año. Yo digo: bien, que no sea durante un año, que América
Latina aplique la fórmula de pagar solo con 10%, no un año, sino 20 años, ¿qué
pasaría? Suponiendo que haya 20 años de gracia, nada de amortizar capital y se
pague solo el 10% de las exportaciones por los intereses de la deuda y, aunque
estas exportaciones crecieran por encima de 100 000 millones al año— todavía no
se exportan 100 000 millones, suponiendo que crecieran por encima de 100 000
millones—, que el pago de intereses no rebasara los 10 000 millones anuales, la
tasa de interés aproximadamente igual a la actual y que no se contraigan nuevos
préstamos, ¿qué pasaría?, ¿al cabo de 20 años cuál sería la situación? Toda la
América Latina, aplicada esta fórmula al conjunto de países, habría pagado, en
20 años, 200 000 millones de dólares. Y al cabo de 20 años —cuando se sumaran
el capital y los intereses y, a su vez, los intereses capitalizados empezaran a
cobrar intereses—, con esta fórmula del 10% y suponiendo que nunca pagaran más
de 10 000 millones por año, la América Latina deberá —déjenme explicarles,
porque hay el millón, el billón y el trillón; el español le llama billón al
millón de millones—: 1 billón 849 149 millones de dólares, más de cinco veces
lo que debe hoy. Ese sería nuestro brillante porvenir con esta fórmula dentro
de 20 años, y habríamos pagado, contante y sonante, 200 000 millones. ¡Lo que
se puede hacer con 200 000 millones bien invertidos! Estoy hablando de millones
bien invertidos, no fugados, ustedes lo saben.
Una segunda variante, esta es una variante
milagrosa: supone 20 años de gracia, que se paguen los intereses de la deuda
con el 10% del valor de las exportaciones, sin ponerle límite, aunque pase de
100 000, llegue a 200 000 de exportaciones al año y la rebase; que la tasa de
interés se mantenga como la actual y que las exportaciones se incrementen en la
cifra fabulosa del 10% por año durante 20 años. Podríamos preguntarles a los
dominicanos, a cualquier país, si, en absoluto, pueden aumentar las
exportaciones, durante 20 años, al 10% por año, como tasa promedio anual, sin
recibir además un solo nuevo préstamo.
¿Qué pasaría al cabo de 20 años? Pues al cabo
de 20 años, con ese 10% de las exportaciones que aumentan un 10% por año, se
habrían pagado 572 752 millones de dólares de intereses. ¿Y saben cuánto se
debería en ese fabuloso e hipotético caso?, 1 198 715 millones de dólares,
aproximadamente cuatro veces lo que se debe hoy, otro "brillante" porvenir.
Eso es lo que dicen las matemáticas: Pitágoras, Euclides, toda esa gente que
mencioné.
Otra variante milagrosa, que los intereses se
reducen al 6% y que, desde luego, no se paga más de 10 000 por año. Como en la
variante uno, se pagarían 200 000 millones en 20 años, y al final —y suponiendo
que se establezcan unos intereses que son la mitad de lo que son hoy— se
deberán 786 712 millones de dólares. Un "brillante" porvenir, hemos
"salido" de la dependencia totalmente. Habría que buscar a alguien
que hiciera la cuenta, cuánto tardarían en contar la deuda en esa hipótesis.
Una cuarta variante, la "perfecta"
ya: que sin un solo centavo nuevo de préstamo logren el milagro de encontrar
los mercados, los precios, todo, para incrementar las exportaciones a una tasa
promedio del 10%, durante 20 años, con un 6% de interés y pagando los intereses
de la deuda con no más del 10% de las exportaciones cada año; esa es la
"superóptima". ¿Qué pasaría al cabo de 20 años? Habrían pagado 427
292 millones de dólares por concepto de intereses y todavía la deuda pendiente
será de 444 681 millones. Una cosa fabulosa, casi 100 000 millones más que lo
que se debe ahora, ¡"brillante" porvenir!, después de hacer toda
clase y todo género de milagros. De modo que no es una cosa caprichosa.
Si en vez del 10% ponen el 5% de las
exportaciones, ocurre lo mismo y la deuda crece más.
El problema hay que entenderlo bien: la deuda
es un cáncer, entiéndase que es un cáncer que se multiplica, que liquida el
organismo, acaba con el organismo; es un cáncer que requiere una operación
quirúrgica. Toda solución que no sea quirúrgica, les aseguro, no resuelve el
problema (APLAUSOS). No se puede dejar una sola célula maligna; si dejan
células malignas, hay metástasis, se reproduce el tumor y acaba rápidamente con
el organismo. Hay que entenderlo, es ya una enfermedad irreversible.
Algunos hablaron aquí de enfermedades, de
virus, de cosas parecidas. Monseñor Méndez Arceo habló del virus de las
campañas anticomunistas, otros emplearon otras imágenes. Bueno, pues no hay
nada más parecido a un cáncer que la deuda externa, y por eso, todo lo que se
deje de ese tumor maligno, la mitad, un quinto del tumor maligno, el 1% del
tumor maligno, propicia su reproducción.
El imperialismo ha creado esa enfermedad, el
imperialismo ha creado ese cáncer, y tiene que extirparse quirúrgicamente,
totalmente. No le veo otra solución. Todo lo que se aparte de esa idea,
sencillamente se aparta de la realidad, toda fórmula técnica ante estas
realidades, todo paliativo no tiende a mejorar, tiende a agravar el mal.
Por otro lado, el intercambio desigual es
cada vez más desigual. Creo que eso lo comprende hasta un muchacho de primer
grado, al que le enseñen a contar un poquito y le den una idea de lo que es un
millón.
Eso es lo que demuestra cualquier análisis
que se haga de la situación.
Pero bien, ¿cómo resolver esto? Se ve que hay
un cáncer, se ve que hay que resolver quirúrgicamente el problema, y uno se
pregunta de dónde van a salir los recursos para esta operación, que fue lo
primero que yo me pregunté, meditando sobre esto: ¿Dónde están los recursos? Se
ve claro que en el mundo existen los recursos para resolver este cáncer que
está afectando la vida de miles de millones de personas, ¡y que mata! Yo estoy
seguro de que mata más que el cáncer humano, cuando analizamos todos los niños
que se mueren en el Tercer Mundo en el primer año de vida, cuando analizamos
todos los que se mueren en los primeros cinco años de vida y los que mueren
entre 5 y 15 años, cuando calculamos el promedio de vida de muchos países, como
consecuencia de la subalimentación y la desnutrición. Y sin contar algo
terrible: la cantidad de inválidos físicos e, incluso, inválidos mentales. Ayer
se habló aquí de decenas y de cientos de millones de niños que crecen con sus facultades
mentales limitadas por problemas de desnutrición.
¿El cáncer humano causa tanto daño? Sin
embargo, los médicos recomiendan la extirpación cuando hay un cáncer. ¡Esto
mata mucho más que el cáncer!
Entonces, ¿hay recursos? Sí, hay recursos, ¿a
qué se dedican? A preparar la muerte de la gente, a la guerra, a la carrera
armamentista, a los gastos militares. ¡Un millón de millones! En un solo año,
el mundo desperdicia, en el juego de la guerra y en los gastos militares, un
millón de millones de dólares, más que toda la deuda externa del Tercer Mundo
completa. ¿No tiene una lógica elemental?, ¿no lo puede comprender cualquier
ser humano?, ¿cualquier ciudadano, cualquiera que sea su ideología, no puede
comprender que valdría la pena liquidar esta deuda con una parte pequeña de los
gastos militares? Porque nosotros no hablamos de la deuda de América Latina,
hablamos de la deuda del Tercer Mundo. Como máximo, y en dependencia de los
intereses, un 12% de los gastos militares serían suficientes.
Pero, además, en los gastos militares están
los recursos para el Nuevo Orden Económico Internacional, para establecer un
sistema de precios justos para todos los productos del Tercer Mundo, para poner
fin al ignominioso método del intercambio desigual. ¿A cuánto pudiera ascender
todo esto? Bueno, grosso modo, unos 300 000 millones de dólares por año, se
incrementaría el poder adquisitivo de los países del Tercer Mundo, que no van a
guardar el dinero, tienen demasiada hambre y demasiadas necesidades para
guardar el dinero, lo van a invertir en industrias y lo van a gastar de alguna
forma. Todavía quedarían 700 000 millones de dólares para gastos militares, que
alcanzarían para destruir varias veces al mundo, desgraciadamente, todo lo cual
constituye una inmensa locura. En el mundo existen esos gastos. Debemos tomar
conciencia de que existen los recursos para resolver este terrible cáncer, que
mata a tantas decenas de millones y que invalida a tanta gente todos los años,
que hace desgraciados a tantos millones de personas. Por eso asociamos las dos
cosas: no se resuelve el problema con anular la deuda, con abolir la deuda;
volvemos a estar igual, porque los factores que determinaron esta situación
están ahí presentes. Y nosotros hemos planteado esas dos cosas muy asociadas: la
abolición de la deuda y el establecimiento del Nuevo Orden Económico
Internacional.
