UNA
PARTICULA DIMINUTA PODRIA ALTERAR LAS LEYES DE LA FISICA(*)
(Por Dennis Overbye)
Cada vez hay más pruebas de que una diminuta
partícula subatómica desobedece las leyes de la física tal y como las
conocíamos, anunciaron los científicos el miércoles. Este hallazgo abre un
vasto y tentador territorio inexplorado en nuestra comprensión del universo.
El resultado, según los físicos, sugiere que
hay formas de materia y energía que son vitales para la naturaleza y la
evolución del cosmos pero que aún no son conocidas por la ciencia.
“Esto
es como si aterrizáramos nuestro róver en Marte”, dijo Chris Polly, físico
del Laboratorio Nacional de Aceleradores Fermi, o Fermilab, en Batavia,
Illinois, quien ha estado trabajando para lograr este hallazgo durante la mayor
parte de su carrera.
La partícula en cuestión es el muon, similar
al electrón, pero mucho más pesado y es un elemento integral del
universo. El descubrimiento sucedió cuando Polly y sus colegas —un
equipo de 200 físicos provenientes de siete países— notaron que los muones no
se comportaron como estaba previsto cuando fueron disparados a través de un intenso
campo magnético en el Fermilab.
Ese comportamiento aberrante plantea un gran
desafío al Modelo Estándar, el conjunto de ecuaciones que enumera las
partículas fundamentales en el universo (17, según el último recuento) y cómo
interactúan.
“Esto es una fuerte evidencia de que el muon
es sensible a algo que no está en nuestra mejor teoría”, dijo Renee Fatemi,
física de la Universidad de Kentucky.
Estos resultados, que son los primeros de un
experimento llamado Muon g-2, confirmaron los obtenidos en ensayos similares
realizados en el Laboratorio Nacional de Brookhaven en 2001, que han cautivado
a los físicos desde entonces.
En un seminario virtual y una conferencia de
prensa celebrada el miércoles, Polly señaló un gráfico que muestra un espacio
en blanco donde los hallazgos del Fermilab se desviaron de la predicción
teórica. “Podemos decir, con bastante confianza, que debe existir algo que haya
contribuido a generar este espacio en blanco”, dijo. “¿Qué monstruos podrían
estar acechándonos allí?”.
“Hoy
es un día extraordinario, largamente esperado no solo por nosotros, sino por
toda la comunidad física internacional”, dijo Graziano Venanzoni, portavoz de
la colaboración Muon g-2 y físico del Instituto Nacional de Física Nuclear de
Italia, en un comunicado emitido por el Fermilab. Los resultados también
se publican en un conjunto de artículos que fueron enviados a diversas
revistas académicas especializadas.
Las mediciones tienen aproximadamente una
posibilidad entre 40.000 de ser una casualidad, informaron los científicos, muy
por debajo del estándar necesario para afirmar que se trata de un
descubrimiento oficial según los estándares de la física. Las señales
prometedoras desaparecen todo el tiempo en la ciencia, pero todavía falta
procesar más datos. Los resultados del miércoles solo representan el seis por
ciento del total de datos que se espera que el experimento con muones obtenga
en los próximos años.
“Esto es como si aterrizáramos nuestro róver
en Marte”, dijo Chris Polly, físico del Laboratorio Nacional de Aceleradores
Fermi, o Fermilab, en Batavia, Illinois, donde se realiza la investigación.Credit...Reidar
Hahn/Fermilab vía Departamento de Energía de Estados Unidos
La mayoría de los físicos creen que hay un
rico tesoro de nueva física a la espera de ser encontrado, si tan solo se
pudiera ver más profundamente y más lejos. Los datos adicionales del
experimento del Fermilab podrían suponer un gran impulso para los físicos de
partículas deseosos de construir la próxima generación de costosos
aceleradores.
Se espera que, con el tiempo, también podría
generar explicaciones de misterios cósmicos que durante mucho tiempo han
preocupado a nuestra especie. ¿Qué es exactamente la materia oscura, esa
materia invisible que, según los astrónomos, constituye una cuarta parte de la
masa del universo? De hecho, ¿por qué hay materia en el universo?.
En Twitter, los físicos respondieron al
anuncio del miércoles con una mezcla de entusiasmo y cautela. “Por supuesto,
existe la posibilidad de que sea nueva física”, dijo Sabine Hossenfelder,
física del Instituto de Estudios Avanzados de Fráncfort. “Pero yo no apostaría
por eso”.
