Viaje a la Luna

Viaje a la Luna

Una memoria a mis antepasados, a mis vivencias...unos versos de futuro.

QUIEN NO SE OCUPA DE NACER SE OCUPA DE MORIR

miércoles, 13 de julio de 2016

(Publico a continuación este articulo no porque haya mencionado mi nombre (que al final solo fue "el pie", como bien dice el autor para una reflexión profunda sobre el tema), sino porque esta de "moda" por estos lares el tema corrupción, y Carlos Luque introduce aristas dignas de ser analizadas, cada una en su contexto social.)

SOBRE LA CORRUPCION Y EL SOCIALISMO: Una mirada critica y esperanzada

(Por Carlos Luque Zayas Bazán, publicado en el blog de Iroel Sánchez https://lapupilainsomne.wordpress.com/)

Un comentarista, autodenominado Maño, opina en La Pupila Insomne que “el grado de corrupción en la isla (de Cuba) es un “niño de pecho” comparada con la corrupción realmente existente en otros mucho países”. 

Ese comentario, y sobre todo el valiente artículo de Esteban Morales sobre el tema de la corrupción en Cuba, a propósito del cual comenta el forista Maño, motivó estas notas, que sólo pretenden estimular el pensamiento, el análisis y el debate ante la complejidad y las muchas variables que gravitan alrededor de este flagelo mundial y que tanto daño le hace a la ingente tarea de construir el socialismo y al prestigio mismo de ese ideal. 

Se puede suscribir la afirmación de Maño, sobre todo  la corrupción en Cuba con la endémica existente en países donde los poderes representan, legislan y favorecen al mundo empresarial privado, mientras se declaran sin rubor democráticos. El tipo de corrupción característico de muchos países capitalistas – clasificado por Transparencia Internacional, precisamente, con la taxonomía de Gran Corrupción, es, según la define ese organismo, la“corrupción conformada por actos cometidos en el alto nivel de gobierno que distorsionan las políticas o el funcionamiento central del estado para propiciar que sus líderes de beneficien a expensas del bien público”(1) – y esta, efectivamente, no es una realidad frecuente ni predominante en Cuba. 

Si para tener una referencia persistimos en atenernos a la taxonomía de Transparencia Internacional, que aplican, por demás muy dudosamente, el siguiente nivel inmediatamente inferior en grado a la Gran Corrupción, es un nivel  que denomina la “petty”, la pequeña corrupción, o corruptela, aquella que sería la “cometida por funcionarios medios o bajos en sus interacciones con el ciudadano común cuando estos acceden a los bienes básicos o a los servicios de hospitales, escuelas, departamentos de policía, u otros organismos” (2)
Finalmente, la corrupción política, tal como es conceptuada en ese organismo, tampoco es la característica en Cuba, pues se define como la manipulación de políticas, o del funcionamiento de instituciones, o de las reglas de procedimiento en la asignación de recursos o financiamientos, cometidos por responsables políticos en el ejercicio de un abuso de poder para mantener estatus y riqueza personal.

Sin embargo, en opinión de este comentarista, toda corrupción tiene un componente político, y es un daño gravísimo no sólo económico, sino lo que quizás es más gravoso en sociedades como Cuba, es una lesión espiritual, cultural e ideológica, a la vez que un debilitamiento en la lucha contra las dominaciones.

Pero hay una gran, aunque aparente, paradoja sólo aparente: la corrupción es consustancial al capitalismo, la corrupción en las sociedades capitalistas son funcionales al sistema, es una propiedad que las define, por cuanto la desigualdad fundada en la explotación del trabajo por el capital es el pecado capital  original y la más grave corrupción de todas. Por cierto, Transparencia Internacional no incluye el carácter capitalista de un sistema como la corrupción por antonomasia, lo que hace en ellas endémicos sus primeros y terceros conceptos de corrupción aquí citados. Los resultados del índice de corrupción que se muestran por esa entidad para el 2015 son más que dudosos pero no es el caso ahora analizarlos aquí. El interesado lo puede consultar en:http://www.transparency.org/cpi2015).

La existencia de la enorme brecha entre la minoría rica y la gran mayoría sometida a las deudas eternas de los créditos bancarios, la privatización de la salud, la educación; el desempleo o el subempleo parcial y precario, la amenaza constante del despido laboral, la pérdida o hipoteca de sus condiciones mínimas de vida, la desprotección social, las pensiones miserables sometidas al casino financiero, el empobrecimiento de la vida espiritual rehén de la desinformación y la subcultura televisiva y publicitaria, el flagelo de las drogas que destruye enormes capacidades entre sus juventudes, el saqueo de los recursos nacionales cuyas ganancias fluyen en mayor proporción hacia sus explotadores transnacionales, la fundamental mentira que son sus aparentes democracias donde al poder político sólo se accede  mediante el poder del dinero, y luego en el gobierno, después de ser legitimadas por las elecciones, se legisla y gobierna para las élites, todo ello es una corrupción en sí misma que define y explica, a la vez que es fundamento sobre el que se sostiene la hegemonía capitalista. 

Hay que reconocer, por demás, que la corrupción se persigue en algunos países porque no todos los funcionarios se corrompen por igual y en las sociedades capitalistas también florecen las cualidades humanas virtuosas. Por ejemplo, el aparato fiscal en Chile funciona con relativa independencia en la persecución de los múltiples casos de corrupción política y colusión entre parlamentarios, políticos, partidos y grupos empresariales que se han producido en los últimos años, aunque después el aparato penal -creado y manipulado por los mismos parlamentarios – es sumamente benigno, y en muchos casos las sanciones no se corresponden con el grado que merecería el dolo. Pero en esas sociedades cuando se combate la corrupción, muchas veces  devienen en ajustes de cuentas entre los que se reparten el pastel económico y el poder de un estado, que cumple así una función clientelar  de la clase empresarial. La persecución de los que violan las reglas del sistema al interior de las naciones, tiene su correlación global en la repartición del mundo en áreas de influencia, oportunidad de rapiña y lucha por los recursos ajenos, que es el objetivo del gran capital transnacional en las guerras intercapitalistas. 

Aparentemente este tipo de corrupción capitalista puede definirse sólo como política, pero esa calificación es limitada, porque puede afirmarse que la corrupción política es la gran corrupción económica por otros medios, está directamente relacionada con ella, la propicia y forma parte de una misma entidad con vasos comunicantes entre los actores corruptos.
Pero en una sociedad que se propone el ideal de la convivencia socialista, y la propiedad social sobre la riqueza nacional y los medios de producción, la corrupción tiene otro origen, y otro significado, y por tanto amerita otro análisis del que puede hacerse de la corrupción capitalista. Y exige, por lo tanto, encontrarle otras soluciones, adecuadas a su índole.

En primer lugar la corrupción en Cuba no tiene un entramado sistémico en la colusión que se teje entre  la legislación, la ejecución política, la aplicación de la justicia, la alta dirección política  y el mundo empresarial. No hay ni puede haber puerta giratoria en Cuba, tal como es habitual este tipo de corrupción en el mundo capitalista, porque ningún parlamentario y miembro del gobierno accede a sus funciones a partir de sus recursos privados, ni para favorecer los suyos o de terceros, ni existe el lobby a favor de las empresas, ni después de cumplir sus funciones los gobernantes  son retribuidos en el mundo empresarial como pago de sus servicios.

Aunque eso es obvio para muchos que se informan, o han visitado Cuba sin la vista epidérmica del turista, o no se dejan engañar por la leyenda negra de la propaganda anticubana, hay que subrayarlo, porque los lectores extranjeros que no conocen bien esa realidad, cuando oyen hablar de corrupción en Cuba, se imaginan, como le dicen o preguntan a este autor, o lo expresan en las redes sociales, que es la misma que ellos conocen: es decir, fundamentalmente la corrupción de la gran política coludida con el empresariado. 

Se explica la distinta condición de la corrupción cuando ocurre en Cuba porque los miembros del parlamento a ningún nivel, ni del estado, ni del gobierno, ni del partido, legislan o gobiernan representando y favoreciendo a una gran propiedad privada que no existe, a un mundo empresarial que lograra posicionarse o verse representado en los estamentos del gobierno. Se explica, además, porque las políticas inclusivas en favor de las mayorías, que son aspiraciones frustradas  constantemente en tantos pueblos y motivo de sus luchas, son regla en Cuba. 

Por el contrario, la gran corrupción, cuando ha ocurrido y  se ha detectado en el desempeño de funcionarios  burocráticos del alto nivel económico o político, se ha juzgado y ejemplarmente castigado, incluso aunque sus figuras hayan sido personas de trayectorias meritorias anteriores. No puede afirmarse con razón que ese tipo de corrupción goce de impunidad.