Planteamos algunas otras ideas, porque esto
hay que instrumentarlo. ¿Cómo instrumentarlo? Hay que hacer conciencia; primero
tenemos que hacer conciencia entre nosotros, los países de América Latina y el
Caribe; pero hay que hacer conciencia no solo entre nosotros, sino en todos los
países del Tercer Mundo, es lo que puede darnos la fuerza; hacer conciencia
incluso en los países industrializados; hay que llevarle un mensaje a la
opinión pública de los países industrializados, demostrarle que lo que viene
ocurriendo es una gran locura; hay que dirigirles un mensaje a los
trabajadores, a los estudiantes, a los intelectuales, a las mujeres, a las
capas medias. Ellos tienen otros problemas, y tal vez la cura de nuestro
problema pueda ayudar a resolver algunos de los problemas de ellos.
Es muy importante decirle a la opinión
pública de los países industrializados: estas fórmulas que se plantean no los
van a afectar, no van a incrementar las contribuciones, los impuestos, no hace
falta si se utilizan recursos de los gastos militares.
Tenemos que enviarles un mensaje a los
depositantes en los bancos. Cuando ellos dicen que cualquiera de estas fórmulas
arruina el Sistema Financiero Mundial, hay que decirles: ¡No!, eso es mentira.
Si los recursos para resolver el problema de la deuda y del Nuevo Orden
Económico se sacan de los gastos militares, entonces ningún depositante va a
perder su dinero.
No debemos olvidar que hay millones de ellos
en el mundo capitalista industrializado, incluso obrero, capas medias,
profesionales, mucha gente, y les dicen que las fórmulas que se están
proponiendo van a traer la bancarrota del sistema bancario y van a perder su
dinero los que lo tienen depositados en los bancos.
Hay que llevarles un mensaje a los obreros,
cuyo azote es el desempleo, porque es el azote de Europa, el azote de Estados
Unidos, y decirles: esta fórmula elevaría el poder adquisitivo de los países
del Tercer Mundo, las industrias estarían más utilizadas y habría más empleo en
los países industrializados.
Alguno por ahí mostró un artículo, que por
cierto, decía: "Castro, keynesiano." No sé si lo pregunta o lo
afirma. Yo voy a decir la verdad: ni me acordé de que había existido Keynes
cuando me puse a meditar en estas realidades. Puede haber una cierta
coincidencia en el hecho de que el incremento del poder adquisitivo de toda esa
enorme masa de necesitados del Tercer Mundo, desde luego, va a incrementar el
comercio y va a incrementar las exportaciones, va a incrementar el empleo en el
mundo capitalista desarrollado. ¡No se va a salvar el capitalismo!, porque el
capitalismo no tiene salvación posible; el problema para el Tercer Mundo
consiste en que no nos vayamos a morir nosotros primero que el capitalismo
(APLAUSOS). Ese es el problema.
Si siguen matando de hambre al Tercer Mundo,
si siguen invirtiendo esas cuantiosas sumas en armas, en cuestión de días
pueden liquidar la vida sobre la Tierra. Es posible que antes de que se acabe
el capitalismo se acabe la humanidad, y bien valdría la pena ponerle una camisa
de fuerza, una pequeña camisa de fuerza, y decirles: no gasten un millón de
millones, gasten solamente 600 000, 700 000 millones. Todavía les queda dinero
para las locuras, para muchas de las locuras que están haciendo.
Yo creo que el mundo subdesarrollado, el
Tercer Mundo, pudiera imponerle eso, sí; ¿vamos a renunciar a la idea de
luchar?, ¿vamos a ser pesimistas, vamos a creer que de nada valen la opinión,
nuestra conciencia, nuestra voluntad, incluso nuestra capacidad de ganar la
opinión pública de los países industrializados?
Porque ellos tienen dos problemas y dos
grandes temores. El hombre del Tercer Mundo no tiene casi tiempo de acordarse
de la guerra, porque se está muriendo virtualmente todos los días; los del
mundo rico, que tienen muchas cosas bellas, magníficas, excelentes ciudades,
grandes comodidades, están más o menos bien alimentados. Ellos tienen, sin
embargo, dos grandes preocupaciones: la guerra y el desempleo. Creo que es
absolutamente correcto, es la táctica correcta, asociar nuestros problemas,
constituidos por el subdesarrollo, la pobreza, todas estas calamidades sociales
de que se ha hablado aquí, con las preocupaciones de la opinión pública del
mundo industrializado: en primer término, el peligro de guerra, porque sí
tienen tiempo de pensar lo que puede significar una guerra, y ven con claridad
que toda esa locura de acumular cada vez más decenas de miles de armas
nucleares puede conducir, y sin duda que si eso no se detiene va a conducir a
un gran desastre.
Podemos asociar nuestras preocupaciones con
las preocupaciones por la paz y por el desempleo que existe en el mundo
industrializado. Debemos ser capaces de trasmitir ese mensaje.
Y hay mucha gente en esos países que piensa.
No todos son propietarios de transnacionales, no todos son belicistas; creo que
esta lucha puede ayudar a aislar a los belicistas, a los partidarios de la
guerra.
Desde luego, el imperialismo necesita las
armas. Alguien planteaba aquí —no sé si fue López Michelsen, o tal vez
Capriles— si nosotros estamos planteando el desarme, el cese de la carrera
armamentista no solo para el Occidente, sino también para los países
socialistas. Cuando estuvo de visita en nuestro país el presidente de Ecuador,
Febres Cordero, y yo estaba planteando estos problemas, él me hizo la pregunta:
"¿Eso significa acaso que tienen que desarmarse solo los
occidentales?" "No, no." Le dije: "Mire, si realmente
estuviera planteando esto con la idea de que Occidente se desarmara
unilateralmente mientras los países socialistas continuaran armándose, no sería
honesto lo que estaría diciendo, no merecería ningún respeto lo que estoy
planteando" (APLAUSOS).
Lo que ocurre es que conozco cómo piensan los
países socialistas; los países socialistas sí han conocido de verdad la guerra,
mucho más de lo que la conoció la opinión pública de Estados Unidos, la Unión
Soviética tuvo en la Segunda Guerra Mundial, 20 millones de muertos; Polonia, 6
millones de muertos; Yugoslavia, un millón y medio de muertos. El territorio de
Estados Unidos no conoció la guerra, sufrió solo algunos cientos de miles de
muertos, no tiene ni idea de lo que es la guerra, mientras el recuerdo de la
realidad de la guerra está muy fresco en la conciencia de los países del campo
socialista. Nunca les interesó la guerra. Lo rodearon de bases nucleares, lo
rodearon de acorazados, de submarinos, de bombarderos, de todas las armas, y
luego algunos se preguntan, por qué se arman. Es como si nos preguntaran a
nosotros que por qué nos armamos, con un vecino como el que tenemos,
amenazándonos todos los días. En realidad, yo les digo que un país como el
nuestro, qué menos puede hacer que prepararse para vender bien cara su vida. Y
no solo para vender bien cara su vida, ¡para hacer fracasar una agresión al
país! (APLAUSOS)
Desgraciadamente, en nuestro caso, también el
uniforme era visto con mucha desconfianza, con mucha reserva y, en general, con
temor, con odio. Hoy día cada hombre y mujer en este país tiene un uniforme.
