Viaje a la Luna

Una memoria a mis antepasados, a mis vivencias...unos versos de futuro.
QUIEN NO SE OCUPA DE NACER SE OCUPA DE MORIR
lunes, 29 de febrero de 2016
viernes, 26 de febrero de 2016
jueves, 25 de febrero de 2016
Por eso dijo que sí, que no faltaba más, cuando le preguntaron si quería hacerse cargo de un quiosco de croquetas. Bueno, dale, eso es tuyo, le dijeron.
Pero entonces se enfrentó a un problemita que no había tomado en consideración. Se enfrentó, de pronto, al problema de cómo hacer una croqueta, cosa que no había hecho nunca.
Primero se quedó unos segundos con la mirada en blanco, igual que Kant cuando meditaba sobre la cosa en sí, reflexionando filosóficamente sobre la croqueta. Y por un momento pensó que, sin experiencia alguna en el contexto culinario de la croqueta, sería imposible acometer la tarea.
Entonces se le iluminó el cerebro. ¡La memoria, claro! Recurriría a la memoria. ¿Cuántas croquetas se habría comido desde la aparición, desarrollo, auge y estabilización de la croqueta?
Recordando que el fenómeno croquético había surgido a mediados de la década del 60, comenzó a reconstruir mentalmente una especie de retrospectiva de la croqueta, viéndose a sí mismo degustando croquetas en los más diversos contextos. Las había comido, que recordara, en cafeterías y restoranes, quioscos, comedores, terminales de ómnibus, cortes de caña, bodas, fiestas de quince, montado en camiones, pedaleando e bicicleta, viajando en avión, caminando, corriendo tras una guagua, empujando un cochecito, subiendo escaleras, bajando en elevador, parado en un andamio, acostado al anochecer, al despertarse, a media mañana, en almuerzos, meriendas y recepciones, en la playa, bajo un sol radiante, en tardes lluviosas y en medio de un ciclón.
En los últimos lustros, pensó, a un promedio por lo bajito de dos croquetas diarias, había deglutido unas 730 croquetas anuales, sin contar los años bisiestos, lo que haría un total de 12 410 croquetas. ¡Doce mil cuatrocientas diez! ¡Qué bárbaro! Las visualizó todas juntas, una detrás de otra, en fila india, y calculando que cada croqueta promediaba unos diez centímetros de largo, vio ante sí una longaniza de 124 100 centímetros, o sea, 1 241 metros de croquetas. ¡Se había comido un kilómetro y cuarto de croquetas! Era un experto. ¡Cómo no se iba a acordar del gusto peculiar, único, sui géneris, de la croqueta!.
Todo se reducía entonces a una cuestión sencilla: hacer un esfuerzo de memoria, de representarse mentalmente los diferentes componentes de la croqueta. Así, dejándose llevar por los recuerdos, concentrándose profundamente como un yoga, quedó como un yogur en reposo, inspirado en el budismo Zen, en la contemplación absoluta, en el éxtasis místico que le permitiera conseguir la sabiduría, penetrar en los secretos de la intimidad de la croqueta. Recordar. Recordar a qué sabía una croqueta.
Y se puso a trabajar. Cortó en tiritas cuatro hojas de papel gaceta, que separó en un platico. Luego batió dos yemas de huevo y picó en trocitos un tallo de soga de tendedera. Añadió una cucharadita de engrudo y espolvoreó con aserrín de pinotea. Derritió un cuarto de vela de las grandes y cortó finito un cordón de botas cañeras. Lo mezcló todo bien y obtuvo una masa del color de la muralla de la Habana. Entonces, con amor en las manos, le dio forma a una croqueta, la cual envolvió con ternura en un pedazo de tela de mosquitero. Ralló un pan de jabón Batey para empanizar, y comenzó a freírla en la sartén, con la candela baja.
Esperó con ansiedad a que la croqueta se dorara lentamente al fuego. Y cuando al fin estuvo doradita, la sacó de la sartén y la escurrió.