¿Cuál es la corrupción prevaleciente y más frecuente en Cuba, si no es la de la gran política, y si no es la de los más altos niveles de los funcionarios del gobierno y la economía? ¿Cuál es su motivación, su origen, sus causas, y cómo podría prevenirse, aumentando las probabilidades de éxito?

En Cuba no existe la gran propiedad privada capitalista. La gran corrupción, como ha sido definida más arriba, y la corrupción política, son infrecuentes; la primera, perseguida y castigada, no goza de impunidad estatal, y prácticamente nula la segunda. El tipo de corrupción más frecuente en Cuba es la que atenta contra la propiedad social gestionada por los niveles administrativos de base del aparato estatal, y raramente, aunque ha ocurrido, por los niveles administrativos superiores. Es propiciada por la indisciplina, la negligencia, o el dolo administrativo. Ocurre en empresas u organismos estatales y consiste fundamentalmente en el desvío de recursos deficitarios para su venta ilícita en el mercado informal subterráneo, o para consumo directo y suntuario de los corruptos más inmorales abusando de la confianza y el poder. También como intercambio o pago de favores de los administradores o funcionarios económicos o contables que se corrompen o cometen cohecho. En ocasiones surgen del cohecho en las sociedades de economía mixta, por sus relaciones con las administraciones de la parte extranjera.

La corrupción en Cuba es un atentado a la propiedad social, porque afecta los intereses comunes a la sociedad y no daña a propietarios privados.  Se propicia por el descontrol y la indisciplina administrativa. Su raíz más profunda está, sin embargo, de un lado, en la demanda existente por el desabastecimiento eventual de productos básicos y otros no tan imprescindibles, y a veces, por la demanda de lujos de los individuos más inescrupulosos, y, del otro lado, por la oferta de los que tienen acceso al control de los recursos y se corrompen sustrayéndolo, o desviándolos  de sus fines legales, o por aquellas personas, en ocasiones obreros, que se procuran el acceso, el robo o el desvío, por la falta de control, o la complicidad entre directivos y subordinados. Puede decirse que el trabajador, obrero simple, funcionario menor, o administrativo, se roba a así mismo, o se otorga a sí mismo, lo que pertenece a toda la sociedad. Es la gran diferencia con respecto a la corrupción de todo tipo en las sociedades capitalistas, y la ínsita  y consustancial a ese sistema económico y político, en que el robo de mayor envergadura no es precisamente el que se hacen los poseedores entre sí, sino el que se comete contra el erario público o el dinero de los contribuyentes.

Según el último informe de la Contraloría General de la República, correspondiente a los resultados del año 2015 “los recursos más afectados en la mayoría de los sectores son los medios informáticos, el combustible, los materiales de construcción, las piezas y neumáticos.”, es decir, los más deficitarios, caros  y demandados. Asimismo “el mayor número de implicados se concentra en el comercio, la gastronomía, y el sector agroalimentario”.

En un resumen del año 2012, la Contralora general de la República afirmaba que “hay dos elementos esenciales que siempre coinciden, independientemente de las maneras en que se manifiesten: uno es la falta de control, el incumplimiento de lo que está dispuesto, indisciplinas, violaciones, irresponsabilidad; y el otro es la pérdida de valores, ética y vergüenza de las personas.” (3)

Esta segunda razón se refiere al que quizás sea el reto más difícil, no sólo de la ética socialista, sino de la humanidad toda: el predominio de los valores y las virtudes superiores ciudadanas en la conducta pública y privada del ser humano.

(Una disculpa por la pequeña digresión. Robespierre, el gran revolucionario francés, en el discurso pronunciado el 18 Pluvioso, año II (5 de feberero de 1794), conocido comoSOBRE LOS PRINCIPIOS DE MORAL POLITICA, declaraba“En nuestro país queremos sustituir el egoísmo por la moral, el honor por la honradez, las costumbres por los principios, las conveniencias por los deberes, la tiranía de la moda por el dominio de la razón, el desprecio de la desgracia por el desprecio del vicio, la insolencia por el orgullo, la vanidad por la grandeza de ánimo, el amor al dinero por el amor a la gloria, la buena sociedad por las buenas gentes, la intriga por el mérito, la presunción por la inteligencia, la apariencia por la verdad, el tedio del placer voluptuoso por el encanto de la felicidad, la pequeñez de los “grandes” por la grandeza del hombre; y un pueblo “amable”, frívolo y miserable por un pueblo magnánimo, poderoso y feliz; es decir, todos los vicios y todas las ridiculeces de la Monarquía por todas las virtudes y todos los milagros de la República.” Esas aspiraciones, en esencia, son las del socialismo.

Las especialidades antropológicas, sociológicas, de la ciencia política, las económicas y psicológicas que estudian este tema desde sus respectivos métodos y enfoques, no han podido aun dar una respuesta medianamente esclarecedora de cómo lograr el mejoramiento de la conducta ética humana, pero es de esperar que cuando la desigualdad no sea el rasgo predominante en las modernas sociedades, cuando la precariedad no sea la condición de vida de tantos millones de seres humanos, y cuando las élites de las naciones ricas no saqueen a mansalva los recursos de los países que empobrecen con la desmedida ambición del capitalismo por el aumento de sus tasas de ganancias, las probabilidades del mejoramiento humano aumenten considerablemente. No se ha podido establecer, sin embargo, para que mientras tanto esa sea la tendencia predominante, si son esenciales primero las condiciones materiales de vida como caldo propicio de las virtudes espirituales, o si es la existencia de una masa crítica mínima y suficiente de hombres probos y ciudadanos virtuosos, la condición de base para que esas premisas puedan establecerse y generalizarse. Seguramente es una interrelación compleja de uno y otro, y múltiples  factores, pero se hace evidente que un planeta donde  la mayoría de sus pobladores viven en constante lucha por la sobrevivencia, no es el mejor caldo de cultivo para que las virtudes florezcan en esa masa crítica suficiente y se convierta en tendencia predominante.

La teoría al respecto siempre pensó que las relaciones que establecen los hombres en la sociedad, que el sistema en que vivan, a la postre daría lugar al surgimiento de hombres de conducta éticamente superior, pero se está lejos de poder falsear con seguridad esa variable. Mientras tanto, será necesario insistir en encontrar un equilibrio entre la coerción que haga respetar la ley por el temor al justo castigo, el control donde el juez no sea parte, combinado con la confianza humana comprobada. El pensamiento de Martí es justo al decir: “¿quién no ha querido pertenecer a la fila de los nobles”? Y la básica confianza en el mejoramiento humano es la más noble cualidad de un revolucionario, aunque ella sea vea decepcionada muchas veces no se puede cejar en ese empeño.)

En las empresas y entidades cubanas se realizan durante el año múltiples controles administrativos y contables, al punto que muchas veces las administraciones se quejan de su frecuencia, a veces verdaderamente excesiva. Los resultados que muestran las contralorías de la República y las fiscalías económicas, demuestran que los equipos de controladores y fiscales no se coluden con las administraciones, pero los controles externos a la empresa son reactivos, o como se dice en Cuba, le hacen la autopsia al cadáver en vez de impedir la enfermedad, no son proactivos, detectan la corrupción cuando ya ha sucedido, y de lo que se trata es de prevenirlos e impedir que florezcan las causas que lo propician.

Es innegable entonces que parte de la solución, mientras no vayan desapareciendo las dificultades económicas que crean la demanda en el mercado negro, y la oferta de los recursos que se desvían, tendría que estar en la efectividad del control interno preventivo.
En las empresas cubanas existen departamentos de control interno administrativo, y de control de la calidad, pero la experiencia, acotada naturalmente a su limitado entorno de la vida laboral de este autor, es que los primeros padecen de un funcionamiento casi puramente formal en algunas entidades, de lo contrario, no se explican las causas del descontrol en ellas como el caldo de cultivo de la corrupción. Muchas veces los controles externos son esperados, y las empresas se preparan para ellos. No se puede negar que muchas deficiencias reveladas por las contralorías se detectan y se resuelven, pero indudablemente no los neurálgicos y aquellas que propician la corrupción en las empresas o entidades donde ello ocurre.

