Viaje a la Luna

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Una memoria a mis antepasados, a mis vivencias...unos versos de futuro.

QUIEN NO SE OCUPA DE NACER SE OCUPA DE MORIR

miércoles, 24 de abril de 2019


EE.UU. vs CUBA: EL BOLERO INFINITO
(Por Iroel Sánchez, en su blog "LA PUPILA INSOMNE")



En febrero de 2013 el investigador estadounidense Jeremy Bigwood tuvo acceso a una versión censurada del “Anexo clasificado” del “Plan para una Cuba libre” emitido en julio de 2006 por  una comisión de la administración de George W. Bush presidida por Condolezza Rice, luego que una primera versión de 2004 -bajo la guía de Collin Powell- no rindiera los frutos esperados. El primer capítulo del anexo se titulaba “Acelerando el fin de la dictadura de Castro: Transición no sucesión”. 

El objetivo, expuesto tanto en el anexo como en declaraciones del entonces Subsecretario de Estado Roger Noriega, era impedir en Cuba una “sucesión” que sería “inaceptable” para Washington. No obstante ese mismo mes, tuvieron que someter a prueba el plan y comenzar a aceptar lo para ellos inaceptable: El 31 de julio el Comandante en Jefe Fidel Castro emitiría una “Proclama” en la que a partir de graves dificultades de salud traspasaba sus funciones al frente del país al Segundo Secretario del Partido Comunista y Vicepresidente Primero del gobierno, Raúl Castro. En los meses y años subsiguientes la institucionalidad cubana fue asumiendo una renovación exitosa que no sólo implicó la permanencia de Raúl al frente del país sino que ha incluido la elección de Miguel Díaz-Canel en abril de 2018 como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, y la aprobación abrumadora de una nueva Constitución que amplía derechos y renueva los fundamentos económicos, ratificando el rumbo socialista y el papel del Partido Comunista, después de un amplísimo debate popular.

El anexo secreto también dedicaba varias menciones a “la cada vez más profunda relación de Cuba con Venezuela”, “paralela a la fallida relación anterior con la Unión Soviética”, y planteaba que “este eje de Castro debe ser entendido como parte de la estrategia de sucesión del régimen y un intento de aislar a Cuba de la presión para el cambio democrático”.

Debe recordarse que cuando a inicios de los años noventa del siglo pasado la Unión Soviética se desintegró, dejando a Cuba sin el 85% de su comercio exterior, en Estados Unidos aprobaron la Ley Torricelli (1992) para recrudecer el bloqueo, pero como en medio de enormes dificultades el gobierno de la Isla logró preservar el apoyo popular, comenzar a abrir el comercio exterior, y estimular la inversión extranjera se hizo necesario un nuevo apretón, la Ley Helms-Burton (1996), para impedir la recuperación cubana. Aunque no se pusiera en vigencia su capítulo dedicado a amparar juicios contra empresas de terceros países que invirtieran en la Isla, su papel disuasivo detuvo el auge que en los primeros años noventa tuvo la participación de inversores europeos y canadienses en la economía cubana pero no logró su objetivo y Bush puso en marcha su “Plan para una Cuba libre” del que ya hablamos antes.

La administración Obama, a la vez que operaba contra los aliados de Cuba en la región latinoamericana -golpe a Zelaya en Honduras, golpes parlamentarios en Paraguay y Brasil, guerra económica contra Venezuela-, presionada por una nueva realidad en América Latina, cambió la estrategia hacia la Isla en lo político mientras mantenía en pie lo fundamental del bloqueo, estableciendo récord tanto en multas contra bancos que realizaban transferencias en operaciones financieras cubanas como en fondos para la subversión. La visita del primer Presidente negro de los EE.UU. a La Habana en vísperas del VII Congreso del Partido Comunista cubano no  ocultó el propósito de influir en el rumbo de las reformas isleñas, abrió permisos para que los estadounidenses viajaran -no como turistas- a Cuba y promovió los lazos norteamericanos con el naciente sector privado cubano. En cambio, al llegar a la Casa Blaca, Donald Trump decidió entregar la política hacia América Latina  a la ultraderecha de Miami que vio en la estrategia de Obama una traición sin resultados. Trump retrocedió al clima de W. Bush tomando como pretexto unos “ataques sónicos” contra los diplomáticos estadounidenses en La Habana que la ciencia no ha podido demostrar, y luego convirtiendo por arte de retórica los colaboradores civiles cubanos -medicos, educadores, instructores deportivos y de arte- en militares, para justificar el regreso a la fracasada estrategia proclamada en el Plan Bush “para una Cuba libre”

En alguna prensa se ha aseverado que el gobierno cubano aprovechará las nuevas agresiones para exaltar el patriotismo y justificar ineficiencias internas pero el día que Washington anunció la puesta en vigor del capítulo III de la Ley Helms Burton, a pesar de que las nuevas medidas norteamericanas se habían anunciado antes, los dos programas más importantes de análisis político en la televisión cubana se dedicaron a temas internos (la “Mesa Redonda” al proceso de informatización de la sociedad y “Hacemos Cuba” al cronograma legislativo para implementar la nueva Constitución), tres días después ha comenzado el Congreso de la Central de Trabajadores analizando los problemas de salario, pensiones, precios y eficiencia empresarial en la economía cubana.

Hay una pregunta que deben hacerse quienes dicen acercarse objetivamente al tema: ¿Tendrá que ver la puesta en vigor del capítulo III con que en marzo de 2014 la Asamblea Nacional cubana aprobó una nueva Ley de inversión extranjera más abierta, con que la recién proclamada Constitución cubana le otorga un papel mucho mayor en el desarrollo del país, mientras el gobierno encabezado por Miguel Díaz-Canel -electo en abril de 2018- constantemente impulsa acciones para promoverla y esta, aunque insuficiente, ha comenzado a crecer en sus flujos hacia la Isla? Porque lo de la “recuperación de propiedades confiscadas” es la cortina de humo para ocultar la realidad: fracasaron con las sanciones anteriores, está operándose una transición en Cuba pero hacia una nueva generación de revolucionarios en el gobierno cubano y la desesperación cunde entre los políticos miamenses a quienes Trump ha dejado a cargo de su política cubana.

Desde noviembre, el Consejero de Seguridad Nacional de Trump, John Bolton, anunció que evaluaban la puesta en vigor total de la Ley Helms Burton. Mientras se hacía evidente que iba a haber un apoyo mayoritario a la nueva Constitución que ratifica el rumbo socialista y el liderazgo del Partido Comunista en Cuba y que el gobierno venezolano se mantenía en pie frente a todas las amenazas y agresiones, fueron acortándose los plazos para echar a andar el Capítulo III de la legislación rechazada universalmente. Ante el obvio chantaje y las noticias de los graves sucesos en Venezuela la respuesta de la inmensa mayoría de los cubanos fue ratificar la nueva Carta Magna, lo que hace dudar de cualquier correlación positiva entre presiones norteamericanas y pérdida de apoyo interno a la Revolución.

Plazos y más plazos. Plazos como el fin de la URSS, la muerte de Fidel, la salida del gobierno de la generación que hizo triunfar la revolución en 1959… que han ido venciéndose para frustración de quienes los han fijado. Ha llegado uno nuevo, el 2 de mayo: puesta en vigor del Capítulo III de la Ley Helms Burton ¿algo nuevo que augurar?