Viaje a la Luna

Viaje a la Luna

Una memoria a mis antepasados, a mis vivencias...unos versos de futuro.

QUIEN NO SE OCUPA DE NACER SE OCUPA DE MORIR

martes, 7 de mayo de 2019


POPULISMO, EL PERONISMO NEGRO
(Por José Pablo Feinmann, PAGINA12)


La palabra populismo tiene mala prensa. Le han tirado con munición gruesa. Se la identifica con la demagogia. Con el autoritarismo. Y, en fin, con el peronismo, que habría sido hegemónico durante los últimos setenta años de nuestra historia, según la versión de los macristas. Durante esos setenta años hubo tres experiencias neoliberales fracasadas. Los militares con Martínez de Hoz, el peronismo menemista de Alsogaray y Cavallo, y la desdichada experiencia delarruísta, aunque desdichadas fueron todas. Populista fue el primer gobierno de Perón que implicó un traspaso del capital agrario al capital industrial y una redistribución del ingreso que llevó a la clase obrera a subir por encima del 50 por ciento en el reparto de la renta nacional. 

El populismo no tiene por qué ser demagógico. Sucede que para la derecha siempre que se beneficia a los que menos tienen se hace demagogia. El populismo es la cara popular y humanista del capital. No busca la dictadura del proletariado, un concepto que no dio buenos frutos para los socialismos del siglo pasado. Busca la redistribución de la riqueza. Busca dinamizar la dialéctica entre la producción y el consumo. Se juega por el mercado interno. En el mercado interno está el pueblo. Y el populismo busca hacerlo feliz.

Cuando la populista rusa Vera Zassoulitch le pregunta a Marx si la comuna rural rusa tiene que pasar por la etapa del capitalismo burgués para llegar al socialismo, Marx le responde que no, que se quede tranquila, que la comuna rural rusa implica una gran conquista y que El Capital no señala un decurso histórico determinista sino que se aplica a Gran Bretaña y a los países de Europa Occidental. Algo que no supieron ver los marxistas argentinos, casi todos mitristas. Pero ésta es otra discusión, ya en gran parte agotada y superada. Lo que aquí queremos decir es que Marx aprueba el populismo de la comuna rural rusa. La palabra viene de ahí. “Narod”, en ruso, es “pueblo”. Narodnichestvo es populismo. 

¿Cómo le caería  a la Argentina de hoy una redistribución de la renta, una activación de la industria y el mercado del consumo? No en vano el gobierno y su cada vez más magro electorado le tienen pánico al populismo. Temen que vendrá de la mano de Cristina Kirchner, de aquí la catarata de injurias que le arrojan. De todos modos, la herencia que deja el macrismo es tan pesada que habrá que ver qué puede impulsar CFK, teniendo, como tendrá, a los medios hegemónicos en contra, al establishment financiero, a los EE.UU. y su activa embajada en Argentina. ¿Quién irá a verla a Cristina si asume? Probablemente, como a Perón, el embajador norteamericano. Si le dice “si usted hace lo que vengo a decirle será muy bien vista en mi país”. ¿Podrá contestarle Cristina como lo hizo Perón? Perón le dijo: “Prefiero no ser bien visto en su país al costo de haber sido un hijo de puta en el mío”. Difícil. Perón tropezaba con las barras de oro en el Banco Central. Y el contexto internacional lo favorecía, ya que Europa y Norteamérica recién salían de la guerra.