Es plausible suponer que mientras no exista, al interior de las empresas, una contraparte de la administración que sea inmune a la cooptación y la complicidad en el delito, – a no confiar sólo en las virtudes de la espontánea honestidad, tan precaria todavía a la humana condición como para considerarla generalizada o espontáneas  – y cuyo interés esté precisamente en evitar las pérdidas en que la empresa incurriera cuando se desvían recursos, no se estará cerca de una  solución de raíz.
Pero para que lo anterior sea posible y tenga probabilidades de funcionar, ese interés más fuerte y opuesto al interés de ser cooptado y absorbido por una administración potencialmente en condiciones de corromperse en ausencia de contraparte, esta última tiene que superar un difícil escollo, según indica la experiencia: tiene que formar parte de la entidad, no puede ser ajeno a ella, y a la vez, gozar de una independencia e inmunidad relativa con protección legal operativa con respecto a posibles excesos de la administración. Ese escollo sólo puede superarse si la entidad contraparte está formada y colegiada y auto regulada por un grupo de trabajadores seleccionados por el colectivo, y con un liderazgo merecido en la ejecución proba y eficaz de sus funciones.   A la vez, los resultados económicos de la probidad administrativa que resultara del éxito del control, tendrán que reflejarse positivamente en las condiciones de trabajo, en los salarios, y los estímulos a los trabajadores, o al menos, en el equilibrio de los resultados que se hayan logrado. Tanto ese organismo de control interno y la administración deben ser removidos por el voto de las asambleas de trabajadores cuando el caso lo amerite, es decir, cuando ocurran casos de corrupción y también deben pagar sanciones pecuniarias y morales cuando se compruebe negligencia o incumplimiento de los deberes que hayan propiciado el acto corrupto.

Se supone que esa función corresponde a los sindicatos y a los núcleos del partido en las entidades, pero es obvio que en esos organismos, en los que durante el año 2015 se produjo el desvío de recursos por 132 millones en moneda nacional, ni la función sindical ni la partidaria, en ese aspecto, funcionaron. El examen profundo de esa arista de la cuestión es imprescindible para atacar exitosamente una de las raíces de la corrupción.

En el fondo de las causas de la corrupción, importantes analistas han señalado la dificultad que tienen los intentos socialistas para hacer sentir verdadero dueño a los trabajadores de sus propios recursos productivos. Nada hay de difícil en eso para la pequeña, o cualquier dimensión de la propiedad privada. Pero la propiedad social socialista ha tenido dificultades de honduras teóricas y hasta filosóficas para lograr que efectivamente el obrero se sienta y sepa dueño de los recursos sin que ello sea una propiedad privada sustentada en la explotación.

El destacado jurista cubano Julio Fernández Bulté, ya fallecido, al referirse en una de sus obras a las causas de la implosión del campo socialista, señalaba que nunca se pudo hacer efectiva la condición de propietarios sociales de los medios de producción a los trabajadores de esas naciones, pese a que sus recursos no pertenecían en puridad jurídica a privados. Eso influye en el cuidado de la propiedad social, y en el hecho de que cuando el trabajador atenta contra lo que no le pertenece sino a sí mismo pero también a la sociedad, no tenga la percepción de que se roba y produce un daño social. Es también un éxito de la cultura capitalista individualista y un fracaso en la formación social de virtudes ciudadanas superiores. Es también una contradicción entre lo que se entiende tradicionalmente como propiedad en el sentido de que se espera de ella un beneficio directo, y el hecho de la que la riqueza común tiene que ser justamente redistribuida entre todos los propietarios sociales. Es una consecuencia de no poder todavía exigir de cada cuál según sus capacidades,  y dar a cada cuál según su trabajo en el ámbito social todo, si cada empresa se hace dueña de sus trabajadores, exige que las ganancias, como propiedad social les pertenezcan, y a la vez, la necesidad de la planificación nacional de la satisfacción de las necesidades sociales. ¿Cómo lograrlo? He allí el dilema mayor, porque todo ello hay que resolverlo en medio de las injustas relaciones internacionales de explotación del capital global ante el trabajo, y en el caso de Cuba, frente al antagonismo esencial del capitalismo ante lo que ha significado su ejemplo de que con muy escasos recursos se hayan podido mantener con diferentes niveles de satisfacción, pero sin renunciar a ello tras largas décadas, derechos tan fundamentales al ser humano como la salud, la educación, y la protección social de los más desfavorecidos, todo ello junto a la soberanía bajo ataque constante.

La experiencia histórica socialista ha ensayado variantes todas más o menos fallidas, e incluso la autogestión obrera, poner en manos de los trabajadores la propiedad de las empresas, la elección de sus directivos y, como pedía el Che, hasta decidir lo que va al consumo y lo que va a la inversión a nivel de las entidades.

También el fracaso de esas variantes se ha debido en buena medida al imperio global del mercado capitalista y a la necesidad insoslayable de conjugar la autogestión con la planificación territorial y nacional, y eso en medio de múltiples dificultades por la interdependencia mundial de las economías y las sucesivas crisis económicas del sistema. No se puede decir con justicia que el fracaso de esos intentos se deba sólo y principalmente a causas internas. Sin embargo, y en medio  de esas condiciones, es que tiene que resolverse la cuestión de la efectiva propiedad social sobre los medios de producción como uno de los resortes que hagan desaparecer el fenómeno de la corrupción. Las posibilidades de los medios coercitivos son limitadas y casi siempre reactivas. Por otra parte, el hecho de que el colectivo de trabajadores sea dueño directo de sus empresas por medio del otorgamiento de derechos ampliados para su conducción, tampoco es una garantía absoluta de la desaparición de las causas de la corrupción. A su interior se darían en menor escala, pero de igual esencia, las necesidades del control administrativo efectivo, y la misma necesidad de independencia de sus órganos de control con respecto a las administraciones. Pero es presumible que al ser dañados directamente por las consecuencias de los desvíos, o robos, o la mala administración de los recursos, podrían reaccionar con más interés y eficacia. No se ve otro camino más directo para la efectiva concreción de la propiedad social de los medios de producción en el intento de la construcción de las sociedades socialistas y la paulatina creación de una moral comunista. Las dificultades a resolver son gigantescas pero se hace evidente que mientras no exista ese hombre nuevo de altas virtudes de honestidad ciudadana, el control, la coerción, la sanción tiene  que equilibrarse con la creación de la pertenencia social allí donde se quiera distanciar la sociedad del estímulo al egoísmo individualista, que es la madre moral de la corrupción. Es una vez más, la tremenda y desigual lucha entre el capitalismo y la noble utopía socialista

Finalmente, puede suponerse, con plausible poco margen de error, que en una sociedad económica y espiritualmente próspera, que haya logrado una hipotética educación socialista de la mayoría de sus ciudadanos, sin carencias básicas, y con relativa sana igualdad y posibilidades de ascenso social según el mérito y el esfuerzo empeñado, aún no desaparecería del todo la corrupción, aunque sea razonable imaginar que disminuirían sus probabilidades de ocurrencia. Pero lo que sí es indudable, es que en países subdesarrollados, a los que se imponen enormes dificultades para su ascenso  económico, no sólo el intercambio mundial desigual y el saqueo de sus recursos, sino las agresiones continuas a su economía, y que tiene delante el paradigma cultural del consumismo y la riqueza relativa de los gobiernos de las naciones explotadoras como el modo válido de autorrealización personal, a la vez que, como Cuba, recorre una dura senda de más de medio siglo pretendiendo un modo de vivir inédito que no tiene un origen espontáneo, como el egoísmo, el individualismo, y el instinto de sobrevivencia naturales, sino que debe lograrse en el difícil cincelado de las virtudes humanas superiores en medio de carencias, todo ello combinado aumenta y maximizan las probabilidades para crear un caldo de cultivo más propicio a la aparición de la corrupción que se basa tanto en la búsqueda de recursos para paliar los sufrimientos de la escasez, como el estímulo para los que ven en propiciarlo un modo ilícito de vida fácil y sin sacrificios.

Con esta reflexión no se justifica la corrupción, pero es de justicia elemental considerar estas variables en su análisis. Las probabilidades para el florecimiento de las virtudes humanas están relacionadas proporcionalmente, o al menos maximizadas, con la sana prosperidad, material y espiritual, como dejara apuntado Martí en sabia observación, aunque tampoco ello es garantía de que las virtud surja por generación espontánea.

