Viaje a la Luna

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Una memoria a mis antepasados, a mis vivencias...unos versos de futuro.

QUIEN NO SE OCUPA DE NACER SE OCUPA DE MORIR

martes, 11 de octubre de 2016

CHE GUEVARA: “Sobre la base de los principios y de una total igualdad, la normalización de las relaciones sería ideal para nosotros”

(Publicado el octubre 7 de 2016 
en el blog https://dialogardialogar.wordpress.com)

(En el día de ayer el excelente programa La pupila asombrada rescató del olvido una entrevista ofrecida por el Che a CBS en 1964. Comparto con los lectores de este blog otra de esas históricas entrevistas que nunca había sido publicada en español. Se trata de la que le ofreció el Che a la destacada periodista estadounidense Lisa Howard, que tanto protagonismo tuvo como mediadora entre Cuba y los Estados Unidos en 1963. En esta entrevista también el Che habla sobre como entiende una posible normalización de las relaciones entre ambos países)

Che Guevara en ABC, 22 de marzo de 1964: ISSUES AND ANSWERS

Esta es la primera entrevista exclusiva con el Comandante Ernesto “Che” Guevara, ministro de Industrias de Cuba, que se ve y se oye en los Estados Unidos. Convencida de que un perfil  del hombre a quien se ha llamado “el poder detrás de Castro”, “el arquitecto de la Revolución cubana”, “el mayor izquierdista de Cuba”, y el posible sucesor de Castro, sería de interés para el pueblo norteamericano, ABC envió sus cámaras y a Lisa Howard a Cuba para realizarle esta entrevista filmada al Comandante Guevara en sus oficinas del Ministerio de Industrias en La Habana.

Lisa Howard: ¿Cuánto afecta el bloqueo económico la economía cubana?

Comandante Guevara: No puedo darle una cifra exacta del efecto del bloqueo en Cuba, y, créalo o no, el bloqueo tiene efectos buenos y malos. Entre los buenos está el desarrollo de la conciencia nacional y el espíritu de lucha del pueblo cubano para superarlo […] que toda nuestra maquinaria era estadounidense, y que también nos vendían su maquinaria de segunda mano, y con ganancia, y muchas de esas líneas de abastecimiento se han descontinuado ahora, así que puede imaginarse lo que ha implicado para nosotros este bloqueo y el esfuerzo que se necesita para contrarrestarlo. No puedo darle cifras. No las conozco. Pero obviamente ha sido un serio obstáculo. Pero a la vez, ha sido una útil lección para nosotros. Nos ha enseñado cómo manejar nuestra economía en el futuro. Creo que eso más o menos responde su pregunta.

LH: Rusia está inyectándole una gran cantidad de dinero a la economía cubana cada día. ¿Qué le sucedería a la economía de la isla si esa ayuda cesara de repente?

CG: Esas afirmaciones sobre sumas diarias me parecen típicas de la manera de pensar de los norteamericanos y del concepto que tienen sobre las inversiones. Puede que de cierto modo reflejen la idea de lo que entienden los norteamericanos por “ayuda”. La ayuda de los Estados Unidos a los países de la América del Sur al final se revierte contra el Estado que la recibe. En nuestro caso ha habido algo que podría llamarse ayuda, como la condonación de ciertas deudas comerciales, créditos a largo plazo, pero sobre una base puramente comercial. En cuanto al resto, se trata del comercio normal, natural, entre dos países. Los Estados Unidos ya no son el principal socio exportador-importador de Cuba. Es la Unión Soviética.
Pero si con su pregunta sobre qué pasaría si cesara la ayuda soviética se refiere al conjunto de nuestros intercambios, puedo responderte que la vida del país se paralizaría, porque… por ejemplo, el petróleo, todo nuestro petróleo, casi cuatro millones de toneladas, viene de la Unión Soviética, pero no se trata de ayuda, sino de un intercambio comercial sobre la base de una absoluta igualdad, y nosotros pagamos con azúcar y otros productos.

LH: ¿Podría hacernos una evaluación de cuán efectivo ha sido el bloqueo de los Estados Unidos?