Recuerdo lo que decía, con extraordinaria e impresionante honradez, el
sacerdote boliviano sobre sus impresiones o las ideas previas con relación a
Cuba. Claro, eso me recordaba el veneno de que hablaba Méndez Arceo, porque son
especialistas en producir toxinas con lo que él llamaba la peor forma de guerra
biológica. ¡Feliz imagen empleada para reflejar lo que es la propaganda
imperialista! Es sembrar veneno por todas partes, en grandes cantidades. Pero
hoy nuestro pueblo respeta, no es que respeta, quiere, ama el uniforme; lo
tiene todo hombre y toda mujer, porque ya el ejercicio de las armas no es de un
grupo, el ejercicio de las armas es de todo el pueblo, de todos los hombres y
mujeres aptos para combatir en este país, y las armas están en manos del
pueblo, ¡están también en las fábricas y en los centros de trabajo! (APLAUSOS)
Nadie tiene por qué temer de los uniformes o las armas, porque el enemigo nos
ha impuesto esa necesidad. Digo también que si a veces es deshonrosa la función
del militar, a veces es muy digna y muy honrosa la función del combatiente, del
soldado, sobre todo y únicamente —pudiéramos decir—, siempre que la causa del
soldado y la causa del pueblo sea la misma causa (APLAUSOS).
También nosotros sabemos lo que se puede
hacer con lo que se invierte en armas, y cuán duro es tener que invertir
cuantiosas sumas en trincheras, fortalezas, túneles, fortificaciones de todas
clases, y emplear decenas y decenas de miles de hombres en la flor de la
juventud, y de técnicos, y de equipos y de recursos en la tarea de la defensa.
Sabemos cuántas viviendas se hacen con lo que tenemos que dedicar a eso y cuántas
escuelas.
Hemos hecho escuelas por miles: primarias,
secundarias, tecnológicas, todos los niños y jóvenes de este país tienen
escuelas; sin embargo, queremos hacer también escuelas de arte, una por
provincia, vocacional y otras profesionales. Ahí va nuestro programita adelante
poco a poco, porque nunca se satisfacen las necesidades, son ilimitadas; cuando
has resuelto la escuela, el hospital, los medicamentos, entonces faltan casas,
y cuando tienes las casas faltan otras cosas, faltan lugares de recreación y
tienes que invertir en eso. Cuando ha llegado ya a un nivel de escolaridad de
casi 9no grado, como el que tiene nuestro pueblo hoy día, se desarrollan otras
aspiraciones culturales, y todas las provincias quieren tener sus escuelas de
arte, sus grupos de teatro, de música y de danza.
¿No estarían mucho mejor invertidos en esas
cosas los recursos que nosotros hemos tenido que gastar en estos 20 años en la
defensa? ¿Para qué queremos las armas? ¿Para qué quiere un país socialista las
armas? ¿Para qué necesita de carrera armamentista, para qué necesita de
guerras? El socialismo, tal como yo lo interpreto, y lo interpretan todos los
socialistas y lo interpreta todo verdadero revolucionario, no tiene nada que
ver con las armas. Hay que estar loco para pensar en el mundo de hoy resolver
esta contradicción por medio de las armas: la contradicción
socialismo-capitalismo.
El que necesita las armas es el imperialismo,
porque está huérfano de ideas (APLAUSOS). Para mantener este sistema oprobioso,
para mantener todas estas situaciones de las que se han hablado aquí, necesita
las armas, tiene que mantenerlas mediante la fuerza; pero si hay ideas, si
existen ideas se pueden defender esas ideas y se pueden hacer que triunfen las
ideas; las ideas no necesitan ni de las armas, en la medida en que sean capaces
de conquistar a las grandes masas. La contradicción entre socialismo y
capitalismo nadie puede pensar en resolverla por la fuerza, hay que estar loco
para pensar en eso; y los que piensan en eso son los imperialistas, por ello
mantienen bases militares en todas partes del mundo, amenazan a todo el mundo,
intervienen en todas partes.
¿Dónde están las bases militares de los
países socialistas? Estados Unidos posee cientos de bases militares, y tiene
escuadras en todos los océanos del mundo. Aquí se ha hablado de Diego García, y
se ha hablado de las Malvinas donde han instalado una base, quiere otra por
allá, para sus locuras de la guerra de las galaxias, a 4 000 millas de Chile,
en la Isla de Pascua. Está todos los días instrumentando la obsesión de buscar
una isla, un islote, un pedazo de tierra, algo, para mantener su sistema de
predominio por la fuerza, un sistema de saqueo sobre el mundo. Sí existe una
filosofía de que al mundo hay que mantenerlo bajo el saqueo, y como el saqueo
no se puede mantener más que por la fuerza, eso es lo que explica esa filosofía
y esa fe ciega en las armas.
Si el socialismo no aspira a quitarle nada a
nadie, ni un pedazo de tierra a nadie, ni explotar el trabajo y el sudor de
nadie, realmente, ¿para qué necesita armas? Solo el imperialismo con sus
continuas agresiones y amenazas es responsable de nuestros gastos en armas.
Parto de esa concepción y sé que todos los
países socialistas conocen perfectamente lo que pueden hacer con esos recursos
que se dedican a las armas. Y cuando lo digo con una completa seguridad no es
que yo les haya escrito una carta a los dirigentes de los países socialistas
preguntándoles si puedo plantear esto, o si están de acuerdo o no con esto,
sino que la más elemental lógica me indica, me dice, me da la seguridad de que
ese es el pensamiento socialista, y estoy seguro de que los socialistas, que no
tienen los problemas que tienen los países del Tercer Mundo —aunque hay algunos
países socialistas del Tercer Mundo—, también tienen una enorme preocupación
por los peligros de guerra. No tengo la menor duda, y lo sé por las
declaraciones que han hecho y sé cómo piensan, de que los países socialista
apoyarían también al Tercer Mundo en esta lucha por resolver la crisis económica,
el problema de la deuda y el Nuevo Orden Económico Internacional (APLAUSOS).
Cuando hablamos de abolir la deuda, hablamos
de todas las deudas que tiene el Tercer Mundo con el mundo industrializado, no
excluyo a los países socialistas (APLAUSOS). Cuando hablo del Nuevo Orden
Económico Internacional y precios justos, no excluyo —ni mucho menos—a los
países socialistas, y estoy seguro de que para ellos significará sacrificios,
pero comprenderán y apoyarán.
Mencioné aquí la cuestión de los Derechos del
Mar. Yo recuerdo cuando comenzó esa lucha por Perú, por Ecuador, por Chile, por
México, ya los países socialistas tenían grandes flotas que pescaban en alta
mar, ya nosotros, incluso, habíamos desarrollado una flota importante.
Históricamente pescábamos en las inmediaciones de las costas de México, de
Estados Unidos, de Canadá, de todas partes, cuando los límites de las aguas
económicas eran 12 millas. A nosotros nos perjudicaban las 200 millas, sin
embargo, nosotros no tuvimos ninguna vacilación en apoyar a los países
latinoamericanos y del Tercer Mundo en esa demanda, en hablar con los países
socialistas, en pedir que apoyaran, y los países socialistas apoyaron la
demanda de las 200 millas. Lo conocen los peruanos, Mercado Jarrín, conoce eso,
y lo conocen los que estuvieron en esos gobiernos. Y se afectaban
considerablemente, puesto que tenían ya miles de millones invertidos en grandes
flotas pesqueras. Nosotros nos afectábamos y fuimos de los que más defendimos
lo de las 12 millas. Ahora se llegó a un acuerdo, pero Estados Unidos quiere
ser dueño de todos los fondos marinos, fuera de las 200 millas, y exigen el
privilegio de que sus transnacionales usando y abusando de sus tecnologías
puedan explotar sin restricción alguna esos recursos para obtener cromo barato,
minerales baratos, más baratos todavía, para arruinar aún más al Tercer Mundo
que no tiene esas tecnologías para ir al Océano Pacífico, al Indico o al
Atlántico a buscar minerales. ¿Qué porvenir nos depara?
En los acuerdos sobre los Derechos del Mar se
contempla que las inversiones beneficien a todos los países. Estados Unidos no
quiere aceptarlo, igual que algunos otros aliados suyos.
Yo no tengo la menor duda de que los países
socialistas apoyarán esta causa; ahora, es muy importante que estemos conscientes
de que esta no es una lucha solo de América Latina, debe ser una lucha de todo
el Tercer Mundo, porque es lo que nos da la fuerza. Tienen los mismos problemas
y algunos los tienen peores que nosotros, solo que América Latina es la que
puede liderear esta lucha, es la que tiene más desarrollo social, incluso, más
desarrollo político; una mejor estructura social, millones de intelectuales, de
profesionales, decenas de millones de obreros, de campesinos, un nivel de
preparación política, habla un mismo idioma.
Los africanos están en una situación más
desesperada: ellos deben casi 200 000 millones, pero están peor todavía, más
dependientes de los alimentos que les envían de cuando en cuando en medio de
hambrunas desesperadas, una situación más terrible todavía, si cabe, que la de
América Latina. Pero todos los países del Tercer Mundo, los que luchan en las
Naciones Unidas, en el Grupo de los 77, los que lucharon por el Nuevo Orden
Económico Internacional, tienen una conciencia de estos problemas.