Puede ser inmensamente incalculable el tiempo que tenga que recorrer la humanidad hasta el momento en que la corrupción sea un raro fenómeno, pero al menos hasta hoy no hay razón ninguna para imaginar que ello pueda ocurrir en los sistemas de vida basados en el interés individual y mucho menos en las condiciones de escandalosa desigualdad del mundo que llamamos moderno.  Es una de las razones por seguir luchando por el socialismo. Sólo el socialismo mayoritaria y conscientemente aceptado por un pueblo, puede ser el camino que un día nos conduzca a la esperanza de lograr una sociedad donde la corrupción sea una rara patología social y una excepción que confirme la regla.


lunes, 11 de julio de 2016

STILL BREATHING 
(Dig the Kid) 

I left the world today
Every second that it takes and far away...
And if I hesitate then
there is nothing at all.
I step into the flame
Go on and take the wheel
turning back to the stars
and let the fate collide
If you choose to leave
then it's life on the edge
so close until I touch the great devide.
Still breathing... The air, the air, the air.
Still breathing... the air, the air, the air.
For all the ones I've ever loved...
and all the past I crossed that led me to the place
I may never find my way back to you
Still I step into the flame
Go on and take the wheel
turning back to the star and
let the fate collide...
If I choose to leave... live on the edge.
So close until I touch the other side
Still breathing... the air, the air
the air.
still breathing... the air, the air, the air
the air, the air, the air.
still breathing... the air, the air, the air.
Still breathing... the air, the air, the air.
Still breathing... the air, the air, the air the air, the air, the air.
Still breathing... the air, the air, the air.
Still breathing...

sábado, 9 de julio de 2016

Nunca pensé encontrarme a un  Presidente contemporáneo de una Nación convertido en "cipayo" (pensé que solo lo podía leer en los libros de historia),  Macri todos los días se supera a si mismo, me da pena ajena, por no decir otra barbaridad...

FIRME JUNTO AL REY

(escrito sin firma publicado en pagina12.com.ar)

Sin mandatarios extranjeros y en medio de un gran operativo de seguridad, el Presidente le dijo al monarca que los héroes de la Independencia “deberían tener (sic) angustia de tomar la decisión”.

Sin ningún presidente de América del Sur y ante el rey Juan Carlos en representación de la monarquía española con la que rompieron los congresales en 1816, el presidente Mauricio Macri encabezó ayer en Tucumán la celebración del bicentenario de la independencia. “Deberían tener angustia de tomar la decisión, querido rey, de separarse de España”, imaginó en el pasaje más notable de su discurso. El jefe de Estado exaltó una y otra vez el “esfuerzo personal”, criticó conquistas gremiales como la reducción de la jornada de trabajo o derechos laborales como las licencias, pidió “evaluaciones sistemáticas” a los docentes y reclamó “consumir la menor cantidad de energía posible” para luchar “contra el cambio climático”. Volvió a apelar a la supuesta herencia de un Estado “castigado por la mentira y la corrupción” para justificar “decisiones difíciles” sobre las que dijo no haber tenido alternativa, y aseguró que hay un “desborde de entusiasmo” del mundo para “acompañar” a la Argentina. “Viva la Patria y el amor”, cerró.

En la gobernación tucumana, junto al anfitrión Juan Manzur y la vicepresidenta Gabriela Michetti, Macri recibió al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti y a gobernadores (los únicos ausentes fueron los de Chubut, San Luis y Santa Cruz). “Este 9 de Julio tiene que servir para unir a todas las provincias argentinas en un país federal”, aseguró el mandatario entrerriano Gustavo Bordet, uno de los mandatarios peronistas que participó de los festejos junto a Domingo Peppo (Chaco), Juan Manuel Urtubey (Salta) y Lucía Corpacci (Catamarca), entre otros.

Luego, acompañado por la canciller Susana Malcorra, Macri recibió al rey emérito Juan Carlos, a los vicepresidentes de Bolivia, Álvaro García Linera, y de Uruguay, Raúl Sendic, y a funcionarios de Chile, Brasil, Perú e Italia. A diferencia de los festejos del Bicentenario de la Patria y pese al esfuerzo de Casa Rosada, que daba por confirmada la presencia de presidentes de Chile, Paraguay e Italia, ningún jefe de Estado estuvo en el acto.

Tras la entonación del himno, Macri y su esposa Juliana Awada asistieron al Tedéum en la Catedral. Desde allí se trasladaron a la Casa Histórica, donde junto a los gobernadores refrendó el “Acta acuerdo 200 años de Independencia”. “Nuestro primer siglo fue el de la emancipación y la organización nacional. El segundo fue el de la conquista de los derechos y la democracia. Hagamos juntos que el tercero sea el del diálogo y la convivencia, el del fin de las injusticias y el cumplimiento estricto de nuestra constitución nacional. En paz, en unión y en libertad. Viva la patria”, manifiesta el último párrafo.

“Es una jornada de muchísima emoción”, arrancó Macri en medio de un silencio sepulcral. Dijo que la noche anterior Humahuaca fue “una fiesta de alegría y esperanza” e imaginó “que debe haber pasado en todo el país”. Explicó que hace 200 años “un conjunto de ciudadanos se animaron a soñar”, contó que “con los gobernadores” trató de “pensar y sentir lo que sentirían ellos en ese momento” y compartió su conclusión. “Claramente deberían (sic) tener angustia de tomar la decisión, querido rey, de separarse de España”, afirmó. “Nunca es fácil asumir ser libres porque eso conlleva una responsabilidad”, explicó. “Significa que no le podemos echar la culpa a nadie de lo que nos suceda porque somos los dueños de nuestro destino”, agregó.

Macri reveló que los congresales no eran “superhombres”, que “seguro tuvieron dudas, miedos y angustias” pero que los impulsó “el coraje, la convicción y la decisión de ser protagonistas de su futuro”. Luego saltó al presente para pedir que “nos tengamos fe”, que “no tengamos miedo y no escuchemos a aquellos que se han enfermado con el poder, porque ya empezamos a caminar en dirección hacia un futuro mejor y con otros valores: con la cultura del trabajo, del esfuerzo personal, del diálogo después de años”. El segundo pedido fue “que la verdad gobierne entre nosotros”. Para eso sugirió alejarse “de esa viveza criolla mal entendida”. Machacó con la idea del “esfuerzo”, la exigencia “por superarse” y se dirigió a los docentes para reclamarles “que tienen que evaluarse sistemáticamente”. “Tenemos que alejarnos de lo que nos pasó en los últimos tiempos, que creció el ausentismo, las licencias, las jornadas horarias reducidas”, arremetió contra derechos y conquistas. “Cada vez que un gremio consigue reducir una jornada horaria eso todos los demás argentinos lo estamos asumiendo como parte de un costo y no está bien”, opinó.

Los dirigentes políticos “tenemos que dar ejemplo”. Todo argentino “debe saber hasta el centavo en que invertimos su dinero” y fiel a su cuna consideró que “es más importante invertir que gastar”, sin explayarse en qué entiende por gasto. Encomió la “importante labor” de los jueces y volvió a cargar contra el gobierno anterior. “Todas transiciones son difíciles pero este punto de partida es especialmente difícil porque encontramos un país y un Estado realmente muy castigado por la mentira y la corrupción”, afirmó. “A los más vulnerables los hemos empezado a acompañar”, aseguró. Dijo que “las primeras inversiones empiezan a llegar” y, recién llegado de Europa y Estados Unidos, habló de un “impresionante desborde de interés y entusiasmo”. “El mundo nos quiere acompañar”, sostuvo. Los tucumanos cantaban “si se puede, si se puede”. “Estamos trabajando denodadamente para volver a tener el gas, la electricidad y la energía suficiente”, afirmó y, sin la presencia del ministro de Energía, Juan José Aranguren, pidió que “aprendamos a consumir la menor cantidad de energía posible”. “Dañamos el medio ambiente” cuando deberíamos “luchar contra el cambio climático”. Para cerrar levantó la voz y apeló a sus habituales consignas cargadas de contenido: “Es aquí y es ahora, y es juntos, y es con la verdad y la solidaridad, y vamos Argentina, y vamos Argentina, viva la patria, viva el amor, viva la patria y el amor”.

martes, 5 de julio de 2016

PROHIBICIONES,  PREJUICIOS, Y PRINCIPIOS

(Por: Harold Cárdenas y Roberto Peralo publicado en blog https://jovencuba.com)

Hay situaciones en las que se debe tomar partido, esta es una de ellas. Ayer corrió como pólvora la prohibición a jóvenes periodistas de publicar en determinados medios extranjeros. De forma verbal, sin una palabra escrita pero sin lugar a dudas, se presenta como incompatible participar en la prensa nacional mientras se colabora con algunos de los nuevos medios. En esto, como en casi todo, hay matices que vale la pena abordar.

En realidad se veía venir. No existe un marco legal en Cuba que permita esta actividad económica, tolerada hasta ahora. ¿Cuánto margen se deja entonces para que un periodista se desarrolle realizando su profesión si sabe hacerlo con decoro en otro espacio? ¿Cuántos de los jóvenes afectados ahora lo hacían con responsabilidad y cuántos no? ¿No estaremos poniendo a todos en el mismo saco? El futuro de una revolución no se construye creando daños colaterales.

No estamos ante un fenómeno homogéneo. Todos los chicos que colaboran no lo hacen con la misma responsabilidad ni el mismo objetivo. Algunos se frustran por las necesidades económicas y las eternas mediaciones que tiene el sistema de prensa nacional. Acuden entonces a otros espacios donde desarrollarse profesionalmente con mejor remuneración. Y todo estaría bien si se hiciera el periodismo que necesita el país, pero en ocasiones hemos visto la hipercrítica o el facilismo que terminan por hacerle un favor a sus críticos. Aún así, no vale seguir botando el sofá por la ventana.

