Entrevista para La
Jornada a SILVIO RODRIGUEZ
En
mayo pasado Juan José Olivares, periodista de La Jornada (México), me
envió la siguiente entrevista. Puede que me haya extendido un poco en algunas
respuestas, sobre todo por el complejo momento que estamos viviendo y por los
temas que tocaban algunas preguntas. El caso es que la semana pasada salió en
La Jornada una edición bastante completa. Hoy despierto y veo, con agrado, que
ha salido una reseña de la misma en Granma. Aquí están las preguntas como me
llegaron y mis respuestas como las envié.
srd
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--La medicina cubana
tendría que ser un orgullo para todo el orbe. Más aún porque se desarrolla en
condiciones económicas adversas. ¿Cuál es su opinión?
Por
supuesto que la calidad, pero sobre todo la humanidad de la medicina cubana es
un logro indiscutible. Mi infancia transcurrió en tiempos en que Cuba no era
así. Había médicos con conciencia y algunos hospitales públicos, pero ni
remotamente podían ofrecer la variedad y complejidad de tratamientos a todos
los cubanos, sin distinción, y menos completamente gratis, como se hace ahora.
A partir del triunfo revolucionario de 1959 oleadas de jóvenes que antes no
tenían acceso a la Universidad empezaron a formarse como médicos. Mejorar
radicalmente el sistema de salud y fundar la investigación científica fueron
proyectos que Fidel Castro impulsó personalmente. Una de las consecuencias de
esta filosofía es la Operación Milagro, plan conjunto de Fidel y Chávez que le
ha devuelto la visión a millones de pacientes oftalmológicos en diversos países
de Latinoamérica. Hoy día el sistema de salud de Cuba continúa activo pero con
gran esfuerzo, por las carencias que nos impone el bloqueo del gobierno de los
Estados Unidos.
--Hay 329 inscritos para
el premio Nobel de la Paz. La cantidad de candidatos, sin duda, muestra la
profusión de problemas humanos urgentes por resolver, pero también la de
personas y entes que promueven valores. ¿La existencia de la brigada Henry
Reeve puede ayudar a reconocernos en esos valores que nos distinguen como
especie? ¿Qué es para usted la brigada?
El
año pasado, cuando se cumplieron 15 años de la fundación de la brigada médica
Henry Reeve –que lleva el nombre de un joven de Brooklyn que peleó por nuestra
independencia–, ya habían atendido a más de 4 millones de personas en países de
Asia, África y América Latina, y habían salvado a más de 93 mil vidas. Firmé la
petición del Nobel porque son un ejemplo, un símbolo de la solidaridad
universal, siendo incluso un desafío a nuestras propias posibilidades. Una vez
escuché decir a un campesino de un país latinoamericano, al que un médico
nuestro había curado, que lo que más le impresionaba era que Cuba no ofrecía lo
que le sobraba sino que compartía lo que tenía. Con esa vocación de servicio la
brigada Henry Reeve ha abierto frentes de solidaridad en muchas situaciones
críticas y países del mundo. Estoy seguro de que si tuviéramos más, daríamos
más.
--Dijo Noam Chomsky --y
lo suscribimos muchos--, que Cuba es el único país que ha mostrado “un genuino
internacionalismo” durante la Pandemia. No hay una verdad absoluta, pero sí una
energía llamada Sentido Común/Congruencia, que cuenta con algunas verdades
básicas. ¿Cree que la humanidad está preparada para concretarlas en bien del
colectivo, o seguiremos siendo los mismos?
No
es la primera pandemia que azota al mundo. ¿Hemos cambiado?.. Pero dicen que lo
último que se pierde es la esperanza y, aunque me asalten dudas, no voy a dar
un mal ejemplo en eso: Ojalá consigamos ser mejores.
--La
Pandemia democratizó al mundo, pero por el miedo. ¿Cree que, por orden natural,
esta Pandemia tendría que hacer lo mismo con otros sentimientos o valores o
seguirán imponiéndose los intereses de poder?
La
pandemia nos ha mostrado lo parecidos que somos, sobre todo en algo tan básico
como la fragilidad biológica. Pero la verdad es que desconcierta enterarse de
que algunos han multiplicado sus ganancias, incluso gracias a la covid. Eso
quiere decir que, aún con el miedo que nos empareja, la vida sigue siendo más
prometedora para los que tienen que para los que no. ¿Encontraremos vacunas
para todas las plagas que nos azotan?