CG: Creo que casi me está invitando a filtrarle información confidencial. Hemos reconocido la importancia del bloqueo, pero también hemos afirmado, con la misma tranquilidad, que el bloqueo no nos impediría avanzar. Pero primero que todo, resulta difícil ser específico sobre él, y además, no es muy apropiado. Después de todo, a pesar de sus buenas intenciones, seguimos siendo enemigos. Y el enemigo en realidad solo debe conocer generalidades de la otra parte.

LH: Recientemente Cuba compró ómnibus en Londres. Está negociando para la compra de barcos en España. Tengo entendido que hay una misión económica en Suiza. ¿Eso representa un cambio fundamental en la economía cubana?

CG: No lo creo. Creo que se ha producido un cambio en la política económica de algunos países. Se ha producido una cierta ruptura de la llamada unidad monolítica del mundo libre. Hay más comercio con Cuba ahora. Nuestro comercio siempre ha tenido la misma base. En otras palabras, mercancía es mercancía, y debe haber [un beneficio mutuo] para el vendedor y el comprador. Sobre esa base hemos comerciado con todo el mundo, incluidos los Estados Unidos, aun después de la ruptura de las relaciones.

Los Estados Unidos han ejercido grandes presiones para impedir que se nos vendan ciertos productos, y usted conoce muy bien el debate que se produjo y las discusiones que tuvieron lugar porque Leyland nos vendió los ómnibus. Pero en realidad no somos nosotros quienes hemos cambiado. Ciertos aspectos de la política internacional han cambiado. No sé si tenemos algo que ver con eso. No lo creo. No creo que seamos tan importantes.

LH: ¿Opina que esas compras representan un fracaso del bloqueo de los Estados Unidos?

CG: Sí.

LH: ¿Un fracaso serio?

CG: Eso depende de cómo afecte al ego norteamericano, de los Estados Unidos.

LH: Comandante Guevara, ¿cree usted que este comercio con Occidente continuará y quizás se ampliará en un futuro próximo?

CG: Eso espero. Naturalmente, no depende solo de nuestros deseos, sino también de los deseos de las personas con quienes comerciamos hoy. Pero tengo esperanzas de que continúe y de que entremos en una nueva era en lo relativo a las relaciones con Cuba. Que los países europeos se hayan dado cuenta de la importancia de sostener relaciones con todos los países del mundo y de que Cuba es un buen mercado, un mercado confiable, estable, en resumen, un mercado permanente.

 Así que todo nos lleva a confiar en que estas relaciones continuarán y se ampliarán en el futuro. Estamos extremadamente interesados en eso. Ya hemos firmado acuerdos para la compra de fábricas completas con ciertos países: con Francia, con Inglaterra, con Japón. Creemos que en el futuro podremos proseguir este tipo de transacciones con mayor seguridad, porque en el pasado siempre existía el temor de que si se interrumpían las relaciones comerciales cómo íbamos a obtener piezas de repuesto, pero en especial Inglaterra y Francia han mantenido muy buenas relaciones con nosotros a ese respecto. Han garantizado el suministro de piezas de repuesto para los equipos que les hemos comprado durante la etapa revolucionaria.

Esto también ha robustecido nuestra confianza en la posibilidad de importar nueva maquinaria, y entonces, con técnica de primera clase, de los últimos modelos, equipar toda una serie de industrias que ahora nos encontramos desarrollando.

LH: ¿Qué le ocurriría a la economía cubana si este comercio con Occidente se interrumpiera de repente?

CG: Nada.

LH: Ahora haremos una breve pausa y regresaremos en un momento con más ISSUES AND ANSWERS.

LH: Comandante Guevara, muchas evidencias externas indican que el sistema económico marxista no funciona. No le proporciona una vida de abundancia a su gente. Al cabo de 47 años, la Unión Soviética todavía no es capaz de brindarle alimentos, viviendas y ropa apropiados a su pueblo. ¿Cree que es posible que el sistema marxista no brinde incentivos adecuados para alcanzar altos niveles de productividad?