En América Latina se habla casi un único
idioma. Es verdad que aquí había interpretaciones en francés, inglés,
portugués; los de habla portuguesa, que constituyen una parte importante de la
población latinoamericana, escuchaban perfectamente en español y entendían, y
nosotros los entendíamos a ellos cuando hablaban portugués; e, incluso, algunos
de los países de habla inglesa, como el de Belice y el de Curazao, donde hablan
papiamento —creo que así se llama el idioma que hablan—, incluso el de Haití,
hablaron español aquí. De modo que la comunicación que existe en esta región no
existe en ninguna otra región del Tercer Mundo: ni en Asia, ni en Africa, ni en
alguna otra parte. Indiscutiblemente que la región del mundo que está en
mejores condiciones de librar esta lucha es la América Latina, sería muy
difícil en Africa poder hacer una reunión como esta que se ha hecho aquí, o en
cualquier otra parte del Tercer Mundo. Es decir, hay un desarrollo político
mayor, una estructura social mejor para esta lucha y la América Latina tiene
mucha más potencialidad, no solo económica, sino también política.
Estos son principios básicos. No se trata de
una sola idea, no es la sola idea de abolir la deuda; esto está asociado a la
idea del Nuevo Orden. En la América Latina está asociado además a la idea de la
integración, porque, incluso, si se logra la abolición de la deuda, si se
alcanza el Nuevo Orden Económico, sin integración nosotros seguiríamos siendo
siempre países dependientes. Si Europa no concibe que pueda vivir sin la integración,
cómo pueden concebirlo estos países, numerosos países de diversos tamaños y
niveles de desarrollo, unos son mayores que otros. Brasil, desde luego, tiene
más posibilidades, pero aun Brasil necesita de la integración; Brasil necesita
del resto de América Latina y el Caribe, y el resto de América Latina y el
Caribe necesita de Brasil. Todos los países de este hemisferio necesitan la
integración, por eso se habla de integración económica, que es otro de los
puntos señalados por nosotros. Eso es esencial, elemental. Son ideas básicas.
El problema de cuándo y cómo se va a instrumentar todo eso, es otra cosa. Yo
creo que en la medida en que estas ideas salgan de las torres de marfil; en la
medida en que estas ideas se hagan ideas de las masas, de la opinión pública,
del pueblo; en la medida en que estas ideas se hagan las ideas de los obreros,
de los campesinos y de los estudiantes, de los intelectuales y de las capas
medias de América Latina, estas ideas, más tarde o más temprano, triunfarán,
entre ellas la idea de la integración económica (APLAUSOS).
Está claro que si en una etapa histórica a
los que les corresponde la responsabilidad de avanzar en una dirección no
avanzan, las masas los sobrepasan, avanzan, y llevan a cabo los objetivos
históricos (APLAUSOS).
Otra idea esencial es la siguiente, la idea
de la unidad que hemos venido planteando desde el primer momento: unidad dentro
de los países y unidad entre los países; dentro de los países, allí, donde haya
las mínimas condiciones de unidad, y hoy se dan, por suerte, en la mayoría de
los países de América Latina, no en todos, eso lo he explicado muy
cuidadosamente. Nadie concibe una unidad con la tiranía de Pinochet, o con la
de Stroessner, y hay algunos otros casos, pero no son tan abundantes. Es la idea
de la unidad dentro, porque se necesita fortaleza interna para librar esta
lucha, y la unidad entre los países de América Latina, y entre todos los países
del Tercer Mundo, porque se necesita fortaleza externa. Buscar unidad con
ciertos países industrializados, y estoy seguro de que esta lucha podría contar
con el apoyo, incluso, de numerosos países industrializados, los que no son
centro de poder mundial y que, en cierta forma, han sido afectados también por
las políticas monetaristas y aventureras de la actual administración del
gobierno de Estados Unidos.
Más bien creo que si esta lucha se lleva
consecuentemente adelante, se quedan aislados Estados Unidos, con unos pocos
socios, los mismos que se oponen a las sanciones al apartheid en Sudáfrica, los
mismos que se oponen a firmar los Acuerdos sobre los Derechos del Mar. Estoy
seguro de que si esta lucha se lleva adelante, hasta las últimas consecuencias,
ellos se quedan aislados; por eso, van a tratar de dividir por todos los
medios, amedrentar, intimidar. No tiene nada de extraño que en su nerviosismo
hayan lanzado la cascarita de plátano que le lanzaron a Perú, y la provocación
que le acaban de hacer a ese país.
Ahora bien, una cuestión importante, que se
planteó aquí, por eso me he visto en la necesidad de extenderme. Díaz Rangel
planteó —y es la segunda vez que me hace la trampa, porque ya en la reunión de
los sindicatos hizo lo mismo, planteando una interrogante desde la tribuna;
digo la trampa en el buen sentido, no en el sentido imperialista de la palabra—
la cuestión relacionada con el diálogo, si debía dialogarse o no; yo mismo me
puse a revisar un poco qué dije sobre esto; sé lo que dije, pero quise verlo
con precisión, desde que hablé ya más ampliamente de este tema, qué dije.
Al hablar de estos problemas en la entrevista
al periódico "Excelsior" —ustedes la tienen, porque ustedes han
recibido muchos materiales; hay abundantes folletos de esos y ustedes tenían
acceso, aunque tiempo estoy seguro de que no habrán tenido mucho, creo que ni Díaz
Rangel lo ha tenido, porque si él lo hubiera leído bien, no planteaba la
cuestión aquí, no preguntaba sobre el asunto (RISAS)— yo decía:
"Bloquear económicamente al Tercer
Mundo, o intervenirnos por cuestiones de deuda, como hicieron en las primeras
décadas de este siglo en Haití, República Dominicana y otros países; repartirse
de nuevo el mundo para asegurar el suministro de materias primas y los
mercados, como ocurría en otras épocas, hoy es absolutamente imposible.
"La lucha por una demanda tan racional
como la solución del problema de la deuda externa y relaciones económicas
justas entre los países del Tercer Mundo y el mundo industrializado, es tan
esencial para la supervivencia y el porvenir de los pueblos de América Latina,
que contaría, sin duda, con el apoyo de todas las capas sociales y generaría
una gran unidad interna en todos los países; así como también, con toda
seguridad, una gran unidad de todos los países latinoamericanos, y contaría,
sin la menor vacilación, con el apoyo entusiasta y decidido de todos los países
en desarrollo de Asia y Africa.
"No albergo la menor duda de que,
incluso, numerosos países industrializados apoyarán estos reclamos. Tampoco
tengo dudas de que lo ideal y lo más constructivo, es que estos problemas sean
resueltos mediante el diálogo político y las negociaciones. Sería la forma de
llevar adelante, ordenadamente, soluciones esenciales. De no ser así, no hay
dudas de que un grupo de países" —fíjense en esta idea, es muy
importante—, "arrastrados por situaciones desesperadas, se verán obligados
a adoptar medidas unilaterales. No es deseable que eso ocurra; pero, si ocurre,
tampoco tengo la menor duda de que a ese grupo se sumarán todos los demás
países en América Latina y en el resto del Tercer Mundo" (APLAUSOS).
Esa idea se vuelve a reiterar en una
entrevista con un académico y un legislador norteamericanos, de la cual van a
editar un libro, sobre todo con las partes económicas; también está impresa.
Aquí se dice:
" ...los países industrializados no
tienen en estos momentos ninguna fórmula racional, efectiva, para enfrentar la
crisis, no la tienen.
"Yo creo que la dificultad principal
está en la incomprensión de la naturaleza y la gravedad del problema. (...)
ayudaría, incluso (...), a las empresas que comercian con esos países, a las
empresas que producen mercancías para esos países, y los estados de los países
acreedores no sufrirían ningún daño económico sino, por el contrario,
incrementarían sus niveles de empleo y la utilización de sus capacidades
industriales; sus bancos no sufrirían pérdidas, sus contribuyentes no tendrían
que pagar impuestos adicionales.