Hoy América Latina vive ahogada por los distintos gobiernos de derecha y hasta ultraderecha. Un nuevo gobierno deberá nuclear consensos muy amplios para actuar. Venezuela es el ejemplo de todo lo que están dispuestos a hacer. Bloqueo y embargos comerciales y financieros. Amenazas de intervención militar. Presidentes ungidos en una plaza pública. Todo esto más la deuda impagable con el FMI, organismo nefasto para nuestro país al que ingresamos de manos de la libertadora. Está, ese organismo, fracasando una vez más en Argentina como lo ha hecho en otros lados. Le prestó a un gobierno que no administra ni medianamente bien el 60 por ciento de su capacidad crediticia. A su vez, este gobierno de ineficaces se ha permitido, entre tantos dislates que acomete, incurrir en congelamientos de precios, o “precios cuidados”. Deslizándose, así, al tan despreciado populismo. Que tiene la invariable obstinación de intervenir en el mercado. También, tarde y mal como se ha dicho, busca un “diálogo” con la oposición. Pero, ¿qué oposición? La del llamado peronismo blanco o racional. ¿No es algo racista esta expresión? ¿Lo “blanco” es sinónimo de “racional”? ¿Odian tanto a los negros que buscan con afán diferenciarse? Siempre hubo un peronismo blanco. El mismo Perón, después de la muerte de Eva, buscó blanquear al peronismo incurriendo en medidas aperturistas. El viaje de Ramón Cereijo a USA y la visita de Milton Eisenhower lo testimonian. Sólo sirvió para que lo derrocaran al general abrupta e inútilmente aperturista. El peronismo no era confiable. Perón menos. Luego el sindicalismo dialoguista y conciliador de Vandor buscará blanquear al peronismo. Hoy, la administración Macri confía en los blanqueadores Pichetto, Massa y Urtubey. Acaso también Lavagna. Les envió (¡por whatsapp!) un acuerdo de diez puntos. Un acuerdo ridículo que demuestra hasta qué límite de torpeza llegaron. Fue rechazado. Los blancos no quieren hacer el ridículo, salvo Urtubey que se ha cansado de hacerlo. Notable este ofrecimiento por lo que excluye. Excluye a Cristina Fernández. Es que el kirchnerismo (para el gobierno y toda la derecha argentina) es lo inintegrable. Todo el peronismo, menos el peronismo K, es lo blanco. Lo negro es el denostado populismo de siempre y la más aún denostada Cristina, que ya mide el 40 por ciento en las encuestas. Y cuyo libro se vende tan abundantemente que implica un plebiscito que despierta la furia de Cambiemos y el establishment periodístico, aberrantemente complicado en las causas que se tramitan en el juzgado de Dolores. 




Fernández de Cossío: “Título III, gran obstáculo en las relaciones entre Cuba y EE.UU.”
(CUBADEBATE)


(Carlos Fernández de Cossío, director general para Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba.)

La activación en Estados Unidos del Título III de la Ley Helms-Burton contra Cuba constituye un obstáculo para cualquier arreglo futuro o mejoría de las relaciones, aseguró un funcionario de la isla.

Carlos Fernández de Cossío, director general de Estados Unidos en la Cancillería del país caribeño, dialogó con Prensa Latina sobre la decisión de la administración de Donald Trump de permitir desde el 2 de mayo la aplicación del mencionado acápite legislativo.

A través de tal mecanismo se da la posibilidad a ciudadanos estadounidenses de demandar en las cortes norteamericanas a personas y entidades, incluso de terceros países, que inviertan en el territorio cubano en propiedades nacionalizadas tras el triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959.

De acuerdo con Fernández de Cossío, la Ley Helms-Burton, aprobada por el Congreso norteamericano en 1996 y que codifica el bloqueo de casi 60 años contra el territorio antillano, “se concibió, ante todo, para hacer prácticamente imposible una futura mejoría de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos”.

A decir del funcionario, la controvertida normativa buscó atar las manos de cualquier presidente estadounidense, incluso si ese mandatario consideraba que llegar a un acomodo civilizado y respetuoso entre ambas naciones era de interés de Estados Unidos, o respondía a la voluntad del pueblo de este país y de los cubanoamericanos.

Si bien esa ley entró en vigor hace 23 años, todas las administraciones hasta ahora habían suspendido la aplicación de su Título III, dados los perjuicios que implicaría para el propio Estados Unidos, cuyo sistema judicial podría tener que lidiar con gran cantidad de demandas, y para aliados con inversiones en el país antillano.

El Gobierno de Trump, sin embargo, decidió revertir esa postura y permitir las acciones legales, como parte de una serie de medidas agresivas adoptadas contra la mayor de las Antillas a pesar de la oposición de diversos sectores estadounidenses.

