...Me
recordaron tiempos de sueños e ilusiones.
Perdonen
a este viejo, perdonen...
(Silvio
Rodriguez, "Monologo")
PLATANO
MICROJET
Estábamos todos apretados, la desesperación
por llegar se imponía, había sido muy difícil al subir, todas las almas se
golpearon, parecía que más de treinta años abogando por la solidaridad humana
se habían esfumado, recuerdo que como a las 4 a.m. cuando llego el camión
yo estaba listo para empujar con el codo a quien se me interpusiera, escuchaba
en el medio del alboroto a una anciana que suplicaba que le dieran la mano, yo
no miraba hacia atrás, eso me costaba trabajo en aquel entonces, lo extraño del
asunto es que si bien en la subida al camión todos éramos los salvajes que la
humanidad había conocido en los inicios de los tiempos al llegar arriba no sé porque
razón la gente se sentía responsable con lo despiadada que habían sido y con
gentileza cedían un puesto mejor a los que más lo necesitaban, así somos los terrícolas,
como me gusta decir ahora en la era de la globalización, plenos y
contradictorios.
Corría el año 1993 el más difícil según las
autoridades del periodo especial yo dirigía la juventud comunista de mi centro
y había llegado la orden de que se necesitaba una gente para pasarse seis meses
en un contingente agrícola, debía convocar a todos y hacerle conciencia de la
necesidad de esta acción, lo hice pero en mi interior estaba latente que la
palabra y la acción debían ir juntas, y no podía convocar a nadie si yo primero
no estaba dispuesto hacerlo, me había pasado la vida criticando a esos
dirigentes que suelen hablar de las tareas para los demás sin incluirse nunca
ellos y la vida me puso en esa misma situación. Mi hija había nacido el 21 de
Julio del año anterior y ya tenia 7 meses estaba grande y saludable, eran
tiempos difíciles para dejar sola a la familia, en lo profesional era algo
loco, un ingeniero no puede ser sustituido, sin embargo uno que vaya a hacer
trabajos de desyerbes en el campo sí, eso por más que lo explicaras a los del
Municipio no entendían, era una tarea de choque y los comunistas
debíamos ser los primeros, eso está bien, pero yo estaba convencido que no
traeríamos mas malanga para la gente que se quedaba, el tiempo me dio la razón, pero
fui consecuente.
Al Contingente “Pedro Ortiz Cabrera” fui a
parar, llevaba el nombre del policía que en 1980 custodiaba la embajada del
Perú y se había opuesto a la entrada por la fuerza de un guagua llena de gente
desesperada y angustiada, murió en el intento y desencadenó toda una cruzada
entre lumpens y revolucionarios, algunos de los nuestros también se comportaron
como lumpens, hubo huevos, insultos y al final de todo, un gran odio entre
cubanos, yo recuerdo haber participado en algunos de aquellos actos, mi vieja
con la sabiduría de gitana me alertó de defender mi idea pero sin atropellar e
indignar al contrario, hoy sus palabras están de moda. Al llegar al campamento
me recibió el director, demasiado limpio para estar en el campo trabajando, me
dió una explicación de las reglas, me cambié y salí a buscar junto con otros el
lugar donde estaba trabajando la brigada a la cual pertenecería, se trabajaba
en las plantaciones de plátanos microjet una nueva tecnología de riego para el
plátano que consistía en un regadío individualizado para cada planta,
aplicábamos tecnología individualizada para plantas y a los humanos lo veíamos
como un todo, a cada brigada conformada por siete hombres mas o menos le tocaba
atender una hectárea de plátanos, se desyerbaba y se regaba diariamente.
- Como te llamas?, me pregunto el jefe de
brigada
- José, pero me dicen Fardy, y de ahí lo de
siempre que de donde venía el apodo y todas esas cosas que ya estaba aburrido
de contar.
- Echen pa’ca muchachos para que conozcan al
nuevo, gritó el jefe, le dí la mano a todos y ...
- Bueno, a trabajar coge tu guataca y ponte
al lado de Miguel, me dijo finalmente.
Entonces, como siempre la conversación del
surco, ese día Miguel no se sentía bien del estómago y a los diez minutos de
estar al lado suyo contando de donde era, me pidió disculpas y gritó al jefe
...Debo ir al baño.
- No te demores, mira que estamos atrasados,
replico el jefe.
A las once regresó Miguel, se había metido 2
horas haciendo sus necesidades, se la agarraron con Miguel, el jefe gritó como
un desesperado con espanto, este bajo la cabeza y no dijo nada, convocaron a la
brigada y querían botarlo ahora mismo, yo acabado de llegar ya tenía que tomar
partido y rápido, pero había aprendido que los humanos no hacemos algo si no
hay una explicación y yo pedía encontrarla en Miguel, este solo dijo, no me
abandonen y echo a llorar.