CG: Usted tiene una tendencia a hacer declaraciones en forma de preguntas. Y de nuevo, primero tengo que refutar su declaración y después responder la pregunta. Dice que se ha demostrado que el marxismo, o el sistema marxista, no les proporcionan a las personas lo que necesitan ni les garantizan bienestar. Creo que es exactamente lo contrario. Si comparamos el nivel de vida de los Estados Unidos con el de otros países, tenemos que reconocer que el de los otros países es más bajo, pero cuando habla del modo de vida norteamericano y el mundo libre, tiene que considerar a los 200 millones de latinoamericanos que mueren de hambre, que mueren de enfermedades, que ni siquiera llegan a la edad adulta. Que mueren de hambre en la niñez. Todas esas personas contribuyen a la grandeza económica de los Estados Unidos, que los explota de una u otra forma. Lo mismo ocurre en África, y ocurrió en Asia también. El marxismo le pone fin a todo eso. Mientras estamos asediados por el imperialismo norteamericano no podemos ofrecerle a nuestro pueblo todas las cosas que nos gustaría, pero le hemos dado todo lo que podemos, todo lo que hemos sido capaces de hacer hasta el momento, y sobre una base de igualdad, desde los ministros hasta el funcionario más simple. Y esa es la razón fundamental de que la gente siga luchando por su liberación.

LH: Pero el gobierno de los Estados Unidos está muy consciente de los problemas de la América Latina, y mediante la Alianza está tratando con mucha fuerza de elevar el nivel de vida de las personas en todo el hemisferio. Ahora bien, si las clases gobernantes acuerdan realizar reformas agrarias y reformas tributarias, y si el nivel de vida aumenta, ¿no perdería su efectividad el mensaje de la revolución cubana?

CG: Por supuesto que la perdería de inmediato. El mensaje de la revolución cubana tiene significado porque, por su propio peso, el imperialismo solo puede realizar reformas tibias que no van a la raíz de los problemas. Si toda la América Latina se liberara de la dominación imperialista, el imperialismo enfrentaría entonces problemas muy serios. Los cimientos del imperialismo son la dominación de los países latinoamericanos mediante el intercambio desigual, el intercambio de productos manufacturados por materias primas, la ocupación de cargos gubernamentales clave a través de las oligarquías nacionales sumisas a los imperialismos.

Si todo eso cambiara, el imperialismo perdería su fuerza. Enfrentaría entonces la crisis general del capitalismo. En otras palabras, la crisis planteada por la clase obrera en su propio país.

Aunque esto no es tan inminente en su país, porque la explotación de las clases trabajadoras se transfiere a la América Latina, África y Asia, pero en ese caso el conflicto se produciría directamente en los Estados Unidos. Obviamente, el mensaje de la revolución cubana perdería toda su importancia, pero tampoco sería necesario, porque eso es precisamente lo que deseamos para todo nuestro pueblo latinoamericano, y una vez que se lograra, no habría necesidad de seguir lanzando mensajes. No tendrían ningún significado.

LH: ¿Entonces estamos de acuerdo en el deseo de que se realicen esas reformas?

CG: Verdaderas reformas, que permitan el acceso del pueblo al poder. En ese caso, estamos de acuerdo.

LH: Comandante Guevara, ¿cree que eso no se puede producir mediante un proceso evolutivo, sino que tiene que ser resultado de la violencia y de conmociones revolucionarias?

CG: Eso depende, por supuesto, de las clases reaccionarias. Son ellas las que se niegan a ceder el poder, a entregar las riendas del poder. Allí donde las clases reaccionarias insistan en aferrarse al poder en contra de la voluntad de todos, saltará la chispa que puede incendiar a toda la América Latina, y el pueblo llegará al poder.

LH: Comandante Guevara, desde el triunfo de la revolución, la economía cubana, según todas las informaciones, se ha deteriorado seriamente en todos los sectores. La producción industrial, la producción agrícola y la zafra azucarera, que el año pasado cayó a tres millones y medio de toneladas. ¿Cómo explica esta regresión económica?

CG: Bueno, de nuevo la pregunta es una afirmación, así que lo primero que hay que hacer es refutar la afirmación para luego contestar la pregunta. Usted dice que todos los aspectos de la economía cubana se han deteriorado en el curso de la revolución, y yo le digo que se equivoca. La producción industrial creció a partir de 1959, y habría podido crecer mucho más de no haberse visto afectada por la industria azucarera, que en realidad ha decrecido. La producción industrial ha aumentado a un ritmo anual del 7%, sin contar, por supuesto, el azúcar. Y el incremento de 1963 y los estimados para 1964 muestran un porcentaje aún mayor. En 1963 fue de un 10%, y los estimados para 1964 son todavía mayores, y la producción de azúcar aumentará también.