--¿Qué patrones han
cambiado en la vida de Silvio Rodríguez en estatemporada?
Sobre
todo extraño el contacto con la gente. Antes de la pandemia hacíamos uno o dos
conciertos cada mes, en los barrios de La Habana o en provincias. Esto
significaba ensayos, coordinaciones, contactos humanos antes de la culminación
del gran encuentro. Una vez al año también hacíamos una gira de dos o tres
semanas por el exterior. Son actividades que se echan de menos porque ya eran
costumbre. Por suerte siempre he tenido mucho trabajo pendiente y ahora tengo
más tiempo para dedicarle.
--Además de bello, Cuba
es un país ecléctico que, por sus luchas, y muchos en el mundo lo creemos su
caso, con todas sus fallas institucionales es imprescindible. Pero no hay país
perfecto, no hay sociedad perfecta. Si estuviera en sus manos, ¿cambiaría algún
aspecto de la institucionalidad de Cuba? ¿Hoy día en la isla es tiempo de ser
autocrítico?
Creo
que ser autocrítico es imprescindible para avanzar. La vida es una construcción
constante. En el plano político es lo mismo, con el agravante de que la vanidad
puede ser muy nociva. Cada deficiencia que un país emplazado como Cuba no
detecta y combate, se convierte en argumento de sus detractores.
El
cubano es un pueblo con una conciencia y una capacidad de resistencia más que
probadas; pero incluso la virtud necesita de sustento. La crítica y la
autocrítica son ejercicios saludables, además de herramientas para profundizar
en la justicia y el bienestar social.
-- "Para la
espera" --en el que sentimos a un Silvio de otrora pero obvio, más
complejo-- rinde honores a amigos y excelentes humanos que físicamente no
están, pero nos han dejado sus flores metafísicas. ¿Qué significado tiene la
muerte para usted?
Por
ahora, supongo que un motivo de inspiración. Aunque, pensándolo mejor, la
muerte es una verdad que me hace esforzarme en hacer y en ser lo mejor que
puedo.
--¿El mes de Abril
tendrá de ahora en adelante una esencia más especial? La canción _El colibrí_
seguirá siendo parte de sus reportorios?
Por
más que Elliot haya escrito que “Abril es el mes más cruel”, el pobre mes no
tiene culpa de nuestras penas. Por otra parte, El Colibrí fue una canción que
me llegó por la familia. Mi abuela materna decía que era “del tiempoespaña”.
Ella se la enseñó a sus hijos y yo se la escuché a mi madre. Años después
empecé a cantarla en las giras, sobre todo al final de los conciertos. Entonces
descubrí versiones parecidas en varios países de latinoamérica. Lo curioso es
que en todas partes decían que era de allí. Es una hermosa leyenda sobre el
sacrificio del amor; por eso no tiene tiempo ni fronteras.
--Una pieza musical es
una pedazo de energía dispersa en el universo que un humano materializa y
comparte a otros. Las canciones instrospectivas no siempre son bonitas, como lo
ha dicho, pero terminan siéndolo porque, dan batazo de vuelta entera con casa
llena al llegar al interior del ser humano. Si bien no son lindas
melódicamente, al final son reflexiones sonoras bucólicas que por más que en
sus subtextos tengan cosas duras y profundas, terminan ajuareadas de belleza.
¿Qué disfruta más: el proceso de creación o ver la sensación/reacción de un
escucha?
Hay
muchos tipos de canciones y todas, de alguna forma, tienen su público. A veces
también pasa que las canciones que no tienen público, lo crean.
No
dudo que haya quien calcule y articule lo que quiere decir, con racionalidad
impecable. Para mí componer tiene mucho de juego; es como cuando niño me
llevaban a un parque: horas de maravilla. Después viene el taller, lo racional
de que hablaba Stravinski en sus memorables conferencias. Pero se trata de una
ciencia donde también hay mucho espacio. Sobre todo si uno no es de los que se
conforman con la primera idea y gusta investigar las múltiples variantes que se
desprenden de una motivación. Así que, en vez de “matar y salar”, prefiero
complicarme, no tengo prisa en poner punto final. Muchas canciones se me quedan
en una especie de limbo, esperando la despedida, hasta que un día, a veces años
después, volvemos a encontrarnos y oh, las redescubro. Entonces las incluyo en
un concierto o en un disco.