Llegando nuevo y todo, pude convencer a los
demás que yo estaría cerca de Miguel y que velaría por que lo ocurrido no
volviera a pasar, el no me abandonen de Miguel no solo me había conmovido a mi
sino a toda la brigada, se acepto mi propuesta y a partir de ahora Miguel sería
mi protegido.
Pasaron los días y el primer fin de semana,
solo había pase oficial cada 15 días donde las guagua del campamento te levaban
a la Ciudad de la Habana, estabamos en Guines a unos cuantos
kilómetros de la ciudad, si querías ir por tu cuenta a la
Habana tenías que coger unos camiones por cinco pesos en el pueblo y te
llevaban hasta la terminal de trenes en la Habana, para regresar harías lo
mismo pero el Lunes bien temprano como a las 4 a.m., era todo una odisea
encaramarse en unos de esos camiones, no había piedad, era tu o ellos.
La cosa en el país estaba bien difícil, sobre
todo la comida, bueno en realidad la comida solo mejoró unos cuantos años
después de los sucesos de 1980, aparecieron por ese entonces los mercaditos en los
barrios con variadas ofertas de jamón, pollo, latas de conserva con carne y
otras cosas, costaba pero tu salario valía, yo entonces había decidido viajar
a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) a hacer mis
estudios y solo conocía de la abundancia en Cuba cuando venía de vacaciones,
que mis padres me daban todo lo mejor, salvo estos años todo los demás fueron
de bastante necesidades sin cubrir, ahora era más complicado el país, de la
noche a la mañana recibió un doble bloqueo, bueno el de los americanos que sólo
influenciaba hacia años a un 15 % de la economía y el de los rusos, que lo
hacía total.
No había nada del agro en la
Habana y mi hija tenia que comer costara lo que costara, en el campo
existían serias restricciones con todo lo que se vendía, los campesinos debían
entregarlo todo al estado para que esto se repartiera equitativamente, era un
buen principio en época de escasez pero yo no podía esperar por esto, como
muchos iba donde los guajiros y le compraba malanga, alimento preciado para los
chicos, esto me costaba un ojo de la cara y la mitad del otro, pero lo pagaba,
aunque aquí no se acababa el asunto, la cuestión era como transportarlo sin que
me pararan por la calle y me lo quitara la policía, por cierto en esa época se
subían a los camiones y guagua de los contingentes y registraban las mochilas
tratando de encontrar algún vegetal o vianda, te lo quitaban, te ponían una
multa, te botaban deshonrosamente del contingente y esto al llegar a tu centro
te podía costar otras cosas, uno se arriesgaba teniendo por causa el dar de
comer a su hija recién nacida como aquel que dice.
Cuando llegabas a la casa uno sentía el
regocijo de traer algo de comida a tu gente, te sentías el salvador, no pocas
veces pense en lo dichoso que era al poder hacer esto, por que otros ni
siquiera pudieron hacerlo.
Miguel trabajaba como siempre con algún que
otro maja, Miguel era negro de piel y su cara quería denotar guapería, pero en
realidad tenía una gran tristeza que había que verla en la profundidad de su
mirada, nuestra amistad comenzó en el trabajo y pronto siguió en el campamento
bajo algún que otro ronaso, recuerdo que se busco una linda negrita Isabel,
simpática y salsera y a la hora de los bailes alguna que otra noche en el
campamento, bajo los efecto del alcohol me la prestaba como decía él para que
echara unos pasillitos, en más de una ocasión me confesó que Isabel era lo más
alegre y sincero que le había pasado en la vida.
Una noche de esas que se convierten en
Iglesia por las confesiones que se hacen Miguel me contó su angustia, por allá
en 1982 Miguel trabajaba por la libre en Varadero a decir verdad trabajaba solo
en la noche como proxeneta disimulado, en realidad en aquella época comenzaba
el Turismo internacional a visitar a Cuba, no estamos hoy preparados para
afrontar todo lo que esto trae además del dólar, se pueden imaginar que antes
tampoco, solo que entonces eran unos cuantos miles los que visitaban la isla al
año y hoy son dos millones, y digo proxeneta disimulado por que según me cuenta
Miguel el solo servía de intermediario entre la jinetera y el extranjeros, a
ambos engañaba haciéndose el que lo tenía todo controlado, por un lado a las
jineteras les hablaba de sus contactos con extranjeros y delante de los
extranjero se hacía pasar por chulo experimentado, de ambos recibía
dólares ilícitos para aquella época, su trabajo comenzaba con el empezar de los
centros nocturnos y una vez que empataba a varias de sus “mujeres” se retiraba
a dormir. Se levantaba bien temprano para otro trabajito menos remunerado pero
que le daba placer, con varios de estos nuevos chulos Miguel bien temprano
corría por la playa de Varadero recogiendo lo que los turistas dejaban tirado
por olvido en la arena la tarde anterior, unas chancletas, unos espejuelos, una
toalla y cosas así, que revendiéndolas le sacaban algo de dinero.
