EN EL PÓRTICO DEL 2019
(Por:
Alina B. López Hernández, publicado en "LA JOVEN CUBA")
Los jefes del Partido Comunista
pueden, por cierto, invocar el hecho de que las masas no atiendan a sus
llamados. Ahora bien, este hecho no invalida, sino que confirma nuestro
análisis. Las masas obreras comprenden lo que no comprenden los “jefes”: (…) Sienten
que los planes burocráticos de los jefes no corresponden para nada, ni a la
situación objetiva ni al estado de ánimo de las masas. Sin grandes
perspectivas, las masas no podrán ni comenzarán a luchar.
Tostky: ¿Adónde va Francia?, 1936
Llegó diciembre. Mes de júbilo y festividad
en todo el mundo. Otro año concluye y con él las esperanzas de que la situación
económica de los cubanos mejore. A mediados del 2017 el anterior presidente del
Consejo de Estado y de Ministros explicó que la economía decrecería en el
segundo semestre de ese año y aún para el primero del 2018, pero que después de
esa fecha se apreciaría una recuperación en los suministros y una tendencia
hacia la mejoría.
Nuestro gobierno, una vez más, ha sido
incapaz de un vaticinio correcto en el corto plazo. Los pronósticos del 2018
fueron particularmente erróneos y pendulares. Si el verano comenzó con una
campaña totalmente enajenada del contexto insular, donde se le pedía a
la familia cubana que disfrutara Cuba con alegría; el año casi finaliza y
sabemos que la economía apenas creció un 1%, y en las reuniones del presidente
Díaz-Canel con el consejo de ministros se ha insistido en que van a disminuir
todavía más las importaciones.
Diciembre, que debería ser un mes alegre, se
torna sombrío. La escasez de harina ha reducido la producción de pan y existen
largas colas en las panaderías; el precio de la carne de cerdo asciende por
días en un mes de tradicional aumento de la demanda, y ya es exorbitante; el
importe de los vegetales es tal, que parecen cosechados en invernaderos del
ártico para ser vendidos en el trópico; el detergente y el aceite son
acaparados, pues vox populi dice que los proveedores
vietnamitas de detergente no garantizan el producto hasta que no se les pague
lo adeudado, ¿será cierto?
Muchos se refieren a un nuevo período
especial, aunque nunca hemos salido del primero. Lo que sí se constata es
que las reformas económicas implementadas no evidencian sus primeras señales de
éxito. Y si en el corto plazo son tan errados los cálculos, qué pensar entonces
de visiones más prospectivas.
La intención explícita de los cambios en Cuba
es que “las transformaciones que prevén los Lineamientos y el Modelo son
económico-sociales, no políticas”.[1] La tardanza
extrema de las reformas en indicar avances demuestra que no es posible concebir
un proceso de cambios sin una visión dialéctica que visibilice y respete las
necesarias interrelaciones entre los aspectos de la realidad. No debe perderse
de vista que al modificarse, unos fenómenos afectan a otros. La idea
de totalidad, esencial para el marxismo, aplicada al análisis histórico-social
supone la interrelación del todo y las partes y de las partes entre sí.
Considero que es imposible conseguir
trasformaciones efectivas en la esfera económica y social sin formular
asimismo cambios políticos. Como bien se sabe, la política es la expresión
concentrada de la economía.
El término transformaciones
políticas es recibido con gran desconfianza por los ideólogos
oficiales, que temen en él la oreja peluda del capitalismo. Sin embargo, los
debates suscitados acerca del Proyecto de Constitución muestran que la
ciudadanía reclama cambios políticos para un verdadero socialismo.
Un parlamento profesional con mayor
representación de los diversos grupos y sectores de la sociedad y menos
preeminencia de la burocracia; elecciones directas de todos los cargos
políticos; mecanismos de control de la ciudadanía sobre las decisiones
económicas; transparencia política, es decir, la obligación del gobierno de dar
cuenta a los ciudadanos de todos sus actos, especialmente del uso del dinero
público y prevenir así los casos de corrupción, además de proporcionar
información sobre los costos reales de los proyectos, el manejo de los fondos y
sobre los mecanismos instituidos de acceso a la información… Estos son solo
algunos ejemplos de los cambios políticos que podrían potenciar las reformas
económicas y sociales.
Un cambio de actitud de los dirigentes ante
la ciudadanía, que los haga “gobernar obedeciendo”, también es parte inherente
de los requerimientos políticos. En el umbral del 2019 es imprescindible
convencer de nuevo, pero no con los ardientes discursos de un liderazgo
carismático propio de una época ya fenecida; sino con un plan científicamente
elaborado, donde las cubanas y cubanos vean reflejadas sus necesidades y
aspiraciones y donde sean actores participantes y no meros espectadores.
Debe ser un plan concreto, con estaciones de
llegada en corto, mediano y largo plazo, pues el tiempo de la ciudadanía no es
el tempo de la burocracia, y no puede serlo dada la notable
diferencia entre sus modos de vida. En lugar de visitar empresas, cooperativas
y centros de trabajo para explicarle a los trabajadores que el país necesita
mayor laboriosidad y dedicación; es necesario que los que dirigen indaguen de
los trabajadores qué necesitan ellos y cuál es su opinión sobre la forma en que
se administra el país y, sobre todo, viabilizar que participen en esa
administración.
En su discurso a los mexicanos desde la plaza
del Zócalo, el presidente López Obrador presentó un plan ciertamente ambicioso
y proyectado para seis años, aunque parece muy bien concebido. ¿Lo logrará?
En Cuba la Revolución va a cumplir en muy
poco sesenta años. Faltan once para arribar al 2030, fecha en la que nuestro
gobierno pretende una nación “soberana, independiente, socialista, democrática,
próspera y sostenible”. Visto lo mal que se despide la economía cubana el 2018,
¿lo lograremos?
[1] Martha
Prieto (Profesora titular de Derecho Constitucional de la Universidad de La
Habana), en la sección Controversia ¿Qué pasa con las leyes? Legislación,
política y reordenamiento, en Temas,
nros 89-90, enero-junio de 2017.
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