Marcela Carena, jefa de física teórica del
Fermilab, que no participó en el experimento, dijo: “Estoy muy emocionada.
Siento que este pequeño bamboleo puede sacudir los cimientos de lo que creíamos
saber”.
‘¿Quién ordenó eso?’
Los muones son un tipo de partícula que es
poco probable que llegara a ser el centro de atención de la física. A veces
llamados “electrones gordos”, se parecen a las conocidas partículas elementales
que alimentan nuestras baterías, luces y computadoras y que zumban alrededor de
los núcleos de los átomos; tienen una carga eléctrica negativa y giran, lo que
hace que se comporten como pequeños imanes.
Pero son 207 veces más masivas que sus primas
más conocidas. Además, son inestables y se descomponen radioactivamente en
electrones y partículas superligeras llamadas neutrinos en 2,2 millonésimas de
segundo.
“¿Quién ordenó eso?”, dijo el físico de la
Universidad de Columbia I. I. Rabi cuando se descubrieron por primera vez en
1936. Ahora estas partículas se producen copiosamente en lugares como el Gran
Colisionador de Hadrones, cuando las partículas más ordinarias chocan entre sí
a altas energías.
Los muones han pasado a ser el centro de
atención gracias a una peculiaridad de la mecánica cuántica, las reglas no
intuitivas que subyacen en el reino atómico. Entre otras cosas, la teoría
cuántica sostiene que el espacio vacío no está realmente vacío, sino que
hierve con partículas “virtuales” que entran y salen de la existencia.
“Se podría pensar que es posible que una
partícula esté sola en el mundo”, dijo Polly en una declaración biográfica
publicada por el Fermilab. “Se podría pensar que los confines más profundos y
oscuros del espacio exterior son un entorno muy solitario para las partículas.
Pero, de hecho, no es nada solitario. Gracias al mundo cuántico, sabemos que
cada partícula está rodeada por un séquito de otras partículas”.
Ese séquito influye en el comportamiento de
las partículas existentes, incluida una propiedad del muon llamada momento
magnético, representada en las ecuaciones por un factor llamado g. Según una
fórmula derivada en 1928 por Paul Dirac, físico teórico inglés y fundador de la
teoría cuántica, el momento magnético de un muon solitario debería ser 2.
Pero un muon nunca está solo. Así que la
fórmula de Dirac debe corregirse para tener en cuenta el zumbido cuántico que
surge de todas las demás partículas potenciales del universo. Eso hace que el
factor g del muon sea inferior a 2, de ahí el nombre del experimento: Muon g-2.
La medida en que el g-2 se desvía de las
predicciones teóricas es una indicación de lo mucho que aún se desconoce sobre
el universo. Como dijo Polly, aún no se sabe cuántos monstruos esperan en la
oscuridad para ser descubiertos por los físicos.
En 1998, los físicos de Brookhaven, incluido
Polly, quien en ese entonces era un estudiante de posgrado, se propusieron
explorar esta ignorancia cósmica midiendo realmente el g-2 y comparándolo con
las predicciones.
En el experimento, un acelerador llamado
Sincrotrón de Gradiente Alterno creaba haces de muones y los enviaba a un
anillo de almacenamiento de 15 metros de ancho, una pista de carreras
gigantesca controlada por imanes superconductores.
El valor de g que obtuvieron discrepaba de la
predicción del Modelo Estándar lo suficiente como para provocar la imaginación
de los físicos, pero sin la suficiente certeza como para afirmar que se trataba
de un descubrimiento sólido. Además, en una medida de lo difícil que es este
trabajo, los expertos no pudieron ponerse de acuerdo sobre la predicción exacta
del Modelo Estándar, enturbiando aún más las aguas de la esperanza.
En aquel momento, rehacer el experimento no
habría aumentado la precisión lo suficiente como para justificar el costo por
lo que, en 2001, Brookhaven retiró el anillo de almacenamiento de muones de 15
metros. El universo se quedó colgado.
La gran
mudanza
En el Fermilab se estaba construyendo un
nuevo campus dedicado a los muones.
“Eso abrió un mundo de posibilidades”,
recuerda Polly en su artículo biográfico. Para ese entonces, Polly trabajaba en
el Fermilab; instó al laboratorio a rehacer el experimento g-2 allí. Lo
pusieron a cargo.
Sin embargo, para realizar el experimento,
necesitaban la pista de imanes de 15 metros de Brookhaven. Y así, en 2013, el
imán emprendió una odisea de 5150 kilómetros, en su mayor parte en barcaza, por
la costa este, alrededor de Florida y por el río Misisipi, y luego en camión a
través de Illinois hasta Batavia, sede del Fermilab.