Una de esas mañana Miguel y los otros al
hacer su corrida de costumbre encuentran en la orilla flotando unos paquetes
grandes bien empaquetados, todo cubierto de un nylon grueso, uno de los paquetes
grande se había roto y en su interior y a su lado se encontraban otros más
chicos también muy bien asegurados, ellos se acercaron y recogieron tres de
esos paqueticos chicos y siguieron su camino, los guardaron y al pasar más
tarde por la playa habían cercado esta parte con un cordón de policía.
- Oye Fardy donde carajo se habrá
metido la Isabel, me dijo que iba un momento a hablar con el Director del
campamento y no ha vuelto, yo voy a buscarla tú me esperas aquí verdad?
- Bueno, si tú no te quedas allá con ellos,
te espero.
Pasado un rato vi a Miguel que regresaba con
Isabel por detrás de las letrinas, Miguel venía con el rostro cerrado y a cada
rato le decía algo, al llegar le hice la pregunta del tonto, ¿Les paso algo?,
ninguno de los dos me contestó, estuvimos un rato en silencio sentados, Isabel
se paró y dijo que se iba a dormir, Miguel se paró también y la acompañó, sentí
que habían discutido por algún celo de Miguel, pero solo le pregunte
si lo esperaba para seguir conversando, claro chico me contesto
enfadado, bueno mi hijo no la cojas conmigo, le repliqué.
Miguel se veía crujiao por la vida, tenía una
apariencia de 35 a 40 años pero en realidad tenía solo 27 años,
aunque podía ser muy jodedor en realidad llevaba una amargura muy grande por
dentro, era de constitución más bien flaca pero fuerte y se veía que mandaba un
buen genio, en general era pacifico y poco conversador, su vista siempre estaba
puesta en el piso por donde caminaba, en el campamento era de pocos compañeros
y a mí me tenía como su amigo, solía decirme y recordarme lo que había hecho
por él sin conocerlo.
En verdad Miguel también me salvó de una, que
me hubiera costado muchas cosas, resulta que unos de esos días en que viajé
a la Habana, el camión que nos llevaba fue parado por un patrullero y
bajaron a todo el Mundo para registrarlo, yo venía con Miguel y este me ayudaba
a traer mi cargamento porque a decir verdad nunca llevo nada para los suyos, se
me aflojaron las patas sabia todo lo que me esperaba, sin embargo Miguel con
una sangre fría tremenda se acercó a unos de los policías y le pidió hablar a
solas, estuvo conversando y enseñándole unos carnet, al llegar al turno mío
para que me registraran, me llevaron para detrás del patrullero donde los otros
no vieran y me dejaron allí hasta que pasara la pesquisa al resto del personal
que viajaba en el camión, le hicieron multas y notificaciones a algunos de los
que viajaban con nosotros y les retiraron las viandas, yo continúe camino y mi
nena esa semana pudo comer malanga. Miguel nunca me dijo que hablo con el
policía pero de todas maneras se lo agradecí de corazón.
- Oye compadre como tú te demoras, ya yo me
iba a dormir.....le dije cuando regresó de dejar a Isabel,
- No me digas nada que estoy a punto de
matarla, me contestó enfadado. Yo no le di importancia a sus palabras y le pedí
que me siguiera contando.
Miguel y su gente se asustaron mucho al ver
el cordón de policía en la playa, pensaron que algo grande tenían los
paqueticos que habían recogido en la mañana, corrieron a la casa y se
repartieron los tres paquetes, Miguel cogió uno y al llegar donde estaba
alquilado, en el cuarto lo abrió con un cuchillo pues no se podía con las
manos, encontró en su interior un polvo blanco como el talco, lo olió como el
que no quiere hacerlo y lo probó con la punta de la lengua, no encontró un
sabor raro, lo dejó todo así y fue a ver a sus amigos, al encontrarlos estos le
comentaron que parecía lo que en las películas americanas la gente inhala, es
decir coca y allí comenzaron las pruebas, se lo echaban a los frijoles negros
cuando cocinaban, a los espaguetis como queso rallado, la ventaja mas grande
era que a la hora de hacer el amor podían mantenerse en erección por mucho
tiempo y esto empezó a gustarles a las chicas que tenían “bajo su mando” entre
las cuales se hicieron famoso por su fogosidad. Miguel nunca vendió coca a
extranjeros, tenía reservado su paquete para él, para sentirse alegre según era
al principio, le comenzó a preocupar su estado cuando ya no podía pasar horas
sin probarla, su estado eufórico se reducía considerablemente y su depresión
era cada vez más profunda.
