que hirvió el hablar en voz baja
para no molestar a la dulzura de nuestros
cuerpos
que temblaban o brillaban
con una especie de luz como el cuchillo que
usaste
mientras estaba en tu mano
(Juan Gelman, “El cuchillo”)
(“Pareja condenada a vivir con una piedra en la cabeza”, Pedro Pablo Oliva)
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Ella es fría
calculadora, despreciablemente loca
viene cuando no se le llama
Ella es calor
fuego intenso
que derrumba mis planes
y mi fiesta juvenil
Ella es tempestad
mi ahogo y desesperación
dolor con las venas abiertas
Ella es oscuridad
defectuosamente apagada
lujuria del abismo
Ella,
mi duda
me enfría por dentro
y es el lado oscuro de mi luna