Entonces llega el día en que se prohíben las colaboraciones, llamémosle el 4J. Que como ya decía un periodista, será el comienzo de una era de seudónimos en estos medios. Queda claro que ni estos desaparecerán ni sus colaboradores tampoco, solo que el contexto abierto y transparente hasta ahora, se sucederá por uno más oscuro y lleno de subterfugios.

La esfera pública cubana en la que se desenvuelve este fenómeno es compleja. Existen predisposiciones y prejuicios tanto en este segmento de jóvenes como en los decisores que han tomado esta medida. Sabemos que se promovió un debate en varias provincias del país pero, ¿fue realmente un diálogo? ¿no sería más una intención de imponer agendas y decisiones ya dispuestas? Quizás sea la falta de empatía la que complica todo.

La comunicación es un asunto de seguridad nacional pero esto no significa aplicar posiciones hegemónicas sobre ella sino la búsqueda de un ambiente saludable para su desarrollo. Pero en Cuba todo es más complicado de lo que se ve a simple vista. Después de medio siglo en la batalla que todos conocemos, muchos cubanos somos paranoicos, con cierta razón. Aunque algunos no entienden que no todo es un proyecto de la CIA, que la USAID no está en todas partes y no podemos seguir poniendo barreras entre nosotros mismos por esa razón. Tenemos que aprender a arriesgarnos cautelosamente.

En el fondo estamos hablando de un debate ético. ¿Se puede publicar en un medio extranjero y seguir siendo revolucionario? ¿No existirán prejuicios cuando se enjuicia sin siquiera leer el contenido que ellos publican? Hay jóvenes afectados por esta medida que no han dejado de creer en la Revolución cubana, que siguen apostando a esta y sus contenidos. Lo más inteligente sería sentarse con ellos y agradecerles que ocupen un espacio que otros harían con irresponsabilidad, pero no ha ocurrido así.

Una medida como esta logrará amedrentar, contra su voluntad, a unos cuantos que regresarán a sus medios oficiales. A otros los empujará a convertirse en freelancers, cuentapropistas del periodismo, algo muy normal en el mundo aunque acá parezca que así se acaba el mundo. Y los medios pasarán a tener muchos seudónimos.

¿Acaso esta estrategia tiene como objetivo que solo permanezcan los más críticos, los resentidos y los que sencillamente no creen en un futuro socialista para este país? No parece ser una estrategia muy inteligente.

Lo más importante siempre son las personas, los muchachos afectados. Muchos de ellos se pagan su alquiler con las colaboraciones que hacen, incluso compran equipos que luego utilizan en los medios oficiales y su desarrollo profesional. Hoy les dicen que deben conformarse al mes con lo que gana un taxista habanero en un día de trabajo. La mejor respuesta a esto la dio Federico Engels ante la tumba de Marx, el hombre para pensar, debe tener garantizadas las condiciones materiales más básicas. Apelando a posiciones voluntaristas, argumentos gastados o prohibiendo el desarrollo profesional de estos chicos, se logrará bien poco.

Hay preocupaciones de quienes toman esta medida que nos parecen válidas. Un colaborador cubano con un medio extranjero no puede hacer concesiones de soberanía, ni puede prestarse para atacar a un proyecto social que de por si lo tiene difícil, ni puede utilizar ese espacio para irse al extremo de la crítica que destruye más que construir. Precisamente por ser un medio extranjero, precisamente por ser de pago.

Es importante que existan canales de diálogo entre los chicos que colaboran y quienes muestran preocupación. Lo que no vale es evitar primero esa interacción y luego reclamar o prohibir cuando quizás poniendo cartas sobre la mesa se puedan lograr los consensos necesarios. Lo que no vale tampoco es utilizar los nuevos medios como herramienta de resistencia pasiva contra el proyecto socialista por el que se sacrifican tantas personas en este país. Todos tenemos responsabilidades.

Esta situación nos motivó a tomar a expresarnos porque en Cuba está ocurriendo una batalla silenciosa por los corazones y las mentes de cada uno de sus jóvenes. Esta medida que nos llega entre susurros parece más un error que una victoria, aunque presentimos que es la punta del iceberg y el debate apenas comienza.

viernes, 1 de julio de 2016

SHHHH!

(Por Eduado Del Llano 
en su blog https://eduardodelllano.wordpress.com/)

Cuando era joven y estaban mis padres, a cada rato empezaba en voz alta la frase El problema es que el gobierno… o El comunismo lo que tiene es que… y enseguida mi padre freía huevos y mi mamá me decía muchacho, cállate, que te pueden oír. Yo lo hacía para joder, para provocar; ella ni siquiera sabía lo que venía a continuación, pero estaba convencida de que sólo podría acarrearme complicaciones. Es más, no importaba si la frase seguía o no, si el cierre era crítico o laudatorio: del gobierno y del comunismo no se hablaba, y punto.

Uno de tantos chistes brillantes del gran Álvarez Guedes era aquel del americano y el cubano que hablan de sus libertades civiles: el norteño afirma orgulloso que puede ir a ver a James Carter –bueno, es un chiste viejo-, pararse delante de James Carter y decirle a James Carter todo lo que a él le dé la gana decir de James Carter. Pues yo puedo ir a ver a Fidel Castro, replica el cubano, pararme delante de Fidel Castro y decirle a Fidel Castro todo lo que a mí me dé la gana de… James Carter. Uno lo escuchaba en el Pre o la Universidad y se reía, pero era una risa extraña, porque aquel chiste iba más allá de los taxis y las croquetas, más allá incluso del funcionario corrupto. Uno se daba cuenta entonces de que lo estaba oyendo en una copia de décima generación en un cassette resobado, bajito y con un grupo de socios haciendo pantalla…

En Adorables mentiras, de Chijona, el personaje de Nancy –interpretado por Mirta Ibarra– pone música cuando va a tratar un tema escabroso, y comenta Esto me lo enseñó uno de la Seguridad. En La otra orilla, refiriéndose a la mitad  de la familia que había emigrado, Frank Delgado canta que Había que hablar de ellos en voz baja, a veces con un tono de desprecio. Como los peces, precisa Carlos Varela. En tales casos y otros muchos el silencio, todo lo más el susurro para evitar que te escucharan. Podías poner salsa a todo volumen o tener una bronca con un vecino, pero los temas políticos, los criterios heréticos no debían rebasar el rango de murmullos. Es más, si veías a dos o más cubanos hablando bajito y mirando de reojo, podías apostar acerca del espectro de la conversación.

Carecemos de experiencia en faenas de diálogo, en hablar según el timbre de cada uno. Eso se cimentó durante décadas, y se nota, por ejemplo, cuando un periodista extranjero enfoca su cámara hacia un cubano: éste se siente incómodo antes de haber abierto la boca, porque una voz interior le advierte que lo que diga es irrelevante, que el verdadero crimen estriba simplemente en aceptar el reto, en asumir que uno tiene una opinión y derecho a expresarla. Conminados, los más se muestran radicales en su adhesión al gobierno y empiezan a repetir giros y frases de la retórica oficial, se ponen enérgicos asumiendo que ese es el único modo posible de hablar de política, virilizan el tono hasta hacerse irreconocibles, en tanto el que se atreve a mostrar su desacuerdo descubre que no encuentra las palabras, que tiene que calcular el alcance de cada una, y aunque se deja llevar por la embriaguez de la transgresión, el lado prudente de su ego chilla adentro ehhhh, te volviste loco… A los que consiguen expresar un pensamiento coherente y crítico, los demás los miran como se mira a quien acaba de descubrir una manchita rara en su radiografía.

Durante mucho tiempo eso fue normal. Va cambiando, pero todavía es normal para mucha gente. Está insertado en nosotros, y es tan difícil de remover como el impulso de acaparar cualquier mercancía disponible, porque se acaba. No son pocos en la calle y en diferentes instancias del gobierno los que dan por sentado que las cosas tienen que ser así y después de algún bandazo volverán a serlo.