"Si esto se entiende, si hay conciencia
de esto, yo creo que se facilitaría considerablemente el camino de la solución,
mediante diálogo, mediante acuerdos entre los países industrializados y los
países del Tercer Mundo. Y como le decía anteriormente, lo único que se afecta
es la demencial carrera armamentista, la frenética locura de las armas y de la
guerra, y eso desgraciadamente en muy poco volumen. Es una medida saludable,
porque empezaríamos a vencer la más bochornosa y peligrosa enfermedad de
nuestra época. Si el Nuevo Orden Económico Mundial, proclamado y acordado por
las Naciones Unidas, se aplica como complemento indispensable de la cancelación
de la deuda, ello sí implicaría una mayor reducción de los gastos militares.
"Si no se logra éxito en esto, ¿qué va a
ocurrir?, que en vez de alcanzarse por un acuerdo negociado entre las partes,
los países del Tercer Mundo lo van a imponer, no le quepa la menor duda. La
esencia es esta: materialmente es imposible pagar la deuda y sus intereses; por
esta razón tan elemental como comprensible, no podrá pagarse, costaría ríos de
sangre imponer a los pueblos los sacrificios que esto implicaría, a cambio de
nada. Ningún gobierno tendría poder suficiente para conseguirlo. Es una
cuestión que bien vale la pena ser analizada, discutida y resuelta de común
acuerdo entre acreedores y deudores, y no hay que olvidarse ni por un instante
que la iniciativa está ahora en manos de las naciones a quienes se les exige
tan monstruoso sacrificio.
"Si los países deudores del Tercer Mundo
se ven obligados a decretar unilateralmente una suspensión de pagos, los países
industrializados se quedarán sin la menor alternativa de acción posible. Un
bloqueo económico, una invasión del Tercer Mundo, un nuevo reparto del globo,
como en los siglos pasados, para asegurar las materias primas y los mercados, o
cobrar la deuda, toda persona racional comprende que eso es sencillamente
imposible. No podrían siquiera bloquear económicamente un solo país o grupo de
países que se declararan en suspensión de pagos, porque suscitaría de inmediato
la solidaridad de los demás.
"Somos una gran familia, y los tiempos
han cambiado mucho. Algunas locuras han quedado atrás, y otras, como varias de
las que hemos analizado en esta entrevista, no tardarán mucho en
seguirlas."
Es decir, nosotros no hemos hecho una
declaración de guerra a los países industrializados, les estamos diciendo lo
que está pasando y lo que va a pasar. Yo digo: Es preferible que tomen
conciencia de esto y nos sentemos a conversar, pero no conversar para pagar la
deuda —entiéndase bien—, conversar sobre el Nuevo Orden Económico Internacional
(APLAUSOS). Para imponerles una abolición de la deuda no es estrictamente
indispensable conversar, pero para discutir el Nuevo Orden Económico es
indispensable conversar, y si las bases están claras se puede conversar de las
dos cosas: cómo se va a abolir la deuda, de qué forma. Les hemos ofrecido
remedio para ellos mismos, para sus bancos. Debieran estar agradecidos de que
decimos: bueno, va a pasar esto, y les estamos proponiendo soluciones para sus
propios problemas.
Sigo pensando que lo ideal era que tomaran conciencia.
¿Pero acaso creo que la van a tomar? Claro, ahora están preocupados más que
nunca, han empezado de verdad a preocuparse, y es bueno, es muy bueno que estén
preocupados, lo malo es que sigan indiferentes por completo en medio de esta
tragedia.
Si están conscientes, si entienden bien esto,
y que la deuda es impagable, podemos sentarnos a ver qué forma elegante,
piadosa se le da a la abolición de la deuda.
Si no toman conciencia, si la situación sigue
evolucionando por el camino que lleva, va a ocurrir —y ya vemos ciertos
amagos—, lo que hemos estado planteando: algunos países, desesperados, van a
tomar decisiones unilaterales, y entonces van a tener la solidaridad de todo el
resto de América Latina y del Tercer Mundo. Eso es seguro, de eso no tengo la
menor duda.
Está fresco todavía el recuerdo de las
Malvinas, cómo a pesar de la terrible situación política interna que había en
este país, los pueblos de América Latina no vacilaron en apoyar al pueblo
argentino, ni los pueblos del Tercer Mundo; aquí mismo en este salón había una
reunión de cancilleres de los No Alineados en aquellos días de la guerra, aquí
se conversó y se discutió con todos ellos, aquí vino el canciller argentino,
aquí conversamos con los representantes de los países del Tercer Mundo, y casi
de manera unánime apoyaron al pueblo de Argentina en la cuestión de las
Malvinas.
Y en la lucha de las Malvinas nadie tenía
nada que ganar ni perder económicamente, era una cuestión sentimental,
afectiva, una cuestión de principio, de repudio al colonialismo. Pero en este
problema que tiene que ver con la vida y con la muerte de todos los pueblos de
América Latina y del Tercer Mundo, si un grupo de países desesperados, o
incluso un grupo pequeño de países con algún peso económico inician esa batalla,
lo van a apoyar, no tengo la menor duda, el resto de América Latina y del
Tercer Mundo, diez veces más de lo que apoyaron a Argentina a raíz de la guerra
de las Malvinas (APLAUSOS).
Como parte de esta lucha, nosotros hemos
estado en contacto con los países de Africa y con los países del Tercer Mundo.
Todos estos materiales con los cuales los han agobiado a ustedes, se han
enviado a las Naciones Unidas, se han enviado muchos de ellos a los jefes de
Estado, a los jefes de Estado de los países industrializados y a los jefes de
Estado de los países del Tercer Mundo. Se ha estado trabajando y luchando,
tratando de formar una conciencia que garantice la solidaridad. Y hoy ya hubo
amagos, por poco se desata ya la solidaridad con Perú. Porque no le quepa a
nadie la menor duda, ni la más mínima duda, que si el imperialismo toma medidas
de esa índole contra Perú o cualquier otro país que se vea en la situación de
tomar medidas unilaterales, aunque no sean radicales las medidas, y adoptan
medidas de tipo económico contra ese país o contra cualquier otro en
condiciones similares, esos países tendrán toda nuestra solidaridad, y estoy
seguro de que tendrán la solidaridad de todos ustedes, de América Latina y del
Tercer Mundo. No tengo dudas de eso (APLAUSOS).
Aquí no hay cartas ocultas en la manga. Esta
es una estrategia abierta, clara y diáfana, y parte de esta estrategia ha sido
crear una conciencia; uno de los objetivos fundamentales de la divulgación de
todos estos materiales es crear conciencia para la solidaridad. Y estoy seguro,
tengo la seguridad total de que ese resorte no fallará. El imperialismo podrá
jugar con cascaritas de plátano, pero en cualquier momento resbala el propio
imperialismo con su propia cáscara de plátano (APLAUSOS).
Hay otra idea esencial, y aquí Capriles
demostró que captaba la esencia del problema cuando dijo: "Si les
imponemos una suspensión de pago o una moratoria, tendrán que sentarse a
discutir." Vio en realidad la esencia de la idea.
Entonces, ¿cómo se va a instrumentar esto,
cómo va a evolucionar? Empiezan a surgir fórmulas. Aquí se mencionó, incluso,
que ya un teórico del imperialismo planteó un Plan Marshall. Cuando yo leí eso
me reí, porque dije: El problema es tan grande que hacen falta, por lo menos,
no uno, sino veinte planes Marshall. Y no tienen dinero para eso, a no ser que
abandonen sus locuras bélicas. Ya han empezado a aparecer, como se aprecia,
fórmulas de todo tipo.
Claro, es una idea esencial que si ellos no
quieren por las buenas discutir el problema, hay que obligarlos a discutir el
problema. Eso lo que significa es que la iniciativa está de parte de los países
del Tercer Mundo. Recuerdo que cuando fui a las Naciones Unidas —y se debían
entonces 335 000 millones—, nosotros estábamos planteando, dentro de las
fórmulas de las Naciones Unidas, recursos equivalentes a 300 000 millones de
dólares adicionales para el desarrollo en la década del 80. En aquella época
estábamos pidiendo: por favor, miren, que la situación es grave, hacen falta
recursos, hay que resolver estos problemas. Pero prestaron oídos sordos, hasta
que se creó esta situación insostenible.
Ahora, como explicábamos nosotros en una
ocasión, no estamos pidiendo, sino que ahora estamos dando y no es tan difícil
dejar los brazos tranquilos, no meterse la mano en el bolsillo para extraer
recursos y no dejarse seguir saqueando. Pero no hay que usar las armas para
eso, nada, ellos no las pueden usar en esto contra los países del Tercer Mundo,
ni la guerra de las galaxias les sirve para cobrar la deuda, la deuda no la
cobran ni con armas espaciales, ni con armas nucleares, con nada podrán cobrar
la deuda. Como nosotros decíamos en las Naciones Unidas, con bombas se podrá
matar a los hambrientos, a los incultos, a los enfermos, pero no se puede matar
el hambre, la ignorancia, la enfermedad, la pobreza (APLAUSOS).