LH: Comandante Guevara, ¿cuando luchaba en las montañas de la Sierra Maestra, preveía que la revolución tomaría un rumbo tan radical

CG: Lo sentía intuitivamente. Por supuesto, era imposible prever el rápido desarrollo que tendría la revolución. Ni tampoco era previsible la formulación marxista-leninista de la revolución. Eso fue resultado de […] conoce muy bien. Teníamos una idea más o menos vaga de que había que solucionar los problemas que veíamos claramente que afectaban a los campesinos que lucharon con nosotros, y los problemas que veíamos en las vidas de los trabajadores. Pero todo el proceso de la transformación de nuestras ideas sería muy largo de contar.

LH: En los Estados Unidos existe la convicción de que el Comandante Guevara fue una de las influencias más radicales de la revolución, y de que arrastró al Dr. Castro hacia la izquierda, que lo que sucedió había sido parcialmente planificado por usted. ¿Lo acepta o lo niega?

CG: Durante mucho tiempo, en los Estados Unidos y en muchos otros países me han hecho el honor de considerarme el cerebro gris de la revolución, el frío manipulador, el izquierdista, el poder detrás del trono. Personalmente, no me preocuparía, pero mi honestidad de revolucionario, mi modestia y mi honestidad innatas me obligan a confesar que el principal izquierdista en Cuba es Fidel Castro, y que el principal peligro para los Estados Unidos en Cuba es Fidel, no yo.

LH: Cuando Fidel Castro dijo en las montañas de la Sierra Maestra que no era comunista, ¿creyó usted que no era comunista y que no se convertiría en comunista?

CG: Yo sabía que no era comunista, pero creo que también sabía que se haría comunista. Igual que sabía en esa época que yo no era comunista, pero que me haría comunista en un plazo breve, y que el desarrollo natural de la revolución nos llevaría a todos al marxismo-leninismo. No puedo afirmar que se tratara de una idea clara y consciente, sino que era una intuición derivada de una evaluación cuidadosa del desarrollo de la actitud de los Estados Unidos y la manera en que su país actuaba en ese tiempo contra nosotros y a favor de Batista.

LH: Si algo le pasara a Fidel Castro, ¿cuál cree usted que sería la suerte de la revolución cubana y quién accedería al poder?

CG: Por su pregunta presumo que se refiere a que le suceda algo violento. Bueno, no puedo negar que sería un golpe muy serio para la revolución cubana. Fidel es nuestro líder indiscutible e incontestado. Ha sido nuestro guía en una serie de situaciones muy, muy difíciles que Cuba ha tenido que enfrentar, y en esos momentos ha dado pruebas de su estatura de líder mundial. No creo que ninguno de nosotros tenga esa estatura, pero hemos adquirido experiencia revolucionaria durante estos años en que hemos luchado a su lado. Somos lo que somos porque hemos asistido con él a la misma escuela, una escuela de valor, de osadía, de sacrificio, de decisión de defender nuestros principios, de análisis de los diferentes problemas. Y creo que en conjunto podríamos, creo, seguir hacia adelante, incluso si algo le sucediera.

En cuanto a quién lo reemplazaría, habría que discutirlo en ese momento. Ahora no podemos darnos el lujo de dedicarnos a los “qué pasaría si…” Ninguno de nosotros tiene ese tipo de aspiración política, pero lógicamente, su hermano Raúl, no porque sea su hermano, sino por sus propios méritos –es el viceprimer ministro—, naturalmente sería el más adecuado entre nosotros para seguir el mismo camino de la revolución cubana.

LH: Comandante Guevara, el Dr. Castro ha expresado con frecuencia su deseo de normalizar las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. ¿Desea usted que se produzca esa normalización?