Tengo ganas de escuchar a muchos cubanos discutiendo de política como de pelota, al aire libre y a voz en cuello. De tener en cada parque una speakers’ corner como la de Hyde Park. De que los conocidos no se aparten del que disiente, y se atreve a decirlo, como si tuviera algo contagioso en la piel. Lo cierto es que la gente cada vez tiene menos miedo, o menos que perder, o da menos importancia a lo que perdería. Alguien me dijo que ahora el chiste es más o menos a la inversa: Caballeros, si van hablar bien del gobierno háganlo bajito, que miren cuánta gente hay aquí, se van a buscar un bateo…


jueves, 30 de junio de 2016

VIVA LA REVOLUCION

(Por Ernesto Estévez Rams*, publicado en el blog de Iroel Sánchez https://lapupilainsomne.wordpress.com/)

“Reivindico el espejismo
de intentar ser uno mismo”
Luis Eduardo Aute

Para la reciclada mentalidad colonial criolla toda trascendencia es, no solo irrelevante, sino dañina. Al fin y al cabo para ellos, el planeta, en toda su diversidad y riqueza, se reduce a la hegemonía cultural norteamericana. Es la mentalidad de que “outside is America”. Cómo esperar entonces que puedan reconocer trascendencia en la cultura propia. Mucho menos reconocerle utilidad a la virtud y necesidad al ideal emancipatorio. Como bien señala Luis Britto en El imperio contracultural: del rock a la posmodernidad, “las bombas empiezan a caer cuando han fallado los símbolos” (Luis Britto, Editorial arte y literatura, 2005) . En el caso de Cuba, que ciertos sectores del poder imperial en EE.UU hayan decidido dejar de insistir en las bombas, aunque reconocimiento al fracaso de la violencia física para derrocar la Revolución, es también resultado de la certeza de que hoy pueden lograr el mismo propósito con la violencia cultural.

La mejor arma de dominación y conquista en la historia siempre ha sido la cultura. Originalmente llegada después, o junto, a la conquista de las armas, acompañó al conquistador español, con la cruz en la mano, a la larga mucho más efectiva para asegurar la hegemonía que el arcabuz.

Una república frustrada, resultado del encontronazo entre una nacionalidad cristalizada en la manigua cubana por décadas de lucha y la intervención recolonizante de la potencia imperial emergente de los EE.UU, no podía ser circunstancia social favorecedora del desarrollo armónico de una cultura nacional. Todo el siglo XVIII y XIX fue testimonio de un creciente sentido de cultura propia, pimero criolla y luego cubana, que fue gradualmente abarcando todas sus dimensiones: artística, literaria, científica. Más aún, ese sentido creciente de empeño intelectual propio se forjó sobre la certeza de que una Cuba independiente sería no sólo condición necesaria, sino suficiente, para el florecimiento de la cultura que sería base de una sociedad educada en la virtud. Todo ello se frustró con la intervención recolonizadora. Las consecuencias fueron terribles. Un complejo de inferioridad social, civil e intelectual, sobre todo a partir de la segunda intervención norteamericana, fue penetrando en todos los estamentos de la sociedad cubana.

La idea de que éramos incapaces de valernos por nosotros mismos fue la premisa ideológica esgrimida por los interventores y sus amanuenses locales, para justificar la colonización desde el norte. Ese “complejo” en lo político fue trasladado a los demás ámbitos sociales, incluyendo la cultura. La educación pública, cuando fue promovida por los invasores, en particular por Magoon en la segunda intervención, se hizo en buena medida como instrumento de penetración cultural norteamericanizante. No sólo se introdujo en las escuelas el mantra de que la independencia de Cuba era resultado del altruismo de los Estados Unidos de América, sino además, que el futuro de Cuba estaba indisolublemente ligado a su supeditación al vecino norteño. Lo peor no es la visión que de nosotros tenía el interventor, sino que esa perspectiva penetró en no poca medida en la sociedad insular, aupada por la medio burguesía nacional clientelar de las migajas que dejaba el capitalista transnacional. Apareció la idea de que la prosperidad entraba por el puerto o los aviones, desde los EE.UU, como la tierra mítica del cuerno de la abundancia. Junto a ello, la convicción de América como “continente vacío”, lo cual en la cultura afirmaba que siempre seríamos provincianos, imitativos, atrasados y hasta patéticos.

Todo ello vino acompañado del secuestro de los símbolos de la nacionalidad cubana, incubados dolorosamente durante más de un siglo, primero de desarrollo criollo y luego cubano e insurgente. La bandera era admirada como símbolo supremo y demostración de que éramos una nación independiente. Pero la pomposa formalidad oficial en su uso, era sólo un juego de máscaras. En un complejo, pero no menos claro, propósito de engaño, los sucesivos gobiernos genuflexos pretendieron hacer de la apropiación superficial  de la simbología de lo nacional, una manera de canalizar el irreductible ímpetu patriótico hacia cauces de esterilidad no transformadora. La idea de que ya no había nada que hacer en términos emancipatorios, que todo estaba hecho, era parte del mensaje que se intentaba transmitir detrás del uso fatuo de la bandera. Luego, y de manera creciente, sobre todo en la corrupción y decadencia moral de los gobiernos auténticos hasta Batista, los símbolos patrios fueron tornándose cada vez más en mercancía o promotores de mercancía. La mercantilización de la vida en Cuba, especialmente en La Habana alcanzó nuevos niveles. Con la promoción del negocio del turismo dirigido al ocio más banal y degrandante, los símbolos nacionales no escaparon de la ola de relajo. La televisión que comenzaba y el anuncio publicitario agregaron el uso de los símbolos culturales de lo cubano como puro fetichismo promotor del consumo. Todo valía en función de la ganancia, en especial de esquilmar al turista norteamericano, ávido de engullir lo prohibido en su casa pero permitido en nuestra tierra, cercana y a la vez éxotica, vista como paraiso de pecado y excesos.

Sólo la Revolución, culminación de un largo y azaroso proceso de regeneración nacional desde el pueblo, puso fin a todo eso y recuperó como arma redentora de la nación los símbolos de la patria. Redifinió su función de síntesis de todo lo que nos hace distintos del otro, a la vez que nos une en función de un destino y propósito común basado en lo socialmente emancipador. En ese último sentido, se da, solo posible desde una revolución como la nuestra, que los símbolos de la nacionalidad propia se tornan para nosotros mismos en recordatorio de lo universalizador de nuestra gesta. La bandera no es plasmación simbólica de chovinismo o arrogancia imperial, superioridad cultural, fetichismo consumista, sino recordación de un deber de justicia social y humildad, que va más allá de la geografía nacional para estar en todo rincón del planeta donde haya un revolucionario cubano o no que lleve por dentro la enseña de la isla redentora.

La bandera ahora acompaña la firma de la reforma agraria, al alfabetizador lo mismo en el campo cubano que en el nicaraguense, en el angolano, en el venezolano; al pueblo soldado lo mismo en Girón que en Bolivia, Argelia, el Congo, Angola, Etiopía; al médico lo mismo en cualquier rincón del país que en Guatemala,  Bolivia, Ecuador, Mozambique, Sudáfrica, Sierra Leona; al deportista lo mismo en el Pedro Marrero o el Latinoamericano que en San Juan, Montreal, Moscú, Madrid, Atenas, Londres.

Toda esa historia viene a la mente al ver la triste manera en que se usó la bandera sobre el cuerpo de bailarinas para recibir al primer crucero norteamericano llegado a Cuba desde hace mucho tiempo.

Pero más allá de lo anecdótico del hecho en sí, lo que debe llevarnos a reflexionar es, en que medida este suceso es reflejo de un mal más profundo, que silenciosamente hemos ido incubando desde adentro y hoy se siente con suficiente fuerza para mostrar la cara. Perfumes con nombres de Celia, Alejandro, Chávez o el Che; una proliferación en establecimientos de venta en divisas o del sector turístico, de modelos de publicidad que recuerdan esos empeños de asociar los símbolos de lo cubano con la mercantilización y la mercachiflería. Ninguno de esos ejemplos nacieron huérfanos, fueron diseñados, aprobados o aceptados por personas con poder de decisión empresarial, administrativa o política. Son reflejo de la emergencia de actores sociales con importantes lagunas culturales e históricas, que los conducen a no rebasar en la apropiación de la simbología nacional, su dimensión utilitaria mas pueril. La realidad demuestra que las carencias culturales en el plano de los valores que defiende la Revolución, no se quedan vacías, son llenadas consciente o inconscientemente por una simbología ajena y contrapuesta a esos mismos valores. Y en el contexto cubano, las lagunas no conquistadas por la cultura revolucionaria, son llenadas con aguas recicladas del neoautonomismo o el neoanexionismo.

Conceptualizado por el Che en “El hombre y el socialismo en Cuba” y desarrollado por otros como Alfredo Guevara, la Revolución necesita del revolucionario “difícil”, contestatario y a la vez, fiel en la médula y culto en la expresión más cabal del término, para que su rebeldía resulte cósmica y no la del aldeano ignorante del gigante de siete leguas. El peor enemigo de la Revolución es la entronización de la mediocridad en los espacios de decisión política, administrativa, económica. Personas sin sentido del titanaje universalizador que Fidel de manera permanente le confirió a la Revolución. Debemos negarnos a aceptar que el destino de la Revolución más grande del tercer mundo sea el naufragio en las costas de lo culturalmente estéril.