Esta vuelve a ser una lucha del espíritu, de
la conciencia contra la tecnología, y toda su tecnología frente a la realidad
de más de 100 países en esta situación, que tienen todo su derecho, que tienen
toda su razón, no les sirve de nada realmente para contrarrestar nuestra acción
unida. Es lo que nosotros estamos planteando.
Y, claro, se resolverá esto. Lo ideal es un
consenso previo. ¿Pero llegará el consenso previo de los países deudores de
América Latina antes de que se desate la crisis? Lo ideal es un consenso previo
y una discusión con los acreedores, ¿pero ocurrirá eso? El más probable
desarrollo de los acontecimientos es que se desaten crisis serias y a partir de
esas crisis demuestren interés entonces en negociar, es lo más probable. Nadie
puede predecir con exactitud; pero yo nunca he creído realmente que se va a
producir ese consenso previo antes de la crisis, aunque no lo veo imposible.
Puede ser que a medida que se agrava la situación, ese consenso previo entre
los deudores se produzca, es posible; no es imposible, lo que no lo veo muy
probable.
Ahora, si esta lucha continúa, si las masas
toman conciencia, si cada ciudadano de nuestros países entiende el problema,
las posibilidades de influir y crear condiciones favorables se incrementan; un
gobierno solo no puede librar esta lucha, entonces pudiera influirse en la idea
de que se reúnan, que adopten una política y se adopte previamente una decisión
firme y correcta.
En fin, he explicado todo esto para que ustedes
conozcan cómo pensamos y que no es una guerra declarada de antemano, pero
conocemos bien el egoísmo de los explotadores, de los saqueadores y
vislumbramos el posible curso de los acontecimientos, aunque nadie puede
asegurarlo; sin embargo, hay que estar preparado para todo, hay que estar
preparado, eso es muy importante.
He hablado fundamentalmente del aspecto
económico del problema; no voy a extenderme mucho más, porque realmente
quedaban otros tres importantísimos aspectos.
Nosotros decimos: es impagable. Pero
impagable por razones matemáticas, económicas, no implica un juicio moral del
problema, o legal, o político del problema. Pero nosotros decimos también: es
un imposible político. Los gobiernos no están en condiciones, en ningún país de
América Latina, de aplicar esas medidas del Fondo Monetario, en ninguno; ni a
sangre y fuego pueden hacerlo. Lo intenta Pinochet y se le ve envuelto en una
crisis creciente. Se conoció hoy la noticia de la renuncia del jefe de los
carabineros que llevaba un montón de años en el cargo, con motivo del brutal
asesinato de tres ciudadanos chilenos que fueron secuestrados y degollados.
Casualmente, nosotros habíamos recibido hace
tres días una carta de la familia de una de las víctimas, que dejó cuatro hijos
de 11, de 6, de 4 y de 2 años, enviaron una carta impresionante, con un
autorretrato y una impresionante poesía que hizo él y parecía que se había
hecho para él. Estos factores, sí, tres víctimas, pero ya Pinochet tiembla, se
estremece el régimen ante la protesta de la opinión mundial y sobre todo la
protesta del pueblo, la ira del pueblo, la irritación del pueblo (APLAUSOS). No
podrá mantenerse mucho más tiempo en el poder.
Los gobiernos de la apertura democrática,
¿cómo podrían aplicar esas medidas en condiciones en que los niveles de vida se
han reducido a la mitad en muchos de ellos? De México, país de régimen
constitucional estable, llegan noticias de que en los últimos 18 meses se había
reducido en un 33% el poder adquisitivo de la población y en los últimos 30 meses,
un 50%. Vemos los esfuerzos heroicos que realiza el gobierno mexicano para
tratar de salir de la crisis y pagar la deuda; sin embargo, a lo largo de 1985
ha disminuido sostenidamente el saldo imprescindible de su balanza comercial.
El superávit comercial de los tres
principales países exportadores, Brasil, México y Argentina, que en el año 1984
fue de casi 30 000 millones, este año 1985 ascenderá, apenas, a 20 000
millones, y se tienen que seguir pagando intereses ascendentes a 12 000
millones el primero, 12 000 millones aproximadamente el segundo y de 4 000 a 5
000 millones el tercero. Es una situación muy difícil, inmanejable.
A los gobiernos democráticos se les hace muy
difícil aplicar indefinidamente las medidas que impone el Fondo Monetario, cada
vez peores medidas. Significaría una crisis política en los países intentarlo,
si Pinochet a base de matar no puede ya, ¿cómo podría lograrlo un gobierno
democrático sin destruirse a sí mismo? Es un imposible político, simplemente,
cobrar esa deuda, exigirle al pueblo los sacrificios que requiere el pago de
esa deuda.
Decíamos que es un imposible moral. Casi es
innecesario abundar en ese elemento que tanto se planteó aquí, que con tanta
fuerza lo plantearon todos y, en especial, los cristianos. Es uno de los puntos
que nosotros hemos estado planteando.
Sí puede haber casos, y nosotros lo
admitimos, en que se hizo alguna inversión útil con esos créditos, una parte
pequeña del conjunto de la deuda se invirtió en cosas útiles; pero todos
sabemos que una gran parte se invirtió en armas, se despilfarró, se malversó,
se malgastó, y sabemos, además, que una gran parte se fugó, ni siquiera llegó a
la América Latina. Creo que fue el compañero Líber Seregni el que señaló que
los latinoamericanos tenían 160 000 millones de dólares depositados en el
exterior, y ese es un cálculo conservador, posiblemente sea más. El dinero se
fuga en esas condiciones económicas, con una inflación constante, una moneda
debilitada, un dólar sobrevaluado, altos intereses en Estados Unidos, no queda
un centavo, no queda nada.
Todavía en la actualidad se están fugando 10
000 millones de dólares por año, ¡diez mil millones de dólares! Pero en esos
años hubo un país —creo que fue Venezuela— donde en un período de tiempo, según
el Banco Mundial, por cada dólar de préstamo recibido salía un dólar 23
centavos; es decir, no solo salía el dólar que llegó o que no llegó a arribar a
Venezuela, sino que de las reservas o de las exportaciones de Venezuela salía
un dólar 23 centavos, a depositarse en el exterior.
¿Ese dinero va a regresar? ¿Cuáles son las
apelaciones para que lo haga? ¿Con este cuadro va a regresar? ¿Y quién puede
soñar con crear esas condiciones ideales, perfectas, tan atractivas que el
dinero, generoso, regrese a los países solito, caminando, nadando, nadando
incluso contra la corriente del Golfo? (RISAS) Eso no lo cree nadie, ni se lo
imagina nadie. Es utópico. Todas esas cosas sí son idealistas, todas esas cosas
sí son utópicas y no lo que nosotros estamos planteando.
¿Qué se hizo ese dinero? ¿A quién se lo van a
cobrar ahora? Aquí se pusieron ejemplos que son desgarradores, como cuando
Edgardo Enríquez preguntó desde esta tribuna que si él tiene que pagar el
dinero que se le entregó a Pinochet para asesinar a sus hijos, para asesinar a
su nieto y para asesinar y desaparecer a otros seres queridos.
Aquí lo dijo con elocuencia también la
compañera indígena, de Ecuador, cuando preguntó: ¿Qué habían recibido en sus
comunidades, si una escuela, si un hospital o algo parecido? Ahora tenían que
pagar.
Mucha gente explicó todos esos aspectos morales.
Alguien dijo, creo que fue el de Belice, que la legislación inglesa establecía
que deuda por juego no se paga, expresando con ello un elemento de carácter
legal. Yo he citado el ejemplo de que alguien pida prestado 1 000 dólares, vaya
a un casino, lo gaste y después al hijo, de cinco años, le quieran cobrar los 1
000 dólares. Esto, desde el punto de vista moral, es insostenible, y es muy
importante porque no se trata solo de que no se puede. No se puede es un
argumento bastante fuerte, pero no se debe es un argumento más fuerte todavía
(APLAUSOS). Como se dijo aquí también y se repitió, está contra los más
elementales derechos humanos.
