EL DEBATE ACTUAL SOBRE LA ECONOMIA
CUBANA Y LA SEGURIDAD NACIONAL
(Por Julio Carranza, publicado en
el blog de Silvio Rodriguez "SEGUNDA CITA")
El debate sobre la economía y la necesidad de
reformas económicas en Cuba tiene ya una historia de casi 30 años, no quiere
decir esto que antes este no existiera también; me refiero al debate que se
abre en los años 90’s luego de la crisis y desaparición del campo socialista en
Europa, hecho que cambió radicalmente el contexto de inserción internacional de
la economía cubana y puso en cuestionamiento muchos de los supuestos que habían
determinado la organización y planificación de la economía nacional.
Para algunos, desde principios de los 90
quedaba clara la necesidad de una reforma fundamental de la economía cubana y
así lo propusimos en diversos artículos y libros. Esas propuestas fueron a
veces rechazadas, otras ignoradas y en un principio poco apoyadas o
reconocidas.
Acontecimientos
internacionales y nuevas dinámicas en la economía nacional como el impacto del
turismo y la articulación de ciertas reformas (aunque limitadas y sin
integralidad) permitieron avanzar en el tiempo con cierta recuperación y sin
crisis extremas, pero sin resolver los problemas y limitaciones fundamentales
que impiden la recuperación de la eficiencia económica y tasas de crecimiento
adecuadas.
El establecimiento de gobiernos
progresistas en América Latina, fundamentalmente en Venezuela, y el cambio de
política de los Estados Unidos bajo la presidencia de Barak Obama favorecieron
esos resultados.
Durante
esos años, ante la evidencia de que a pesar de haber logrado cierta estabilidad
los problemas estructurales no se superaban, se fue asentando la percepción (no
sin polémicas y resistencias burocráticas) sobre la necesidad de cambios más
profundos que, rompiendo con viejos paradigmas como la estructura de la propiedad,
el carácter de la planificación, la autonomía de las empresas estatales, el
sistema de incentivos, etc, dieran lugar a una nueva economía socialista que
integrará una mayor dinámica de los mercados y nuevos actores económicos.
Este
nuevo consenso tuvo su momento más importante cuando sus principales
concepciones se integraron en documentos políticos de gran importancia como
“Los Lineamientos” y fundamentalmente el conocido como “La Conceptualización”.
Detalles y matices más o menos, esos conceptos coincidían con el tipo y el
rumbo de la reformas que algunos economistas veníamos argumentando y
defendiendo por unos 20 años.
Quizás
el punto más débil es la falta de insistencia en lo imprescindible de que un
proceso de cambios económicos con este alcance, debe cuidar su integralidad a
través de los principios de secuencialidad y simultaneidad que debe tener el
conjunto de transformaciones y decisiones que vayan perfilando su rumbo, para
garantizar su funcionamiento, así como la definición de las etapas que se deben
ir cumpliendo con una prefiguración clara de hacia dónde, hacia qué modelo de
organización y funcionamiento se debe conducir a la economía nacional; o sea,
cómo producir, qué producir, para qué mercados producir; es decir, cómo
replantear las relaciones de producción (producción, distribución, cambio y
consumo) y la reinserción internacional, partiendo de las realidades
internacionales y de las experiencias propias y ajenas de las limitaciones del
socialismo histórico.
La
falta de integralidad de las medidas que se toman pueden provocar el fracaso de
estas y entonces equivocadamente descalificar la reforma, cuando la causa es su
insuficiente implementación. La economía es un sistema complejo donde cada una
de las partes influye, a veces de manera determinante, en el comportamiento del
todo.
Estas limitaciones de la actual reforma en
curso o “actualización”, si se quiere emplear el concepto oficial, explican en
gran medida su aún falta de consolidación y la persistencia de resultados
económicos insuficientes. Las resistencias de la burocracia y la permanencia de
concepciones ortodoxas sobre el socialismo en sectores minoritarios pero
influyentes, explican en mucho esta situación, en la cual, a pesar de la clara
aceptación y la jerarquía política que documentos como la Conceptualización,
aprobados por el Congreso del Partido, la reforma avanza de manera lenta y sin
integración.
En lo que ha corrido de este debate durante
los últimos años, muchos análisis, propuestas y críticas acertadas han sido
presentadas por diversos economistas y otros profesionales y personalidades,
todos con una vida de compromiso con el proceso revolucionario cubano, que han
consolidado una concepción más certera sobre la necesidad, los contenidos y la
urgencia de la reforma y su curso.