Empezaron a aparecer nuevas caras entre sus
amigos y aunque ellos no le daban coca a la gente fuera del grupo, aparecían
cada vez más los que le preguntaban por la carga que habían
encontrado en la playa. Miguel comenzó a sospechar y decidió regresar a la
Habana y quitarse por un tiempo de los negocios. En su casa su
vieja se sentía preocupada por el trabajo de Miguel en Varadero pero había poca
comunicación entre ellos, mientras tanto Miguel hacia sus contactos en la
Habana para seguir su trabajo, su salud estaba mala, se sentía para la
mierda, lo visitaba un gordo con una pinta de policía que preguntaba mucho si
él tenía algún material para subir fuerza con las chicas, en franca alusión a
la coca, pero Miguel sospechaba y sabía que jugaba con candela, un buen día
regresó a Varadero y les entregó a sus amigos lo que le quedaba de su paquete,
había decidido quitarse su malestar, al otro día cuando dobla por la
esquina de su casa en el Vedado ve llena la casa de policías, se asusta por su
vieja y corre, sabía que todo estaba en orden por que la coca la había
entregado, al llegar todo estaba revuelto, la mamá se le balanceó encima
llorando y preguntándole que había hecho, la policía lo detiene en la sala de
la casa y le pide que se esté quieto mientras registran el resto de la casa,
Miguel pide la orden para el registro, se la enseñan y la del CDR le agrega que
allí estaba de testigo de que todo se hacía según la ley, Miguel se tranquiliza
y trata de hacerlo con su vieja, pero de pronto una bolsita de nylon con un
polvo blanco trae uno de los policía y le cuenta al Teniente que la habían
encontrado en el baño.
- Diez años de cárcel fue mi sentencia, y
todo un sufrir..., pero eso te lo cuento mañana, trabajo me cuesta acordarme lo
que pasé, tu mi amigo Fardy naciste y te criaste en cuna de oro, es más tu
vives sin pesares, los míos me vuelven loco, vamos a dormir que mañana hay que
hacer.
No tuve oportunidad de seguir esta
conversación con Miguel, ya no hablaríamos más del asunto, sentía como si
Miguel no quisiera encontrar mi mirada, la esquivaba, sentía
vergüenza...después de aquello compartimos en el campamentos varias veces pero
nunca más me miró a la ojos al hablar.
Un día, después de una de las fiestas, cuando
me había ido acostar y Miguel se quedo conversando con Isabel sentí un auxilio
desesperado y todo un tropelaje, al salir del cuarto me comentaron que Miguel
le había arremetido con tremenda furia a Isabel y le había dado de golpes y
está fue a refugiarse al cuarto del Director del campamento, en medio de la
confusión no creía posible que Miguel se descargara de esa forma y también me
parecía extraño que Isabel hubiera ido corriendo a ver al Director.
No se encontraba a Miguel, todos decían que
se había ido corriendo por la carretera que estaba a un costado del campamento,
me fui a la cama preocupado y con la esperanza de hablar con Miguel al otro
día.
Fue un de pie como todos los demás con la
música del radio y hablando de nuestros grandes triunfos en la agricultura, al
llegar al baño todos estaban reunidos y asustados alrededor de Miguel, que se encontraba
colgado de la ducha.
Pasamos días conmocionados, no fui al
entierro, me gusta conservar la última imagen viva de las personas. Isabel me
esquivaba y tardamos en sentarnos a conversar, ella tenía que contarme mucho y
le costaba decidirse...Mientras tanto ambos le echábamos de menos a Miguel.
Al fin unos días antes de que se cumplieran
mis seis meses y me regresara al instituto nos sentamos con Isabel y hube de
saber todo por lo que pasó Miguel.
Miguel de los diez años a los que fue
sentenciado por tráfico de estupefaciente, cumplió dos solamente pues más tarde
se supo que el que si traficaba en Cuba con la coca era el General Ochoa y su
camarilla, Los Martínez y otros y se había demostrado que estos habían
utilizado el territorio nacional como puente de la coca para los Estados
Unidos, fueron fusilados como debían y Miguel que solo era un chico malo
cumplió por tenencia y consumo y no por tráfico, pero en la cárcel a Miguel le
había ido mal, muy mal, había sido violado y su culpa no le permitía
sentir para nada con una mujer, se lo había demostrado a Isabel que en su afán
por el sexo lo había engañado con el Director del campamento, Miguel aquella
noche había sorprendido a Isabel con el Director en el fondo de las letrinas
del Campamento después que la había dejado en su albergue.
“...En el mes de Agosto ha subido
considerablemente la producción de plátano microjet gracias a los contingentes
agrícolas y a la tecnología individualizada del riego…”, se escuchaba por la
radio.
FIN