En demasiadas ocasiones se promueve a personas a espacios de decisión que desconfían de la mirada culta, de la necesidad de la reflexion pausada, del espacio para el pensamiento. A ello no escapa la seleccion de los que dirigen entidades económicas, políticas, educativas o culturales con casi nula cultura y poco sentido del diálogo, resultado de la incomprensión de la complejidad social actual. La busqueda del buen administrador capaz de atenerse a una disciplina, no niega la necesidad del dirigente capaz y culto que logra conducir procesos complejos y diseñar e implementar respuestas adecuadas, frutos de su pensamiento. Si promovemos la incultura, no podemos luego escandalizamos cuando se le ocurre diseñar o aprobar manifestaciones vulgares y sietemesinas de identidad nacional o de lo revolucionario.

Debemos entender además que la lucha contra la corrupción económica comienza en primer lugar por una batalla contra la corrupción cultural. Por la incultura entra la vanidad de creer que el “sacrificio” de dirigir te hace merecedor de privilegios. Por la incultura entra el afán desmedido de lucro, de poseer bienes materiales como fin primero de la actividad  humana.

Tenemos un problema serio en la degradación de lo político, lo histórico y lo ideológico como símbolo cultural en todos los grupos etáreos de nuestra sociedad. El neoautonomismo y neoanexionismo que nunca murió, sino buscó refugio durante décadas fuera del país, hoy siente que comienza a llegar su hora. La hora de su ofensiva cultural, con la reescritura de la historia, la invocación de la nostalgia, con el desenterrar de la mentalidad de inutilidad nacional, del fatalismo frente a la hegemonía norteamericana. Y siente que las condiciones están dadas para que esa ofensiva se haga desde adentro de manera tal, que toda resistencia sea inútil. Hoy, los revolucionarios no estamos llevando la iniciativa, estamos cediendo terreno en el imaginario social, solo hay que salir a la calle para darnos cuenta. En esta guerra cultural, cada espacio que es tomado por la incultura colonizante, es una trinchera que abandonamos para ser ocupada por el enemigo. A ello contribuye, cada vez que la entronización del silencio es la respuesta pública a los cuestionamientos argumentados.

El silencio tiene extrañas maneras de aullar las ausencias.

Algunos decisores nuestros creen revolucionaria la práctica de imitar a Dorian Gray y creen necesario mostrar al público una falsa belleza, a sabiendas de que detrás de la puerta, un cuadro más real refleja las cicatrices necesarias o no, de la práctica de la autoridad. Frente a la pretensión enemiga de mostrar una imagen falsificada del ejercicio del poder revolucionario por más de cinco décadas, no hay mejor respuesta que no sentir angustia de enseñar el curtido rostro del veterano combatiente y estar dispuesto a debatir cada una de sus marcas, erradas o no, todas testigos de su entrega heroica. Al fin y al cabo, no serán esas las últimas huellas en su tesitura: la Revolución estará viva mientras su rostro siga reflejando el paso del tiempo.

En la etapa actual de la Revolución, la batalla por el triunfo se plantea contra tirios y troyanos: tanto hacia afuera contra las fuerzas imperialistas, como hacia dentro contra los representantes de la incultura estéril y colonizada. La primera se seguirá oponiendo a la trascendencia de la Revolución cubana con todas sus fuerzas, la segunda no entiende qué es trascender. Ambas batallas no pueden ni deben ser eludidas. No olvidemos las enseñazas de la historia, fue esa costra inculta la que traicionó a la Unión Soviética cuando esta se constituyó en freno a su desmedida ambición aldeana.

Hemos ido incubando durante años una pequeña protoburguesía propia, heredera de aquella clientelar con alma enana. Hoy ella siente menos verguenza en mostrarse públicamente posando para fotos en pasarelas de modas importadas y excluyentes, frecuentando espacios sociales hechos exclusivos a razón de su carácter económicamente inalcanzable para el resto. Rescatando para si y sus familias modos de vida consumistas y vacíos. Promoviendo su incultura elitista, su imagen de éxito, creando sus propias tribus sociales.

Viendo los procesos de desmerengamiento del socialismo europeo, la pregunta sobre cuándo la protoburguesía emergente toma conciencia de si misma como clase y busca aliarse con la burocracia no ha sido contestada. Preguntas como esa no sólo son importantes como curiosidad académica, son esenciales para abortar amenazas y conjurar peligros a tiempo. Hay que trascender lo descriptivo en los estudios sobre el fracaso del socialismo europeo, en particular el soviético, y ahondar para lograr periodizar, descubrir dinámicas, entender cómo se comporta el tiempo como variable social. Otras muchas preguntas de la misma índole y mirando hacia nosotros mismos esperan respuestas.

Estamos viendo en el país el paso de una forma participativa pero centralizada y verticalmente estructurada de democracia, a otras formas participativas desde lo individual y donde la centralizacion vertical se debilita necesariamente y en ciertas áreas pasa a ser irrelevante. El fenómeno, con todas sus aristas es sencillamente el resultado objetivo de un decursar social determinado.

Hay que entender que las consecuencias de ese proceso de paso a formas democráticas, igualmente participativas pero no verticales, de toma de decisiones, ha abierto la puerta a cambios importantes en las dinámicas políticas y sociales. La pretensión de imponer el silencio social a opiniones contrarias es hoy irrealista. No ya la opinión minoritaria, sino incluso la opinión éticamente rechazable (léase en ello, por ejemplo, puntos de vistas misóginos, machistas, racistas y hasta neofacistas) puede lograr y logran transmitirse por el carácter descentralizado de los mecanismos digitales de divulgación.  Estos fenómenos conducen igualmente a la desjerarquización de la información y los medios. Si en la opinión pública, la veracidad y calidad de una información se daba no sólo por su presencia en los canales aprobados como la radio y la televisión, sino además por la ausencia social de la “otra” información, hoy, en buena medida, una información no se califica de calidad solo por su presencia en los medios oficiales (por el contrario, para ciertos sectores sociales, la presencia de una información en medios oficiales la hace de por sí sospechosa). Los medios de comunicación  hasta ayer considerados marginales, cada vez se vuelven más centrales. Las consecuencias de todo esto aún no las apreciamos en todo su alcance.

El enemigo, en su guerra de símbolos, apuesta a nuestra lentitud en reaccionar frente a las nuevas dinámicas. Ellas, siendo irreversibles, le plantean a las ciencias sociales, como sustento de las decisiones políticas, retos en sus investigaciones básicas o fundamentales. Es evidente que la supervivencia de nuestro proyecto social pasa por encontrar formas de estructurar, dentro de las relaciones de producción socialista, una superstructura que asimile estas formas participativas no verticales, como formas también fundamentales de una democracia realmente desterradora de la enajenación humana. Alienación que aún se da en buena medida en nuestra sociedad por ser heredada en primer lugar de las prácticas del ejercicio del poder en el capitalismo, pero también fertilizadas desde nuestras propias carencias actuales.

Carencias culturales tenemos en muchos ámbitos esenciales de la sociedad. Estas carencias conducen, en ocasiones, por ejemplo, al mimetismo en nuestra televisión, radio y medios digitales de lo que vemos realizado por los centros de poder imperial capitalista y su industria de producción de símbolos. Si la televisión bombardea desde los productos televisivos norteamericanos, la imagen de la bandera imperial, por qué nos asombra que prolifere su uso en la población. No hay espacio televisivo norteamericano, sea seriado o fílmico, que no muestre en reiteradas ocasiones la bandera de las barras y las estrellas como símbolo poderoso de superioridad cultural. Ello, además, provoca la reacción errada de creer que la respuesta a esa invasión es usar las mismas armas culturales para promover la nuestra. No se dan batallas en el terreno escogido por el enemigo, es estratégico crear nuestros propios escenarios de guerra y obligarlos a pelear en ese espacio, así hemos llegado hasta aqui.

Todo mimetismo cultural por definición es colonial.

No hay revoluciones por revoluciones, como espejo del arte por el arte. La belleza en este caso no es fin en si misma, sino resultado de un propósito social emancipador. Las revoluciones, como el verdadero arte, no tienen que ser bonitas, tienen que ser liberadoras, en eso estriba su belleza. Si un Degas elitista podía preguntarse retóricamente, que el colmo sería que el arte se hiciera para ser mostrado, las revoluciones no pueden darse ese lujo. Las revoluciones se hacen con todos y para el bien de todos, son por tanto, bien público.

La Revolución vale más que todas nuestras vanidades y egos, que pueden llegar a ser muy grandes.