CG: Si tiene como base los principios, sí. Y quizás yo más que nadie, porque la industria es la que más sufre a causa del bloqueo. La industria y el transporte son quizás los sectores productivos más golpeados por el bloqueo. El transporte más o menos se ha librado, pero la industria no, y, por tanto, sobre la base de los principios y de una total igualdad, la normalización de las relaciones sería ideal para nosotros.

LH: ¿Es optimista en cuanto a la posibilidad de una normalización de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos?

CG: Esa es una pregunta difícil de responder. Estamos observando. Estamos esperando. Estamos planificando para una u otra posibilidad, sea cual fuere la que se adopte. Depende de una serie de circunstancias. Las propias características del gobierno de los Estados Unidos. También depende de la manera en que el gobierno norteamericano evalúe la situación mundial. Hasta el momento, su gobierno no ha dado ninguna señal clara de que sepa cómo sopesar la correlación de fuerzas mundial, así que no hay ideas precisas sobre la total normalización.

LH: Ahora haremos una breve pausa y regresaremos en un momento con más ISSUES AND ANSWERS.

LH: ¿Qué le gustaría que los Estados Unidos hicieran con respecto a Cuba?

CG: Es muy difícil dar una respuesta precisa. Como pregunta es poco realista. Quizás la respuesta más franca y objetiva sería: nada. Nada en ningún aspecto. Nada a favor o en contra nuestra. Solo que nos dejen tranquilos.

LH: Muchas gracias, Comandante Guevara.


(Traducción de Esther Pérez)
LOS NÚMEROS DEL GENOCIDIO ARGENTINO

(Por Daniel Feierstein *, publicado en Pagina12)

Ya hace unos años que van cobrando forma posturas relativizadoras del genocidio argentino, haciendo eje en la discusión sobre el número de víctimas, situación que puede encontrarse en los procesos negacionistas de muchos genocidios previos.
En un contexto matizado, dos de las expresiones más extremas han sido la publicación del libro Mentirás tus muertos (de José D´Angelo, quien se presenta como “militar y periodista, carapintada y participante de la represión al intento de toma del cuartel de La Tablada”) y las declaraciones del ex secretario de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Darío Lopérfido, quien llegó a plantear que “en la Argentina no hubo 30.000 desaparecidos”, sino que “esa cifra se arregló en una mesa cerrada para conseguir subsidios”. Pero no han sido los únicos.

D´Angelo basa su análisis en los errores de los listados elaborados en 1984 por la CONADEP, planteando que de las 8.961 denuncias originales habría que “descontar” dichos casos erróneos (imposibles de evitar, agregaría yo, en las condiciones y contexto en que se realizó el trabajo), siendo que la cifra que le queda es de 8.368 víctimas, de las cuales “tan sólo 7.098 serían desaparecidos”, computando al resto como “asesinados” (pareciera que los “asesinados” no merecerían ser contados como “víctimas”). Lopérfido ni siquiera se toma el trabajo de proponer alguna prueba para sus afirmaciones y cuanto menos ello le ha costado la renuncia. Apenas sugirió una hipótesis (“la búsqueda de subsidios”) para explicar la diferencia de estimaciones entre distintas fuentes. Ello, además de mendaz e insultante, resulta inverosímil, ya que las estimaciones de víctimas del genocidio argentino fueron realizadas en momentos donde todo el sistema de reparaciones era inimaginable, con lo cual se supone que se habría “inventado” una cifra suponiendo que en algún momento el derecho internacional y las condiciones políticas en Argentina permitirían sacar provecho de ello.

Una de las respuestas más precisas ha sido la de Estela de Carlotto (que aquellos que conocen el número de detenidos desaparecidos en Argentina deberían entregar los listados con nombre y destino de las víctimas), pero vale la pena de todos modos analizar la curva de denuncias desde el fin de la dictadura al presente, para tener una imagen más global de la complejidad de la discusión, de qué diferentes cuestiones involucra y cómo se las banaliza a la ligera cuando se pretende llegar a un “número final”, que vendría a querer reemplazar aquellas estimaciones realizadas hacia el final de la dictadura.