Ya iba a morderla, cuando pensó, de pronto, que su opinión pudiera estar parcializada.
Llamó a su mujer y le entregó la croqueta
- Dime
- Está bajita de sal.
miércoles, 24 de febrero de 2016
VOY A PEDIR ASILO POLÍTICO EN HAITÍ
(por Eduardo Del Llano en su blog https:// eduardodelllano.wordpress.com)
Estados Unidos es un gran país para vivir. Probablemente el mejor del mundo. Uno puede criticar su política exterior, la estupidez y arrogancia de sus turistas, la salud y las armas y esas cosas que critica Michael Moore, pero la verdad es que hay que ser idiota para negar las ventajas de radicarse allá.
Ahora bien, Estados Unidos no es el mundo, aunque parece fácil olvidarlo una vez allí. Muchos emigrados cubanos radicales insisten en que la búsqueda de democracia y libertad fue la razón fundamental de su partida, en que el comunismo no les dejó alternativa. Bueno, de que detestaban el sistema no me cabe duda, pero quien huye de la represión, quien está verdaderamente en peligro no se pone muy selectivo, y sin embargo la inmensa mayoría se fue a USA, a Canadá, a España o Francia a pesar de que, con escasas excepciones (Corea del Norte, China, Cuba, algunas naciones islámicas y poco más) el mundo está conformado por democracias capitalistas. Siete de cada diez, cuando emigran a sitios como Guatemala, Honduras o Botsuana, lo hacen con la idea de saltar después a los Estados Unidos. Hasta donde sé, ninguno de esos detractores sistemáticos -no ya del régimen cubano sino de la ética y la ejecutoria de los artistas cubanos y de cualquiera que vive en Cuba- lo hace desde democracias capitalistas como Namibia o Paraguay. Suena como que el objetivo no eran tanto la libertad y la democracia como un país concreto, ¿no? Algunos presos políticos y opositores en activo sí han sufrido y sufren persecución, pero los demás… vamos, seamos sinceros, díganme que querían mejorar, reformular su cachito pá vivir, ir al seguro in the fast lane, que diez Terceros Mundos no hacen un Primero, eso puedo entenderlo y aplaudirlo, pero no lo politicen más allá de lo necesario, no me digan que este es el país del fracaso si dondequiera hay gente con motivos para decirlo del suyo. Claro que ellos no tienen Ley de Ajuste. De 1959 a la fecha ha habido dictaduras verdaderamente sangrientas en un montón de países latinoamericanos (Argentina, Uruguay, Paraguay, Guatemala, Haití, Nicaragua, Brasil, Chile, etcétera), pero no existe ni ha existido Ley de Ajuste Chileno, Ley de Ajuste Haitiano o Argentino. El diez por ciento de los dominicanos vive en Nueva York, centenares de mejicanos y salvadoreños y haitianos intentan pasar cada día a territorio de USA, sin Ley de Ajuste a su favor, y nadie dice que su fuga refleja el fracaso de la democracia capitalista en esos países, ¿verdad?, sólo que son pobres y querían una oportunidad. Well, there you go.
Y es que la dirección del viaje lo es todo. Si usted se va de Cuba a USA, no digo yo si creerá haber llegado al Paraíso… por lo menos al principio. Y por supuesto que desde esa perspectiva Cuba les parecerá un sitio primitivo y estático. Con todo, no se justifica renegar del Tercer Mundo, olvidar que existe, que de allí se proviene. Por lo general cuando tienen chance y oportunidad para viajar, esos emigrados se van a conocer Europa, Canadá o Japón, es muy raro que vuelen a países pobres, y si lo hacen es más raro todavía que se alejen del hotel más de lo imprescindible para tirar fotos. El resto del mundo –porque lo hay, ¿saben?- es algo que aparece en las películas de Hollywood, de fondo para que el americano ayude a los nativos, o en la tele. Bueno, claro, también está Internet, pero que levante la mano aquél que en los últimos diez años ha buscado en la red información acerca de la situación política en Yibuti. De hecho, que la levante aquél que sabía de la existencia de Yibuti.