Desde discusiones y propuestas más generales
y estratégicas hasta muy valiosas referencias a problemas más puntuales de un
sector específico, o de la política monetaria y cambiaria, la estructuración de
un sector no estatal de pequeñas y medianas empresas más protegido
jurídicamente y económicamente, la transformación de las empresas estatales
para su mayor autonomía y dinamismo, el carácter esencial y urgente de las
transformaclones en la agricultura, la mayor apertura a la inversión
extranjera, cambios en los principios de la planificación, etc, se pueden
encontrar en estos intercambios y textos, que deberían ser más atendidos y
tenidos en cuenta por los que tienen responsabilidades en la toma de decisiones
estratégicas.
Hemos
visto con agrado como en reciente reunión en el Ministerio de Economía el
Presidente de la República ha reclamado mayor atención al debate y nuevas ideas
para la transformación de la economía y la superación de sus problemas. En mi
opinión, en el debate que aquí he referido que data de más de 20 años y sobre
todo los diversos aportes durante los últimos 5 años en los que han participado
y están participando personas muy valiosas y muy formadas, hay un invaluable
arsenal de ideas y propuestas innovadoras, útiles y oportunas, todas coherentes
con lo definido por la Conceptualización, que constituirían un importante
aporte al justo reclamo del Presidente. Un debate que se debe profundizar más
aún, dado lo complejo de la actual situación.
Ahora,
con este texto, quiero añadir una consideración nueva que refuerza las
anteriores.
Con la
elección del Presidente Donald Trump en los Estados Unidos y el establecimiento
progresivo de un muy negativo y agresivo “dream team” en los puestos ejecutivos
que influyen y determinan en la política hacia America Latina, --presionados
además por influyentes congresistas conservadores, en un contexto de retroceso
de los gobiernos y fuerzas progresistas en la región y la Venezuela
Bolivariana, sometida a una agresión sin precedentes, sumado a las amenazas y
acciones contra el Gobierno cubano, incluida la nueva activación de la ley
Helms-Burton--, lo del avance de la reforma económica no es ya solamente una
necesidad para una economía más eficiente y viable, compatible con una
estrategia de desarrollo a mediano y largo plazo, sino que es ahora, además, un
asunto de seguridad nacional.
El contexto de agresiones y las declaraciones
del actual gobierno norteamericano acerca de que “ha llegado el momento de
asfixiar financieramente a Cuba” exige una respuesta “hacia adelante”, en busca
de un nuevo dinamismo, rompiendo definitivamente con cualquier “parálisis
paradigmática” que pueda detener o ralentizar la reforma. Además de los
factores económicos más que explicados, hay también urgencias políticas. Es esencial
entregarle a las nuevas generaciones un proceso que los incluya y los
beneficie, de manera que se eleve su compromiso y apoyo activo, poniendo en
sentido positivo toda la creatividad y fuerza de ese sector fundamental de la
población, sin el cual sería muy difícil la necesaria resistencia que, una vez
más, el país tiene que desplegar para proteger su independencia y soberanía.
En mi opinión, sería contraproducente que la
reacción defensiva que lógicamente genera un escenario de agresiones cerrara el
camino de la reforma en vez de hacerla avanzar con mayor firmeza e
integralidad. La Constitución recientemente aprobada puede favorecer ese
avance.
En medio de las tensiones del período
especial de los 90’s, cuando la producción de alimentos era crítica y se hacían
necesarias reformas en el sector agrícola, entre ellas la restitución del
mercado campesino, contra el que se levantaban fuertes resistencias, Raul
Castro afirmó en defensa de esa decisión “Los frijoles son tan importantes como
los cañones”. En mi opinión, ahora ante los actuales desafíos y tan adversa
situación internacional, se debe tener la misma perspectiva de entonces, o sea
el avance integral y firme de la reforma económica, en el sentido que
claramente recoge el documento de la Conceptualización porque, insisto, se
trata también de un asunto de seguridad nacional.
Como he expresado en otros textos y ahora con
más razón, el tiempo es una variable crítica. Y no hay en esto
el mas mínimo tono alarmista; es el resultado de la observación objetiva
de la realidad y sus retos. ¿Alguien puede negarlo? Aquí estamos muchos para
argumentarlo con serenidad y compromiso.
Se pueden referir riesgos políticos en el
curso de la reforma, pero en la situación actual no hay escenarios sin riesgos
y deben ser enfrentados con la audacia y la inteligencia que un proceso de la
naturaleza del cubano exige. La inacción, la parálisis y el conservadurismo
serían la peor opción. No tenemos derecho a esperar.