SIN CRIMEN NI PRUEBAS
NI HABEAS CORPUS
(Por Emir Sader,
publicado en PAGINA12)
En los últimos días la derecha brasileña
había entrado en un estado de desesperación. Después de imponer en la agenda
política la posibilidad de la prisión de Lula, descontando una decisión que
creían segura del Supremo Tribunal Federal de Brasil, sus sueños habían
empezado a debilitarse. Un conteo preliminar de los votos del tribunal parecía
favorecer a Lula, sugiriendo un quiebra del consenso de Curitiba que se había
impuesto hasta ese momento. Un consenso jurídicamente absurdo, de condena sin
crimen ni pruebas, configurando claramente una persecución política, basada en
el lawfare –el uso unilateral de leyes para la perseguir a adversarios
políticos–. Nadie tiene dudas de que el juez Sergio Moro es un adversario
político feroz de Lula, que le ha negado todo tipo de recursos, que lo trata de
forma racista y discriminatorio, que frecuenta, de forma amigable, a fiestas
con dirigentes de los partidos de derecha, ninguno de los cuales ha sido tan
siquiera acusado por el juez y sus colegas.
El clima era de gran expectativa. Una Revista
semanal de la derecha advertía que si Lula recibía el hábeas corpus se
terminaba el caso Lava Jato, confesando que ese operativo anticorrupción
dependía de la violación de la Constitución que dice expresamente que la
prisión de un acusado solo se daría una vez concluidos todos los recursos. Pasa
que el mismo STF, involucrado en el clima de arbitrariedades que la Lava Jato
había impuesto al país, había decidido, en varios casos, por la prisión antes
que se agotaran todos los recursos. Pero, rompiendo con esa práctica, había
anticipado que, en el caso de Lula, volvería a hacer valer el precepto
constitucional, concediendo el hábeas corpus.
En los días previos a la sesión de ayer los
medios habían usado todos sus recursos para intentar crear un clima de presión
sobre el STF, desde el anuncio de movilizaciones de docenas de personas como si
fueran miles, hasta publicar editoriales exigiendo la prisión de Lula. Quedó
claro que solo por la vía judicial pueden impedir que Lula vuelva a ser
presidente de Brasil.
Como elemento nuevo, oficiales de las FF.AA.
pasaron a manifestarse abiertamente en favor de la prisión de Lula. Hasta el
mismísimo comandante en jefe del Ejercito se sumó al coro, diciendo que la
institución no aceptaría que la Justicia sea tolerante con la corrupción. Sus
dicho representan la repolitización de las FF.AA., que se han otorgado una
amnistía, al final de la dictadura, que representa precisamente la tolerancia
total con todos los crímenes que los militares han cometido en los as de 20
anos de dictadura. “Intolerancia con la corrupción” debería significar la
anulación esa amnistía y el pasar a juzgar a todos los crímenes de la
dictadura. Pero ahora es solo una frase que se sumar a la persecución política
de Lula y nada más.
Las reacciones negativas han venido de varios
lados, incluso de la red Globo. En una editorial, ese medio criticó al
comandante en jefe de la Fuerza Aérea y de otros sectores formadores de la
opinión pública por aceptar la impunidad respecto a políticos de derecha, como
Michel Temer y Aecio Neves, entre otros, mientras que, súbitamente, muestran
preocupación por el caso de Lula.
El clima ha vuelto a ser tenso en Brasil y en
todo el país, fomentado por los medios, en particular por la red Globo, que
actuó como si se estuviera en las vísperas del golpe de 1964, cerrando su
principal noticiero con la amenaza del golpista del comandante en jefe del
Ejército - antes de decir lo contrario al día siguiente.
En ese clima el STF falló en contra de Lula.
Caben todavía recursos y, aun siendo rechazados, como se espera, queda la
decisión política en manos de Sergio Moro, de definir si decreta la prisión de
Lula. Lo cual produciría una inmensa conmoción, por ser el único líder político
nacional en Brasil, por tener 40 por ciento de apoyo en las encuestas, como lo
han confirmado sus Caravanas por todo el país.
Una fantástica farsa jurídica alrededor de un
departamento que nunca fue de Lula, que acaba de ir a subasta, con lo recaudado
para la empresa que es la real propietaria del inmueble. con eso se
generó un proceso absurdo, sin pruebas, con una condena en base a las
“convicciones” de quienes lo tratan como enemigo político.
Si Lula fuese preso se entraría en un período
todavía más turbulento de la vida política brasileña. De ahí a que, a lo mejor,
no se atrevan, pero mantengan lo que más le importa a la derecha brasileña:
tratar de impedir que Lula sea candidato a la presidencia del país.