Uno de mis equipos de investigación se encuentra trabajando a fondo sobre los procesos de denuncia en la provincia de Tucumán. Si bien la especificidad de Tucumán hace que no sea necesariamente transferible al conjunto del país, los datos que se desprenden de dicha investigación pueden permitir tener una imagen más clara de las distintas dimensiones que implicó el fenómeno de las desapariciones forzadas, la lógica que siguieron los procesos de denuncia y la dificultad para delimitar números precisos aún a más de 30 años del informe de la CONADEP.

En lo que hace a Tucumán, el informe de la CONADEP del año 1984 tenía registradas 609 denuncias. Al día de hoy, el Area de Investigación de la Secretaría de DDHH de la Nación cuenta con un total de 1005 denuncias con información verificada y completa (esto no incluye los casos incompletos o actualmente en proceso de trabajo y ha excluido todos los errores del listado original). Los casos registrados por mis equipos de investigación (que incluyen las denuncias investigadas en sede judicial) suman un total de 1202 casos, que también refieren sólo a aquellos verificados y completos, con lo cual siguen siendo cifras parciales en tanto hay otros centenares en proceso de verificación. Esto es: que al día de hoy contamos con el doble de casos que se contaban en 1984 (y verificados). Proyectados al país, estos números iniciales hablarían de alrededor de 18.000 casos (estimación parcial e incompleta) contra los 8.000 de los que hablan D´Angelo y Lopérfido.

Pero resulta enriquecedor observar las características de los casos en función de los períodos de denuncia, porque de ellos pueden extraerse conclusiones mucho más enriquecedoras que la discusión con los relativizadores.

Las nuevas denuncias tienen un pico de crecimiento muy fuerte a partir de la reapertura de las causas y la existencia de nuevas sentencias en el año 2006, siendo que durante el período 1985-2005 se detectan 117 nuevos casos en tanto que a partir del año 2006 hasta el presente se contabilizan 440 nuevos casos. Para más, las denuncias no bajan sino que siguen un patrón complejo y estamos trabajando en distintas hipótesis para explicar las complejas curvas. Por ejemplo, el año con mayor número de nuevas denuncias en Tucumán desde 1984 ha sido 2014 con 76 nuevos casos, seguido del año 2008 con 63 casos (en 2016 sólo se han denunciado 6 nuevos casos, pero en 2015 hubo 43 nuevas denuncias). Pareciera que tienen fuerza las condiciones políticas nacionales y provinciales (y muy en especial la existencia de condenas a los responsables o la apertura de nuevos tramos de las causas judiciales) como elemento para permitir enfrentar el miedo y las consecuencias traumáticas de la desaparición en la familia o el barrio. También, en muchos casos, depende de la voluntad de investigación de las fiscalías o querellas la posibilidad de detectar nuevos casos no denunciados hasta el momento. Como elemento fundamental, debe destacarse la propia percepción de la desaparición en sectores rurales u obreros en Tucumán como una práctica que puede y debe denunciarse, lo cual no fue en absoluto común en dichas regiones durante gran parte del período de institucionalidad democrática. Ello es transferible a muchas otras regiones del país como Corrientes, Misiones, Chaco, Santiago del Estero, entre otras.

Otra cuestión llamativa en los nuevos casos es la proporción de sobrevivientes. En las denuncias producidas ante la CONADEP el número de sobrevivientes era muy bajo, siendo que la mayoría de las víctimas correspondía a quienes continuaban desaparecidos o habían sido asesinados. A medida que pasa el tiempo, la mayor parte de las nuevas denuncias corresponden a quienes fueron detenidos desaparecidos (por lo general, por períodos breves) y fueron liberados. En el informe de la CONADEP los casos de Tucumán dan cuenta de 379 desaparecidos y asesinados frente a 139 liberados (27 por ciento de liberados). Entre 1985 y 2006 se agregaron 63 casos de nuevos desaparecidos y asesinados frente a 54 liberados (46 por ciento). Por último, en la última década encontramos 20 nuevas denuncias de desaparecidos y asesinados frente a 419 nuevas denuncias de quienes fueron liberados (95 por ciento).