Nunca
me hubiera dedicado a esto si fuera de otra forma. Es lo que más disfruto de mi
trabajo. Lamentablemente, es un proceso que no se puede compartir: solo puedo
mostrar el resultado. Ojalá algún día pueda disfrutar tanto la otra hora, la de
ofrecer y ver qué pasa.
--En los Conciertos en
los Barrios, que para su servidor cumplen la máxima de: del pueblo para el
pueblo, se rompe la dinámica del espectáculo convencional. ¿Convivir con la
gente a ras de piso es un obsequio inconmensurable? ¿Puede compartirnos un
pedacito de alguna experiencia? O ¿Cómo es la energía que emana de esos
encuentros?
Hay
que tomar en cuenta que la mayoría de nuestros conciertos son en los barrios
más precarios, los más necesitados. Creo que esos encuentros han ido generando
una especie de complicidad. La gente ya sabe de qué se trata e invariablemente
somos recibidos con un espíritu de cooperación.
Recuerdo
un barrio en que se comenzó a montar el escenario, bocinas, clabes, luces, y
empezó a llover. Era una zona de calles sin pavimento y aquello se fue
convirtiendo en un lodazal. Esto hizo que algunas estructuras no fueran seguras
y se habló de posponer el concierto para unos días después. Cuando me enteré de
la situación fui para allá, para evaluar si habría que posponer o no. Cuando
llegué, vi que los vecinos del barrio, incluso personas de edad avanzada,
estaban con cubos y vasijas de sus casas, sacando lodo de las bases del
escenario. Estaban muy preocupados porque por aquella situación se fuera a
suspender el concierto… Fue muy conmovedor. El encuentro no se pudo hacer aquel
día, porque el agua continuó, pero prometimos hacerlo tan pronto se pudiera.
Entonces nos pidieron que no nos lleváramos nada, tenían miedo de que todo
aquello desapareciera. Y no movimos ni un solo recurso, hasta que el tiempo nos
permitió realizar el concierto. Por las noches aquellos vecinos se turnaban
para cuidarlo todo.
Cosas
así nos han pasado muchas.
En
los conciertos barriales lo único que no es igual a los habituales es que la
música ocurre en las calles, frente a las casas de los espectadores. En todo lo
demás son idénticos a lo que pudiera llamarse un “espectáculo convencional”.
Justamente ese detalle lo tuvimos muy en cuenta desde el principio: no
queríamos a hacer “presentaciones de segunda” o disminuidas en lo más mínimo.
El propósito siempre ha sido llevar verdaderos conciertos a los barrios, con el
mismo rigor y la misma exigencia en ensayos; con la misma calidad de sonido,
con la mismísima vocación de entrega que en el mejor de los teatros.
--¿Le ha preguntado
alguna niña o algún niño (en su carrera o en esos conciertos) el porqué canta,
el porqué ha dedicado canciones a mariposas, a peces, a serpientes…?
Hemos
llegado a barrios donde los niños nos han regalado sus dibujos, con todas las
temáticas posibles, algunos inspirados en canciones. A veces se han puesto a
dibujar alrededor del escenario, mientras dura la música. Los barrios están
llenos de niños. Y las canciones también salen de los dibujos infantiles.
--El mundo onírico es un
lugar en el que quizá somos verdaderamente, o, a veces, lo que deseamos y lo
que no. ¿Qué son los sueños para usted?
Los
sueños son como potreros inmensos donde ángeles y demonios corren felices, en
total libertad.
--Cada creador tiene un
proceso único, y es parte orgánica de él. ¿Cómo se obtiene esa cosecha, ese
material que es el resto del 99.99 por ciento de una canción? El grafema de una
pieza musical.
No
tengo un algoritmo para eso. A veces necesito tiempo para abarcarlo todo. Un
día descubrí un tema en un ensayo. Suspendí el ensayo y me fui a casa. De aquel
tema salieron otros dos. Pero demoré tres meses en la articulación de los
enlaces. Resuelto esto, en sólo unos minutos estuvo la canción. Otras veces lo
ves todo clarísimo, enseguida. Es un trabajo que tiene sus complicaciones y,
por supuesto, también sus recompensas. Y es que siempre, por mínimas que sean,
hay dificultades que superar.