Ya lo he dicho antes, tengo buenos amigos emigrados, y nada contra el hecho de marcharse. (Como tampoco contra quien regresa, llámese Issac Delgado o Yoani Sánchez). Aquellos que se vean retratados tomen esto como, ehhh, una crítica constructiva a ese microscopio que a veces interponen entre ustedes y su país de origen, entre ustedes y el Tercer Mundo. No crean que saben lo que pasa aquí mejor que nosotros, aunque nuestra prensa sea una mierda, no nos juzguen si no han puesto un pie por acá en veinte años o vienen una semana para refugiarse en Varadero con la familia, no traten de demostrar lo indemostrable, esto es, que quien huye muestra más valor que quien se queda.
Respeten y no se hagan los yumas.
P.S.: Mi película Omega 3 se presenta por estoy días en Praga, en el festival La Película, dedicado al cine hispanoamericano, junto a obras de Julio Medem, Jaime Rosales y otros directores.
(23 de febrero 2016)
lunes, 22 de febrero de 2016
sábado, 20 de febrero de 2016
Un portavoz y algo más, de sus amos que se sientan en algunas oficinas de Washington, nos relata su visión de la discusión actual en Latinoamerica. Este "intelectual" con el título de distinción en La Escuela de las Américas en Panamá nos hacen creer que es un liberal.
LA GUERRA NUESTRA DE CADA DÍA
(Carlos Alberto Montaner, leído en www.infobae.com)
Digámoslo rápido. El enfrentamiento actual que divide a medio planeta, y especialmente a los latinoamericanos, es entre el neopopulismo o democracia autoritaria contra la democracia liberal. Acabo de desarrollar un breve curso sobre el tema en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. No conozco otra institución tan comprometida con la libertad económica y política. Impresionante.
En la esquina neopopulista del ring comparecen, a la izquierda, el padre Marx,el estatismo, el clientelismo, la Teología de la liberación, la Teoría de la Dependencia, Eduardo Galeano, Che Guevara, Ernesto Laclau, Hugo Chávez, Evo Morales, Fidel Castro, "todos revolcaos", más el caudillismo, el gasto público desbordado, la ALBA, el Socialismo del siglo XXI, el Foro de Sao Paulo y un tenso etcétera con el puño cerrado y la consigna callejera a flor de labio.
En la esquina liberal se encuentran, el padre Adam Smith, Mises, Hayek y los Austriacos, Milton Friedman y el mercado, James Buchanan y la Escuela de Elección Pública, Douglass North y los institucionalistas, la responsabilidad individual, la empresa privada, el estado de derecho, la ALCA, el comercio libre y global, los Tigres de Asia, la exitosa reforma chilena, Ronald Reagan, Margaret Thatcher, Mario Vargas Llosa, el estado pequeño y eficiente.
Este eje de confrontación es relativamente nuevo.
El siglo XIX fue el de liberales a la antigua usanza contra conservadores, también de viejo cuño. El XX vio, primero, la batalla entre las supuestas virtudes de la hispanidad frente a los defectos de los anglosajones (el Ariel de Rodó y las conferencias encendidad del argentino Manuel Ugarte). La revolución mexicana de 1910 se cocinó en esa salsa antiimperialista.
A lo que siguió la aparición del marxismo y del fascismo, primos hermanos que acabaron pareciéndose mucho. Los años veinte fueron los del psiquiatra argentino José Ingenieros, con alma y paraguas rojos, y los de José Carlos Mariátegui y sus Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana.
Poco después, en la Italia de Mussolini un joven militar argentino observaba con admiración la experiencia fascista. Se llamaba Juan Domingo Perón y a su regreso a Buenos Aires puso en marcha su "Tercera vía". Ni comunismo, ni capitalismo: justicialismo. O sea, peronismo puro y duro. Era la expresión criolla del fascismo.
Tras la Segunda Guerra, inmediatamente vino la Guerra Fría. Antes y durante, América Latina se llenó de espadones santificados por Washington. El eje de confrontación pasaba entonces por los cuarteles contra los comunistas, o todo lo que oliera a ellos.