Con lo que se inicia ahora, más que buscar la devolución de las propiedades nacionalizadas en Cuba o abandonadas por quienes se fueron de la isla, el objetivo es que estas demandas se conviertan en obstáculos para cualquier futuro arreglo o posible evolución hacia una mejoría en las relaciones, remarcó Fernández de Cossío.
El representante del Ministerio de Relaciones Exteriores afirmó que su nación tiene el compromiso de proteger los nexos con el empresariado internacional que lleva años en el país o que pueda llegar en el futuro.

Debe recordarse que Cuba aprobó una legislación que hace inaplicable la Helms-Burton en la isla, mediante la cual se compromete a proteger a estas empresas presentes en el país caribeño, señaló en referencia a la Ley de Reafirmación de la Dignidad y Soberanía Cubanas o Ley 80, avalada en 1996.
Esa normativa, explicó el funcionario, plantea la disposición de sentarse con Estados Unidos para buscar solución al tema de las reclamaciones, junto con la compensación que merece el pueblo cubano por los años de agresión contra nuestro país.

Fernández de Cossío llamó la atención sobre el hecho de que esa legislación establece, además, que las personas naturales o jurídicas que quieran dañar a Cuba o perjudicar a terceros con reclamaciones en virtud de la Helms-Burton, quedarán fuera de cualquier negociación futura de compensación por las propiedades nacionalizadas.

“Cuba no negocia su solidaridad con Venezuela ni ningún otro país”

Uno de los argumentos empleados por la administración Trump para justificar su hostilidad contra la nación antillana es la presunta presencia de militares cubanos en Venezuela, algo continuamente negado por las autoridades de la isla.

Recientemente el jefe de la Casa Blanca amenazó con imponerle a Cuba lo que él llamó un “embargo total y completo” si no retira a los efectivos que, según Washington, tiene desplegado en el país sudamericano.

“Este es un Gobierno conocido por el uso y el abuso de la mentira como una práctica de política interna y exterior”, expresó Fernández de Cossío sobre este tema.

El director de Estados Unidos en la Cancillería cubana indicó que, desde su inicio, la actual administración sostuvo que buscaría un retroceso de los avances registrados en las relaciones bilaterales durante la etapa del expresidente Barack Obama (2009-2017).

Agregó que al pronunciarse de ese modo el ejecutivo estadounidense nunca mencionó a Venezuela, como tampoco se hizo alusión a ese país en el memorando de política hacia Cuba emitido por Trump en junio de 2017 y en las medidas adoptadas desde entonces.

El funcionario apuntó que no fue hasta hace dos meses y medio que Washington comenzó a referirse a los vínculos de la isla con la nación sudamericana, al fallar el intento “de imponer a un presidente ficticio en Venezuela y procurar el reconocimiento internacional”.

Ante la imposibilidad de derrocar por la vía de las presiones y las sanciones económicas al Gobierno legítimo de Venezuela, presidido por Nicolás Maduro, añadió, ellos usan como explicación y como pretexto que no se ha podido derrocar al mandatario venezolano por la presencia de Cuba allí, y sobre todo de efectivos cubanos.

La administración estadounidense plantea que Cuba tendría que retirar sus supuestos miles de militares, manifestó Fernández de Cossío, quien reiteró que La Habana ha aclarado en más de una ocasión que no hay tropas cubanas en Venezuela, y que no participa en ejercicios ni en operaciones militares o de seguridad.

Cuba es solidaria con Venezuela, y lo que Estados Unidos pretende es que retiremos al personal médico que presta servicios muy importantes a la población, sobre todo en medio de las difíciles condiciones por las cuales transita ese país bajo las sanciones norteamericanas, dijo.

Apuntó que el ejecutivo de Trump quiere que Cuba negocie con Estados Unidos para virarle la espalda a Venezuela y dejar de darle su solidaridad.

Hay que recordar que ya en los años 80 del pasado siglo otro Gobierno estadounidense, firmemente comprometido con el régimen del apartheid en Sudáfrica, pretendió presionar a la isla para que retirara su ayuda internacionalista a los pueblos de África.

Cuba no negocia su solidaridad con Venezuela ni con ningún otro país, aseguró el representante de la Cancillería de la mayor de las Antillas, lo cual reafirma la posición repetida por el Gobierno de la nación antillana.