--En una canción, ¿podemos
ver colores?
Las
orquestas suelen trabajar el color y los instrumentistas suelen usarlo como
recurso expresivo. El impresionismo fue un período en que la plástica y la
música se interrelacionaron mucho. No dudo que, en una canción que se lo
proponga, pueda verse el color, además de escucharse.
--Para Silvio Rodríguez
¿qué significa su guitarra? ¿Platica con ella? O ¿Le ha confesado algo sólo a
ella?
La
guitarra me ha acompañado la mayor parte de mi vida. Sin embargo yo he sido con
ella desatento, olvidadizo, aunque nunca ingrato. Ella me conoce y creo que no
sólo me soporta sino que incluso me malcría, porque cuando vuelvo después de
las ausencias me sigue enamorando.
--¿Qué es para usted el
silencio? ¿La naturaleza?
La
verdad es que buena parte de la naturaleza es bastante ruidosa. Puede que la
materia oscura contenga algo de silencio.
--¿Ha encontrado puentes
entre la expresión sonora y la plástica, la pintura?
Mi
primer oficio fue el dibujo, el diseño, lo visual. A lo mejor eso se siente en
algunas imágenes cantadas. Además de músicos y poetas, siempre he tenido muy
buenos amigos pintores y fotógrafos. En México también. Por ejemplo, quiero mucho
a Graciela Iturbide, a Pedro Meyer, a Eniac Martínez, que no hace mucho se nos
fue, siendo tan joven.Yo siempre ando con cámara. Una vez me preguntaron para
qué y respondí que quería estar listo cuando pasara un ovni. Sigo preparado.
-- Volviendo a esa placa
musical intangible pero adorable que es "Para la espera",
sabemos que es la primera vez que lanza un disco solamente en plataformas
digitales. Hoy día, la sociedad cubana está más al pendiente de la internet.
Pero hay huecos tecnológicos que son aprovechados por portales adversos al
gobierno y al pueblo cubanos. Obvio, financiados desde Miami u otras partes por
la diáspora. Es decir, hay un fomento a soltar información inflada para influir
en la manera cómo vemos desde afuera a la isla. Se miente, se es deshonesto
porque esos “medios”, siguen destacando las “fallas” de un sistema de gobierno,
al que acusan reiteradamente “de censor y autoritario”. Pero omiten que es
víctima de un bloqueo económico comercial devastador desde hace 6 décadas.
¿Cómo cree que enfrentarán los cubanos esa batalla de desinformación desde
afuera?
La
desconfianza inicial que hubo en Cuba con los que se marchaban fue cediendo con
los años y devino en diálogo constructivo con la emigración. Por eso no creo
que sea la diáspora, o al menos toda, la que financia esos portales, aunque
haya emigrantes que les guste llamarse exiliados y elijan sumarse a la
hostilidad imperial. En Estados Unidos el anticastrismo es un viejo negocio en
el que está muy involucrada la ultraderecha; un negocio que maneja millones
anuales, que financia estaciones de radio y de televisión, programas, campañas,
artistas que creen en eso o que se prestan a eso. Estados Unidos tiene un
aparato de proporciones ministeriales que da un seguimiento detallado a la ley
extraterritorial Helms-Burton. Trump puso en práctica más de 200 medidas extras
para asfixiar a Cuba. Biden prometió derogar algunas y no lo ha hecho, ni
siquiera atendiendo a la presión extra que significa la pandemia. No tengo
dudas de que hay gente pagada para inundarnos de malas opiniones y tratar de
desalentarnos. Tampoco dudo que toda esa propaganda reclute “espontáneos”. Todo
esto se ha acrecentado después de la muerte de Fidel y ha seguido creciendo en
la medida en que la llamada “generación histórica” entrega las riendas del país
a dirigentes más jóvenes. Ese tránsito ha hecho pensar a los enemigos de Cuba
que ahora les será más fácil.
En
Cuba estos ataques se enfrentan de muchas maneras; cada cual lo hace según sus
consideraciones. Están, como siempre, las posiciones extremas y también hay una
gama intermedia con diversos puntos de vista. Desde la ortodoxia ha habido
acusaciones de “centrismo”, como si el equilibrio fuera reprobable. A propósito
de esto publiqué en mi blog un breve texto titulado “Soy un hombre de centro”.