El imán se asemejaba a un platillo volador y
llamaba la atención cuando era conducido hacia el sur a través de Long Island a
16 kilómetros por hora. “Caminé y hablé con la gente sobre la ciencia que
estábamos haciendo”, escribió Polly. “Se quedó una noche en un estacionamiento
de Costco. Más de mil personas fueron a verlo y a escuchar sobre la ciencia”.
El experimento se puso en marcha en 2018 con
un haz de muones más intenso y el objetivo de recopilar 20 veces más datos que
la versión de Brookhaven.
Mientras tanto, en 2020 un grupo de 170
expertos conocido como la Iniciativa de la Teoría del Muon g-2 publicó un nuevo
valor consensuado del valor teórico del momento magnético del muon, basado en
tres años de talleres y cálculos utilizando el Modelo Estándar. Esa respuesta
reforzaba la discrepancia original comunicada por Brookhaven.
Contactada por teléfono el lunes, Aida X.
El-Khadra, física de la Universidad de Illinois y copresidenta de la Iniciativa
de la Teoría del Muon g-2, dijo que habían estado esperando este resultado
durante mucho tiempo.
“Nunca antes había tenido la sensación de
estar sentada sobre brasas”, dijo El-Khadra.
El día del anuncio del Fermilab, otro grupo,
que utilizó una técnica diferente conocida como cálculo de celosía para estimar
el momento magnético del muon, obtuvo una respuesta diferente a la del grupo de
El-Khadra, lo que agregó una nueva nota de incertidumbre al procedimiento.
“Sí, afirmamos que no hay ninguna
discrepancia entre el Modelo Estándar y el resultado de Brookhaven, ninguna
física nueva”, dijo Zoltan Fodor, de la Universidad Estatal de Pensilvania, uno
de los autores de un informe publicado en Nature, el miércoles.
El-Khadra, que conocía ese trabajo, lo
calificó de “cálculo sorprendente”, pero agregó que debía cotejarse con los
resultados independientes de otros grupos.
En la oscuridad
El equipo tuvo que adaptarse a otra
condición. Para evitar el sesgo humano, y cualquier engaño, los
experimentadores participaron en una práctica, llamada cegamiento, que es común
en los grandes experimentos. En este caso, el reloj maestro que realiza un seguimiento
de la oscilación de los muones se había configurado a una velocidad desconocida
para los investigadores. Ese dato estaba en sobres sellados que estaban
guardados bajo llave en las oficinas del Fermilab y la Universidad de
Washington en Seattle.
En una ceremonia celebrada el 25 de febrero,
que fue grabada en video y vista en todo el mundo por Zoom, Polly abrió el
sobre del Fermilab y David Hertzog abrió el de la Universidad de Washington. El
número se ingresó en una hoja de cálculo, proporcionando una clave para todos
los datos, y el resultado apareció generando una serie de exclamaciones de
asombro.
“Fue un momento realmente emocionante, porque
nadie en el proyecto sabía la respuesta hasta ese momento”, dijo Saskia
Charity, becaria posdoctoral del Fermilab que durante la pandemia ha estado
trabajando de forma remota desde Liverpool, Inglaterra.
Primero sintieron orgullo por realizar una
medición tan difícil, y luego se llenaron de alegría al ver que los resultados
coincidían con los de Brookhaven.
“Esto parece ser una confirmación de que
Brookhaven no fue una casualidad”, dijo Carena. “Tienen una oportunidad real de
romper el Modelo Estándar”.
Los físicos dicen que esta anomalía les ha
dado ideas sobre cómo buscar nuevas partículas. Entre ellos se encuentran
partículas lo suficientemente livianas como para estar al alcance del Gran
Colisionador de Hadrones o su sucesor. De hecho, es posible que algunos ya se
hayan registrado, pero son tan raros que aún no han surgido de la tormenta de
datos registrados por el instrumento.
Otro candidato llamado Z-prime podría arrojar
luz sobre algunos acertijos del Big Bang, según Gordan Krnjaic, cosmólogo del
Fermilab.
El resultado del g-2, dijo en un correo
electrónico, podría establecer la agenda para la física en la próxima
generación.
“Si el valor central de la anomalía observada permanece fijo, las nuevas partículas no pueden esconderse para siempre”, dijo. “Aprenderemos mucho más sobre la física fundamental en el futuro”.
(*) en
el New York Time
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