En esos años cuarenta se abrió paso otra fuerza: la izquierda democrática. Comenzaron a triunfar en Guatemala (Juan José Arévalo), Costa Rica (José Figueres), Cuba (Carlos Prío), Venezuela (Rómulo Betancourt), y Puerto Rico (Luis Muñoz Marín). Eran demócratas anticomunistas que procedían de la izquierda. Luchaban contra el militarismo desde posiciones anticomunistas.
Constituían, además, una dulce variante vegetariana del populismo. Creían en el estado benefactor paternalista, y no rechazaban las medidas estatistas. En el campo económico reinaba su majestad Lord Maynard Keynes y los políticos utilizaban el presupuesto nacional y el gasto público para impulsar la economía. Maravilloso. Estaban intelectualmente legitimados para dilapidar fortunas. Simultáneamente, distribuían las rentas y ejecutaban reformas agrarias que casi nunca lograron sus objetivos.
En 1959 volvió a cambiar el signo de la lucha. Fidel y Raúl Castro, junto al Che Guevara, con la inocente ayuda de otros grupos democráticos, derrocaron la dictablanda militar de Batista, con el objeto de establecer una dictadura comunista calcada del modelo soviético. Se proponían, fundamentalmente, destruir los gobiernos de la izquierda democrática, definiendo al adversario por sus relaciones con Estados Unidos y con la propiedad.
Si eran pronorteamericanos y promercado, aunque fueran de izquierda y respetaran las libertades, eran enemigos. Cuba atacó a Uruguay, Venezuela, Perú, Panamá, a todo lo que se moviera o respirara. También, claro, a los viejos dictadores militares como Somoza, Trujillo o Stroessner, pero no por tiranos, sino por proamericanos y procapitalistas. La isla era "un nido de ametralladoras en movimiento". Estados Unidos se sumó a la guerra y en 1965, en medio de una guerra civil, desembarcó marines en República Dominicana para, decían, "evitar otra Cuba".
Con Allende en 1970 se inició el peligroso juego de la democracia autoritaria y terminó a tiros tres años más tarde. Pinochet, que era un hombre de Allende, o eso creía D. Salvador, acabó bombardeándolo. Sin embargo, como el general no sabía una palabra de economía, les entregó esas actividades misteriosas a unos jóvenes chilenos graduados de las Universidades de Chicago y de Harvard. Pronto comenzaron a darle la vuelta a la situación.
Era la primera vez que en América Latina se oyó hablar de Friedrich Hayek (Premio Nobel en 1974), o de Milton Friedman (1976). A mediados de los años ochenta era evidente que el populismo había hundido a América Latina en un charco de corrupción, inflación y gasto público irrefrenable. La región había fracasado. Se habló entonces de la "década perdida".
Surgió así el primer ciclo liberal de América Latina. Sus principales protagonistas procedían de otra cantera ideológica, pero eran personas flexibles e inteligentes. Entre otros, incluía al boliviano Víctor Paz Estenssoro, que regresaba al poder en 1985 a enmendar los desaguisados de 1952; el tico Oscar Arias, el argentino Carlos Menem, el mexicano Carlos Salinas de Gortari, el colombiano César Gaviria y el uruguayo Luis Alberto Lacalle.
Más que las convicciones liberales los movía la certeza del fracaso populista. Desgraciadamente, las acusaciones de corrupción contra Salinas y Menem, más el aumento desmedido del gasto público en Argentina, desacreditaron aquella reforma liberal y los enemigos comenzaron a atacar eficazmente "la larga noche neoliberal".
En 1999, finalmente, comenzó a gobernar Hugo Chávez y se inició otra fase de democracia autoritaria. Ésta que ahora llega a su fin, hundida en la miseria, el desabastecimiento y la corrupción, dándole paso al nuevo ciclo de la democracia liberal, acaso iniciada con la victoria de Mauricio Macri en Argentina. Esperemos que dure.