(Ahí va, por si les viene bien):
Soy
un hombre de centro. Empecé por nacer, sin darme cuenta, para verme en el centro
de la vida. Todavía era un niño cuando me arranqué de mi familia para lanzarme
al centro de la noche, con la yesca de una cartilla y un manual. No mucho
después llegué al centro de mi mismo, con un arma en la mano, defendiendo un
país que llegaba a su centro. Había llegado al centro de la conciencia
colectiva y aún no conocía el centro de la existencia humana. Ese centro
supremo me esperaba en las intimidades de una joven. Y fue el centro del mundo,
del goce y el dolor, de la dicha y la muerte, relámpagos, diluvios. Del
desierto anterior y esa humedad llegué al centro de mis palabras. Al centro de
espasmos le di vida a inocentes. Al centro de la amistad hice un credo y
desafié montañas. Al centro de la muerte he sobrevivido a mis propias miserias.
Y si adelante hay algún centro allí estaré, en la neblina fantasmal de millones
de nombres que continúan en el centro de todo, aprendiendo a nacer.
Pero
más allá de cualquier preferencia, podría afirmarse que desde hacía muchos años
no circulaban tantas ideas en Cuba. Y muchísima gente participa.
--Senadores
estadounidenses presentaron un proyecto de ley bipartidista para que el
Congreso levante el bloqueo económico contra Cuba. Los demócratas Amy Klobuchar
y Patrick Leahy, así como el republicano Jerry Moran, introdujeron el proyecto.
Quieren, supuestamente, allanar el camino hacia nuevas oportunidades económicas
para las empresas y los agricultores estadounidenses. ¿Esto puede ser una
rayita o una llamarada de petate?, como decimos en México.
No
conozco lo de la rayita o la llamarada, aunque me lo imagino. En Cuba los
acercamientos de políticos norteamericanos también se suelen ver de las dos
formas. Cuando Raúl Castro y Barak Obama se encontraron en La Habana, en el
inicio de aquel intento de distensión, nuestros compañeros más conservadores,
que predominan en los principales medios, lanzaron andanadas de desconfianza y
de peligro: que los americanos querían acercarse para influirnos y engañarnos,
etc. Yo siempre he estado seguro de que en el intercambio pueblo a pueblo vamos
a conquistar corazones y respeto, porque el pueblo de Cuba es muy amistoso y
noble. Y con la misma sinceridad que estrecha una mano deja muy clara su
vocación soberana.
--¿Qué Cuba sería si no
existiera ese letal bloqueo, ese acoso de EU?
Eso
es un gran misterio. Están los que aseguran que todos nuestros males son culpa
del bloqueo. Pero también los que piensan que todo es culpa del gobierno, por
ser exageradamente controlador. Entre ambas posturas, como ya dije, numerosos
matices. Mi opinión es que el bloqueo influye enormemente en nuestros
problemas. Y pienso que si los enemigos de la Revolución creyeran
que nuestras desgracias son sólo culpa nuestra, ya hubieran levantado el
bloqueo para que nos destruyéramos. Claro, también está el negocio del
anticastrismo. El anticastrismo es poderoso porque incluso influye en las
elecciones estadounidenses. Para algunos políticos ha llegado a ser una carta
de triunfo. Eso es lo que mantiene viva esa especie de industria que da empleo
a mucha gente, sobre todo en la Florida, y moviliza mucha opinión pública. O
sea, un gran negocio.
Yo
pienso que si bajo el bloqueo más cruel hemos conseguido nuestros propios
candidatos vacunales (y lo digo sin triunfalismo) ¿de qué no seríamos capaces
si viviéramos en paz, con las mismas oportunidades de los demás países? Una
Cuba sin bloqueo sería la oportunidad de ser y de mostrarnos plenamente, como
somos.
--EU pidió a Cuba tratar
con "dignidad y respeto" a una artista disidente hospitalizado, pero
olvida esa dignidad y ese respeto por toda la gente que vive allá y es
superviviente día a día. Y el gobierno cubano acusa a Otero Alcántara de tratar
de manipular la situación y estar financiado por el centro de reflexión
estadounidense Instituto Nacional Demócrata. ¿Existe de verdad una disidencia
de artistas? O ¿También son cortinas de humo?