Esto lleva a concluir varias cuestiones: de una parte, que el objeto del terror (como en muchos otros procesos genocidas) fue atravesar al conjunto de la población con el sistema concentracionario, siendo que mucha más gente de la que creemos transitó por dicho sistema y fue devuelta a la sociedad para diseminar el terror, tal como nos intentan explicar hace años los sobrevivientes sin que podamos escucharlos con la suficiente atención. Por otra parte, estas situaciones han sido las que resultaron más difíciles de denunciar, siendo que recién veinte a treinta años después de los hechos comienzan a emerger. Esto tiene mucho sentido: quien fue secuestrado por períodos breves tuvo mucho menos que explicar a sus seres queridos, resultando más fácil la negación o represión de lo vivido. Por otra parte, quienes fueron detenidos y torturados por pocas horas en comisarías, no necesariamente identificaron su situación como “desaparición”, lo cual muestra también los efectos de las sentencias en la construcción de las percepciones colectivas sobre el pasado. Hoy se denuncian más casos porque se logra percibirlos como tales.

La continuidad de la aparición de nuevos casos (tanto de asesinatos como de compañeros que continúan desaparecidos u otros que han sido liberados) deja claro que en modo alguno ha concluido la investigación de los sucesos ocurridos en el genocidio argentino y que cualquier cifra a la que se arribe (como la que nuestro equipo ha construido para los casos en Tucumán, que duplica el informe inicial de CONADEP aún corrigiendo todos los errores cometidos en dicho momento) no son más que aproximaciones parciales, en tanto los únicos que tienen las cifras definitivas de secuestrados, desaparecidos y asesinados son los perpetradores, quienes se siguen negando a aportarlas a la sociedad.

Seguir hablando de que los desaparecidos “no fueron más de 8.000” (como hacen D´Angelo o Lopérfido, pero para el caso también algunos familiares de desaparecidos, historiadores o cientistas sociales) es erróneo e insultante para la memoria colectiva, como lo han destacado muchas de las respuestas de la mayoría del movimiento de derechos humanos. Pero, más allá de la manipulación y de la mezquindad, se pierden de vista cuestiones centrales como las que emergen en un análisis sistemático de la información existente: las dificultades (aún en el presente) para denunciar los hechos, el carácter traumático de los mismos (y retraumatizante de muchas intervenciones públicas) y las características del proceso concentracionario, que buscó atravesar al conjunto social con el terror. “Por uno que tocamos, mil paralizados de miedo”, decía el torturador de la obra de Tato Pavlovsky, “no-sotros actuamos por irradiación”. El genocidio ha tocado a muchos más argentinos de lo que suponíamos. Y muchos de ellos siguen entre nosotros, con el terror clavado en el alma como el aguijón al que refería Elías Canetti en Masa y poder.

De nosotros depende crear las condiciones para recomponer la posibilidad de la palabra, de la denuncia, del quiebre de las condiciones impuestas por el terror, que queda claro que van cediendo con fuerza ante la persistencia de los juicios, el espacio simbólico donde un tribunal vuelve a poner las cosas en su lugar, legitimando públicamente la palabra de los testigos, calificando las conductas criminales, sancionando a los responsables de las mismas, elaborando una narración colectiva sobre nuestro pasado.

Cuestionar el número simbólico de 30.000 a partir de especulaciones malintencionadas, pretende cerrar con un número imposible de definir hoy un proceso social que se propuso, en palabras de Lemkin, “destruir la identidad nacional de los oprimidos para imponerles la identidad nacional del opresor”. Aquello a lo que el abogado judío polaco, sobreviviente del nazismo, decidió llamar “genocidio”. O, en términos de los genocidas argentinos, “proceso de reorganización nacional”.

Los 30.000 compañeros detenidos desaparecidos siguen y seguirán presentes en nosotros, como corea la consigna, “ahora y siempre”. Resulta necesario para el futuro de los argentinos aportar a comprender cómo persisten hasta hoy las astillas del terror y cuáles de nuestras acciones (los juicios, los debates colectivos, los escraches, la lucha permanente por memoria, verdad y justicia) permitirán ir reparando el daño producido en nuestras identidades y construir una sociedad más digna y más justa.


* Investigador Conicet, profesor Untref/UBA. El equipo de investigación al que se refiere la nota está conducido por Ana Jemio. Otras 11 personas participaron en el relevamiento y codificación de la información, en proyectos de trabajo de la Untref, la UBA y el Conicet.