Viaje a la Luna

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Una memoria a mis antepasados, a mis vivencias...unos versos de futuro.

QUIEN NO SE OCUPA DE NACER SE OCUPA DE MORIR

miércoles, 1 de octubre de 2014

EN LA ENCRUCIJADA ECONOMICA

Por Rolando López del Amo

( segundacita.blogspot.com.ar)

Sin una economía eficiente no hay prosperidad social posible. La tarea principal de Cuba hoy es lograr esa economía eficiente capaz de satisfacer las necesidades materiales fundamentales de nuestra población en alimento, vestido, vivienda, transporte, salud, educación, cultura, recreación, descanso, atención a jubilados y minusválidos, por citar algunas. Y hacerlo con esfuerzo propio, básicamente.

El modelo económico que aplicamos a partir del modelo soviético legado por Stalin, demostró que ese no era el camino. Nuestra ineficiencia en los años previos a la desaparición de la URSS se encubría con un elevado financiamiento externo que alcanzó la cifra de 32, 000 millones de dólares de deuda que sólo ahora, durante la reciente visita del Presidente Putin a Cuba, fue condonada en un 90%. No contamos las deudas con otros antiguos países socialistas europeos, con el Club de París, con la R.P. China y otros.

Nuestro comercio exterior ha padecido de un balance desfavorable alto que engrosaba las cifras de nuestra deuda externa. Nuestro modelo, para decirlo en síntesis, ha resultado insostenible. Sumémosle las cargas del bloqueo yanqui, pero no justifiquemos nuestra ineficiencia con el bloqueo, criminal y despiadado como es conocido.

El país no tiene otra alternativa que reformar su sistema económico, racionalizar sus gastos, evitar derroches, ahorrar de manera sensata y producir suficientes bienes y servicios para el consumo interno y para la exportación, incluyendo el pago de nuestras deudas renegociadas. Y para eso se necesitan objetividad y decisión. Cuando Lenin reconoció que lo que él llamó “comunismo de guerra” significaba la muerte de la Revolución de Octubre, planteó y defendió, contra viento y marea, la Nueva Política Económica. Cuando Deng Xiaoping ratificó el fracaso económico del “gran salto adelante” primero y de la “gran revolución cultural proletaria” después, planteó su idea del socialismo de mercado o socialismo con características chinas. Nosotros no tenemos otra alternativa que modificar nuestro sistema. No podemos pasarnos la viada dependiendo de la solidaridad externa, llámese URSS y CAME, o China o Venezuela.

No se trata de ir de regreso al capitalismo, ni aplicar recetas neoliberales, sino de rescatar ideas marxistas como la de que el socialismo ha de buscar un equilibrio entre los intereses del individuo y de la sociedad; la de que sin desarrollo económico no hay socialismo moderno, que no es la comunidad primitiva; la de que la experiencia de las cooperativas industriales de Owen en Inglaterra, según Marx, fueron las únicas capaces de resistir la crisis capitalista en el siglo XIX. Se trata de entender que la sociedad socialista es todavía una sociedad mercantil, en la que existe esa mercancía que mide el valor de todas las demás y se cambia por cualquiera de ellas, el dinero, y que la distribución individual del producto social, después de garantizar las necesidades de reproducción, etc. se debe hacer según la cantidad y calidad del trabajo aportado. Aceptar que la planificación no puede ser una camisa de hierro, sino una aspiración con la necesaria flexibilidad para ser reajustada y que también el capitalismo emplea la planificación. Entender que la justicia social a la que aspira el socialismo puede, en el camino hacia el desarrollo económico, transitar por diversas formas de propiedad y que una propiedad estatal no es sinónimo de socialismo, si no tiene la participación y el poder de decisión de los trabajadores en la misma.

Cada pueblo tiene que encontrar su propia vía, pero tiene que hacerlo en contacto con el mundo que lo rodea y del que es parte. Cuba necesita hoy financiamiento interno y externo, incluyendo, en ambos casos, la inversión privada. Nuestro régimen económico excesivamente centralizado asfixia iniciativas, retarda o reprime posibilidades diversas, no libera las fuerzas productivas.

El Estado controla mediante leyes e impuestos y solamente debe poseer y administrar aquellas empresas excepcionales que constituyen los medios fundamentales de producción.

Claro que a esa base económica hay que darle espíritu, inteligencia, sensibilidad, lineamiento humanista de solidaridad y fraternidad. Y ese es el gran papel de los dirigentes políticos y de los medios de comunicación de masas, de la familia y de la escuela, de las organizaciones sociales. Recordar lo que ya descubrió en su tiempo el griego Aristóteles: el hombre es un ser social. Fuera de la sociedad nadie es.

Trato siempre de ir a ese manantial de buen pensamiento cubano que se llamó José Martí. El sigue siendo nuestro contemporáneo, con la mente en los sueños de hoy que serán realidades mañana, y con los pies en la tierra para andar por los caminos posibles.

Adjunto el final de un artículo que publiqué hace unos días:

Y ¿qué patria es la que defendemos? La que nuestro José Martí, autor intelectual del asalto al Moncada, como lo llamó Fidel, nos explicó: “La patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos, y no feudo ni capellanía de nadie” (4-239) “Patria es comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas” (1-93)
Por ese camino se defenderá la existencia de la república martiana, “justa y abierta, una en el territorio, en el derecho, en el trabajo y en la cordialidad, levantada con todos y para el bien de todos” (1-272)