Más allá del análisis de nuestros errores pasados y recientes, o su falsa contraparte, en el halago empalagoso y el abuso de lo hagiográfico, ejercicios ambos que pueden tornarse en un regodeo enfermizo para unos y una agenda deliberada para otros, los cubanos debemos entender que esta es la Revolución que tenemos, no hay otra y no habrá otra. Si esta perece, nuestras generaciones y las que están por venir en un buen tiempo, no tendrán una segunda oportunidad de construir una utopía realizable. Es por ello que esta es la Revolución que debemos defender y que tenemos el deber de defender. Defenderla desde la cultura en todos los ámbitos.  Pero debemos entender que defenderla, no es defender nuestras manquedades en nombre de ella, sino por el contrario, desterrar las manquedades que, secuestrando su nombre, se esconden a la vista de todos. Entender que es desde ese accionar permanente de emancipación, justicia social y carácter universalizador que tiene sentido un socialismo próspero y sostenible por el que siga valiendo la pena gritar: ¡Viva la Revolución !


(*Miembro de la Academia de Ciencias de Cuba)

miércoles, 15 de junio de 2016

Eduardo Galeano entre otras cosas dijo "...Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común..." cuando recibió el premio Stig Dagerman en Suecia en Septiembre de 2010 y para terminar expreso "Ojalá podamos mantener viva la certeza de que es posible ser compatriota y contemporáneo de todo aquel que viva animado por la voluntad de justicia y la voluntad de belleza, nazca donde nazca y viva cuando viva, porque no tienen fronteras los mapas del alma ni del tiempo”

Nunca mejor dicho para lo que está pasando en la Argentina, el grado de corrupción del anterior gobierno que ya lo habíamos señalado hace tiempo, ha hecho un daño irreparable para los que confiaron en "las buenas intensiones" de Néstor y Cristina. Siguieron estos "nuevos mesías" confirmando la regla de los políticos en este país (salvo excepciones), "roban pero hacen". Es una lástima, no solo por el dinero que debió emplearse en esa tan ansiada justicia social, sino porque prostituyen "la idea", esa que también ansían las masas trabajadoras de cualquier país en este injusto Mundo, que los gobiernos piensen en ellos.



Crea indignación lo que vemos, pero que no tape lo que venimos soportando desde hace mas de 500 años, la mentalidad de "el patrón tiene razón", los ricos pueden ser ricos, y robar, y explotarnos, y crear leyes para su beneficio. El gobierno de Macri no vino a cambiar nada sino a poner las cosas en su lugar como hace 500 años atrás.

martes, 14 de junio de 2016

14 de Junio no es un día cualquiera, en 1986 nos dejaba Borges, en 1928 nacía el Che. y Maceo hacia lo propio en 1845, vaya día 14 de Junio para un cubano como yo, que se siente parte de esta tierra grande latinoamericana, mortal insignificante al fin solo podemos plagiar sin licencia (y mal) una ínfima parte del legado de estos hombres... 


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A MI TLÖN
Atrás va quedando nuestra Tlön, una isla en el Caribe bañada por aguas cálidas y arenas blancas, donde se calculaba entre veras y burlas, que una generación de tlönistas podía bastar para construirla. ¿Quiénes inventaron  nuestra Tlön?. El Plural es inevitable, porque la hipótesis de un solo inventor- de un infinito Leibniz obrando en la tiniebla y en la modestia- ha sido descartada únicamente. Se conjetura que este brave  new world es obra de una sociedad secreta de astrónomos, de biólogos, de ingenieros, de metafísicos, de poetas, de químicos, de algebristas, de moralistas, de pintores, de geómetras…dirigidos por un singular hombre de genio.
Las revistas populares han divulgado, con perdonable exceso, la zoología y la topografía de mi Tlön, yo creo que sus tigres transparentes y sus torres de sangre y dolor merecen, tal vez, la continua atención de todos los hombres, pero no hasta el punto de glorificar el todo.
Las provincias que componen este maravilloso país son congénitamente idealistas. Su lenguaje y las derivaciones de su lenguaje - la religión, las letras, la metafísica - presuponen el idealismo. El Mundo para ellos no es un concurso de objetos en el espacio, es una serie heterogéneas de actos independientes, es sucesivo, temporal no espacial, el sustantivo se forma por acumulación de adjetivos. En la Literatura, abundan los objetos ideales, convocados y disueltos en un momento, según las necesidades poéticas.
Este monismo o idealismo total invalida la ciencia. Explicar (o juzgar) un hecho es unirlo a otro, esa vinculación en nuestra Tlön, es un estado posterior del sujeto, que no puede afectar o iluminar el estado anterior. Los metafísicos de mi Tlön no buscan la verdad, ni siquiera la verosimilitud: buscan el asombro.
Han pasado 54 años, 8 meses, 28 días y unas horas, pero una de las escuelas de las tantas que hay en Tlön llega a negar el tiempo: razona que el presente es indefinido, que el futuro no tiene realidad sino como esperanza presente, que el pasado, no tiene realidad sino como recuerdo presente. Otra escuela declara que ha transcurrido ya todo el tiempo y que nuestra vida es apenas el recuerdo o reflejo crepuscular, y sin duda falseado y mutilado, de un proceso irrecuperable. Otra, que la historia del universo – y en ellas nuestras vidas y el mas tenue detalle de nuestras vidas – es la escritura que produce un Dios subalterno para entenderse con un demonio. Otra, que el universo es comparable a esas criptografías en las que no valen todos los símbolos y que solo es verdad lo que sucede cada trescientas noches. Otra, que mientras dormimos aquí, estamos despiertos en otro lado y que así cada hombre es dos hombres. Entre las doctrinas de nuestra Tlön, ninguna ha merecido tanto escándalo, como el materialismo.
En los hábitos literarios de mi Isla también es todopoderosa la idea de un sujeto único. No existe el concepto del plagio: se ha establecido que todas las obras son obras de un solo autor, salvo raras excepciones que son silenciadas o poco divulgadas.
Medio siglo de idealismo no han dejado de influir en la realidad, las investigaciones en masa producen objetos contradictorios, ahora se prefiere los trabajos individuales y casi improvisados. Las cosas se duplican en mi natal Tlön, propenden asimismo a borrarse y a perder los detalles cuando los olvida la gente. Es clásico el ejemplo de un Umbral que perduro mientras lo visitaba un mendigo y que se perdió de vista a su muerte. A veces unos pájaros, un caballo, han salvado las ruinas de un anfiteatro.
Esta todo dicho, atrás va quedando mi Tlön del nacimiento, una obra que alguien decidió, que no pactará con el impostor Jesucristo, una obra que quiso demostrar al Dios no existente que los hombres mortales son capaces de concebir un Mundo.
Aquí doy término a la parte personal de mi narración. Lo demás está en la memoria (cuando no en la esperanza o en el temor) de todos mis lectores.
(Plagio sin licencia de "TLÖN, UQBAR, ORBIS TERTIUS" de JORGE LUIS BORGES)

lunes, 13 de junio de 2016

SECRETOS
(Kelvis Ochoa)


Cuando regresa la noche
los sueños no tienen fin
y ahogado en mi pensamiento
solo el silencio me hace sentir
entonces vuelven las penas
con sus puñales a herir
la vida es una quimera, morena
mi vuelo no tiene fin

¿Dónde está el camino, que me trajo aquí?
yo eche a rodar por el monte
buscando una luz
un reflejo
un vestigio en la oscuridad
la esperanza

Cuando regresa la noche
                                      (oye)
los sueños no tienen fin
                                       (de que no tienen fin)
y ahogado en mi pensamiento
solo el silencio me hace sentir
                                        (solo, solo)
entonces vuelven las penas
con sus puñales a herir
                                     (que me matan)
la vida es una quimera, morena
mi vuelo no tiene fin

Ando buscándome al fin
sin temor
solo aquella vez
sentí miedo de amar y perder
adorar al abismo
sentir mi vida en tu piel
la esperanza

Cuando regresa la noche
                                      (digo)
los sueños no tienen fin
                                       (Ay!  te repito, tú ves)
y ahogado en mi pensamiento
solo el silencio me hace sentir
                                        (solo, solo)
entonces vuelven las penas
con sus puñales a herir
                                     (Ay! que me mata mama)
la vida es una quimera, morena
mi vuelo no tiene fin

Siento que me lleva
la primera voz de la mañana
y hay solo un camino por delante
y una inmensa llama que no para
Brisa que me llega
el olor desnudo de la casa
mil paredes viajan que se rompen
místico sabor de la esperanza

Cuando regresa la noche
los sueños no tienen fin
y ahogado en mi pensamiento
solo el silencio me hace sentir
entonces vuelven las penas
con sus puñales a herir
la vida es una quimera, morena
mi vuelo no tiene fin