Tanto que hablan los occidentales de los
derechos humanos y resulta que con sus métodos —y yo se lo he dicho a algunos
norteamericanos— asesinan todos los días miles de gente. ¿A quién
responsabilizar de ese millón de niños que se muere en América Latina de menos
de un año, antes de cumplir el primer año de vida? Aquí mismo, en esta sala, en
un encuentro de pediatras, el Director de la UNICEF dijo que si en América
Latina existieran los niveles de sanidad y de salud que tienen los niños de
Cuba, un nivel de mortalidad infantil no mayor de 15 por 1 000 —a 15 llevamos
el año pasado ese índice— nacidos vivos en el primer año de vida. Como hemos
reducido considerablemente los índices de mortalidad de uno a cinco años, entre
cinco y quince; como hemos prolongado los niveles de vida que están ya a la par
con los de Estados Unidos; como estamos compitiendo con ellos en índices de
salud a pesar de ser Cuba un país del Tercer Mundo, por el esfuerzo de nuestros
médicos, de nuestras enfermeras (APLAUSOS); porque la Revolución se ha ocupado
de la salud y porque no hay niños desnutridos, como no hay niños ni descalzos,
ni pordioseros, ni hay drogas, ni hay prostitución, ni hay juego en nuestro
país. Estos éxitos son conocidos (APLAUSOS).
En una conversación con Frei Betto no hace
mucho tiempo, le decía: si la Iglesia fuera a establecer una sociedad regida
por sus propios principios, haría una sociedad más o menos como esta que
estamos construyendo nosotros, porque no creo que aceptaría la prostitución, ni
el juego, ni la droga (APLAUSOS). ¿Qué puede tener más fuerza moral que la obra
humana de una revolución, que evita a las mujeres la tragedia de la
prostitución, lacre terrible en nuestros países como lo es la droga, el juego,
la mendicidad? Nosotros, como subproducto de una Revolución que ha traído
justicia al pueblo, hemos erradicado esas calamidades sociales, al igual que la
insalubridad, el analfabetismo y el desempleo.
Pues bien, ¿qué decía el Director de la
UNICEF? Que si los países de América Latina tuvieran los niveles de salud de
Cuba, se salvarían 800 000 niños todos los años, ¡ochocientos mil niños! Y si
el Director de la UNICEF, un organismo de las Naciones Unidas, dice esto, yo
pregunto: ¿Y quién mata a esos 800 000 niños de menos de un año todos los años?
(APLAUSOS) ¿Y quién mata a otros millones de niños entre 1 y 15 años? ¿Y quién
reduce los promedios de vida a 40, 45 y 50 años en tantos lugares y durante
siglos? Ha venido ocurriendo y sigue ocurriendo para vergüenza de todos
nosotros. Es la explotación, el colonialismo ayer, el imperialismo hoy, ¿y esas
vidas no cuentan? Y los millones que crecen con retraso mental o defecto
físico, ¿quién ocasiona todo eso, quién es el culpable, quién es el
responsable?
Si vamos a analizar con lógica y con
principio estos problemas, es el imperialismo.
El hecho de que haya 110 millones de
desempleados y subempleados, ¿quién tiene la culpa de eso? Hay que empezar a
buscar el culpable. No basta con estar señalando los números y las
estadísticas, sino preguntarse el porqué y preguntarse también cuánto tiempo
más puede seguir soportando esa situación.
El cobro de esta deuda y el sistema injusto de
relaciones económicas es la más flagrante y más brutal violación de los
derechos humanos que puedan concebirse. Aquí se habló de que esa deuda está
pagada, quién sabe cuántas veces, con lo que nos roban. Solo el año pasado nos
robaron 20 000 millones por esa vía del intercambio desigual, 10 000 millones
por fuga de capitales, 37 300 millones de intereses, y de 4 000 a 5 000 por la
sobrevaloración del dólar. Son 70 000 millones en un solo año, 70 000 millones
saqueados; ingresaron 10 000 millones, de inversiones, algunos préstamos, y
salieron 70 000 millones, que se pueden contabilizar. Y no está contabilizado
el daño ocasionado con las medidas proteccionistas, el dumping y todas esas
prácticas que llevan a cabo contra nuestros países.
¿Puede tener porvenir un continente en esas
condiciones? ¿Puede tener justificación semejante sistema? Además, desde el
punto de vista moral fue el Tercer Mundo, y sobre todo América Latina, quien
financió el desarrollo de Europa y de Estados Unidos durante siglos. De esas minas
de oro y de plata de que habló Guayasamín aquí, del Potosí y de muchas otras
minas, donde no fueron solo 4 millones, como dijo él que perecieron durante
siglos en el Potosí. En México solo, en los primeros años de la conquista, de 6
millones de habitantes, la población se redujo a 2 millones; 4 millones
solamente en los primeros años que siguieron a la conquista, por la
explotación, el maltrato, la esclavización y hasta por las enfermedades que
trajeron los europeos. No son 4 millones, son decenas y decenas de millones los
que han entregado su vida al trabajo esclavo, y no solo hijos de América
Latina, sino también hijos de Africa.
En Estados Unidos, la esclavitud duró casi un
siglo después de la famosa Declaración, donde proclamaron solemne e hipócritamente
que todos los hombres nacían libres, iguales y a todos les concedía el Creador
el derecho a la libertad y a la vida. Derechos sí, pero para los blancos
europeos, no derechos para los esclavos, los hombres libres traídos de Africa y
esclavizados en este hemisferio; no para los indios que fueron exterminados aun
después de la famosa Declaración de Independencia y después de sus verdades
evidentes.
¿Quién financió el desarrollo de los propios
Estados Unidos? Fueron los esclavos e indirectamente nuestros pueblos, los
indios y negros de América Latina y el Caribe que al financiar a Europa,
también los financiamos a ellos. Y ahora los continuamos financiando,
históricamente los países del Tercer Mundo hemos financiado el mundo
capitalista desarrollado. Entonces, ¿por qué no puede ser abolida esta deuda?
Ahora nos exigen que paguemos. Me recuerda lo que dijo el compañero de Haití,
que los esclavos tuvieron que indemnizar a los esclavizadores por su libertad.
Los trajeron de Africa, los separaron de las familias, los trataron de la peor
forma que se puede tratar a un ser humano, los explotaron, los mataron de mil
formas diferentes y después estuvieron como 100 años pagando a los
colonizadores indemnización por su libertad. Pues yo creo que nosotros debemos
conquistar nuestra libertad y no indemnizar a ninguno de nuestros opresores
(APLAUSOS).
Aquí se ha hablado de argumentos, incluso,
jurídicos. López Michelsen habló de ejecución imposible; otras veces hemos
dicho razones de fuerza mayor; pero, en fin, a todas estas razones morales,
políticas y económicas se les puede añadir un conjunto de razones jurídicas:
¿Quién contrató? ¿Quién ostenta la soberanía? ¿En virtud de qué concepto puede
decirse que el pueblo se comprometió a pagar y recibió o concertó esos créditos?
Si la mayoría de esos créditos los concertaron con dictaduras militares,
represivas, sin ninguna consulta popular. ¿Acaso las deudas o los compromisos
que hagan los opresores de los pueblos, tienen que ser pagados por los
oprimidos? ¿Dónde está el fundamento filosófico moral de esa concepción o de
esa idea?
No se consultaron los parlamentos, el
principio de la soberanía se violó, ¿qué parlamentos han intervenido en este
endeudamiento y conocieron esto? ¿Quién conoció de las discusiones, dónde
votaron? Hipotecaron de tal manera nuestros países que se debe más de 17 000
dólares por kilómetro cuadrado en la América Latina y el Caribe, ¿y quién los
hipotecó? Habría que preguntar, ¿los pueblos la hipotecaron, quién ejerce la
soberanía, quién ostenta la soberanía, cómo puede haber compromisos a espaldas
de la soberanía del pueblo? (APLAUSOS).
Aquí se ha hablado de la continuidad de este
esfuerzo. Sí, habrá continuidad, no porque hagamos una organización aquí, no,
se ha cumplido estrictamente lo propuesto, ni una declaración, no; ha habido
muchas por países, pero se ha cumplido estrictamente con la convocatoria. Esto
es un movimiento. Próximamente habrá una reunión de parlamentarios en Uruguay,
del 10 al 13 de octubre, para discutir la deuda externa. Qué magnífica oportunidad
integracionista, unitaria, que los parlamentos vayan allí a discutir una deuda
que ellos no aprobaron, y analizar el problema.