Los
que tenemos suficiente edad lo vivimos y recordamos: invasiones armadas,
lanchas rápidas tiroteando, paracaídas con armas para la subversión, bombas y
sabotajes, asesinatos, introducción de agentes bacteriológicos. El bloqueo
empezó en 1960 con la suspensión de la cuota azucarera que los Estados Unidos
compraba a gobiernos complacientes que había en Cuba; hoy aplica sanciones
millonarias al banco que realice una operación con nosotros; pone en lista
negra a navieras y barcos que osan traernos mercancías y multa a personas que
nos visiten, sin su permiso. Lo han dicho con todas sus letras: se trata de un
plan maestro dirigido a crear una crisis económica tan profunda que el pueblo
llegue a odiar a su gobierno y se rinda a sus intereses. Para los que solo
recuerdan vicisitudes y escaseces desde que nacieron, su día a día puede
resultar poco prometedor. ¿Se les puede culpar por carecer de otra
perspectiva? ¿Tendrá que ver el abuso continuo de seis décadas con la
decepción de algún joven?
Elementos
legales para enfrentar algunos de nuestros problemas y contradicciones están en
nuestra última Constitución; pero es un documento muy reciente y aún falta por
despejar, edificar y luchar para que esa letra llegue a ser realidad. Y es que
en Cuba, país en que la justicia ha pagado un alto precio en vidas y
sacrificios, también hay deficiencias e incluso instituciones que a veces no
actúan como cabría esperar.
Un
ejemplo:
Uno
de los primeros actos del presidente Díaz-Canel fue aprobar la creación de una
fundación que impulsaban ciudadanos de San Antonio de los Baños, con el
propósito de detener el avanzado deterioro del río Ariguanabo y sus bosques.
Después de creada, la Fundación Ariguanabo ha pedido varias veces al Ministerio
de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) que ese hábitat natural,
único en la provincia, sea declarado Área Protegida. No hubo respuesta. Se
insistió. Sigue sin haberla.
Respecto
a muchas de las cosas que desde EEUU dicen sobre Cuba, creo que las dicen
sabiendo cómo algunos van a reaccionar. Lamentablemente a veces sucede
justamente lo que ellos predicen y por supuesto desean. Es una retórica
viciada. Como una vez dije en la Asamblea, cuando era Diputado: nuestro
socialismo es bueno pero perfectible. Y como tantas veces han dicho diversos
compañeros: no podemos esperar que las cosas mejoren haciendo lo mismo.
Por
supuesto, esto es algo que concierne a los responsables de idear las políticas y
a los que las custodian. Yo sólo digo lo que pienso.
--¿Se puede hablar de un
futuro sin enfrentar el presente?
Hay
una vieja idea humana que consiste en pensar que mientras mejor tratemos al
presente mejor nos tratará el futuro. Debiera ser cierta.
--¿Por
qué eligió leer un poema de Nicolás Guillén en su encuentro con el presidente
Andrés Manuel López Obrador? ¿Cuál es su opinión de AMLO?
No
es cualquier poema; es La Muralla, que expresa una idea de bondad y
solidaridad, sin ceder a la perfidia.
Al corazón del amigo,
abre la muralla;
al veneno y al puñal,
cierra la muralla;
al mirto y la yerbabuena,
abre la muralla;
al diente de la serpiente,
cierra la muralla;
al ruiseñor en la flor,
abre la muralla...
Alcemos una muralla
juntando todas las manos;
los negros, sus manos negras,
los blancos, sus blancas manos.
Una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa, bien,
allá sobre el horizonte...
Primero
conocí a Beatriz Gutiérrez, intelectual brillante, y por ella conocí a su
compañero Andrés Manuel, cuando él era dirigente del DF. Por entonces hicimos
algunos conciertos en el Zócalo, confraternizamos y conversamos mucho. Nos
veíamos siempre que iba a México. Después acudí a apoyarlo cuando denunció el
fraude presidencial. En aquel momento yo era diputado a la Asamblea Nacional y
antes de tomar el avión dejé una carta de renuncia. No podía permitir que
involucraran a mi país, siendo –como fue– una decisión personal. Por suerte no
hubo problemas y cuando regresé rompí la carta.
Siento
afecto y respeto por Andrés Manuel, un hombre consecuente con sus ideas; un
trabajador de honradez ejemplar, con un sueño de justicia para un pueblo
admirable, llamado México.
(en Segunda Cita)