Creo que debemos darle, en primer lugar, un
gran apoyo a esa reunión parlamentaria, comprendiendo la enorme importancia de
ese evento. Me parece que será el próximo hecho de gran trascendencia para
crear conciencia en torno a estos problemas. De modo que por dondequiera que se
analice esta cuestión, son muy sólidas, muy fuertes, irrebatibles las razones;
es, además, un problema que les toca a todos muy de cerca, mucho más que
cualquier otro problema, porque las mujeres lo expresaron aquí, los obreros lo
expresaron, los campesinos, las capas medias, todos han expresado de qué manera
les afecta esta situación a cada uno de ellos.
Nosotros no hemos estado planteando consignas
subversivas. No hemos estado planteando la revolución social, hemos dicho, por
el contrario: no podemos esperar que venga primero el socialismo para resolver
este problema; este problema es urgente, inmediato, hay que resolverlo. Para
resolverlo hay que unir a todos, a todas las capas, menos a la minoría
insignificante que está vendida al capital financiero internacional, que está
vendida al imperialismo. Aquí caben todos, incluso, los industriales que hablaron
en esta sala, o banqueros, hombres de empresa, agricultores, caben todos. Es lo
bueno que tiene precisamente esta lucha, que puede ser y debe ser una lucha muy
amplia para resolver estos problemas que no pueden esperar a que nuestros
pueblos tengan una conciencia socialista, a que se reúnan todos los factores
subjetivos, que están por detrás de los factores objetivos en este momento,
aunque avancemos rápido, ni sería, a mi juicio, prudente, en un momento en que
se está librando una batalla decisiva, por la independencia de nuestros
pueblos. Porque, ¿cómo puede llamarse independiente un gobierno y un país que
tiene que ir todos los meses a discutir con el Fondo Monetario Internacional lo
que tiene que hacer en su casa? Es una ficción de independencia, y nosotros
vemos esto como una lucha de liberación nacional, que puede agrupar de verdad,
y por primera vez en la historia de nuestro hemisferio, a todas las capas
sociales en una lucha para alcanzar su verdadera independencia.
No podemos plantear como prerrequisito el
socialismo. No estamos recomendando el socialismo, por supuesto, tampoco lo
estamos desaconsejando (RISAS Y APLAUSOS), ¿comprenden? Lo que no me parece
correcto convertir eso en centro de la lucha. Yo creo que de todas formas esta
profunda crisis les va a traer una elevada conciencia a nuestros pueblos. No
creo que nos alejemos del socialismo, a medida que las masas tengan conciencia,
creo que nos acercamos de todas formas a las perspectivas de una sociedad más
justa; pero sería erróneo ahora plantearse el objetivo del socialismo, esto es
un problema urgente que hay que resolver; creo que si hay una conciencia, si
los trabajadores, los campesinos, los estudiantes, los intelectuales, los
empresarios tienen una conciencia clara del problema, se puede aislar a los
vendepatrias, a los que están al servicio del imperialismo y ganar esta
batalla.
Me imagino que los gobiernos tomen medidas,
para que no se escape un centavo. Puedo decir que aquí en este país en 26 años
de Revolución no se ha escapado un centavo, una divisa, en 26 años (APLAUSOS).
Aquí no hay subfacturación, ni sobrefacturación, ni nada parecido a eso. Pero
bien, no es eso lo que estamos planteando, habrá que tomar, dentro de las
condiciones actuales, todas aquellas medidas que conduzcan a evitar el
despilfarro, la fuga de divisas y todo eso; pero nosotros, por norma, en todo
este problema hemos evitado analizar cuestiones relacionadas con los asuntos
internos de cada país. Estamos planteando el principio general de la unidad, de
la unidad entre los países, la unidad entre los países del Tercer Mundo, pero
evitamos sugerir medidas de tipo interno y es correcto actuar así, no tendría
ningún sentido, ni sería prudente que nos pusiéramos a estar haciendo
recomendaciones sobre qué cosas creemos que hay que hacer dentro. No significa
que hayamos renunciado a nuestros ideales revolucionarios, ni a nuestra
concepción socialista, sino —repito—, en esencia, que vemos esto como una gran
lucha por la liberación nacional contra fuerzas poderosas, y que podemos
generar las fuerzas suficientes para llevar adelante esta lucha.
Ya veremos cómo transcurren los meses
venideros, cuál es la evolución de los acontecimientos, porque la crisis no
aguanta ya mucho más. Creo que aceleradamente hay que formar conciencia.
Aquí se han pronunciado palabras admirables,
se han recibido mensajes muy alentadores. A los que digan que nuestros
planteamientos son radicales, aquí está la carta del cardenal Arns, de Sao
Paulo, ustedes la oyeron. Si me permiten le dedico unos minutos a leer de nuevo
los puntos esenciales, porque creo que después de todo el debate tienen más
valor todavía.
"Primero, no hay posibilidades reales de
que el pueblo latinoamericano y caribeño se responsabilice por el peso del pago
de las deudas colosales contraídas por nuestros gobiernos. Ni siquiera es
viable continuar pagando los altos intereses a expensas del sacrificio de
nuestro desarrollo y bienestar.
"Segundo, el problema de la deuda, antes
de ser financiero, es fundamentalmente político, y como tal debe ser encarado.
Lo que está en juego no son las cuentas de los acreedores internacionales, sino
la vida de millones de personas que no pueden sufrir la permanente amenaza de
medidas recesivas y del desempleo que traen la miseria y la muerte.
"Tercero, los derechos humanos exigen
que todos los hombres de buena voluntad del continente y del Caribe, todos los
sectores responsables, se unan en la búsqueda urgente de una solución realista
para el problema de la deuda externa, como forma de preservar la soberanía de
nuestras naciones y resguardar el principio de que el compromiso principal de
nuestros gobiernos no es con los acreedores, sino con los pueblos que
representan.
"Cuarto, la defensa intransigente del
principio de autodeterminación de nuestros pueblos requiere el fin de la
interferencia de organismos internacionales en la administración financiera de
nuestras naciones. Considerando que el gobierno es cosa pública, todos los
documentos firmados con tales organismos deben ser de inmediato conocimiento de
la opinión pública." Sí, y podemos pedir más: que las discusiones del
Fondo Monetario y del Banco Mundial la publiquen por radio y televisión a la
luz del mundo, como hemos hecho con nuestro diálogo (APLAUSOS).
"Quinto, es urgente el establecimiento
de bases concretas de un Nuevo Orden Económico Internacional, en el cual sean
suprimidas las relaciones desiguales entre países ricos y pobres y asegurado al
Tercer Mundo el derecho inalienable de regir su propio destino, libre de la
injerencia imperialista y de medidas expoliadoras en las relaciones de comercio
internacional."
Dicen que las tesis que estoy defendiendo son
radicales, pues bien, ¡Yo suscribo ciento por ciento este programa de cinco
puntos de ese ilustre hijo de Brasil, que es Paulo Evaristo, Cardenal Arns!
(APLAUSOS) Espero que no digan ya que son extremistas las ideas. Y le añadiría
solo un sexto punto, que es la integración económica de América Latina; y un
séptimo punto que se percibe en su intención: Esta es una lucha por los pueblos
de América Latina y el Tercer Mundo, por la vida de 4 000 millones de personas
que sufren y padecen las consecuencias de este orden económico inhumano e
injusto.
No se ha sacado ningún documento, ni hace
falta. Esto no tenía por objeto sacar un documento, sino sacar una conciencia,
tomar una conciencia; digamos, ese fue el objetivo fundamental de este diálogo.
Y creo, ciertamente, que hemos tomado una conciencia, una fuerte conciencia.
Incluso, los que hemos estado en esto durante tiempo nos sentimos más
fortalecidos, más convencidos, más seguros de la justeza, después de haber escuchado
decenas y decenas de brillantes intervenciones de personas que han demostrado
aquí grandes talentos. y ha sido verdaderamente un premio, un regalo sin
precedente a nuestro pueblo, que le permitió seguir de cerca, día a día, hora a
hora, minuto a minuto este diálogo. Realmente nos sentimos profundamente
agradecidos.
Lo que necesitamos es esa conciencia. Ninguna
iglesia salió de un documento. La independencia de los pueblos de América
Latina no salió tampoco de un documento, sino que en una hora determinada, en
un momento determinado, las iglesias, los grandes movimientos espirituales y
políticos surgieron de una crisis espiritual o política y de una conciencia.
Ahora estamos en medio de la crisis y hemos adquirido una conciencia.
Estoy seguro, como lo están ustedes, de que
nuestro movimiento, nuestra lucha, marchará adelante y alcanzaremos la
victoria.
Muchas gracias.
(OVACION)